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La Hora | Sábado, 21 DE ABRIL DE 2018 José Carlos Arias
Kon-tiki, fue el nombre de la balsa utilizada por el explorador noruego Thor Heyerdahl (1914-2002),en su expedición de 1947 por el Océano Pacífico desde Sudamérica hasta la Polinesia. El nombre de la embarcación se debía al dios solar de los incas, Viracocha, de quien se decía que antiguamente había llevado el nombre de Kon-Tiki. Es también el nombre del libro que escribió Heyerdahl sobre esta experiencia. La tesis de Heyerdahl es que pobladores procedentes de Sudamérica podrían haber llegado hasta la Polinesia ya en tiempos precolombinos. Lo que estoy seguro que no conocen ustedes es el Kon-tiki II. Les comento: durante casi cinco años (1998-2013), Marco Griffo con la colaboración de algunos amigos realizó en el Refugio Solamaco lo que el denomina Proyecto
Hacer cultura es tarea de todos…
. Kon-tiki II. Se encuentra a 2327 metros de altitud y se tardan aproximadamente tres horas en llegar a través de un terreno exigente, con una media de desniveles del 27%. La idea de esta familia formada por Marco Griffo (Calabria) y Sonia Romero (Zaruma), junto a sus hijas Salma y Aby, consiste en crear un pueblecito independiente con cuatro familias y una escuelita, independiente y la huerta para el autosostenimiento con hortalizas y frutas. Conservar el entorno con la reforestación de árboles autóctonos. El fin de semana del 7 y 8 de abril fuimos a visitar el Kon-tiki II. El motivo de nuestro viaje era muy sencillo: buscar experiencias de personas que viven sin luz eléctrica por decisión propia y compartir sus experiencias para el Proyecto MEMORIAS DE LA LUZ que estamos trabajando y que no es un proyecto personal, ni político, se trata de la necesidad que sentimos de resca-
Loja escultura
¿QUÉ NOS QUEDA DE ANTES? tar las identidades lojanas. La comida la llevamos en la mula Fiona que nos ayudó con los víveres e hicimos los 9,89 kilómetros en un poco más de las tres horas. Los paisajes alucinantes. De vez en cuando nos preguntábamos que puede motivar a un extranjero a hacerse una casa a dos o tres horas distancia de la “civilización” y apartarse del “mundanal ruido” (…). Sin “luz eléctrica”, a partir de las 6,30 de la tarde, el manto de la noche comenzó a caer, no echamos de menos ninguno de estos “aparatos” que ustedes pueden estar pensando que son imprescindibles, es más, en torno a una mesa con dos velas, dialogamos un largo rato sobre los mensajes subliminales y, un sinfín de temas que hicieron que el tiempo transcurriera rápido. La botella nos demostró que el mejor vino no es el más caro, sino el que se comparte. Nos acostamos sobre las tablas de
romerillo con un saco de dormir y las luces del amanecer nos despetaron de un sueño que disimulaba una parte de nuestro cansancio. Desayuno y vuelta a Vilcabamba porque ahora es casi todo bajada y no paró nunca de llover. Bajamos cuasi esquiando y las rodillas lo sufrieron. Pero mereció y mucho la pena, una ducha reparadora en la casa de nuestros grandes amigos Kurt Kestenholz y Zhane Armijos, anfitriones y cómplices de nuestros sueños. Des-
Historias y tradiciones lojanas Fue Loja la precursora de la electrificación en el Ecuador, cuando el 1° de abril de 1899 se instala la luz eléctrica en esta ciudad, convirtiéndose en la primera del Ecuador con energización; los trabajos de instalación de la primera planta eléctrica corrieron a cargo de Alberto Rhor, ingeniero francés que vino a Loja contratado por los accionistas de la empresa, siendo los primeros promotores los señores: Dr. Francisco Arias, Dr. Ricardo Arias, Darío Benavides, hermanos Berrú, José Miguel Burneo, José María Burneo, Dr. Vicente Burneo, Manuel A. Carrión, Dr. Manuel B. Cueva, Dr. Ramón Eguiguren, Manuel J. Espinosa, Dr. Serafín Larriva, Ramón Moreno, Elías Riofrío, Dr. Luis F. Riofrío, Dr. Juan Ruiz, Pablo Suárez, Guillermo Valdivieso y Ernesto Witt. La primera planta fue transportada en barco desde Lima hasta Guayaquil y desde allí hasta Santa Rosa y Loja a lomo de mulas y de cargadores. Se instaló en el sitio denominado Chorrera Blanca, en la prolongación occidental de la calle 10 de Agosto, donde había una caída de agua que servía para generar la fuerza hidráulica necesaria para la energía eléctrica. La Iglesia de San Agustín, que era una verdadera reliquia colonial, por haber sido la Iglesia Matriz de la ciudad, conservaba una gran riqueza en sus retablos, el púlpito y el altar mayor, adorna-
do de plata labrada, pero inexplicablemente fue demolido con dinamita en 1900by sus reliquias fueron vendidas a un extranjero. En los últimos años del siglo XIX se proyectó la construcción del ferrocarril Puerto Bolívar-Loja, pero luego de cien años, este proyecto ha pasado a la historia como otra frustración más de nuestro ´permanente abandono del sistema vial. En lo político, la revolución de 1895, como lo dice Pío Jaramillo Alvarado, “encontró asimismo repercusión entusiasta en la provincia de Loja, el 16 de junio de dicho año, el liberalismo lojano en plebiscito, desconoció al gobierno imperante, nombró al señor doctor Manuel Benigno Cueva, Jefe Civil y Militar de la Provincia, y de todos los cantones concurrieron contingentes voluntarios para la reorganización de la fuerza militar”. La reacción conservadora del Norte y Centro de la república que tuvo su epílogo en Sanancajas, también se presentó en la frontera del Sur y en los combates de Sabiango, La Florida y en las puertas de la ciudad de Loja, en Cajanuma, el liberalismo lojano pudo añadir sus victorias a las que se alcanzaron en otras provincias, para consolidar el régimen de nuevos ideales políticos en el Ecuador”. Pero esta consolidación se logró solamente después de varios enfrentamientos armados. Pues los liberales habían armado un contingente de 120 hom-
bres, comandados por Agustín Espinosa y Eliseo Paz, que fueron a Cuenca a respaldar la revolución, pero se vieron precisados a retornar intempestivamente por la “Entrada de Vega”, habiéndose registrado la batalla del Puente Bolívar el 29 de julio de 1895, que duró seis horas y media, habiendo ganado la batalla los conservadores, comandados por el Coronel Antonio Vega. Luego fue necesario de otros combates como el de Cajanuma, para consolidar el predominio del gobierno liberal. Son cien años también de la existencia de la escuela “Miguel Riofrío”, aquella escuela de mi barrio donde terminé mis estudios primarios, que surgió en 1895 como consecuencia de la transformación liberal, que ocasionó el abandono de los Hermanos Lasallanos de ese plantel ubicado en San Sebastián, donde antes funcionaba la escuelas San Luis Gonzaga, antigua propiedad del Convento de San Agustín. Y según el profesor David Pacheco, su primer director fue el Dr. Benjamín Rafael Ayora, y los primeros profesores laicos los señores José María Arias, Roberto Carrión, Benjamín Valdivieso y Miguel Celi Jaramillo; y, los primeros alumnos: Alberto Burneo, Guillermo Ayora, Guillermo Muñoz, Manuel Zárate, entre otros. Así fue Loja hace cien años. (Tomado del libro Hablar de Todo, crónicas volanderas de Loja, Tomás Rodrigo Torres, 1995.).
pués, la comida que nos merecíamos, un buen churrasco en la esquina de la plaza. ¡Una experiencia genial¡ Somos conscientes de que Vilcabamaba es algo más que los fines de semana y los helados, tiene muchos sitios sorprendentes que, algunas veces, los extranjeros conocen y, nosotros ni pensamos. Una experiencia diferente mientras nos preguntamos: ¿Qué nos queda de antes?
El Museo Concepcionistas de Loja aportar al suplemento quincenal “Loja es Cultura” con esta sección evocadora del pasado cultural de nuestra ciudad.
. Loja de hace cien años (VI) ,
Dr. Tomás Rodrigo Torres
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Reencuentros con la historia urbana Una gran minga “El 14 de mayo de 1939 realizóse con el éxito más halagador una minga para alar madera y para que se continúe en breve la construcción del edificio del seminario de esta ciudad. Cerca de 300 yuntas llegaron en la tarde de ese día al son de aires marciales de la Banda de la Sociedad Obreros de Loja. El pueblo entusiasmado contemplaba el espectáculo pocas veces realizado en esta urbe. El Sr. Miguel Riofrío proporcionó la mayor parte de la madera y los señores Alfonso Samaniego, José A. Palacio, Isolina Riofrío y Francisco Eguiguren
también regalaron madera y proporcionaron yuntas de sus propiedades. […] (La Voz Católica, Loja mayo 19 de 1939, p 3.)
La de las yuntas.