CYAN MAGENTA YELLOW BLACK
NACIONAL
CÓMIC B10
tiempo lectura 15 min.
SÁBADO 11 DE SEPTIEMBRE DE 2010 La Hora ECUADOR
Conozcamos a Los ‘Vigilantes’ LA HORA, PÁGINA 12 • En el núme-
ro anterior hicimos una introducción y contamos brevemente la trama de ‘Watchmen’, la obra cumbre del guionista británico Alan Moore, mejor conocido como ‘El mago del caos’ y que según los expertos es la mejor novela gráfica de todos los tiempos. Para esta ocasión nos aden-
traremos en las características de cada uno de los miembros de ‘Watchmen’, los mismos que por cierto son profundos, complejos y con muchos defectos. En realidad cada uno está alejado de la imagen de superhéroe como Superman (el más romántico y casi angelical de todos). En fin, Moore y los dibujos de Dave Gibbons hicieron una
disección profunda de El Comediante, Rorscharch, Dr. Manhattan, Adrian Veidt, Dan Dreiberg y la única mujer vigilante, la sensual Laurel Juspeczyk. Por hoy solamente nos centraremos en dos personajes de ‘Watchmen’ y la semana que viene terminaremos con este especial dedicado al mejor cómic de todos los tiempos.
WATCHMEN
VIGILANTES. Esta es la portada de una versión de aniversario de ‘Watchmen’ que se publicó en 2006.
ASESINATO. Imagen de la muerte de El Comediante, lo que origina la historia de esta novela gráfica.
El Comediante La historia inicia con su asesinato. Su verdadero °nombre era Edward Blake y su personaje es el más
complejo de toda la trama. De hecho, El Comediante es un importante elemento de consistencia y cohesión, al estar relacionado de alguna forma con todos los demás y servir de puente entre las dos generaciones de Vigilantes. Cabe recordar que en tiempos de la Segunda Guerra Mundial hubo la primera generación de ‘Watchmen’ (y casi todos fueron asesinados) y la segunda viene a partir de los años 60, donde incluso se ve como EE.UU. derrota a Vietnam, como una realidad alternativa. Volviendo a El Comediante, este personaje va ligado a la evolución del relato, de forma que cuando tenemos el cuadro completo de Edward Blake, tan sólo nos queda contemplar el desenlace del gigantesco drama que nos ha estado construyendo Alan Moore. No es casual, por tanto, que con este perfil se convierta en el mercenario perfecto del gobierno, capaz de despertar la admiración de la prensa más conservadora (magistralmente retratada en la revista ‘New Statesmen’) y el desprecio de los sectores más liberales, pero capaz de acallar las críticas más encendidas tras resolver con precisión y eficacia un secuestro aéreo (en el capítulo 6). Es el nuevo modelo de superhéroe, totalmente pragmático y sin prejuicios morales para exterminar al enemigo del estado. En los EE.UU. de la ‘Guerra Fría’ (contra la extinta URSS) no hay lugar para enmascarados coloristas de moral intachable, de forma que él y el Dr. Manhattan (de él hablaremos la próxima semana) se convierten en los únicos vigilantes autorizados por el gobierno.
Rorscharch Particularmente para nosotros es el mejor personaje de todos °(incluso, en muchos aspectos, mejor que Batman o Wolverine),
Continuará
porque si El Comediante es la locura y el cinismo, Rorscharch es el resentimiento y la amargura. El capítulo 6 se dedica casi en exclusiva a la narración de su tortuoso pasado, cuyo clímax señala el meollo de la historia. Es el único del que podemos conocer sus impresiones de los hechos en los que se ve involucrado, mediante los fragmentos de su diario que Moore pone a modo de narración. Rorscharch, por tanto, asume en muchos capítulos el papel de guía para el lector por las callejuelas de la narración. A través de sus notas personales conocemos su talante político, ultraderechista y paranoico, que unido al dramático pasado del personaje y los acontecimientos que presencia, conforman el caldo de cultivo del aventurero enmascarado y parece confirmar la sutil relación sugerida por el personaje de El Comediante: el superheroísmo implica una cierta forma de fascismo. De hecho, los personajes políticamente correctos, como Dan Dreiberg, Adrian Veidt o Laurel Juspeczyk, son los únicos que acogen inmediatamente el retiro forzoso. Rorscharch también tiene cierto carácter pionero: presenta todos los rasgos característicos de la imaginería clásica del superhéroe (vestimenta característica, símbolo identificativo, modus operandi, doble identidad, némesis tradicional...) y sin embargo es el más desagradable de todos los personajes, muchas veces repulsivo. Es el típico antihéroe (como protagonista) con los que el lector no sólo no se identifica, sino que no se desea que lo haga, demostrando que dan pie a cómics mucho más interesantes que los de héroes simpáticos. Wolverine, pese a haber sido creado antes que él, con el tiempo asume características de Rorscharch. Lo mismo ocurre también con Batman.