artes 19 de septiembre de 2010

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memoria

Ecuador, domingo 19 de septiembre de 2010

FIGURAS. Manolo Caracol (cantante de flamenco), Manolete (reconocido torero) y Concha Piquer, cantante y actriz española.

El flamenco y los toros

DR. VICENTE MORENO • Los toros han inspirado a numerosos artistas y compositores de distintos estilos en los diferentes momentos taurinos. La fiesta de los toros está vinculada con el flamenco. Son dos artes inseparables el toque y el cante, hermanados con el toreo. Esta relación es muy íntima, sólida, llena de pasión y enamorada una de la otra. Desarrollada dentro del ámbito popular, reflejada en bulerías, fandangos, tangos, soléas, cantiñas, alegrías, romeras, caracoles y sobre todo sevillanas, como se manifiesta en una antigua coplilla de magnífica letra: “Los toros y el cante son/dos hermanitos gemelos/su pare se llama arte/y su mare el sentimiento”. El flamenco, como los toros, entra por los ojos después de haber tocado el alma; a continuación por los oídos, en vibraciones que se quedan como un sentimiento con sentido y cadencia, mostrando un significado a una manera de vivir. Durán Muñoz alude al flamenco a una raíz única, en la admiración por lo árabe. Equipara a toreros con cantaores, a Pepe Hillo con el Fillo, Joselito con el gran Antonio Chacón, Rafael El Gallo con Ma-

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nuel Torre y Pastora Imperio, Manolete con Manolo Caracol. Algunos tratadistas y musicólogos comparan igualmente el coso y el tablao, los dos recintos donde el torero y el cantaor desarrollan su arte. Existen cientos de letras del cante flamenco asociadas a los toros. Muchas de ellas reflejan las características del quehacer en los ruedos trasladado a las fiestas, donde en el baile acompasado con una guitarra o un ‘palmeao’ se encuentran unidos lidiadores, gitanos, payos, maestros y subalternos. Los viajeros enamorados de España y sus costumbres dejaron una huella de su tauromaquia romántica. Así Debussy, al afinar sus composiciones, lo hace en tangos, soñando con las horas de reposo en Granada, en las noches en que se adivinan ‘jipios’ de cante ‘jondo’. Maurice Ravel, gran compositor francés, muestra su torería musical en la rapsodia española y su famoso bolero. Próspero Merimée escribe la novela de los amores entre una gitana y un picador, y Bisset dejó para la posteridad la música de esta novela en ‘Carmen’. El flamenco parece que vino con los gita-

nos, desde la India, y se afincó y desarrolló con luces propias en España, con pasión y sentimiento. Tiene el ‘duende’ que es difícil definir, es profundo y el estado de gracia le será negado al cantaor si no cuenta de por sí con ese genio sombrío y enigmático que puede encender la llama abrasadora del cante, con el otro ser del artista al sabor del aroma cañí, como cuando se saborea el buen toreo. El duende gitano es minoritario, misterioso y muy flamenco. La copla flamenca ha inspirado creaciones literarias de varios géneros y refiere la unión torero-flamenco. Las seguidillas de Sevilla cultivadas por Lope de Vega se muestran en el tema taurino desde el siglo XVIII. A los toreros, entre 1880 y 1920, se los premiaba con pasodobles y sevillanas. El cante y el baile flamenco relacionado con los toreros dejan recuerdos inalterables con sublimes versos como los de García Lorca a Ignacio Sánchez Mejías, y la Argentinita, el Tato y la Campanera,

Chicuelo y Dora ‘la Cordobesita’ hasta llegar a Paquirri con Isabel Pantoja y Ortega Cano con Rocío Jurado. En los años cuarenta es notable la presencia de los tres máximos exponentes artísticos: Manolete, el torero más grande; Concha Piquer, la Emperatriz de la copla, y Manolo Caracol, rey del cante grande, dueño del misterio y duende del flamenco. ve_moreno@hotmail.com


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