Ambato 31 diciembre 2017

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CRÓNICA I

DOMINGO 31 DE DICIEMBRE DE 2017 La Hora, ECUADOR

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La tradición no muere ni lejos °

COMPAÑÍA. Entre hermanos o con amigos, hacer el monigote se hace una actividad de unidad.

Viven todas en casa de sus padres. Buscó un pantalón viejo en el armario de su hermana mayor, una camiseta en el suyo y ayer cosía los agujeros para rellenarla con papel periódico y algo de aserrín que encontró en una carpintería cercana. - En mi casa nos turnamos cada año. Uno el que organiza todo es mi papá, otro mi mamá, de ahí las hijas, de una en una. Igual, todos colaboramos. Es una tradición que nos mantiene unidos. “Este año le vamos a quemar a mi papá para que todo le salga bien”, dice Gabriela, su hermana mayor. “No quemamos nunca políticos porque nos aburre, ya todo el año hablamos de esos manes”. Mientras, el pequeño Samuel Endara, de 6 años de edad, ayuda a su papá con la confección del monigote y lo llena con un montón de bolas de papel periódico. “Hago esto porque me gusta pasar tiempo con mi papi”.

COLORIDO. Las figuras de acción y personajes de ficción son tradicionales en esta época.

cual pasa por su lado hasta la noche. Mejor compro ya hechos y ahorro tiempo”, confiesa mientras abrocha el cinturón de seguridad al último de los muñecos. “Para que vayan seguros”. Guzmán conserva la tradición por sus hijos, quienes invitan a sus amistades para antes y después del abrazo de medianoche. “Cada uno se va a su casa a comer uvas y luego vuelven seguir la fiesta en casa”. - Lo que más me ha llamado la atención es que antes eran hombres los que se vestían de viudas, pero desde hace unos dos años siempre vienen unas tres amigas de mis hijos y también se disfrazan. Ellas son las encargadas de recoger las monedas.

En las calles

No es nueva la venta de monigotes en las aceras de la ciudad. Pequeños puestos informales, algunos improvisados, ofertan muñecos de todos los tamaños y para todos los gustos. Algunos pueden medir 10 centímetros y otros hasta tres metros. Su presencia ya tiene un lugar asegurado en los días previos de las festividades y el conteo regresivo. Ana Guzmán sube tres monigotes en su auto, un San Remo blanco. De lejos, parecen los pasajeros. “Cada año es un ‘correcorre’ tenaz en mi casa y cada

Un ‘viejo’ ecuatoriano será quemado en Etiopía. Así como suena. A miles de kilómetros de Ecuador, en la capital misma de ese país: Addis Abeba. Andrea Lalama, ecuatoriana radicada en ese país desde hace unos años, simplemente sintió nostalgia por su país y le pidió a su esposo que este año hicieran su monigote e invitaran a los pocos ecuatorianos que viven por allá. “Vamos a reunirnos siete para quemar el viejo”. - En mi casa, en Ecuador, no hacíamos el viejo. Pero si comprábamos, le prendíamos fuego y saltábamos. Me dio nostalgia del año nuevo en Ecuador. Le dije a Diego que hiciéramos un año viejo para quemar todo lo malo. Uno chiquito. Chiquito era del tamaño de mi mano, pero salió más grande de lo esperado. Así, usando unos shorts que asegura se “robó” de su esposo y una camiseta típica promocional, le dio forma a su monigote. Lo van a quemar mañana, afuera de casa. Como Andrea, otros ecuatorianos alrededor del mundo mantienen su tradición. Patricio Rosero, por ejemplo, vive en Rusia y cuenta que cada año quema uno a la medianoche. “Mi esposa es rusa, mis hijos también y no conocen aún Ecuador. Pero ya se han acostumbrado a quemar el viejo conmigo y siempre hago uno de 20 centímetros que quemo en una terraza que tengo en casa”.

Los ‘viejos’ que se pasean

COSTUMBRE. Samuel Endara ayuda a su padre a llenar de papel periódico el monigote de Noche Vieja.

No tienen un techo, ni una choza de ramas, pero llegan a conocer Quito en primera fila. “Lo primero que uno hace la última semana del año es buscar un muñeco pequeño, mediano y lo amarra al carro”, dice José Clavijo. “Es una costumbre que tengo desde hace siete años. Y si tuviera moto, en la moto le pusiera al viejo, de pasajero”. “Al menos se despide bien paseado”, bromea Felipe Cifuentes, quien lleva un muñeco de un pokemón atado al capó del auto. Dice que es el dibujo animado favorito de su hija pequeña. “Juega con el muñeco, se encariña y luego llora cuando le quemamos. Es nuestra tradición de todos los años”.

ETIOPÍA. Andrea Lalama sostiene el monigote que quemará por año nuevo, junto a otros ecuatorianos, en África.


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