124
rarse los soldados. La comitiva que acompaña desde el primer momento a los militares se va haciendo cada vez más numerosa... >> <<Bajan hasta la calle Policarpo Sanz, y desfilando solemnemente al compás de tambores y cornetas, enfilan hacia la Puerta del Sol, corazón de la ciudad. La masa que los sigue aumenta por momentos, y el nerviosismo que se respira en el ambiente crece a cada paso. La gente habla con los soldados, preguntándoles qué sucede, y a éstos hasta les tiembla el fusil en las manos del miedo que les provoca el abucheo y el griterío del público que les acompaña. Tan sólo el capitán Carreró permanece ajeno a lo que sucede a su alrededor, y encabezando la tropa, sable al hombro, cabeza erguida, mirando al frente, marcando el paso, y sin girar una sola vez la cabeza hacia atrás, ignora todo y a todos los que le siguen. >> <<Al llegar a la Puerta del Sol –continúa narrando Abad Gallego en su libro–, la comitiva militar se encuentra con una gran muchedumbre que abarrota la plaza... >> <<... A la voz de “¡Alto!” del capitán Carreró la tropa se detiene, y se coloca en línea de “a dos”, ocupando el frente del Hotel Moderno y la confluencia con la calle Carral. Sin pérdida de tiempo, el capitán y su segundo, el teniente Pavón, se disponen con decisión y urgencia a leer el Bando de Guerra, lo cual resultaría imposible por la enorme algarabía reinante. >> <<No está del todo claro cómo se desarrollaron los acontecimientos, pero cuentan que un líder obrero –unos dicen que Lence, otros que Verísimo–, conocido incluso en