BEAUTIFUL SECRET CRISTINA LAUREN RUBY —No estoy diciendo que te apuesto lo que quieras a que tiene una polla enorme, pero tampoco estoy no diciéndolo… —¡Pippa! —exclamé, tapándome la cara, horrorizada. ¡Eran las siete y media de la mañana de un jueves, por el amor de Dios! Era imposible que estuviese ya borracha, ¿no? Dediqué una sonrisa de disculpa al hombre que nos miraba con los ojos abiertos como platos y me pregunté si podría, con mis poderes mentales, acelerar la velocidad del ascensor. Cuando la fulminé con la mirada desde el otro extremo del ascensor, Pippa masculló: —¿Qué pasa? —Y acto seguido, separó los dedos índices de ambas manos aproximadamente dos palmos de distancia y susurró—: Muy bien dotado… pedazo de paquete… Me libré de tener que pedir disculpas de nuevo cuando nos detuvimos en el tercer piso y las puertas se abrieron. —Te has dado cuenta de que no estábamos solas ahí dentro, ¿verdad? —susurré, siguiéndola por el pasillo y después de doblar una esquina, deteniéndonos ante unas puertas anchas con el nombre de Richardson-Corbett grabado en el vidrio esmerilado. Levantó la vista del interior de su bolso gigantesco, en cuyo interior había estado rebuscando hasta ese momento las llaves, mientras los brazaletes de su antebrazo derecho tintineaban como campanillas. Su bolso era enorme, de color amarillo brillante y recubierto de relucientes tachuelas metálicas. Bajo las cegadoras luces fluorescentes, su larga melena pelirroja casi parecía una lámpara de neón. Yo tenía el pelo rubio oscuro y llevaba una bandolera beis, así que me sentía como una sosa