La historia de un sueño - Kim Ruiz

Page 38

Cuando llegué la persona de la organización me avisó que estaba fuera de tiempo y debía abandonar. Me había retrasado poco más de cinco minutos. Intenté convencerle para que me dejara seguir, pero se negó en rotundo argumentando que a todos los que allí estaban les había pasado lo mismo y esperaban para bajar juntos desde el Coll de Noufonts a Núria. Muy enérgicamente me pidió la pulsera que nos habían dado a la salida para controlar los tiempos de paso y me invitó a dejar libre el camino. Si yo no podía seguir, los que vinieran detrás tampoco podrían. Le pregunté: - ¿A quién he de dejar libre el camino? - A los que no participan en la carrera – me dijo. Y acto seguido me pidió que también le diera el dorsal. Mi respuesta fue clara: - Te doy la pulsera, pero el dorsal no, porque me lo quedo de recuerdo. Y no voy a bajar contigo. Voy a seguir por mi cuenta, aunque sea fuera de cursa. Se quedó sorprendido y de forma poco agradable me dejó ir: - Dame la pulsera y haz lo que quieras. Tú mismo. Y eso fue exactamente lo que hice. Seguir adelante. Estaba de mal humor, tanto por el hecho de haber llegado tarde por culpa de la pájara que había tenido, como por las formas poco ortodoxas de la persona de la organización que había en el control de paso. Intenté olvidarlo todo lo antes posible y afrontar la nueva situación. Estaba fuera de carrera. Empecé a subir las rampas hacia el Coll de Noucreus mientras interiormente me decía, “Kim, a partir de ahora tendrás que afrontar solo todas las situaciones”. ¿Solo? ¿qué quería decirme con solo? pero ¡si es una carrera en autosuficiencia! Nada había cambiado desde el principio, salvo que ya no llevaba la pulsera de control. El resto seguía siendo igual que desde el momento de la salida. Todo dependía de mí. Y yo me encontraba cada vez mejor. Había superado la fase más crítica.

37


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.