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a las demás riquezas”51). Los indios no solamente desconocían al verdadero Dios y después de la muerte de sus almas les amenazaba la perdición o el infierno (según se expresa Richter, “hemos salvado del infierno a más de cien”52), sino que ostentaban también numerosos malos hábitos.53 Visto desde el punto de vista europeo, los misioneros ni siquiera estaban seguros de si en el caso de los indios se trataba de seres humanos, o más bien de seres sin razón, animales. Lo demuestra p. ej. la carta del procurador de las misiones portugués Francisco da Fonseca54 que durante el reclutamiento de los misioneros escribió a la Provincia de Bohemia lo siguiente: “Lamento que tal Padre [¿quizás Fracisco Tillisch?] esté designado para Marañón donde la gente es tan bárbara y tosca que durante mucho tiempo se dudaba de la posibilidad de bautizarlos, de si siquiera eran gente de razón.”55 En un sentido similar se expresaron también algunos misioneros de Bohemia, por ejemplo Wenceslao Breuer que igualmente dudó si los indios serían seres humanos. “Como es gente sin razón con modos de educación de brutos, durante largo tiempo alcanzan a entender muy poco, o nada, de las cosas celestes o eternas – y si el misionero se empeña por quitarles a los neófitos sus vicios, muy fácilmente caen en disgusto. Y si se resisten al Padre que los trata por las buenas y rogando, viene el Padre, o el español u otro justicia con disciplinas que les compelen a obedecer. Y sin el flagelo no se logra nada en esa gente vil y necia (si siquiera son hombres), nada, digo, en absoluto.”56 Adán Gilg escribió que la tarea del misionero no era tanto convertir al hombre en cristiano como, más bien, al bárbaro en hombre,57 José Neuman comparó a los indios con animales silvestres58 o, finalmente Juan Gintzel les designó directamente como animales.59 Los misioneros consideraban las costumbres de los indios como malas y la cristianización era considerada como su corrección, mejor dicho

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Agustín Strobach, las islas Marianas, 1682, en: ZAVADIL, “Bohemia Jesuitica”, STR RelMar, p. 573. Enrique Richter, La Laguna, 16-IV-1691, en: ZAVADIL, “Bohemia Jesuitica”, RICH VII , p. 497. Se refieren a ellos varios jesuitas, por ejemplo José Neuman (NEU II, NEU III, NEU IV), Adán Gilg (GIL II) o Juan Gintzel (GIN IV, GIN V) y otros. El autor de la obra Relação verdadeira da jornada, que desde Lisboa fez à Corte de Vienna de Austria O Conde de Villar Maior como Embaixador do Senhor Rey D. João V… (Lisboa 1787) en la que se describe también su tránsito por el Reino de Bohemia en el año 1708. “Paragraphus litterarum Patris Francisci à Fonseca, Indiarum Procuratoris”, Ms., NA, JS III 413, f. 596r. Wenceslao Breuer, La Laguna, 18-VI-1699, en: ZAVADIL, “Bohemia Jesuitica”, BRE II, p. 162. “Antes tenemos que hacer del bruto un hombre que del hombre un cristiano” (Adán Gilg, Pópulo, febrero de 1692, en: ZAVADIL, “Bohemia Jesuitica”, GIL II, p. 240). “Esta gente enemiga no es sino una horda de rebeldes indios que viven a modo de bestias. Andan totalmente desnudos y tienen las caras sobremanera pintadas así que se parecen más bien a diablos que a hombres” (José Neuman, Coyáchic, 15-II-1681, en: ZAVADIL, “Bohemia Jesuitica”, NEU I, p. 439). “De los indios puedo esperar sólo escaso fruto espiritual ya que son unas bestias y no estiman cosas espirituales” (Juan Gintzel, Curumamba, 14-IV-1695, en: ZAVADIL, “Bohemia Jesuitica”, GIN IV, p. 255).

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