Tiempos de Pandemia y Encierro

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● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 22.719 93.109

○ Fallecidos 576 5.747

• kîkùyø ëdîtørîål • • • • [26 de abril, 2020] [Quito-Ecuador]

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Tiempos de pandemia y encierro


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Índice

Índice [7

Nota editorial [11

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Vecin▲s

Antípodas [19

Este texto (mi barrio a oscuras) [27

Semipenumbra [29


8 35

Condensación

Qué pasará después... [37

Cuarentena detrás de una bata blanca [69

Espectadores y protagonistas [41

Un cumpleaños con las manos limpias [75 Mutar [81

47

Radiografías

(S.T.) [49

87 Cuatro jueves de un mes impar de un año bisiesto [57

Vivencias y huevos durante la cuarentena [63

Homicidio Asesinato Autodefensa

La coma [89

Maratonista [95

¿Qué pasó? [101


9 107

Informe de gestión

Primer mandamiento [109

Desde la zona cero [113

Necro-vita [119

La ceniza ya no tiene nombre [125

Autores [131

Créditos [148


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11 Nota editorial*

Escritos ecuatoriales desde el encierro, desde la crisis política y sanitaria. Escritos que tejen una memoria colectiva.

La narración como acto político

Escritos que desde una mente crítica nos llevan a pensar acciones críticas. Este libro digital ha sido confeccionado como un tejido que busca priorizar la fuerza del análisis por fuera de todo oficialismo. Esta publicación reúne reflexiones populares y vecinales, relatos que ubican a la vida como centro del quehacer social. Tras una historia de total negligencia estatal, nos seguimos dando cuenta de que somos nosotrxs mismxs la respuesta a cualquier crisis, de que tenemos la capacidad de autonomía (autos: por sí mismo y nomos: normas) y de que la solidaridad es un piso sólido en donde


12 es posible levantar nuevas formas de producción y de vinculación societal. Las escritoras y escritores compendiados en estas páginas respondieron con sus obras a un llamado necesario: retomar la palabra. Los textos que presentamos vienen de voces comprometidas que aquí mutan en red. En cada uno de ellos hay una conciencia de que la narración es un acto político; una conciencia de la importancia del individuo, del otro, de lxs cuerpxs vulnerables y del momento histórico para modificar las cosas. Textos llenos de rabia, desesperación o lucidez que, alejándose de la espectacularidad, nos recuerdan la potencia de la reflexión y de la literatura a la hora de intervenir con actos y preguntas en la realidad social.

Hemos pensado esta publicación como una cartografía que entrelaza distintos territorios, como una radiografía de este momento histórico, donde observamos que un encierro prolongado no logra bloquear los lazos sociales, los vínculos afectivos, las individualidades y colectividades que se apuestan por lo común. Mientras llevábamos adelante este proceso editorial, Ecuador se iba posicionando como uno de los focos de COVID-19 más grandes del continente y Guayaquil siendo escenario de un cuento de terror. Mas nosotrxs nos rehusamos a habitar la crueldad o el silencio.


13 Esta publicación va por las miles de personas infectadas. Por lxs muertxs por COVID-19 y por lxs que murieron desatendidxs. Por la posibilidad de volver a confiar en nosotrxs y no en los que juegan con nuestras vidas. Por la profunda capacidad de los relatos que son cincel de la realidad y chispa para imaginarla distinta. Porque la palabra no sucumbe, aquí compartimos la vibración de nuestras voces.

• • • Para obtener las cifras nacionales sobre COVID-19 nos basamos en las publicaciones de Wambra Radio y Metro, y para los datos internacionales de COVID-19 en la Organización Mundial de la Salud. Obtuvimos los datos de Violencia de Género a nivel nacional utilizando como fuente las publicaciones de Surkuna y a nivel internacional no encontramos datos unificados, nos basamos entonces en artículos del diario inglés The Guardian1 y del francés FRANCE242, que informa el alza de porcentaje de violencia de género en distintos países.

1 https://www.theguardian.com/society/2020/mar/28/lockdownsworld-rise-domestic-violence

Quito, abril del 2020.

2 https://www.france24.com/es/20200406-repunte-violenciamachista-cuarentena-coronavirus-mujeres-victimas


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Vecin▲s


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● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.465 74.908

○ Fallecidos 172 6.716

19 [Capulí

4 de abril, 2020]

…el único héroe válido es el héroe “en grupo”, nunca el héroe individual, el héroe solo. (Héctor Oesterheld- El Eternauta, cómic)

Distancia y hacinamiento

Antípodas

Chillogallo, el Tránsito]

Mi barrio debería llamarse Estigia. Aquí se vive el limbo de tantas formas. Sales a comprar leche para empezar los días como se pueda y ves dormir en la escasez despreocupada a un joven que poco obedecerá emergencia sanitaria alguna, cuando su vida quizá siempre lo sea. Vuelves a refugiarte en el hogar, pensándolo como metáfora de grandes muros impenetrables, en que se detendrá el tiempo y el riesgo se aplacará, y ves en la casa contigua, donde vive mucha gente en vecindad, ¡un baile, en domingo de restricciones! ¿Cómo le hablas al hacinamiento de no aglomerarse? La policía [Quito-Pichincha


20 4 de abril, 2020]

no tiene argumentos. Aquí en el barrio, la queja se baila, la esperanza se sostiene, no es opcional. El pánico y la tragedia son cosas de otro sitio. Hay gente entusiasmada de creer que irá sentada en el bus hacia el trabajo. Trabajo que no entiende de pandemias, ni hace realmente excepciones. Se siente de todo en la transición. Cuando somos infantes, empiezan por enseñarnos a “tomar distancia” unos de otros durante la llamada “formación”, epítome educativo, replicando la disciplina militar e incorporándonos al condicionamiento del cuerpo. Luego, pasamos a agruparnos confusamente en el aula y a desaparecer entre el montón aunado de mentes receptoras, sentadas en el pupitre de la desidia. De ahí en adelante, interiorizamos esa Chillogallo, el Tránsito]

[Capulí

distancia y esa desidia, manifestándolas en situaciones como ésta, con feroz hostilidad. Obedeces la cuarentena, temiendo, antes que nada, al otro que habita la ciudad; incluso si ese otro no está en forma material cerca de ti, encarna el virus. Lo que nos aísla es en general, el recelo al contagio. Desde mucho antes de nombrar la enfermedad que tememos hoy, temíamos mimetizarnos con lo que nos es distinto. Temíamos contagiarnos de otros hábitos que nos expongan. Dice el filósofo: te molesta del resto lo que tienen de ti. Y permanecemos hacinados en lo que nos “educa”, lo que nos amenaza, lo que nos nomina. Hacinados en el capricho urbano y en el olvido. Hacinados en identidades uniformes que nos regulan, paradójicamente también, haciéndonos sentir extraños, distintos, en soledad y pavura. La unicidad prometida no es más [Quito-Pichincha


21 4 de abril, 2020]

que un anzuelo efectivo y se renueva. El hambre nos iguala, lo hace también la muerte. Así que, sales a pedir de favor algo de comida para tus cuatro descendientes; premura y llanto en la voz. Trabajas con tus criaturas en el mercado y lo cerraron ayer con gran violencia. Destruyeron toda proyección que tuvieras de alimentarlas, caminando mucho al borde de la prohibición, para sobrevivir. Quienes logran mirarte, te brindan verduras, algo de granos secos y harinas, porque estiman que ello ha de sostener a tus pares y a tus crías, pues serán el mañana. Agradeces con alivio, sin presentir siquiera, que en la siguiente esquina la policía te encrucijará. Te quitan bruscamente lo recolectado, te empujan y vociferan que no mendigues. Es una sugerencia no más, Chillogallo, el Tránsito]

[Capulí

de esas imperativas, de esas que omiten y legitiman tu infortunio, tu desesperación. Te devuelven todo en el vaivén propio de la autoridad castrada que tienen, quieren ayudarte a restaurar el orden, de tu vida también. Si tienes hambre, entonces come. ¡Come ahora mismo! Ingieres crudo lo que te donaron, frente a sus figuras sin rostro y la denigración no es lo que te deshace, sino la imagen de tu familia entregándose al por-venir que, como tal, en su cualidad de asíntota, nunca llega. Pero vuelves a casa y no has de rendirte y serás cada vez más hábil y toda la distancia promovida por el bien común, se trastornará cuando no puedan impedirte ser parte de una multitud famélica que rompe puertas, burla cercos y hace de la comida recuperada, dignidad.

[Quito-Pichincha


22 4 de abril, 2020]

Ocio y prosperidad ¡Vaga! ¡Fácil! ¡Oportunista! Te gritan por decir en público que aceptarás el bono de contingencia, mismo que habías exigido previamente (no es un obsequio) y del cual, tus hijas también vivirán. Tras el primer embarazo, la maternidad deberá ser justificada con frecuencia. Si abusaron de tu cuerpo una segunda vez, lo provocaste. Deberá ser asumida la cadena de culpas que sostienen al pecado original; la esquela de funciones que se presentan a tu destino. Hundirse no es posible, pero te hace la resignación, te faculta la rabia con que consigues movilizar el dolor. Hay mecanismos de resiliencia ante los que eres impermeable e impávida. De pie, te quitaron mucho, no tendrías por qué explicarle a cada índice de juez, los Chillogallo, el Tránsito]

[Capulí

detalles de tu cotidianidad. Trabajas, pintas uñas a domicilio y te sugieren el confinamiento voluntario. Ahora, en casa, una pesadez aborda el aire. Termina cada quien, por inhalarse a sí mismo en sus restos de piel hecha polvo, impregnado en los pocos muebles. El aire denso cuesta respirarlo, se lleva dentro, incita a la quietud. Detiene todo producto y todo intercambio, incluso el de las voces. Guardar silencio y callar, no son la misma cosa. Las recomendaciones para atenuar el estrés no se llevan a cabo por obediencia, sino por apatía. Respiramos lento, pausado y profundo porque nos está faltando el aire, aquel puro y sabio de antaño y nos queda este rezago poluto. La pereza debiera ser resignificada y satisfactoria, para no aparecer como signo de depresión, ni renuncia; mucho [Quito-Pichincha


23 4 de abril, 2020]

menos como expresión de privilegio. El ocio es un derecho humano al que no todas las almas acceden para limpiarse del halo inquisidor propio del tiempo histórico y sus ritmos severos. Con el proceso colonial nos impusieron el tiempo productivo, enquistando al Big Ben en la noción de prosperidad que solía entenderse desde otros valores. La invasión edulcorada de sincretismo, diseñó un tiempo de repuesto, un tiempo de fábrica, de logros conmensurables afinados para replicar el lema foráneo: “time is money”. La reciprocidad, equivalencia y armonía como principios de lo próspero, se amainaron. Se llevaron al sol, cuyas formas de fuego siempre otorgan vida y fluidez, dejando la sombra de su cruz estática. Se llevaron al sol como concepción aglutinante, comunitaria, Chillogallo, el Tránsito]

[Capulí

colectiva, generosa, dejando los espejos pequeños que fragmentan lo que en su aporía llegase a reflejarse. El mito de narciso se quedó, el eco de la falacia rebotando. El individuo escindido se quedó, sin morada común natural, sin piso. Y entonces, no puedes sobrevivir solamente. ¿Por qué no renunciar al facilismo y la mediocridad? Pasar de la supervivencia a la vida toda: bella, óptima. Trabajar en algo más serio y prometedor, dejar de ser informal. ¿Por qué no higienizar tu imagen social, por qué no caber? Si eres miembro de la ciudadanía competente, tendrás electricidad, internet. Podrás trabajar sin arriesgarte a salir de cuanta cuarentena te propongan. Podrás emprender las medidas preventivas y contener el efecto de todo bicho arbitrario. Serás [Quito-Pichincha


24 4 de abril, 2020]

feliz, tendrás agüita. Tomarás vacaciones en un momento distinto al del encierro y quizá conservarás tu empleo encorbatante, seguro, ejemplar. Como si el confort no tuviese relación con tu cuero cargado de melanina, tu forma de malhablar y malvivir, tus hábitos de resistencia al orden dado y el desplazamiento progresivo de tu esfuerzo vital. Despiertas todavía y estás lista para catapultarte hacia el riesgo de la calle, el oscilar del margen y los monstruos. Aquel junco que no se dobla, se rompe. Te adaptas, porque los pueblos no mueren. Estancia y despedida La familia de Juanito está dolida, los Pueblo. Cargan una culpa que no terminan Chillogallo, el Tránsito]

[Capulí

de entender, entran en desesperación por haber echado al abuelo de Juanito fuera, por haberlo envuelto en una sábana grande y dejado a la intemperie, en una banca del parque, con una sombrillita compensatoria y un letrero que denuncia: llamamos a emergencia, nadie contestó. Abandonaron su carne gélida tras varios días de tenerla en casa, para que nadie más muriera con el mismo mal infame. No pueden dormir, pues aun advierten su olor a agonía y la sugestión opera, haciendo que escuchen lamentos. Así que, deciden salir a despedirse, prender velas, orar, tomarse de las manos, sentirse vivos, tibios y respaldados. ¡Sin mascarillas y sin guantes! ¡Con sus hijas e hijos! Y una persona buena, no hace esas cosas (vestidura rasgada). Ante lo absoluto de un cuerpo despojado [Quito-Pichincha


25 4 de abril, 2020]

que debiste tratar como deshecho, queda el quebranto y las disculpas; la fe. Un ejercicio de hacer solemne la memoria, digamos. Gente en las afueras de su confinamiento, en actitud de oración colectiva, ante la crítica rigurosa de la opinión pública. Pudieron elegir acatar la urgencia a cabalidad y son ignorantes y son egoístas: juicios emitidos desde una superioridad moral que pretende corregir la vida y la sobrevida de todos con ideas unívocas. El mundo y sus avatares son asumidos de forma muy diversa. Los rituales funerarios son muy importantes. Muchos mamíferos los practican. Puede no ser suficiente mantenerse vivo y "sano" negando la fragilidad e infausto acontecer de la carne, u omitiendo la muerte como certeza. Chillogallo, el Tránsito]

[Capulí

El discurso de la salvación es compulsivo, tiende a acumular para sobrevivir. De lo que te salvan es de la muerte como fin, aún con la extorsión de una vida que trascienda al cuerpo y encuentre a las deidades y sus promesas paradisíacas. La religión vacía el entendimiento de la muerte, la convierte en una condena mecánica de la que se debe huir por coacción. Vivir no puede reducirse al temor ante la inmanente muerte, ni puede limitarse a la sobrevivencia "correcta" de un mandato siempre ajeno, sin arraigo espiritual y mental de cada quien. Esto nos deshumaniza: buscamos a costa de "lo que sea necesario", no morir, más que vivir realmente. Con firmeza habría que tomar la idea de la muerte, no con resignación, ni sobre los cadáveres apilados de quienes amamos, ni sobre los cuerpos aún vivos pero en desventaja, [Quito-Pichincha


26 de quienes nos rodean invisibles, para morir sin honra. La resonancia simbólica nos diferencia de la sola carne como vida caminando en círculos.


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 1.260 59.160

○ Fallecidos 60 3.218

30 de marzo, 2020]

27 [Marcelo Cruz

Esto es un texto repetido, plagado de las mismas preguntas que me hago a diario. Incluso la actividad es monótona, encender la computadora o tomar el cuaderno de apuntes y tratar de encontrar una respuesta satisfactoria.

Este texto (mi barrio a oscuras)

Valle de los Chillos, ESPE]

Este es un texto repetido, cansino hasta la saciedad. Lleno de los afectos que este encierro personal quiere dejar salir. El ambiente luce apocalíptico, aunque no lo parezca, lleno de incertidumbre e insensatez. El tono y ritmo de este escrito es el mismo. Me duelen los parques vacíos, me duelen los que tienen que buscarse el pan a diario. Repudio a los que, como yo pueden quedarse en casa porque ahí radica el privilegio [Quito-Pichincha


28 [Marcelo Cruz

30 de marzo, 2020]

invisible. La lucha interminable.

me agobia.

Me duele el barrio que dejó atrás de mí, a oscuras. Oscuras las calles y la conciencia de clase. Mi conciencia.

¿Por qué? ¿Para qué? Escribir sobre un encierro, en tiempos de convulsión. Se avecina la hecatombe... Nuestra edad adulta es una nueva edad media a oscuras en tiempos modernos.

Me repito al escribir, no puede redirigirme y menos amarme. Este texto es una repetición de otros textos...una gripe mal curada que regresa a molestarme. El encierro no ayuda. Mi encierro, no ayuda. Este escrito es un intento malo lleno de nostalgias humanistas. Me duele la madre que tendrá que ver los ojos de sus hijos y explicarles qué es una cuarentena o qué quiere decir encierro...

Este texto es malo como los otros. Ahí radica quizá su valía. Mi nostalgia se enreda en estas palabras... al fin de cuentas en este encierro/hoyo/cubo La única luz que se ve al final, es la de mi barrio a oscuras.

Me duele la cabeza de los estragos y la impotencia de esta incertidumbre que Valle de los Chillos, ESPE]

[Quito-Pichincha


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.163 72.901

○ Fallecidos 120 4.912

2 de abril, 2020]

Gobierno ecuatoriano estima de 2500 a 3500 muertes en Guayaquil.

29 [Priscila Tenesaca Ñ.

Primera fase Importación del exterminio

Semipenumbra

Buena Esperanza]

Me desvío de las cifras de contagio, de la criticidad científica y el murmullo de los medios de comunicación. Me recuesto en la periferia de un segmento de tierra, un campo ecuatoriano, un pueblito chico. En medio de esta soledad acompañada y en vana resistencia, analizo y pregunto: ¿Qué debo hacer en la pandemia?, ¿resistir?, ¿llorar?,¿desgranar maíz? Lo único que recuerdo es que era jueves de tarde, salí de casa por última vez, llovía y abordé un bus rojo. Paseaba por las calles de Cuenca, un lugar similar a la ciudad de Teruel en España, aunque con aires tiznados por el despertar del Sangay luego de una siesta telúrica. Salí con la intención de visitar la droguería más famosa: la botica Olmedo. Me gusta [Cuenca-Azuay


30 2 de abril, 2020]

por su aroma a polvo compacto, como los libros de los años ochenta, esos textos que atesoraba el abuelo, con letra indescifrable, aquellos que reposan en el armario de la casita de adobe. Quizá esa descripción sea incomprensible, pero es un lugar fastuoso. Seré sincera, no me desprendí del todo de las noticias. Encontré entretenerme con las cadenas nacionales. Creí que el “bichito” nunca llegaría (al igual que la suerte para los tercermundistas), además, que solo atacaría a los “devora exotismos”, ¡qué ignorante! Conforme transcurrían los días, las actividades, los comercios, los transeúntes se fueron paralizando como en un efecto dominó. Mientras tanto, hombres y mujeres de varias formas y colores manifestaban: “en Guayas gris nomás es”, “que ni venga Buena Esperanza]

[Priscila Tenesaca Ñ.

porque somos pobres” y el infaltable “yaura diosito”. Entonces, en un santiamén ¡el insecto de Pompeya! (Lo denominé así por improvisación, al igual que tú podrías nombrarlo como saurio). Otro “yaura diosito” y de inmediato los titulares de los periódicos nacionales y locales dijeron: “No hay clases, ni concentraciones. Se llama a la calma”, “Los museos y centros culturales se cierran al público”, “Consejos para aguantar la cuarentena en tiempos de coronavirus”, “Perrea y salsea lo que quieras, pero desde casa”, este y muchos encabezados se apoderaron de los ojos noveleros de la gente. Leerlos no ayudaba mucho, todos decían lo sabido y sospechado, únicamente con títulos ordinarios. Más incomprensión… [Cuenca-Azuay


31 2 de abril, 2020]

Los supermercados, las tiendas de abarrotes, las farmacias de la zona eran ultrajados por varias personas con fajos de billetes, tarjetas Visa, MasterCard e inconsciencia humana.; mientras nosotros contábamos centavos y escribíamos una listita de alimentos para ingeniarnos platillos dignos de una cuarentena. Tan solo pensaba: “Por los menos es época de choclos”.

Segunda fase Transmisión comunitaria Regalo inesperado: le obsequio un virus Las normas de seguridad sanitaria para evitar la propagación fueron estrictas, como los policías en el paro nacional del 2019. Sentí miedo. Mi madre tuvo Buena Esperanza]

[Priscila Tenesaca Ñ.

vacaciones forzadas, mi hermano cumplió con el teletrabajo; en cambio, mi padre como héroe de casa, salió a dar vueltas por la ciudad en su taxi, pues alguien debía alimentar a la familia y a los gatos. Lo esperábamos con impaciencia, vestidos como trabajador de control de plagas: con cloro, alcohol y otra mudada de ropa porque el virus ya era nuestro vecino. Vino desde Italia hasta el pueblito chico. Las cifras de contagiados y muertos ascendían. Entre mis sueños introspectivos, esos que son forzados cuando una taza de café impide dormir, cavilaba (esa palabra me resulta graciosa y extraña). Creo que es perfecta para describir un pensamiento “profundo”. Entre aquellas “cavilaciones”, replicaba un texto que luego del suicidio de una amiga, [Cuenca-Azuay


32 2 de abril, 2020]

surgió como amalgama de los sentimientos post mortem. Todo esto, alusivo al aullido de los perros del barrio que según creencias y espiritualidades, anuncian que la muerte está rondando. Me permito continuar con el pasaje trémulo que dice así: “No tengo ojos, solo un átomo zigzagueante que representa mi tercera mirada, nada efímera, nada brillante. Solo una deidad del más allá que necesita ser recordada para ser infinitamente amada”. La verdad, no sé qué quiere decir. Tal vez en el año 2016 este pasaje tuvo un sentido nostálgico. A partir de entonces, pensé en la muerte como algo cáustico. Por eso, en este cuento los sentimientos son ilusorios y el amor a distancia no funciona. Siento el corazón latir en cuarentena y a la par suena la canción “Yendo de la cama al Buena Esperanza]

[Priscila Tenesaca Ñ.

living”. Soy visionaria de voces y figuras distópicas. Me acurruco entre las frazadas en busca de auxilio. Ahora soy inerte y las prendas de vestir escuetas toman forma de antropoides y herejes. En este momento, las alarmas de seguridad y la música compiten, y los fantasmas ocupan mi lugar. Todo esto sucede en mi habitación, allá fuera, no lo sé. Tampoco es imposible adivinar, los políticos farandulean, aunque a algunos la tierra se los tragó. Sin duda, sus rostros figuran como las fotografías de ciertos seres que reposan en las paradas de autobús y postes de alumbrado público, acompañados de letras rojas o a blanco y negro que dicen: “DESAPARECIDO. ¡RECOMPENSA!”. En cambio, los presentadores de televisión ya no hablan de vidas ajenas, hoy leen pasajes [Cuenca-Azuay


33 2 de abril, 2020]

bíblicos, ¡qué gracioso!, como si nos importara. Tenemos miedo, pero no somos cojudos. Ahorita bailamos para no sentir los dientes tiritar ni las cosquillas en la panza por los nervios de tan subyugante “bichito” que se apodera de los abuelos, de los piratas y de los guambras despistados.

Tercera fase Etapa Epidemiológica “Que la empatía sea contagiosa y el virus también” Qué no ha hecho el gobierno para que te quedes en casa. Si incumples la ley, te dan unos golpecitos tenues y soberanos, como los de aquel octubre del 2019. En estas situaciones no faltan los Buena Esperanza]

[Priscila Tenesaca Ñ.

regionalistas que gritan: “¡Bienhecho por mono arrecho! ¡Qué serranos bobos!” y millares de insultos (no me detengo en ninguno, ustedes ya los conocerán). Tampoco diré si esto está bien o mal. Me basta con decir que somos apátridas como los vecinos venezolanos y los perros callejeros. Aquí sobrevivimos. El 5 de abril nos dirán si podemos dejar de contar las canas de la abuela, pasear por el Machángara o beber agua de pítimas. No me apresuro, aún tengo temor, no solo del contagio, sino de las medidas de los burgueses, aunque esto suene a una frase cliché de una persona de clase media. A pesar de aquello, aquí les habla una sobreviviente del paro nacional, de la clandestinidad abortiva y quizá del insecto de Pompeya.

[Cuenca-Azuay


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Condensa_ ción


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● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.163 72.901

○ Fallecidos 120 4.912

2 de abril, 2020]

Gobierno ecuatoriano estima de 2500 a 3500 muertes en Guayaquil.

37 [Priscila Aguilar

Nunca nadie se imagina que un día tan común como los miles otros que se han vivido, va a ser el último. Y no, no hablo de la muerte. No aún.

Qué pasará después...

Cuando la ansiedad es la afección que te envuelve cada alba y no termina hasta que el mundo real se vuelve onírico, el encierro llega a convertirse en tu mejor amigo. Es la mejor alternativa que se te puede ocurrir, puesto que no tienes que vivir con nadie más que tú y tus miedos. Miedos que no se intensificarán porque no habrá más compañía que tú mismo. Compañía que has tenido que soportar desde siempre. Buena o mala. En el momento en que has acompañado a tus cuatro paredes amigas encontrando en su interior un retiro afable y voluntario, es inverosímil ver cómo estas se convierten

La Magdalena]

[Quito-Pichincha


38 [Priscila Aguilar

2 de abril, 2020]

en tu prisión personal. Es difícil comprender completamente el porqué de esta situación, por qué ha tenido que afectarte a ti de esta manera. A ti, que jamás habías si quiera imaginado que algo así podría suceder. Ahora se siente remota la brisa de rutina, el ruido incesante y la constante polución. A través de la ventana ves la normalidad que ya no existe, la normalidad que jamás fue natural, esa habitualidad que no volverá. Una vida perpendicular que dejó de tener sentido. Como si tus propios y negativos pensamientos no fuesen incrementando su volumen con la falta de convivencia, se suma a los males el sensacionalismo que satura los medios, además de las mentiras, una tras otra, emitidas por el político de turno que busca irremediablemente hacerlas pasar por La Magdalena]

verdad. Te sientes como en un naufragio y junto a la ventana vas trazando, de forma invisible, una línea por cada día que culmina en la prisión. Teniendo la grandeza del todo allá afuera, la dilatación de esto mismo te envuelve, te encierra y alimenta la idea de locura. Aunque no todo es gris, desesperación o sufrimiento. Eres afortunado de tener personas con las que hablar, con quien reír y a quien cuidar. Y aunque te has alejado de quien más te entendía, la tecnología se ha vuelto una aliada para todo aquel soñador que busca no perder la esperanza de la normalidad que jamás regresará. Llevas la cuenta: uno, dos, tres… Siete, [Quito-Pichincha


39 2 de abril, 2020]

nueve, doce… El tiempo parece haber dejado de existir. Ya no hay día ni noche. La rutina se ha transformado en una constante espiral que te envuelve sin nada, despertarse, comer, dormir… Despertarse, comer dormir. Ya no es vida. No vivimos, sobrevivimos. La tecnología es una dicotomía, es y no es. Aliada y enemiga, buena y mala, como te acerca te aleja. Te acerca a quien eras, a ese vestigio de felicidad que otro te producía, a ese surco de nostalgia que has arado pensando en el ayer. A una persona que a pesar de la distancia sientes a un paso. Te acerca a la distancia y te distancia de la cercanía. Navegas por internet e intentas saciar la ansiedad de saber qué es lo que realmente ocurre, qué está pasando afuera de tu La Magdalena]

[Priscila Aguilar

ventana. Quieres saber si es verdad lo que dicen los medios o el audio que tu tía mandó al grupo de la familia. Es difícil confiar en algo que no se ve. Y entre miles de encabezados, uno más mediocre que otro, más alarmista y menos sereno, llega un mensaje de esa persona, quien a pesar del amplio trecho que se ha impuesto está siempre dispuesta a aminorar ese dolor. Y entonces no todo está perdido, la reclusión no es tan mala como parecía. Pero esa es tu verdad. A dos metros de tu ventana se vuelve inexistencia. Muchas han sido las veces en que le has preguntado “qué pasará después” y nunca esperas una respuesta negativa. Sabes bien que no es capaz de desilusionarte, sabes que esa persona busca mantener tu inocente pensamiento del mundo, inocente. Pero ese pensamiento ya es luctuoso, igual [Quito-Pichincha


40 2 de abril, 2020]

[Priscila Aguilar

que el chillido que sale de ti cuando ves la realidad afuera de tus cuatro paredes, cuando ves a un hombre desplomarse en la esquina, cuando te enteras que no es el primero y, ciertamente, tampoco será el último. Luctuoso. Y entre el negro que se vive, un sonido acogedor aparece. Un sonido que te recuerda tu rutina del pretérito, despertarte con la alarma de los pájaros. Y son ahora eso trinos los que te arrullan junto con el acogedor sonido de las gotas salpicando en tu ventana. En un nuevo amanecer consigues descansar de la materialidad que te acecha.

La Magdalena]

[Quito-Pichincha


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.646 80.692

○ Fallecidos 180 5.749

5 de abril, 2020]

Espectadores y protagonistas

41 [Martina Vargas G.

Siempre pensé que el caos sería estruendoso, y me sorprendí cuando al encontrármelo de frente era en realidad silencio. Silencio total, profundo e interminable. Irónicamente me daba más miedo el silencio que el estruendo. Supongo que el estruendo dentro de todo es predecible. Cuando hay caos sabemos que viene crisis y destrucción, y aunque es un panorama negativo, por lo menos lo sabemos. Es cierto que no se puede medir las dimensiones del caos estruendoso con anticipación, pero el silencio es mucho peor. El silencio nos deja en completa incertidumbre, y el miedo a lo desconocido ha sido siempre un gigante comparado al miedo que le tenemos al desastre. Es extraño pensar en el origen de algo tan caótico. Como era de esperarse surgieron teorías

Valle de los Chillos, Mirasierra]

[Quito-Pichincha


42 5 de abril, 2020]

de conspiración al respecto y la cosa se tiñó de un oscuro color. Pero en realidad, debemos fijarnos en que una pequeña acción desencadenó eventos de dimensiones inimaginables. Su origen es difuso, pero su desenlace lo es mucho más. Estamos en plena trama y somos los personajes que no saben qué va a suceder, la única diferencia con el teatro o el cine es que no hay audiencia. Somos audiencia y personajes a la vez, y nuestras perspectivas se ajustan a ello. Mientras lo vemos lejano somos audiencia, creemos saber lo que pasará y el miedo no es real. Mas cuando el caos nos toca directamente, con sus largos dedos puntiagudos, es como si abriéramos los ojos para encontrarnos de repente cumpliendo el papel protagónico sobre el escenario donde se desarrolla tan silenciosa tragedia.

Valle de los Chillos, Mirasierra]

[Martina Vargas G.

Así, nos encontramos siendo espectadores y protagonistas de una obra teatral trágica, de la cual desconocemos el final. Nos vemos obligados a improvisar sobre la marcha y no sabemos si lo que estamos haciendo está bien o mal. Queda la sensación de que hay un tercer agente, un actor muy viejo que ya lo ha visto todo y nos grita. Grita con todas sus fuerzas lo que parece una advertencia, pero no lo oímos. ¿Es mudo?, ¿estamos sordos? De repente, la incertidumbre y el silencio se apoderaron de todo. Las luces del exterior se apagaron, mejor dicho, se metieron. Entraron a las casas y dejaron fuera una oscuridad casi absoluta que no nos deja ver lo que hay ahí. Lo imagino casi como si, una a una, hubieran elegido a qué casa entrar. Tal vez las luces tenían miedo, tal vez le tenían miedo a [Quito-Pichincha


43 5 de abril, 2020]

la soledad, tal vez ellas sí podían ver lo que se venía, o tal vez podían escuchar en ese silencio algo que nosotros no. Las calles se quedaron a oscuras, solas y en silencio. En nuestras casas parece que por fin nos hemos convertido en espectadores y no en protagonistas. Es más fácil ignorar el silencio mientras estamos adentro. En nuestras casas hacemos ruido para no vernos inmersos en una espiral silenciosa sin fin. La música suena, pero solo adentro. Las televisiones están encendidas a toda hora y los celulares no dejan de sonar. Pero son sonidos vanos, vacíos. No son los sonidos que queremos escuchar y en el fondo lo sabemos. Nos mantenemos ocupados porque creemos que así pasará más rápido el tiempo. Queremos creer que esta es una oportunidad para hacer eso que no tenemos tiempo de hacer, pero en realidad nos mantenemos ocupados, dedicando todo Valle de los Chillos, Mirasierra]

[Martina Vargas G.

el día a buscar la verdad y a conocerla, porque somos cobardes y nos aterra la idea de hundirnos. Dicen que la ignorancia es la felicidad, pero yo no lo creo. Ignorar lo inminente tiene consecuencias catastróficas, pero ese es solo un tipo de ignorancia. Estar en completo desconocimiento de la verdad es el otro. Tampoco creo que el segundo lleve a la felicidad. Ambos nos dejan en una irresistible incertidumbre. En el primer caso no queremos ver la verdad; en el segundo, no podemos. En ambas formas es como si lucháramos contra un dragón con una espada de plástico y con los ojos vendados. Si el dragón nos escupe fuego no entenderemos qué pasa, ni por qué nos pasa. Le tememos a la incertidumbre y le tememos [Quito-Pichincha


44 5 de abril, 2020]

a la verdad. Yo no soy nadie para decir a cuál le tememos más, pero sí sé que exigimos verdades y no las queremos oír. Queremos oír nuestra versión de la verdad, o la que más se ajuste a la realidad en la que nos encontramos. Somos egoístas, tal vez esa es la razón por la cual nos encontramos ahora de pie en un escenario y a la vez llorando en los asientos de primera fila. Ahora estamos encerrados y temo que nos olvidemos de cómo funciona el mundo. Para cuando salgamos, las cosas habrán cambiado. Si las encontramos iguales es porque la obra no ha llegado a su fin. Nuestras casas se han convertido en nuestra piel. Una piel gruesa que creemos que nos protegerá, pero nunca podrá protegernos de lo que pensamos ni de nuestras actitudes. Jamás será Valle de los Chillos, Mirasierra]

[Martina Vargas G.

escudo contra la ignorancia voluntaria o involuntaria. Podemos regresar y si regresamos no debemos olvidar. Es bien sabido que la memoria es frágil, pero si sucumbimos ante su fragilidad nos perderemos. Nos perderemos para siempre en la incertidumbre, pero esta vez estaremos en medio del ruido, lo veremos venir, pero no querremos aceptarlo y nos hundiremos. Es increíble cómo algo invisible puede derrotarnos. Nosotros que nos creímos inmortales, estamos ahora refugiados en nuestros hogares, en nuestras pieles. Estamos escondiéndonos de algo que no conocemos, huyendo de lo desconocido mientras le gritamos que lo queremos conocer.

[Quito-Pichincha


45 5 de abril, 2020]

[Martina Vargas G.

Somos seres ambiguos, misteriosos, incomprensibles. Creemos conocer nuestro entorno, pero cuando se produce un cambio en él nos encerramos. Nos volvemos hacia adentro y tratamos de olvidar lo que está sucediendo afuera. Nos hemos creído dueños de todo lo que nos rodea, pero de pronto nos encontramos vulnerables, siendo esclavos y no reyes. Todavía no encontramos la salida, seguimos perdidos en el laberinto del silencio. No sabemos cuánto tiempo deberá pasar para sentirnos fuertes de nuevo. ¿Cuándo volveremos a ser espectadores?, ¿cuándo se terminará esta tragedia? Queremos levantarnos y aplaudir, pero no sabemos cuándo llegará el final, tampoco sabemos si tendremos ganas de aplaudir o de llorar. Ni siquiera sabemos si estaremos aquí para conocer el final. Valle de los Chillos, Mirasierra]

[Quito-Pichincha


46


47

Radiografías


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● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 111 15.523

○ Fallecidos 0 803

49 [Falco (Fernando Falconí)

17 de marzo, 2020]

17 de marzo

(S.T.)

La Vicentina]

Quito. COVID-19. Desde diciembre del año anterior no tenía un lugar fijo para vivir. Vida transhumante por varias ciudades de México y Ecuador. Tras tres meses con maletas dispersas por ahí y por allá, hoy por fin pude juntarlas todas en el pequeño depar donde viviré. Justo hoy tuve que hacer mis mudanzas y otras tranzas. Pasé tomando taxi, alquilando una camioneta cargado cual ekeko, y caminando largo y tendido por calles semivacías. Ayer, aproximadamente por cada quince personas descubiertas, había una con mascarilla. Hoy, la proporción casi se invirtió. Todos los policías metropolitanos y personal de seguridad que vi durante el día también llevaban mascarillas. Ni troles, ni ecovías, ni buses. Solo pocos carros particulares [Quito-Pichincha


50 17 de marzo, 2020]

[Falco (Fernando Falconí)

el gel antiséptico, el pollo y las carnes. y taxis, ambos llegando muy rápido a Todas las cajeras llevaban mascarilla, cualquier parte de Quito dada las vías algunas incluso guantes, y tenían un descongestionadas. frasquito de alcohol al final del tramo de El espacio donde viviré me lo rentaron vacío y no tengo muebles. Fui a retirar un compras. Cuando quise ponerme justo atrás del último que pagaba, me retó la chica colchón que me prestaron. Antes, pasé por la Marín buscando comprar una cocineta para que cobraba: debí guardar mi distancia. Un metro mínimo hacia atrás. Al salir con poder guisar desde el aislamiento, pero mis bolsas observé un grupo de personas todo estaba cerrado. Toca recurrir a los panas, pensé. Cerca del puente vi rondando indigentes, algunos extranjeros, pidiendo una moneda a la entrada. Clamaban desde un grupo de cinco chicos con actitud su necesidad, desde su vulnerabilidad en delincuencial, todos con mascarillas un escenario cada vez más incierto para coloridas, posiblemente buscando pescar a río revuelto. Entiendo las razones del toquetodos, sí, pero obviamente peor para ellos. Algunos no tendrán techo, refugio ni una de queda. De lo que pude constatar, todos los negocios en Quito estaban cerrados. Se mínima seguridad. Les di el cambio, al salvaban mercados, supermercados, farmacias tiempo que me preguntaba si escenas como estas estarán dándose a la salida de otros y tienditas de barrio. Caminé hasta el supermercados, en esta y otras ciudades del Tía para aprovisionarme. Había tensión país. y nerviosismo entre los compradores. Se Llego con mis compras al edificio. Un habían agotado productos como el alcohol, La Vicentina]

[Quito-Pichincha


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 981 40.898

○ Fallecidos 18 1.709

51 [Falco (Fernando Falconí)

23 de marzo, 2020]

vecino con mascarilla primero me mira con recelo, luego me ayuda sosteniendo la puerta para que pase. Charlamos mientras subimos las escaleras. Le digo que soy nuevo, que ocuparé ese departamento que por años estuvo abandonado. Me dice que es porque está embrujado, y que incluso él, viviendo dos puertas más allá, ha escuchado ruidos. Luego me comenta, en mejor tono, que entre todos los inquilinos decidieron hacer un grupo de Whatsapp para estar en contacto y poder apoyarse mutuamente en caso de urgencias y necesidades. Y que a las personas mayores solas las pasan a ver de cuando en cuando. —No nos ganará ni el miedo ni el aislamiento —me dice positivo. Antes de despedirnos le doy mi número y le pido que me agregue. Eso fue en la tarde, para la noche, desde ese grupo, conseguí quien me preste una cocineta. La Vicentina]

23 de marzo Volví desde México hace poco. He estado entre Quito y Cuenca. Justo antes de venirme a Quito a ocupar un nuevo espacio, estuve en Cuenca donde mi madre. Ella vive sola en una casa grande y antigua dl centro. Recorre habitaciones y pasillos hablando con sus recuerdos, también reza y ve noticias o películas en la tele hasta quedarse dormida. El Whatsapp lo tiene, pero a veces le toma horas contestar. Siempre que la llamo al teléfono de la casa espero inquieto escuchar su voz al otro lado de la línea. Temo el día que haga eso y ya nadie me responda porque no habrá quien lo haga. Hoy la llamé a preguntarle cómo está. Es muy jovial y vital para su edad. Tiene un espíritu inquebrantable. Está bien, aislada y tranquila, con la suficiente provisión [Quito-Pichincha


52 23 de marzo, 2020]

de comida y ánimo, me comenta. Me preguntó cómo estoy, le digo que también me encuentro bien. Le pregunto qué está haciendo estos días y me dice que ha aprovechado para hacer cosas que siempre ha querido, pero no había tenido tiempo para hacerlas, como releer sus libros favoritos. Me cuenta cuáles está leyendo de nuevo, la escucho contarme historias desde una distante cercanía y recuerdo las que me contaba de niño mi abuela, supuestamente para hacerme dormir, pero que eran tan fantásticas y perturbadoras que más bien me quitaban el sueño. Soñaba con historias sobre las historias y luego yo se las contaba a ella en la mañana. Me escuchaba con la atención de una niña sorprendida. Madre me cuenta también que ha vuelto al bordado, a diseños que nunca consiguió empezar o terminar, pero me dice que La Vicentina]

[Falco (Fernando Falconí)

no puede hacerlos como quisiera, pues no tiene ciertos números de agujas que requiere para pintar mejor con sus fibras de colores. Esta cuarentena la sorprendió con lo que tenía. Me dice también que hornea pan para ella y el pequeño perrito recogido de la calle que ahora la acompaña. Siempre que mis hermanas y yo queríamos comprarle un perrito, ella prefería recogerlos de la calle. Esta semana me toca viajar a Cuenca, pero no podré. Primero porque no estoy completamente seguro si estoy o no contagiado, más allá del cuidado y aislamiento mantenidos. ¿Quién de nosotros lo está? No puedo ponerla en riesgo a ella, a mi padre ni a mi familia de allá. A nadie que se me acerque. Segundo porque no hay transporte provincial indefinidamente. Me ha tocado entender que en esta pandemia la mejor forma de [Quito-Pichincha


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 1.382 54.655

○ Fallecidos 34 2.551

26 de marzo, 2020]

cuidarlos es justamente no estando con ellos, con mis mayores. Qué ironía… cuando siempre ha sido lo contrario. Por ahora no podré llegar donde mi madre ni conseguirle de donde sea todas las agujas de bordado que requiera, llegar con ellas a sus manos y sentarme a su lado a que me cuente las historias que sus libros le cuentan. Tampoco podré preguntarle si aún conserva el pájaro azul que a los siete años empecé a bordar cuando la acompañaba a ella y a mi abuela en las noches después de su trabajo. Aquel mirlo que nunca completé, pero que tampoco he olvidado. Me dirá que si, me lo entregará desde el fondo de mi infancia y ambos sabremos que es un buen momento para terminar sus alas y su vuelo. 26 de marzo Tuve que pasarme al nuevo sitio donde La Vicentina]

53 [Falco (Fernando Falconí)

ahora vivo en Quito justo la mañana que arrancó la cuarentena en el país. Todos los negocios y servicios cerraron y siguen paralizados. En donde estoy no había nada. Me salva un colchón, una cocineta y la buena voluntad de gente cercana que me ha dado una mano. Una familia vecina hizo un huequito en su refri para poder guardar mis cosas. A cambio les doy clases de dibujo y pintura a sus pequeños mientras la pareja discute, o sea, cada vez que voy. —Cuando saga de aquí me divorcio —me dijo la última vez la señora—. Afortunado que vives solo. La alimentación está solventada. La vaina es internet. No hay empresa que te lo instale, y se entiende. Como vivo en un edificio frente a un centro educativo, descubrí que desde ahí la señal “DIR_ [Quito-Pichincha


54 26 de marzo, 2020]

Invitados” está abierta, pero desde mi departamento no agarra suficientemente bien. Me di cuenta que hacia el final del pasillo de mi piso hay mejor conexión. Entonces a ciertas horas voy y me siento en el suelo, en un espacio entre las puertas de otros departamentos. Del lado derecho de donde suelo sentarme está la puerta de uno de ellos. Son pequeños y de paredes delgadas, por eso puedo escuchar claramente la voz de una vecina hablando en tono alto con alguien que está conectado. Desde la primera vez que la oí, me di cuenta que hace teleterapias, o como se le llame. Habla con su telepaciente o telecliente, o como se le diga. Ella se llama Giselle y está deprimida. La terapeuta no sé cómo se llama porque Giselle nunca dijo su nombre: solo le decía doctora. La teletratada es de Guayaquil y se quedó varada en Manabí. Le La Vicentina]

[Falco (Fernando Falconí)

dijo que ya no quiere ver más imágenes de los muertos en las calles de su ciudad, pero que, en su impulso por buscar información a cada rato, le toca ver. Le contó que no duerme, que tiene insomnio, o que si se duerme tiene pesadillas y amanece más fatigada. —Creo que tengo miedo a quedarme dormida, doctora. —Es miedo a la muerte —le respondió ella. (No sé si desde Freud, Lacan o Piaget). ¬—Pero no a la mía sino a la de mis seres queridos. Mi padre vive solo, nadie le habla y no tiene recursos. Miedo a que ahora mismo esté tirado a la entrada de un hospital y luego muerto en la calle, tapado con un plástico negro y yo aún sin poder llegar allá. Miedo a que esta semana lo entierren en una fosa común y cuando yo llegue no sepa siquiera si está en ese [Quito-Pichincha


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 1.382 54.655

○ Fallecidos 34 2.551

26 de marzo, 2020]

55 [Falco (Fernando Falconí)

o en otro terreno baldío. Miedo a que nos quiten nuestra última despedida —continuó Giselle. El silencio me cortó hasta a mí. Mientras la doctora retomaba el diálogo intentando despejar esos nubarrones en la cabeza de Giselle, yo sentía que todos, en mayor o menor medida, somos náufragos del mar de la incertidumbre: por nosotros y nuestros bien amados. Sentía que el miedo y la preocupación por ellos, por toda la gente que queremos y nos quiere, es el otro virus que recorre las horas de encierro, de vigilia, de sueño, los cuerpos y las almas, las casas y las calles, los chats y las ciudades.

La Vicentina]

[Quito-Pichincha


56


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.646 80.692

○ Fallecidos 180 5.749

5 de abril, 2020]

Cuatro jueves de un mes impar de un año bisiesto Nueva Kennedy]

57 [Gabriela Chica

Siempre me intrigó la precisión de Cortázar en sus narraciones, especialmente para determinar el momento exacto en el que las cosas se van al diablo. No he sido persona de supersticiones, pero en mi primer jueves, justo antes de que se decrete el confinamiento general, empezó la fiebre… Y no fue una fiebre cualquiera, sino una de esas con escalofríos y dolor de huesos, en las que seguro hueles a muerte porque ni el perro se quiere acercar. Para el domingo estaba en una sala de emergencias, con suero por la deshidratación y al menos quince miradas compasivas que temían acercarse. No llegaban otros síntomas y, al descartar coronavirus, solo nos quedaba el dengue. Sí, el marginal y tercermundista ¡DENGUE! Inmediatamente me hicieron un hemograma y, quizás por vergüenza, mi cuerpo escondió [Guayaquil-Guayas


58 5 de abril, 2020]

la reacción al reactivo y salió negativo, no obstante, mi sistema inmune era más imaginario que la política de este país. Tenía un conteo bajísimo de plaquetas, leucocitos, linfocitos y todas las demás cosas que se supone que me protegerían a las puertas de una pandemia. La doctora tratante se acercó consternada antes de la última gota del suero a pedirme que repita el examen el martes, supo indicarme que le preocupaba un poco mi fragilidad, pero que no podían internarme. Así que luego de dos atardeceres fui nuevamente al hospital a tomar nuevas pruebas que solo sirvieron para ratificar que mis plaquetas y sistema inmune seguían deteriorándose con la rapidez con la que Cynthia Viteri bloqueaba aeropuertos.

Nueva Kennedy]

[Gabriela Chica

Para el segundo jueves, mi madre escuchaba misas virtuales a diario para mi pronta mejoría, y llegó el tercer hemograma. Una vez más, no marcaba dengue ni rubeola (estandartes del invierno subtropical), pero todo lo demás seguía en deterioro. Mientras mi paciencia se agotaba por no encontrar un virus a quien culpar, descubrí que “fiebre, escalofríos, dolor de cuerpo y urticaria” no son más que síntomas genéricos resultantes de la poca creatividad que caracteriza a los galenos, pero que te pueden llevar de un vulgar dengue a la leucemia en un solo clic. El tercer jueves seguía sin diagnóstico ni sistema inmune, había decidido escribir esto y cerrar el capítulo de la enfermedad para continuar documentando el entrenamiento de mi perra para el fin del mundo. Antes de las nueve de [Guayaquil-Guayas


59 5 de abril, 2020]

la mañana recibí la llamada y escuché aquel: “Necesito que vengas a vernos a la clínica de la casa… tu tío está muy mal y no pueden recibirnos aquí”. Desde ese momento todo cambió, y mientras el exterior se volvía insostenible, yo me quedaba sin opciones y sentía cómo en mi interior algo se rebosaba, asfixiándome porque ese jueves hubiera sido más fácil encontrar el amor real que un espacio en un hospital. Le escribí a un par de conocidas que estaban trabajando en hospitales, pero ninguna hizo el mínimo esfuerzo en contestar, y eso que no necesitaba de esos médicos héroes de los que tanto hablan en las noticias, solo quería que me confirmen a qué emergencia podría llevar a mi tío que ya estaba con hipoxia. Cuando por fin una amiga me indicó dónde Nueva Kennedy]

[Gabriela Chica

podrían atenderlo, surgió el problema de la movilización, porque en plena convalecencia no podía ir a rescatar a mi tío, así que busqué una ambulancia y nuevamente volví a asfixiarme porque ese jueves hubiera sido más fácil definir qué es La Razón. Así pasó la mañana de las búsquedas y las carencias. Llamé a todos los números que encontraba y no conseguía nada de lo que necesitaba. Cerca del medio día vuelve a entrar una llamada, con voz más tranquila me indican que estaban en un taxi llevando a mi tío a su casa para que reciba oxígeno. Pensé que quizás reaccionó a la ayuda que le brindaron y mientras esperaba que me confirmen el sobreprecio con el que me venderían un tanque de oxígeno (ya que convenientemente se había agotado el de alquiler), mi primo me decía que lo veía [Guayaquil-Guayas


60 5 de abril, 2020]

un poco mal y anotaba el contacto de la enfermera por la que tenía que preguntar al llegar a la sala de emergencia, pero mi tío simplemente ya no pudo esperar y, al otro lado del auricular, me rompí. Asenté mi cabeza en las manos y sentí cómo esto que me asfixiaba desaparecía hasta dejarme un vacío en el pecho que cortó mi respiración; no porque haya olvidado la fragilidad de nuestra existencia, sino porque fue la primera vez en la que experimenté la impotencia, la real, no esa que usamos para camuflar la rabia. Realmente sentí que no podía ni abrazar a mi madre para decirle que su hermano ya no estaba aquí, peor comenzar con un “hice todo lo posible” porque desafortunadamente en estos tiempos de pandemia “lo posible” es simplemente nada… y entender eso cambia todo. Nueva Kennedy]

[Gabriela Chica

Traté de contenerme y bajé a dar la noticia. Mi tío siempre fue como el hijo mayor de mis padres, entonces tuve que romper el distanciamiento y abrazar a mi madre con la poca fuerza que tenía. Sentí cómo sus manos temblaron igual que las mías, sentí que compartimos ese vacío, admiré sus intentos por contener las lágrimas y no preocupar a mi padre, pero ella también se rompió. Claro, mi madre es una cabeza blanca, repleta de la sabiduría que le han dado los años y con la fortaleza que solo te puede dar la fe y no perdió energía elucubrando sobre culpables ni otros finales posibles, ella solo agradeció que haya tenido una “muerte bendecida” junto al amor de su vida y a su hijo. Subí a mi departamento admirando su resiliencia y concluí que todavía me falta fe.

[Guayaquil-Guayas


61 5 de abril, 2020]

Pasaron los días, pero desde ese momento el sueño desapareció para hacerle espacio al temor. El tiempo dejó de importar y desde ese día dejé de dormir intentando pensar qué hacer si algo así pasara con mis papás. ¿A qué clínica podría llevar llevarlos en plena pandemia? ¿Dónde les darían esa atención que necesitas para tener al menos esperanza? ¿Qué contingencia podía planear si estábamos atrapados en una ciudad donde escasea y especulan hasta con el paracetamol? Y la respuesta ha seguido siendo “nada”. Llegó el cuarto jueves y con él la llamada de otro tío, el más pequeño de ese trío invencible, el que a sus setenta años vive solo, pero cuando aparece inunda todo con su sonrisa. En esta ocasión no había sonrisa, su voz casi apagada ruega llena de temor por una ecografía porque Nueva Kennedy]

[Gabriela Chica

sus micciones venían con sangre. Trato de conseguir un médico que pueda atenderlo y nuevamente: nada. Le pido que venga a quedarse con nosotros pensando que aquí podíamos cuidarlo, no esperó colgar y se encaminó con el poco ánimo que tenía. Al recibirlo, vi sus pómulos brotados y el color ceroso que probablemente tuvo su hermano el jueves pasado. Pensé que vino a recibir esa “muerte bendecida” de la que hablaba mi madre, mientras me cuestionaba lo riesgoso de traerlo y exponerla a experimentar el dolor de la impotencia en carne propia. Mis hermanos, a la distancia, seguro sentían lo mismo, pero no cuestionaron mi decisión, sabían que no podíamos seguir sin hacer nada, no íbamos a perder a uno más, no así. Afuera las cosas estaban totalmente descontroladas, hasta la [Guayaquil-Guayas


62 5 de abril, 2020]

muerte. Ese día descansó y descubrí que la fe y el amor de mi madre son más sólidos que todo nuestro sistema sanitario. Llegó el viernes y las cosas afuera habían empeorado, pero mi tío ha sobrevivido al jueves.

[Gabriela Chica

que el fantasma del jueves le ha dado una tregua a mi familia, quizás, porque ya estamos en un mes par.

Desde ese jueves empecé a rezar, no por una cura, creo que eso no me importa tanto como, al menos, poder actuar ante una emergencia y no seguir arrebatando oportunidades. Más allá de los análisis políticos, esto ha desnudado lo que somos como sociedad, para muchos todos los días son jueves, pero, desafortunadamente, para muchos más la prioridad es buscar culpables y no soluciones. No tengo certeza de que vamos a tener un futuro para rectificar, pero hoy es sábado, mi tío está medicado y acompaña a mi padre en su gimnasia diaria. Por ahora siento Nueva Kennedy]

[Guayaquil-Guayas


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.465 79.908

○ Fallecidos 172 6.716

4 de abril, 2020]

Vivencias y huevos durante la cuarentena Sauces 2]

63 [Renata Triviño

Me gusta comer huevos pochados por la mañana, así que fue lo primero que busqué al abrir el refrigerador. Mis ojos iban de un lado a otro tratando de divisar mi fuente de proteína ideal, pero la huevera solo mostraba cavidades circulares vacías. Me sentí decepcionada, había olvidado que llevaba días así. No se conseguían huevos por ningún lado, parecía que las gallinas también habían entrado en un confinamiento indefinido con pocas opciones de retorno a la vida mundana, así que por el momento tenía que conformarme con un pan de dulce. Fui a sentarme a la mesa con mi desayuno en mano para hacerle compañía a mi abuela, quien tenía su mirada fija en el pequeño televisor que reposaba en un viejo mesón de madera.

[Guayaquil-Guayas


64 4 de abril, 2020]

—Genial, de nuevo las noticias —suspiré con cierto disgusto y una cara larga. Si a esa vieja alma no la mataba “eso”, su preocupación al estar saturada de noticias poco alentadoras, sí. Era como una niña terca, a pesar de tener un frágil corazón, seguía siendo espectadora de la información que circulaba en los medios e iba experimentando toda clase de emociones no muy sanas para su edad. ¿A caso no podía ver programas de cocina o de animales salvajes en los múltiples canales de cable que hay? —¡Mi esposo falleció! Lleva más de veinticuatro horas muerto y nadie viene a recoger el cuerpo —sollozó una mujer desesperada mientras una reportera la entrevistaba.

Sauces 2]

[Renata Triviño

Esa clase de lamentos comenzaron a ser habituales. La dama de la muerte había pisado con fuerza en el puerto haciéndose evidente su presencia con alguna que otra ayuda de nuestros líderes caídos. Guayaquil se había convertido en tendencia mundial no por sus bajos niveles de analfabetismo o pobreza, sino como símbolo de mala gestión, donde la guadaña empuñada por nuestro enemigo invisible segaba vidas sin que antes pudieran despedirse de los que seguían de pie en esta dura batalla. —Desde temprano el paisaje de la urbe exponía grandes aglomeraciones de personas en varios supermercados y locales de la ciudad —manifestó un presentador en otro canal. Los videos e imágenes mostraban largas colas que parecían representaciones de [Guayaquil-Guayas


65 [Renata Triviño

4 de abril, 2020]

un juego de dominó con fichas de carne y hueso, y un tiempo límite marcado por la llegada del mediodía. El ganador llevaba carritos llenos, dándole caza por mera precaución a un furtivo papel especial destinado al aseo íntimo. Los que se quedaban con el segundo lugar ya sea por despertarse tarde o tener lo justo en el bolsillo solo se llevaban lo necesario, alcanzando en algunas ocasiones oportunistas las migajas dejadas por sus simpáticos vecinos, siendo esta la cara más amable de la historia. Para otros con menos suerte, respetar un “Quédate en casa” hacía poco factible la opción de salir de compras, ellos sabían lo que significaba: un día más estaría vacía esa mesa. Mis padres también eran participantes de ese intrépido juego, me pregunto en qué lugar quedarían.

Sauces 2]

Y seguían y seguían las dichosas notas, informes y artículos. Estaban en todas partes, desde el televisor pasando por el periódico, hasta en los grupos familiares de distintas redes sociales que desde el primer rayo de luz se encargaban de hacer llegar mensajes irritando a sus integrantes y llenando las memorias de sus celulares en el proceso. Seguía intentando desayunar, pero cada bocado venía con sabor a malas noticias. Mi paciencia se estaba agotando y estas altas temperaturas no ayudaban. Cogí una servilleta tratando de secar las gotas de sudor de mi frente y dando un manotón en la mesa exclamé con molestia: —¡Ya estoy harta! Mi abuela y mi hermano menor, quien se había unido a nosotras poco después, [Guayaquil-Guayas


66 [Renata Triviño

4 de abril, 2020]

mostraron signos de confusión ante la situación. —Dame ese control abuela —ordené señalando el objeto que podía dar por finalizado esta tortura. Me paré de golpe de la silla arranchándolo de sus arrugadas manos sin esperar a que ella me lo entregara, no había tiempo para formalidades. Lo apagué y procedí a sentarme de nuevo en mi puesto, mordí mi pan y me concentre en el ambiente sereno que había creado. Por su parte, el resto de miembros que compartían la sesión conmigo se limitaron a ofrecer miradas de incomodidad. Dirigí mi atención hacia los grandes ventanales para ver si había alguna novedad. Las calles aún tenían Sauces 2]

concurrencia, las personas pasaban apresuradas posiblemente regresando de sus compras, llevando la basura o experimentando por última vez la vida fuera de las cuatro paredes a las que estábamos obligados a recluirnos. Lo que sí puedo afirmar era que todos seguían los códigos de moda establecidos en esta temporada. —Ya están aquí

—anunció mi hermano menor.

Mi mamá y papá aparecieron en el marco de la puerta con un semblante cansado después de varias horas a la intemperie, con armaduras conformadas por guantes de látex, mascarillas y gorras. Dejaron el botín en el ingreso señalando que teníamos que entrar en acción. Fuimos a recibir con una cálida bienvenida a nuestros benefactores. Tomamos esos [Guayaquil-Guayas


67 4 de abril, 2020]

tesoros envueltos en plástico sin olvidar rociarlos con alcohol antes de permitirles la entrada a nuestro hogar. Nos sentimos agradecidos, la campaña de esta mañana era una victoria.

[Renata Triviño

haciéndolas caer en el acto. Se sintió como una escena en cámara lenta en donde yo como una simple espectadora no podía hacer nada ante la tragedia. Un sonido leve dio aviso a mi peor temor: ¡se rompieron!

—Pudimos conseguir una cubeta de huevos — dijeron. Eso me sacó una sonrisa de oreja a oreja. —Fue toda una travesía. Hasta nos encontramos con personas que vendían puestos aprovechando esta situación — dijo mi madre moviendo la cabeza con desapruebo. —Pero ya estamos aquí, eso es lo importante —interrumpió mi padre. Cogí las fundas que estaban en el piso, pero como una mala película de comedia la vida me jugó una mala pasada. Mis pies se enredaron entre ellos y tropecé Sauces 2]

[Guayaquil-Guayas


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● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.465 79.908

○ Fallecidos 172 6.716

4 de abril, 2020]

Cuarentena detrás de una bata blanca El Condado]

69 [Vanessa Montúfar

Día (¿cuál?) de cuarentena: He perdido ya la cuenta de los días y la noción de las horas desparramadas entre cada agujero del calendario. No es sino porque el estruendoso bostezo del despertador me anuncia el inicio de mi jornada que puedo salir del trance para ubicarme en este rincón del universo que, a pesar de haber apenas vislumbrado el alba, me inspira una amarga incertidumbre que sabe a pesimismo, quizá prematuro en tiempo reloj, quizás infundado en mi espacio interior, pero finalmente premonitorio. Mis perezosos pasos danzan con la melodía de este cielo nubloso, y el paradójico bienestar que me causa el frío hoy se ha invertido y me produce cierto hastío. Cómo desearía yo tener la suerte de algunos, resguardarme tras las murallas de mi hogar, descansar tanto hasta cansarme [Quito-Pichincha


70 4 de abril, 2020]

y existir con la mera preocupación del porvenir como todos, pero con el sosiego de no tener mayor responsabilidad que guardarme a aguardar, confiando en el trabajo que otros realicen. Entre aquellos otros figuro yo. Llego a mi lugar de trabajo con el malestar que invade a mi gremio: enfrentar la realidad de que tu labor se convierta en un riesgo para tu vida, la de tu familia, tu aislamiento aún mayor de la sociedad. El mismo ritual de este último mes: desnudarme, colocarme el uniforme, la bata estéril, gorra, guantes, botas, mascarilla, gafas (si por suerte tenemos todo) y salir al campo de batalla, encubriendo un corazón temeroso pero valiente con la armadura del conocimiento y la vocación.

El Condado]

[Vanessa Montúfar

La sala de emergencias repleta, pacientes ocupan todas las camillas, las sillas, el piso y cada rincón donde se supone puede caber una sola persona. Fiebre, tos, dolor de garganta, dificultad para respirar, son típicos síntomas que al solo escucharlos piensas “positivo para coronavirus”, y otros inespecíficos que piensas “negativo”, mas la creciente experiencia te habla de excepciones, casos insospechados que penosamente resultan infectados, entonces cada “negativo” se torna en un “probable, hasta que se demuestre lo contrario”. Corren las horas tal como corro de un pasillo a otro, me olvido del almuerzo, del baño, de mi cansancio por revalorar a los pacientes. Es cierto que unos cuantos destellos de energía se desprenden de nuestro ser para irse con ellos y se [Quito-Pichincha


71 4 de abril, 2020]

renuevan cuando nos dan las gracias, pero hoy, ¡hoy!, lastimosamente, parece no ser suficiente. Día (¿cuál?) de cuarentena: He perdido ya la cuenta de las personas atendidas en el día, de las veces que he lavado mis manos, de las horas desparramadas entre cada aguja del reloj. No es sino por el resplandor de la luna que curiosa mira por la ventana que advierto que apenas ha transcurrido la mitad de mi extenuante jornada tras el sofocamiento dentro de este “disfraz de astronauta”. Eso es lo que menos importa, pocas cosas en el mundo me han provocado esta nauseabunda impotencia de ver reflejado tanto esmero en tan míseros resultados. Recorro cual alma en pena la Unidad de El Condado]

[Vanessa Montúfar

Terapia Intensiva. Como de costumbre veo las camas llenas, ventiladores ocupados y reservados de anticipo para próximos pacientes que, de no poder usarlos, morirían en pocos días, o quizás en pocas horas, no tenemos certeza. Con los ojos llenos de lágrimas llego al pie de cama de un paciente, se trata de mi viejo amigo de la universidad, nuestro Juramento Hipocrático nunca lo hizo desistir de sus labores, y no es que haya sido irresponsable en velar por su propia salud, sino que no contó con la suerte mía de haber tenido un buen equipo de protección. No es culpa de él, no es culpa del hospital, es culpa de los de arriba, de los que nos arrojan a este precipicio esperando a que nuestra vocación sea el único recurso que nos haga inmunes y nos otorgue magia para poder curar. No soy creyente, pero desearía con todas [Quito-Pichincha


72 4 de abril, 2020]

mis fuerzas que algún milagro o alguna plegaria por ahí susurrada te puedan levantar de esa cama y volver a reír juntos, a recordar y a quejarnos de los golpes (hoy más pesados que nunca) que nos ha dado esta carrera, la universidad, el sistema de salud y nuestra infravalorada, e incluso discriminada profesión. No quisiera que te enterases que a tu novia la corrieron los dueños del departamento por miedo a que los pueda contagiar, de ser así no podrías recuperarte. Que tengas suerte amigo, que tu destino sea poder seguir en pie para después continuar batallando juntos. De repente, un dolor de estómago me recuerda que también soy un ser humano, me cambio de ropa, me dirijo a almorzar/ cenar precipitadamente y me preparo un café muy cargado, tan negro como la El Condado]

[Vanessa Montúfar

noticia que me han venido a anunciar: aquella paciente que me tosió en la cara días atrás mientras la revisaba, catalogada tan solo como una amigdalitis, marcó positivo y se encuentra entre la lista de espera de aquellos que necesitan ventilación mecánica. Más casos positivos, otros tantos sospechosos (ahora, entre ellos, yo) y una que otra muerte “de causa desconocida” retumban con eco en el núcleo de mi conciencia. Las cifras anunciadas por los medios no son ciertas, ya quisiera yo que la situación sea así de ligera. Como si fuera un perro maloliente siento como si me sacaran a patadas del lugar. Entre las miradas de miedo, de incertidumbre, de compasión y de buenos deseos de mis compañeros me dirijo llorando desde el encierro del hospital [Quito-Pichincha


73 4 de abril, 2020]

al encierro de mi casa. Hoy más que nunca desearía vivir sola. Nunca tuve tanto miedo de llegar a mi hogar, a mi refugio, en el cual me siento ahora como una enemiga “hasta que se demuestre lo contario”, ¿recuerdan? Ingreso siendo un foco infeccioso letal, no sin antes desinfectar hasta la moneda más pequeña que llevé al turno. Casi desnuda, tiritando (y no del frío), sin saludar, me dirijo directo a tomarme un baño, quizás el más meticuloso dentro de mis últimos años; luego me encierro en la oscuridad de mi habitación y de mi soledad sin saber el día en que pueda volver a sentir un cálido abrazo de mi familia. —Fue un turno pesado, como siempre, estoy bien —miento—. Aunque podría estar contagiada. No entren a mi cuarto, no El Condado]

[Vanessa Montúfar

esperen a que salga de él, y en caso de hacerlo, no verán más que de lejos la mitad de mi rostro cubierto por la mascarilla. De aquí en adelante hablaremos por video llamada, los quiero ¬—le digo a mi familia—. Tan corta la distancia física que nos separa, tan grande el riesgo de enfermar a todos y tan inminente el rechazo que siento hacia mí misma… Día (¿cuál?) de cuarentena y aislamiento domiciliario: Sigo perdiendo la cuenta de los días, de las horas desparramadas entre el agujero negro de mis pensamientos y cada lágrima que he ahogado. No es sino por el taladrar del teléfono irrumpiendo mi silencio que recobro pocas fuerzas para irme al hospital a realizarme la prueba confirmatoria después de eternos días a [Quito-Pichincha


74 4 de abril, 2020]

la espera de que puedan conseguirlas y así retomar una esperanza, pero ya es tarde. Tuve una noche de fiebre alta y pesadillas, y aunque hasta ayer estaba exhausta de haber dormido durante mañanas y noches enteras, aburrida de no haber realizado ni la más mínima tarea, por una noche de mal dormir siento ya todo el peso de un sufrimiento cargado durante décadas sobre los hombros. Sé que a partir de hoy aquellas horas dormidas no revivirán más entre las titubeantes ideas que carcoman mis madrugadas; y es que no quisiera adelantarme con malos presagios, pero he soñado que perdía la vida.

[Vanessa Montúfar

“Héroes”, nos llaman, pero no conocen el dolor que sufrimos con valentía y la responsabilidad de tener que arriesgarlo todo por salvar vidas. Ahora yo me siento tan solo “héroe de leyenda”, como dice la canción: “héroe en su propio olvido”.

Y es así que, por cumplir con mi deber, me he arruinado; por intentar sanar a otros, he enfermado y, a pesar del precio que he tenido que pagar, no me arrepiento. Quito]

[El Condado


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.465 79.908

○ Fallecidos 172 6.716

4 de abril, 2020]

75 [Gabriel Ortiz

Hoy es su cumpleaños y estamos, como dice, “encuarentenados".

Un cumpleaños con las manos limpias Ajaví]

—Yo sabía que nada iba a mejorar mi último cumpleaños, pero este se esforzó por ser el polo opuesto. En casa somos siete y de entre todos, él es el más cercano, el que más se la pasa pensando y maquinando cosas en su cabeza, el más interesante, de quien puedo escribir. Afirma que el encierro no le molesta, que la primera semana fue la dura, pero que ahora todo tiene un ritmo interesante; que le costó volver a comer un buen almuerzo y acostumbrarse a su antigua cama y al aire de su terruño. Hace cuatro años que no pasaba tanto tiempo en casa, hace cuatro años se había ido a estudiar a la capital.

[Ibarra-Imbabura


76 4 de abril, 2020]

—Me acostumbré a estar algo solo y me incomodaba encontrarme con todos a cada rato en la casa. Pablo es un estudiante que antes del anuncio de la cuarentena, logró regresar a su casa en Ibarra. Al final de cuentas no sabe si estando solo le habría ido mejor. También dice que prefiere su salud mental, ante todo: “No sirvo de nada si no estoy bien de la cabeza". Parece ser que en casa es el único que tiene algo de experiencia con la ansiedad, que es el único que tolera todo esto de una manera casi imperceptible. —Claro que me duele, claro que también me choca todo esto. Pero para un sujeto que conoce de cerca un ataque de ansiedad, el miedo constante a Ajaví]

[Gabriel Ortiz

la muerte y, sobre todo, cómo se siente no poder respirar, esto es otra cosa. Él es asmático, “población de riesgo" como dicen en la tele. —El recuerdo más antiguo que tengo es estar en la cama del hospital con el respirador y ver a mamá dormida en un asiento con la cabeza recostada en la camilla. Sabe cómo se siente que el pecho no quiera meter aire. Como si le aplastaran la espalda, como si estuviera por ahogarse en un mar de algodón. Él es el que más vueltas le ha dado al asunto, el que menos ha salido a tomar el sol en el balcón y el que menos loco parece estar a esta altura. Hoy es su cumpleaños y sabe que su privilegio le permite festejarlo lo mejor posible. [Ibarra-Imbabura


77 4 de abril, 2020]

—La cosa no es si puedo o no, si quiero o no; es como un dilema ético tratar de festejar en medio de todo esto. Cada día se levanta en cero, como si cada mañana fuese la primera mañana de los junios en que volaba cometas de carrizo y papel celofán. Luego, las noches se vuelven difíciles, se ahoga de a poco. Las noticias ciertas o falsas, los números y los miedos también le impiden respirar. —No había mucho que hacer en este país, ya venía muy roto desde octubre —dice mientras intenta dibujar algo en su libreta—. Acá solo se volvió evidente algo que ya era tácito. Lo mejor que sabemos hacer es quejarnos y dividirnos aún más por la ideología política y por el regionalismo, cuando esa cosa que está ahí afuera no mira nada de eso.

Ajaví]

[Gabriel Ortiz

Parece ser que la mancha nos ha vuelto humanos por completo, no nos discrimina, es incluyente, no tiene fronteras, nacionalismos, razas, género ni sexo. Y también parece ser que nos muestra que los únicos inhumanos somos nosotros. Algo así como “humano, demasiado inhumano”. —¿Qué vamos a hacer si desde la escuela para enseñarnos lo que es el país nos dividen por regiones?¿Cómo unes una cosa que a sí misma se llama diversa? No hay mucho más por decir sobre el caso, Pablo solo quiere distraer su cabeza. —Es que desde el colegio aprendí a no hacerle mucho caso a mi preocupación Hace de todo para sublimar las cosas. “Sublimar: transformar los impulsos instintivos en actos más aceptados desde [Ibarra-Imbabura


78 4 de abril, 2020]

el punto de vista moral o social”. Sublimar, esa acción algo cobarde de no querer enfrentar la realidad. Muy cobarde y todo, pero parece darle resultado. Lee, escribe, escucha música, toca la guitarra, actúa y ahora hasta se ha puesto a dibujar. Hace de todo y la sanidad se vuelve algo visible. Le pregunto si no se preocupa como todos. Responde: —La cosa es que le creo a Heidegger, él decía que las cosas existen en cuanto nosotros nos damos cuenta de ello. Si no piensas en los guanacos en la montaña ellos no existen para ti. Y a veces pasa con la gente que se muere todos los días, no te das cuenta que alguien está muriendo hasta que escuchas la sirena sonar. Solo que en esta situación y, con la gloria de las redes sociales, todo existe para Ajaví]

[Gabriel Ortiz

nosotros, porque todo es pronunciado y nos obliga a pensar en todo eso de un solo golpe. No estamos preparados para tanta información. Reconoce que esa manera de pensar puede ser algo cínica y afirma que la cosa no es “nihilizar” todo esto, sino que uno vale más, vivo y con la mente sana que loco o muerto. No es desprecio ni huida, dice. —Al principio cantaba el coro de Lo malo de ser bueno —me cuenta—. Con ese de ley completaba los 20 segundos de lavado de manos. Ahora ha cambiado de canción. Le escucho cantar el coro de Como la flor para limpiarse, a veces hasta lo baila. Hoy, por ejemplo, se ha dado una vuelta batiendo las manos enjabonadas. Ha [Ibarra-Imbabura


79 4 de abril, 2020]

hecho de todo un poco y siempre ha sido consciente de que puede hacerlo: — Desde el inicio todos se empeñaron en dejar en claro que no todos pueden quedarse en casa, pero yo que puedo no tengo más que eso para aportar. ¿Qué más va a hacer un estudiante mantenido que alcanzó uno de los últimos buses para llegar a su tierra? A Pablo le tomó de sorpresa el encierro en un punto: —¿Qué haces para estar feliz? —Me rapé la cabeza para que cada vez que me vea al espejo me ría de mí mismo. Eso me alegró el día, feliz no se es nunca. Explica que la felicidad existe en dos Ajaví]

[Gabriel Ortiz

circunstancias. En el pasado, porque solo podemos darnos cuenta que fuimos felices. O cuando ya no nos damos cuenta de las cosas, cuando el Alzheimer ya no nos deja empatar ideas o cuando la locura ya nos llevó. —Y esos escenarios, nos han dicho que no son felices, pero no sabemos siquiera qué es la felicidad. No sé, Pablo también me puede asustar. No es el mejor para preguntarle cosas. También me pregunta cosas a mí. No sé, tal vez sus ideas no están tan mal o tal vez están demasiado pensadas. Todos acá queremos mirar un rato al vacío y escuchar cosas esperanzadoras, como que los banqueros donaron dinero, como que un anciano venció la mancha, como que todo quiere mejorar, pero a veces no pasa. Y miramos el mismo vacío en silencio porque [Ibarra-Imbabura


80 es mejor no escuchar nada. —A veces yo también siento que estaría mejor siendo una hoja de limón Todo eso me dice mientras mira el limonero de la parte de atrás de la casa y va al baño a lavarse las manos por sexta vez en el día. Ahora canta el coro de Ojalá y sonríe pensando en que pudiera cantarle eso a alguien. Mira su reflejo rapado y se ríe un poco más. El vacío se vuelve complejo en sus pupilas. — “Ojalá pase algo que te borre de pronto… / Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones”. Ahí nos damos cuenta de que Pablo y yo somos el mismo y que hoy es nuestro cumpleaños.


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 2.758 72.471

○ Fallecidos 98 4.190

81 [Ricky Pacheco

1 de abril, 2020]

Clic. “Buenos días profesor le envío mi tarea”. Enter. A renglón seguido escribió su nombre y su curso. Enter. Clic.

Mutar

El asunto del correo tenía por título “Lenguaje”. Clic. Para el adjunto estaba buscando en su carpeta “Documentos” 1 copia en PDF del archivo original con el cuento de 2 carillas titulado “Gran Final” que hizo para la asignatura. Seleccionar. Aceptar. Clic.

El Recreo]

[Quito-Pichincha


82 1 de abril, 2020]

La barra de progreso de carga del correo decía: “Gran final.pdf 100% cargado y listo” Enviar. Clic. 1 carraspera se apoderó de su garganta, pero la resolvió con un sorbo de agua. Mirando al vaso de cristal recordó que no se había lavado las manos con el milagroso jabón ni se había untado 1 poco de gel después de utilizar su computador. ¿Con tanto teletrabajo, quién recuerda las muchas veces que se supone que hay que desinfectarse? Alguien se imaginó en 1 sueño que, en medio de tanta sobreinformación, leyendas posturbanas, posthumanidad y caos, el virus era capaz de trascender fronteras, especialmente la materia. El Recreo]

[Ricky Pacheco

Estado del equipo: “En riesgo: Tiene 1 alerta de seguridad” Clic. “¿Desea actualizar las definiciones de virus y spyware antes de realizar la búsqueda de amenazas?” Aceptar. Clic. “Error 0x00019: El programa ha perdido su conexión a Internet. Intentar la actualización más tarde” Cancelar. Clic. “¿Desea realizar la búsqueda de amenazas de todas formas?” Aceptar. Clic.

[Quito-Pichincha


83 1 de abril, 2020]

Sus ojos se movían con el indicador de la barra de progreso mientras duraba el escaneo de archivos en el equipo. Más que sospechando, como adivinación y con seguridad, ya sabía lo que el programa antivirus le mostraría en las notificaciones de “Amenazas encontradas”, pero su mente le convencía de la improbabilidad. Fue a lavarse las manos inmediatamente cuando la barra de progreso se encontraba en 88%.“No puede ser”, se decía a sí misma, regresando por el pasillo de su casa en su vigésimo noveno día de encierro. Venía untándose mucho gel y rezando para que el programa no haya encontrado alguna novedad. “Progreso de la búsqueda de amenazas 96%: Se ha encontrado software malicioso. Nombre de la detección: Ad.ware.019.SARS…”

El Recreo]

[Ricky Pacheco

Para las 18h05, solo a través de la señal UHF de 1 par de canales de televisión, se pudo anunciar al país lo imposible: “ÚLTIMA HORA Hace pocos minutos, el Ministerio de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información nos ha confirmado a través de sus portavoces que el servicio de Internet está suspendido indefinidamente en todo el país. Varios expertos de las compañías proveedoras del servicio detectaron en horas de la tarde accesos remotos no autorizados a sus principales servidores que bloquearon todas las conexiones informáticas nacionales e internacionales. Lamentamos informar que, en el intento de recuperar el control de los sistemas operativos, muchos de los ingenieros en software y programadores presentaron de inmediato síntomas agresivos de lo [Quito-Pichincha


84 1 de abril, 2020]

[Ricky Pacheco

que parece ser, y por muy extraño que suene esto, público televidente, la manifestación de una cepa nueva de Shshshshshshshshshshshshshshshshsh…”

El Recreo]

[Quito-Pichincha


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Homicidio Asesinato Autodefensa


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● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.368 75.944

○ Fallecidos 145 4.790

3 de abril, 2020]

La coma

San Isidro del Inca]

89 [Valeria Ponguillo

Según la norma de escritura, la coma es un signo de puntuación que invita a hacer una pausa dentro del texto. Antonio siempre se preguntó si esta regla se podría aplicar a su agitada vida. Él es bailarín del Ballet Nacional desde hace ya siete años. Todos los días toma zumo verde para mantener su escultural cuerpo, entrena en el parque del barrio esquivando las heces de los perros, hace barras para poder cargar a las delgadas balletistas e inhala cocaína para mantener la diversión en su vida. Le apasionan los días de presentación en el teatro, siente que las luces y los aplausos lo mantienen vital. Se encuentra nervioso por su temporada navideña de “El Cascanueces”. Siempre quizo ser Fritz y junto con Clara recorrer aquel mundo de fantasía a través de la danza. En diciembre del 2019 por fin obtuvo el papel protagónico y dejó de ser [Quito-Pichincha


90 3 de abril, 2020]

el “relleno” de la obra. Una mañana abre lentamente sus ojos y encuentra una horrible pared celeste al frente suyo. Antonio piensa que no tiene tan mal gusto, así que sabe que no se encuentra en su casa. Recorre la habitación con la mirada y poco a poco sus oídos se activan como si subieran el volumen de un aparato electrónico: “Doctor Martínez sala ocho. ¿Familiares de la paciente Pérez Jéssica? ¡¿Dónde está el residente?!”. Ve cuerpos moribundos alrededor y escucha distintas voces con tonos que varían entre la tristeza y la rutina. En pocos segundos entiende que se encuentra en un hospital, que algo le ha pasado. Intenta moverse, avisar que ha despertado, pero ¡oh, sorpresa!, su cuerpo no reacciona. Siente cémo el corazón se acelera y San Isidro del Inca]

[Valeria Ponguillo

la angustia inunda su ser. Él, que ha dedicado su vida a la danza, no se podía mover. Intenta tranquilizarse, poner en práctica la respiración del yoga, cerrar los ojos para convencerse de que es un sueño, pero no, es una pesadilla hecha realidad. Una enfermera entra al salón a hacer los chequeos, Antonio ve cómo pacientemente revisa cada cuerpo, monitorea los equipos médicos y escribe datos en su “tablita de enfermera” (Antonio nunca supo cómo se denominan esas hojas informativas). Cuando llega a él, una leve emoción dibuja una sonrisa en la cara regordeta de la profesional. Ella se voltea y con paso acelerado abandona la sala, casi enseguida regresa acompañada de un viejo doctor. Empiezan a discutir la situación en palabras técnicas. De lo poco que [Quito-Pichincha


91 3 de abril, 2020]

Antonio entiende, ha reaccionado bien a la medicación y está listo para la primera cirugía. Tiene huesos rotos y músculos que deben ser reconstruidos. La anestesia se debe mantener. El primer paso es que su cerebro ha despertado del coma. “Te atropellaron con ganas”, dice el doctor y ríen al disimulo con la enfermera. Terminado el breve diagnóstico se retiran. Antonio se queda rodeado de enfermos, todos con los ojos cerrados. Se pregunta si están durmiendo o si nunca van a despertar. Hace un esfuerzo para recordar su último paso: al cruzar la calle al frente de la compañía de danza, el último rostro que vió fue el de un grasoso taxista del otro lado del parabrisas. Después de eso, todo es niebla en la memoria y dolor en el cuerpo. Pasa el tiempo, no sabe sin son horas o San Isidro del Inca]

[Valeria Ponguillo

días, solo reconoce la oscuridad de sus párpados y la luz de la sala. Piensa en que siempre odió las luminarias blancas, su teoría es que eso enferma más a la gente. Ahora que se encuentra solo con sus pensamientos, recuerda todo lo que leyó, bailó, comió, escuchó, folló y rió, en fin… ¿De qué sirve el esfuerzo en vida si ha de terminar así?, ¿de qué sirven ahora sus piruetas con gracia cortezana si no puede mover ni un dedo? Un par de lágrimas bajan por sus mejillas y piensa en lo rico que era sacar la lengua y saborear el agua salada de las emociones como el agua del mar. Piensa en lo mucho que deseó ser el principal en las obras de ballet y ahora solo es un extra hospitalario. En medio de la quietud de su sala llena de muertos vivientes, la puerta se abre de [Quito-Pichincha


92 3 de abril, 2020]

golpe y un escuadrón de doctores entra con ánimos agresivos. Señalan las camas y sus asistentes enseguida las empiezan a sacar del salón. Antonio siente el malestar y preocupación de los galenos. Llega a él un enfermero sin gracia y una muchacha de lindos senos, eso lo alegra un poco, hacía ya tiempo que no veía unos buenos pechos. Toman su camilla bruscamente y la empujan por los pasillos. Por primera vez en mucho tiempo Antonio ve otras caras, otros espacios que no fueran la sala de operaciones y de recuperación. Acomodan su camilla en un corredor y lo dejan frente a una máquina de gaseosas. Antonio se fija que toda la gente lleva mascarillas y en la otra mitad de la cara se puede ver sufrimiento y desesperación. Fue llevado a una sala muy estrecha donde le cambiaron de cama, si se podía llamar San Isidro del Inca]

[Valeria Ponguillo

cama a ese incómodo catre con sábanas rotas, le dejaron solo con un suero conectado y lo abandonaron. Las paredes de la sala estaban descascaradas y solo una ventana al fondo daba luz al cuchitril aquel. Los enfermeros en una maniobra de tetris colocaron cuatro camas más en la pequeña habitación, abrieron la ventana y se fueron. Antonio desde la inmovilidad de su cama observó con emoción la ligera cortina verde que salía y bailaba con el viento, fue su mayor entretenimiento y sintió paz. Se fijó que todos sus “compañeros de celda” tenían movilidad y podían hablar. Uno de ellos inició la conversación a la cual todos se unieron: —¿Si saben que nos vamos a morir? El hospital está todo infectado con ese virus y solo es cuestión de tiempo. [Quito-Pichincha


93 3 de abril, 2020]

—¡Calla, Lucho! Ya porque tienes cáncer crees que todos nos vamos a ir. —A mí, mi tía me contó que hay muertos en las calles, que ya no los reciben en el hospital. —¡Mentira!, ¡te estás inventando! —¿Y por qué crees que nos cambiaron de habitación? Porque somos guapos no ha de ser. Están necesitando las salas más equipadas para los que entran, y a nosotros como ya estamos inservibles nos mandaron a la bodega. —¿Será verdad todo lo que dicen, que es el apocalipsis y que todo el mundo se está muriendo? —Sí. Mi tía dice que hay como setenta mil muertos y más de un millón de contagiados. Además, dice que no dejan salir a la gente, que hay toque de queda y los policías están controlando las calles. —¡Yo digo que nos lancemos por la ventana San Isidro del Inca]

[Valeria Ponguillo

y acabemos con esta huevada de una vez! —¿Eres loco, Lucho? —No, soy realista. Tú no consigues donante, yo tengo todo podrido, Raúl no para de vomitar sangre, a Jaime su familia no lo puede ver ni en pintura por lo del sida, y este man ni habla ni se mueve. ¡Esto no es vida! Y así salgamos vivos de esta, yo no quiero que me mate un virus raro, o que me culeen los militares como en los 70. —Tienes razón, Luchín. ¿Tú crees que nos morimos si nos lanzamos? —Estamos en un décimo piso, de ley pasamos al otro lado. Antonio no puede digerir todo lo que escucha, siempre estuvo de acuerdo con el suicidio, pero pensó que sería más poético, algo digno de un artista, aunque ya hace algún tiempo dejó de ser arte para [Quito-Pichincha


94 3 de abril, 2020]

[Valeria Ponguillo

ser carne y cifra del sistema de salud pública. Sintió que Lucho y Jaime, con esfuerzo, lo agarraron de las axilas, lo cargaron hasta la ventana y lo empujaron fuera de ella. Cuando Antonio era niño envidiaba a la aves porque podían volar, por eso en sus clases de ballet era el que más alto saltaba, para sentirse gigante desde las alturas. Ahora que caía desde la ventana de un edificio recordó esa sensación de libertad, de vuelo. Sintió ser el cisne de Tchaikovsky entregándose a las alas de la muerte. Pensó en la pausa que deseaba darle a su agitada vida llena de clases y movimiento, pensó en la coma, en el coma y en el punto final.

San Isidro del Inca]

[Quito-Pichincha


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.465 79.908

○ Fallecidos 172 6.716

4 de abril, 2020]

Maratonista

95 [Mauricio Montenegro

A Pérez lo empecé a odiar desde que se le dio por hacer deporte, hace un par de años. Antes era un buen vecino, conversábamos de vez en cuando, un abrazo en Navidad y, una o dos veces al mes, un par de cervezas en su departamento o en el mío. Sin embargo, todo cambió cuando un primo lejano suyo, obeso y adicto a la comida chatarra, murió de un infarto fulminante después de haber hecho el esfuerzo de subir por las gradas hasta su apartamento, ubicado en un segundo piso. Fue entonces cuando Pérez dejó el alcohol -incluso nuestras cervezas domingueras, lo cual nos distanció-, empezó a comer alimentos saludables -barras energéticas, hamburguesitas de quinua y chía- y a trotar. Durante los primeros días, muy temprano, mientras me preparaba el café antes de

El Batán]

[Quito-Pichincha


96 4 de abril, 2020]

ir a la oficina, me resultaba imposible no escucharlo cuando regresaba después de quince o veinte minutos de trote suave por el parque que quedaba al frente del edificio, tosiendo a más no poder -su antigua adicción al tabaco finalmente le pasaba factura-, deshidratado y adolorido, con la cara roja y las venas del cuello a punto de reventársele. En su tortura lo acompañaba Proto, su pastor alemán, que tampoco parecía estar pasándolo muy bien: los ojos desorbitados y la larga lengua rosa colgando casi hasta el piso. Yo no podía dejar de sonreír, inclusive soltar una risita, mientras veía por la mirilla de la puerta a ese par de personajes haciendo un esfuerzo supremo por llegar a casa. «Puede que Pérez termine matando al animal», pensaba mientras alimentaba a Popota, mi gato.

El Batán]

[Mauricio Montenegro

Pero los meses pasaron, Proto no murió y Pérez se empezó a volver más ágil y a recorrer más kilómetros. En una ocasión lo encontré en el ascensor, sudoroso y alegre, y empezó a insistir en que debía correr con él en alguna ocasión. Mi rotunda negativa -soy un sedentario irredento- pareció ofenderle bastante y nos distanciamos aún más. Sin embargo, yo todavía lo espiaba por redes sociales. Se había obsesionado con el deporte. Cada día informaba a sus seguidores acerca del kilometraje recorrido, la ruta elegida, el ritmo cardiaco... Empezó a competir en carreras locales. A su edad, era imposible que aspirase al podio, pero eso no le impedía presumir las medallas obtenidas; sí, esas que podrían venir gratis en las cajas de cereales. Luego, pasó a las carreras más largas, a las medias maratones y a las maratones completas. [Quito-Pichincha


97 4 de abril, 2020]

Los músculos se le tonificaron tanto como el ego. Había que verlo al muy ridículo, con sus camisetas pegadas al cuerpo, su reloj para calcular cada latido de su corazón y cada paso que dieran sus pies, tomándose selfies en el parque. «Esta va por ti, Gordo, ¡y por mi país! Faltan solo 25 días», había escrito al pie de una de esas fotos, refiriéndose a su primo muerto, cuando se preparaba para la maratón de Boston. «Pero si este hijo de puta jamás ha quedado siquiera entre los diez primeros», pensé en esa ocasión, mientras era víctima de su exhibicionismo. Poco después, en los noticieros locales se hizo conocer que un virus desconocido se había comenzado a devorar a cientos y, luego, a miles de personas alrededor del mundo. A los pocos días, lo inevitable: la plaga se empezó a engolosinar con la gente de mi país, se cerraron los aeropuertos, El Batán]

[Mauricio Montenegro

inició la cuarentena y los que pudimos nos encerramos en casa mientras la enfermedad se comía a los demás. Inicialmente, casi nada cambió para mí. Logré trasladar lo que necesitaba para trabajar desde casa. Me alegré de poder pasar más tiempo con Popota... y también, secreta y egoístamente, de que los vuelos y viajes se hubieran cancelado. Desde la ventana, vi cómo Pérez daba unas últimas vueltas al parque en compañía de su perro antes de encerrarse también. A los pocos minutos de su regreso, la inevitable publicación: «¡Adiós, Boston!, será para otra ocasión. #quedateencasa». El cuerpo del deportista es tirano. Demanda atenciones constantes y, cuando sus necesidades no son satisfechas, se vuelve traicionero. Músculos, tendones, capacidades motrices, todo lo conseguido [Quito-Pichincha


98 4 de abril, 2020]

con un esfuerzo de meses desaparece en días. Eso lo conoce cualquiera. Sabía que Pérez la debía estar pasando mal en casa; además, el perro, ya acostumbrado a sus extensos trotes por el parque, de seguro se estaba poniendo muy ansioso. A veces yo pegaba la oreja a su puerta y escuchaba gruñir al uno del otro lado -antes era muy manso-, mientras el otro intentaba, al parecer, ejercitarse en casa con alguna rutina ridícula. Mi vecino tenía que sacar a Proto, por lo menos a la vereda -nada como la comodidad de la caja de arena de mi Popota-, varias veces al día, para luego cumplir con los extensos rituales de desinfección. Yo sabía sus horarios y los observaba atentamente por la mirilla de la puerta y, después, por la ventana. Un día me animé a salir al corredor y, desde una distancia El Batán]

[Mauricio Montenegro

prudente, los saludé cuando regresaban. Pérez me devolvió el saludo con cierto desgano. Lo noté un poco menos atlético. El perro tenía una de sus patas casi sin pelo y la piel que se dejaba ver estaba enrojecida. Parecía muy nervioso. «Se hace eso porque no podemos salir; es un perro grande, tiene mucha energía», justificó mi vecino. «¿Y tus entrenamientos...?» «Cancelados indefinidamente. Si salgo podría enfermar o la policía me podría llevar preso». Tenía razón. En ese momento, me dejé llevar por un impulso: «¿no te gustaría venir a tomar unas cervezas bien frías esta tarde?». «Gracias, hermano, pero sabes que ya dejé esa vida». Mientras lo decía noté cómo me quedaba viendo el vientre hinchado. ¿A qué se refería exactamente con «esa vida»? ¡Si alguien lo hubiese escuchado, habría pensado que yo era un alcohólico! Lo odié [Quito-Pichincha


99 4 de abril, 2020]

como nunca y, sin más, cerré la puerta con violencia. Los días de cuarentena se convirtieron en semanas; las semanas, en meses. Los enfermos pasaron de cientos a miles y el país se convirtió en uno de los principales generadores de cadáveres del mundo. Las frases de esperanza se transformaron en peticiones desesperadas y los rostros consternados del inicio ahora eran máscaras del horror disimuladas por las mascarillas obligatorias. Quedarse en casa se volvió un tormento y salir de ella, una contrariedad. Los militares y policías se pusieron cada vez más estrictos al momento de hacer cumplir normas y horarios. En las ciudades empezaron a pulular animales que presagiaban lo peor.

El Batán]

[Mauricio Montenegro

Fue en esos días de decadencia cuando descubrí que Pérez -no sabría decir desde cuándo- salía por las noches a trotar con su perro por el parque, oscuro y desolado. Logré distinguir sus siluetas cuando me acerqué a la ventana debido al insomnio, cada vez más frecuente. No sabía por qué mi vecino se exponía tanto. ¿Sería por él o por su perro? Después de las primeras semanas de encierro, Proto había empezado a aullar a distintas horas, a veces durante mucho tiempo. ¿Era tanto el amor de Pérez por ese animal? ¿Haría yo lo mismo por Popota? Posiblemente. Aunque, quizás no, considerando que hace pocos días los militares habían encontrado a un par de muertos abandonados en ese mismo parque. A partir de mi descubrimiento, dejé de espiar a Pérez por la mirilla o pegando mi [Quito-Pichincha


100 4 de abril, 2020]

[Mauricio Montenegro

oreja a su puerta. Bien entrada la noche, me acomodaba con el gato en las faldas frente a la ventana y lo observaba hasta donde podía. La iluminación del parque era mala, por lo que a veces él y su perro aparecían de forma intermitente, cual fantasmas, antes de que se los tragara la oscuridad. Pensé en denunciarlo, incluso empecé a marcar 9-1-, pero me detuve. No podía ser tan ruin. Además, al quedar despojada de su exhibicionismo en redes, la actividad de Proto y Pérez me resultó más agradable, y el ritmo de su trote me empezó a parecer casi hipnótico.

que no me sorprendió cuando una noche un jeep militar se estacionó frente al parque, dos soldados se bajaron y se pusieron a buscarlo de inmediato. Lo llamé al teléfono para advertirle, pero no me contestó. Lo encontraron y acorralaron en una esquina. Gritos indistinguibles llegaron hasta mis oídos. Los militares vociferaban, intentaban someter a Pérez; entonces, Proto se abalanzó contra uno de ellos y lo empezó a morder con furia. El otro soldado sacó su arma, mientras mi vecino se interponía entre él y su blanco. Me aparté de la ventana lleno de terror.

Pero así como yo lo veía, sin duda otros mil ojos -desesperados, aburridos, desvelados- escudriñaban a la pareja desde los edificios vecinos, quizás envidiosos de ese pedazo de libertad que Pérez le arrebataba a la cuarentena. Es por eso

Poco después, escuché el disparo.

El Batán]

[Quito-Pichincha


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.163 72.901

○ Fallecidos 120 4.912

2 de abril, 2020]

101 [Elmer Francis

Siento algo caliente saliendo de mi estómago, veo y es mi sangre, trato de recordar, pero no sé qué ha pasado. Veo a mi hermano y a su familia llorando, veo a mi esposa en una esquina abrazando a nuestra hija, veo un arma en mi mano y me pregunto ¿qué pasó?

¿Qué pasó?

Montebello]

Llegué del trabajo y te encontré terminando de hacer la comida, te ves hermosa como siempre, con una sonrisa que oculta todo. No puedo creer que te haya enamorado, no puedo creer que sigas conmigo después de once años. Nuestra hija se parece tanto a ti que me da envidia del hombre que logre estar con ella, si es que se lo permito, claro está. Nuestra hija apenas tiene diez años, pero ya parece toda una mujer. Nos sentamos a comer, sabes que estoy cansado y que no he podido dormir bien. Trabajo a doble turno para [Guayaquil-Guayas


102 2 de abril, 2020]

poder pagar todas las cuentas de la casa y tus malditos medicamentos, cada día dices estar más enferma, pero la verdad es que no veo que mejores o empeores. Eres un constante recordatorio de mi inutilidad como esposo y como padre. Sabes que paso el día entero trabajando y aún así comienzas con tu único trabajo: recordarme mis faltas y mis errores. Finges tener miedo de hablar, pero si tuvieras miedo, no hablaras. “Llamaron del hospital y también mi padre”, dices con un miedo hipócrita, solo para hacerme sentir peor. “Quieren saber si ya tienes el dinero que les debes”, continúas. Tu padre, tu dichoso padre, que solo sabe verme con desprecio por arrebatarle a su princesa buena para nada, nadie se da cuenta que yo también sufro.

[Elmer Francis

Veo como callas brevemente esperando una respuesta, mientras me miras de reojo e intentas hacer que nuestra hija pare de jugar y se ponga a comer. Te pido que pares, otro día habrá para seguir hablando de esto, tu maldita cantaleta no me deja disfrutar la comida. Nuestra hija es igual de irrespetuosa, porque así la has criado, no para de jugar en la mesa. Le pido que pare y nada, insiste con ese maldito juguete, se lo quito y lo rompo. Así es siempre en esta condenada casa, donde el condenado soy yo, condenado a que nadie me respete o me entienda. Vuelve a suceder lo de siempre, intentas defender esta niña que has malcriado, que insistes en no disciplinarla, así que tengo que hacerlo yo. Mientras lo hago te entrometes y te golpeo. Me molesta lo estúpida e irrespetuosa que

Montebello]

[Guayaquil-Guayas


103 2 de abril, 2020]

eres. “¿Ves lo que me haces hacer?”, te grito mientras te aparto de mi camino. Te quedas en el suelo llorando y pidiendo perdón, tratando de hacerte la víctima. Sabes bien que es tu culpa. Me largo lo antes posible para no darte el gusto de verme llorar, voy al lugar de siempre, a la cantina de siempre, con la gente de siempre. Mi hermano mayor me mira con decepción y dice que es mi culpa por no hacerme respetar y sé que tiene razón. Vivimos en el mismo edificio, así que él escucha cómo me respondes y me desobedeces. Llego tambaleando a la casa y voy directo a nuestro cuarto, te haces la dormida tratando de no mostrar empatía a mis caricias y a mis disculpas, así que decido ir con nuestra hija. Entro a su cuarto y la acaricio, ella parece entenderme, es una niña, pero es Montebello]

[Elmer Francis

mejor mujer en comparación a lo que tú has sido conmigo. Le digo que se quite la pijama para jugar como siempre lo hacemos. Ella es obediente, no es como tú. Entonces escucho como se abre la puerta del cuarto, eres tú que estás gritando y me pides que me aleje de ella, que quite mis sucias manos de su pequeño cuerpo. Dices que no dejarás que siga sucediendo. Una vez más quieres que me vea como el villano, intento quitarte el arma y se escucha un disparo, veo la sangre salir, me tambaleo y creo que esta vez no es por el alcohol. Intento llegar a la puerta, pero caigo sentado contra la pared y comienza a aparecer un charco de sangre, el cual se hace cada vez más grande. Mi hermano entra a la casa y veo miedo en sus ojos, pero en los tuyos veo alivio, no puedo evitar preguntarme ¿qué pasó?

[Guayaquil-Guayas


104 Apéndice editorial*

De casi 130 textos recibidos a nivel nacional, solo este texto aborda una temática latente, pero invisibilizada: la violencia de género. Sin contemplar los feminicidios y la violencia de género en todas sus aristas, el mapa de la realidad ecuatoriana durante la pandemia estaría incompleto. Entendemos este texto como una muestra de lo absurdos que son los argumentos de un abusador, también como una alarma de la expansión de la violencia y el traspaso sobre los cuerpos femeninos/infantiles/ trans, en medio de la emergencia sanitaria. "La verdadera pandemia es el patriarcado", expresan las compañeras feministas y lo confirmamos. En Ecuador del 12 de marzo al 11 de abril se han registrado 6819 llamadas de alarma por violencia de género. A nivel internacional los porcentajes oscilan en distintos países entre el 20% al 90% de incremento en denuncias de violencia de género.

Nosotrxs sí sabemos qué pasó en esta historia y qué pasa en la realidad: el patriarcado sigue cobrando vidas, destruyendo mentes y robando infancias. Sin el cuestionamiento profundo de aquello que SIGUE PASANDO ningún nuevo mundo será posible.


105


106


107

Informe de gestión


108


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.646 80.692

○ Fallecidos 180 5.749

109 [Diego Fuentes

5 de abril, 2020]

La economía es su religión La Tierra escupe sobre nosotros desigualdad por la endiablada muerte

Primer mandamiento

Turubamba bajo]

¡Realidad, ficción, miedo! Todo en la misma caja cuadrada controla nuestra vida (Homosapiensphone) 16 días de cuarentena (Pijamas, cigarrillos, la jaula, el tiempo) Todo en una mezcla de ocio y agonía Salir hablando otro idioma Salir tocando un nuevo instrumento musical PURA MIERDA MOTIVACIONAL NEOLIBERAL La psicológica nos bombardea. Mientras la muerte nos aconseja ver películas y juegos de [Quito-Pichincha


110 mesa Escupir desde el alto de mi ventana ¡ahora es un crimen! Un beso es una utopía// carne //hedonismo // ¿Vivir con miedo? ¿En la jaula? ¡Mientras ellos buscan cómo aislar la m-u-e-r-t-e! La política autoritaria es modelo exitoso Dar ataúdes de cartón es progreso Decir que no pueden contar los cuerpos es política pública Logramos hacer un piloto de una tiranía basada en el miedo La banalidad del poder nos escupe cosas ¡MUERTE POR ECONOMÍA! ¿Ya hemos perdido todo? Y ellos gozan Los otros Turubamba bajo]

con paraísos fiscales en mansiones con cuarenta prostitutas, una pantera con jazz instrumental apocalíptico (No es una apología al oprimido) Ahora el Primer Mandamiento es la economía Ya no queda Dios Y las iglesias se muestran cerradas. (JESUS USA MASCARILLA) No hay salvación allí, ni en el bar, ni en tu casa. Beber una cerveza//Fumar un porro //SOMOS UNOS YONQUIES SUDAKAS Vemos pornografía con nuestros entumecidos cuerpos Fríos Trastornados en lo que nos dijeron Apreciar el mundo desde la caverna [Quito-Pichincha


111 mientras ellos sonríen Un botón y mueren todos mientras otros mueren en las calles Política, proletarios, burgueses, gente corriente Incendiamos los cuerpos con gasolina Gente con vida perfecta, con su mascota barata Todos moriremos, pero pocos tienen el Entierran a sus hijos Entierran a sus padres privilegio de ganar Donde el capital no quiere darnos una mano Yo siempre gano (Humo y tos seca) prefiere darnos un féretro de cartón Con ají reciclado Con chifles desechable Con limón efímero Con pan y silencios. En la esquina junto a la olla de la RE(EXISTIR) picantería manaba La soledad es mi habitus Mientras enciendo un cigarro de Un funcionario público es un sicario contrabando genocida sin paga escupo contra engordando intereses externos ellos Con sus bombas nucleares Sus bases interespaciales algo de mi La destrucción ahora es como un pedido en (esputo proletario) KFC Turubamba bajo]

[Quito-Pichincha


112


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.995 68.465

○ Fallecidos 220 5.009

7 de abril, 2020]

Desde la zona cero

Las orquídeas]

113 [Marco Saenz

Desde estas instancias es complicado enfocarse, hablar desde certezas y no desde la impotencia. Lucho conmigo misma, evito definir las cosas a partir de sus esencias, estas me parecen peligrosas y pretenden fundar un mundo ordenado/ conquistado. Este ensayo busca lastimar, o al menos remover la conciencia tranquila del ser humano, cuestionar los límites de las cosas enunciadas como verdades totales. Estudio la situación desde ángulos atrofiados. La conciencia del humano es capaz de desdoblarse de la realidad “absoluta” cuando se enfrenta a situaciones fuera de su propio entendimiento, situaciones de conflicto inminente como las que atravesamos.

[Guayaquil-Guayas


114 7 de abril, 2020]

Presenciamos una nueva amenaza a la vida humana, las estructuras estatales locales han develado su nefasto funcionamiento, siempre han trabajado desde la desigualdad atroz y el abuso de poder, disfrazadas como un modelo exitoso de libertad y progreso. La certeza de los símbolos establecidos nos empujan al vacío. Así como en octubre y en noviembre del año pasado, la vida humana no tiene valor alguno, somos solo engranajes. El sistema de salud debería ser prioridad absoluta en estos tiempos. Es la oportunidad de abordar los límites de la cultura humana como la conocemos, desconfiar de nuestras prioridades esenciales. Apetite totalitarie, la nueva cara de la tiranía estatal. Medidas totalitarias Las orquídeas]

[Marco Saenz

convulsivas demuestran prioridades inútiles y recursos desperdiciados, una fantasía rancia que vivimos día a día. Desde el exilio digital somos acechados por helicópteros, cientos de patrullas resguardan toques de queda extendidos y los cadáveres siguen en las aceras. El virus y la inflación semiótica han logrado mantenernos confinadas al silencio y la desorganización. Una nueva sociedad fatigada ha nacido. ¿Necesitamos una vigilancia total para salvarnos de esta apática realidad? Estos actos siembran un precedente en la intervención y el control del Estado. Estado que protege la salud económica, sus protocolos absurdos e infraestructuras obsoletas. Debemos desconfiar de su legitimidad, no podemos seguir manteniendo la estructura civil actual. [Guayaquil-Guayas


115 7 de abril, 2020]

El rol de los medios oficiales, el dominio del “realismo científico”, un sistema de salud desbordado, entre otros factores; nos han llevado hasta la conmoción preapocalíptica. Somos parte de un conflicto semiótico que busca sembrar pánico, mientras las industrias han agotado los ansiolíticos, el paracetamol y los desinfectantes. El virus se ha extendido por Occidente y nos enseña a desconfiar del prójimo. La desigualdad brinda condiciones insalubres, las estructuras que suelen sostener nuestra vida cotidiana, buscan limitar y no ayudan para nada. El tratamiento del covid-19 como un dispositivo semiótico de control, supone un enemigo invisible que siempre ha “estado” con nosotras. Todos estamos infectados, siempre lo estuvimos, el orden mundial nos infectó.

Las orquídeas]

[Marco Saenz

Indiferencia cuenta cuentos, chupa sangres, generaciones tras generaciones educadas bajo la insignia del individualismo competitivo. Actualmente esta educación nos matará como especie, el virus triunfa porque trabaja bajo la simbiosis mutualista, la unión, la tendencia fundamental de vida. Mientras la especie humana cae, la infección psicológica nos mantiene desconfiando y dividiendo. Asalto pandémico, Lo que se vive en las calles de Guayaquil es un tétrico ritual colectivo, somos parte de una sociedad muerta, el hecho clave de no tener muertes dignas, nos restriega en la cara, que nunca tuvimos vidas dignas. El éxito de este “modelo” está en la cosificación humana.

[Guayaquil-Guayas


116 7 de abril, 2020]

Lindas fachas civilizatorias esconden los peores escenarios, mantenernos fuera del rango de la transmisión viral resulta imposible, de la guerra psíquica nadie se escapa. En casa creemos estar afuera, pero estamos debajo de todo. La fuerza creativa es tomada a la ligera. El poder de lo convencional hace que nuestros pulmones (cerebro) paren de funcionar inconscientemente. El covid-19 erradica el engaño de libertad que creíamos vivir. En Guayaquil hace tiempo que explotó la burbuja exitosa, la pésima gestión local, las morgues desbordadas, las calles convertidas en albergues de cadáveres, nos narran el horror que vivimos. Números misteriosos, medicamentos agotados (abarcados inconscientemente), pantallazos fumigatorios, ataúdes de cartón, muertos Las orquídeas]

[Marco Saenz

embalados por días junto a nosotros. Escenarios dantescos desde el sur hasta el norte de la Guayaquil “prospera”. Desde la zona cero con la ausencia de instalaciones sanitarias, las disculpas gubernamentales no alivian un carajo. Esto no pasará rápido como una pesadilla, es la cruda realidad expuesta ante nosotros. Aquí no existe necro ética, si no les interesa cuidar de la vida peor cuidaran de nuestras muertes. - Fuerza Ingobernable - nos necesitamos hábiles, firmes, seguras de nosotras mismas. Exigimos libre y clara información, las autoridades locales no aparecen y si lo hacen es un despliegue descarado y fanfarrón de mentiras. Es clave traspasar la malla civilizatoria [Guayaquil-Guayas


117 7 de abril, 2020]

actual, trascender la cosificación humana; asumir, tragar saliva y escupir (con precaución). La paz aparente de la vida se ha mezclado con caos y muerte, es una sola. La energía destructora de esta pandemia llamada covid-19, busca subvertir el símbolo de la humanidad. Es en este camino que colectivas subversas, buscamos desesperadamente desplazar señales establecidas, para piratear otras vías posibles. ¿Qué hacer? No existe formula salvadora, mantener una activa actitud crítica es necesaria. Debemos actuar unidos lo más pronto posible, proyectar cooperación en todas las formas posibles, formar cuerpos tácticos de ayuda, crear redes de afinidades productivas, cuestionarnos y compartir privilegios. Reconocer que conocimientos tenemos, como nos ayudan, Las orquídeas]

[Marco Saenz

como nos controlan y cómo nos limitan. Esta crisis sistemática, es evidencia suficiente para no creer en las estructuras que rigen nuestras vidas, dejar de esperar y actuar como nos sea posible.También es importante crear grandes y fuertes comunidades digitales y apoyar las existentes. Trabajar siempre desde la solidaridad y no desde la caridad, esto develaría la inutilidad de políticas represivas. Escribo desde la sombra post coito neoliberal. Esta crónica no busca refundar nada, ni está festejando desde el devastador poder de la conquista viral. La palabra enunciada es un signo inventado y bajo ella moriremos. Ahora que, desde el confinamiento, este [Guayaquil-Guayas


118 7 de abril, 2020]

[Marco Saenz

ensayo plantea de/construir la realidad expuesta, busca re/configuraciones personales desde colectivos, aquí no hay aseveraciones sino incitaciones al cuestionamiento general y a la sublevación. Es una invitación a pensarnos vivos desde redes cooperativas de saberes por explorar, sin jerarquías ni autoridades salvadoras, esto significa enfrentarnos a la endeble incertidumbre de la vida, al vacío hondo y complejo de las certezas.

Las orquídeas]

[Guayaquil-Guayas


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3.646 80.692

○ Fallecidos 180 5.749

5 de abril, 2020]

119 [Fer Sancho

La humanidad se avoca más que nunca a un dualismo que nos acompaña desde siempre. Civilizaciones de todo el mundo han creado mitos, teorías y explicaciones sobre la vida y la muerte. En estos días, el dilema de las pulsiones de vida y muerte, en palabras de Freud, nos atormenta en nuestro confinamiento.

Necro-vita

Mariana de Jesús]

Desde el estallido de la pandemia del coronavirus la gestión sobre la vida y la muerte adquieren un sentido notable. Los gobiernos del mundo entero nos presentan la capacidad de vivir o morir como atributo individual y material. El miedo es utilizado para recordarnos la posibilidad de matar a alguien mediante la transmisión del virus. Se nos recalca que hasta ahora el único remedio para detener la expansión del virus es el aislamiento. Estas palabras parecen un mantra para [Quito-Pichincha


120 5 de abril, 2020]

salvar vidas. La posibilidad de gobernar la vida de unos y decidir la muerte de otros es parte de la historia de la humanidad a través del surgimiento de potencias hegemónicas. La situación actual es parte de esa realidad perversa que han construido algunos humanos para garantizar su dominio voraz sobre las especies. Ahora más que nunca, el debate sobre el problema de quiénes pueden vivir o morir se cierne sobre nuestras cabezas. La preocupación sobre continuar viviendo o morir pone de manifiesto la fragilidad de nuestras existencias. Los filósofos expresan incertidumbres ante la inquisidora necesidad de quienes desean saber hacia dónde va el mundo en estos momentos. A pesar de los límites de contar Mariana de Jesús]

[Fer Sancho

con más tiempo para pensar sobre lo que acontece, las reflexiones de algunas mentes inquietas coinciden en que esta pandemia se agrava por la desigualdad provocada por el capitalismo global arrasador. Los estragos del capitalismo salvaje quedan al descubierto en Ecuador ante la precariedad del sistema sanitario para responder a la catástrofe pandémica. La autoridad del gobierno es profundamente cuestionada respecto a sus actuaciones para gestionar la propagación de la enfermedad. Más allá de la evidente imposibilidad de acatar la medida de aislamiento en los domicilios para quienes viven en precariedad por la extrema desigualdad económica, me horroriza el poder desplegado para dejar morir a cientos de personas. No se precisa ser [Quito-Pichincha


121 5 de abril, 2020]

un científico social para entender lo que está sucediendo: cuerpos sin vida en las calles de Guayaquil, sufrimiento, dolor, desesperación, angustia e impotencia. La capacidad de organizar la muerte se torna un asunto ético que debe problematizarse a pesar de la inmediatez de este momento. El filósofo camerunés Achille Mbembe desarrolló el concepto “necropolítica” para explicar la concepción de “actores internacionales que deciden quién debe vivir y quién debe morir en un momento dado, atendiendo a criterios estrictamente económicos” (Mbembe, 2011). Esta reflexión filosófica que sonaba ajena para muchos, cobra un sentido exponencial en el caso de Guayaquil. Las oligarquías que construyeron el Mariana de Jesús]

[Fer Sancho

capitalismo heredero de la hacienda colonial se ponen de rodillas ante los altares de sus fortunas para intentar manejar la pandemia. Parecería que les interesa la vida de los otros (marginados, pobres, excluidos), pero en realidad lo que los pone a temblar es la posibilidad de no mantener su riqueza a costa de las vidas explotadas. De hecho, su reacción no es en vano en tanto “el primero en desplomarse fue el mundo de las finanzas, habitualmente arrogante y raras veces dispuesto a hacerse responsable, lo que demostró que la indescifrable circulación financiera del dinero en el mundo se basa en un recurso que todos damos por sentado: la salud de la ciudadanía” (Illouz, 2020). La cooperación proveniente de grandes empresarios, banqueros y Junta de Beneficencia se presenta como una forma [Quito-Pichincha


122 5 de abril, 2020]

[Fer Sancho

de solidaridad condescendiente con la muerte de los otros. Aunque a las oligarquías nunca les interesó crear un Estado de bienestar, ahora expresan que son capaces de responder a una situación incontrolable. La necropolítica de un Estado que amparó a las élites económicas de este país se evidencia en las formas indignas de tratar la muerte. Ahora más que nunca cobran sentido las palabras de la filósofa Judith Butler sobre qué vidas merecen ser lloradas o dignas de duelo. La muerte, aunque parezca inverosímil, precisa de dignidad, y el duelo es precisamente lo que ahora no podemos realizar como parte de ese ritual que nos hace dignos: la posibilidad de despedirnos de nuestros seres queridos (Mbembe, 2020).

maquinaria de poder destructivo de la dignidad humana que sobrepasa el virus. La covid-19 tiene la facultad de matar, sin embargo, el poder de organizar esas muertes está en manos de quienes gobiernan el país. Una bolsa de plástico negro representa lo que para las élites son las vidas de los excluidos: basura.

Las imágenes de los cadáveres regados en las calles de Guayaquil dan cuenta de una

Para salvaguardar la oficialidad, el Estado precisa contar las muertes,

Mariana de Jesús]

Cal, formol y otras sustancias para retardar la descomposición de los cadáveres no están en la lista de prioridades de los solidarios gobernantes, mas sí constan cajas de cartón que consideran más dignas que las bolsas de basura. Elegir lo que se considera morir dignamente en una catástrofe queda en manos de los opresores.

[Quito-Pichincha


123 5 de abril, 2020]

registrar las cifras de defunciones y burocratizar el entierro de cadáveres hasta el punto de dejarlos heder en la vía pública. Los números de fallecidos que presentan cada día las autoridades sanitarias en las cadenas de televisión se convierten en estadísticas frías como la muerte misma. Problematizar sobre el gobierno de la vida y la muerte se torna necesario en este confinamiento. El capitalismo desregulado que dio carta abierta a empresarios explotadores, banqueros corruptos que huyeron con el dinero del pueblo y el mercado financiero despiadado, se evidencia en el desastre del sistema sanitario y su capacidad de respuesta eficaz. Los gobernantes de nuestro país, corresponsables de crear esta alianza fatídica que otorgó a los empresarios Mariana de Jesús]

[Fer Sancho

libertad para enriquecerse desmedidamente, nos dejan una lección que debemos aprender con mayor claridad. Un Estado basado en la redistribución de la riqueza para alcanzar el bienestar no es un discurso inventado por los gobernantes populistas del Socialismo del siglo XXI, es un hecho que debe ser entendido más allá de los intereses de grupo de una izquierda que sucumbió a un neoliberalismo adaptativo. Nos debe mover a actuar por el bienestar colectivo más allá de una retórica propagandística. El aislamiento, para quienes podemos guardarlo en una vivienda, debe posibilitarnos reflexionar sobre nuestras vidas y privilegios. Las élites políticas deberían dejar el cinismo y descaro sobre una realidad que azota el mundo y acaba con los menos privilegiados. [Quito-Pichincha


124 5 de abril, 2020]

Los intelectuales de este país podrían dejar la soberbia academicista y generar opiniones para que los menos favorecidos en educación cuestionen su situación de opresión. La interdependencia de la que habla Judith Butler, aquella que han practicado durante siglos nuestros ancestros precoloniales, no es un norte nuevo. Si ya sabíamos que era necesaria la vida en común para la sobrevivencia, ¿por qué no la hemos practicado?, ¿por qué debimos llegar a esta catástrofe para entender que es vital para nuestra supervivencia?

[Fer Sancho

respeto integral a todas las formas de vida pueden sonar trilladas para muchos, sin embargo, ahora nos demuestran que el arrasamiento brutal capitalista es un fracaso. Quizás la testarudez humana no permita un cambio significativo de actuaciones, pero probablemente replantear nuestras existencias comunes más allá del simple miedo al virus, podría ser un mejor modo de intentar vivir juntos desde el aislamiento.

El problema sobre cómo se gestiona la vida debe hallar una respuesta si no queremos propiciar un exterminio mayor que el producido por una enfermedad de transmisión zoonótica. Las voces que nos llaman a conservar el planeta a través del Mariana de Jesús]

[Quito-Pichincha


● Cifras oficiales Nacionales Globales

○ Contagiados 3368 75.944

○ Fallecidos 145 4.790

3 de abril, 2020]

125 [Erika Parra

Hasta entre las montañas se oye el horror conectado por redes invisibles. Tenemos la vista fija en las pantallas porque nos da miedo alzar la cabeza y distinguir el humo en el horizonte, florecido de pena y espanto.

La ceniza ya no tiene nombre

“Si la ceniza ya no tiene nombre propio, entonces tampoco tiene alma” Pensará el sadismo encarnado que miro a través de un glass recubierto de la seguridad del poder, el dinero, y la sinvergüencería. Vamos cayendo como fichas de dominó, derribadas por el soplido putrefacto de quienes podían salvarnos, y no lo hicieron. Vuelvo a oír en el televisor estas cuatro palabras

El Vergel]

[Cuenca-Azuay


126 3 de abril, 2020]

[Erika Parra

que tienen el poder de reducir toda una vida a nada: “eran solo llantas quemadas”.

Cada vez entiendo menos a las caretas de cera que parlotean sin denotar vida ni sangre.

A eso queda convertida la existencia familiar, de un amigo, de un ser querido. Un objeto envuelto en llamas.

Cada vez entiendo más el desespero entre el calor y el asfalto.

Siempre me enseñaron que el fuego era vida, cambio, pero no esa convergencia insana que plantean los parlantes inhumanos.

Y si es que la memoria nos lo permite, tampoco volveremos a ver el fuego igual.

Jamás había visto una hoguera de derrota.

Al final, vivir o morir siempre depende de los demás. Hay una conexión extraña entre el fuego y los finales. El Vergel]

[Cuenca-Azuay


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131 1.

Capulí

Edad: 29 años Ciudad de nacimiento: Quito

Autores

Ahora que mi “deber ser” devino adulto, agradezco el vaticinio de mi madre al nombrarme. Soy la luna en sánscrito, o alguna puta bíblica pidiendo decapitar al rey. Todo es poesía para mí, la matemática lo es, la calle, la educación, la resistencia, el goce. Estudié sociología en la universidad pública y me condené a la objetividad de la labor investigativa. Pero me dedico a la enseñanza, he sido maestra algunos años, en algunos sitios, de polo a polo en este “mar ciudad” quiteño. Todo es político para mí, la lengua lo es, la intimidad, las letras, el caminar,


132 la noche. Desconfío de la clase política, de las fuerzas armadas y policiales, de la iglesia y sus predicadores, sus génesis y funcionalidad son nauseabundas. Cuestiono la autoridad y a esto dedico mucho tiempo, en la lectura y el gesto, en la palabra. Me apasiona promover la incorrección política, rastrear lo que ha sido establecido, lo que nos hace y nos interviene, lo que nos ordena. Evoco lo comunitario, profundizo lo erótico, promuevo lo lúdico. Me gustan las crónicas urbanas en todos sus matices. Decirse una misma es desafiante, la historia de vida de lxs otrxs no se discute, tampoco así, su identidad. No soy partidaria, ni fanática, ni creyente, ni seguidora, más que del ritmo y la incertidumbre. Todo aquello que inmovilice la creatividad, la renovación, la apertura y el aprendizaje, es óbice y debe ser

examinado por el arte y por la vida.


133 2.

Priscila Tenesaca

Edad: 23 años Ciudad de nacimiento: Cuenca Inquilina de la zona rural del Azuay, lugar en el que resido durante 23 años. Soy Licenciada en Ciencias de la Educación, por ello, el gusto por la de la pedagogía, escritura académica e investigación. Albergo experiencias de las escuelitas del Cañar y la urbe azuaya, las cuales son la génesis de proyectos educativos en incubación. Partidaria de la escritura creativa para la construcción de textos narrativos. Testigo de las historias hipnóticas de niños y adolescentes. De aquí, la predilección por los procesos de enseñanza y aprendizaje de la lengua y literatura. Al igual que, disfruto de la literatura ecuatoriana y

los libros elegidos al azar. Instauro la influencia de textos, como: El Jorobadito del Pongo, los capítulos de Huilo Rúales o tan solo El Proceso de Kafka. Ahora me encuentro en búsqueda de escritores nacionales para comprender la ciudad en la que habito y los recovecos ecuatorianos. Mantengo la ignota convicción que siempre existe algo de qué escribir, desde las desapariciones de los gatos, la compañía de los búhos en el Sígsig hasta la búsqueda de un tesoro del duende al terminar el arcoíris. En la actualidad soy aprendiz de lengua de señas, pues, los mosaicos de palabras cuentan historias rimbombantes. Quizá, escritora de vivencias y fragmentos, producto de anomalías citadinas y bucólicas, con la finalidad de transmitirlos a viva voz o a través de lengua de señas, en forma de protesta de la realidad que nos embriaga.


134 3.

Marcelo Cruz

4.

Nombre: Priscila Aguilar Giler

Edad: 28 años Ciudad de nacimiento: Quito

Edad: 22 Ciudad de nacimiento: Quito

(1992, Ecuardor) Educomunicador por la Universidad Central del Ecuador. Diplomado por la Escuela de periodismo Portatil (EPP). Productor y conductor del programa literario El Galpón de los Cuentos Vivientes. Gestor y mediador cultural, guionista en Lunáticos Producciones. Columnista para revista Espora de la ciudad de México, y colaborador para La Barra Espaciadora y Máquina Combinatoria.

Estudiante de Pedagogía de la Lengua y Literatura en la Universidad Central del Ecuador. Quiteña de cepa. Escritora, pero no tan buena. Embarcada en este rumbo por decisión propia, admiradora fiel del arte y lo estético. Cuando no leo, paso con mi gato. Libre, feliz, espontánea, creativa.


135 5.

Martina Vargas

Edad: 20 años Ciudad de nacimiento: Quito Nací en Quito hace 20 años y nunca me fui. Crecí en una familia pequeña aprendiendo de diferentes culturas porque mi madre es ecuatoriana y mi padre colombiano. Soy estudiante de Comunicación y me dedico principalmente a eso; cuando no, me dedico a ser hija y hermana. Me apasiona leer y sobretodo, escribir. Creo que las palabras tienen más poder del que nos imaginamos y que pueden cambiar más cosas de las que creemos. En un futuro me gustaría dedicarme a una de las dos ramas que más me apasionan de mi carrera: el periodismo y la comunicación digital.

6.

Falco (Fernando Falconí)

Ciudad de nacimiento: Cuenca Artista transdisciplinar, gestor cultural, docente universitario y artivista. Visualero, performero y palabrero. Doctorante en Artes en la Universidad de Guanajuato, México. Master en Arte y Nuevas Tecnologías en la Universidad Europea de Madrid, España. Licenciado en Artes Visuales en la Universidad de Cuenca, Ecuador. Tiene reconocimientos y selecciones nacionales e internacionales en arte contemporáneo (artes visuales, arte de acción, arte público, inserción de arte en la esfera pública, arte contextual, arte y comunidad, arte relacional). Ha expuesto en Ecuador, Colombia, Chile, Argentina, México, España, Italia y USA. Catedrático en


136 diferentes universidades del país. Desde el 2008 al 2012 trabajó como coordinador académico de la Carrera de Artes Contemporáneas de la Universidad San Francisco de Quito. Ha sido coordinador en diversos proyectos y plataformas culturales, artísticas y colaborativas. Desde el 2011 al 2016 fue coordinador general de Cuarto Aparte, plataforma autónoma de arte contemporáneo.

7.

Gabi chica

Edad: 35 años Ciudad de nacimiento: Guayaquil Soy Gabi Chica, compañera de aventuras de un perro de la tercera edad y diseñadora de interiores con una maestría en Estudios del Arte. En las mañanas ejerzo libremente mi profesión como consultora de proyectos relacionados a la construcción, inversiones y seguridad; e imparto las cátedras: Historia de la Arquitectura y Expresión Digital en un tecnológico de Guayaquil. En las noches soy parte del Taller Continuo de Dramaturgia Textual de María de Lourdes Falconí, pretendo investigar académicamente sobre arte, pero también lanzo veneno sobre temas culturales en mi blog llamado NOesteta. Siempre quise ser astronauta, pero la


137 física no se me daba bien así que por ahora me conformo con observar estrellas a través de mi telescopio y coleccionar legos de naves de Star Wars.

8.

Renata Triviño Benavides

Edad: 20 años Ciudad: Guayaquil Guayaquileña, un tanto introvertida. Cuando la situación lo amerita trata de disfrutar a lo grande los momentos gratos que da la vida. Fanática de varios deportes, en especial del fútbol. Deporte que practiqué en mis años de bachiller en una academia municipal cercana a mi casa. Este creciente interés y afinidad nació, intuyo yo, por culpa de mis padres, por lo cual le estoy agradecida, pues no me imaginaría una vida sin sintonizar partidos de la Libertadores o Champions, sin gritar cada gol anotado por Son o cada balón atajado por Oblak. Otro de mis recientes descubrimientos y por el que he caído completamente


138 enamorada ha sido la lucha libre, este deporte-espectáculo me ha sacado varias sonrisas teniendo a Asuka de por medio. Los libros también han sido parte fundamental de mi desarrollo personal, valorándolos más con el paso del tiempo al permitirme adentrarme en grandes historias. La fantasía y narrativa histórica son mis predilectas. Tal vez por eso terminé formando parte del club de literatura de mi universidad. Desde muy pequeña fui una amante de las Ciencias Sociales, pero no me animaba a buscar mi futuro en dicha línea. Sin embargo, decidí jugar con mi destino, colocándome como objetivo, estudiar en la ESPOL y en vez de escoger alguna opción de su amplio catálogo de ingenierías; decidí arriesgarme y aplicar en Arqueología, dónde estoy felizmente cursando mi sexto semestre. Mi decisión recae en una

necesidad de poder ayudar a reconstruir nuestra identidad perdida, buscando un fortalecimiento cultural en comunidad. Considero que las personas tienen el derecho a saber de dónde vienen.


139 9.

Vanessa Montufar

Edad: 26 años Ciudad de nacimiento: Quito Soy una persona de carácter fuerte y a la vez de corazón sensible, de pensamiento profundo, flexible y crítico por naturaleza. Un ser un poco misterioso de poca charla, pero de grandes ideas, que se mantiene firme en sus ideales y objetivos de vida. Soy una mujer que no encaja en lo común ni busca ser catalogada. Desde siempre decidida, luchadora, responsable, honesta y leal; voy por la vida recorriendo este camino para alcanzar la libertad, la sabiduría y el mayor conocimiento posible, disfrutando los momentos de alegría y aprendiendo del dolor y la desdicha. Como profesional soy médica general

graduada en la Universidad Central del Ecuador, al momento ejerciendo en una clínica privada, con el objetivo de seguir especializándome en lo que respecta a mi carrera y en otros aspectos de mi vida fuera de ella. Soy apasionada por el arte y la literatura, encuentro en ellos el medio más sublime de poder liberar el espíritu humano y eternizar sentimientos; es por ello que me he dedicado a escribir desde hace varios años como un pasatiempo y un medio de expresión.


140 10.

Gabriel Ortiz

Edad: 23 años Ciudad de nacimiento: Ibarra Estudiante de Artes Liberales, con gran gusto por la narrativa corta y la poesía. Es parte del Grupo de Teatro Durión en Ibarra, en los roles de técnico en iluminación y actor. Con interés en la fenomenología, la historia del arte y la literatura infantil; dedica su tiempo libre a escribir cuento corto y poesía. Ha publicado en la revista digital Verd2.0 de Fundación FIDAL y también en la revista literaria Máquina Combinatoria del Fondo de Cultura Económica de Ecuador. En 2017 recibió la mención de honor de los Premios Montalvo de la USFQ en la categoría Microcuento.

11. Ricardo Andrés Pacheco Cruz Edad: 32 años Ciudad de nacimiento: Quito Profesor de Literatura en el colegio Bethlemitas de la ciudad de Quito. Escribí Mutar, originalmente, para 1 actividad de teleeducación con mis estudiantes de bachillerato en la que debían imaginar la continuación del relato antes de leer la parte final. Cuando les conté de la publicación digital Tiempos de Pandemia y Encierro les encantó. Entonces, traté de obligarles a escribir la reseña, pero se amotinaron: “Ahora como buena jefa (le llamo jefa a Paola Ojeda, presidenta del Consejo Estudiantil 2019-2020) le digo que se ponga a trabajar más duro que nunca y siga adelante que va a lograr sacar esa reseña de 300 palabras. Fue preparado para este


141 momento, no hay tiempo que perder. Hoy es el día de descanso (justo 13 de abril, día del maestro, aunque yo prefiero que sea el día de la astronomía), desde mañana puede comenzar.” Antes de ese dictamen Geannine Utreras y Berenice Andrade me dieron ideas: “Es un ser humano. Es un maestro muy observador. Le gustan las aventuras y las alturas (lo dicen porque antes de la pandemia acampaba y practicaba escalada deportiva al aire libre). Le gusta hablar demasiado. Siempre tiene buenos temas para chismear. Es innovador. Se toca mucho la boca cuando habla y mueve mucho las manos (lo dicen porque me divierto en las clases y procuro que ellas también).” Me gusta contar lo que me llama la atención y que me cuenten. Disfruto aprender y enseñar por igual. Me gusta meditar al ritmo del Syrah y la Sidra con

1 botella de post-rock. Y “escribo para que la muerte no tenga la última palabra.” Odysséas Alepoudélis.


142 12.

Valeria Ponguillo

13.

Mauricio Montenegro Zabala

Edad: 27 años Ciudad de nacimiento: Quito

Edad: 35 años Ciudad de nacimiento: Quito

Estudié Educomunicación, Arte y Cultura. Soy artista escénica desde niña (danza, canto y teatro). Trabajo en gestión cultural y desarrollo social a través del arte. También ejerzo la docencia en los campos del Lenguaje y las Ciencias Sociales. Hago rutinas cómicas para audiencias borrachas y una que otra persona lúcida que aprecia y entiende mi humor; por otro lado, hago humor institucional, el cual tiene presencia científica-investigativa. Doy clases de baile (danzas del caribe y gitanas). Gusto del canto popular cuya armonía viene de la sinceridad y de melodías callejeras.

Es licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y realizó estudios de maestría en Literatura Latinoamericana y Española en la Universidad de Buenos Aires. Trabaja como editor, creador de contenido y corrector freelance para universidades, agencias de publicidad y editoriales. Dos de sus cuentos fueron publicados en el libro Relatos para una Antología Rota. Selección de cuento latinoamericano I (2017), en Argentina, y otro en el número 11 de la revista digital Fuimos peces (2019), de México.


143 14.

Elmer Francis

Edad: 22 años Ciudad de nacimiento: Guayaquil Actualmente estoy cursando el último semestre en la carrera de psicología clínica de la UCSG. Siempre he amado la literatura, de pequeño escribía cuentos muy malos al final de mis cuadernos, los cuales terminaba arrancando para que mis padres no los vieran. Mis cuadernos de 100 hojas terminaban con menos de 50, debido a esto mis padres notaron lo que estaba haciendo y terminé castigado, ahí paré de escribir hasta el colegio, donde retomé con poesía y cuentos, aunque de igual manera terminaba botándolos. También escribí una pequeña obra la cual le gustó a mi maestro de arte y compañeros. Cuando entré a la universidad comencé

una vez más a escribir, pero no fue hace poco que he decidido publicar mis poemas y escritos en una página de Instagram que administro de manera anónima. ¿Por qué cuento esto como reseña de quién soy? Pues porque soy cada experiencia que he vivido. Nos construimos en cada momento y situación por la que pasamos. He logrado escribir debido a mi sueño de ser escritor, así que no solo soy un estudiante de psicología clínica, también soy mi sueño. Quiero ser y soy escritor.


144 15.

Diego Fuentes

Edad: 26 años Ciudad de nacimiento: Quito Nací en Quito en el año 1993, me gradué en la “Universidad Central del Ecuador” con el título de Sociólogo (2018). Actualmente me dedico a realizar tatuajes y perforaciones corporales de manera profesional e independiente en “Asmodeo Tattoo Shop” (2018). Mi vínculo con la escritura nace de un interés personal en expresar de forma artística mi pensamiento y la realidad en la cual se manifiesta mi obra. He realizado estudios literarios en la “Casa de la Cultura Ecuatoriana” (2017) con el escritor Jorge Velasco Mackenzie. También he participado en ponencias académicas para el “X Congreso de Sociología” en Quito (2015).

En otros ámbitos, he incursionado en la escena musical under-quiteña como vocalista y compositor lírico de la banda “Homicidio Sonoro” (2017) y recientemente he colaborado con la presentación del poemario “Cuando Fuimos Punks” de Agustín Guambo para la Feria Internacional del Libro en Quito (2019). En aspectos ideológicos me identifico con el pensamiento crítico hacia la sociedad actual, ya que es el fundamento de todo proceso creativo; por ende, la postura del arte como una herramienta de emancipación de la conciencia humana es un pilar en mi pensamiento y obra.


145 16.

Marco Saenz

Edad: 30 años Ciudad de nacimiento: Guayaquil Artista contemporáneo, director audiovisual y productor musical, con alta experiencia en la producción de eventos y la gestión cultural. Licenciado en Artes Visuales por la Universidad de las Artes del Ecuador. Co-creador, fundador y director del colectivo transdisciplinar “Espacix Mal/Estar” (2017 –actualidad), co-creador del espacio cultural independiente “ENTELEQUIA GALERIA” (2012 -2017) Creador de múltiples proyectos comunitarios y de difusión cultural,nacional e internacionalmente. Su obra ha sido expuesta en espacios nacionales como el Centro de Arte Contemporáneo, el MAAC, la Casa Cino

Fabiani, Manzana 14, la Casa de la Cultura de Cuenca, Casa de la Cultura de Guayaquil e internacionales como en la muestra internacional “100 carteles por la independencia” en el Wilanów Poster Museum en Varsovia (Polonia), muestra individual en Casa Búnker (Bogotá) y en la Universidad de Tolima (Colombia). “Una de las principales fuentes movilizadoras que guía mi investigación actual, es la expansión de la civilización y lo que está fuera de ella. Recorrer la ciudad desde espacios olvidados por el progreso, abordar otras existencias, que desde ahí conviven y desconfiguran el proyecto civilizatorio hegemónico. Sobre todo, planteo la indagación de un camino incierto y asignificante. Investigo y trabajo desde espacios que evidencien errores o fracasos del progreso civilizatorio actual. Lugares


146 invadidos por la naturaleza salvaje, donde un imaginario disidente existe al margen y a la vez dentro, espacios donde lo salvaje ha retomado el control”.

17.

Fer Sancho

Ciudad de nacimiento: Guayaquil Libre pensador inquieto. Rechaza los chovinismos. Estudió sociología para entender la compleja humanidad. Quiere ser doctor en estudios de género para seguir con el problema y hallar la manera de vivir juntos.


147 18.

Erika Parra

Edad: 20 años Ciudad de nacimiento: Cuenca Para el mundo soy La Ferka; estudiante de cine, fotógrafa amateur, escritora en construcción y artista por decisión. Traigo las letras en las venas desde los cinco y las ganas de vivir por el arte desde los quince. De cuna cuencana, criada entre iglesias, costumbrismos, 4 ríos y el frío de El Cajas. Aunque el cine me atrajo por su compendio de las artes, prefiero las relaciones de la producción y dirección, ya que mi humor resulta anacrónico al nivel de ansiedad que tengo con mi responsabilidad al trabajar. Mis veinte años de vida me han llevado al feminismo y la lucha social,

esto se refleja en mi trabajo audiovisual y literario. Vivo de hallar la belleza entre el caos, también el grito de fuerza en cualquier lado. “Ojalá encontremos algo que nos haga sentir que esto es una vida.”


148

kîkùyø ëdîtørîål


Créditos

Comparte, copia, distribuye, y comunica públicamente el contenido de esta obra.

Bajo las siguientes condiciones:

149

1. No transformar o editar el contenido 2. No utilizar esta obra para fines comerciales

Tiempos de Pandemia y encierro

Tiempos de Pandemia y encierro Colectivo editorial

Convocatoria abierta

Patricia Moreno Sixto Machado Andrés Soto

[27 de marzo, 2020]

Cierre [5 de abril, 2020] Revisión y corrección de textos Patricia Moreno Sixto Machado Publicación de seleccionados [14 de abril, 2020] Diseño editorial Andrés Soto Lanzamiento publicación [26 de abril, 2020] Coordinación editorial Sixto Machado [Quito-Ecuador]

[Quito-Ecuador]


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