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L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum Año XLVI, número 43 (2.387)
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
24 de octubre de 2014
En la conclusión del Sínodo el Papa declara beato a Giovanni Battista Montini
Gracias, querido y amado Pablo
VI
El señorío de Dios GIOVANNI MARIA VIAN
MISA
DE BEATIFICACIÓN Y CONCLUSIÓN DEL
En la comunión de los santos
SÍNOD O
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3, 4, 8
Y
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Ciertamente ha meditado y rezado largamente el Papa Francisco al preparar la homilía de la gran concelebración con la que se concluyó la tercera Asamblea extraordinaria del Sínodo de los obispos. Misa que inició con la beatificación de Giovanni Battista Montini, «cristiano valiente» que de 1963 a 1978 fue obispo de Roma con el nombre de Pablo VI, presentes —juntamente con los representantes de otras confesiones cristianas y una delegación de creyentes musulmanes— numerosísimos fieles, los presidentes de todos los episcopados del mundo, mitad del colegio cardenalicio y Benedicto XVI, el amado predecesor que el Pontífice abrazó con visible afecto al inicio y al final de la misa. Hace medio siglo, al inicio de la última fase del Concilio, Montini instituía el organismo sinodal y también de este modo acompañaba a la Iglesia por un camino nuevo y tradicional al mismo tiempo. Caminos para recorrer con confianza y sobre los cuales reflexionó su sucesor Francisco al hablar del señorío de Dios: «Esta es la novedad perenne que hemos de redescubrir cada día, superando el temor que a menudo nos atenaza ante las sorpresas de Dios» exclamó el Papa. En esta perspectiva exigente y profunda Francisco ve el Sínodo,
Una luz que brilla y da calor
Mensaje del Sínodo a las familias
«Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie». Lo recuerdan los padres del Sínodo de los obispos en el mensaje al pueblo de Dios publicado el sábado 18 de octubre, por la mañana. LUCETTA SCARAFFIA
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ante el cual —inmediatamente después de la aprobación con amplia mayoría de la relatio, el documento base que conducirá dentro de un año a la próxima asamblea— pronunció una intervención importante y fuerte. Colegialidad y sinodalidad son el método que viene de la más antigua experiencia cristiana, retomada por el Vaticano II y desde entonces lentamente madurada. Hasta la experiencia vital cum Petro e sub Petro de los últimos días, marcados por una libertad y una transparencia no comunes y que son aseguradas por el Papa, «garante de la obediencia y la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios» recalcó de forma inequívoca el Pontífice. Francisco no tiene miedo a las tentaciones, opuestas entre ellas: durezas inútiles o laxismos superficiales. Al contrario, «me hubiese preocupado mucho y entristecido si no hubiesen estado estas tentaciones y estos animados debates» dijo explícitamente, reafirmando que nadie en el Sínodo puso en duda «las verdades fundamentales» del sacramento matrimonial. Y con claridad rechazó esas lecturas —periodísticas y no («comentaristas, o gente que habla», puntualizó), más interesadas en formar partido y mucho menos en dar cuenta de la realidad— que «imaginaron ver a una Iglesia en disputa». Al Papa le interesa sobre todo su tarea, que es —destacó— la de recordar a los pastores de la Iglesia su deber: alimentar al rebaño y «tratar de acoger» a las ovejas que se han extraviado, añadiendo intencionalmente de haberse equivocado al expresarse y que en lugar de «acoger» hay que decir «ir a buscarlas». Y es esta la preocupación constante de Bergoglio, que pide a los cristianos que no permanezcan cerrados en sí mismos sino que salgan al mundo para testimoniar y anunciar el Evangelio. Siguiendo el ejemplo de Cristo, el modelo de los pastores, «abierto a todos, atento a los cercanos y solícito por los alejados».
Mensaje para la Jornada mundial de la alimentación
El hambre amenaza la paz PÁGINA 11