Nueve cuentos escritos por Mujeres
Nueve
cuentos escritos por Mujeres
Estapublicaciónesproducidaconelapoyodelestímulodel
ProgramaEsCulturaLocal,otorgadoporelInstitutoDistritaldelas Artes–IDARTESylaAlcaldíaLocaldeUsme.
TituloOriginal:PuentesdeEncuentro,NarrativasdeUsme donde laNaturalezaTejeHistorias
EdiciónyDiseño:ÁngelaManrique
Impresiónyencuadernación:DigitalStiloHouseS.A.S.
PRIMEREDICIÓN
BOGOTÁ,MARZO2024
FundaciónKharmino CulturadePazdesdelasPequeñasAcciones
ISBN:978-628-96252-0-2
@kharmino ong
BibliotecaItinerantePalabradeMujer mulierumverbum@gmail.com
FUNDACIÓN
Kharmino
Palabrade Mujer
Presentación
La cartografía literaria en clave de equidad en Usme se revela como un proyecto de construcción colectiva que ha logrado trascender la mera representación geográfica para convertirse en un ejercicio profundamente enriquecedor.
En este proceso, destacamos la participación activa de mujeres diversas cuyas historias, lejos de ser relegadas, se han erigido como los pilares fundamentales de esta narrativa cartográfica. Este fenómeno, que surgió de manera natural y espontánea, ratifica el rol crucial de las mujeres como las verdaderas tejedoras de historias en nuestra sociedad. A través del concurso de cuentos geográficos, hemos logrado no solo reconocer el territorio usmeño, sino también impulsar un sentido de pertenencia y empoderamiento entre las participantes.
Este ejercicio ha sido una celebración de la diversidad, la creatividad y la capacidad de expresión de todas las personas, reconociendo que cada una de nosotras tiene algo importante y valioso para compartir con el mundo. Expreso mi profunda gratitud hacia todas las participantes por creer en sus capacidades y por su genuina intención de contribuir a este proyecto tan significativo.
Ángela Manrique
Cartógrafa - Tallerista
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DEDICADO
a todas las mujeres que, con su historia, han sido fundamentales en la construcción de nuestra realidad actual; a las mujeres que trabajan incansablemente en las montañas de Usme; y a todas las mujeres diversas que contribuyen a la construcción de la paz en nuestro territorio con humanidad y respeto. Su valioso aporte es un paso adelante. Seguiremos trabajando para lograr la igualdad de género que todxs merecemos."
Las Autoras
¡Bienllegada! a la casita de montañas
llá en lo alto de la montaña de Usme, pu ´ allá rodeada de purita naturaleza todavía verde , estoy viendo una casita de madera.
Es chiquita pero acogedora, aunque siento vergüenza viendo un jardín descuidado, invadido por residuos de basura. Un oloroso eucalipto yace tirado cerquitica, como un recordatorio de la fragilidaddeesteentorno.
Pienso en como este año bisiesto, es un presentimiento agreste en los pechos de <<a quien no han cuidado>>, si es como una soberbia pa' castigar el daño de los campos, incluyendo a las rosas, la deidad del campesino. Observo entonces la propia flora del páramo,desafiandolasadversidadesdelclima.
El calor anuncia que el verano está a la vueltica de la esquina, y aquí en la soledad no hay nadie que me diga nada. ¡Ay, las flores sontestarudascomounomismo!
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A
Cuando cae el sol, el cielo se pone gris en la ciudad, pero los árboles siguen verdes aquí arribita, aunque hayan rastrojos quemados, que parecen sangre seca. El monte arrugado refleja mi propio corazón, y el polvo del camino parece toser en el aire. ¡Cof, Cof!
Parece que la gente se ha olvidado de cuidar este lugar. Escucho la campana del rebaño sonando a lo lejos.
De repente me doy cuenta de que todo era un berraco sueño. Una imagen que reflejó mis propios sentimientos reboniticos sobre este lugar tan querido de la vereda Curubital.
Eso fue como despertar, que luego me encuentro en mi jardín del Barrio la Huerta. Disque colando el sol en la Huerta que tenemos con mi madrecita, quitando las hojas que no le sirve, un berriondo ventarron me quita el sombrero y el solecito me acaricia la jeta mientras me la quema, como los buenos amores. Me levanto como a carrera tendida, todavía sintiendo el refriego de las emociones. ¡Un sueño!.
Miro a mi alrededor y veo que la chinamenta está preciosa jugando; parecen las flores, lucen su infancia sabia con orgullo y el olor a eucalipto llena el aire, pues una vecina se encuentra limpiando la casa.
Me agarra la pensadera, que jue ese sueño. ¿Será que mi porra me quiere decir algo? Quizás es un llamado pa prestar más atención a lo que me rodea, pa valorar la belleza natural y cuidarla bien.
Decido dar un paseo por el barrio la Huerta. Observo cada detalle con nuevos ojos: los colores vivos de las flores, el zumbido de las abejas revoloteando y la paz que se siente en general. Es que eso nadie dijo esta boca es mía y que uno se comprometa a cuidar la
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vainas, eso, tratar mejor este pedacito de territorio que tanto quiero. No, mano uno siente conexión berraca con la tierra y una gratitud renovada por todo lo que me regala. Eso, los sueños como dicen las abuelas “ un sueño mija es un recordatorio claro de lo importante” y lo que hay es que preservar y apreciar la bellecera natural que nos rodea. Al final del día, me jarto un tinto cuando el sol se esconde pu ´ allá detrás de las montañas del páramo de Sumapaz y digo:
¡Ay ojalá no lo queme más!
Yulith Martínez
33 años
Vereda El Uval
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Caracol Juanito
había una vez un caracol llamado Juan husmeando por Usme. Este caracol tuvo el placer de conocer a los niños del colegio Gabriel García Márquez. Estuvo feliz de verlos y jugó con ellos durante un largo rato. Al caer la tarde, dijo el caracol Juan: "Yo me iré a las escuelas rurales de Usme Allí los niños son más pequeños, así que cuidaré de no ser pisado, ya que corren mucho".
Al llegar a las escuelas rurales, Juanito el caracol dijo: "Muy buenos días". La profesora Lucy, que estaba en clase, respondió: "Contesten el saludo", y en ese momento, todos al unísono dijeron: "Muy buenos días, caracol Juanito". El caracol les dijo que pasaba a visitarlos y con él llevaba libros y colores para obsequiarles. "Miren lo que les traje, niños, para que estudien mucho y hagan realidad sus sueños". Los niños recibieron con auténtica alegría los obsequios de Juanito el caracol y mientras abrían cajas de libros, decían: "Ya sueños". Los niños recibieron con auténtica alegría sueños". Los niños recibieron con auténtica alegría los obsequios de
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de Juanito el caracol y mientras abrían cajas de libros, decían: "Ya tenemos con qué alimentar la biblioteca, con libros para hacer nuestras tareas y viajar a mundos mágicos de flores, aves y naturaleza" La profesora añadió: "Sí, sí, no solo eso, niños, además estos libros nos servirán para fomentar la lectura aquí en la vereda". "Gracias, Caracol Juanito", replicaron todos.
Mientras tanto, Juanito se maravillaba con el paisaje. "Aquí hay muy buena vegetación, se respira aire puro. ¿Puedo quedarme con ustedes?" Los niños y la profesora aceptaron encantados, y así comenzó a crecer en armonía la comunidad de la vereda en la zona rural de Usme
Clementina Carpintero
68 años
UPZ Gran Yomasa
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La Estación del Arte Estación
Max miró con admiración los muros de "La Estación del Arte", donde el pasado gris de la antigua estación de policía se desvanecía bajo los trazos vibrantes de los murales que ahora adornaban cada superficie. Colores brillantes se entrelazaban con la historia que latía en cada ladrillo, creando un lienzo de esperanza sobre el lienzo del pasado. El aroma a pintura fresca y madera trabajada inundaba el aire, impregnando el ambiente con la promesa de nuevos comienzos.
Es increíble lo que han logrado aquí , susurró Max para sí mismo, sus ojos brillando con una mezcla de asombro y gratitud. Mientras se adentraba en el interior, el sonido de la música flotaba en el aire, mezclándose con las risas y los murmullos de los artistas y artesanos que trabajaban juntos en perfecta armonía. Max se detuvo un momento para observar a su alrededor, dejando que la energía creativa del lugar se filtrara en su ser, disipando momentáneamente las sombras de su ansiedad.
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De repente, una voz familiar lo sacó de su ensimismamiento. Era Maya, una joven artista con la que había entablado una amistad desde que se unió al proyecto de renovación.
¡Hola, Max! ¿Cómo te sientes hoy? , preguntó Maya con una sonrisa cálida, sus ojos llenos de genuino interés por su bienestar.
Max asintió, forzando una sonrisa que no llegaba del todo a sus ojos. Estoy bien, Maya. Solo un poco nervioso, ya sabes , respondió, tratando de ocultar la oleada de ansiedad que amenazaba con abrumarlo.
Maya colocó una mano reconfortante sobre su hombro, transmitiéndole un sentido de calma con su simple gesto de apoyo. Estamos todos aquí para ti, Max. Juntos podemos superar cualquier obstáculo , dijo con suavidad, sus palabras resonando en el corazón de Max como una melodía tranquilizadora.
Antes de que Max pudiera responder, el sonido de un estruendo repentino rompió el ambiente tranquilo. Todos se volvieron hacia la entrada, donde el vehículo que los llevaría al evento se encontraba atascado en el barro, sus ruedas girando en vano en un intento desesperado por liberarse.
El pánico amenazó con apoderarse de Max cuando sintió el peso familiar de la ansiedad aplastándolo una vez más. Pero entonces, algo inesperado sucedió. Un impulso de determinación surgió dentro de él, alimentado por el vínculo que había formado con sus compañeros y la promesa de un futuro lleno de posibilidades en La Estación del Arte.
¡Vamos, chicos! ¡Podemos hacer esto juntos! , exclamó Max, su voz resonando con una confianza que no sabía que poseía.
Con un esfuerzo conjunto, el grupo se lanzó hacia el vehículo, empujando y tirando con todas sus fuerzas hasta que finalmente
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finalmente lograron liberarlo del lodazal que amenazaba con detener su progreso. En medio del caos y la confusión, Max se sintió vivo de una manera que nunca había experimentado antes, su corazón lleno de gratitud por la fortaleza y la solidaridad de sus amigos.
Cuando finalmente llegaron al evento, Max se encontró rodeado de rostros sonrientes y aplausos de admiración. Aunque sabía que no había sido él quien había tomado la iniciativa para resolver la situación con el vehículo, el sentimiento de haber contribuido de alguna manera al esfuerzo del equipo lo llenó de satisfacción. Saber que había sido una parte valiosa del esfuerzo conjunto le dio una sensación de logro y pertenencia que no había experimentado antes.
Y así, entre risas y abrazos de felicitación, Max supo que, aunque el camino hacia la recuperación aún sería difícil, ya no caminaría solo. Porque en La Estación del Arte, había encontrado un hogar donde su verdadero ser podía florecer, donde la música y la naturaleza se entrelazaban en una sinfonía de vida y renovación. Y en ese momento, Max supo que todo sería posible.
Karin Lyubov Naranjo “Max”
17 Años
UPZ Gran Yomasa
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La Pequeña de Saco Azul
Cuando esto sucedió, Verónica era una niña que vivía en Usme, en la zona rural. El aire puro de las montañas y el sonido de los animales formaban parte de su vida cotidiana. Verónica, la niña de saco azul, irradiaba nobleza e inteligencia a sus ocho años. Su cabello oscuro, generalmente recogido en una trenza simple, enmarcaba un rostro lleno de curiosidad y determinación. Sus ojos, profundos y expresivos, reflejaban una sabiduría más allá de su corta edad, como si hubiera visto y experimentado mucho más de lo que sus años podrían sugerir. A pesar de las limitaciones impuestas por la vida rural, Verónica amaba profundamente su entorno, encontrando belleza y conexión en los campos, las montañas y los arroyos que rodeaban su hogar.
Sin embargo, detrás de su apariencia serena y su amor por la vida rural, Verónica llevaba consigo una pesada carga, un hecho
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hecho traumático que marcó su vida para siempre. Aunque reservada al respecto, aquel evento la sobresaltaba con pesadillas recurrentes, reviviendo el horror y la angustia que sintió en aquel momento.
Un día, mientras iba por las ovejas, se encontró un libro que despertó su curiosidad. Estaba lleno de dibujos, colores vibrantes y letras grandes, lo cual la atrajo de inmediato. Al volver de su labor de pastoreo se encontró con Transito, su vecina. Transito era una mujer amable y de gran calidad humana. Las arrugas de su rostro reflejaban la experiencia de años de trabajo en los campos: surcos suaves que contaban historias de sacrificio y resiliencia, siempre vestía con ropa cómoda y práctica, adaptada a las labores del campo.
A pesar de ser una vecina, para Verónica, Transito era como una segunda madre. Su presencia era reconfortante, como un faro de luz en medio de la oscuridad. Siempre estaba dispuesta a acompañar a Verónica en las jornadas de cultivo, enseñándole los secretos de la tierra y compartiendo sabiduría acumulada a lo largo de los años. Su amor por la comunidad y su deseo de ver a Verónica alcanzar su potencial la convertían en una figura indispensable en la vida de la niña.
¡Mira lo que encontré! dijo Verónica a su vecina. ¡Un libro!
Tránsito, al ver lo que traía en sus manos, le respondió: ¿Un libro? ¿Dónde lo encontraste, Verónica?
Verónica se dispuso a explicarle mientras jugaba con sus cabellos: Estaba cerca del arroyo, entre las piedras. Tiene muchos dibujos y palabras que no conozco, pero me encantaría aprender a leer.
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¡Qué maravilla! exclamó su vecina . Yo tampoco sé leer, pero podríamos aprender juntas.
Esto hizo que Transito inscribiera a la niña de saco azul en la escuela y se ofreciera a llevarla en el único burro de la aldea.
Con esfuerzo y dedicación, Verónica y Transito lograron aprender a leer, descubriendo así el poder de las palabras y sus significados.
Verónica, tras leer "El Principito", encontró paz interior y reflexionó sobre las disputas entre adultos por el poder y la razón. Sin embargo, la preocupación de sus padres por la sequía, los fenómenos climáticos y los conflictos familiares invadían su mente.
Departiendo una tarde con su vecina, Verónica preguntó: ¿Por qué no puede ayudar también en el trabajo? a lo que la mujer le respondió: Tu padre, Arnulfo, cree que las mujeres deben ocuparse del hogar.
La niña insistente replicó: Pero si todos colaboramos, podríamos hacer más.
Es complicado, Verónica. Pero sigue estudiando, quizás encuentres respuestas en los libros.
Verónica terminó la escuela secundaria y decidió continuar su educación. En su camino, se encontró con una mujer que distribuía el periódico local, "Olympia", donde encontró respuestas a sus preguntas. A pesar de las discusiones con su padre sobre estudiar en la universidad en la ciudad, Verónica decidió enfrentar a sus padres: Papá, quiero ir a la universidad en la ciudad, ¡Hay tanto que aprender y hacer por nuestra comunidad!
¿Y quién va a cuidar de tu madre y de tu hermano si te vas?
le preguntó Arnulfo al escuchar su deseo.
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Podemos organizarnos papá, juntos somos más fuertes . Esto lo decía mientras reflexionaba sobre las decisiones ajenas que tuvo que asumir.
La urgencia de la escasez de agua y la necesidad de diálogo comunitario sobre la crisis agrícola se volvieron más evidentes en una reunión comunitaria. Verónica reconoció la importancia de conservar los recursos naturales y la necesidad de empatía y solidaridad.
Necesitamos unirnos para proteger nuestras tierras y recursos señaló aquel día Verónica.
Pese a todas las dificultades y a la reticencia de su padre, Verónica logra ir a la Universidad y gracias a su pasión por la lectura y la escritura decide compartir su historia para inspirar y proteger a otras mujeres y niñas, promoviendo la igualdad de género y el respeto mutuo, ya que el camino hacia la equidad se construye paso a paso, sin causar daño a otros.
Al pasar de los años, Verónica desarrolla su resiliencia y ya siendo madre, en compañía de su hijo, Verónica se compromete a crear un mundo donde todos, independientemente de su género, puedan florecer y ser respetados. En su corazón, Verónica sabe que cualquiera puede ser la próxima "pequeña de saco azul".
Paola Zúñiga
28 años
UPZ Danubio
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No estaba en el sitio equivocado, estaba en el sitio indicado
oissen se encontraba rodeada de montañas, el canto de las aves y el rugir del río después de un fuerte aguacero, sintiendo el aroma a tierra mojada. Con los ojos vidriosos y anhelando llorar, pues su padre, Don Juan, un hombre campesino honesto y de buenos sentimientos, pero con costumbres machistas, creía que los hombres debían trabajar en el campo y las mujeres ocuparse de las labores del hogar. A Joissen le encantaba dibujar, leer y escribir composiciones y poemas alusivos a la naturaleza, ya que amaba vivir en el campo, especialmente en su vereda Agua linda Chiguaza, que ella llamaba "Luna Ondulante".
Recostada en el pasto húmedo, con los más grandes anhelos de surgir sin dejar lo que más amaba, Joissen conoció a un joven alto, robusto, de ojos verdes, del cual se enamoró por sus
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sus detalles, cartas, poemas y rimas. El joven estaba en la vereda porque estaba prestando el servicio militar y era de origen urbano. Joissen se sintió identificada al encontrar a alguien que compartiera sus mismos gustos e importancia por sus escritos. Al conocer su mundo, su familia, su vida y su entorno urbano, Joissen sintió un cambio en el ambiente; al respirar, el aire parecía más pesado, con el humo de los carros y el olor a basura. Caminando por las calles del barrio Santa Marta, se sentía observada por personas con diferentes formas de vestir, algunos con cigarrillos o objetos punzantes buscando hacer daño a otros. La casa del joven estaba cerca de una comisaría de policía, donde, al caer la oscura noche, se escuchaban lamentos, gritos y silencios, lo que le generaba miedo y angustia.
Solo pasó una noche en la casa del joven y al amanecer extrañó el despertar en su hogar, donde el canto de los pájaros, el sonido del río y el rugir del viento eran parte de su rutina diaria. Ahí entendió que siempre había estado en el sitio indicado, en su hogar, en su vereda, y comprendió que cada uno puede generar cambios en su entorno. Desde el hogar, se pueden enseñar nuevos valores a los padres, como que pensar diferente no te hace diferente ni revolucionario, y que las mujeres no están limitadas al rol de madre, esposa o compañera, sino que también pueden expresarse a través de escritos, dibujos y otras formas artísticas, incluso obteniendo gratificación económica.
Don Juan, anhelando que su hija no se fuera de casa y contradiciendo sus sentimientos, apoyó a Joissen al verla tan enamorada, respetando sus decisiones, su forma de vestir y de expresarse. En su finca, comenzaron a exhibir los dibujos,
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escritos, pinturas y manualidades de Joissen, además de dictar talleres de arte y cultura, enseñando a las mujeres campesinas el verdadero valor de la libre expresión, con el objetivo de conservar la tradición campesina, pero eliminando estereotipos y costumbres machistas.
Acompañada por aquel joven, Joissen regresó al barrio Santa Marta, donde vivía el joven, y se encontró con que la casa oscura y llena de miedo había sido transformada en un hogar lleno de colores y risas de niños. Los jóvenes ahora tenían balones en sus manos, así como lápices y pinceles, reflejando un cambio positivo en el ambiente.
Jenny Páez Rubio
35 años
Vereda Agualinda Chiguaza
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Perifería
Por la mañana, el bullicio interrumpió su largo sueño blanco antes de que los pájaros entonaran sus melodías o los rayos del sol se asomaran tras las montañas para calentar su nebuloso cuerpo. ¿De dónde provenía aquel estruendo copioso, como una quebrada en invierno, como un aguacero estrellándose contra cada ventana existente, como un coro de hormigas donde cada una tararea una canción diferente?
—¿Quién se aventuró hasta la misma periferia de la ciudad Grande para despertarme en mi propio lecho? se preguntó mientras luchaba por abrir los ojos.
Con dificultad, comenzó a levantarse y descubrió a los culpables de tal alboroto: una multitud de personas que iban y venían frenéticamente, martillando las faldas de la montaña.
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Personas que ladraban mientras perseguían buses atiborrados, personas que ladraban camino a los colegios, personas que ladraban desde sus casas maltrechas, y perros ladrando de hambre tras esas personas que, quizás, también ladraban de hambre.
Jamás pensó que llegarían hasta el lugar más remoto y olvidado, donde el agua sueña hasta que despierta en los grifos y en las bocas de la gente. Pero ya la habían despertado a ella, a la montaña, al frailejón y al agua que habitaba en todos. En un gesto de rabia y sorpresa, se abalanzó cuesta abajo sobre los techos de las casas, las calles y los escasos árboles entre la masa de ladrillos, dejando una estela blanca a su paso y a las personas temblando de frío.
Quería entender por qué, sin permiso, todos subían al lugar más sagrado de la ciudad Grande, La Periferia, perturbando los sueños verdes del agua. Descendió hasta el límite de la montaña. El viento cruel comenzó a llevarse parte de su rostro y de sus etéreos recuerdos, solo para constatar que a la ciudad Grande ya no le cabía más gente ni más tentáculos en sus tentáculos.
Entonces, ascendió antes de ser desvanecida por el viento y, divisando a lo lejos más casas y más gente cubriendo más montañas, se apresuró a recorrerlas. Deslizándose entre calles y senderos, se percató de que La Periferia tenía un tono triste, acaso debido a los colores de cosas muertas que cubrían el territorio: asfalto, ladrillos, pastos y árboles secos, o a los rostros de personas desprovistos de felicidad, o al rojo brillante emanando desde el matadero, donde los lamentos no pueden ser escuchados. Ante el silencio de la muerte, no hay palabra que consuele.
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El panorama era desolador Sintió deshacerse en hilos, hasta que por un camino empedrado vio a una abuela con las manos teñidas de rojo, repletas de fresas. La siguió hasta su casa llena de libros.
Allí comprendió que la gente en la falda de la montaña no sólo perturbaba el sueño, sino que también sembraba vida en la tierra y en las hojas de aquellos libros.
Conmovida, se alzó en una danza vaporosa, mojó los campos muertos, tomó todos los libros de la casa y con delicadeza los hizo levitar, para llevarlos a cada ventana, puerta y calle de La Periferia, pues supo que la palabra también era como el agua: guardaba vida.
Kelly González
33 años
UPZ Ciudad Usme
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Recuerdos en el Lago
Capítulo 1: El Encuentro
En lo alto de las montañas, donde los picos rozaban las nubes y el viento soplaba con fuerza, nacía un pequeño arroyo. Dos gotas de agua, una proveniente de la nevada cima y la otra de un manantial escondido entre las rocas, se encontraron en su descenso hacia el valle.
La primera gota, llamada Aurora, era tranquila y soñadora. Había visto muchos lugares durante su viaje desde la cumbre, pero ninguno como el valle que se extendía ante ella. La segunda gota, llamada Leo, era más aventurera y curiosa. Había recorrido diferentes arroyos y riachuelos antes de encontrarse con Aurora.
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Al principio, las gotas conversaban tímidamente mientras caían juntas por el lecho del arroyo. Pero a medida que compartían sus experiencias y sueños, comenzaron a sentir una conexión especial entre ellas.
"Es increíble cómo un lugar, un aroma, un paisaje, un sonido te remonta a un instante del pasado", dijo Aurora, recordando el brillo del sol sobre la nieve recién derretida en la cima de la montaña.
"¡Sí!," exclamó Leo emocionado, "recuerdo cuando me deslicé por las hojas de un helecho gigante y salí disparado por una cascada. ¡Fue una experiencia inolvidable!"
Ambas gotas continuaron su conversación mientras descendían por el arroyo, compartiendo historias y risas a medida que se acercaban al valle.
Capítulo 2: El Lago de los Recuerdos
Al llegar al valle, Aurora y Leo se encontraron con un paisaje deslumbrante. Un lago de aguas cristalinas se extendía ante ellas, rodeado de árboles frondosos y majestuosas montañas. El aire estaba impregnado con el dulce aroma de las flores silvestres y el canto de los pájaros llenaba el ambiente.
Es como si estuviéramos en un lugar mágico", susurró Aurora, maravillada por la belleza del lago.
"¡Sí!," coincidió Leo, "este lugar es realmente especial. Siento como si el tiempo se detuviera aquí".
Las dos gotas se deslizaron suavemente hacia la superficie del lago, donde se unieron a las aguas tranquilas y se sumergieron en su profundidad. A medida que exploraban el lago, descubrieron que cada rincón guardaba un recuerdo diferente.
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En una orilla, encontraron el reflejo del sol brillando sobre las aguas, recordando los días de verano en la cima de la montaña. En otra orilla, descubrieron el murmullo del viento entre los árboles, evocando los susurros de las hojas mientras descendían por el arroyo.
"Es como si cada parte de este lago guardara un fragmento de nuestro viaje", dijo Aurora, asombrada por la conexión entre los recuerdos y el paisaje.
"¡Es increíble cómo un lugar como este puede transportarnos a instantes del pasado!," exclamó Leo, emocionado por la magia que envolvía el lago
Juntas, Aurora y Leo nadaron por las aguas del lago, explorando cada rincón y sumergiéndose en la serenidad del momento presente.
Capítulo 3: El Regreso a Casa
Después de un tiempo, Aurora y Leo decidieron que era hora de regresar a casa. Aunque habían disfrutado de su tiempo juntas en el lago, sabían que debían continuar su viaje por el mundo.
“Ha sido maravilloso compartir este momento contigo", dijo Aurora, abrazando a Leo con cariño.
"¡Sí!," respondió Leo, devolviendo el abrazo, "nunca olvidaré nuestra aventura en este lago de recuerdos".
Con una última mirada al paisaje que los rodeaba, Aurora y Leo se despidieron del lago y emprendieron el camino de regreso hacia las montañas. A medida que ascendían por el arroyo, llevaban consigo los recuerdos de su tiempo juntas y la promesa de nuevos encuentros en el futuro.
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Al llegar a la cima de la montaña, Aurora y Leo se separaron, cada una continuando su viaje por caminos diferentes. Pero sabían que, aunque estuvieran separadas, siempre llevarían consigo el recuerdo de su amistad y la magia del lago de los recuerdos.
Y así, entre las montañas y el agua, la historia de Aurora y Leo se convirtió en una leyenda que perduraría por siempre en la memoria de aquellos que la escucharan.
Mary Mosquera
35 Años
UPZ Gran Yomasa
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Sembrando Sueños: el legado de Santiago
n el corazón del Valle Verde, entre los verdes campos de Usme, la vida pululaba en cada rincón como una sinfonía de colores y sonidos. Santiago, desde su infancia, había encontrado un hogar en este paisaje exuberante, donde la tierra misma parecía palpitar con vida.
¡Mira, mamá! exclamaba Santiago con los ojos brillantes, señalando hacia un grupo de mariposas revoloteando alrededor de una flor recién florecida.
—Son hermosas, ¿verdad? —respondía su madre con una sonrisa cálida . La naturaleza nos regala tesoros como estos todos los días.
Santiago creció con un profundo respeto por cada ser vivo que habitaba su entorno. Su conexión con los animales y la tierra era innegable, como si hablaran un lenguaje secreto que solo él podía entender.
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Un día, mientras ayudaba a su padre en el campo, Santiago compartió con entusiasmo un sueño que había estado acariciando en su corazón desde hacía tiempo.
Padre, ¿te imaginas si pudiéramos construir un colegio aquí en el Valle Verde? Un lugar donde todos los niños puedan aprender y crecer juntos, respetando y cuidando la naturaleza que nos rodea.
El rostro de su padre se iluminó con una mezcla de orgullo y admiración.
¡Eso sería maravilloso, hijo! respondió emocionado . Pero construir un colegio no es tarea fácil.
Con el apoyo de sus vecinos, comenzaron a trabajar unidos, cultivando la tierra y cuidando cada árbol y animal como si fueran tesoros vivientes. Cada día, el Valle Verde cobraba vida con la labor de manos entusiastas y corazones generosos.
Con el tiempo, el colegio rural comenzó a tomar forma, como un sueño que se materializaba lentamente. Los niños del Valle Verde aprendían no solo de los libros, sino también de las estaciones, de los ciclos de la vida y del respeto por el entorno que los rodeaba.
¿Cómo se llama esta flor, maestro? preguntaba un niño, señalando una planta silvestre que crecía junto al sendero.
Esa es la flor del campanario, Luis respondía el maestro con una sonrisa . Es una de las muchas maravillas que la naturaleza nos regala.
Los campesinos compartían sus conocimientos con los maestros, creando un lazo único entre la comunidad y la escuela. Santiago veía con orgullo cómo su sueño se había convertido en un faro de esperanza y aprendizaje para todos.
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Llegó el día de la inauguración y el sol brillaba con fuerza sobre el Valle Verde. La comunidad se reunió para celebrar este logro conjunto, agradeciendo a la tierra por su generosidad y a Santiago por su visión.
¡Bravo, Santiago! exclamó uno de los ancianos del pueblo, levantando su sombrero al cielo . Gracias a ti, nuestros niños tendrán un futuro brillante y lleno de oportunidades.
Los niños cantaban, los pájaros revoloteaban y el viento susurraba palabras de felicidad. En medio de la celebración, Santiago se encontró rodeado de personas que lo abrazaban y felicitaban por su valentía y determinación.
Y así, en Valle Verde, la naturaleza y el apoyo entre campesinos y gente rural crearon un legado de armonía y respeto, donde el amor por la tierra y la educación se entrelazaban para construir un futuro brillante y sostenible para las generaciones venideras.
Agripina Manrique
72 años
UPZ Gran Yomasa
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Usme: Calles y Encuentros en Rimas Disconsonantes
Cuando a cartografiar se atreve se inquieta, pero no se retracta. Dice que la vida es bella, no porque se trate de una cuestión fácil. Sabe que en ocasiones la vida es agreste, piensa para sí: duele gozar de derechos que en el papel son bellos y si no tienes dinero para costearlos, ¡desaparecen! .
Sin embargo, se mantiene en su postura y lo pregona: la vida es bella, que nadie te diga lo contrario; ¡sonreír es gratis y revoluciona estados del alma! .
Ella de cabo a rabo Mujer, con varios años encima y muchos más por venir, pelo loco y revuelto, 1,56 de alto, ajena a las multitudes, contradictoria, amiga de las palabras, buscadora a medias del silencio, amante de la naturaleza, psicóloga por formación, artista por obstinación, escritora sin remedio.
Tonta para la cocina. Adicta al café en las mañanas y al arroz
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en todos los almuerzos. Bibliófila, insomne, renuente a las largas esperas, emotiva, turista de barrios y calles, fotógrafa por atrevimiento; quiso atreverse un día a postular sus ideas, y cuando no lo sospechaba, se dio cuenta que gano, y así empezó su travesía, cuando por momentos no se creía adecuada, suficiente, ni mejor.
Estuvo andando por territorio Usmeño: es verdad, es un extenso lugar, sí, es grande se decía al caminar. Calles, callejuelas, plazas, cuadras, parques. El imaginario colectivo la fragmenta en UPZ cuando hoy no hay tales; ahora estamos segmentados en UPL. Pensaba cuando cursaba febrero al caer las tardes: es complejo, difuso y a veces inexplicable que si Plan, que si de Ordenamiento, que si Territorial, el documento se jacta de encuentro y conversa, pero es limitado su alcance , y al leer las respuestas que llegaban a su correo concluyo: Ya está, ahora en Bogotá somos en 33 unidades .
Al terminar su tarea, una mañana de marzo, se abandonó a la escritura, y sin ahorrarse palabras soltó lo que de su mente brotaba:
¡Bogotá eres todo un cardenal a mis quereres!, el angosto embudo para entrar a Usme es un castigo todo menos divino para nosotros, los lugareños. Yo, lo pienso al salir hacia otras localidades y me adolece pensar en la peripecia para regresar; son calles y calles de regreso. ¡Uh!... Corre el tiempo, vuela el segundero y el autobús no se mueve, en Santa Lucía, el sudor rueda por mi frente. Tres mil ya cuesta el pasaje, ¡Ay, a mi bolsillo le pesa!, lo confieso sin vergüenza: para transitar entre UPZ, mi alternativa es colarme. ¡Sí, me resbaló entre torniquetes y puertas!, y es que no voy a robar, tampoco a causar mal a alguien; lo mío es tejer causas, activar acciones, hacer que la injusticia, aunque sea un poco, cambie .
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Recordó a la señora de la tienda Mirador, con su rostro quemadito por el sol y esa mirada serena: fue ¡tan gratamente amable! Nos prestó su baño, ¡uy qué sí se lo agradeció mi vejiga y también la de mi madre! . y no logro dejar de preguntarse: ¿Cómo hará para sortear la vida desde esa montaña solariega?, ella que vende cerveza mientras pasan por su abandonada grieta turistas perdidos como yo, labradores de la tierra, como el señor que fue a estibar el carro que se resistía a pasearme .
Otro día, acompañada de un café ya cuando se disponía a acostarse, concluyó: Sí, Usme es grande, creo que no me alcanzará la vida para husmear sus andenes, morder esquinas, esquivar, el rifirrafe entre vendedores ambulantes, y el estruendo de cornetas por la Carrera 14, que antes de la picota fue la troncal Caracas y ahora es travesía para quienes trabajan en el norte y suben a pie la empinada cuesta hacia La Flora, Chuniza, Agualinda (…) cuando el portal de Usme es cerrado y el Usmeño, a dos pies, ¡ande que ande, trabaje que trabaje, hágale paso a la vida que para la inercia hoy es tarde !.
Disfruto de su experiencia rural, de las calles, curvas y valles, se encontró con un Gargamel taxista siempre puntual para traerle y llevarle. También contó con mujeres de diferentes historias y edades, que sin escatimar esfuerzos quisieron una mano echarle. Decía ella hace un tiempo: la vida rural es chévere , hoy gracias a su experiencia sabe que antes que nada la labor del campo es importante, de ahí su empeño por conocer, entender, y valorar, esa montaña que atisba a lo lejos desde su cuadra, ya que en su ceno abriga el agua que vida sabe inyectarle.
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Alguna vez departiendo le compartió a algún colega, que hubo una casa oscura que abandono su amargura para forjar la cultura y en sus sueños acompañarle; que estuvo en el rincón de Jorge Velosa el compositor, en una Escuela de Arte. Y en la casita encantada de la señora Losana, quiso un ratito más quedarse; pero a causa del itinerario tuvo que retirarse. ““Reconocerme merecedora y con derechos” esa enseñanza supo llevarse.
Desde allí partió para IDDEAS y de unas cuantas palabras se florecieron sonrisas para el recuerdo de muchas cámaras que venían a mirarle. Y allá por el Danubio, cuando su mal de ubicación ya amenazaba con alocarle, fue Lina, la sabedora, la que vino a rescatarle.
¡Toc, toc, toc!, el bus surcaba la trocha, ella perdida e insolada; el conductor de la ruta conocedor, al rincón de Arrayanes fue a dejarle; allí le dieron yogur y se estrelló con los ojos en flor de una mujer campesina que tendrá que ir luego a charlarse. De camino en la montaña, otra señora con botas quiso en su casa alojarle, pero tenía para su vida una cuestión importante; ya paseará por su huerta y si está ocupada va a esperarle. ¡que sí!, que quiere meterse a buscar tréboles y suculentas; ¡seguro algo puede aprender y ella querrá enseñarle!
Siempre a su derecha, su madre: hija, tome agua; hija, cuidado con el sol , su vocación es cuidarle.
También estuvo su hijo que pese a la sombra “Susto” se animó y vino a juntarse. Con otros Hombres también se topó: uno que es escritor, un joven algo remolón, otro con la pochola en la mano que no supo ni la mirada prestarle; pero en cambio, estaba el coordinador, también el amigo gestor que, por un percance mayor tuvo que retirarse; otros les miraron raro, se rieron para sí, como quien dice de cosas a esas personas locas que se atreven hoy a asombrarse.
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Y al concluir su escritura, se dijo con una sonrisa en los labios: Es de sabios andar, conocer calles, atreverse a preguntar, que la lengua de una vaca te bese, que te enamore el caballo de esa granja Dorada que fui a chismosear y también supo tratarme, con exquisita infusión que calmó mi respiración y además me invitó a sentarme. En el Destino, el colegio nos recibió con la algarabía de los niños que jugaban a hacer silencio cuando yo me pensé importante y, aquellos jóvenes de once me invitaron a la foto en la que salgo sonriendo como no suele pasarme. Seguro se me queda un jurgo de momentos en el pecho, bien abrigados los tengo; ya emprender otra aventura por este mi territorio en donde pienso quedarme. Puedo decir además que encontró libros, canciones, poemas, Olympias allá en el Valle Grande; también revistas, micrófonos y títulos de "Pégate al Parche". Conversó con un Mago Palabrario una niña dulce y risueña, otra que también canta y juega, y una abnegada madre .
Ángela Manrique
45 años
UPZ Gran Yomasa
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CartografíaLiterariaenClavedeEquidadUsme ................................... 7 Presentación ¡Bienllegada!Alacasitasdemontañas.......................................................... 11 porYulithMartínez CaracolJuanito 14 porClementinaCarpintero LaEstacióndelArte..................................................................................................... 16 porMax LaPequeñadeSacoAzul......................................................................................... 19 porPaolaZuñiga Noestabaenelsitioequivocado,estabaenelsitioindicado....... 23 porJennyPáez Periferia............................................................................................................................... 26 porKellyGonzález RecuerdosenelLago ............................................................................................... 29 porMaryMosquera SembrandoSueños,ellegadodeSantiago ............................................. 33 porAgripinaManrique UsmecallesyencuentrosenRimasDisconsonantes ...................... 36 porÁngelaManrique
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INDICE
Los cuentos aquí reunidos fueron escritos durante el levantamiento de la Cartografía Literaria en Clave de Equida de Usme.
Esta publicación fue editada por Fundación Kharmino para circulación libre en el mes de marzo de 2024.
Kharmino FUNDACIÓN
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