BOSQUES. Una mirada a la naturaleza y a la razón en la Amazonía peruana

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Bosques

Una mirada a la naturaleza y a la razón en la Amazonía peruana

Daniel Huamán y Lucila Pautrat

Kené

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Kené Instituto de Estudios Forestales y Ambientales tiene la misión de contribuir a la construcción del Perú como un país sostenible, equitativo, justo y ambientalmente responsable, preservando sus bosques, su biodiversidad y los servicios ecosistémicos, desde el enfoque de Derechos, la planificación integrada del uso de la tierra, gobernanza y transparencia.

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Bosques

Una mirada a la naturaleza y a la razón en la Amazonía peruana

Daniel Huamán y Lucila Pautrat

Kené

Instituto de Estudios Forestales y Ambientales

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Kené

Kené www.keneamazon.net Creación y realización

Daniel Huamán Chang

Textos

Daniel Huamán Chang Lucila Pautrat Oyarzún

Fotografías

José María Fernández Díaz-Formentí Daniel Huamán Chang Francisco Llacma Pfocco Miguel Morán Morán Fiona Wilkinson Adrian Tejedor Gutiérrez Enrique Ortiz Tejada Marco León Martínez Guillermo Jesús Cubillas Espinoza

Diseño y diagramación

Eduardo Estremadoyro Ana Fernanda García León

Coordinación de edición Pre-prensa e impresión

Guillermo Jesús Cubillas Espinoza Primera edición, junio de 2018 Tiraje: 250 ejemplares Se terminó de imprimir en junio de 2018 en: V & L Visual Print S.A.C. Av. Bolivia N° 148 Int. 2029 - Lima Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2018-04266 © KENÉ Instituto de Estudios Forestales y Ambientales Todos los derechos reservados Ninguna de las partes de este libro puede ser reproducida sin previa autorización por escrito de los responsables de la edición

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Bosques Una mirada a la naturaleza y a la razón en la Amazonía peruana

Textos

Daniel Huamán Chang Lucila Pautrat Oyarzún

Fotografias

José María Fernández Díaz-Formentí Daniel Huamán Chang

Otras contribuciones fotográficas

Francisco Llacma Pfocco Miguel Morán Morán Fiona Wilkinson Adrián Tejedor Gutiérrez Enrique Ortiz Tejada Marco León Martínez Guillermo Jesús Cubillas Espinoza

Una publicación de Kené, Instituto de Estudios Forestales y Ambientales

Kené

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Índice 19 54 58 62 84

El contexto amazónico El bosque nublado Epifitismo Orquídeas epífitas Bosques lluviosos Estratos del Bosque

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Biodiversidad Los ciclos de Milankovich El Gran Intercambio de Fauna Americano (GABI)

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La luz en los bosques amazónicos Ecología de semillas Comer frutos ayuda a dar forma al bosque

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El río Amazonas


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Los ríos andinos Sucesión secundaria Fragmentación Agricultura en los bosques amazónicos Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana Deforestación en la Amazonía Deforestación en la Amazonía peruana Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana Deforestación en Tamshiyacu (Loreto) Deforestación en Nueva Requena (Ucayali)

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Índice de Fotografías Bibliografía

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Diploglossus fasciatus

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Prólogo “Para mí un árbol no es solo un ente que pertenece al reino vegetal, sino algo humano, un ser vivo. Un árbol es todo un personaje…” decía el gran Joan Miró. En efecto, solemos ver los bosques como espacios físicos, terrenos inertes y, en ocasiones, decorativos o meros recursos que podemos aprovechar. Sólo empezamos a asumirlos como espacios vivos cuando vemos y aprendemos, cuando comprendemos la flora, fauna y todo el complejo sistema de vidas que lo conforman. Un árbol es, en efecto, un personaje, que como en las obras de teatro, no está solo, interactúa, se relaciona, tiene una voz, un guión, o un silencio (dramático), una historia, con sus objetivos y contradicciones, con sus intereses y sus búsquedas. Empero, no está solo, forma parte de todo un engranaje de actores (visibles), y muchos otros actores (invisibles). En el bosque, como en una puesta en escena, es tan importante lo que vemos como lo que no, todos haciendo posible en conjunto la magia de la creación. El libro que nos entregan Daniel Huamán y Lucila Pautrat es una muestra de esta gran obra maestra que son los bosques, con sus árboles, aves, insectos, riquezas, gente, entre muchos otros actores. Una obra a la que muchas veces no podemos asistir directamente. A través de la imagen, el texto amigable y la impecable organización de los temas, los autores nos permiten saber y comprender -como en esa obra de teatro- la naturaleza misma de la vida y su razón en la Amazonía peruana. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero qué mejor que tener una imagen con las palabras precisas que nos den las pistas necesarias y suficientes sobre los aspectos científicos, técnicos, estéticos, filosóficos y políticos sobre la vida en los bosques amazónicos. Alguna vez leí que Richard Avedon, uno de los grandes fotógrafos americanos del siglo XX, decía “A través de mi fotografía puedo hablar de manera más intrincada y profunda que a través de las palabras”. Si algo distingue a la Amazonía peruana es su diversidad. Y la diversidad nos enfrenta a lo complejo, lo intrincado, lo profundo de la naturaleza de todo lo que existe. Es precisamente -en mi opinión- en la Amazonía donde esta manoseada y tan poco aprehendida palabra toma dimensiones inimaginables.

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Prólogo

En efecto, la Amazonía con alrededor de 7 millones de km2 representa casi el 5% del área continental mundial, y atraviesa Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Venezuela. La cuenca del río Amazonas es la más grande del mundo, a través de ella fluye unos 230000 m3 de agua por segundo, que equivale a aproximadamente el 20% del agua dulce en la superficie del planeta. Como bien explican Huamán y Pautrat, estamos hablando de cerca de 5000 especies de vertebrados y de unas 25000 especies de angiospermas (plantas con flor). Y aún sabemos muy poco de los invertebrados (insectos y arácnidos) que probablemente son muchos más. No es menos importante la presencia de pueblos indígenas, algunos aún en situación de aislamiento y contacto inicial, todos ellos con cientos de lenguas, costumbres y conocimientos ancestrales que aún desconocemos del todo. Hay una necesidad de proteger la biodiversidad, los bosques, y todo lo que hay en ellos, pero precisamente diseñar un plan coherente y efectivo ha terminado siendo un difícil dilema por enfrentar. Problemas complejos no se pueden resolver con soluciones simples, mucho menos simplonas, antojadizas o interesadas. Durante mucho tiempo no hemos contado en el Perú con políticas públicas que protejan y promuevan la Amazonía. Y cuando las hemos empezado a construir, y no hace mucho, no han sido sino decretos destinados a facilitar la extracción y el aprovechamiento económico con el facilismo de la flexibilización o de las decisiones meramente cosméticas. Hemos usado como país la lucha contra la “tramitología o tramititis” como pretexto perfecto para garantizar una acción humana… inhumana e inmoral con nuestra propia biósfera. Al hacerlo, hemos sido ingratos y deshonestos con nosotros mismos. La protección del cedro y la caoba, la generación de áreas naturales protegidas, tanto como el uso de instrumentos de política de carácter principalmente regulatorios para el cuidado de la Amazonía se han subordinado a un enriquecimiento sin responsabilidad. Nos estamos perdiendo la oportunidad de construir una ética ambiental pública, desde el Estado, la oportunidad de demostrar que se puede vivir, crecer, producir y aprovechar en armonía con el entorno. Tenemos la urgencia y la necesidad de salvaguardar aquello que nos alimenta y nos brinda servicios ambientales, pero -ya menos pragmáticamente- sobre todo de respetar y cuidar esa otra vida, tan valiosa como la nuestra, que forma parte también de nuestra casa: el planeta tierra en su conjunto. A eso nos convoca la imagen y los textos del libro que usted tiene hoy entre sus manos. No un texto académico, ni un documento con pretensiones cientificistas. Por el contrario, tiene la vocación de comunicar, de dialogar con el lector a través del

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Prólogo

dato, la reflexión y la imagen. Dice Sally Mann, “Las fotografías abren puertas al pasado, pero también permiten echar un vistazo al futuro”. Ese futuro de cuidado, valorización, protección y sobre todo disfrute al que este libro nos convoca. Termino esta breve presentación, a la que los autores han tenido la generosidad de invitarme, recordando una estrofa del poema de Pablo Neruda, “Naciendo en los bosques”: Hasta cuándo la mano del bosque en la lluvia me avecina con todas sus agujas para tejer los altos besos del follaje? Otra vez escucho aproximarse como el fuego en el humo nacer de la ceniza terrestre, la luz llena de pétalos, y apartando la tierra en un río de espigas llega el sol a mi boca como vieja lágrima enterrada que vuelve a ser semilla. Que sea este libro semilla de aprendizaje. Que sea este libro semilla de vocaciones para vivir y cuidar la naturaleza de la que somos parte y nos antecede en nuestra historia. Que sea este libro esa luz llena de pétalos y hojas que nos abrace y nos permita entrelazar las manos para trabajar arduamente políticos, técnicos, sociedad civil, cooperación internacional y universidad por la Amazonía. Imagen y palabra, colaboración y compromiso, son aquí también como la propia Amazonía, un ejemplo de armonía y diversidad. Carlos Alza Barco Director Escuela de Gobierno y Políticas Públicas Pontificia Universidad Católica del Perú

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Puma concolor

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Introducción Sin lugar a duda, los bosques tropicales y en especial los bosques amazónicos son áreas de alta importancia no solo por la gran diversidad biológica que albergan sino porque además son el sustento de más de 30 millones de habitantes, incluyendo a 350 etnias, y son generadores de un sinfín de bienes y servicios ecosistémicos a nivel mundial. Debido a esta gran importancia, los países amazónicos han firmado diversos convenios internacionales y han elaborado estrategias y políticas para conservar sus bosques. Desafortunadamente, a pesar de estas medidas, la degradación y la pérdida acumulada de los bosques amazónicos continúan en aumento y se estima que la cuenca amazónica ha perdido aproximadamente el 11% de los bosques que existían hasta el año 20001. Las causas directas e indirectas de esta pérdida han sido ampliamente estudiadas y discutidas, evidenciando que responden principalmente a aspectos económicos y entre otras cosas, al limitado conocimiento, por parte de las personas, de la complejidad, variedad y dinamismo de estos ecosistemas. En este sentido, es de crucial importancia ampliar nuestro conocimiento y entendimiento de la dinámica de los bosques amazónicos y su contribución al bienestar de los seres vivos. En este contexto, el libro nos muestra una amplia visión de los bosques amazónicos exhibiendo su gran diversidad y complejidad. Las imágenes y los textos ricos en fundamentos ecológicos son parte esencial en este libro al abordar

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temas transversales clave en la dinámica de los bosques para ser desarrollados como capítulos. Es por medio de estos temas que se muestran las innumerables relaciones existentes entre las especies, su medio natural y el ser humano. El libro hace un recorrido desde los orígenes del río Amazonas, en los Andes, hasta su desembocadura en el Océano Atlántico y en el transcurso se describen los ecosistemas clave y sus especies. El primer capítulo El contexto amazónico describe la cuenca del río Amazonas en el aspecto geográfico, hidrográfico, biológico y cultural; y resume, cómo las diferentes actividades humanas han ido degradando estos bosques a partir de finales del siglo XIX. El bosque nublado es el segundo tema desarrollado y en este se describe a los bosques ubicados en las estribaciones orientales andinas, que, por sus características climáticas y geográficas, varían considerablemente de los bosques lluviosos del llano amazónico. Los bosques nublados se caracterizan por la presencia de niebla durante largos periodos del año y son lugar de formación de gran cantidad de riachuelos y ríos que formarán parte de la red hídrica del río Amazonas. Los siguientes temas desarrollados son Epifitismo y Orquídeas epífitas, ambos textos sirven para exponer las relaciones ecológicas existentes entre las plantas y profundizar la gran variedad de especies que se logran diversificar y desarrollar en los bosques nublados. Uno de los ecosistemas de mayor complejidad que existe en el planeta es el bosque lluvioso y este

Raisg; Ecociencia; Gaia Amazonas; Instituto del Bien Común; Instituto Socioambiental; WHRC; EDF; COICA. 2017. Territorios de los pueblos indígenas amazónicos, bosques y cambio climático: análisis y opciones de política

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Introducción

es el siguiente tema. Para poder comprender esta complejidad se explica la estructura del bosque y sus diferentes estratos y cómo cada uno de estos se encuentra asociado a un grupo de especies características. En el siguiente tema Biodiversidad se define el concepto y se discute las diversas teorías desarrolladas que intentan explicar la alta diversidad de los bosques amazónicos. Asimismo, se incluyen conceptos importantes como nicho ecológico y se presentan imágenes impresionantes de heliconias y ranas para cerrar el tema. La comprensión del rol de la luz solar en los bosques amazónicos es de suma importancia, debido a que actua como factor limitante dentro del bosque y determina las diferentes estrategias de desarrollo de las especies de plantas para su supervivencia. En este capítulo La Luz en los bosques amazónicos, también explica los diferentes estratos del bosque para presentar la gran diversidad de aves, sus hábitos, sus relaciones con otras especies y el rol que cumplen en los bosques. Ecología de las semillas es el siguiente tema, en este se describen los diferentes mecanismos de producción, dispersión y germinación de las semillas de los bosques amazónicos. Se define el término frugivoría y se resalta la importancia de la fauna, principalmente aves y mamíferos como medios de dispersión de semillas determinando así la distribución y abundancia de los árboles del bosque. Las imágenes de primates y murciélagos respaldan la narración de esta sección. Posteriormente, el apartado El río Amazonas describe las características generales de este caudaloso río, describe su origen y longitud para luego explicar los cambios que este ha sufrido a lo largo de miles de años y cómo esos cambios han contribuido a la conformación del paisaje actual. También se resalta la contribución de los Andes y las tierras bajas contiguas que ocupando aproximadamente la séptima parte de la cuenca

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contribuyen hasta con el 90% de los sedimentos que serán descargados en el Océano Atlántico. La sección Los ríos andinos profundiza la compleja dinámica que originan los ríos que descienden de la cordillera y cómo estos a su paso son generadores de nuevos escenarios ricos en biodiversidad. Así, las islas, playas de arena, cochas, bancos de árboles muertos varados, y los estadios sucesionales de vegetación que en estos ocurren dan lugar a la aparición de especies particulares que no se encuentran en otros ambientes de la Amazonía. También a través de imágenes se muestra los diferentes tipos de ríos que existen en la cuenca amazónica y cómo debido a sus características propias inciden en la diversidad de la ictiofauna que albergan. El tema siguiente es Sucesión secundaria, la cual hace referencia a los cambios estructurales y funcionales de las comunidades vegetales en un espacio a lo largo del tiempo en el bosque. Es decir, en este acápite se explica cómo los bosques se regeneran después de la ocurrencia de una perturbación, cambio o pérdida de su vegetación y cómo dependiendo del origen del cambio, natural o antrópico, da origen a una comunidad vegetal cada vez más compleja y diversa. Las imágenes que acompañan este tema son de nuevas formaciones de playas y ambientes ribereños acompañadas de la fauna que suele habitar estas áreas como aves, mamíferos y reptiles acuáticos. El cambio de uso del suelo por diferentes actividades humanas como agricultura, ganadería o actividades extractivas como la explotación forestal maderable y minería entre otras, han originado que en muchos lugares de la Amazonía se pierda la continuidad de los bosques, esta pérdida de continuidad es conocida como fragmentación. En el acápite Fragmentación se hace especial referencia al impacto que esta tiene no solo sobre los procesos ecológicos sino


Introducción

también sobre las poblaciones y comunidades de flora y fauna, los suelos y el agua. Finalmente, se destaca la necesidad de considerar el tema de conectividad con el bosque original en los diseños de gestión del territorio para asegurar la dinámica natural de los bosques. El tema siguiente, Agricultura, profundiza los efectos de la actividad humana sobre el bosque, principalmente el gran impacto que tiene la agricultura sobre el suelo, su cobertura y posteriormente sobre el ciclo de producción de la lluvia. Se evidencia la necesidad de cambiar el paradigma actual de la agricultura para buscar alternativas de producción agrícola o agroforestal ecológicamente viables que rescaten los conocimientos ecológicos tradicionales. Las imágenes que acompañan este texto resaltan la importancia de algunos hongos en la absorción de nutrientes para las plantas y exhibe una gran variedad de artrópodos, principalmente arácnidos e insectos como parte de la biodiversidad de los bosques amazónicos.

Por último, el tema Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana nos presenta una síntesis de la situación de los bosques de la cuenca amazónica y en particular de los bosques amazónicos del Perú identificando las causas directas e indirectas de la pérdida de los bosques. Además, se expone cómo las políticas impulsadas por el Gobierno Nacional y los Gobiernos Regionales en la promoción de monocultivos agroindustriales y de expansión agrícola en la Amazonía peruana han generado, al 2016, la deforestación por encima de los 91 mil ha de bosques primarios para el cultivo de palma aceitera. Para evidenciar el gran impacto que ocasiona el monocultivo de palma aceitera en la Amazonía de presentan dos estudios de caso ocurridos en Loreto y Ucayali.

Dra. Zoila Cruz Burga Docente de la Facultad de Ciencias Forestales Universidad Nacional Agraria La Molina

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Los rĂ­os son los caminos naturales que conectan los Andes con la AmazonĂ­a

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El contexto amazónico Desde que en 1542 Francisco de Orellana diera a conocer la Amazonía al mundo, ésta ha sido descrita por exploradores, naturalistas, escritores y todo tipo de aventureros como el escenario natural más exuberante sobre la tierra. De ella se han desprendido historias que narran el encuentro de un sinfin de seres que por su colorido, extravagancia o porte son sencillamente sorprendentes. Pero la Amazonía es también el hogar de culturas milenarias y de hombres llegados recientemente con sueños y pretensiones que están moldeando una nueva realidad. Queremos que el lector logre vislumbrar un poco de todo ello en este primer artículo, que será el marco general introductorio para los siguientes títulos. La Amazonía en términos geográficos es la porción de Sudamérica cubierta por la cuenca hidrográfica del río Amazonas. Un vasto territorio

Una vista aérea nos revela cuán tupido es el techo del bosque amazónico. Esta característica ha permitido que por debajo del dosel se formen distintos ambientes donde habita una alta diversidad de organismos.

que alberga toda la red de afluentes que vierten sus aguas y dan forma al río más caudaloso del planeta. Su extensión supera los 6.8 millones de km2 y cubre parte de los territorios de Colombia, Venezuela, Guyana, Ecuador, Perú, Brasil y Bolivia. Dentro de ella se halla el bosque lluvioso tropical más extenso del planeta, que es al menos cuatro veces mayor que las dos regiones que le siguen en extensión (la cuenca del Congo y los bosques de Indonesia). Pero además de los bosques lluviosos, la Amazonía alberga varios otros paisajes que en conjunto cubren el 30% de su territorio, la mayoría de los cuales se encuentran en las montañas. Como toda cuenca, la del Amazonas contiene tierras altas, donde nacen los ríos que discurren y forman la mayor red fluvial del planeta. Tres grandes regiones montañosas conforman las tierras altas de la cuenca del Amazonas. Dos de ellas están ubicadas en la parte central del territorio, una frente a la otra. La primera, conocida como el Escudo Guyanés, es una amplia formación rocosa que cubre parte de los territorios de Venezuela, Guyana, Surinam y Brasil, donde se encuentran los tepuy y el afamado Salto Ángel. La segunda, conocida como el Escudo Brasileño, está situada al sur del río Amazonas, íntegramente en territorio brasileño. Ambos escudos son fracciones de un mismo macizo rocoso, conocido como el cratón amazónico, cuyo origen data de los tiempos en que Sudamérica y África aún no se habían separado y formaban parte del gran continente Gondwana. Por más de 1700 millones de años la roca de los escudos ha estado sometida a una intensa erosión, y por ello hoy casi no desprende partículas. Debido a esto la mayoría de ríos que se originan en los escudos Guyanés y Brasileño contienen aguas claras y limpias, libres de sedimentos.

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El contexto amazónico

La tercera formación montañosa es la cordillera de los Andes, que se eleva al oeste de la cuenca. Se trata de la cadena de montañas más extensa del planeta, que con apenas 50 millones de años contiene varias cumbres que superan los 7000 m de altitud. Las aguas de los ríos que nacen en la cordillera de los Andes son muy distintas a las de los escudos. La joven roca andina aún se erosiona y aporta una gran cantidad de sedimentos, dando origen a ríos de aguas turbias. Al pie de las tres regiones montañosas que hemos visto, se extiende “el llano amazónico”, un nombre que no podría ser más acertado, pues se trata de un territorio de relieve suave, con poca pendiente, que en promedio apenas supera los 300 m de altitud.

La Cordillera de los Andes es la formación geológica que ejerce mayor influencia sobre el llano amazónico. No solo por ser el origen de las primeras aguas que alimentan al Amazonas, también por el efecto sobre el clima y la dinámica de los ríos que se extienden pie de las montañas e ingresan con fuerza a los bosques.

Cada uno de los grandes ríos tributarios del Amazonas se origina dentro una cuenca propia, que en muchos casos tiene características particulares. Por eso, aunque a simple vista la Amazonía podría parecernos un paisaje natural homogéneo, en realidad no lo es. Resulta más justo considerarlo una mixtura de ambientes.

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A ello habría que añadir el efecto que ha tenido el poder transformador del ser humano, que en tiempos recientes ha incorporado nuevas y profundas diferencias. A manera de ejemplo podríamos decir que la cuenca del río Tocantins ha sido intensamente intervenida, y hoy es una zona de fincas ganaderas, campos agrícolas, carreteras, represas y grandes áreas deforestadas por la industria maderera. Por otro lado, las cuencas de los ríos Xingú y Tapajós se extienden sobre un paisaje erosionado de forma natural, y juntas representan la gran área de aguas claras del Amazonas. La imponente cuenca del río Madeira es tal vez la más compleja, sus cabeceras se encuentran distribuidas en los Andes y en el escudo Brasileño, y cubre una extensa porción de tierras bajas. Al oeste, las cuencas de los ríos Purús y Juruá se caracterizan por sus cauces serpenteantes, que avanzan más de 3000 km depositando gran cantidad de sedimentos sobre una amplia zona de inundaciones. Las fabulosas cuencas de los ríos Ucayali y Marañón en Perú tienen sus cabeceras en las montañas de los Andes, desde donde descienden creando una gran diversidad de paisajes y ecosistemas antes de entrar al llano amazónico. En la parte noroeste de la Amazonía, las cuencas de los ríos Napo-Putumayo-Içá y el CaquetáJapurá comprenden territorios cercanos a la línea ecuatorial. Las del río Negro y el Trombetas, se encaminan hacia el este y se encuentran con el escudo Guyanés, formando un conjunto que define una gran región de ríos de aguas negras. Además de las particularidades que tiene cada tributario, dentro de la gran cuenca del Amazonas encontramos diferencias climáticas marcadas. Mientras al sur los meses más lluviosos son marzo y abril, al norte las lluvias más intensas ocurren entre junio y julio. Incluso respecto a los 3000 litros/m2 de lluvia anual que con frecuencia se atribuye a toda la cuenca, conviene puntualizar


El contexto amazónico

que se trata de un promedio, obtenido de registros con valores mucho más extremos. Un ejemplo de ello son los más de 12 000 litros/m2 que se reportan en varias localidades al pie de los Andes. Más del 90% del vapor de agua que enriquece la atmosfera del territorio amazónico proviene del océano Atlántico, que avanza en dirección esteoeste empujado por los vientos alisios. A su paso por el llano amazónico, una parte de éste se precipita en forma de lluvias, mientras el resto continúa su viaje y se enriquece con la humedad procedente de la evapotranspiración del bosque. Al encontrarse con la cordillera de los Andes el aire cálido gana altura y avanza cuesta arriba entre las estribaciones de la cordillera. Allí se expande y se enfría haciendo que la humedad adopte la forma de niebla. Gracias a este fenómeno, sobre las montañas aparece un tipo de selva muy distinto al que encontramos en el llano amazónico, conocida como “el bosque nublado” que, como veremos un poco más adelante, es el paraíso de las plantas epífitas.

Pero la vida en la Amazonía no depende únicamente de factores externos como el clima. Los propios seres vivos impulsan procesos dinámicos indispensables para el bosque. A manera de ejemplo podemos señalar que más del 60% de toda el agua de lluvia es resultado del reciclaje que las plantas realizan diariamente, al movilizar agua del suelo a la atmosfera. Nadie sabe cuántas especies existen en las selvas del Amazonas. Al momento de redactar estas líneas, los vertebrados suman más de 5000 especies y las angiospermas (plantas con flor) unas 25 000 especies. De lo que sí estamos seguros es que nos encontramos lejos de poder predecir una cifra global final, pues la mayor diversidad se encuentra en el pequeño mundo de los invertebrados, como los insectos y los arácnidos, de los que aún sabemos muy poco. En 1982 el Dr. Terry Erwin, un prestigioso entomólogo del Museo Smithsoniano, demostró mediante varios estudios realizados en la Amazonía peruana que las estimaciones de diversidad hasta ese momento aceptadas por la comunidad científica estaban muy por debajo de la cifra real. Como resultado de sus investigación, el Dr. Erwin halló el impresionante número de 1200 especies diferentes tan solo de escarabajos habitando en un solo tipo de árbol (Luehea seemannii). La proyección que a partir de este hallazgo podría hacerse sobre los demás grupos de organismos vivos resulta abrumadora. La sola idea trastocó todos los supuestos previos, por lo que hoy solo podemos afirmar que el número de especies que alberga el bosque amazónico alcanzaría cifras astronómicas.

Los bosques montanos que cubren la cara oriental de la cordillera de los Andes también forman parte de la cuenca del río Amazonas. Son la “fábrica de agua dulce más grande del planeta” y el hogar de muchas especies únicas, también llamadas “endémicas”.

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El contexto amazónico

La presencia del ser humano en el territorio amazónico es un tema complejo, de manera que aquí solo incluiremos unas breves menciones. Se estima que la mayoría de culturas originales han estado presentes desde hace unos 12 000 años, tiempo en el que se fueron constituyendo unas 400 lenguas diferentes, de las cuales se mantuvieron con certeza unas 300 hasta finales del siglo XX. Esta pérdida cultural se ha atribuido a la violenta reducción de la población de indígenas amazónicos, que en parte fue causada por enfermedades traídas por los conquistadores europeos. Pero también por el alto número de victimas, que no pudieron sobrevivir a las durísimas faenas de trabajo en las plantaciones de caucho, donde laboraban bajo la condición de esclavos. La pérdida de las tradiciones y de los conocimientos de las culturas originarias amazónicas aún continúa. Esta vez ocasionada por la migración de jóvenes que dejan sus comunidades y se instalan en centros urbanos, atraídos por la modernidad y la oferta de oportunidades laborales. Una vez allí, estos jóvenes adoptan el español y el portugués, dejando en el olvido sus lenguas originales. Esto es más preocupante de lo que podríamos suponer, pues la transmisión oral es el medio por el que

Una partida de cazadores de la etnia Aguajún regresa de una larga jornada con sus presas. A pesar de su indumentaria “muy occidental”, estos hombres no conocen el valor del dinero, no hablan español y no saben de los alcances de las normas y el trabajo que realizan las oficinas del gobierno. Este es un ejemplo del estado en que viven muchos grupos de indígenas amazónicos.

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se han preservado las tradiciones y compartido los conocimientos en todas las culturas que no emplean la escritura, como las amazónicas. Como en ningún otro lugar del planeta, en los bosques amazónicos aún se hallan poblaciones de indígenas que viven del todo ajenos a la sociedad dominante, conocidos como “los no contactados” o por su denominación oficial: Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI). Se trata de grupos seminómades de los cuales apenas tenemos noticias gracias a encuentros

El año 2014 un grupo de “no contactados”, probablemente Mashco-piros. Fue avistado cerca de las cabeceras del río Los Amigos, un tributario del rio Madre de Dios.

accidentales. Sin embargo, sabemos que el avance de las actividades de extracción maderera y de la minería ilegal sobre algunas regiones de bosques y cuencas no intervenidas, así como las exploraciones realizadas por compañías de hidrocarburos han puesto en grave riesgo la condición de vida de los PIACI, que en ocasiones se han visto obligados a cruzar las fronteras de sus territorios tradicionales. En la Amazonía sureste de Perú, los casos reportados incluyen varios grupos de Mashco-piros, Yaminahuas y Nanti. Hoy la mayor influencia sobre el territorio amazónico no la ejercen los pueblos indígenas, sino el “colono”, que en sentido estricto, es el hombre llegado de otras tierras y afincado en la Amazonía.


El contexto amazónico

Podríamos situar el inicio cronológico de la colonización en 1542, cuando la expedición dirigida por el español Francisco de Orellana descubre las tierras amazónicas al mundo occidental. Desde entonces y hasta la actualidad el arribo de inmigrantes se ha caracterizado por la búsqueda de oportunidades, de hombres y mujeres animados por la idea de transformar las selvas para obtener de ella algún provecho económico. A pesar del tiempo no ha habido un cambio significativo en este aspecto, las principales oportunidades económicas en la Amazonía han favorecido a unos pocos, que en ausencia de una autoridad capaz de regular y ordenar el aprovechamiento de los recursos naturales,

Un comerciante de oro muestra con orgullo parte de su mercancía, recién adquirida en los campamentos de explotación ilegal que se encuentran en los bosques colindantes al río Madre de Dios.

aprovecharon para introducir grandes inversiones acompañadas de una oferta laboral y promesas sociales poco sostenibles. De esta manera, muchos hombres y mujeres llegaron y se afincaron en diversas partes de la Amazonía a finales del siglo XIX, atraídos por las oportunidades que ofrecía la “fiebre del caucho”, que fue seguida por la extracción y el comercio de maderas finas,

la agricultura, la ganadería y la minería informal durante el siglo XX y el actual. Salvo algunos programas promovidos por los gobiernos, la colonización de la Amazonía ha sido el resultado de una migración no planificada de varias generaciones de hombres que llegaron de manera espontánea, en busca de distintas oportunidades que se han ido sucediendo en el tiempo. La colonización del territorio amazónico ha transformado drásticamente el paisaje. A la fecha cientos de miles de hectáreas de bosques naturales se han convertido en campos agrícolas y ranchos ganaderos que subsisten junto a núcleos urbanos en rápido crecimiento. La Amazonía brasileña es la más clara expresión de esto. Allí se perdieron más de 700 000 km2 de bosques durante la carrera que emprendió ese país por llegar a ser el primer productor de soja y de carne de res del mundo, provocando el mayor trastorno ambiental que hasta la fecha ha visto la región. Los efectos de la transformación del territorio amazónico en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia han sido devastadores en un sentido distinto al del Brasil. En estos países las actividades ilícitas de extracción de madera, tráfico de tierras, minería informal y narcotráfico han estado asociadas a la violencia y a la lucha de grupos insurgentes que se enfrentaron en guerrillas con las fuerzas armadas de sus propios gobiernos. La historia que siguió a ello ha devenido en profunda corrupción, injusticia social y pérdida de confianza de los ciudadanos hacia sus autoridades, que son algunos elementos que forman parte del ciclo de la pobreza. La mayoría de las actividades que el hombre ha impulsado dentro del territorio amazónico han tenido, en mayor o menor medida, un efecto devastador sobre la naturaleza, donde el mayor daño radica en la pérdida de la funcionalidad del ecosistema, debido principalmente a la remoción de los árboles.

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El contexto amazónico

Como parte de la compleja maquinaria forestal los árboles se encargan de impulsar uno de los ciclos indispensables para la vida. Con sus raíces absorben el agua del suelo y luego la elevan por sus troncos y ramas para finalmente liberarla en forma de vapor a través de sus hojas. De esta manera, como mencionamos antes, el 60% del agua de lluvia que cae sobre la Amazonía es retornada a la atmósfera a través de un interminable ciclo hídrico. Al cortar los árboles, sea para comercializar su madera, para ampliar el área agrícola o para instalar nuevos ranchos ganaderos, se altera el ciclo del agua con consecuencias catastróficas para la naturaleza y para el hombre. Otro aspecto funcional en el que participan los grandes árboles está relacionado a la protección del suelo. Sus copas forman un techo continuo

sobre el bosque, debajo del cual el suelo permanece protegido de un fenómeno conocido como “lixiviación”, que es la pérdida de nutrientes provocada por las intensas lluvias. Bastará retirar los árboles de mayor tamaño, como sucede donde interviene la industria maderera, para perder esta protección, que es seguida de una lenta y prolongada degradación del bosque. Como veremos más adelante, las copas de los grandes árboles atenúan el paso de la luz solar y gracias a esto aparecen distintos ambientes distribuidos en el sentido vertical. Esto, junto a la estratificación vertical del bosque, hace posible que los bosques lluviosos amazónicos sean capaces de albergar más organismos distintos que cualquier otro ecosistema terrestre.

Gran cantidad de sedimentos son removidos del lecho del río para buscar oro, y luego depositados sobre las orillas alterando las posibilidades de sucesión natural del bosque. Ello, junto a residuos de mercurio que intoxican el agua y a todos quienes la consumen.

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El contexto amazónico

Esta imagen dio la alerta de daños severos ocasionados por la minería ilegal en la Amazonía peruana. Sirvió para demostrar que esta actividad no se trataba más de pequeñas intervenciones aisladas sobre las orillas de algunos ríos. Por el contrario, cientos de hectáreas de bosque, que estaban fuera de la vista de las autoridades, ya habían sido exterminados y en su lugar yacían campamentos con pozas de explotación ilegal de oro. Cada una de éstas, durante la temporada de lluvias e inundaciones, se colmata y discurre sus aguas tóxicas hacia los grandes ríos.

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El Ausangate, uno de los grandes nevados de la cordillera oriental, tambiĂŠn aporta sus aguas al rĂ­o Amazonas.

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Las aguas más distantes del río Amazonas nacen en los nevados de la cordillera de los Andes. A esa altura forman bofedales y lagunas, a partir de los cuales discurren los primeros ríos.

Con apenas 50 millones de años, la Cordillera de los Andes es una formación geológica muy joven. Sus crestas aun en ascenso se erosionan fácilmente, y por eso son la mayor fuente de sedimentos para las aguas de los ríos que descienden hacia la Amazonía. En la imagen, tomada a 5,120 msnm, se observa un afloramiento de roca, rodeado por una gran cantidad de areniscas que es el resultado de su lenta erosión.

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Mil metros por debajo de la línea de los nevados aparecen los primeros bosques de Queñua (Polylepis sp.), que crecen guarecidos del viento frío dentro de pequeñas hondonadas. El resto del paisaje está dominado por un puñado de gramíneas que en conjunto reciben el nombre de Ichu.

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A 4000 metros de altura el Ichu y casi cualquier otra planta es alimento para las vicuĂąas (Vicugna vicugna), el camĂŠlido sudamericano mejor adaptado a las alturas.

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La parte alta del valle del rĂ­o Apurimac, por donde fluyen las primeras aguas del Amazonas.

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El pato de los torrentes (Merganetta armata), estĂĄ bien adaptado a la fuerza de las aguas de los rĂ­os altoandinos. En la imagen una hembra toma un descanso antes de seguir surcando las aguas en busca de alimento.

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Por debajo de los bosques de qeuña, formados casi exclusivamente por árboles del género Polylepis, aparecen bosques mixtos que albergan diversas especies entre las que abundan las bromelias epífitas, que crecen sobre las ramas y troncos de los árboles.

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Los pajonales de altura se extienden hasta aproximadamente 3500 msnm. Al cruzar este límite se entra en un mundo totalmente distinto, aparecen los primeros bosques montanos de altura: formados por arbolillos retorcidos, envueltos en una gruesa cubierta de musgo y adornados con plantas epífitas. Daría la impresión de estar dentro de un ambiente lluvioso, pero no lo es, el aire aun es seco y el frío intenso. La vida aquí prospera gracias a la niebla y la lluvia que arriban durante unos pocos meses.

A la izquierda una flor de calceolaria (Calceolaria cf speciosa), y a la derecha una fucsia (Fuchsia austromontana). Dos de las primeras flores que aparecen conforme se desciende a través de los bosques montanos de altura. Estas plantas aparecen donde la humedad es más constante y son el indicador de que, en nuestro recorrido cuesta abajo, nos aproximamos a los bosques nublados.

A la derecha se observa la gruesa cubierta de musgo que envuelve las ramas y troncos de los árboles en los bosques montanos. La presencia de esta planta es indispensable para el ciclo del agua y la vida en esta parte de los Andes.

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El bosque montano que se extiende sobre la cara oriental de los Andes muestra todo su verdor durante la época de nieblas. Son aproximadamente seis meses en los que cada planta está llena de vitalidad, sus hojas siempre limpias y muy verdes en medio de la penumbra crean escenas dignas de una postal. Pero esta vitalidad es temporal, las lluvias y la niebla se apartarán para dar paso al sol intenso de la estación seca. Entonces las plantas atravesarán por lo que se conoce como “stress hídrico”, que es una fatiga extrema debido a la falta de agua.

Gracias a la niebla incluso las laderas más escarpadas de la cara oriental de los Andes se cubren de bosques.

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Los helechos son de las plantas que mejor aprovechan los escenarios cambiantes en los bosques montanos. Algunas especies crecen sobre suelos erosionados, que se originan luego de un deslizamiento de tierra, y otras incluso en campos dañados por el fuego, luego de algún incendio. En esta imagen se puede ver la forma como una joven hoja de helecho emerge y se abre, una característica que se conoce como “prefoliación circinada”.

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Los helechos abundan en la parte baja de los bosques, donde crean ambientes muy sombrĂ­os y hĂşmedos. Estas condiciones son aprovechadas por una amplia variedad de plantas terrestres, entre ellas varias orquĂ­deas como Sudamerlycaste gigantea (que se muestra en la pagina 68).

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Los helechos se han adaptado muy bien a los diferentes ambientes y condiciones que el bosque montano ofrece y por eso es una de las familias botánicas con mayor número de especies. Abundan las de tamaño pequeño que habitan dentro de la fracción más baja del bosque (sotobosque); también hay epífitas que están distribuidas sobre los troncos y ramas de los árboles; y un grupo particular llamado “helechos arborescentes” formado por varias especies que pueden llegar a ser tan altas como un árbol, con tallos que superan los 10 metros de altura, sobre los cuales se abren las hojas formando sombrillas gigantes. Al lado una vista tomada de lo alto da idea del tamaño que alcanzan los helechos arborescentes.

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Hay quienes suponen que muchas de las aves que habitan en los bosques montanos son coloridas porque necesitan ser visibles dentro de un ambiente neblinoso y oscuro. Aunque eso no está del todo claro, sí se sabe que varias especies diferentes se buscan desde muy temprano por la mañana, en medio de la penumbra, para salir a conseguir alimento

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juntas. Un solo grupo de estos, conocido como “bandada mixta”, puede estar conformado por una docena de especies diferentes. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Anisognathus igniventris; Margarornis squamiger; Elaenia palatangea; Buthraupis montana; Piculus rivolii, Diglossa mystacalis albilinea.


Gallito de las rocas peruano. Rupicola peruviana

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Es junio, las lluvias y la niebla se han alejado del todo, y el bosque absolutamente verde que vimos en la imágenes de la página 42, ahora cobra matices distintos. Es un tiempo de transición en el que muchos árboles se cubren de flores, algunas rojas y otras amarillas. Pero además de ello, el tono verde de las hojas también varía en respuesta al exceso de luz solar. Hasta finales de setiembre, el bosque tendrá que calmar su sed con el agua que ha quedado acumulada en el suelo luego de la última estación lluviosa. Recién entonces la niebla entrará con fuerza, el agua volverá a ser abundante y el paisaje quedará nuevamente sumergido en la penumbra.

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El bosque nublado Las tierras altas de la cuenca del Amazonas albergan paisajes muy variados. Dentro de la región que cubre el escudo Guyanés están las fabulosas montañas rocosas de apariencia columnar que son los tepuy, habitadas por extrañas plantas carnívoras que al no encontrar nutrientes en el suelo rocoso, han optado por hacer de los insectos su principal alimento. Sobre el escudo Brasileño, crecen bosques laxos y menos estructurados que los de tierras bajas. Hay también pantanos, lagunas, sabanas y extensos territorios cubiertos por palmeras en varias localidades montañosas. Pero ninguno de esos escenarios es tan importante, desde el punto de vista funcional, como los que se encuentran sobre la fracción media de la cara oriental de los Andes.

Las laderas de las montañas se mantienen verdes gracias al agua de la niebla. Entre noviembre y abril, el agua proviene de las finas gotas que se depositan sobre la vegetación. Pero entre junio y octubre, que no hay niebla, el bosque toma el agua que ha quedado depositada dentro del suelo.

Sobre las estribaciones andinas que miran hacia el llano amazónico, confluyen varios fenómenos climáticos y geográficos que dan vida a un paisaje extenso y complejo, que en Perú recibe el nombre de “bosques montanos del oriente”, o con mayor

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frecuencia “ceja de selva”, que es una transición continua de ambientes modelados por el clima y la abrupta geografía andina. Entre ellos, uno muy particular aparece al cruzar el límite de los 2000 metros de altura. Por encima de esta altitud, los árboles son notoriamente más bajos que los del llano amazónico y muchos de ellos poseen troncos y ramas retorcidas. El relieve del terreno es accidentado, el aire es frío y está cargado de diminutas gotas de agua en suspensión. Esta última es la característica más distintiva, se trata de niebla, con frecuencia tan densa que logra ocultar el paisaje y ensombrecer el lugar. A ella se debe el nombre con que se conoce a este lugar tan particular, “bosque nublado”. Pero la niebla no cubre estos bosques todo el año, suele ser abundante entre noviembre y marzo, y estar ausente entre mayo y setiembre. Debido a ello, la vida en el bosque nublado transcurre entre dos momentos muy distintos, comúnmente llamados la estación seca y la estación húmeda. Durante la estación seca, el bosque alcanza niveles de hostilidad extremos. La luz intensa, el aire frío y el suelo cada vez más seco agotan las reservas de las plantas más jóvenes. Incluso muchos de los arbustos y árboles adultos se ven reducidos a su mínima condición, marchitos y algo desfoliados. Por esta época resulta evidente que el bosque languidece y que apenas vive de la poca agua que el suelo mantiene. A mediados de setiembre aparecen las primeras nieblas, que siempre son efímeras pues se desvanecen pronto bajo los rayos de sol de la estación seca que se aleja. Recién a principios de octubre las diminutas gotas de niebla se adueñan del lugar. Entonces el musgo, una de las plantas más primitivas e insignificantes empieza su labor colosal.


El bosque nublado

Las gruesas capas de musgo que recubren los troncos y las ramas de los árboles, tienen las propiedades de una esponja. Cuando están secas, contienen tantos espacios vacíos que resulta difícil decir si hay más aire o materia dentro de ellas. Esto les confiere una alta capacidad higroscópica, lo que significa que pueden absorber y retener gran cantidad de agua. A diferencia de otras plantas, el musgo retiene las gotas que captura y evita que se desvanezcan con el viento o el sol. Esto le permite ir almacenando agua hasta colmarse e incluso sobrepasar su propia capacidad. Tras unos días de niebla el musgo que recubre cada rama, tronco, piedra y casi cualquier superficie en

el bosque, está completamente saturado y escurre el exceso de agua hacia el suelo. Este fenómeno, dentro de un pequeño valle, podría producir varios cientos de miles de litros de agua por minuto. Pasadas algunas semanas con niebla, todas las plantas habrán logrado saciar su sed. Pero no por ello la captación de agua se detiene. El musgo seguirá trasladando el excedente al suelo hasta sobrepasar la capacidad de retención de éste. Entonces, el exceso correrá a través de pequeños riachuelos, que alimentan ríos de mediano caudal, y éstos a su vez a otros mayores. Así se ensambla la mayor fábrica de agua dulce del planeta, que es la colosal red hídrica que baja de los Andes a la Amazonía.

Por las mañanas, a inicios de setiembre, aparecen las primeras nieblas sobre el bosque nublado. Pero pronto se alejan, conforme el sol calienta el lugar.

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Una vista poco frecuente: se trata de un bosque nublado observado desde lo alto, una maĂąana sin niebla.

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Epifitismo El término “epífito” proviene de dos raíces griegas, “epi” que significa sobre y “phyte” que significa planta, y se refiere a un grupo particular de plantas que viven apoyadas sobre otras, con frecuencia árboles, a las cuales únicamente utilizan como lugar de anclaje, sin causarles daño. Sería correcto decir que las plantas epífitas son las protagonistas de uno de los capítulos más fascinantes en la historia del mundo natural. Alwin Gentry y Calaway Dodson, dos reconocidos botánicos estadounidenses, estimaron que, tras la conquista del espacio aéreo por las epífitas, el mundo vegetal se enriqueció con más de 29 000 especies, las cuales representan cerca del 10% de todas las plantas vasculares conocidas en el mundo. En gran medida este éxito se debe a que las plantas epífitas han logrado resolver el problema de obtener agua fuera del medio terrestre. Por ello no es de extrañar que las epífitas sean tan comunes en los bosques nublados de Sudamérica, donde el agua bajo la forma de niebla es abundante y permite que las plantas progresen sin dificultad sobre las ramas y troncos de los árboles. A partir de ello las epífitas se diversificaron de forma explosiva en los bosques nublados. Para Gentry y Dodson esto ocurrió gracias a que fueron capaces de aprovechar la oferta de pequeños ambientes que allí se encuentra. Cada uno de ellos con sutiles diferencias de temperatura, humedad, viento y luz solar. Si observamos con detenimiento un árbol típico de los bosques nublados podemos descubrir algunas de las diferencias a las que los investigadores se refieren. Notaremos por ejemplo que la copa del árbol es un ambiente seco, sometido a luz solar intensa, con vientos y temperatura cambiantes a lo largo del día. Mientras, la base de la copa, justo donde las ramas principales se unen al tronco,

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está rodeada de luz difusa, aire húmedo y vientos débiles. Un tercer ambiente con características distintas se encuentra en la base del tronco (cerca al suelo), allí el aire es húmedo, la luz muy escasa y el viento está del todo ausente. Ahora bien, analizamos un espacio mayor, como podría ser una hondonada cubierta por árboles, encontraremos variaciones climáticas más intensas y diversas, suficientes como para albergar una comunidad de 300 especies diferentes de orquídeas epífitas, que es el resultado preliminar de las investigaciones realizadas en la Estación Biológica Wayqecha, ubicada en los bosques nublados de la Reserva de Biósfera del Manu, en la Amazonía andina de Perú. Las plantas epifitas, aun cuando son abundantes en los bosques nublados, resultan muy frágiles y delicadas. Además de las condiciones climáticas adecuadas, las epífitas demandan un entorno con características físicas y químicas muy particulares. Aspectos como el tipo y rugosidad de la corteza que debe tener el árbol hospedero, la presencia de ramas poco inclinadas con abundantes bifurcaciones y las propiedades químicas del sustrato sobre el cual crecerá la planta, son importantes para las epífitas.

Muchas epífitas, como estas bromelias tienen un diseño que permite que el agua se acumule dentro de ellas. Sus hojas dispuestas a manera arrocetada direccionan el gua hacia el centro de la planta creando un bebedero natural para las aves y un pequeño hábitat para insectos y algunas ranas arborícolas


Epifitismo

AdemĂĄs de la niebla, el bosque nublado se distingue de cualquier otro por la abundancia y diversidad de plantas epĂ­fitas. Encontrar troncos y ramas completamente cubiertos por plantas, como la que vemos en la imagen, es muy frecuente en los bosques nublados.

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Muchas especies de epífitas crecen únicamente en las ramas más altas de los árboles, otras prefieren la altura intermedia y algunas los ambientes de la parte baja del bosque. Esta distribución se debe a que cada una necesita una diferente intensidad de luz para crecer, de manera que podríamos decir que el bosque es un espacio compartimentado. Este concepto ayudó a los investigadores a entender porqué hay tantas epífitas diferentes en los bosques nublados. En la imagen superior de esta página se puede ver una rama, a unos 30 m del suelo, cubierta por varios tipos de epífitas: algunas son helechos, otras bromelias e incluso varias orquídeas. En la imagen inferior izquierda, tomada dentro de la misma escena a unos 15 m del suelo, se muestra una orquídea del género Telipogon que solo habita a esa altura; y a la derecha otra orquídea, esta vez del género Epidendrum, que únicamente se encuentra en el estrato más bajo del bosque, cerca del suelo. Más sorprendente aún es que si nos movemos a unos 10 metros de distancia, el juego de epifitas que encontraríamos a las mismas alturas sería diferente. La manera como cambian las condiciones del ambiente en el sentido vertical y horizontal del bosque multiplica enormemente las posibilidades para las epífitas. Por esta razón, podríamos decir que hay tantas especies diferentes como lugares con características particulares. La diversidad de epífitas en los bosques nublados es tan alta que muchas aún no son conocidas. Prueba de ello es la imagen inferior derecha, una especie nueva para la ciencia, que no ha sido descrita hasta la fecha de publicación de este libro.

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Orquídeas epífitas Las orquídeas tienen reputación de plantas ornamentales, exóticas y refinadas. Junto a ello existe la idea de que son poco comunes y casi exclusivas de las regiones tropicales. Al respecto, a muchos les sorprenderá saber que después de las Asteraceae, donde están los girasoles y margaritas de nuestro jardín, las orquídeas son la segunda familia botánica más diversa del planeta. Además, se distribuyen por los cinco continentes, se las encuentra en todos los ambientes terrestres conocidos, salvo las regiones polares, e incluso en algunos ambientes acuáticos. Pero su mayor logro, sin lugar a dudas, es haber dominado el espacio aéreo, a través del hábito epífito. A decir de Dressler, un eminente investigador especialista en orquídeas, unas 20 000 especies de orquídeas son epífitas, de las cuales unas 3000 podrían habitar los bosques nublados de Sudamérica. A pesar de que los bosques nublados mantienen una alta oferta de agua en forma de niebla, ésta es realmente abundante solo por unos meses en el año, con lo cual el mayor reto para las epífitas consiste en superar la escasez que cada año les sobreviene durante la temporada seca. Para afrontar esta situación, las orquídeas han desarrollado algunas adaptaciones: la raíz está cubierta por un tejido esponjoso llamado velamen, que captura y retiene la humedad del aire, y protege a la raíz de la deshidratación que provoca el viento; muchas plantas suelen tener hojas carnosas, donde almacenan agua para épocas de escasez y también cuentan con un órgano de reserva llamado pseudobulbo, ubicado en la base de la hoja, que les provee de agua y azúcares durante los tiempos difíciles. Adicionalmente, la capa de tejido que cubre la superficie de las hojas (cutícula), está engrosada, lo cual ayuda a reducir la deshidratación.

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Así como la escasez de agua es una amenaza durante la temporada seca; el exceso de niebla y lluvia, durante la estación húmeda, puede causar serios problemas a las epífitas. Durante esos meses proliferan los hongos y con ellos el peligro de pudrición se cierne sobre las raíces. Para eliminar pronto cualquier excedente muchas orquídeas cuentan con hojas alargadas que tienen un canal central pronunciado y un ápice recurvado por donde escurre el agua sobrante. La semilla típica de una orquídea epífita no tiene endospermo, que es el tejido que provee de nutrientes a la planta en sus primeros días de existencia. En vez está formada por un pequeño embrión que se encuentra suspendido dentro de una membrana. Una sola cápsula (fruto), puede contener varias decenas de miles de semillas, que a la madurez son desperdigadas por el viento. Con esta estrategia las orquídeas epífitas alcanzan a colonizar lugares muy distantes y logran invadir una gran cantidad de pequeños ambientes, incrementando así sus probabilidades de éxito reproductivo. Una vez instalada sobre algún sustrato, la semilla germina rápidamente. Sin un endospermo que la sostenga, su estrategia consiste en aliarse con un hongo micorrítico que le provea los nutrientes que necesita. Pero esta asociación entre el hongo y la semilla solo ocurre cuando las condiciones del sustrato son las adecuadas, algo que es poco frecuente. Debido a esto solo un porcentaje muy reducido de semillas alcanza a convertirse en plantas. Las orquídeas epífitas están entre las plantas más especializadas del reino vegetal. Su capacidad para aprovechar espacios pequeños con condiciones distintas les ha permitido


Orquídeas epífitas

diversificarse enormemente. La mejor prueba de ello es que sin ninguna dificultad podríamos llegar a reconocer unas 20 especies diferentes sobre un solo árbol, en los bosques nublados de la región andino-amazónica. Paradójicamente las mismas capacidades que motivaron tan asombrosa

diversificación, las vuelven tremendamente vulnerables. Investigaciones realizadas en bosques remanentes, luego de 30 años de haber cesado la actividad humana, mostraron que más del 90% de las especies de orquídeas epífitas que originalmente poblaban el lugar seguían ausentes.

El mundo de las epifitas está ampliamente dominado por las orquídeas. Algunas de ellas muy raras y frágiles, como este Telipogon sp. que fue reportado una sola vez el año 2014 en los bosques nublados altos del Parque Nacional Manu. Desde esa fecha no ha vuelto a encontrarse otro ejemplar.

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Muchos aficionados al cultivo de orquídeas consideran que el descubrimiento de Phragmipedium kovakii ha sido el aporte más importante del último siglo. Se trata de una especie exclusiva de los bosques montanos del norte de Perú, que llama la atención por su flor inusualmente grande, con casi 20 cm de ancho.

Como muchas orquídeas, ésta del género Odontoglosum exhibe sus flores en la penumbra del sotobosque, donde es poco visible para sus polinizadores. Esto sin embargo no es una limitante pues su principal atractivo es el aroma.

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Con frecuencia las flores del género Telipogon, como este Telipogon vargasii, y las que se muestran en la parte inferior de las páginas 66 y 67, exhiben una gran cantidad de “pelos” en la parte central. Los investigadores han encontrado que esto se debe a que muchas de ellas engañan a machos de moscas Tachinidae, que llegan en busca de hembras y en su intento de cópula, sin saberlo, contribuyen a la polinización de la flor.

En la imagen inferior izquierda Cyrtochilum minax y al lado derecho Cyrtochilum aff. multiflorum. Ambas especies son epifitas y prefieren las ramas altas de los árboles, desde donde descuelgan una larga vara floral que puede contener varias decenas de flores.

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Las tres orquídeas que se muestran en esta página son otra muestra de la compartimentación del espacio. Todas ellas habitan dentro de una misma porción de bosque, pero a diferentes alturas: arriba Cyrtochilum methionica que prefiere la base de la copa de grandes árboles; al centro Fernandezia breviconnata que se extiende por una amplia zona intermedia y abajo un Telipogon sp. que crece cerca a la base de los troncos de los grandes árboles.

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Como ocurre con la mayoría de epífitas Oncidium galianoi es muy exigente en las condiciones de su entorno: la luz, humedad y características del sustrato sobre el cual desarrolla la planta deben ser los correctos.

No todas las orquídeas del bosque nublado son exigentes con las condiciones de su entorno. Algunas como es el caso de Trichoceros antennifer, pueden vivir en una amplia diversidad de ambientes, en ocasiones como planta epífita pero también puede ser terrestre. Y aunque prefiere los lugares algo sombreados tolera bien la luz abundante.

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Sudamerlycaste gigantea

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A la izquierda Telipogon aff. Javiercastroviejoi; al centro Madevalia antonii, una especie epĂ­fita que prefiere los espacios sombreados (con frecuencia se la encuentra debajo de matas de helechos y arbustos).

Epidendrum aff. funkii, una especie terrestre que prefiere los espacios descubiertos con abundante luz solar.

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Conforme se desciende por la cordillera, rumbo al llano amazรณnico, se hacen mรกs frecuentes algunos grupos de plantas como las palmeras.

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Varios aspectos de la vida y la anatomía de los colibríes llaman la atención. La forma y tamaño del pico en varias especies es el resultado de una adaptación al tipo de flores de las cuales se alimentan. El colibrí pico de espada (Ensifera ensifera), es un claro ejemplo de esto, su pico largo le permite extraer el néctar de flores con corolas tubulares y profundas como las del género Pasiflora, que abundan en los bosques nublados.

Entre las aves los colibríes no solo tienen el aleteo más rápido si no también el más complejo. Pueden moverse en todas las direcciones, incluso hacia atrás y mantenerse en un mismo lugar cuando lo necesitan. Algo que es muy útil al momento de explorar dentro de un bosque tupido, donde las flores crecen dentro de espacios apretados. La imagen de al lado muestra el vuelo de un pequeño colibrí Chaetocercus mulsant, una especie común en los bosques montanos altos.

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Chrysuronia oenone

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El puma (Puma concolor), es el mayor de los depredadores de los Andes. Su territorio sin embargo se extiende por toda la vertiente oriental e incluso se adentra en el llano amazónico. Esta amplitud de territorio es posible gracias a su capacidad para capturar y alimentarse de un gran número de presas diferentes, entre las cuales se encuentran casi cualquier mamífero y todas las aves que encuentre a su alcance. Los monos machín negro (Cebus apella), recorren los bosques montanos en grupos familiares a veces numerosos, quedando en ocasiones expuestos a sus depredadores. Por ello siempre hay un vigía, que es el macho adulto dominante. El oso de anteojos (Tremarctos ornatus), es el mayor de los mamíferos andinos. A pesar de su tamaño suele ser tímido y recorre solitario los bosques nublados en busca de su alimento favorito: las bromelias que crecen sobre las ramas de los árboles.

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Los deslizamientos de tierra son frecuentes en los bosques montanos, y con ellos también la pérdida de extensas porciones de bosques. Cuando esto ocurre, un puñado de plantas conocidas como “colonizadoras”, cubren pronto el suelo desnudo, entre ellas destaca un delgado bambú del género Chusquea. Con algo de detenimiento, en la imagen de arriba se puede distinguir una porción del paisaje que no está cubierta por árboles. Se trata de un antiguo deslizamiento que ha quedado cubierto por Chusquea.

El mono choro es el mayor de los primates que habitan en los bosques montanos. Aunque hay varias especies, todas de gran tamaño, una de las mayores es el Lagothrix canas.

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Los elementos que conforman el suelo del bosque provienen de distintas fuentes: las plantas tiernas y pequeñas, de vida corta, aportan buena parte de la materia orgánica que se descompone rápido. Las plantas leñosas y las hojas lignificadas pasan por un proceso de descomposición más lento, a cargo de varias especies de hongos y finalmente una buena dosis de minerales proviene de las rocas que son degradadas por los líquenes, con ayuda del intemperismo. Este último es el efecto del clima que erosiona la roca, la fragmenta y corroe a través de procesos químicos. En la imagen superior una briofita, que representa a las plantas tiernas a las que nos hemos referido en el párrafo anterior. Al centro, luego que un hongo ha conseguido invadir internamente un árbol, emerge atravesando la corteza como signo de haber vencido, en adelante el árbol morirá y se pudrirá para aportar materia orgánica al suelo del bosque. En la imagen de abajo, una colonia de líquenes cubre la superficie de una roca y la degrada lentamente, aportando minerales al suelo.

La hojarasca, que se acumula sobre el suelo, aporta una gran cantidad de materia orgánica, la cual luego de descomponerse, se convierte en nutrientes para las plantas del bosque.

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Durante la temporada de lluvias y nieblas, los ríos de mediano cauce incrementan su caudal conforme descienden por las montañas de la cara oriental de los Andes. Las aguas que los alimentan llegan a través de pequeños riachuelo que nacen en los bosques que se alzan sobre ambas márgenes.

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Una mantis religiosa Oxyopsis peruviana, aguarda estática a sus presas, que eventualmente llegarán atraídas por la flor de Erythrina (sobre la cual está posada). Esta estrategia de caza es muy común en las mantis religiosas, que esperan tener a sus victimas muy cerca antes de atacarlas.

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Un lagarto, Polychrus marmoratus, intenta pasar desapercibido entre los tonos verdes y amarillos de su entorno. Para un animal de sangre fría que vive donde difícilmente hay sol con que calentar su cuerpo, esta estrategia resulta más conveniente que correr y desgastar grandes cantidades de energía que luego será difícil recuperar.

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En una imagen poco usual, sobre el horizonte se pueden ver las Ăşltimas estribaciones andinas y al frente los primeros bosques del llano amazĂłnico

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Bosques lluviosos El 70% del territorio amazónico está cubierto por bosques lluviosos tropicales, un tipo de ecosistema que se extiende a lo largo del cinturón tropical del planeta. Dentro de esta franja, encontramos bosques muy similares al amazónico en lugares tan alejados como el Congo, Borneo, Madagascar, Indonesia o Malasia. Todos estos existen gracias a las condiciones climáticas impuestas por la “zona de convergencia intertropical”, que es la región del planeta próxima al ecuador geográfico, donde convergen los vientos alisios provenientes del hemisferio norte con los del hemisferio sur. Allí la radiación solar intensa, propia de los trópicos, eleva la temperatura del aire y genera una corriente ascendente que arrastra la humedad por encima de los 2000 m de altitud, donde da forma al techo de nubes que provee la copiosa lluvia característica de los trópicos. Gracias a la “zona de convergencia intertropical”, la región amazónica cuenta con un clima lluvioso, cálido y muy húmedo todo el año. Todas estas son condiciones favorables para la vida, y soportan la enorme biodiversidad que alberga el bosque amazónico.

Estratos del bosque El bosque amazónico está bastante bien organizado en su dimensión vertical, dentro de él encontramos al menos tres estratos claramente definidos. El estrato más alto es conocido como el dosel del bosque, y está formado por las copas de los grandes árboles. Allí las hojas forman un techo continuo, y sobre las extensas ramas que se abren casi horizontalmente crecen plantas epífitas que están bien adaptadas a la luz intensa, entre ellas podemos encontrar varias especies de tillandsias, gramíneas, orquídeas e incluso algunos cactus.

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Aunque muchas de estas epífitas son de vida solitaria no es raro encontrar densas matas mixtas. Estos arreglos no son una casualidad, son el fruto del laborioso trabajo realizado por hormigas especializadas en acarrear semillas y crear jardines colgantes, que se van haciendo más grandes conforme la colonia de hormigas se hace más numerosa. El dosel se distingue de los otros estratos por la abundante luz disponible durante todo el año, lo cual permite una alta producción de hojas, brotes, flores y frutos. Por ello, durante la mayor parte del año, este estrato es la despensa de alimento mejor surtida y más frecuentada por cientos de animales y una miríada de diferentes insectos que acuden en busca de alimento. La vida de muchos animales que habitan en el dosel transcurre exclusivamente entre las ramas, sin descender al suelo del bosque. Para ellos encontrar alimento no es sencillo, pues a menudo deben recorrer grandes distancias antes de hallar un próximo árbol que ofrezca el alimento que necesitan. Al parecer, en respuesta a este esfuerzo las especies que habitan en el dosel han desarrollado un mayor tamaño corporal, en comparación a las que habitan en los estratos más bajos. Un ejemplo de esto lo vemos en los monos, entre los cuales por ejemplo el mono araña y el aullador son notoriamente más grandes que sus parientes de los estratos bajos como el machín, el tití, el pichico y el tamarín. Lo mismo ocurre con las aves del dosel, que por lo general tienen mayor envergadura que aquellas que habitan en el estrato intermedio y bajo. Por debajo del dosel continúa el estrato intermedio. Como es lógico el punto de transición entre uno y otro estrato no está estrictamente definido, pero se suele ubicar a unos treinta metros de altura. Dentro de este nivel se encuentran las copas de


Bosques lluviosos

los árboles de tamaño mediano, los enmarañados de plantas trepadoras que se entrelazan sobre los árboles, lianas que se descuelgan desde las ramas más altas y una multitud de bromelias y helechos epífitos que crecen sobre los troncos. El ambiente es sombrío y algo más húmedo que en el dosel, sin viento ni cambios muy drásticos en la temperatura. El follaje en general está compuesto por las frondas de árboles delgados que luchan por alcanzar la luz y las densas cabezas de palmeras dispersas por todo el bosque. Los monos que habitan en este estrato son notoriamente más pequeños que los del dosel; también hay ardillas, ranas arbóreas, chosnas, aves coloridas, lagartos trepadores, roedores, marsupiales, varias especies de murciélagos, pequeños felinos, algunas serpientes y por supuesto una infinidad de insectos. El límite inferior de este estrato alcanza los cinco metros de altura. El estrato más bajo, llamado sotobosque, se extiende desde el nivel del suelo hasta aproximadamente los cinco metros de altura, que es la transición con el estrato intermedio. Allí se encuentra toda la vegetación de porte bajo que crece sobre el suelo: varias especies de heliconia, pequeñas palmeras, helechos, plántulas de todas las especies que empiezan su crecimiento, arbustos, una infinidad de pequeñas trepadoras y varios tipos de bambú. También forman parte del paisaje los contrafuertes y raíces de los grandes árboles, la base de los troncos de palmeras altas, las ramas y troncos de árboles caídos y la gruesa capa de hojarasca que cubre el suelo, donde además se encuentran salpicadas las semillas, frutos y flores de todos los árboles. El sotobosque es el hogar de todos los organismos que transitan sobre el suelo, desde grandes mamíferos como el jaguar, el tapir y la huangana hasta los pequeños insectos rastreros que deambulan bajo la hojarasca. La característica más distintiva de este estrato son las plantas de

hojas grandes, que es una respuesta adaptativa a ambientes con poca luz. En 1987, el Dr. John Terborgh, publicó uno de los primeros trabajos que daba cuenta de la manera en que aprovecha la fauna cada uno de los diferentes estratos del bosque. Aquel estudio, basado en las aves de los bosques de la Amazonía andina de Perú, mostró que las especies que habitan dentro del estrato intermedio disponen de zonas de alimentación más amplias que las que se encuentran en el límite superior del dosel e inferior del sotobosque. Las conclusiones de Terborgh demostraron que la densidad de especies es marcadamente distinta a diferentes altitudes del bosque. Esto, sumado al hecho de que en cada estrato habitan especies que no se encuentran en los otros, demuestra que el bosque lluvioso de la Amazonía es un complejo de ambientes distintos distribuidos en sentido vertical.

El estrato inferior del bosque, conocido como sotobosque, alberga algunas de las plantas mejor adaptadas a la oscuridad. Varias de ellas invierten casi todos sus recursos en crear hojas que les aseguren captar la mayor luz posible, en vez de troncos y ramas. Esto último lo suplen apoyándose en los troncos de arboles cercanos.

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El bosque lluvioso amazónico es uno de los ecosistemas más complejos. Basta dar una mirada a la imagen de al lado para hacerse una idea de lo intrincada y sobrepoblada que es la vida en este ambiente natural. Los árboles, sin importar su altura, pronto cubren con sus copas cualquier espacio por donde ingresa algo de luz, y forman una cubierta vegetal densa conocida como el dosel del bosque. Debajo de este manto de hojas, yacen dos estratos más: el intermedio, que en la imagen apenas se vislumbra en las zonas más oscuras y el inferior llamado sotobosque, que se muestra en las páginas 89 y 90. La competencia por obtener luz es la causante de esta estratificación. Y esta última es la base que sostiene la sorprendente diversidad de organismos que habitan en el bosque amazónico. Una breve explicación sobre esto último se ha incluido en la página 84.

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Debido a la escases de luz, el sotobosque resulta un ambiente menos productivo que el dosel, pero no por ello menos importante como fuente de alimento. Allí, sobre el suelo, se acumula una gran cantidad de hojas, flores, frutos, ramas, troncos muertos, brotes, fracciones de cortezas y semillas provenientes de los estratos más altos. Todos estos son recursos consumidos por una gran diversidad de organismos, entre ellos las propias plantas, que aprovechan los nutrientes que resultan de la descomposición de la materia orgánica. En la imagen de arriba se puede ver que el suelo no está del todo cubierto por plantas, esto es debido a que la luz en el sotobosque es tan escasa que solo un puñado logran sobrevivir. En la imagen de en medio: sobre el suelo yace un fragmento de rama poblado por plantas epífitas que se han desprendido de algún árbol de gran tamaño. En poco tiempo todas ellas morirán asfixiadas por la escases de luz que hay en este estrato, y luego se descompondrán e incorporarán como nutrientes al suelo. La imagen de abajo muestra lo que ocurre cuando se abre un espacio por donde ingresa luz hasta el sotobosque (esto sucede cada vez que un árbol de gran tamaño cae y origina un hoyo en el techo del bosque). Pronto el suelo es invadido por una gran cantidad de pequeñas plantas que luchan por superarse unas a otras, en una carrera frenética por alcanzar y apropiarse del espacio con luz que ha quedado disponible.

Las plantas trepadoras también compiten por luz, su estrategia es ganar altura rápidamente, utilizando como apoyo los troncos de los grandes árboles. En la imagen de al lado se puede ver este caso (sobre el tronco blanquecino del árbol de mayor tamaño).

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En esta imagen vemos como las base de un gran árbol sirve de apoyo para varias plantas trepadoras, entre ellas varias de la familia Araceae, que a diferencia de las lianas que vimos antes tan solo buscan un poco más de luz y no llegarán a ascender mucho más.

A diferencia de los bosques nublados, que vimos en la primera parte del libro, en los bosques lluviosos no hay niebla. De manera que las plantas epífitas se las arreglan únicamente con el agua provenientes de la lluvia, que es abundante y muy frecuente. Pero el agua de lluvia está disponible en todos los estratos, de manera que ¿por qué las epífitas son más frecuentes en las ramas más altas?, si usted supone que esto podría deberse a la necesidad de luz, ¡está en lo correcto!

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¿Y dónde están los grandes árboles?, esta pregunta es más frecuente de lo que podríamos imaginar. Sobre todo entre los visitantes que por primera vez arriban al bosque lluvioso amazónico. El caso es que hay varias etapas tempranas, anteriores al escenario de grandes árboles que solemos conocer, donde abundan los brinzales y plantas de bajo porte.

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Con frecuencia las plantas que habitan en el sotobosque tienen hojas amplias y muy verdes. Esto resulta muy útil en ambientes oscuros, pues las hojas con grandes láminas logran capturar más luz.

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Bosque lluvioso sobre las orillas del rĂ­o Manu.

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Biodiversidad En 1988 Alwyn Gentry, un eminente botánico norteamericano, asombró a la comunidad científica con los resultados de una serie de exhaustivas mediciones realizadas en los bosques de la Amazonía peruana. Junto a su equipo, había reportado la asombrosa cifra de 300 especies de árboles en tan solo una hectárea de bosque, en las proximidades de la ciudad de Iquitos. Los valores de frecuencia eran aun más asombrosos, pues en casi todos los casos cada especie estaba representada por un único individuo. En el lenguaje científico, el número de especies y la frecuencia equivalen a valores de riqueza y abundancia, que sometidos a algunas fórmulas matemáticas dan como resultado un indicador llamado índice de diversidad. Este último permite comparar distintas localidades y concluir cuál de ellas presenta mayor diversidad de especies. El valor se incrementa, por supuesto, donde hay mayor número de especies, pero también donde los valores de abundancia son más homogéneos. Estas dos condiciones, poco frecuentes en las comunidades naturales, coincidían asombrosamente en la parcela estudiada por Gentry, que hasta el día de hoy es reconocida como la porción de bosque más rico y diverso en todo el planeta. Hallazgos como este han sido más frecuentes de lo que podríamos suponer. En la Amazonía los valores de índice de diversidad específica para las aves, reptiles, mamíferos, mariposas, escarabajos, anfibios, orquídeas, peces y casi cualquier grupo de organismos vivos conocidos, resulta excepcionalmente alto, muy por encima del que se podría hallar en cualquier otro ecosistema terrestre. Esto ha despertado la curiosidad de los científicos, que buscan respuestas para explicar cómo se originó la fantástica diversidad natural de los bosques amazónicos.

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La hipótesis de la equidad-estabilidad fue una de las primeras en aparecer. Planteada a inicios de los años 60 por John Fischer, era más bien una conjetura lógica antes que una propuesta apoyada en resultados experimentales, que se sustentaba en los efectos que el cambio climático podría haber causado durante los episodios glaciares del Pleistoceno. Gracias a la evidencia geológica hoy sabemos que hace unos 20 millones de años, durante el Pleistoceno tardío, la tierra pasó por al menos cinco episodios glaciares, que duraron entre 50 000 y 100 000 años cada uno. Durante estos periodos el clima del planeta se volvió más frío y alteró las condiciones para la vida. Fuera de los trópicos el descenso térmico fue extremo y diezmó poblaciones completas de animales y plantas, dificultando la diversificación de las especies. Sin embargo, cerca al ecuador el clima permaneció más estable, favoreciendo la generación de nuevas especies. Basado en estos elementos, Fisher proponía que la alta biodiversidad que caracteriza a los trópicos resultó de la estabilidad climática de la que gozó esta región por un periodo prolongado en comparación con el resto del planeta. Aunque esta hipótesis podría explicar, al menos en parte, la marcada asimetría entre los valores de diversidad de las regiones templadas y tropicales, resulta insuficiente para comprender varios casos de especiación que ocurrieron durante periodos cortos. Además, los resultados de datación del suelo, realizados en años más recientes, han demostrado que durante los últimos 20 millones de años los bosques amazónicos no mantuvieron la estabilidad climática supuesta por Fisher. Contraria a la hipótesis de la estabilidad, algunos investigadores propusieron que sí hubo


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perturbaciones climáticas en los trópicos y que además éstas podrían haber favorecido los procesos de especiación. Una de las teorías más notables en ese sentido fue presentada en 1969 por Jurgen Haffer, un geólogo alemán apasionado por las aves. En su artículo, publicado en la prestigiosa revista Science, Haffer explica la aparición de “refugios de fauna” durante los periodos glaciares y cómo a partir de ellos una intensa dinámica de especiación enriqueció la Amazonía. Haffer coincidía con Fisher en que los episodios glaciares del Pleistoceno afectaron de manera desigual las regiones templadas y tropicales. Sin embargo, para él esto de ninguna manera condujo a una estabilidad climática prolongada, ni mucho menos a condiciones homogéneas sobre la amplia región amazónica. Por el contrario, al analizar la estratificación geológica a partir de muestras tomadas en diversas localidades de la Amazonía, halló que muchos lugares actualmente cubiertos por bosques habían permanecido largos periodos sin tal cobertura en tiempos pasados. Hace aproximadamente 1.5 millones de años, durante la última era glaciar, el clima gélido en las latitudes septentrionales provocó el enfriamiento de los océanos, y con ello una disminución en la generación de nubes a nivel global. Durante aquel periodo el volumen de precipitación declinó drásticamente, y muchos lugares tropicales quedaron envueltos en un clima mas bien seco, que no era capaz de sostener la exuberancia original. Como resultado, extensos bosques en la región amazónica se transformaron en sabanas y pastizales, apenas salpicados de parches de bosques remanentes, ubicados donde el clima aún les resultaba favorable. En su magnífico estudio, Haffer propone un mapa de distribución de los bosques remanentes del Pleistoceno. Con asombrosa intuición, Haffer correlacionó estos lugares con las distribuciones conocidas de cinco especies de tucanes que eligió para su análisis. Los

resultados evidenciaron que la distribución de cada una de las cinco especies se sobreponía con algún bosque remanente representado en el mapa. Este hecho permitió suponer que aquellos bosques aislados debieron funcionar como refugios para la fauna, y que eso motivó la generación de las cinco especies de tucanes de su estudio. Haffer dedujo que producto de esta sabanización del territorio amazónico muchas especies se vieron obligadas a refugiarse dentro de los bosques remanentes, quedando así repartidas en poblaciones menores y aisladas entre sí. Luego con el paso del tiempo, cada una de ellas evolucionó siguiendo caminos diferentes, dando origen a especies distintas. Este es un camino evolutivo ampliamente aceptado, conocido como especiación alopátrica. Pero la propuesta de Haffer no terminaba allí. Planteó además que la secuencia de enfriamientos y calentamientos climáticos provocados por los cinco periodos glaciares ocurridos durante el Pleistoceno debió ocasionar una sucesiva retracción y expansión de los bosques remanentes, lo cual provocó que una y otra vez se encontraran y volvieran a aislar las poblaciones, dando lugar a una múltiple generación de nuevas especies. Así cada especie que se originaba en un periodo glaciar podía ser el punto de partida para otras nuevas en el siguiente periodo glaciar. Lo que Haffer describió se conoce como una “bomba de especiación”, que es perfectamente capaz de explicar el alto número de especies que hoy encontramos en los bosques amazónicos. Los episodios glaciares no son los únicos eventos capaces de fragmentar la población de una especie. Una barrera física que atraviesa un territorio continuo también lo haría, dejando a ambos lados individuos de la misma especie sin posibilidades de comunicarse. Este suceso es conocido como aislamiento geográfico o

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“vicarianza”, y diversos estudios han demostrado que también ha contribuido a la diversificación de las especies en la región amazónica. Los ríos de gran caudal como el Amazonas y la mayoría de sus tributarios, son capaces de aislar poblaciones; también lo hacen las cadenas de montañas que se proyectan desde la Cordillera de los Andes hacia la Amazonía dividiendo una población original en subpoblaciones más pequeñas. Los individuos de una subpoblación, al haber quedado incomunicados no son capaces de reproducirse con los de otra, de manera que en adelante cada subpoblación evolucionará de manera independiente incorporando las características que le sean más favorables. De esta manera, pasadas varias generaciones, cada subpoblación habrá quedado diferenciada de las otras. A esto se conoce como “divergencia genética”, cuyo resultado es la aparición de diferentes especies a partir de un ancestro común. Otro aspecto que llamó la atención de los investigadores es el sorprendente parecido que hay entre varias especies distintas. Esto ocurre por ejemplo en varios grupos de aves, como los atrapamoscas, chotacabras, capitos, tangaras, perdices, galbulas, etc. que, de no ser por la forma del pico y el tamaño corporal, resultarían idénticas. Al observar el parecido, los ecólogos se preguntaron si acaso la presión de competencia podría haber impulsado la especiación. Para entender de qué se trata esto plantearemos una situación hipotética: digamos que los individuos de una población de atrapamoscas de la especie A están pasando por un largo periodo de escasez de alimentos, lo cual genera una fuerte presión de competencia, pues cada uno tendrá que esforzarse al máximo para superar a los otros y conseguir algo de alimento. Para evitar la fuerte presión de competencia, un grupo de nuestras aves decide apartarse de los estándares alimenticios de su especie y probar

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suerte con presas de mayor tamaño, que son más abundantes dentro de un espacio poco concurrido por sus congéneres. Aunque las condiciones del lugar son distintas a las habituales, nuestro grupo tiene éxito y decide permanecer allí. Con el paso del tiempo, tras muchas generaciones, la descendencia del grupo de atrapamoscas que se apartó habrá adquirido las características adecuadas para capturar presas grandes, y responder mejor a las condiciones del entorno que eligieron. El resultado de dicha evolución tal vez sea un ave con el cuerpo y el pico más robusto. Si es así podríamos llamarla especie B, a pesar de que aún se asemeje mucho a la especie A original. Aunque la lógica respalda estos supuestos, se trata de una hipótesis difícil de probar, pues se requiere de evidencias, para lo cual sería necesario dar varios pasos hacia atrás en el tiempo. Los investigadores ponen sus esperanzas en una herramienta llamada “reloj molecular”, que tomará algún tiempo afinar, y promete corroborar algunas de las hipótesis planteadas. El hecho de que en la Amazonía haya muchas especies con diferencias sutiles, dentro de espacios estrechos y cercanos, llevó a los científicos a otra suposición: los nichos ecológicos en los bosques tropicales debían ser más angostos que aquellos que se encuentran en los bosques de las regiones templadas. El nicho ecológico puede ser entendido como el conjunto de condiciones que una especie requiere para vivir dentro de un ambiente. Así, por ejemplo, el nicho ecológico de un ratón podría estar conformado por la siguiente lista de condiciones: agujeros secos y seguros al pie de los árboles, que empleará para guarecerse de la lluvia y ocultarse de sus depredadores; una porción de suelo cubierta con hierbas, en las proximidades de su madriguera, donde se alimentará de tallos y brotes tiernos; y disponer de algunos troncos de palmeras muertas, donde recolectará larvas de escarabajos.


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Al igual que nuestro ratón, todas las especies tienen una lista de requerimientos. Algunas son muy exigentes y tienen demandas difíciles de satisfacer: a estas las llamamos especialistas, y habrá pocos lugares adecuados para ellas. En sentido opuesto están las especies generalistas, poco exigentes, que son capaces de vivir dentro de una multitud de condiciones y por ello están ampliamente distribuidas. En los bosques tropicales como los amazónicos abundan los especialistas, muy exigentes en sus requerimientos y por eso lo usual es encontrar unos pocos individuos de cada especie ocupando ambientes muy particulares. Lo contrario ocurre en los bosques de las regiones templadas, donde son más frecuentes los generalistas, con más individuos por especie, distribuidos en varios ambientes distintos. El hecho de que las especies amazónicas vivan dentro de nichos más estrechos y con una distribución más restringida sobre el territorio, explica por qué una hectárea de bosque amazónico puede contener veinte veces más especies que un área similar en los bosques templados del norte.

o alteraciones substanciales en la geografía del lugar, como podría ser la aparición de una cadena de montañas. Sin embargo, una condición importante es que dichos cambios deben ocurrir dentro de periodos de tiempo más o menos cortos desde una escala evolutiva. Así, varias decenas de miles de años parecen ser el periodo adecuado para que resulten nuevas especies. En 1930 el matemático y astrónomo croata Milutin Milankovic, descubrió que la forma de la órbita terrestre varía de circular a elíptica como resultado de la influencia gravitacional de otros planetas. Cuando los otros planetas del sistema solar están dispersos, la órbita de la tierra resulta circular; pero cuando quedan agrupados todos a un mismo lado, la fuerza gravitacional combinada de éstos provoca una deformación, haciendo que la órbita terrestre adopte una forma elíptica. Milankovic calculó que el eje de rotación de la tierra incrementa su inclinación en ciclos de 41000 años, y que la estación del año en que la Tierra está más cerca al Sol se mueve entre el verano y el invierno en un ciclo de 22 000 años.

Varias otras teorías e hipótesis se han propuesto, y aparecerán nuevas intentando explicar el origen de la extraordinaria diversidad de especies que posee la Amazonía. Aun cuando alguna de ellas nos lleve a cambiar la lógica del entendimiento actual, permanecerá el hecho de que es el resultado de una increíble secuencia de eventos geológicos, climáticos y evolutivos que no volverá a darse.

Los ciclos de Milankovich Como hemos visto, los mecanismos de vicarianza, que son la manera en que se generan nuevas especies debido a la separación de una población original en dos o más subpoblaciones, pueden ocurrir de diversas maneras. Por ejemplo, cambios prolongados en la condición del clima

Hoy sabemos que gracias a los ciclos de Milankovich, la naturaleza tuvo el tiempo necesario para adaptarse a cambios ambientales que llevaron a la evolución y aparición de muchas nuevas especies

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Periódicamente todos estos ciclos interactúan de manera compleja, provocando alteraciones en el clima que pueden durar desde varias decenas de miles a cientos de miles de años. Dichas interacciones fueron las que provocaron las grandes glaciaciones durante el Pleistoceno, un periodo que trajo importantes cambios en el clima. Durante ese periodo, los bosques de la región amazónica pasaron por sucesivas retracciones y expansiones, que dieron origen a lo que Jurgen Haffer describió como una “bomba de especiación”.

América del Norte se mantuvo conectada periódicamente con Eurasia a través de Alaska. Este fue el puente por donde migró la fauna más reciente, especialmente mamíferos, que salieron de lo que hoy es Europa para poblar América del Norte. Entretanto Sudamérica permaneció a la deriva por más de 80 millones de años, rodeada de océanos, como un continente-isla, poblada por la fauna que heredó de África. Gracias a este aislamiento tan prolongado Sudamérica desarrolló especies totalmente diferentes a las que habitan en otras partes del mundo.

El Gran Intercambio de Fauna Americano

La fauna de América del Norte y la de América del Sur se mantuvieron separadas hasta hace unos 3 millones de años, cuando apareció el istmo de Panamá, un puente natural que conectó ambas regiones. Esto permitió que la fauna se intercambiara en ambos sentidos incrementando en un 40% el número de familias taxonómicas en ambas regiones. Gracias a este fenómeno, conocido como el Gran Intercambio de Fauna Americano, “GABI” por sus siglas en inglés, se incorporaron muchas nuevas especies al territorio amazónico.

Una multitud de hallazgos fósiles a lo largo del continente americano ha permitido demostrar que América del Norte y América del Sur tuvieron faunas muy diferentes en tiempos lejanos. Hoy sabemos que las especies que poblaban cada una de estas dos regiones se originaron de manera distinta y en tiempos geológicos muy distantes. Luego que los actuales continentes se separaron del antiguo super-continente llamado Pangea,

Una vista de la cordillera de los Andes desde el llano amazónico. Ésta es la formación geológica más joven dentro la cuenca del río amazonas y la que ejerce mayor influencia sobre los procesos de diversificación de ambientes en la Amazonía.

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Confiado en el color de su plumaje, este Allaymama (Nyctibius griseus), descansa durante el día sobre un pequeño tronco. Éste es un ejemplo de muchos casos de mimetismo que han resultado de la evolución en los bosques amazónicos.

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Muchas plantas tienen olores que ofrecen recompensas a los insectos. Aunque en ocasiones solo se trata de “agua azucarada”, es suficiente para conseguir un poco de protección a cambio. Varias especies de hormigas, algunas con picaduras muy dolorosas, montan guardia sobre estas flores y las defienden de cualquier intruso. Incluso un herbívoro de gran tamaño como un venado lo pensaría dos veces antes de intentar darles una mordida. Para las plantas del bosque amazónico las flores son muy preciadas, les ha costado mucho esfuerzo producirlas donde el suelo es pobre y la luz escasa. De ellas esperan lograr frutos que den suficientes semillas para perpetuar la especie.

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Varias especies del género Heliconia crecen bien donde el suelo tiene mal drenaje, al punto que llegan a dominar completamente espacios que con frecuencia se encuentran anegados. Allí se crea un ambiente particular, que es aprovechado por algunos animales que difícilmente podríamos encontrar en otros lugares. Una de ellas es un tipo de murciélago que construye carpas (ver página 147). Pero las heliconias también son un recurso apreciado por los colibríes, en particular por un grupo llamado “ermitaños”, que introducen sus picos curvos para tomar el néctar y en retribución contribuyen a la polinización de las flores. Así como estas, varias otras especies de aves y pequeños mamíferos aprovechan los espacios donde abundan las heliconias. En la imagen de la página 104 se muestra la inflorescencia de una Heliconia rostrata, en la que las pequeñas flores se encuentran ocultas bajo las brácteas de color rojo intenso. En esta página, una Heliconia aff subulata, con brácteas púrpuras y frutos de color verdoso.

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Los anuros (ranas), como es de esperar, son un grupo que está muy bien representado en los trópicos y en particular en las selvas del Amazonas. Allí el ambiente húmedo permite que su piel permanezca hidratada todo el tiempo, dándoles la posibilidad de vivir fuera de los charcos. Gracias a esto, hay una gran diversidad de ranas arborícolas, que pasan su vida entre los troncos y las ramas de los árboles, pero también hay un número importante de otras que viven ocultas entre la hojarasca del suelo.

Cochranella sp.

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Las ranas son particularmente diversas en el llano amazónico. No solo habitan los diferentes estratos arbóreos, también sobre el suelo, bajo la hojarasca y cerca de los cuerpos de agua. Además, dentro de cada uno de estos espacios las hay adaptadas a pequeños ambientes, con colores, tamaños, formas y estrategias de alimentación de las más diversas. Un ejemplo de ello son el puñado de especies que incluimos en esta página. De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Dendropsophus triangulum

(habita la parte baja de árboles y arbustos); Hypsiboas fasciatus (se encuentra entre la vegetación cerca del suelo); Elachistocleis muiraquitan (bajo la hojarasca cerca de troncos y ramas caídos sobre el suelo); Ameerega macero (en pequeñas quebradas que llevan aguas claras); Ranitomeya biolat (entre las matas de bambú); Sphaenorhynchus lacteus (en la orilla de lagunas con vegetación flotante).


Osteocephalus taurinus

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Rhinella margaritifera

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Uno de los grupos de ranas arborícolas más impresionante son las del género Phyllomedusa que en su mayoría son de un color verde brillante con combinaciones de colores purpura, amarillos y blanco; tienen patas excepcionalmente largas que utilizan para ascender lentamente por las ramas y trocos pero rara vez para saltar. Muchas de estas ranas logran eludir a sus depredadores confundiéndolos. Tienen diseños de colores muy llamativos en los flancos, que son visibles solo cuando saltan. En este momento capturan la mirada del depredador, que luego las pierde de vista cuando se detienen súbitamente con las patas retraídas, confundiéndose con el color verde del follaje. En la imagen de la izquierda Phyllomedusa vaillanti, arriba Phyllomedusa tomopterna.

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Ceratophrys cornuta. Esta rana de gran tamaĂąo se oculta entre la hojarasca, desde donde aguarda el paso de sus presas, con frecuencia insectos.

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La luz en los bosques amazónicos Como hemos visto, la luz no se encuentra en todos los estratos del bosque por igual y por eso los árboles se ven obligados a adoptar formas distintas durante su desarrollo. Esto, por otro lado, contribuye de manera directa a la compleja estructura del bosque amazónico.

forman una copa densa, angosta y cargada de hojas, lo que le permite aprovechar la luz que hay a esta altura; los productos de esta mayor capacidad de fotosíntesis se observan en un tronco notoriamente grueso que ahora se apoya sobre contrafuertes.

Un pequeño árbol que empieza su vida en medio de la penumbra del sotobosque, tiene como prioridad crecer rápidamente. Su principal objetivo es superar en talla a sus jóvenes vecinos, que de otra manera lo asfixiarían bajo sus sombras. Por eso la forma general de nuestro árbol es esbelta, posee un tronco largo y desproporcionalmente delgado, que remata en un puñado de ramas con follaje ralo.

Al alcanzar el estrato más alto, que es el dosel, el árbol podría tener más de cien años. Pero no es la edad la que determina que es momento de comportarse como un adulto, sino la abundancia de luz. Solo después que su copa ha atravesado el techo del bosque se desatará la última gran transformación. Cuando esto ocurre las ramas se abren lateralmente para dar forma a una copa amplia y aparasolada, que expone sus hojas a la luz del sol. A partir de este momento nuestro árbol no necesitará competir por altura. Ahora puede reordenar sus prioridades y destinar sus recursos a un nuevo propósito: reproducirse. Formará flores, que darán frutos cargados de semillas, de donde emergerá una siguiente generación de plantas de su especie.

Al entrar en el estrato intermedio nuestro joven árbol podría tener unos cuarenta años de edad y haber superado los 20 m de altura. Su apariencia es algo distinta a la que vimos cuando aun se encontraba en el sotobosque. Ahora sus ramas

A pesar que ya es un adulto, nuestro árbol seguirá ganando altura y diámetro. Y con algo de suerte quizá se convierta en un gigante emergente con más de quinientos años de edad. Si echamos una mirada al bosque en su conjunto notaremos que está formado por una multitud de árboles con algunas de las características que antes vimos. Esta combinación de distintos tamaños y formas arbóreas, junto a otras plantas del bosque, crea la compleja estructura forestal que caracteriza a la selva amazónica, y que la hace capaz de albergar la más alta diversidad de organismos en todo el planeta.

Por debajo de la copa de los árboles la luz apenas se asoma. Mientras encima del dosel, como se puede ver en la fotografía de la pagina siguiente, es muy abundante.

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La abundante luz que envuelve la copa de los grandes árboles es aprovechada por varias especies que están adaptadas a vivir sobre las ramas (plantas epífitas).


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Debajo de la bóveda arbórea el bosque es tan oscuro que, en promedio, solo un 2% de la luz alcanza el suelo. El resto queda atrapado en el camino, principalmente entre las copas de los árboles más altos. Debido a esto, la luz es el recurso más apreciado por las plantas que aún se encuentran en crecimiento y el motivo de una intensa competencia. Desde la superficie del suelo hasta el extremo superior del bosque cada planta emplea alguna estrategia para superar a las otras y conseguir la luz que tanto necesita.

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Para mucho las aves son los vertebrados más comunes y más fácil de ver en la Amazonía. Habitan en todos los espacios, acuáticos y terrestres, sin excepción y de las más diversas maneras. Probablemente, la mejor forma de apreciar esta diversidad sea a través del tipo de alimento y el lugar en que lo consiguen. Hay aves acuáticas que literalmente pescan como es el caso de los Martínes pescadores, los rayadores, gaviotines y el águila pescadora; algunos otros cazan peces con sus picos largos y afilados como las garzas y cigüeñas; otros se alimentan exclusivamente de insectos, a veces al vuelo como los atrapamoscas y las chotacabras y en otras ocasiones sobre el suelo como los tapaculos, las gralarias, los trompeteros o incluso los super-especializados seguidores de hormigas que capturan los insectos que estas últimas ahuyentan. Están los comedores de frutas como los manakins, un gran número de tangaras, trogones, quetzales y cotingas; los trepatroncos y carpinteros que buscan insectos sobre el largo camino vertical que son los troncos y ramas de los grandes árboles. Encontramos también las rapaces, cada una especializada en cazar un grupo particular de mamíferos, reptiles, aves, insectos y peces; los playeros que viven escudriñando en la frontera del río y la playa; los filtradores de fango que se alimentan de crustáceos como la espátula rosada; otros son cazadores que vuelan en grupos como las golondrinas; sobre el suelo del bosque están las perdices que rara vez levantan vuelo. Un grupo muy diverso son los loros que forman bandadas ruidosas en las collpas (pág. 130-131), hay un sinfin de otros grupos como los buitres, colibríes, gorriones, palomas, oropéndolas, pavas, etc. Cada una de ellas con hábitos de alimentación y ocupando un lugar particular en los bosques amazónicos. Para cada uno de los grupos que antes hemos mencionado hay además una amplia diversidad de formas, tamaños y colores. Aves de patas y dedos largos como las que caminan en la orilla de los cuerpos de agua y otras de patas tan pequeñas que parecerían no necesitarlas como los vencejos y las golondrinas. Respecto al tamaño, las hay tan pequeñas como los colibríes y tan grandes como la majestuosa águila harpía; sobre los colores del plumaje encontramos algunas que pasan desapercibidas como el hallaymama (pág. 103), y otras escandalosamente coloridas como las tangaras, capitos, tucanes, loros, colobríes, trogones, quetzales, varios pájaros carpinteros, saltarines o la pequeña Chlorophonia cyanea que vemos en la página opuesta.

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Las tangaras son un grupo de aves coloridas que solo existen en el continente americano, la mayoría de las cuales se encuentran en la zona tropical y particularmente en la región amazónica. Con frecuencia se las puede ver en grupos mixtos, es decir varias especies diferentes de tangaras e incluso de otras aves, avanzando juntas en busca de alimento. Una vez encontrado el árbol correcto, las tangaras arrancan las frutas y la estrujan ligeramente con su pico antes de deglutirlas. Los investigadores suponen que esta acción les permite saborear la fruta y así cerciorarse de que está madura. Al hacer esto, dejan caer accidentalmente algunas semillas desde lo alto del árbol hasta el piso del bosque, convirtiéndolas en agentes dispersores de semillas (la dispersión de semillas es un fenómeno indispensable para la renovación de las plantas y la sobrevivencia de todo el bosque). Las imagen de arriba y la del centro de esta página corresponden a dos especies de tangaras que viajan juntas en busca de alimento, Tangara xanthocephala y Tangara arthus respectivamente. La imagen de abajo corresponde a un dacnis (Dacnis cayana), con un plumaje tan colorido como el de las tangaras, y debido a esto muchas veces es confundido con ellas, pero en ningún otro aspecto se parecen. Se trata de un ave que busca su alimento sobre la superficie de las hojas, de donde extrae con el pico pequeños artrópodos (en su mayoría insectos).

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En la imagen de arriba se observa un pequeño colibrí de cresta rojiza (Lophornis delatrei), que permanece suspendido en el aire mientras extrae el néctar de unas flores. Para lograr esto las alas se deben mover muy rápido y en distintas direcciones, al punto que resulta imposible distinguirlas, incluso a través de una fotografía como esta que fue tomada a alta velocidad.

Abajo a la derecha otra ave con plumaje llamativo, Chlorophanes spiza, que se alimenta de insectos y frutas por igual. A diferencia de las tangaras, ésta suele ser un ave solitaria, que prefiere las copas más altas de los árboles.

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Entre las aves de mayor tamaño están los paujiles (Mitu tuberosum), que rara vez son vistos en bosques intervenidos, donde se los caza intensamente. Es más frecuente encontrarlos en bosques prístinos donde además son más fáciles de observar cuando salen a la orilla de algún río. El paujil es un ave solitaria y silenciosa, que pasa la mayor parte del tiempo buscando frutos caídos sobre el suelo del bosque. Pero es particularmente ruidoso cuando busca pareja o cuando debe proteger a su prole. En estos casos, el sonido que emite es tan grave que resulta confuso para el oído humano y con seguridad también para el de sus depredadores. Es prácticamente imposible calcular la distancia y dirección de donde procede. Uno podría estar de pie justo debajo de la rama en la que un paujil macho está “vocalizando”, y no tener noción de su ubicación.

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La mayoría de personas asocia a los loros con la selva amazónica. Esta idea no está del todo equivocada, pues aunque existen varias especies en otros continentes, son muchas más las que habitan en la Amazonía. Se trata de aves muy sociales y por eso con frecuencia se las ve volando en grandes bandadas, alimentándose o descansando en grupos numerosos sobre los árboles. Todos los loros son excepcionalmente hábiles para encontrar y recoger frutos. Gracias a sus patas, que son muy versátiles, pueden caminar sobre ramas delgadas, colgarse de cabeza, tomar un fruto y llevárselo a la boca. Entre los loros, los guacamayos son un grupo particularmente amenazado. Debido a su plumaje de colores brillantes y su gran tamaño son perseguidos y capturados por traficantes de fauna silvestre, que los comercializan como mascotas. En la imagen de la izquierda se puede ver un guacamayo aliverde (Ara chloropterus), y en la de arriba una pareja de guacamayos azul y amarillo (Ara ararauna).

Aunque por mucho tiempo se pensó que los loros son consumidores de frutas, la verdad es que van tras las semillas que hay dentro. Los investigadores han encontrado que debido a su forma de alimentarse estas aves contribuyen de manera indirecta a la dispersión de semillas. En ocasiones, mientras se alimentan dejan caer algunos frutos que luego son tomados por otros animales como los tinamúes y roedores (verdaderos dispersores), que depositan las semillas en lugares alejados donde luego germinan y dan origen a una nueva planta.

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Los guacamayos se alimentan de semillas, hojas, frutos y brotes de diversas plantas, algunas de las cuales, como es el caso de Hura crepitans, contienen fuertes toxinas. Esto llevó a suponer que acudían a las collpas para consumir minerales que les permitiera neutralizar dichas toxinas. Sin embargo, nuevos datos han demostrado que la tierra que consumen no tiene ese propósito. Se trata de una rica fuente de sodio, un elemento vital que es escaso en la Amazonía.

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Varias especies de loros, como los de cabeza azul (Pionus menstruus), que se ven en la imagen, usan las mismas collpas que los guacamayos. Sin embargo, deben esperar su turno, pues por lo comĂşn no se mezclan.

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Grupos de cotorras Amazona farinosa, se congregan cada mañana para consumir tierra de las collpas. El lugar también es visitado por algunos depredadores como este gavilán de los caminos (Rupornis magnirostris), que ronda esperando capturar algún ave descuidada. Las collpas no son exclusivas de los loros, también muchos mamíferos como los monos, tapires, huanganas y venados tienen sus propias collpas.

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El cacique (Cacicus cela), anida en colonias y emplea varias estrategias muy efectivas para evitar a los depredadores. Con frecuencia construye sus nidos en un árbol aislado, que suele estar rodeado por agua, de manera que cualquier intruso que pretenda atacarlo, tendría que primero atreverse a cruzar un tramo nadando. Además el árbol suele contener un avispero. Así las avispas atacarían al “ladrón”, que por ejemplo podría ser un mono intentando robar huevos. Una siguiente medida es construir muchos nidos vacíos. El objetivo de esto es confundir al depredador, que luego de unas cuantas incursiones fallidas abandona su arriesgado emprendimiento.

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Ecología de semillas Uno de los aspectos más importantes para la ecología de la conservación es conocer la forma en que un ambiente se regenera de manera natural. Conocer los procesos que permiten que el bosque siga siendo bosque tiene amplias y diversas utilidades prácticas. Por un lado, permite valorar y priorizar aquellos procesos naturales indispensables que deben mantenerse intactos para perpetuar el paisaje amazónico. Por otro, permite desarrollar sistemas de aprovechamiento realmente sostenibles y amigables con el bosque, y además contribuye a mejorar los métodos que hoy se emplean para la restauración ambiental. En síntesis, conocer cómo funciona un bosque nos ayuda a gestionarlo de manera inteligente. El elemento basal y esencial para la regeneración del bosque es por supuesto la semilla. En ella se encuentra almacenada toda la información de la próxima generación de plantas que reemplazará a las que van cayendo. Por esta razón diversos estudios de ecología se centran en reconocer sus características, formas de dispersión y las distintas maneras en que se establecen dentro del bosque.

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bosque). Esta relación inversa entre tamaño y disponibilidad de luz en el ambiente parece estar asociada con las necesidades iniciales de la joven plántula. Las semillas que germinan bajo sombra son grandes porque deben proveer todos los nutrientes necesarios a la joven plántula durante el tiempo que le tomará atravesar y emerger entre la gruesa capa de hojarasca, que cubre el piso del bosque, tras lo cual podrá ya alimentarse y obtener energía por si sola utilizando la luz solar; una semilla grande permite que la plántula crezca rápido y le proporciona los recursos para formar sus primeras defensas estructurales, químicas (toxinas) y morfológicas (espinas). En cambio, una semilla que debe a toda costa encontrar lugares con abundante luz, necesita ser pequeña para poder ser transportada a grandes distancias (por el viento o animales), y con ello incrementar sus probabilidades de éxito. La plántula que emerge de una semilla pequeña tendrá, por supuesto, pocos nutrientes disponibles, pero si es depositada en el ambiente adecuado encontrará luz suficiente para sintetizar sus propios recursos a través de la fotosíntesis.

La capacidad regenerativa del bosque resulta de una fuerza conjunta entre la maximización de las probabilidades de que una planta consiga establecerse en la penumbra del sotobosque (para lo cual se requiere una semilla de buen tamaño), y lograr la mayor distancia de dispersión (para lo cual es conveniente una semilla de tamaño pequeño y por supuesto contar con el mayor número de semillas posibles).

Los agentes dispersores pueden ser muy diversos. Sin embargo, en la mayoría de casos están relacionados con las semilla a través de la recompensa que les brinda el fruto. El sabor, color y en ocasiones los nutrientes que provee el fruto son el “cebo tentador” que ofrece la planta para utilizar a los animales e insectos en el trabajo de transporte. Por supuesto nada de esto se hace con plena conciencia, es más bien un engaño. Son las argucias de las plantas para lograr su cometido.

Salvo algunas excepciones, las semillas de plantas que crecen en el sotobosque (un ambiente con poca luz), suelen tener mayor tamaño que las semillas de especies pioneras (que crecen en lugares iluminados, como claros y márgenes del

El tamaño de la semilla es un asunto de primer orden. Si es muy grande requiere de animales de gran tamaño que sean capaces de consumir el fruto y transportar la semilla mientras atraviesa por su tracto digestivo. En cambio, las semillas


Ecología de semillas

pequeñas son típicamente dispersadas por el viento, en ocasiones ayudadas por el agua o por algunos insectos como las hormigas. La regeneración de un bosque amazónico ocurre de manera continua, y requiere trasladar y colocar permanentemente las semillas de todas las especies que lo conforman. Cada una tiene un tamaño, forma y requerimientos distintos, y está asociada a animales particulares para su dispersión. Por esta razón, para la regeneración exitosa del bosque amazónico se necesita de todos los dispersores. Dicho de otra manera, una selva sin toda su fauna está destinada a un progresivo deterioro estructural que eventualmente puede incluso llevar a su desaparición.

Comer frutos ayuda a dar forma al bosque Los mamíferos y las aves son los mayores consumidores de fruta en el bosque (frugívoros), y por ello su papel preponderante desde el punto de vista de las plantas es diseminar las semillas. Esta contribución es indispensable para dar forma y mantener la diversidad vegetal en los bosques amazónicos. De manera amplia podríamos clasificar a los frugívoros en dos grupos. Los que comen únicamente frutas muy específicas, que resultan ser especialistas y son considerados como diseminadores de “alta calidad”, y los que comen una amplia diversidad de frutas, que resultan ser generalistas y son considerados como diseminadores de “alta cantidad”. Pero hay también diferencias en cuanto a las partes de la fruta que consumen y la manera en que procesan las semillas. Algunos frugívoros extraen por trozos las partes carnosas del fruto, y durante este proceso pueden llegar a consumir accidentalmente algunas semillas. En otros casos los frutos son tragados enteros junto con las

semillas. También hay animales especialistas que roen la cubierta dura de algunos frutos hasta llegar a la verdadera semilla, logrando reducirla a un menor tamaño y en otros casos incluso a triturarla. Una vez ingeridas, las semillas son procesadas en el tracto digestivo y finalmente defecadas: solo después de ello estarán listas para germinar. Algunos animales almacenan semillas bajo tierra, con el propósito de consumirlas después de un tiempo. Sin embargo, varias de ellas son olvidadas y permanecen enterradas hasta germinar. Todas estas y muchas otras modalidades de consumo y formas de procesar las semillas suelen ser particulares a cada especie de animal que las consume y a cada tipo de semilla. Ambos grupos, los animales frugívoros y las plantas con fruto han evolucionado para realizar una tarea conjunta, que es dar forma al bosque, pero por supuesto no lo hacen con conciencia. Son impulsados por la necesidad y la recompensa. Las plantas han desarrollado mecanismos para atraer a los animales y lograr que éstos diseminen sus semillas; típicamente ofrecen como recompensa frutos carnosos y jugosos, con buen sabor y suficientes nutrientes como para que valga la pena el trabajo de ir a buscarlos, recolectarlos y en muchos casos pelarlos antes de consumirlos. Por su parte los animales que se alimentan de los frutos procesan y trasladan las semillas a lugares apartados del árbol madre, incrementando las probabilidades de sobrevivencia de las plántulas que emergen de esas semillas. De esta manera la relación entre los frugívoros y las plantas es de mutuo beneficio. Si los frutos no fueran tomados y consumidos por las aves y mamíferos frugívoros, éstos caerían y quedarían al pie del árbol madre, donde las semillas que contienen germinarían formando densas matas de plántulas de la misma especie. De esta manera las jóvenes plantas quedan mucho más expuestas a sus depredadores, pues bastaría que

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Ecología de semillas

un solo herbívoro las encuentre apetecibles para perder al grupo completo. El riesgo de ser atacadas por enfermedades u hongos, o de ser invadidas por insectos también es mayor si se encuentran juntas en gran número, pues se contagian rápidamente unas a otras. Por el contrario, el riesgo se reduce cuando las semillas quedan más distanciadas unas de otras, alejadas del rango de búsqueda de sus depredadores, que siempre rondan al pie del árbol madre en busca de frutos. Los investigadores Daniel Janzen y Joseph Connell, publicaron de manera independiente un modelo que explica cómo se mantiene la diversidad de árboles dentro de un bosque tropical. Según éste las semillas no se distribuyen de manera homogénea sobre el piso del bosque. Siempre se encuentran más semillas al pie del árbol madre y el número se reduce con la distancia. La tasa de supervivencia tiene una dinámica inversa, pues es más baja cerca del árbol madre y se eleva con la distancia. Esto se podría graficar mediante dos

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curvas que se mueven en sentido opuesto, dejando en el punto de confluencia el mejor equilibrio entre número de semillas y probabilidades de sobrevivencia. Podríamos decir que de manera general el número máximo de plántulas que desarrollan con éxito, “reclutamiento”, se encuentra en el punto medio, entre el lugar más distante a donde un dispersor lleva una semilla y el árbol madre. Si trasladamos esto a un patrón espacial observaremos que, dependiendo de las modalidades de dispersión y de las características del agente dispersor, cada especie de árbol tiene un punto de máximo reclutamiento más o menos definido, que permite suponer la distancia a la que aparecerá un próximo individuo de cada especie. Aunque también intervienen otros eventos menos predecibles. Está ampliamente demostrado que el consumo de frutos por los animales que luego se encargan de dispersar las semillas, influye sobre la manera en que los árboles se distribuyen en el bosque. ¡No hay duda, comer frutos ayuda a dar forma al bosque!


Ecología de semillas

Emerger en medio de la oscuridad del sotobosque demanda, muchas veces, un gran esfuerzo. Por esta razón muchas especies producen semillas de tamaño grande con un endospermo capaz de nutrir a la joven planta hasta que alcance el tamaño para valerse por si sola.

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El estrato superior del bosque está poblado por animales muy diversos, no solo hay ranas arborícolas, aves y monos, también están varios reptiles bien adaptados a la vida en los árboles, como este pequeño largato del género Tropidurus.

Los monos del nuevo mundo tienen características particulares que los distinguen de sus ancestros africanos. Tienen cuerpos relativamente delgados, cuello corto, hocico corto y plano, extremidades largas y una cola larga, que en muchas especies es prensil. En la imagen un pequeño mono saimiri (Saimiri sciureus).

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Los monos habitan exclusivamente zonas de bosques, moviéndose entre la parte media y alta, sin embargo en ocasiones pueden bajar hasta el suelo o asomarse a la orilla de ríos y quebradas donde consiguen minerales en collpas. Son animales muy inteligentes y con una gran habilidad para encontrar alimento, sus cinco dedos prensiles y una vista estereoscópica les permite observar y rebuscar en lugares poco accesibles. Los monos son verdaderos dispersores de semillas y por ello son indispensables para mantener un bosque saludable. En la imagen superior un gran mono aullador rojo (Alouatta seniculus), así llamado por el potente sonido que emite desde lo alto de los árboles. Y abajo un mono araña (Ateles paniscus), el nombre se debe a sus largas extremidades.

Kinkayu (Potos flavus), es una habitante de la copa de los árboles, donde se alimenta de una gran variedad de frutos y por eso es, al igual que los monos, un importante dispersor de semillas.

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Para muchos podrĂ­a ser inesperado oir que existen serpientes en los ĂĄrboles. Las hay y no son pocas, entre ellas incluso algunas muy venenosas como esta Loromachaco (Bothrops biliniata).

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Perezoso de tres dedos (Bradypus tridactylus)

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Perezoso de tres dedos (Bradypus tridactylus)


Los monos son los animales mejor adaptados al mundo arbóreo, y por esta razón se pueden encontrar especies distintas en los tres estratos del bosque. Las de mayor tamaño suelen habitar en la parte alta, las de tamaño medio en el estrato intermedio y las más pequeñas se ubican cerca al estrato inferior. A la izquierda un mono machín negro (Cebus apella), un habitante frecuente del estrato medio del bosque y abajo un raro mono tamarín negro (Callimico goeldii), que habita entre el estrato medio y el sotobosque.

Los murciélagos son el grupo de mamíferos más numeroso en el bosque amazónico. Con más de 100 especies conocidas, ocupan casi cada espacio definido del bosque. Un ejemplo de esto son los murciélagos constructores de carpas (Uroderma bilovata), que se encuentran donde hay palmeras. De las cuales utiliza sus hojas para construir refugios.

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El río Amazonas El Amazonas es el más formidable de todos los ríos. No hay otro que lo supere en magnitud, riqueza o diversidad. Salvo quizás en longitud, donde al parecer el Nilo lleva alguna “ventaja ocasional”. Para estimar la longitud del Amazonas ha sido necesario primero hallar su origen, es decir el lugar donde nacen sus primeras aguas. La mayoría de estudios serios coinciden en que las cabeceras del Ucayali, que es su tributario más distante, se encuentran en los Andes del departamento de Arequipa, en Perú. El año 2010 se fijó la ubicación exacta en la quebrada de Apacheta, en la provincia de Cailloma, donde las primeras aguas son provistas por el nevado Queishua a 5179 metros de altitud. Como es lógico la longitud del Amazonas es la distancia que hay entre el origen y la desembocadura, siguiendo el curso de su cauce. Sin embargo, es justo aquí donde las cosas se complican, pues el cauce del gran río varía de un año a otro, en particular dentro de un amplio territorio que se encuentra al pie de los Andes. Si consideramos la variación anual y asumimos que la desembocadura se encuentra cerca de Balique (costa atlántica de Brasil), obtendremos una longitud que oscila entre 6500 y 6800 km. Con lo cual nuestro debate con el Nilo aún no queda resuelto, pues aquél tiene una longitud estimada de 6650 km. El río Amazonas recibe diferentes nombres a lo largo de su recorrido: desde las cumbres andinas donde nacen sus primeras aguas, y hasta la ciudad de Nauta en el departamento de Loreto, se conoce como Ucayali. Entre dicha población y el hito fronterizo entre Perú, Colombia y Brasil recibe el nombre de Amazonas. Una vez dentro del territorio brasileño es conocido como río Solimoes, y desde su confluencia con el río Negro

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(a la altura de la ciudad de Manaos), hasta la desembocadura en el océano Atlántico recobra el nombre de Amazonas. El volumen de agua que lleva el Amazonas es colosal. Equivale al 38% de toda el agua dulce que fluye a través del continente sudamericano o entre 15 y 20% de toda el agua de los ríos que desembocan en los océanos del mundo. Se calcula que su descarga es de aproximadamente 214 millones de litros por segundo, por lo que en poco más de dos horas, podría proveer toda el agua que los 8.6 millones de residentes de la ciudad de Nueva York requieren durante un año. Los sedimentos que viajan suspendidos en las aguas del río Amazonas proceden de los afluentes que descienden de las cabeceras, es decir de las tres formaciones montañosas que se encuentran dentro de su cuenca. Entre ellas, las antiguas elevaciones cratónicas (el escudo Guayanés y el escudo Brasileño), que luego de pasar por una intensa y larga erosión de cientos de millones de años han perdido casi toda su capacidad de aporte de sedimentos. Por el contrario, la joven cordillera de los Andes - que aún continúa en formación - se caracteriza por tener laderas empinadas e inestables, que se erosionan con facilidad al recibir las pesadas lluvias de estación. Ésta es, en consecuencia, la mayor fuente de sedimentos para el Amazonas. La zona de erosión más extensa es la porción oeste de la cuenca, que abarca los Andes y las tierras bajas contiguas. Ocupa aproximadamente la séptima parte de todo el territorio amazónico y es alimentada por los ríos Ucayali, Marañón y Madeira, que juntos aportan entre 85 y 90% de todos los sedimentos que son descargados al Océano Atlántico.


El río Amazonas

Cada año el Amazonas descarga más de 1200 millones de toneladas de sedimentos al océano Atlántico, con tal fuerza que las aguas del gran río avanzan unos 160 km mar adentro, creando una amplia zona de alta riqueza y productividad en las proximidades de la desembocadura. Hoy el río Amazonas corre desde los Andes hacia el Atlántico, en dirección oeste-este. Sin embargo, no siempre fue así. Los científicos han demostrado que su curso se revirtió en los últimos 12 millones de años. Antes de ello, el río Amazonas corría en dirección este-oeste para luego girar bruscamente hacia el norte y encontrarse con lo que actualmente es la cuenca del río Orinoco. Como un recuerdo de aquellos tiempos, varias especies de peces y tortugas de río que habitan en la región desde antes de la reversión del cauce, hoy se encuentran tanto en la cuenca del Amazonas como en la del Orinoco. A largo de su historia el río Amazonas no solo cambió de dirección, sino también modificó varias veces su curso, dejando depósitos de sedimentos en muchas partes de lo que hoy conocemos como las tierras bajas. Los episodios de calentamiento global que ocurrieron en el pasado también han sido fuente de aportes: cuando las aguas marinas se elevaron, producto del deshielo en los polos, cubrieron en parte el territorio amazónico introduciendo mucho material de deposición. Una tercera fuente de sedimentos, y por mucho la mayor, son los escudos cratónicos, que tras cientos de millones de años de erosión aportaron la mayor parte del material que hoy conforma el lecho de la cuenca. A todos éstos se suman depósitos más recientes, procedentes de la joven cordillera de los Andes, que continúa en franca erosión. La cordillera de los Andes proyecta una amplia sombra geológica sobre las tierras contiguas del llano amazónico, donde da forma a una

región particular, con más espacios y mayor diversidad de ambientes distintos y cambiantes que cualquier otra dentro de la cuenca. En esta porción del territorio amazónico, la presencia de deposiciones aluviales es muy evidente. Cada año los sedimentos que descienden de los Andes se acumulan durante las inundaciones estacionales y dan origen a islas en medio de los ríos, playas y bancos de arena. La fuerza de las aguas modela la orilla del bosque, y los cambios súbitos en el cauce de los ríos, dejan a su paso lagos en forma de herradura. En cada uno de estos ambientes se encuentra un gran número de especies, haciendo de ésta la región más biodiversa del planeta.

Al pie de los Andes se encuentran los tributarios que aportan mayor cantidad de sedimentos al gran río Amazonas, entre ellos el río Madre de Dios, en la Amazonía sur peruana.

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Los ríos andinos Mas que cualquier otro en la cuenca amazónica, los ríos que descienden por la cara oriental de los Andes tienen el poder de crear nuevos escenarios. Se distinguen del resto porque avanzan dibujando apretadas curvas, razón por la cual han recibido el acertado nombre de ríos serpenteantes o también llamados ríos meándricos. La dinámica de éstos es compleja, y se debe principalmente a la manera como actúa el agua sobre las curvas. Como es lógico al entrar en una curva las aguas del río cambian de dirección, este simple hecho marca una diferencia sustancial entre lo que ocurre sobre una y otra orilla. Hacia la margen interna las aguas pierden

casi toda su fuerza y velocidad, permitiendo que los sedimentos que viajan suspendidos en el agua se depositen suavemente sobre la orilla. De esta manera se forma un primer nuevo escenario. Aparece una playa de arena, sobre la cual emerge un puñado de hierbas, que luego de algún tiempo es reemplazada por vegetación de mayor tamaño y ésta a su vez por otra más compleja. Con el paso del tiempo esta “sucesión vegetal” llegará a producir un bosque joven. Pero más interesante aun es que estos distintos “estadíos sucesionales”, se acumulan. En un estudio realizado en la Estación Biológica Cocha Cashu, Scott Robinson y John Terborgh describieron siete estadíos claramente diferenciados entre la orilla del río y el interior del bosque. Cada uno de ellos poblado por comunidades de aves distintas. Sobre la cara externa de las curvas la dinámica también es intensa, y da origen a otros paisajes. Allí las aguas golpean con fuerza y erosionan la orilla, desbaratando la vegetación que se encuentra al borde. Así llega a su fin la vida de muchos grandes árboles, que caen abatidos por la fuerza del agua y viajan empujados por la corriente hasta quedar varados en algún recodo del río. A este lugar vienen a parar los cuerpos sin vida de muchos otros árboles, creando un escenario que podría compararse con un cementerio de elefantes. Un enmarañado de gigantescos troncos y ramas, que localmente es conocido como “palizada”.

Varias especies habitan dentro de los ambientes que se originan con la dinámica de los ríos andinos, como este pequeño murciélago (Rhynchonycteris naso), que durante el día se refugia entre las ramas y troncos de las palizadas.

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Un evento distinto ocurre donde el cauce del río forma una curva casi del todo cerrada. Allí la fuerza de las aguas, que constantemente erosionan la orilla externa, puede llegar a quebrar la delgada porción de tierra que separa las dos partes opuestos del encorvado cauce. Si esto ocurre, las aguas del río empezarán a fluir a través del nuevo “atajo”, dejando sin uso una porción


Los ríos andinos

del antiguo lecho del río. Con el tiempo las aguas que allí quedaron embalsadas se transformarán en una laguna, que generalmente tiene forma de herradura, conocida localmente como “cocha”. Como hemos visto, los ríos andinos dan origen a playas de arena, cochas, bancos de árboles muertos varados, y a una serie de estadíos sucesionales de vegetación. Cada uno de ellos

poblado por especies que no se encuentran en otros escenarios de la Amazonía. Theodor Parker, estimó que al menos el 15% de las especies no acuáticas que habitan en el llano amazónico se encuentran dentro de los ambientes creados por la dinámica de los ríos, de las cuales 69 son tan especializadas que desaparecerían si se alterara la manera en que las aguas modelan las orillas.

Esta imagen corresponde a una porción del río Manu, en la selva sur de Perú. En ella se puede ver playas de arena, que son ambientes poblados por muchas especies, pero también el punto de partida del proceso de sucesión del bosque.

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Un pez acorazado, localmente conocido como carachama, es una presa imposible para la mayorĂ­a de depredadores, salvo para la gran garza cuca que vemos en la pagina 161.

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El agua es una sustancia llena de propiedades asombrosas, puede diluir una multitud de compuestos y mantener una cantidad de partículas relativamente alta en suspensión; es capaz de transportar oxigeno, absorber calor y disiparlo. Desde sus nacientes en los bosques nublados, el agua en forma de riachuelos y ríos recorre un camino largo recogiendo suelos minerales y compuestos orgánicos, incorporando oxigeno y calor conforme se acerca al llano amazónico. Estas propiedades hacen que los ríos amazónicos sean capaces de albergar una alta diversidad de peces (como los grandes bagres, pirañas, discos, rayas y carachamas. Un ejemplar de esta última se puede ver en la página 153). Los ríos también tienen una importante participación en la vida del bosque. Trasladan grandes cantidades de nutrientes que se depositan a manera de sedimentos en las orillas. Pero la dinámica más intensa ocurre en los años con inundaciones, cuando todo el bosque de tierras bajas queda cubierto por agua y recibe una renovada dosis de nutrientes. Las tres imágenes de esta página muestran ríos con diferentes tipos de agua. Cada uno con propiedades distintas, y por eso albergan una ictiofauna particular. En la parte superior se observa un río de aguas claras, que es propio de algunas cabeceras andinas; al medio un típico río de aguas turbias, rico en sedimentos; abajo un río de aguas calmadas y muy oscuras, que debe su color a la alta concentración de taninos que recoge de las hojas del bosque.

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Esta imagen del río Tambopata, captada durante la temporada de secano, nos da una idea de cómo son los espacios que aparecen en las orillas de los ríos que descienden de los Andes. Donde incluso las pequeñas islas, aparentemente deshabitadas, son importantes lugares de descanso para varias especies de aves que arriban desde el norte del continente.

Cuando dos ríos con aguas distintas se encuentran suelen permanecer sin mezclarse por varios kilómetros. La imagen corresponde a la confluencia del río Negro y el Solimoes.

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Sucesión secundaria Desde su nacimiento como disciplina científica, la Ecología ha puesto particular atención a las variaciones en el paisaje. Una de ellas en particular, la “sucesión secundaria”, es de vital importancia para la selva amazónica: se trata de la manera en que la vegetación de los bosques se regenera en aquellos espacios donde dejó de existir. La sucesión secundaria ocurre como parte de la dinámica natural del bosque. Se da, por ejemplo, en el llano amazónico cuando las aguas de un río horadan una de sus márgenes provocando que una parte de la foresta se desmorone, mientras al mismo tiempo genera playas colonizables por nuevas plantas en la orilla opuesta. También cuando un deslizamiento de tierra arranca por completo una fracción de bosque, que es inmediatamente seguido de un proceso paulatino de reposición. En estado natural la sucesión secundaria ocurre en etapas bien definidas, siguiendo un orden más o menos predecible. Por ejemplo, con bastante certeza se puede afirmar que, sobre una playa de arena recién creada a las orillas de un río amazónico, aparecerá primero vegetación herbácea, que tras ser reemplazada por otras de mayor talla, empezará a conformar un bosque simple, que luego dará lugar a un bosque maduro. En 1926 el botánico norteamericano Henry Gleason propuso que los cambios que ocurrían dentro de una comunidad vegetal eran el producto de muchas respuestas individuales. Y que, a pesar de que en condiciones naturales podrían ser predecibles y parecer que un estado de sucesión llevaría incondicionalmente al siguiente y éste

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a su vez al próximo, en realidad, la sucesión se trataba de un cúmulo de pequeños sucesos que se dan a nivel de cada especie, cuya ocurrencia es un asunto de probabilidades. La propuesta de Gleason señala que las probabilidades de que una misma planta logre colonizar un lugar natural y un lugar afectado por el ser humano son muy distintas. Esta diferencia llega a ser tan marcada que incluso podríamos asegurar que para cada caso habría varias especies colonizadoras diferentes. Como resultado, el nuevo bosque que emerge de un bosque que fue alterado por el ser humano, es distinto al bosque que aparece donde ocurrió una alteración natural. En la Amazonía ningún bosque recuperado sobre un área intervenida por el ser humano ha logrado ser tan estructurado y bien articulado como un bosque natural primario. Más importante aún es que los bosques primarios generan una multitud de escenarios distintos a lo largo de su historia sucesional, durante la cual se incorporan muchas especies de animales y plantas. Un bosque primario en sus fases finales de sucesión, y por tanto que se acerca a su madurez, suele ser inestable y por ello está sujeto a perturbaciones naturales, como la aparición de claros en el bosque debido a la caída de árboles, deslizamientos de tierra y cambios en el curso del río. Todo ello altera continuamente su estructura y funcionalidad, provocando que la comunidad de animales que en él habita cambie y se enriquezca. Esto es algo que jamás encontraríamos en un bosque recompuesto donde antes hubo un campo agrícola.


Sucesión secundaria

En la imagen se ve una playa que empieza a ser colonizada por hierbas. En los años sucesivos ésta se irá extendiendo e incluirá plantas de mayor tamaño. Para finalmente, luego de varios cientos de años, albergar una secuencia de distintos ambientes organizados desde el borde del río hasta el bosque maduro.

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Las playas de arena, al borde de los rĂ­os, son lugares de anidamiento para muchas especies de aves, tortugas, y lagartos.

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Las orillas de los ríos, las playas, los bancos de arena y las palizadas son el hogar de una gran cantidad de aves, que utilizan estos ambientes para alimentarse, descansar o criar sus polluelos. Algunas de ellas son los gaviotines, cigüeñas, playeros, aves rapaces, gansos, martínes pescador, garzas, patos, rayadores, chotacabras, golondrinas, atrapamoscas y buitres. En la imagen de arriba, sobre la orilla de un río, se puede ver una pequeña cría de playero Vanellus resplendens esperando ser alimentada por sus padres. La imagen de en medio muestra un grupo de chotacabras Chordeiles rupestris, descansando sobre una palizada. En la imagen de abajo una hembra de rayador Rynchops niger incuba los huevos de su nidada sobre una playa de arena.

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Una garza blanca grande (Ardea alba), descansa sobre la vegetaciĂłn que crece en la orilla de un rĂ­o.

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Todas las aves están dotadas de picos adecuados al tipo de alimento que consumen. En la imagen de la izquierda una espátula rosada (Platalea ajaja), emplea su pico en forma de cuchara para filtrar el lodo y extraer pequeños crustáceos; abajo a la izquierda una pequeña garza azul (Butorides striata), captura peces pequeños utilizando su afilado pico como si se tratara de pinzas, y abajo a la derecha, gracias a su pico en forma de lanza, una garza cuca (Ardea cocoi), ha logrado atravesar la dura coraza de una carachama.

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El ronsoco es el mayor de los roedores en el planeta. A pesar de que puede superar los 60 kg. de peso es un excelente nadador. Sin embargo, no por ello está libre de los grandes depredadores acuáticos como las anacondas gigantes que habitan en el río, los caimanes y sobretodo el jaguar.

El río y sus márgenes no solo son usados por las aves. Los grandes depredadores como el caimán, las nutrias y el jaguar emplean estos espacios para conseguir su alimento. En esta página se muestra a un caimán blanco Caiman crocodylus, aguardando que un joven capibara se anime a cruzar las aguas para abalanzarse sobre él.

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En la imagen se observa un martĂ­n pescador gigante del Amazonas (Megaceryle torquata) recorriendo la orilla del rĂ­o en busca de lugares donde pescar.

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DelfĂ­n rosado del Amazonas Inia geoffrensis

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Además de los ríos, la selva amazónica alberga varios otros ambientes acuáticos. Algunos, como los humedales cubiertos por palmeras pueden llegar a ser muy extensos y tener características totalmente distintas a cualquier otro. También están las lagunas en forma de herradura rodeadas por bosques y las sabanas que en muchos casos contienen pequeños cuerpos de agua. Cada uno de estos escenarios está representado en las imágenes de esta página.

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Jabiru mycteria

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Las lagunas con forma de herradura, con frecuencia llamadas “cochas”, aparecen cuando un río de gran tamaño cambia de dirección y entonces una porción del antiguo cauce queda aislada en el interior del bosque. El tipo de agua que se encuentra en cada una de estas lagunas corresponde a las del río que la originó, de manera que pueden ser cochas de aguas negras y cochas de aguas turbias. Estas últimas, sin embargo se vuelven claras una vez que los sedimentos precipitan.

La mayor parte de la fauna que se observa en las cochas procede del bosque y de las orillas de los ríos cercanos. Sin embargo, también hay algunas especies propias, que de no existir estas lagunas se extinguirían. Probablemente la más emblemática entre ellas sea el lobo de río, también llamado nutria gigante. En la imagen de arriba Donacobius atricapillus, un visitante frecuente de los borde de las cochas. A la derecha, una garza Pilherodius pileatus vuela despreocupada sobre las aguas calmas de una laguna.

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La anhinga (Anhinga anhinga), es una de las aves pescadoras mรกs diestras. En la imagen, una anhinga, luego de haber pasado varias horas en el agua extiende sus alas para secarlas al sol.

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Una golondrina Panyptila cayennensis, acarrea material a su nido. Probablemente una pequeĂąa oquedad en el tronco sobre el cual esta parada.

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Nutria gigante Pteronura brasiliensis

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El lobo de río o nutria gigante (Pteronura brasiliensis), es el depredador más grandes de las lagunas. No por su talla, pues siempre será pequeño al lado de un caimán negro de cinco metros, pero sí por su coraje y tenacidad a la hora de cazar. Lo hace en grupo y es tan hábil que pareciera que está jugando, se sumerge y emergen súbitamente para nuevamente sumergirse. De pronto aparece con un gran pez plateado que parecería un bocado demasiado grande, pero nunca lo es. Una nutria gigante necesita comer unos 4 kg de peces al día y eso podría significar casi una decena de peces medianos. Cada individuo lleva una marca de nacimiento en el cuello, una mancha blanca que lo distingue de los demás. Esto ha servido para que los investigadores monitoreen varias poblaciones y aseguren su conservación (esta especie estuvo gravemente amenazada hasta finales de los años ochenta. Y a pesar de los importantes avances aún no ha logrado recuperarse satisfactoriamente).

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El caiman negro (Melanosuchus niger), es el depredador de mayor tamaño en los ríos y cochas de la selva amazónica. Alcanza los cinco metros de longitud y con su mordida puede abatir casi cualquier presa (salvo las nutrias gigantes que se enfrentan hasta ahuyentarlo). A pesar de la talla que pueden alcanzar, es más frecuente encontrar individuos medianos y pequeños. Esto se debe a que hay una fuerte presión de selección sobre esta especie: cualquier individuo “defectuoso”, queda rezagado y pronto muere de inanición, de manera que solo unos pocos realmente sanos y hábiles llegan a la adultez y entre ellos sólo un puñado consigue ser tan longevo como para alcanzar la talla de un gigante. Aunque es posible ver alguno moviéndose durante el día, es una especie de habito nocturno. En la oscuridad caza al acecho y ataca súbitamente. Su técnica consiste en sujetar firmemente a la presa y arrastrarla al fondo del agua donde la ahoga para luego consumirla. Esta especie, al igual que la nutria gigante, estuvo amenazada por la caza para comercio de pieles. Hoy su población se ha recuperado principalmente dentro de las áreas naturales protegidas.

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El martín pescador pequeño (Chloroceryle inda), es más común en las cochas que su primo el martín pescador gigante, que prefiere las orillas de los ríos. Es un cazador paciente, que aguarda perchado sobre alguna rama por encima del agua, para desde allí lanzarse súbitamente sobre algún pequeño pez desprevenido.

El Shansho (Opisthocomus hoazin), habita entre la vegetación que crece al borde de las lagunas y ríos. Esta ave tiene algunas peculiaridades: además de un vuelo torpe, es conocida por el mal olor que despide. Se alimenta casi exclusivamente de hojas, que almacena dentro de un gaznate donde las fermenta antes de digerirlas. Mientras son pequeñas, las crías poseen uñas a la altura de la articulación media de las alas, que emplean para trepar por las ramas cuando se sienten amenazadas.

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Fragmentación Durante las últimas décadas ha proliferado un nuevo paisaje en la Amazonía. Se trata de un escenario dominado por campos de cultivo, fincas ganaderas, zonas de explotación maderera y campamentos mineros. Este paisaje siempre se forma a partir de un puñado de incursiones aisladas, impulsadas por hombres y mujeres que se aventuran en busca de tierras. En poco tiempo aparecen caminos, y sobre ellos pequeños caseríos con comercios y servicios incipientes que atraen a más y más colonos. Se multiplican las fincas, los campos de cultivo y las zonas de extracción maderera, mientras el bosque retrocede y va quedando reducido a un puñado de fragmentos de tamaño y forma variables. Llegado un momento cada “parche de bosque” estará rodeado de actividades humanas y dentro de ellos una población de animales confinados, sin posibilidades de escapar. Desde el punto de vista de la fauna, la fragmentación del bosque conlleva a una reducción del hábitat, lo cual pone en riesgo la permanencia de las poblaciones que se encuentran dentro de los fragmentos. Para ellas las probabilidades de extinción son altas, principalmente debido a la paulatina reducción del número de individuos hasta por debajo del mínimo sostenible y a la pérdida de vigor genético. A esto se suma una alta vulnerabilidad a actividades humanas como la cacería. Aquellas especies que requieren grandes extensiones de bosque para vivir son las primeras en desaparecer. Los felinos de gran tamaño como el jaguar y el puma suelen abandonar rápidamente los espacios que empiezan a ser fragmentados por el hombre. La ausencia de estos superdepredadores desata una cadena de eventos

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adversos que conducen finalmente a la extinción de un gran número de otras especies y a la pérdida de la diversidad de árboles en el bosque. Durante un estudio llevado a cabo por la Dra. Louise Emmons en la Estación Biológica Cocha Cashu, se obtuvo información que ayudó a esclarecer el comportamiento de los tres mayores depredadores del bosque amazónico. Al contrario de lo que muchos suponían, el jaguar, el puma y el ocelote no son selectivos al cazar. Los datos obtenidos por la Dra. Emmons mostraron que el número y tipo de presas que estos depredadores consiguen están directamente relacionados a la abundancia de cada una de ellas, de manera que la mayor parte de su dieta está conformada por las especies más comunes, y por supuesto las más raras son alimento ocasional. Esta información sirvió de apoyo para entender el papel que cumplen los superdepredadores dentro de los bosques lluviosos. Los datos obtenidos en Cocha Cashu, que corresponde a un bosque bien conservado, fueron contrastados con la realidad de los bosques de Barro Colorado, una isla originada durante la construcción del canal de Panamá, donde los grandes depredadores están ausentes desde hace más de ochenta años. Los resultados mostraron que en Barro Colorado varias presas poco usuales para los grandes felinos, como el coatí, tenían poblaciones 20 veces mayores a las de Cocha Cashu, y que además esto había provocado la extinción de varias especies de aves cuyos nidos eran depredados por los coatí. También, como parte de la cadena de sucesos, se halló una disminución en la diversidad de árboles, atribuible a la pérdida de aves, varias de las cuales eran dispersoras de semillas.


Fragmentación

Así se comprobó que la fragmentación, que deja aislada una población de animales donde suelen estar ausentes los grandes depredadores, conlleva a una cadena de sucesos que reduce la diversidad de especies y debilita la estructura del bosque. La “teoría de la biogeografía de islas”, propuesta por Robert MacArthur y Edward O. Wilson en 1967, ha ayudado a entender algunos otros aspectos del comportamiento de las poblaciones de fauna silvestre dentro de fragmentos de bosques. Un primer aspecto es que los fragmentos más grandes son capaces de albergar más especies que los pequeños. Pero independientemente al tamaño, el número de especies que encontraríamos dentro

es el resultado de un equilibrio dinámico entre las desapariciones y las recolonizaciones de especies. Además, ha quedado comprobado que la tasa de extinción es menor en fragmentos grandes y la tasa de recolonización es mayor en fragmentos que se encuentran próximos a la porción intacta del bosque original. Con estos elementos es posible deducir que el mayor problema de la fragmentación radica en el tamaño de los fragmentos forestales que se generan, y en su conectividad con el bosque intacto original. Estos elementos deben ser considerados en la gestión del territorio amazónico, de manera que el impacto de las actividades humanas no amenace las poblaciones de animales que habitan en el bosque.

En la imagen se observa un bosque fragmentado, producto de la expansión agrícola. Dentro de cada uno de los fragmentos de bosque que aun quedan, se encuentran confinadas varias especies de fauna silvestre, que viven sometidas a una intensa presión debido al aislamiento en que se encuentran.

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Incluso los caimanes de tamaño mediano son presa del jaguar, que los captura mientras se calientan bajo el sol, en las orillas de los ríos.

El jaguar (Panthera onca), es sin duda el mayor depredador del bosque y el felino de mayor tamaño en América. A diferencia del puma, el jaguar es un excelente nadador y consigue muchas de sus presas en el agua. Ataca jóvenes caimanes y tortugas, además de cualquier mamífero que quede a su alcance. Contrario a lo que muchos suponen, el jaguar no es selectivo con sus presas, de hecho caza aquello que se le pone en frente y por eso su presencia es necesaria para mantener en equilibrio las poblaciones de un gran número de animales. Esto a la larga repercute incluso sobre el estado de la vegetación y la estructura del bosque. El jaguar, al igual que los demás felinos amazónicos, necesita espacios muy amplios con abundantes presas. Y por eso, la fragmentación del bosque es una de las mayores amenazas para su sobrevivencia.

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Los investigadores han llegado a la conclusiĂłn de que las hembras de jaguar cazan con mayor frecuencia en los mĂĄrgenes de los rĂ­os. En cambio, los machos prefieren hacerlo al interior del bosque.

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El sajino (Tayassu pecari), es una de las presas favoritas del jaguar.

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Agricultura en los bosques amazónicos Para cualquier agricultor rural que por primera vez arriba al bosque amazónico podría parecer muy lucrativo instalar algunos campos de cultivo, pues por experiencia sabe que donde los árboles crecen altos y robustos se encuentra suelo muy fértil. Pero esto, que podría ser verdad en otras regiones, encuentra su excepción en la Amazonía. Empezaremos por decir que el suelo amazónico es extremadamente pobre. En parte esto se debe al clima cálido y húmedo de los trópicos, que acelera los procesos químicos y biológicos de la descomposición, de manera que las hojas, flores, frutos, animales muertos y todo tipo de restos orgánicos que se van depositando constantemente sobre el suelo se convierten rápidamente en nutrientes. Esto, aunque no lo parezca, es tremendamente desfavorable para las plantas, pues con tan corto tiempo los nutrientes no logran incorporarse a las capas medias del suelo. Concentrados sobre la superficie, tan pronto aparecen las primeras lluvias (frecuentes e intensas en la Amazonía), los nutrientes son arrastrados por la escorrentía o llevados a niveles muy profundos por la percolación, quedando fuera del alcance de las raíces de las plantas. La velocidad a la que ocurre la descomposición impide la formación de humus, que comúnmente conocemos como tierra negra, propio de los suelos profundos, bien estructurados y ricos para las plantas. En vez, lo que tenemos son suelos superficiales, delgados y frágiles, con apenas unos milímetros de profundidad. A esto debemos añadir los efectos del aluminio y el hierro, dos minerales abundantes en los suelos amazónicos, que en presencia de lluvias elevan la acidez del suelo, haciéndolo aún más limitante para el desarrollo de las plantas. Debajo de la delgada capa orgánica que cubre el suelo se encuentra un perfil arenoso profundo, que permite la percolación rápida del agua.

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Esto conlleva a un fenómeno conocido como lixiviación del suelo, que es la pérdida de nutrientes provocada por el arrastre del agua que se percola. En condiciones naturales, esta escasez, principalmente de minerales, es compensada por los pequeños aportes de polvo que queda atrapado en las gotas de lluvia y por los sedimentos que depositan los ríos durante las inundaciones. Por supuesto un bosque que no ha sido perturbado por el ser humano, está perfectamente adaptado a la pérdida de nutrientes por lixiviación. En él las plantas han desarrollado raíces que les permiten tomar los nutrientes de la capa superficial del suelo, y crean simbiosis, una suerte de alianza, con hongos micorríticos que elevan la capacidad y la velocidad de captura de los nutrientes. De esta manera las plantas contrarrestan los efectos de la lixiviación. En los bosques de las regiones templadas, como Europa y América del Norte, los nutrientes están distribuidos de una manera bastante equilibrada. Aproximadamente el 50% se encuentra depositado en el suelo y la otra mitad forma parte de la materia viva de las plantas. Pero en los bosques tropicales, como los de la Amazonía, las proporciones son absolutamente distintas. El 99% de todos los nutrientes se encuentra en los tejidos vivos de las plantas, mientras solo el 1% se halla depositado en el suelo. Esta es la razón por la cual la agricultura tradicional ha progresado en las regiones templadas y en vez enfrenta serias dificultades en las regiones tropicales. En la Amazonía, cada vez que arrasamos con los bosques para conseguir terrenos donde hacer agricultura, eliminamos el 99% de los nutrientes que hay en el sistema, el cual se va con toda la materia vegetal que se extrae y que luego se quema para limpiar el terreno. El 1% restante, que aun está depositado en el suelo, solo será


suficiente para sostener una o dos cosechas. Luego el terreno quedará tan empobrecido que no podrá volver a utilizarse. Llegado este punto, la decisión del agricultor es cortar un poco más de bosque y repetir el mismo error cada dos años.

de agua que las plantas trasladan del suelo a la atmosfera a través de la respiración, disminuyendo la producción de nubes que luego retornan el agua a manera de lluvia.

Como es lógico, los campos que no producen se abandonan. Esto tiene consecuencias drásticas, pues como hemos visto los suelos son poco profundos, sensibles a la lluvia, el calor y la radiación solar. Tras ser humedecidos y desecados una y otra vez, se van cubriendo de un tipo de barro denso y compacto conocido como laterita, una suerte de adobe, imposible de atravesar por las raíces de las plantas o de las semillas que de manera natural arriban para repoblar el lugar. Poco a poco el campo agrícola que quedó abandonado se convierte en un espacio vacío, árido y estéril. En ocasiones, con algo de fortuna, el antiguo terreno agrícola podría cubrirse de purma, un matorral que en nada se asemeja al estadío sucesional de un bosque.

La agricultura como solemos entenderla no es viable en las tierras de la Amazonía, salvo que logremos incorporar los procesos naturales del bosque en nuestros sistemas productivos, seguiremos impactando de manera irremediable el bosque. Algunos ejemplos útiles pueden ser rescatados de las culturas indígenas, que únicamente cultivan productos de rápido crecimiento, en parcelas mixtas, casi sin alterar el estado natural del paisaje. En estos términos, la producción siempre será a escala familiar y variada, adecuada para el autoconsumo. Los cultivos empleando especies nativas como el cacao y la bolaina, son alternativas con posibilidades de inversión algo mayores, siempre que se instalen en terrenos degradados o en campos con posibilidades de recuperación.

La conversión de bosques en tierras de cultivo conlleva a un segundo daño severo. Esta vez el efecto se percibe sobre el ciclo de producción de lluvia. Al perder bosques se reduce la cantidad

La agricultura no es viable en la Amazonía. Necesitamos reinventarla para poder mantener la biodiversidad y los servicios ambientales que nos brinda el bosque.

Donde antes hubo un bosque ahora se prepara el campo donde se instalará un gran proyecto agrícola. A pesar de ser un suelo pobre en nutrientes, será explotado al máximo y luego sometido a una gran cantidad de agroquímicos para obligarlo a seguir produciendo. Incursiones como esta traen como consecuencia la contaminación de fuentes de agua, un incremento en la temperatura atmosférica y pérdidas en la biodiversidad.

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Los hongos realizan diversos trabajos en el bosque, todos ellos indispensables. Algunos, por ejemplo, son benéficos para las platas, como es el caso de los que forman micorrizas, gracias a las cuales la planta multiplica su capacidad de absorción de minerales y agua. Otros, por el contrario, pueden ser letales, como los hongos de repisa, que ingresan por las raíces y avanzan atrofiando el sistema vascular hasta matar a la planta. En la imagen de la izquierda se puede ver el cuerpo fructífero de forma laminar del hongo (Pycnoporus sanguineus), que crece sobre troncos de árboles muertos, en descomposición. Abundan también los hongos que se nutren de la materia orgánica húmeda, que se encuentra acumulada en el suelo del bosque. Como el hongo velo de novia (Phallus indusiatus), que se ve en la imagen de arriba. En la selva amazónica hay hongos por todas partes y asociados a todas las especies, contribuyendo a cerrar el ciclo de la materia orgánica.

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Amblipigio (Heterophrynus elaphus)


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Las arañas son los grandes depredadores en el mundo de los invertebrados, de manera que no es raro encontrarlas por todas partes. La razón es sencilla, en la Amazonía abundan los invertebrados. Las tarántulas de gran tamaño se esconden en madrigueras que construyen al pie de los árboles, desde donde atacan a los insectos que se aproximan; otras se mimetizan y aguardan escondidas debajo las hojas esperando poder sorprender alguna presa. Pero también las hay de vida libre, es decir que no esperan el paso de alguna presa, si no que deambulan en busca de ellas. Ese es el caso, por ejemplo de la tarántula Goliat, que recibe este nombre por su tamaño descomunal, unos 18 cm de punta a punta de las patas. Algunas otras tejen fuertes redes con hilos brillantes que resplandecen con los rayos del sol. Esto al parecer atrae a los insectos voladores que se estrellan contra ellas y terminan convirtiéndose en alimento. También hay un peculiar grupo de pequeñas arañas que imitan en su forma y en su andar a las hormigas y otras saltadoras que se han especializado en capturar moscas. Como puede verse, la Amazonía tiene arañas para todos los gustos.

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A pesar que la gran mayoría de arañas que encontramos en la Amazonía son de vida solitaria, como la araña cazadora de la imagen de arriba y una especializada en saltar sobre sus presas, en la imagen de la izquierda, existe una especie colonial (entre las raras 50 que encontraríamos de este tipo en el mundo), o para ser más justos debemos decir que son de “vida colaborativa”, pues no se trata propiamente de colonias ya que no hay una organización en castas, que lleve a un reparto de labores, como sí ocurre con las termitas y las hormigas. Esta especie de araña (Anelosimus eximus), vive en grupos de más de 20.000 individuos, que juntos llegan a tejer telas con las que cubren completamente la copa de varios árboles. Con una tela tan amplia, cada individuo se beneficia al incrementarse las probabilidades de éxito en la captura de presas. Por otro lado, dentro del gigantesco enmarañado de tela es menos probable llegar a ser atacado por depredadores, como las grandes avispas de la familia Pompilidae, que están especializadas en cazar arañas. Pero la vida en grupo también tiene sus inconvenientes. Una de las principales causas de deterioro y muerte de estos grupos de arañas es que son atacados por enfermedades que se trasmiten rápidamente entre sus miembros.

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Las mariposas son de los insectos más fáciles de diferenciar. Por lo común tienen colores brillantes y alas extensas. En su estado larval son voraces consumidores de hojas y frutos, sin embargo de adultos consumen casi exclusivamente el néctar de las flores y jugos de frutos en descomposición. Durante su búsqueda de alimento las mariposas que se alimentan de néctar visitan una flor y luego llevan el polen a la siguiente, contribuyendo a la polinización de muchas especies del bosque. Tienen un aparato bucal a manera de una delgada trompa enrollada que se extiende únicamente para absorber el alimento. En muchos casos la relación entre la mariposa y la flor es tan estrecha que la trompa es tan larga como profunda es la flor de la que se alimenta. Con frecuencia se encuentra grupos de mariposas congregadas en lugares donde algún mamífero ha orinado, sobre excretas de aves o donde un fruto se está descomponiendo, pero también es común verlas lamiendo las narices y ojos de tortugas taricayas (Podocnemis unifilis). Acuden allí en busca de sodio, un elemento indispensable para la producción de esperma. No hay otro lugar en el mundo donde se haya encontrado una mayor diversidad de mariposas que en la Amazonía sur peruana.

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Arriba una larva de mariposa puede ser un bocado muy apetecible para las aves, sin embargo no se atreverán a probarla si está protegida por espinas. En la fotografía una larva aparentemente ponzoñosa no lo es, se trata de un engaño, las espinas no contienen toxinas ni son tan rígidas como parecen. Como fuera, es lo suficientemente convincente para evitar que alguien se atreva a intentar comerla.

Un caso de verdadera protección química es el de la mariposa Urania, que adquiere toxinas de las plantas de las que se alimenta, con frecuencia una liana del género Omphalea. Esta protección funciona mejor si además los depredadores recuerdan cómo es la mariposa toxica que alguna vez tuvieron la mala fortuna de probar, para eso están los colores llamativos e inconfundibles de sus alas. A este fenómeno de asociación entre la imagen y la experiencia se conoce como aposematismo.

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A la izquierda una oruga en extremo toxica, conocida localmente como “Bayuca”, a decir de los indígenas matchigenka no hay dolor más intenso que el que provoca el tocar una de estas orugas. Ni siquiera la picadura de un escorpión o la mordedura de una tarántula se le asemejan.

A la izquierda una mariposa Buho, que debe su nombre al parecido con aquella ave, en particular por el diseño a manera de ojo. Esta es otra forma de protección, pues ningún depredador se atrevería a atacar a una presa que lo está mirando fijamente. A la derecha una mariposa Morpho achilles que exhibe sus alas de color azul metálico para atraer a otros individuos de su misma especie.

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La mantis religiosa avanzan con un movimiento que se asemeja al de una hoja batida por el viento. Se mecen de lado a lado por un buen rato antes de dar un paso hacia delante, prosiguen de esta manera hasta acercarse lo suficiente a su presa y reciĂŠn entonces dan un golpe rĂĄpido y certero que casi siempre termina con ĂŠxito para el depredador.

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Una pequeña mantis religiosa, distinta a la que vimos en la página anterior, cuelga de una rama como si se tratara de una hoja seca o algún fruto. Aunque la estrategia es distinta, el propósito es el mismo: pasar desapercibida para acercarse lo más posible y sorprender a su presa.

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Los chinches son un grupo de insectos particulares, tienen una “trompa larga” llamada proboscis que les sirve para alimentarse de diversas maneras. Algunos como el chinche asesino, que se muestra en la fotografía de arriba, extiende su larga proboscis por delante para atravesar la cubierta de “espinas y pelos” urticantes que recubre el cuerpo de muchas orugas (ver pág. 207). Una vez conseguido esto, perfora y succiona el contenido de su víctima. En la imagen central un chinche que se alimenta de la savia de las hojas, emplea su proboscis para picar la planta. Y en la imagen de abajo un caso sorprendente, este chinche adhiere pequeños trozos de madera sobre su cuerpo, que recoge de los restos que las termitas dejan, este camuflaje le permite acercarse a las termitas sin ser visto y una vez en medio de ellas ataca una a una y se alimenta succionándolas con su proboscis.

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Muchos animales e insectos, como los saltamontes de esta página, se valen de su coloración para evitar convertirse en presa de algún depredador. Mientras unos con colores brillantes buscan ser muy visibles, y con ello por ejemplo comunicar que son tóxicos o peligrosos; otros están naturalmente dotados de formas y colores que les ayuda a pasar inadvertidos en medio de su entorno. El primer caso es un fenómeno conocido como aposematismo y el segundo criptisismo.

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A los ojos de un ave, que incluso podrĂ­a estar buscando alimento, un insecto palo (familia Phasmidae), puede parecer una simple ramita caĂ­da sobre una hoja. Este es otro claro ejemplo de criptisismo.

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Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana Geopolíticamente, el bioma Amazónico constituye uno de los escenarios más importantes y estratégicos para el desarrollo del país, y para el futuro del planeta. Ello debido a que contiene los bosques húmedos tropicales más extensos de la tierra, el sistema fluvial más importante en términos de caudal, siendo además el principal sistema global de captura de carbono en un contexto de cambio climático. A la excepcional diversidad de especies de flora, fauna silvestre e invertebrados que alberga, se añade la complejidad de ecosistemas y paisajes únicos, y una alta variedad de recursos vitales para la soberanía alimentaria, la seguridad interna y externa, así como para la prospección biomédica1. Adicionalmente, la cuenca Amazónica y las regiones biogeográficas asociadas a ella constituyen una de las regiones de mayor vulnerabilidad e importancia a escala global. Con más de 7 millones de Km2, representa aproximadamente el 40% de la superficie de América del Sur, y proporciona sustento a una población no menor a 30 millones de habitantes de 8 países, incluidas más de 350 etnias y pueblos indígenas2. Los bosques amazónicos y los recursos hidrobiológicos suministran sustento alimentario y energético a más del 60% de la población amazónica. Asimismo, proporcionan 1 2 3 4

bienes y servicios ecosistémicos de incalculable valor económico, industrial, comercial, social, cultural, ético y estético; participan en la regulación de procesos ecológicos y climáticos de gran escala, como el Fenómeno El Niño, los ciclos hidrológicos y biogeoquímicos, y en la regulación térmica del planeta3. Sin embargo, durante las últimas décadas la Amazonía peruana viene siendo amenazada y transformada a escalas y ritmos sin precedentes4, en virtud de un acelerado incremento de megaproyectos de infraestructura vial, energética y comunicacional; la expansión de actividades extractivas de alto impacto y consolidación de las economías informales (como la minería ilegal, y la tala ilegal); agravamiento en el acaparamiento y tráfico de tierras para la instalación de proyectos agroindustriales; la invasión y usurpación de tierras y territorios indígenas, así como de áreas naturales protegidas; la expansión demográfica, ocupación y urbanización no planificada; y una mayor incidencia de los cultivos ilícitos y actividades asociadas al narcotráfico, entre otras. Todo ello en correlación directa con la institucionalización de redes de corrupción, criminalidad organizada, especulación financiera y lavado de activos, que operan de manera transversal y sistémica en todos los niveles de gobierno y sectores económicos.

PAUTRAT, L. & N. MERVEILLE. 2014. Incidence of Economic Policies in the Transformation of the Peruvian Amazon in an Industrial Landscape. ADLAF Jahrestagung 2014 Globalisierte Naturen – Lateinamerikanische Perspektiven Berlín, 26 – 28 June 2014. Konrad Adenauer Stiftung. Berlín, 10 p. En: http://www.lucilapautrat. net/Publicaciones/Anticorrupcion/Politica-Anticorrupcion/Incidence-of-Economic-Policies.pdf. KELLER, M.; MELILLO, J.; DE MELLO, W. 1997. Trace Gas Emissions from Ecosystems of the Amazon Basin. Ciencia e Cultura Journal of the Brazilian Association for the Advancement of Science, 49 (01), 87-97, febrero. PAUTRAT, L. & N. MERVEILLE. 2014. Óp. Cit. p: 1 LAURANCE, W.F; José L.C. CAMARGOA, Regina C.C. LUIZÃOA, Susan G. LAURANCEA, Stuart L. PIMMD, Emilio M. BRUNAE, Philip C. STOUFFER, G. Bruce WILLIAMSONG, Julieta BENÍTEZ-MALVIDO, Heraldo L. VASCONCELOS, Kyle S. VAN HOUTAND, Charles E. ZARTMANK, Sarah A. BOYLEL, Raphael K. DIDHAMM, Ana ANDRADEA, Thomas E. LOVEJOY. 2011. The fate of Amazonian forest fragments: A 32-year investigation. En: Biological Conservation 144 (2011) p 56–67.

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Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

Deforestación en la Cuenca amazónica De acuerdo con el estudio Deforestación en la Amazonía: 1970-2013, conducido por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (2015), la cobertura boscosa original de la Amazonía era de 6.1 millones de km2: 41,2% en la Amazonía andina y guyanesa, y 58,8% en Brasil. Hasta el año 2000, se había perdido alrededor de 9,7% del total. La cobertura boscosa siguió disminuyendo, y hasta el 2013 ya había desaparecido el 13,3% de la misma. De 2000 a 2013 se verificó un incremento en la tasa de deforestación5. Brasil es el país con la mayor proporción relativa de bosque amazónico perdido hasta 2013 (17,6%), seguido por Ecuador, con 10,7% y Colombia y Perú, con más de 9%6. Las Áreas Naturales Protegidas (ANP), de acuerdo con la base de datos RAISG (2015), sumaban 1’814,947 km2 en diciembre de 2013, de los cuales 1’472,051 km2 se encontraban originalmente cubiertos por bosque. Hasta el año 2013 se habían perdido 31,034 km2 de estos bosques, lo que representa el 2,1% del total de la superficie de ANP.7 En cuanto a los Territorios Indígenas (TI), RAISG registraba para 2013 una extensión de 2’090,705 km2, entre territorios reconocidos oficialmente, áreas de uso tradicional sin reconocimiento oficial, reservas territoriales y propuestas de reservas territoriales. De estos, 1’906,029 km2 (91,0%) se encontraban originalmente cubiertos de bosque. Hasta el año 2013 se perdieron 44,156 km2 de los bosques originales (2,3%)8.

5

Según RAISG (2015) “La pérdida de cobertura forestal es mucho mayor fuera de ANP y TI que dentro de éstas, con 24,6% y 2,2%, respectivamente. La deforestación acumulada fuera de las ANP y Tierras Indígenas representa el 91,8% del total [de la deforestación] en la Amazonía9. Sin embargo, la relación entre la deforestación dentro y fuera de ANP y TI ha cambiado entre el periodo reciente y el periodo histórico. Hasta el año 2000, la pérdida dentro de ANP y Tierras Indígenas no superaba el 7,5% del total de la deforestación, mientras que en el período 2000-2013 llega hasta 14,2%10”. Estos cambios dan cuenta de una mayor presión de uso sobre estas categorías territoriales. Los mayores frentes de deforestación, donde la conversión de bosque ocurre a mayor velocidad, se encuentran al sur de la Amazonía – Mato Grosso, Pará, Rondônia y Acre, en Brasil y Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. En Colombia, Perú y Ecuador, se han abierto nuevos frentes de deforestación.

Bolivia y Venezuela destacan como los países donde, proporcionalmente, la pérdida fue mayor en el período reciente, pues la fracción de bosque que desapareció representa 42,6 y 34,2%, respectivamente. 6 RAISG, 2015. Deforestación en la Amazonía (1970-2013).En: www.raisg.socioambiental.org. 48 p. 7 Ídem, p: 7. 8 Ibidem 9 Ibidem 10 Ibidem

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Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

Deforestación histórica y reciente en los países de la Amazonía del 2000 - 2013

Paises Bolivia Brasil

Superficie boscosa original estimada

Deforestación acumulada hasta el 2000

Tasa de Deforestación histórica

2000 al 2005

2005 al 2010

2010 al 2013

Total Deforestación

Km2

Km2

%

Km2

Km2

Km2

Km2

333, 004.00

14,035.00

4.21

4,614.00

3’ 587, 052.00

458,500.00

12.78

101,138.00

3,733.00

Tasa de Deforestación reciente

%

2,049.00

10,396.00

3.26

57,399.00 15,395.00

173,932.00

5.56

Colombia

465, 536.00

34,673.00

7.45

3,446.00

6,167.00

1,684.00

11,297.00

2.62

Ecuador

97, 530.00

9,343.00

9.58

487.00

424.00

216.00

1,127.00

1.28

Guyana

192, 405.00

3,097.00

1.61

785.00

821.00

125.00

1,731.00

0.91

83,195.00

1,539.00

1.85

295.00

257.00

248.00

800.00

0.98

Perú

Guyana Frc.

792, 999.00

55,649.00

7.02

6,680.00

7,225.00

2,306.00

16,211.00

2.20

Suriname

150,254.00

5,664.00

3.77

194.00

263.00

144.00

601.00

0.42

Venezuela

397, 812.00

8,914.00

2.24

890.00

1,521.00

1,742.00

4,153.00

1.07

6’099, 787.00

591,414.00

77,810.00 23,909.00

220,248.00

Total

118,529.00

Fuente: RAISG, 2015. Deforestación en la Amazonía (1970-2013)

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Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

Deforestación en la Amazonía Peruana tendencia de la deforestación es creciente, los datos muestran una aceleración y una pendiente más elevada de la deforestación en el periodo 2001 – 201412.

Entre el 2001 y 2016, la Amazonía peruana sufrió una pérdida acumulada de bosques de 1’974,215 ha., a una tasa promedio de 123,388 ha / año, quedando la superficie de bosques amazónicos en 68’733,265 ha11. Según el MINAM (2015), la

PÉRDIDA DE BOSQUE 2001 - 2016 Ha / año

(MINAM, 2017) 200,000 177,566

180,000 160,000

152,158

147,621

164,662

136,201

140,000

123,562

120,000 100,000

156,462

149,470 150,279

106,185 105,702 83,995

80,000

93,144 79,830

74,499

72,872

60,000 40,000 20,000 0

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

Fuente: MINAM, 2017.

De acuerdo con el estudio del CEPLAN (2017): Perú 2030, Tendencias Globales y Regionales, en el período 1990-2015, la superficie forestal en la Amazonía disminuyó en 3.1%. Asimismo, el CEPLAN sostiene que el 47% de los mamíferos y el 23% de las aves de la Lista Roja de la IUCN han sido negativamente afectadas por los cambios en el planeta. En ese mismo sentido, investigaciones recientes señalan que al 2050, entre el 36% y el 57% de las especies de árboles de la Amazonía se encontrarán en riesgo de desaparecer. A nivel mundial se estima que cerca de 40,000 especies de árboles tropicales

en el mundo podrían enfrentarse al riesgo de extinción. Adicionalmente, el estudio estima que al 2100 más del 81% de la Amazonía puede ser susceptible a cambios rápidos en la vegetación debido a una combinación de impactos climáticos y uso del suelo. La sabanización de la Amazonía sucedería bajo condiciones de calentamiento global entre 3 a 4°C, desecando la cuenca Amazónica.13 A nivel de bosques húmedos amazónicos, el MINAM (2015) ha identificado tres causas directas de deforestación:

11 MINAM. 2017. Plataforma de Monitoreo de los Cambios sobre la Cobertura de los Bosques – GEO Bosques. En: http://geobosques.minam.gob.pe/geobosque/ view/index.php [Revisado el 28 de octubre de 2017] 12 MINAM. 2015. Estrategia Nacional sobre Bosques y Cambio Climático. Aprobado por Decreto Supremo Nº 007-2016-MINAM. Lima, Perú. 206 p. 13 CEPLAN. 2017. Perú 2030: Tendencias Globales y Regionales. Fichas de Tendencias. Lima, Perú. 58 p.

222


Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana 70°0'0"W

PERÚ

±

Colombia

0°0'0"

75°0'0"W

0°0'0"

80°0'0"W

Ecuador

IQUITOS

!

!

5°0'0"S

5°0'0"S

TUMBES

PIURA

!

CHACHAPOYAS

!

MOYOBAMBA

!

CHICLAYO

Brazil

!

CAJAMARCA !

SIMBOLOGÍA TRUJILLO

Capital Departamental

!

!

PUCALLPA

Departamentos

!

HUARAZ !

10°0'0"S

10°0'0"S

HUANUCO !

!

LIMA

CERRO DE PASCO

HUANCAYO !

!

PUERTO MALDONADO

HUANCAVELICA

!

!

!

AYACUCHO

CUSCO

! !

COBERTURA

SÍMBOLO

SUPERFICIE ÁREA (ha)

Bolivia

PORCENTAJE 87.8%

68'733,265

BOSQUE AL 2016

!

Lago Titicaca

PUNO !

NO BOSQUE AL 2016 No Bosque al 2000

5'595,184

7.1%

Pérdida de Bosque 2001 - 2016

1'974,209

2.5%

HIDROGRAFÍA TOTAL Ministerio del Ambiente

2'002,882

2.6%

78'305,540

100.0%

15°0'0"S

15°0'0"S

ICA

ABANCAY

AREQUIPA !

MOQUEGUA !

TACNA

Programa Nacional de Conservación de Bosque para la Mitigación del Cambio Climático

!

PERÚ - BOSQUE HÚMEDO AMAZÓNICO

1/6,000,000

20°0'0"S

Fuente: Información generada de manera conjunta, por el MINAM a través del PNCBMCC y el Proyecto REDD+, el MINAGRI a través de la DGFFS (SERFOR) y la Sala de Observación OTCA; utilizando la metodología desarrollada por la Universidad de Maryland.

80°0'0"W

0 75°0'0"W

75

150

300

Chile 450

600 Km

20°0'0"S

BOSQUE - NO BOSQUE Y PÉRDIDA DE LA COBERTURA DE BOSQUE 2000 - 2016

70°0'0"W

223


Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

(i) la expansión agropecuaria, (ii) las actividades extractivas ilegales e informales y , (iii) la ampliación de infraestructura de comunicación,

Los frentes de deforestación se asocian con importantes ejes viales, representando el 86% de la deforestación en la Amazonía.

energía e industrias extractivas

ESCENARIO TENDENCIAL DE LA DEFORESTACIÓN AL 2030: Bosques Húmedos Amazónicos (Ha / año) 300000

250000

200000 168672

175418

182164

188909

195655

202400

209146

215892

222637

229383

236128

242874

249620

256365

263111

269857

150000

100000

50000

0

2015

2016

2017

2018

2019

2020

2021

2022

2023

2024

2025

2026

2027

2028

2029

2030

Fuente: MINAM, 2015.

Frentes de Deforestación en la Amazonía Peruana Deforestación Por Frente 2001 - 2013 (Ha)

Tasa de Deforestación Anual 2001 - 2013 (Ha)

Incremento de la relación no Bosque / Superficie del Frente

Frente

1

Eje de carreteras F. Basadre - Marginal

1’770,800.00

335,707.00

0.02

0.19

2

San Martín

2’323,002.00

267,796.00

0.01

0.12

3

Yurimaguas

1’114,299.00

100,861.00

0.01

0.09

4

Alto Huallaga

990,116.00

82,814.00

0.01

0.08

5

Tambopata - Manu

850,133.00

79,811.00

0.01

0.09

6

Satipo - Chanchamayo

1’060,087.00

7,633.00

0.01

0.01

7

Tahuamanu

158,538.00

16,827.00

0.01

0.11

8

VRAEM

354,381.00

30,902.00

0.01

0.09

9

Ramón Castilla

499,754.00

38,144.00

0.01

0.08

10

Atalaya

726,454.00

36,232.00

0.01

0.05

11

Contamana - Pisqui

543,273.00

34,054.00

0.01

0.06

12

Iquitos

908,923.00

29,577.00

0.00

0.03

11’299,760.00

1’060,358.00

0.11

1.00

Total Fuente: MINAM, 2015

224

Superficie del Frente (Ha)


Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

Causas Directas Expansión Agropecuaria (51,6 %) Agricultura a Pequeña y Mediana escala

Agricultura a Gran escala

Incremento del área productiva de cultivos transitorios y permanentes.

Actividades agropecuarias más intensivas y con mayor rentabilidad debido a mejores niveles de productividad y mayor articulación con los mercados. Aquí está incluida la agricultura industrial (agroexportación, oleaginosas y biocombustibles).

Actividad agropecuaria tradicional y productividad por hectárea, debido a la aplicación de prácticas y técnicas agrícolas inadecuadas y las características del suelo. Débil articulación con el mercado.

Actividades Extractivas Ilegales e Informales

Expansión de la Infraestructura de Comunicación e Industrias Extractivas (0,3 %)

Minería (5,8 %)

Carreteras, hidroeléctricas e hidrocarburos

Deforestan en una escala La mineria aurífera ilegal es la que más baja pero pueden ser más afecta a la Amazonía. inductores de deforestación en entornos de baja gobernanza. Entre 1999 y 2012, la extensión geográfica de la minería en la Amazonía peruana se ha incrementado un 400 %.

Sin una adecuada planificación y gestión, se pueden desencadenar grandes procesos de deforestación.

Esta actividad origina el incremento de la sedimentación en la ribera de los ríos y afecta negativamente a los bosques inundables, los pantanos y otros humedales, siendo los aguajales especialmente susceptibles.

Cuenta con una mayor capacidad de emprender actividades agropecuarias con mayor rentabilidad, aprovechando las oportunidades del mercado, con mayores áreas de cultivo.

Esta actividad genera conflictos permanentes con comunidades nativas, con titulares de predios y derechos forestales con el Estado.

Ganadería de pequeña y gran escala (39,9 %)

Cultivos de Coca (2,3 %)

Se practica la ganadería extensiva, la cual demanda incremento de pasturas de manera constante, que lleva a la deforestación. En la mayoría de los frentes de deforestación, esta actividad es realizada a nivel familiar entre los pequeños ganaderos y en forma de asociaciones de productores y empresas.

La coca se presenta como un cultivo estratégico que genera ingresos a corto plazo, que luego se invierte en desarrollar otras actividades productivas, por lo general agricultura y ganadería.

Tala Ilegal La extracción ilegal de productos maderables, es asociada a menor escala con la extracción selectiva de madera en concesiones y autorizaciones que no aplican prácticas y técnicas de manejo forestal adecuado. Los actores en estos procesos incluyen a los madereros de pequeña y mediana escala que no tienen acceso a concesiones forestales, comunidades nativas y concesionarios forestales entre otros actores. Los peligros de esta actividad son la generación de grupos organizados que intervienen a lo largo del proceso.

Fuente: MINAM, 2015. Modificado de Readiness Plan Proposal R-PP. Perú, diciembre 2013.

Adicionalmente el MINAM ha identificado 15 focos con deforestación activa de hasta 5 000 ha al año que se instalaron en el periodo 2008 – 2013 con diversos fines: cultivos agroindustriales, cultivos ilícitos de hoja de coca, minería y apertura de vías. Estos focos se encuentran en los departamentos de: Ucayali, Madre de Dios, Loreto, Huánuco y Cusco. Pese a las evidencias del impacto de las actividades ilícitas, las autoridades competentes, no reconocen a la corrupción como una de las causas indirectas de la deforestación. Así, por ejemplo: el tráfico de tierras a nivel nacional y regional, la ausencia de políticas de ordenamiento territorial, el diseño de políticas de promoción de monocultivos

agroindustriales, las negociaciones ilícitas con las empresas constructoras de megaproyectos de infraestructura vial, la proliferación de los cultivos ilícitos, la acelerada expansión de la minería ilegal, los delitos ambientales asociados a la criminalidad organizada, el lavado de activos, la tala ilegal, la flexibilización de la normatividad ambiental, entre otras actividades, son en gran parte generadas en complicidad o encubrimiento a partir de la captura del Estado a favor de intereses privados, el cohecho, el incumplimiento funcional, el abuso de poder, la desviación de fondos públicos en obras de infraestructura, el financiamiento ilegal de actividades políticas, entre otros tipos de corrupción.

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226


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Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía Peruana Las políticas de promoción de monocultivos agroindustriales y de expansión agrícola en la Amazonía peruana, impulsadas por el Gobierno Nacional y los Gobiernos Regionales, vienen generando procesos de deforestación de extensas áreas boscosas, la remoción y contaminación del suelo, la contaminación de los recursos hídricos y destrucción de las quebradas, la pérdida de biodiversidad, la alteración de los procesos ecológicos con la consecuente pérdida de servicios ecosistémicos de los bosques en un escenario de cambio climático. A los impactos ambientales de la deforestación, se suman impactos de carácter social, económico, e institucional. Así, se viene produciendo también la comisión de una serie de irregularidades por parte de las autoridades competentes para facilitar y encubrir la adjudicación en compra-venta de áreas boscosas, tierras forestales y tierras de protección como tierras rústicas14, la reclasificación de tierras de aptitud forestal a usos agroindustriales, la emisión de autorizaciones de cambio de uso del suelo sin contar con Estudios de Suelos, y la aprobación de Estudios de Impacto Ambiental para proyectos agroindustriales contraviniendo las leyes y normas técnicas. Ello no solo afecta la cobertura vegetal, el uso sostenible y la conservación del Patrimonio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre; también incurre en vulneraciones a la normatividad forestal vigente, a la vez que desconoce la obligación constitucional del Estado peruano de garantizar su protección y adecuado aprovechamiento.

En dicho contexto, diversas investigaciones fiscales y periodísticas han evidenciado la presencia de redes de tráfico de tierras y corrupción vinculadas al Gobierno Nacional y Gobiernos Regionales que promueven la invasión de bosques, el redimensionamiento de Bosques de Producción Permanente (BPP) y el acaparamiento de tierras por parte de grupos empresariales de capitales nacionales y extranjeros con inversiones en los cultivos agroindustriales. La adjudicación irregular de áreas de bosques primarios de alta biodiversidad para la instalación de monocultivos agroindustriales en la Amazonía Peruana también promueve la invasión y usurpación de predios privados, tierras y territorios de Pueblos Indígenas, y tierras libres del Estado, incremento de la conflictividad social, tala ilegal y tráfico de maderas, y la presunta asociación con otras actividades ilícitas, tales como lavado de activos, estafa, y vínculos con los cultivos ilícitos. Entre el 2013 y 2015 se han deforestado 14,134 hectáreas15,16 de bosques primarios en las regiones de Loreto y Ucayali17, sin contar con estudios de Clasificación de Tierras por su Capacidad de Uso Mayor, sin Autorización de Cambio de Uso del Suelo, ni con ningún otro tipo de Autorización Ambiental concedido por las autoridades correspondientes. Al 2016 se ha producido la deforestación de aproximadamente 91,413 hectáreas de bosques primarios en las regiones de Loreto, San Martín y Ucayali para la implementación de cultivos de palma aceitera.

14 Al amparo del Artículo 19 del Decreto Legislativo Nº 653: “Toda adjudicación de tierras rústicas, a cualquier persona natural o jurídica, se efectuará a título oneroso, mediante contrato de compra-venta con reserva de propiedad hasta la cancelación total del precio”. El contrato se formaliza por documento privado con firmas legalizadas, constituyendo título suficiente para su inscripción registral. 15 http://maaproject.org/2015/imagen-4-proyectos-de-aceite-de-palma-deforestan-el-bosque-primario-de-la-amazonia-peruana-primera-parte-nueva-requena/ http://maaproject.org/2016/aclarando_tamshiyacu/ 16 De esta cifra, 5,301 hectáreas de bosques fueron deforestadas por Plantaciones de Ucayali S.A.C., de acuerdo con la Resolución de Dirección General № 270-2015-MINAGRI-DVDIAR-DGAAA, de la DGAAA del MINAGRI, de fecha 2 de setiembre de 2015. 17 De acuerdo a la Resolución № 462-2014-MINAGRI-DGAAA del 7 de diciembre de 2014, Cacao del Perú Norte S.A.C., ha deforestado de manera ilegal, al menos, 1 mil 946.21 hectáreas de bosques primarios. En el caso de Plantaciones de Ucayali S.A.C., la Resolución de Dirección General № 463-2014-MINAGRI-DVDIARDGAAA, del 17 de diciembre de 2014, determinó que ha deforestado, como mínimo, 4 mil 048 hectáreas de bosque. Finalmente, la Resolución de Dirección General № 270-2015-MINAGRI-DVDIAR-DGAAA, del 2 de setiembre de 2015, señala que Plantaciones de Pucallpa S.A.C., ha deforestado de manera ilegal, al menos, 5 mil 301 hectáreas de bosques primarios.

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Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

Deforestación en Tamshiyacu (Loreto) Entre los meses de mayo a agosto del 2013, la empresa Cacao del Perú Norte SAC deforestó aproximadamente 2,375.81 hectáreas de bosques tropicales primarios en la localidad de Tamshiyacu, Fernando Lores – Loreto, debido a las políticas de promoción de monocultivos agroindustriales del Ministerio de Agricultura y Riego – MINAGRI y el Gobierno Regional de Loreto, sin contar de manera previa con una certificación ambiental pese a lo establecido en el artículo 3° de la Ley № 27446, Ley del Sistema Nacional de Evaluación del Impacto Ambiental. En el caso de la localidad de Tamshiyacu (Loreto), el Mapa Etnolingüístico del Perú (INDEPA, 2010) identifica la cuenca del río Tamshiyacu como Territorio Ancestral del Pueblo Yihambo (Familia Etno-Lingüística Peba-Yagua). La cuenca

del río Tamshiyacu se encuentra ocupada por pobladores colonos y mestizos, distribuidos en más de 25 caseríos y Comunidades Campesinas, que totalizan una población de 20,000 habitantes (INEI, 2010), de los cuales el 75% es población rural. Las Comunidades Indígenas Amazónicas asentadas en Tamshiyacu no se encuentran registradas ni tituladas. Mediante el Informe Nº 323-2015-SERFOR/ DGGSPFFS del 28 de octubre de 2015, el SERFOR determinó que el valor estimado por la pérdida del patrimonio forestal de 1,917.26 ha deforestadas en la localidad de Tamshiyacu, distrito de Fernando Lores, Loreto, asciende a S/. 118’866,683. Si a ello se añade el costo estimado por restauración de S/. 37’438,660, el monto global de la pérdida por deforestación alcanza S/. 156’305,344 soles.

Deforestación de 2,375.81 ha de bosques primarios en tierras de aptitud forestal, en la localidad de Tamshiyacu – Loreto

Fuente: MAAP, 2016. En: http://maaproject.org/2016/forestal

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Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

Pérdidas por Deforestación en Tamshiyacu Recursos

Servicios Ecosistémicos

Valor

PFM

Madera Leña

6’820,915.00 1’743,977.00

PFNM

Irapay Aguaje Chambira Yarina Cortezas Plantas medicinales Hojas para envoltura Reserva genética

4’351,374.00 8’901,129.00 244,345.00 157,079.00 872,660.00 104,719.00 3’141,575.00 22’028,872.00

Regulación

Ciclo Hídrico Protección y formación de suelos Almacenamiento de carbono

53’272,522.00 15’654,999.00 1’572,518.00

Sub Total (A)

118’866,683.00

Costo de Restauración (B)

37’438,660.00

VALOR TOTAL (A) + (B)

156’305,344.00

Fuente: Fuente: SERFOR, 2015. Informe N° 323 - 2015 - SERFOR / DGGSPFFS

Resumen de la Valoración Económica de los Servicios Ecosistémicos afectados por el retiro de la cobertura forestal (4,956.75 Ha) Recursos

Servicios Ecosistémicos

PFM

Madera Leña

PFNM

Irapay Tamshi Chambira Huambé Cashavara Yarina Cortezas Miel de abejas Plantas medicinales Hojas para envoltura Reserva genética

7’499,825.00 477,130.00 38,170.00 19,085.00 28,628.00 38,170.00 572,557.00 254,470.00 53,952.00 687,068.00 53’392,412.00

Regulación

Ciclo Hídrico Protección y formación de suelos Almacenamiento de carbono

11’650,791.00 40’473,341.00 2’792,815.00

Sub Total (A) Costo de Restauración (B) VALOR TOTAL (A) + (B) Fuente: Fuente: SERFOR, 2015. Informe Técnico N° 001 - 2015 - SERFOR / DGIOFFS

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Valor 5’060,531.00 684,132.00

123’723,077.00 96’791,296.00 220’514,372.00


Deforestación por monocultivos agroindustriales en la Amazonía peruana

Deforestación en Nueva Requena (Ucayali) La deforestación de 10,926 hectáreas de bosques en la localidad de Nueva Requena (Ucayali), ha generado una afectación directa a la Comunidad Nativa Shambo Porvenir, debido a que se encuentra próxima al área deforestada; así como afectaciones indirectas en las Comunidades: Panaillo, Nueva Saposoa, Nueva Patria y Santa Clara de Uchuña. Estas Comunidades, pertenecientes al Pueblo Indígena Shipibo-Conibo, se ubican en la cuenca baja del río Aguaytía. Dado que la deforestación para la instalación de los cultivos de Palma Aceitera se encuentra en la parte media de la cuenca del Aguaytía, estas comunidades vienen sufriendo una disminución en la pesca debido a la destrucción de las quebradas y colmatación de los ecosistemas acuáticos. A ello se suma la disminución en la provisión de los bienes y servicios ecosistémicos del bosque, entre ellos la fauna para consumo humano, y alteración

del microclima local. Una vez instaladas las plantaciones, las Comunidades y poblaciones locales aguas abajo recibirán los efluentes de la actividad agroindustrial con altos contenidos de sustancias contaminantes y agroquímicos. Cabe resaltar que dichas poblaciones utilizan el agua directamente del río para consumo humano, regadío de pan llevar y actividades pecuarias. De acuerdo con el Informe Técnico Nº 001-2015-SERFOR/DGIOFFS, de fecha 26 de noviembre de 2015, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre determinó que el valor estimado de la pérdida del patrimonio forestal por el retiro de 4,956.75 ha de cobertura forestal en la localidad de Bajo Rayal (Ucayali) asciende a S/. 123’723,077 soles. Si a ello añadimos el costo estimado por restauración de S/. 96’791,296 soles, el monto global de la pérdida alcanza S/. 220’514.372 soles.

Cultivos de coca listos para cosecha dentro de las plantaciones de palma aceitera en Ucayali

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Ocasionalmente los jaguares machos acuden a los rĂ­os en busca de pareja. Cuando esto ocurre el ritual de cortejo puede parecer muy agresivo.

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Índice de fotografías © José María Fernández Díaz Formentí:Carátula / pág.18 / pág.20 / pág.26 / pág.28 / pág.29 / pág.31 / pág.32 / pág.34 / pág.36 / pág.38 / pág.41 / pág.44 / pág.49 / pág.50 / pág.52 / pág.55 / pág.56 / pág.59 / pág.61 / pág.68 / pág.69 (arriba) / pág.70 / pág.72 (todas) / pág.73 / pág.74 (abajo) / pág.75 (arriba) / pág.76 / pág.78 / pág.82 / pág.85 / pág.87 / pág.88 / pág.90 (todas) / pág.91 / pág.92 / pág.93 / pág.94 / pág.95 / pág.96 / pág.103 / pág.104 / pág.105 (arriba) / pág.106 / pág.109 / pág.110 (abajo izquierda) / pág.111 / pág.112 / pág.114 / pág.116 / pág.118 / pág.119 / pág.120 / pág.122 / pág.124 (todas) / pág.125 (todas) / pág.126 / pág.128 / pag.129 / pág.130 / pág.132 (todas) / pág.133 (todas) / pág.135 / pág.139 / pág.140 / pág.141 / pág.142 (arriba) / pág.143 / pág.144 /pág.146 / pág.147 arriba / pág.149 / pág.150 / pag.151 / pág.154 (centro) / pág.154 (abajo) / pág.155 (todas) / pág.157 / pág.158 / pág.159 (abajo) / pág.160 / pág.161 (todas) / pág.162 / pág.163 / pág.165 / pág.166 / pág.168 (todas) /pág.169 / pág.170 / pág.171 / pág.173 / pág.175 / pág.176 / pág.178 / pág.179 / pág.180 / pág.182 / pág.183 (abajo) / pág.184 / pág.185 / pág.188 / pág.189 / pág.190 / pág.192 / pág.196 / pág.198 / pág.200 / pág.202 (arriba) / pág.203 (todos) / pág.205 / pág.206 arriba / pág.210 centro / pág.211 / pág.212 / pág.215 / pág.228 / pág.234. © Daniel Huamán Chang: Pág.10 / pág.21 / pág.22 / pág.40 (todas) / pág.42 (todas) / pág.43 / pág.45 / pág.46 / pág.60 (todas) / pág.63 / pág.64 (abajo) / pág.65 (todas) / pág.66 (todas) / pág.67 (todas) / pvg.69 (centro) / pág.69 (abajo) / pág.74 (arriba) / pág.74 (centro) / pág.77 (todas) / pág.80 / pág.81 / pág.105 (izquierda) / pág.105 (derecha) / pág.110 (arriba izquierda) / pág.110 (arriba derecha) / pág.110 (centro izquierda) / pág.110 (centro derecha) / pág.110 (abajo derecha) / pvg.115 / pág.121 (todas) / pág.142 (abajo) / pág.147 (abajo) / pág.152 / pág.154 (arriba) / pág.159 (arriba) / pág.159 (centro) / pág.183 (arriba) / pág.197 /pág.202 (abajo) / pág.204 / pág.206 (abajo) / pág.207 (todas) / pag.208 / pág.209 / pág.210 (arriba) / pág.210 (abajo) / pág.213 (arriba) / pág.213 (abajo). © Francisco Llacma Pfocco: Pág.13/ pág.48 (todas) / pág.75 (abajo). © Adrián Tejedor Gutiérrez: Pág.102. © Enrique Ortiz Tejada: Pág.25. © Miguel Morán Morán: Pág.23. © Marco León Martínez: Pág. 64 (arriba). © Guillermo Jesús Cubillas Espinoza - Kené Instituto de Estudios Forestales y Ambientales: Pág.19 / pág. 24 / pág.187 / pág.195 / pág.216 / pág.220 / pág.226 / pág. 230 / pág. 234 / pág. 236 / pág. 238.

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El ocelote (Leopardus pardalis), es un cazador voraz, que consigue la mayorĂ­a de sus presas entre las ramas de los ĂĄrboles.

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Agradecimientos Esta publicación no habría sido posible sin la colaboración, participación y el consejo de tantas personas que contribuyeron con sus ideas, su entusiasmo y conocimiento. De manera particular nos han sido de gran inspiración y referencia la vida de los pobladores amazónicos, pueblos indígenas y agricultores, especialmente de Tamshiyacu (Loreto) y Bajo Rayal (Ucayali), hombres y mujeres que conocieron la belleza de las selvas, con sus colores y sonidos originales, pero que hoy son testigos de cambios repentinos, inexplicable e irreversibles. La mayoría de las imágenes en esta publicación son el resultado del compromiso y la generosidad de amigos naturalistas, conservacionistas y científicos que se aunaron a nuestro proyecto y decidieron colaborar de manera desinteresada. Queremos agradecer a cada uno de ellos de manera particular. A Francisco Llacma, quien expresamente viajó en busca de imágenes para ilustrar el capítulo de orquídeas epífitas. A Miguel Morán quien se enfrentó a los peligros de la minería ilegal para traer evidencias de un mundo que pocos conocen. A Fiona Wilkinson, quien con su conocimiento científico y arte nos ha proporcionado imágenes sobre aspectos que suelen pasar desapercibidos al observador común. A Adrián Tejedor que nos regaló una magnifica imagen de la transición entre el llano amazónico y los bosques nublados. A Enrique Ortiz, quien nos ha proporcionado evidencias del daño profundo que ocasiona la minería ilegal. A Marco León quien nos ha compartido esplendidas fotografías de varias especies de orquídeas amenazadas. Queremos agradecer especialmente a José María Fernández Días-Formentí, quien no dudó en poner a disposición su vastísimo archivo fotográfico y regalarnos su sabiduría a través de largas conversaciones telefónicas desde su natal Asturias. Sin su ayuda esta publicación no hubiera sido posible con la calidad fotográfica que ha logrado. Por ello queremos reconocer su participación como autor fotográfico principal. Asimismo, queremos expresar nuestro profundo agradecimiento a la Dra. Zoila Cruz Burga, quien colaboró con la introducción de esta publicación; y al Dr. Carlos Alza Barco, quien tuvo la generosidad de elaborar el prólogo. A Guillermo Cubillas, quien participó en la edición gráfica de la publicación. Finalmente, también queremos agradecer a todos aquellas personas e instituciones que trabajan todos los días para garantizar la conservación y uso sostenible de los bosques amazónicos.

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Daniel Huamán Chang. Biólogo que desde 1997 se ha dedicado a la investigación y la exploración de la Amazonía peruana. Es una apasionado de la fotografía de naturaleza y un convencido impulsor de la educación y de la generación de conocimiento para el progreso. Ha trabajado y es activo colaborador con varias organizaciones conservacionistas; se ha desempeñado como consultor y asesor para el Estado peruano, y actualmente para diversos proyectos en el sector privado.

José María Fernández Díaz-Formentí. Médico español, apasionado por el Perú y América del Sur desde hace 40 años. Ha colaborado en la línea editorial de la UNESCO en revistas y enciclopedias relacionadas con los lugares del Patrimonio Mundial y Reservas de la Biosfera. Es autor de 8 libros sobre la naturaleza de su región natal, Asturias, en el norte de España. Compagina su profesión de médico con la de naturalista y peruanista, país este último que conoce en profundidad y al que considera su segunda patria.

Lucila Pautrat Oyarzún. Ingeniera Forestal dedicada a la conservación de los bosques, fauna y ecosistemas forestales. Ha trabajado en diversas organizaciones de la sociedad civil y entidades públicas en proyectos vinculados al sector forestal y de fauna silvestre. Actualmente, es miembro de Kené, Instituto de Estudios Forestales y Ambientales.

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