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Londres, finales de 1842Se dec237a que la destilaci243n, el proceso que convert237a el grano molido en fino whisky, se hab237a inventado en busca del agua de la vida -aqua vitae- con la esperanza de resolver el enigma que hab237a atormentado a los hombres durante siglos: c243mo alcanzar la vida eterna.Lady Persephone MacGregor, sin embargo, intentaba resolver otro tipo de enigma. No uno tan grandioso como enga241ar a la muerte.No, este misterio en particular ten237a la forma de una peque241a tarjeta negra.La tarjeta era tan gruesa y cara que, a pesar de haber pasado semanas en su poder, permanec237a intacta e inmaculada. En la tarjeta no hab237a nombre ni t237tulo. En su lugar, en una de las caras, hab237a un 250nico sello en relieve de un disco dorado.Sin embargo, esta tarjeta la hab237a conducido a este preciso momento, sentada en la parte trasera de un taxi en mitad de la noche, de camino a un lugar en el que nunca deber237a encontrarse una dama soltera como ella.C243mo hab237a llegado a sus manos fue mera casualidad, a trav233s de una serie de acontecimientos que comenzaron cuando abandon243 su hogar en las Tierras Altas escocesas con su hermano mayor Cameron, el conde de Balfour. Hab237an venido a Londres para que Pers233fone pudiera participar en la Temporada bajo el patrocinio de la duquesa viuda de Mabury.Poco despu233s de su llegada, fue a ver a Cam a su habitaci243n, pero en su lugar vio a su ayuda de c225mara, Murray, que sal237a a toda prisa por la puerta. Con las prisas, algo hab237a salido volando de la bandeja de plata que llevaba y hab237a aterrizado justo a los pies de Pers233fone. Al principio pens243 que se lo hab237a imaginado o que le hab237an fallado las gafas. Pero no, la tarjeta de 233bano estaba apoyada sobre la alfombra roja, el sello dorado brillaba a la luz de la l225mpara como si la llamara.Pers233fone no sab237a lo que la hab237a llevado a coger la tarjeta y guard225rsela en el bolsillo sin embargo, desde que la ten237a, la tarjeta se hab237a convertido en una obsesi243n, un picor que no pod237a rascarse. Ten237a que averiguar qu233 significaba.Hab237a pasado las 250ltimas semanas recopilando informaci243n y leyendo libros en la biblioteca, tratando de encontrar respuestas, investigando las diferentes organizaciones y grupos de Londres y de toda Inglaterra, buscando respuestas en libros de historia y biblias. Incluso se atrevi243 a escribir a eruditos de renombre para preguntarles si sab237an de d243nde pod237a proceder la tarjeta negra.Sin embargo, no fue en la biblioteca donde Pers233fone descubri243 su primera pista, sino durante una velada de ballet, en medio de la multitud que se agolpaba en el vest237bulo durante el intermedio. Regresaba al palco privado de la Dowager tras el descanso cuando vio a dos hombres que iban delante de ella hablando de sus planes para despu233s. Fue entonces cuando oy243 las dos palabras que le dieron la primera pista.El Inframundo187.Pers233fone cay243 en la