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Las misiones pedagógicas

Las Misiones Pedagógicas en La Alpujarra

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(1933): entre la distancia y el olvido

Silvia Canalejo Alonso. Profesora de Geografía e Historia

La España de los años 30 nacía con la caída de la monarquía de Alfonso XIII y la llegada del nuevo régimen republicano que, a la manera occidental, impulsó la modernización de la enseñanza tal y como Francisco Giner de los Ríos desde la Institución Libre de Enseñanza venía demandando desde finales del siglo XIX. Además del proyecto inicial de construcción de 27.000 escuelas de primera enseñanza para paliar las alarmantes cifras de analfabetismo, aproximadamente un 42% del total de la población, el Ministerio de Instrucción Pública creó el Patronato de Misiones Pedagógicas, una institución encarga de llevar actividades culturales y educativas de forma itinerante al mundo rural y a zonas tremendamente alejadas de la ciudad y, por tanto, del acceso a la educación.

La labor educativa y de transformación social del Patronato de Misiones Pedagógicas fue puesta en marcha por jóvenes comprometidos que desde 1931 hasta 1936 visitaron más de mil pueblos del país cargados de películas, libros, discos, cuadros, títeres y otros elementos de corte cultural y educativo. Con un carácter ambulante, esta experiencia de educación popular fue capaz de llevar a recónditos lugares actividades como el cine, las lecturas, lecciones de Literatura e Historia o el teatro, además de ser responsable de la creación del mayor número de bibliotecas creadas hasta el momento en el agro español. cultura a los habitantes del campo en las aldeas más remotas de España y sacarlos así de la distancia y el olvido. El presidente del Patronato de Misiones Pedagógicas, Manuel Bartolomé Cossío, recogió las siguientes palabras para llevarlas de pueblo en pueblo con el inicio de las Misiones:

“Es natural que queráis saber, antes de empezar, quiénes somos y a qué venimos. No tengáis miedo. No venimos a pediros nada. Al contrario; venimos a daros de balde algunas cosas. Somos una escuela ambulante que quiere ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela donde no hay libros de matrícula, donde no hay que aprender con lágrimas, donde no se pondrá nadie de rodillas, donde no es necesario hacer novillos. Porque el Gobierno de la República, que nos envía, nos ha dicho que vengamos ante todo a las aldeas, a las más pobres, a las más escondidas, a las más abandonadas, y que vengamos a enseñaros algo, algo de lo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde otros lo aprenden, y porque nadie, hasta ahora, ha venido a enseñároslo; pero que vengamos también, y lo primero, a divertiros. Y nosotros quisiéramos alegraros, divertiros casi tanto como os alegran y divierten los cómicos y titiriteros”

En Andalucía la llegada de las Misiones Pedagógicas se demoró un poco más. Hasta 1933 no llegaron las primeras misiones. La primera de todas las que se llevaron a cabo fue la de La Alpujarra de Granada, en el verano de 1933, seguido de la de Villaluengo del Rosario (Cádiz) y Vícar (Almería). La Alpujarra al inicio de los años 30 era una comarca profundamente alejada física y culturalmente del mundo urbano y con unas elevadísimas tasas de analfabetismo.

En el caso de la misión de La Alpujarra, las actividades más recurrentes estuvieron relacionadas con lecturas, conversaciones, la creación de bibliotecas y el cine, principalmente. Para el desarrollo de estas actividades, los seis jóvenes que dirigieron esta primera experiencia de educación popular en Granada se valieron de materiales desconocidos hasta entonces para la práctica mayoría de sus habitantes. Éstos accedían por primera vez al disfrute de proyecciones audiovisuales, libros, coloquios y lecturas y música.

Asimismo, en la provincia de Granada, el Patronato impulsó la creación de bibliotecas no sólo en La Alpujarra sino también en otras localidades que, si bien estaban situadas a mayor o menor proximidad de la capital, contaban con unos elevados índices de analfabetismo y dificultades de acceso a la cultura. La visita de las Misiones Pedagógicas en 1933 a La Alpujarra dio acceso por primera vez a la mayoría de sus habitantes a tales actividades culturales. Sin embargo, durante muchos más años y ante la escasez de infraestructuras y los eminentes cambios políticos de la España de los años 30, esta comarca continuó en el olvido educativo y cultural.

“El lenguaje del pueblo pone los versos en diminuto. Nada tan incitante para la confidencia y el amor” Federico García Lorca