OMISIÓN

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OMISIÓN

ElincógnitoViñadelMar

KarlaRoccoZúñiga

Viña del Mar, conocida como "La Ciudad Jardín", ha sido durante mucho tiempo considerada un destino turístico idílico en Chile. Sus hermosas playas, jardines cuidados y su reputación como un paraíso costero la convierten en un lugar atractivo para visitantes nacionales e internacionales. Sin embargo, detrás de esta imagen de perfección se oculta una realidad que las autoridades y muchos turistas prefieren ignorar: la presencia de indigentes, vendedores ambulantes, tomas, basura enlascalles,etc.

A pesar de los esfuerzos por maquillar la ciudad y resaltar su belleza, no se puede negar que Viña del Mar enfrenta serios problemas sociales. Las calles y plazas de la ciudad se han convertido en un refugio para aquellos que han sido marginados y excluidos de la sociedad. Los indigentes, hombres y mujeres sin hogar, encuentran en estos espacios públicos un lugar donde buscar un poco deresguardoysobrevivir.

La respuesta de las autoridades ante esta realidad es contradictoria y, en muchos casos, hipócrita. Por un lado, se promociona a Viña del Mar como un destino turístico de lujo, donde se celebran eventos de renombre internacional y se construyen lujosos hoteles y resorts. Sin embargo, al mismo tiempo, se intenta ocultar la existencia de aquellos que no encajan en esta imagen de glamour.

Las medidas implementadas para "ocultar" a los indigentes y vendedores ambulantes son variadas. Se realizan desalojos forzosos de las tomas, desmantelando los asentamientos informales y desplazando a las personas que los habitan. Se establecen regulaciones y restricciones que dificultan la venta ambulante, aumentando la presión sobre aquellos que dependen de ella para sobrevivir. Estas acciones solo perpetúan la marginalización y el sufrimiento de aquellos que ya están en una situación vulnerable.

La hipocresía radica en el hecho de que, mientras se intenta esconder y negar la existencia de estos problemas, las autoridades continúan promoviendo una imagen idealizada de la ciudad. Se destinan recursos significativos para mantener la apariencia de un paraíso turístico, mientras que las necesidades básicas de los más desfavorecidos son ignoradas.

Es necesario reconocer que Viña del Mar no es un paraíso para todos. No podemos permitirnos cerrar los ojos ante la realidad que enfrentan los indigentes, los vendedores ambulantes y aquellos que luchan por sobrevivir día a día. En lugar de tratar de ocultar estos problemas, es fundamental que las autoridades se comprometan a abordarlos de manera integral y humana.

Es hora de que Viña del Mar, y todas las ciudades que enfrentan desafíos similares, adopten políticas inclusivas que aborden las causas subyacentes de la indigencia y la marginalización. Esto implica invertir en programas de vivienda asequible, servicios sociales, educación y empleo, así como fomentar la empatía y la solidaridad en toda la comunidad.

Solo cuando enfrentemos la realidad de manera honesta y trabajemos juntos para encontrar soluciones duraderas, podremos afirmar que Viña del Mar es un verdadero paraíso, no solo para unos pocos privilegiados, sino para todos sus habitantes.

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