Menores migrantes y la religiosidad

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LA PIZTOLA UNO Colección-Alephbrije TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN,ANALISIS Y DIVULGACIÓN

Manifestaciones de religiosidad: recursos subjetivos usados por los menores migrantes no acompañados a Estados Unidos Socorro Hernández Barajas1 Introducción El presente trabajo se centra en el reconocimiento de la religiosidad como uno de los recursos subjetivos que un grupo de menores migrantes no acompañados manifestaron haber utilizado, para comprender los incidentes sufridos durante su proceso migratorio 2. 1

Candidata al doctorado en Estudios del Desarrollo Univ. Autónoma de Zacatecas, Prof. de Tiempo Completo del Dpto. de Humanidades, Centro Univ. de los Lagos/Universidad de Guadalajara. Líneas de investigación: niñez migrante, migración y desarrollo y, exclusión en grupos vulnerables. Experiencia docente en marginación y exclusión. Dirección Postal: Av. Enrique Díaz de León N° 1144, Col. Paseos de la Montaña, C.P. 47460, Lagos de Moreno, Jalisco, México. Teléfono: +52 (474) 742 4314, 742 3678 Ext. 66520. Correo electrónico: mhernadez@culagos.udg.mx 2 El concepto de menor migrante no acompañado que aquí se emplea, da cuenta de los niños, niñas y adolescentes de origen mexicano, que se desplazan solos en una parte o en todo el trayecto migratorio, es decir, desde que salen de sus casas a la frontera y cuando cruzan la misma solos, con algún familiar mayor del que se separaron al momento de la captura. Menores que cruzan con otros niños o con personas

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Partiendo del hecho de que la religiosidad, es uno de los recursos subjetivos a los que más han acudido los migrantes mexicanos y sus familias, para asegurar y agradecer el éxito de su proyecto migratorio a Estados Unidos, principalmente, lo que se pretendió hacer en este trabajo fue indagar en los factores que obligaron a los menores a asirse a este tipo de práctica, para comprender los momentos más críticos de su desplazamiento. Lo anterior como parte de un trabajo de investigación más amplio que está aún en curso. El análisis de la religiosidad –desde el punto de vista del catolicismo– en los menores migrantes ha sido una tarea compleja que ha requerido de fuentes de información capaces de apreciar los diversos matices que presenta. En este trabajo se utilizaron tres fuentes distintas: en primer lugar, una encuesta a una muestra simple aleatoria de menores no acompañados, en seguida diez entrevistas en profundidad que en un contexto muy complicado, se lograron recoger en tres albergues Casa YMCA y tres módulos del DIF para menores migrantes en las localidades fronterizas de Ciudad Juárez, Agua Prieta, Nogales y Tijuana en el año 2009. Si bien, en dicha encuesta y entrevistas se captó información específica, un resultado inesperado lo constituyó la búsqueda de apoyo subjetivo, en donde la religiosidad jugó un rol destacado para que los menores comprendieran el fracaso de su proyecto migratorio, materializado en el cruce fallido y/o la detección y deportación desde diversos puntos del territorio estadounidense. En el trabajo se presentan también algunos exvotos encontrados en el Santuario del Santo Niño de Atocha en Fresnillo, Zacatecas, que además de ilustrar la manera que no son sus familiares y que los abandonan a su suerte en las zonas fronterizas donde son aprehendidos y regresados; además de los menores inmigrantes deportados, es decir aquellos menores que fueron llevados de pequeños, que han vivido la mayor parte de sus vidas en Estados Unidos y que asimismo, son detectados y retornados a México. En cualquier caso, su entrada o permanencia en el vecino país es irregular y su llegada al territorio nacional se realiza sin la compañía de familiares adultos que se hagan responsables de ellos. El concepto de menor inmigrante deportado, no es una categoría jurídica, sino una categoría propia, creada solamente para los fines de este trabajo. Debe hacerse notar asimismo que en este trabajo y no obstante, las discusiones que existen sobre el desarrollo de los seres humanos, en las distintas etapas de su vida de acuerdo a su edad, el concepto de menor es usado de manera intercambiable con el concepto de niño.

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cómo los chicos y sus familias han recurrido a la religiosidad, develan algunos antecedentes y variantes de la migración de menores no acompañados. Las tres fuentes de información se utilizaron metodológicamente de manera complementaria para explorar cualitativa y cuantitativamente la religiosidad, práctica cultural que en momentos difíciles aparece como un recurso para obtener protección. El supuesto que condujo el análisis cuantitativo de la información recabada, giró en torno a la idea de que algunos factores como el estado de procedencia, el tipo de red social en Estados Unidos, la edad, el sexo y el estado civil de los menores 3, son determinantes para el empleo de la religiosidad para comprender lo vivido durante el proceso migratorio4. Lo anterior con base en el hecho de que al realizar una prueba de regresión múltiple con el programa StatGraphics Plus versión 5.1, dichas variables mostraron en conjunto una relación positiva y estadísticamente significativa para un nivel de confianza del 99%; hecho que fue decisivo para su consideración5. Figura 1 Gráfico de Dispersión de 5 variables asociadas a la comprensión del cruce fallido, la detección y la deportación

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A pesar de que por su edad, pudiera asumirse que los menores migrantes no acompañados son solteros, en la muestra obtenida de 165 menores migrantes, hay 8 jóvenes casados, 19 viviendo en unión libre y una menor que dijo ser mamá soltera. El estado civil de los menores que indicaron apegarse a la religiosidad para comprender los incidentes sufridos durante su proceso migratorio incluye niños y jóvenes solteros –la mayoría– así como casados y otras formas libres de vida pareja. 4 La comprensión de lo vivido es un concepto propio que abarca las diversas respuestas que los menores encuestados dieron a las preguntas de: ¿por qué crees que no pudiste cruzar? y ¿por qué crees que te detectaron y regresaron a México? Las respuestas variaron desde la excesiva vigilancia durante el cruce, el abandono y el abuso de los guías, por mala suerte y porque así lo quiso Dios. Ésta última respuesta fue indicativa de la forma en que algunos menores de edad se explicaban a sí mismos su fracaso migratorio y la deportación de aquellos que ya tenían muchos años de vivir en ese país. 5 La regresión múltiple es un procedimiento que se usa con frecuencia cuando se quiere estudiar la posible relación entre varias variables independientes (predictoras o explicativas) y otra variable dependiente (respuesta). La regresión múltiple en forma grafica, trata de lograr que la dispersión de las frecuencias sea ajustada (de acuerdo a criterios que se toman para el tratamiento de los datos) a una línea recta o curva, como se ilustra en la figura 1.

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La ecuación del modelo ajustado para la regresión múltiple se expresó como sigue: Comprensión de lo vivido= 8.8108*Edo.Proced.+ 0.0516173*TipoRedSocEU0.338061*Edad+0.477814*Sexo-0.666965*EdoCivil. Si bien el valor obtenido de R-cuadrada para el modelo anterior resultó de 33.93%, siendo los valores ideales para este estadístico los situados por arriba del 50%, se aceptó dicho valor por el éxito estadístico, no esperado, que en conjunto mostraron las variables estado de procedencia, tipo de red social, edad, sexo y estado civil de los menores para explicar el apego a lo religioso en una muestra de n=165. Los sucesivos análisis desagregados de las variables con la técnica de regresión múltiple mostraron que la contribución máxima de las variables independientes consideradas, no superó el valor obtenido de R-cuadrada muy probablemente debido al tamaño de la muestra. Las hipótesis que se plantearon fueron las siguientes: Ho: los menores no acompañados, independientemente de su edad, sexo y estado civil, procedentes de los estados de reciente incorporación a los flujos migratorios internacionales o de la región histórica que no tienen redes sociales fuertes en EU tienden a apegarse más a la religiosidad como un factor de seguridad individual para comprender y en todo caso aceptar su fracaso migratorio. Ha: los menores no acompañados, independientemente de su edad, sexo y estado civil, procedentes de los estados de reciente incorporación a los flujos migratorios internacionales o de la región histórica que sí tienen redes sociales fuertes en Estados

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Unidos, tienden a apegarse menos a la religiosidad como un factor de seguridad individual para comprender y en todo caso aceptar su fracaso migratorio. Las variantes de estas hipótesis fueron tomadas de los planteamientos de Pierre Bourdieu (1991) sobre el capital social como una parte fundamental de las redes sociales; recursos a disposición de los miembros de una comunidad para reducir en este caso, los costos y los riesgos del desplazamiento sin acompañantes y de Mark Granovetter (1973, 1985), sobre la importancia de la red de relaciones sociales, la cual pone límites y establece incentivos para el logro de metas individuales, aspectos que llevan a la discusión de las relaciones entre grupos más allá de los lazos primarios. Para acercar al lector al tema, es importante destacar dos aspectos: 1) la evidente presencia de menores que dejan sus lugares de origen para buscar alternativas de trabajo, reunificarse con sus familiares, o para simplemente vivir aventuras en Estados Unidos y, 2) la vulnerabilidad y los riesgos que enfrentan desde que salen de sus hogares en su intento de cruzar la frontera, hechos que provocan que los menores pierdan seguridad en sí mismos, apegándose en algunas ocasiones a la religiosidad en el marco de un contexto que condiciona el apoyo en sus creencias. La relevancia de estudiar la religiosidad en los menores que emigran solos, reside en mostrar que en el marco del endurecimiento de la política de migración de Estados Unidos y de la poca atención que en México se ha dado a la población infantil y juvenil en general y migrante en particular, los patrones migratorios al vecino país han cambiado, emergiendo manifestaciones que en el pasado no tenían las mismas características ni revestían la importancia que en la actualidad observan. Tal es el caso de los escenarios de riesgo e incertidumbre que para los migrantes y sus familias significa el desplazamiento y que en el caso de los menores de edad, por ser los más débiles, experimentan situaciones que pueden afectar sus vidas, 5


obligándolos a apoyarse en lo que tienen a la mano, como la religiosidad cuando la realidad se torna adversa. En este sentido, se observa que en la literatura el estudio de la religiosidad en los menores migrantes, ha sido poco tratado. Con este trabajo se pretende cubrir en parte dicho vacío. El objetivo se encaminó a indagar en los factores que obligaron a los menores a asirse a la religiosidad y en qué manera la expresaron, para comprender el fracaso de su proyecto migratorio.

Aproximaciones a la religiosidad como una práctica La religiosidad en tanto recurso subjetivo empleado por los sujetos, es una práctica como lo son todas las actividades físicas, emocionales y mentales de las personas – adultas principalmente– que viven condiciones materiales particulares (Ruiz, O., 1992). Formando parte de su identidad colectiva que en condiciones críticas, se exalta hasta convertirse en una fuerza activa, generadora de un poder material que impulsa a los sujetos a actuar (Reich, 1973, Martínez, 2003). Constituida por signos y significados que se “traducen” en acciones y percepciones individuales, la religiosidad abreva en figuras como Cristo, a todo lo que se concibe como Dios: significante general y abstracto; modelo a seguir que toma sentido en contextos en los que se busca apoyo y protección, con la certeza de que se obtendrán. Dicha certeza, en condiciones de necesidad se convierte en acción de todo aquello que no se puede explicar (Giddens, A., 1990), y a lo que se acude cuando no hay otro camino, reinterpretando lo actuado o lo acontecido a través de la religiosidad, práctica que los niños aprenden de los adultos por la socialización mediante la cual, se adaptan e internalizan la sociedad, en sus tradiciones y costumbres (Moran, 2003, Corsaro, 2005).

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Como otras prácticas, la religiosidad se adquiere señala Ruiz, citando a Bourdieu, por un proceso que descansa en la “familiarización y la transmisión explícita y expresa por medio del precepto y la prescripción” (Ruiz, O., 1992:106-107). La transmisión de dicha práctica se inicia en el círculo familiar en etapas tempranas de la vida (Corsaro, W., 2005), en un proceso de socialización primaria por el que se comunican asimismo experiencias, normas y valores (Berger, P., y Luckman, T., 2003), que con el tiempo forman parte de lo que Bourdieu llama la practical mastery para el “arte de vivir”. Un stock de conocimientos y costumbres aceptadas e interiorizadas como propias para generar, llevar a cabo y cambiar situaciones presentes o futuras (Ruiz, 1992, Martínez, 2003). Se trata de respuestas anticipadas o preexistentes en la memoria y a las cuales se recurre cuando hay necesidad. Es un acervo de conocimiento a la mano dice Shutz (1974:39). El ejercicio individual de prácticas como la religiosidad depende entre otros factores de: a) las condiciones propicias para ponerla en acción, b) la valoración que de dicha práctica haga el sujeto (Ruiz, O., 1992:109) y c) la interiorización de que sin esa práctica, materializada en creencias, no se puede vivir ya que como sugiere Bourdieu: “es necesario un autoengaño para que la creencia se viva como lógicamente necesaria” (1991:87). Siguiendo a Bourdieu (1991), cuando por un proceso de socialización secundaria se interioriza una creencia, se tiene la idea de que no se puede vivir sin ella ya que la razón se estructura en función de dicha creencia, pero no por la razón, sino por un proceso de identidad (Martínez, 2003:27). Dado que la identidad está relacionada con procesos de significación, que responden a mecanismos elaborados por los individuos para hacer frente a la vida, resulta siempre comparativamente hablando, más complicado para los sujetos inventar su propio sistema de creencias ya que para ello 7


sería necesario establecer un sistema lógico que le permita explicar la realidad de una manera distinta a los demás. Considerando estas notas, en las siguientes secciones se analizan los factores que hicieron que un grupo de menores migrantes se apegaran a este tipo de práctica, planteando que estos migrantes se vuelven más vulnerables por una pérdida de su seguridad ontológica, que basada en la construcción de rutinas, se trastoca por el desplazamiento y el cruce fronterizo sin acompañantes; momentos difíciles en los que lo subjetivo se pone a prueba. Lo anterior a partir de la forma cómo la religiosidad se ha expresado y desarrollado en los adultos migrantes y los procesos de socialización por los cuales los menores adquieren y constituyen su religiosidad.

La religiosidad en los adultos y los menores migrantes La religiosidad, como práctica tiene una larga tradición entre los migrantes mexicanos a Estados Unidos, que desde los inicios de sus desplazamientos aprendieron a conocer y padecer los peligros inacabables que acompañaban sus travesías (Durand, J., y Arias, P., 2000, 2005); revalorizando sus creencias como un medio de defensa para enfrentar un nuevo contexto geográfico e institucional del que había que “salvarse” (Moran, 2003, Moctezuma, 2009). La idea de salvarse encontró muy pronto eco en expresiones verbales de agradecimiento, que los adultos migrantes dirigían a santos que se adoptaban por haber ayudado a librar males en tierras extrañas, esquivar la migra, interceder para arreglar la residencia y otros (Cano, 2002), denotando en dichas expresiones una indigencia propia de sujetos como los migrantes en tanto individuos con necesidades, resultado de su situación, además de una alta vulnerabilidad espiritual, por cierto no exclusiva de los migrantes (Weber, M., 1997). 8


Asociada a la idea de salvación están presentes las competencias individuales de los migrantes, mismas que en los niños están escasamente desarrolladas, para enfrentar la realidad del cruce fronterizo, apegándose con frecuencia a aquello que los conduce al peligro, pero también a lo subjetivo como parte de un bagaje cultural, que aunque en proceso de aprendizaje, se sabe confiable y siempre al alcance. Lo subjetivo, junto con otros recursos constituye el cimiento de la conciencia y la competencia que Giddens explica cuando habla de que: …la producción de la sociedad es una obra de destreza sostenida por acción de los seres humanos que en cualquier clase de encuentro, recurren a conocimientos y teorías previas espontánea y rutinariamente haciendo uso de los recursos aprendidos para que dicho encuentro se produzca (Giddens, A., 1993:127-128).

A propósito de esta cita, un aspecto poco tratado en la literatura de la migración lo constituyen los recursos que los migrantes usan para complementar sus competencias cuando es preciso mantenerse afirmado en sus convicciones, parte medular de su seguridad individual, que se ven amenazadas por situaciones de inestabilidad, percances e imprevisiones violentas, conduciendo al sufrimiento como cuando por ejemplo, en el cruce a Estados Unidos, los migrantes llegan a estar al borde de la muerte. El conocimiento interiorizado de sus convicciones, en los adultos y también en los niños, los lleva a tomar decisiones o respuestas apresuradas que bajo presión, cuestionan la lucidez y la racionalidad esperada: El mantenimiento de un marco de seguridad ontológica es, como otros aspectos de la vida social, una realización continua de los actores legos. Dentro de la producción de los modos de interacción en los cuales el conocimiento mutuo requerido para sostener esa interacción es “no problemático” en gran parte porque la seguridad ontológica está fundada rutinariamente. Las “situaciones críticas” se verifican cuando tal fundamento rutinario queda radicalmente dislocado y en consecuencia las destrezas de los actores ya no engranan con los componentes motivacionales de su acción… (Giddens, 1993:118-119).

De lo anterior se puede inferir que los menores que deciden apegarse a la religiosidad como un recurso para librarse de peligros durante el cruce fronterizo, elevan a nivel racional dicha decisión por ser un medio eficaz de protección cuando las 9


fuerzas les fallan, son perseguidos, abandonados y capturados. En tales condiciones la búsqueda de apoyo que conduzca a un “milagro” resulta vital y responde al dislocamiento de su cápsula protectora, cuyo aval es la seguridad ontológica. Este dislocamiento conduce a los menores a una situación de incertidumbre que los obliga a asirse a lo que se tenga a la mano ante la ausencia de alternativas a escoger, como sucede en los secuestros, la exposición a la muerte y la guerra como ejemplos extremos (Giddens, 1993, 2002, Moctezuma, 2008). La vivencia del cruce sin acompañantes es parte de estas experiencias en donde no sólo se dislocan las vidas de los menores, sino también la de sus seres queridos y de la cual los menores, dependiendo de su condición, no siempre son conscientes de sus consecuencias (Moctezuma, M., 2009). En algunos casos, la experiencia del cruce les somete a situaciones que, a pesar de no estar preparado/a deberán enfrentar y superar; apoyándose por ejemplo en la religiosidad cuando no cuenta con redes sociales que informen, conecten y aumenten sus talentos o competencias individuales (Guarnizo, 1992, Moctezuma, 2009). Como parte de un “capital social” las redes sociales de los migrantes dice Douglas Massey (1994), están formadas de relaciones de parentesco definidas en términos de grupos primarios en donde los padres, hermanos, esposos y otros miembros de la familia extendida suponen ser vínculos fuertes para sujetos como los migrantes (Granovetter, M., 1973). Además, las amistades que se inician en la comunidad de origen forman parte importante de las redes sociales que, pese a ser consideradas de manera tradicional como vínculos débiles (Granovetter, M., 1973) facilitan la migración, reduciendo en ocasiones más eficientemente sus costos y sus riesgos. Desde el punto de vista histórico, las primeras expresiones verbales y visuales de religiosidad se desarrollaron con especial notoriedad en los migrantes originarios de la 1


región centro-occidente del país, particularmente, de los estados de Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Jalisco y Zacatecas, extendiéndose más tarde a los que salían de otros estados como Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Veracruz y Yucatán. Esto se explica por dos razones: 1) la antigüedad de la migración internacional en esta región, misma que data del Porfiriato y 2) la fuerza que en la región centro-occidente tiene la cultura católica, lugar donde se gestó el movimiento cristero (Durand y Arias 2005). Como se sabe, en esta región se arraigó y difundió la tradición de llevar ofrendas para mayor “gloria de la imagen”, en las que se daba a conocer de manera pública, mediante un exvoto pintado en acción de gracias, las peripecias, angustias y alegrías que vivían los adultos migrantes y también sus familias (Durand y Arias, 2000:9). En efecto, las madres, padres, esposas, hermanos, hijos y los migrantes mismos, conscientes de los peligros del viaje transformaron las respuestas a sus peticiones en promesa votiva, difundiéndose pequeñas láminas con la imagen divina y la experiencia importante y dramática del desplazamiento a Estados Unidos, con todas las hazañas y descalabros, miedos y expectativas, ilusiones y tragedias con respecto al viaje, el trabajo y la estancia en ese país (Durand y Arias, 2000, 2005). Se trata de una práctica religiosa que vinculada a la migración internacional ha obedecido a las dificultades y obstáculos que los migrantes han tenido siempre que enfrentar. Pero, aunque la religiosidad es una práctica bien arraigada en esta y otras regiones del país, no se ha expresado ni desarrollado en todos los migrantes (adultos y/o menores de edad) pues no todos los que creen en Dios le han atribuido a éste el éxito o el fracaso de su proyecto migratorio. De entre los que han considerado que las penurias sufridas o el haber cruzado la frontera con bien, ha sido por la voluntad de Dios, o el santo, o la virgen de su devoción, no todos han materializado su agradecimiento en un 1


exvoto de acción de gracias, y llevado el mismo a un santuario por el favor concedido o por el milagro de estar con vida en el actual contexto de riesgo. Ello obedece al hecho de que los adultos y los menores migrantes, como cualquier otro sujeto, seleccionan o no el apegarse a este tipo de prácticas. Como sea y a su manera son más los migrantes y también sus familias – actualmente de todo el país– los que como sugieren Durand y Arias (2000) no se cansan de bendecir la partida, agradecer la hazaña del cruce, por reencontrar el camino en el desierto, conseguir trabajo y los papeles que vuelvan legal la aventura migratoria y, desde sus lugares de origen en México, las familias de los migrantes encomiendan, agradecen las noticias y por supuesto, el dinero que les llega de Estados Unidos para sobrevivir (Durand y Arias, 2000, 2005, Cano, 2002). Visitando en no pocas ocasiones los santuarios donde se venera a Santo Toribio de Romo, a la Virgen de San Juan de los Lagos, al Santo Niño de Atocha, a San Miguelito, el Señor de los Rayos, Juan Soldado y otros santos que han pasado la prueba del tiempo y de la fe por acudir en forma expedita al auxilio de los migrantes y sus familias. Santos que se perciben más cerca de la gente y que en algunos casos constituyen el único puente entre la tierra que se deja y el presente y el futuro inciertos y confusos, dice Cano (2002). Volviendo a las ofrendas, como una tradición reproducida por la costumbre para entender asimismo el proceso migratorio de sujetos distintos de los adultos varones, en edad laboral, en los últimos años se han encontrado exvotos en los que se da cuenta del desplazamiento de mujeres y de niños (Durand y Arias, 2005). Así, en el Santuario del Santo Niño de Atocha, en Fresnillo, Zacatecas se localizaron los siguientes exvotos6.

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Las fotografías presentadas fueron tomadas y proporcionadas por Pablo Martínez Pérez, estudiante del Doctorado en Humanidades y Artes de la Univ. Autónoma de Zacatecas en Diciembre del 2008.

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En estos cuadros, además de apreciarse las prácticas religiosas a las que los niños migrantes y sus familias han recurrido, se pueden observar algunos datos que permiten el rastreo de antecedentes de la migración de menores no acompañados y algunas de sus variantes7 . A juzgar por las fechas, en que fueron realizados los exvotos, los cuales no tienen una antigüedad mayor a 10 años, siendo el más reciente uno 7

En el primer exvoto se retrata una problemática que se está dando desde hace varios años en Estados Unidos y que se refiere a la separación de padres e hijos migrantes por las autoridades de ese país. Sea por motivos de salud, como en este caso en que el menor de edad por falta de recursos económicos y seguridad social, no puede ser hospitalizado, por la captura de los padres migrantes en sus centros de trabajo y también por la captura, en especie de "redadas" de niños, niñas y adolescentes que juegan y/o caminan en las calles de diversas ciudades de la Unión Americana. En estos casos, menores y padres migrantes son literalmente arrancados los unos de los otros, causando mucho dolor y el regreso masivo de menores solos, retornados del vecino país del norte. Variante que en México forma parte de la migración de menores no acompañados de acuerdo a las autoridades del Sistema Nacional DIF.

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fechado en el 2007; se puede decir que la presencia de niños solos ha sido cada vez más evidente, conformando junto con las mujeres y los ancianos, las nuevas caras de los flujos migratorios de mexicanos a Estados Unidos. Un nuevo patrón migratorio en el que sin embargo, persisten prácticas como la del exvoto.

Si los exvotos son un buen ejemplo de las expresiones de la religiosidad entre los menores migrantes y sus familias, también lo constituyen los testimonios en los que se encuentran elementos de sus devociones religiosas por ejemplo, antes de la partida en el lugar de origen, lo que indica el grado de consciencia sobre los riesgos de emigrar solos. El atribuir a Dios su captura y deportación, deja ver la vulnerabilidad de los niños, niñas y jóvenes durante el cruce y en el territorio estadounidense. La costumbre de rezar, recibir las bendiciones de sus mamás, llevar consigo estampas de la figura devocional y la enunciación de rituales que forman parte de sus culturas de origen, son comunes entre los menores migrantes. Al respecto, en la información recabada se encontró lo siguiente: “Me quitaron todas mis cosas, menos la estampita de Santo Toribio de los Romo... A él me encomendé pues me vine sin el apoyo de mi familia” Laura, 17 años, originaria de Lagos de Moreno, Jal. “Dios sabe cuando debes pasar y cuando no. Yo rezaba mucho para irme hoy, pero no se dio. Así que él sabe por qué”

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Abigail, 10 años, originaria de San. Sebastián, Tetipac, Oax.

En estos fragmentos se aprecia un apego importante a la religiosidad, en el primer caso por la vulnerabilidad agregada que conlleva una migración sin el consentimiento familiar lo que se evidencia en el santo adoptado: Santo Toribio de Romo nombrado por la Iglesia Católica: “Patrono de los Migrantes” y venerado en una de las zonas donde la historia de la migración es antigua, Los Altos de Jalisco de donde la menor es originaria. En esta región, los milagros del Santo a más de haberse corrido de boca en boca, se han difundido como parte de una estrategia de la Iglesia para satisfacer las necesidades de los migrantes, junto con llaveros, estampas, cuadros e infinidad de imágenes que migrantes como los menores de edad, adquieren y llevan consigo en su desplazamiento. En el segundo caso a más de un importante apego religioso, la niña a pesar de su corta edad, parece tener una relación “muy directa con Dios” quien para ella tiene un poder incuestionable y en contra del cual no se puede luchar. Un poder que decide como del más allá el momento en que los migrantes deben pasar o no, hecho que por “venir de Dios” debe aceptarse sin cuestionar. Tres menores de Puebla, Chiapas y Yucatán, describen parte de sus experiencias durante el cruce fronterizo y los rituales llevados a cabo antes de salir de sus casas rumbo al norte: “Cuando no puedes cruzar, te frustras porque rezas, pides, te ilusionas de que vas ver a tu mamá, de que se te va una oportunidad y te preguntas muchas cosas… Después de 5 intentos de cruce, estoy segura que Dios tiene algo mejor para mi aquí” Diana, 16 años, originaria de Puebla, Pue. “Me decían que iba a sufrir, que lo pensara bien, pero yo tenía tantas ganas de venirme… Con la bendición de mi mamá, ¿qué podía pasarme?...” Jorge Luis, 16 años, originario de Tonalá, Chis.

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“Todo lo que me ha pasado ha sido por mi terquedad pues ahorita, aunque prendas muchas veladoras, aunque te den todas las bendiciones del mundo no pasas". Nayeli, 17 años, originaria de Motul, Yuc.

En los dos primeros casos se observa el papel central de la madre como un componente determinante en la toma de decisiones de emigrar y como un recurso subjetivo, un sujeto de fe al que se acude para obtener la bendición que garantizará el llegar con bien al lugar de destino, mismo al que por la vigilancia extrema se dificulta cada vez más arribar, orientando a los menores a visualizar un futuro mejor en México; cuestionando los riesgos del desplazamiento y dirigiendo sus creencias religiosas hacia objetivos distintos no relacionados con la migración. Los fragmentos de una entrevista con un menor que había vivido casi toda su vida en Estados Unidos, revelan el reconocimiento de una conducta anti-social en ese país y las consecuencias de ello, vislumbrando con la deportación una oportunidad que Dios le da para “componerse”:

“Yo siempre había estado consciente de que me podían deportar por las malas compañías; así que ahora me tocó, no fue mala suerte, ya Dios quería que me viniera.” José Luis, 17 años, orig. de Baja California Sur, migrante retornado radicado en California

Tanto los exvotos como las entrevistas, han permitido conocer las prácticas en que se apoyan los niños y los jóvenes para explicar el cruce fallido, la detección y el regreso tanto de aquellos menores que por primera vez se desplazan, como de los que ya radicaban en Estados Unidos. En todos estos casos es posible decir que el aferrarse a lo religioso fue producto de una situación en donde los menores perdieron la certeza y la seguridad en un grado extremo.

Análisis cuantitativo de los determinantes de la religiosidad 1


El análisis cuantitativo de la religiosidad consistió en identificar los factores que determinaron el apego a lo divino durante el cruce fronterizo sin acompañantes y/o por la detección y deportación de los menores en diversos puntos del territorio estadounidense, en 40 de los 165 menores encuestados. Como se mencionó en las primeras páginas de este trabajo, al hacer ensayos estadísticos con diversas variables se encontró que la edad, el sexo, el estado civil, el estado de procedencia y las redes sociales que los menores tienen en Estados Unidos, como variables independientes, tenían efectos sobre la variable dependiente, relativa a la forma en cómo los menores comprendieron lo vivido, es decir, cómo explicaron ellos mismos el cruce fallido y/o la detección y deportación en diversos puntos del territorio estadounidense. Las respuestas que concretamente dieron a las preguntas de: ¿por qué crees que no pudiste cruzar? y ¿por qué crees que te detectaron y regresaron a México?, fueron ponderadas en una escala de 1 al 5; en donde el 5 se asignó a la captura por la excesiva vigilancia en el cruce y en carreteras y calles de Estados Unidos, el 4 por abandono o abuso de los guías, el 3 porque así lo quiso Dios, el 2 por mala suerte y, el 1 por motivos distintos a los anteriores tales como conductas antisociales principalmente en los menores que ya radicaban en ese país. Los casos que no respondieron se ajustaron a una escala de 9 para no sesgar los resultados de los ensayos y análisis estadísticos. La figura 2 presenta el análisis unidimensional de la variable dependiente que aquí se desea explicar con sus respectivas escalas. Figura 2 Gráfico de Análisis Unidimensional Comprensión de lo vivido (cómo explicó el o la menor el cruce fallido, la detección y el regreso a México)

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La escala de medida que se dio a la variable de redes sociales que los menores tienen en Estados Unidos se ponderó asimismo del 6 al 1, en donde los valores cercanos al 6 correspondieron a un tipo de red social tradicionalmente, considerada como fuerte. En orden descendente, cuando el menor refirió tener toda su familia en Estados Unidos se dio un valor de 6, cuando uno o ambos padres vivían en el país vecino el 5 y, el 4 cuando el menor refirió tener hermanos y primos en Estados Unidos. Las escalas 3 y 2 se usaron para medir redes sociales más débiles, de tipo amical principalmente. Por último, el número 1 se usó en los casos en que el menor refirió no tener redes sociales en que apoyarse, por ser la mayoría de ellos pioneros a nivel familiar e inclusive comunitario, en irse a Estados Unidos.

Figura 3 Análisis Unidimensional de Probabilidad Normal para la variable Tipo de Red Social en Estados Unidos

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Usando dos técnicas de análisis multivariado comunes en las ciencias sociales (Willms, 2002, Pérez, 2009): la tabla cruzada para el análisis de variables medidas en escala débil y la regresión múltiple, una extensión de la regresión simple que muestra la forma en que simultáneamente un grupo de variables influye en otra, ya sea en conjunto o en forma desagregada (Willms, 2002, Domínguez, 2009); se evaluaron los efectos de la edad, sexo, estado civil, estado de procedencia y redes sociales en Estados Unidos, sobre la variable dependiente comprensión de lo vivido. Al hacer un cruce desagregado de la variable dependiente (en el lado vertical izquierdo) y el tipo de red social en Estados Unidos (en la parte vertical superior) en una tabla cruzada se observa que el apego a lo religioso para explicar el fracaso migratorio es mayor cuando uno o ambos padres están en Estados Unidos, hecho que da cuenta de la importancia de lo afectivo para los menores. En efecto si se considera que de los 40 menores que comprendieron su fracaso migratorio o retorno a México por lo religioso, el que un 13.04% de dichos menores haya estado separados de uno o ambos padres es sin duda significativo pues denota su deseo de re-encontrarse con los padres y la importancia de este tipo de red social para los menores, hechos que podrían justificar la búsqueda de apoyo subjetivo.

Tabla 1: Tabla Cruzada para las variables: comprensión de lo vivido y tipo de red social en Estados Unidos 1 3 4 5 6 Total -----------------------------------------------------------------1 | 3| 3| 2| 11 | 1| 20 | 1,86% | 1,86% | 1,24% | 6,83% | 0,62% | 12,42% -----------------------------------------------------------------2 | 2| 5| 2| 11 | 0| 20 | 1,24% | 3,11% | 1,24% | 6,83% | 0,00% | 12,42% -----------------------------------------------------------------3 | 2| 7| 10 | 21 | 0| 40 | 1,24% | 4,35% | 6,21% | 13,04% | 0,00% | 24,84% -----------------------------------------------------------------4 | 1| 4| 5| 7| 1| 18 | 0,62% | 2,48% | 3,11% | 4,35% | 0,62% | 11,18% -----------------------------------------------------------------5 | 2| 8| 12 | 20 | 3| 45 | 1,24% | 4,97% | 7,45% | 12,42% | 1,86% | 27,95% -----------------------------------------------------------------9 | 1| 2| 0| 14 | 1| 18 | 0,62% | 1,24% | 0,00% | 8,70% | 0,62% | 11,18% -----------------------------------------------------------------Columna 11 29 31 84 6 161 Total 6,83% 18,01% 19,25% 52,17% 3,73% 100,00%

1


Es preciso señalar que si bien ese 13.04% de apego a lo religioso cuando uno o ambos padres están en Estados Unidos, puede ser una manifestación del valor que los niños dan al afecto y encuentro con los padres; es necesario profundizar en el análisis estadístico a fin de precisar si dicho porcentaje no obedece a valores residuales, es decir aquellos valores que no logran su expresión estadística por factores no considerados o no asociados con las variables que se estudian; pues llama la atención la relación inversa que se obtiene al hacer un análisis desagregado de regresión múltiple con las variables independientes de edad y tipo de red social para la comprensión de lo vivido; como se aprecia en el siguiente gráfico en que cuando aumenta la edad casi todas las condiciones decrecen para el factor tipo de red social donde con excepción de los hermanos y los primos, éstos muestran una relación positiva. Esto indica que para los menores migrantes los hermanos y los primos pueden estar representando vínculos tanto o más fuertes que los padres como factor de decisión para emigrar y por tanto para un mayor apego a lo religioso.

ComprensionDeLoVivido

Figura 5 Gráfico de Regresión Múltiple que muestra una relación negativa para las variables: edad, tipo de red y comprensión de lo vivido Gráfico del Modelo Ajustado 10

TipoRedSocEU 1 3 4 5 6

8 6 4 2 0 0

3

6

9

12

15

18

Edad

2


Lo anterior permite comprobar, aunque no de la forma en que se esperaba las hipótesis paramétricas planteadas sobre que: Ho: los menores no acompañados, independientemente de su edad, sexo y estado civil, procedentes de los estados de reciente incorporación a los flujos migratorios internacionales o de la región histórica que no tienen redes sociales fuertes en EU tienden a apegarse más a la religiosidad como un factor de seguridad individual para comprender y en todo caso aceptar su fracaso migratorio. Ha: los menores no acompañados, independientemente de su edad, sexo y estado civil, procedentes de los estados de reciente incorporación a los flujos migratorios internacionales o de la región histórica que sí tienen redes sociales fuertes en Estados Unidos, tienden a apegarse menos a la religiosidad como un factor de seguridad individual para comprender y en todo caso aceptar su fracaso migratorio. Contrario a lo que se esperaba tanto en el análisis de regresión múltiple como en el de tabla cruzada se observa que cuando los menores tienen redes sociales fuertes en Estados Unidos –de acuerdo a su edad– como es el caso de los hermanos y primos, hay un mayor apego a lo religioso al tratar de articular el por qué de su fracaso migratorio; ello es un indicativo de que el deseo de reunificación de los menores, es más grande cuando se trata de redes con las que los menores se sienten más cercanos a nivel familiar, como es el caso de los hermanos y los primos, casi por naturaleza pares generacionales. Si bien, de acuerdo a Bourdieu (1991) el desarrollo social de los sujetos se da gracias a los vínculos familiares más cercanos, por ejemplo los padres; en casos donde la ausencia física o subjetiva de uno o ambos papás es real, estos vínculos se desarrollan con familiares distintos como los abuelos, hermanos, primos y hasta amigos que se 2


quedan a cargo de los menores, durante la migración de sus padres en este caso. Este hecho pone de manifiesto que la problemática de la migración de menores no acompañados cuestiona mucho las relaciones tradicionales de la unidad familiar; porque cuando los hijos están separados de los padres hay desajustes a este nivel, producto de estados transcisionales (Moctezuma, M., 2009), que se dan cuando los padres emigran y los hijos se quedan. Asimismo, la problemática de los menores migrantes no acompañados cuestiona hechos tales como la fuerza de las redes débiles y cómo las mismas funcionan mejor en momentos de crisis (Granovetter, M., 1985). Esto es particularmente importante en los menores migrantes cuya base de su capital social, lo aporta todo lo que Bourdieu describe en el concepto Nesba o red de alianzas y relaciones que se tienen y a las que los sujetos se mantienen (1991). Siendo los amigos una red o al menos parte importante del capital social de los niños, niñas y adolescentes en general y migrantes en particular, es explicable el por qué, muchos de los menores que emprenden el desplazamiento, cruzan y llegan a Estados Unidos lo hacen muchas veces con amigos en vez de familiares. Por último en términos generales, los 40 menores migrantes que comprendieron su fracaso migratorio, detección y retorno mediante la religiosidad, reflejan marcadas diferencias en relación a lo que aquí se considera como distintos grados de religiosidad determinados con un nivel de religiosidad ponderado arbitrariamente del 4 al 2 como se describe en la tabla 2, por la frecuencia en que dicho nivel se presentó y este valor por 1 o la unidad, para obtener un índice de religiosidad en los menores de edad. El índice obtenido de 31% se puede entender como un valor que ayuda a apreciar que la identidad religiosa en los menores migrantes está en formación, pues dicho porcentaje es bajo,

2


muy probablemente por estar su identidad religiosa en formación, como sucede con muchas de las prácticas sociales en los niños (Berger y Luckman, 2003). Llama la atención asimismo que 12 de los 40 menores que atribuyeron a Dios el cruce fallido y/o la deportación, son originarios de Oaxaca, en donde la religión forma parte de una cultura de diversidad, en donde lo mismo hay católicos que protestantes en sus distintas manifestaciones. Tabla 2 Índice de Religiosidad en los menores migrantes no acompañados Frecuencia

Valor ponderado a 1

Resultado

10

.5

5

3 (Enunció rituales religiosos antes de partir del lugar de origen y/o de cruzar la frontera)

14

.3

4.2

2 (Atribuyó su captura a la suerte)

16

.2

Total:

40

1

3.2 12.4/40=0.31X100=31% IR

Nivel de Religiosidad 4 (Portaba Imagen Devocional)

Consideraciones finales Este trabajo constituye un esfuerzo por comprender la migración de menores no acompañados, abordando la religiosidad como un recurso subjetivo empleado por los menores. Toda la información que se utilizó en este trabajo procede de una muestra estadística para captar información diversa, de entre la cual y como un resultado inesperado destacó la búsqueda de apoyo subjetivo, en donde la religiosidad como una práctica que tiene una larga tradición entre los migrantes mexicanos a Estados Unidos, jugó un rol destacado para que los menores migrantes comprendieran el cruce fallido y/o la detección y deportación en diversos puntos del territorio estadounidense. En términos generales, el apegarse a la religiosidad forma parte de un recurso que se utiliza por quienes comparten esta creencia, como una especie de preparación

2


cuando se decide migrar, como una respuesta al dislocamiento de la certeza y la seguridad que se enfrentan durante el desplazamiento y el cruce sin acompañantes.

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Moctezuma, Miguel (2004) Territorialidad Socio-Cultural y Política de los Clubes Zacatecanos en Estados Unidos. En: La política Transnacional de la Nueva Sociedad Migrante, Lanly, Guillaume, cords. U de G, México. ============ (2008, 2009) Conversación personal, en torno a la elaboración del de mi tesis doctoral. Morán, Q., Rodolfo (2003) Los trabajadores huéspedes y la religiosidad popular organizada en Alemania, 1960-2001, Revista del Seminario de Historia Mexicana, vol. IV Núm. 4, Inv. 2003, CULagos, U de G, México. Pérez V., Oscar (2009) Notas de clase, Universidad Autonóma de Zacatecas, México Rangel, Gudelia (2007) Entrevista personal, COLEF, México. Ruiz, Oliva (1997) Visitando la matria: los cruces transfronterizos de la población estadunidense de origen mexicano, Frontera Norte vol. 4, núm. 7 Ene-Jun, México. Shutz, A.,(1974) El problema de la realidad social, ]Amorrortu ed., Buenos Aires, Argentina. Willms, Douglas, J., (2002) Vulnerable Children, Findings from Canada´s National Longitudinal Survey of Childre and Youth. University of Alberta, Cánada. Weber, Max (1997) Economía y Sociedad, Fondo de Cultura Económica, México.

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