La visita C - Núria Figueras / Anna Font

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Antes de irse, su madre le dijo: –Recuerda, ¡no le abras la puerta a nadie!

Le dio un abrazo y se fue.

La pequeña raposa se quedó sola en la madriguera. Afuera oscurecía, pero aún se podía oír el graznido de las cornejas y la algarabía de los gorriones.

De repente, llamaron a la puerta. Toc, toc, toc.

–¿Quién es? –preguntó la raposa.

–Soy el Silencio –contestó una voz.

–¡Vete! Mamá me ha dicho que no le abra a nadie.

–Pero yo no soy nadie. Yo soy el Silencio.

La raposa se quedó un rato pensando.

Y, al final, sintió curiosidad y abrió la puerta.

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