seres derrotados, un nuevo mensaje que le aporta énfasis al momento. Las aguas del planeta (sus océanos, lagos, ríos, estuarios y ma‑ rismas pobladas de mangles) están llenas de peces, anfibios, reptiles, moluscos, mamíferos y crustáceos, así como de ané‑ monas y formaciones coralinas de carbonato de calcio que nu‑ tren y cobijan a diversas comunidades de seres más pequeños. Los ecosistemas que dependen de las contribuciones de los organismos acuáticos dan forma a los espacios ribereños. Estos también están repletos de sonidos, al igual que los hábitats del interior. El golfo de San Lorenzo, donde se funden el río homó‑ nimo y el océano Atlántico, alberga a miles de especies. Un bacalao medio mide alrededor de dos metros de longitud y pesa más de noventa kilos. Sin embargo, apenas puede nadar sin escorar y chocar con otro cuerpo, de tantos peces como llenan el agua de vida. Al bacalao le sacan ventaja algunos atunes rojos, cuyos adultos pueden llegar a medir más de tres metros y medio de longitud y pesar más de seiscientos ochenta kilos. También abundan otras criaturas más peque‑ ñas, como los arenques, los eglefinos, los capelanes, los sal‑ mones, los fletanes, las caballas, los sábalos y las tortugas marinas, e incluso los diminutos eperlanos. Río arriba se encuentran las lubinas estriadas, los esturiones (cuyos ejem‑ plares pueden llegar a pesar quinientos kilos) y las truchas. Los peces que viven en el océano proporcionan alimento a las focas, los delfines y otros odontocetos de mayor tamaño, mientras que las ballenas dependen del kril, los copépodos, los eufausiáceos y los ostrácodos. Los sonidos atiborran este medio marino en toda su ex‑ tensión. Algunos peces crean señales acústicas con la vejiga 16