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La guerra civil española y los poetas de la generación de 1936

Los escritores agrupados en esta generación fantasma, compartieron con diferente intensidad las consecuencias de la España de la autarquía y la división entre vencedores y vencidos, la censura y las penurias y miserias morales y materiales que imponía la situación, durante un periodo en el que en Occidente prevalecían las corrientes existencialistas.

Del poeta Miguel Hernández, muerto en el umbral del periodo y considerado por varios críticos como faro de esta generación, pueden citarse estos versos de su Elegía a Ramón Sijé que, de algún modo, resultan orientadores del espíritu que envolvió a sus componentes:

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Ya que Ricardo Gullón dejó una lista de los autores que consideró vinculados a esta generación, integrándose él mismo entre sus ensayistas. Los criterios generacionales que siguió no son rígidos y por tanto discutibles.

Los parámetros manejados son la edad, la dedicación a la literatura en la fecha de partida (1936) y señalada como definitoria de la generación la convivencia de muchos de ellos, la publicación en las mismas revistas, colecciones literarias, diarios y otras publicaciones, y la participación en las experiencias de la época desde similares círculos de acción.

Los poetas de la generación, según esta norma, serían: Alfonsa de la Torre, Ángela Figuera Aymerich, Miguel Hernández, José Hierro, Luis Rosales, Leopoldo Panero y Juan Panero, Luis Felipe Vivanco, José María Fonollosa, Ildefonso-Manuel Gil, Germán Bleiberg, José Antonio Muñoz Rojas, José María Luelmo, Pedro Pérez Clotet, Rafael Duyos, Celso Amieva, Gabriel Celaya, Arturo Serrano Plaja, José Herrera Petere, Juan

Vázquez, Blas de Otero, Carlos Rodríguez Spiteri y, en cierta manera, Juan Gil Albert.

En el grupo de pensadores y críticos figuraron: Enrique Azcoaga, José Antonio Maravall, Antonio Sánchez Barbudo, Ramón Faraldo, Eusebio García Luengo, María Zambrano, Antonio Rodríguez Moñino, José Ferrater Mora y el mismo Ricardo Gullón.

Entre los narradores, Camilo José Cela, Carmen Laforet, Gonzalo Torrente Ballester, Jorge Campos y Miguel Delibes. Entre los dramaturgos, Antonio Buero Vallejo.

A este núcleo central de la generación es preciso añadir los nombres de quienes se incorporan a ella durante la guerra civil, o inmediatamente después de acabar esta, y que desde antes puede decirse que figuraban idealmente junto a los ya dichos, y los del Garcilasismo Dionisio Ridruejo, José Luis Cano, Ramón de Garciasol, Pedro Laín Entralgo, Juan López Morillas, José Luis Aranguren, Julián Marías, Juan Rof Carballo, Segundo Serrano Poncela, Juan Antonio Gaya Nuño, José Suárez Carreño, Jorge Campos, Fernando Allué y Morer y José Manuel Blecua.

En fin, con la guerra de 1936 concluye la llamada Edad de Plata de las letras españolas. El conflicto, que había forzado a muchos poetas a poner su pluma al servicio de uno de los bandos en lucha, propició una poesía caracterizada por la consigna y el esquematismo ideológico.

El romance, especialmente en el bando republicano, resultó el cauce métrico que mejor se prestaba a esta poesía que quería ser a toda costa popular. También abundó el soneto, sobre todo en el bando franquista, y más aún

cuando ya se había superado la etapa de las trincheras y comenzaba la de la exaltación de las gestas guerreras y la loa de los héroes y los muertos.

Entre 1936 y 1939 murieron Unamuno, Antonio Machado, Lorca, ValleInclán... Miguel Hernández lo hacía en 1942, en la cárcel. Numerosos poetas hubieron de salir al exilio, y muchos murieron en él.

En España, la nueva situación se caracterizó por la ausencia casi absoluta de contacto con los poetas trasterrados. De estos últimos, sólo quienes ya tenían una obra sólida (Juan Ramón, León Felipe, Guillén, Salinas, Alberti. pudieron ejercer su influjo, mínimo de todas formas, en la cultura del interior. Los más jóvenes, en cambio, quedaron desconectados del devenir literario de la postguerra, y, en el mejor de los casos, se integraron en la vida literaria de los países que los acogieron.

El exilio provocó un empobrecimiento artístico que fue mucho más grave aún en la poesía escrita en lengua no castellana. El catalán literario tardó años en iniciar su recuperación; como síntoma, en 1946 aparece Cementiri de Sinera, el primer título poético de Salvador Espriu. Y hasta 1947 no surge un libro de poesía verdaderamente relevante en gallego, con la publicación de Cómaros verdes, de Aquilino Iglesia Alvariño.

fuentes

 Biblioteca Virtual Cervantes. Poesía española contemporánea. https://www.cervantesvirtual.com/portales/poesia_espanola_contempora nea/historia_resurgir/#:~:text=Con%20la%20guerra%20de%201936,consi gna%20y%20el%20esquematismo%20ideol%C3%B3gico  Wikipedia. Generación del 36. https://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_del_36

Autor

Lorena Darey Duarte Sesma es estudiante de tercer grado en la Telesecundaria #41 y le gustaría ser cirujano plástico.

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