Historia de la Farmacia

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Las tres mentalidades que caracterizan la medicina del siglo XIX: anatomoclínica, fisiopatológica y etiopatológica acabaron integrándose entre sí y dando lugar juntas al núcleo científico más sólido de la práctica médica, de tal forma que el estudio de la patología ya no era posible sin atender de forma complementaria a su etiología, fisiopatología y anatomía patológica. Más tarde, a partir de los trabajos y teorías de S. Freud, se consiguió dar una explicación científica de los factores psíquicos como factores desencadenantes o coadyuvantes de enfermedad y superar de esta manera la rigidez que todavía caracterizaba a un esquema que, por otra parte, ha resultado valiosísimo en el desarrollo de la medicina y de la terapéutica a lo largo del último siglo.A ello también contribuyeron decididamente la explicación de los factores sociales –patología social– y de la herencia patológica.

LA INFLUENCIA DE LA ECONOMÍA Si la medicina moderna comienza a gestarse a partir del caldo de cultivo del llamado “empirismo racionalizado”durante buena parte del siglo XVIII y principios del XIX e inicia ya su singladura científica a mediados de la centuria pasada, también en esa misma época, en el terreno de la economía, se produce un cambio evolutivo de gran trascendencia histórica y de influencia decisiva en la evolución de la atención sanitaria en general y farmacoterapéutica en particular.

La Europa de la primera mitad del siglo XIX está dominada en el aspecto económico por el principio del “laissez faire”de Adam Smith, un sistema de libertad natural para conseguir la riqueza de las naciones que trataba de aplicar la idea de un mundo que funciona como un mecanismo armónico y bien ordenado a las relaciones económicas y sociales (“newtonismo económico”). Según la propuesta de Smith, contenida en La riqueza de las naciones, uno de los tres libros que más han influido en la historia de la economía, la oferta y la demanda tiende a lograr el equilibrio de forma natural y eso no es solamente óptimo para los individuos sino también para el conjunto de la actividad económica; es más, la sociedad se beneficia de las consecuencias que trae consigo la búsqueda del interés particular de cada persona, que es el incentivo fundamental de la actividad económica:“si el bien humano es uno e indivisible, lo que es bueno para uno también lo será para la colectividad”. Tras la obra de Adam Smith, surgieron tres figuras, prácticamente contemporáneas entre ellas,que refinaron y ampliaron la misma: Jean Baptiste Say,Thomas Robert Malthus y David Ricardo. Fueron precisamente estas teorías económicas, especialmente la Teoría de la Población de Malthus, las que proporcionarían la luz a Charles Darwin para formular su famosa Teoría de la evolución de las especies, cuya publicación permitió a Herbert Spencer y otros economistas comenzar a aplicar a la economía el principio de la “selección natural” con el que Charles Darwin había convulsionado a la ciencia natural (“darwinismo económico”): el equilibrio natural de la economía,como el de la biología,sólo se consigue mediante un proceso competitivo en el que la selección produce la supervivencia de los mejor dotados, de los más aptos, según la inmortal expresión de Spencer. Se completaba así el círculo y la línea regresaba a Malthus.

La farmacia en la historia. La historia de la farmacia

Su desarrollo no podía haber sido posible sin el esplendor alcanzado por la química sintética,que dio lugar,por una parte a la síntesis de medicamentos que actuaban regulando los trastornos funcionales del organismo (concepto fisiopatológico) y, por otra parte, al desarrollo de medicamentos específicos para destruir los gérmenes causales de las enfermedades sin perjudicar al organismo enfermo y cuyo paradigma lo constituyen las famosas “balas mágicas” de P. Ehrlich (concepto etiopatológico).

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