Prohibido enamorarse de adam walker lia belikov

Page 289

—Pásame la sábana —dije sin ruborizarme esta vez. Él rodó los ojos pero hizo como le pedí. Finalmente bajamos y nos fuimos de casa de Key. Me iba a morir de la pena si tenía que verlo después de lo que habíamos hecho en uno de los cuartos de su casa, pero al final todo salió bien. Mientras bajaba del auto, después de nuestro viaje de media hora en el que sucedió de todo, me puse feliz. Finalmente Adam se abriría a mí y me contaría lo que tanto parecía atormentarlo desde hace años. Pero lo entendía, Christian Grey se tardó quinientas páginas para decirle a Anastasia que su madre consumía crack, y tomó cerca de dos libros contarle la razón del por qué le gustaban las morenas y no las rubias. Le daría un poco más de tiempo a Adam, aunque no entendía muy bien qué era lo que quería explicarme si, con todo y sus complicaciones, nunca cambiaría ni una sola cosa de él. En mi cara había una gran y enorme sonrisa que parecía no caber dentro de mi rostro. Pensé que la sonrisa no se borraría con nada de lo que sucediera esta noche en la cena, en casa de mi tía. Pero estaba equivocada. Mi sonrisa murió cuando lo vi a él, escondido detrás de una pared falsa que ocultaba a toda una plantación de margaritas. No puede ser. No puede ser. No puede ser. Revisé dos veces para ver si mis ojos no me estaban jugando una mala pasada. No. Estaban bien. De verdad había un chico de cabello marrón y ojos café esperándome cerca de la puerta de entrada. No pude verlo desde el auto de Adam ya que se estaba escondiendo, pero cuando me acerqué lo suficiente, pude distinguirlo a la perfección. Se encontraba ahí, bajo la lluvia, esperándome. Sabía que era yo a quien buscaba porque sus ojos se agrandaron con placer no disimulado al verme. —¿Qué haces aquí? —dejé escapar. Quería girarme para ver si el auto de Adam seguía en el mismo lugar. Desde ya estaba arrepentida por haberme ido de la seguridad y confort que me ofrecieron sus brazos. —Vine a buscarte. —¿Cómo sabes que me iba a encontrar aquí? —pregunté algo nerviosa. Giulio se encogió de hombros y se retiró el flequillo de la frente con una mano. —Dejaste esto en el taxi —Levantó mi teléfono celular y lo sacudió un poco para probar su punto—. Tu madre te ha llamado treinta y cinco veces y te ha dejado cerca de veinte mensajes de texto ordenándote aparecer en esta dirección. Yo solo vine para devolvértelo. Me acerqué, uniéndome a él detrás de la pared. —Gracias. Oye, lamento lo de esta tarde. De verdad estoy muy avergonzada por todo lo que...


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.