La buena vida - Barrientos, Garcia, Lisica - G3

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Trabajo Práctico N2

La buena vida

Julieta Barrientos, Serena Garcia, Ignacio Lisica

Alumnos: Julieta Barrientos, Serena García, Ignacio Lisica - G3

Docentes: Fernando Domínguez, Pablo De Biasi y Nahuel Flores

Teoría de la arquitectura - Cátedra Gimenez / Valentino

2024 - FADU, UBA.

Diversas son las maneras de vivir que adopta cada persona, inmensurable son los usos que se le puede otorgar a un espacio determinado. Si bien el usuario es el encargado de hacer propios estos espacios, la arquitectura es el medio en el cual se desarrolla todo lo mencionado con anterioridad, por eso tiene un rol fundamental en el cual su función principal debería ser brindar el bienestar adecuado, incrementando la calidad de vida, y evitar ser un condicionante.

Al momento de crear “máquinas de habitar” no solo se debe limitar a la tarea práctica de la construcción, ni en ciertas banalidades estéticas o cuestiones funcionales, sino que también se debe enfocar en otros aspectos tanto sociales, emocionales, circunstanciales, etcétera.

Es muy importante tener presente como la arquitectura impacta directamente en las experiencias diarias, por eso mismo, el arquitecto y escritor español, Iñaki Ábalos, plantea en su libro “La buena vida” diversas miradas, capaces de abordar variedad de necesidades que logren abastecer y enriquecer el dia a dia del ser humano.

Diversas casas que desarrolla Abalos, Warhol at the Factory: de las comunas freudomarxistas al loft neoyorkino (1), Picasso de vacaciones: la casa fenomenológica (2), “A bigger splash”: la casa del pragmatismo (3).

La máquina de habitar de Jacques Tati: la casa positivista

Cuando la arquitectura y la filosofía se juntan, acompañado de un contexto social atravesado por grandes cambios, surgen conceptos que marcan significativamente la historia, este es el caso que se plantea en la “casa positivista”. El positivismo nace en la cúspide de la Revolución Industrial. El filósofo, August Comte, lideraba este movimiento; la premisa del mismo era que el conocimiento científico es el único conocimiento auténtico, y lo que se buscaba era llevar al hombre hacia la perfección, habitando una sociedad sin conflictos, organizado por la ciencia.

El movimiento moderno jugó un papel muy importante, su surgimiento como una respuesta social, a un pueblo devastado por las sucesivas guerras sumado a la contaminación, generó la necesidad de casas en serie de rápida fabricación. Un factor esencial en esto fue el avance de la industrialización, que con la presencia de materiales racionalizados tales como el acero y el vidrio, más una eficiente sistematización, permitieron el surgimiento de una nueva forma de construir.

Bajo este contexto, entonces, el positivismo pretendía sumirse a la industrialización eliminando la función crítica y las diferencias, estableciendo a la unidad y el orden como centro del pensamiento.

Para poder adentrarse en estos conceptos, Abalos hace un paralelismo entre el marco teórico de la corriente postulada y la película francesa “Mon Oncle” (1959) de Jacques Tati. Así introduce la casa positivista, en la cual los usuarios son una familia modelo, Los Arpel, carentes de rasgos distintivos, entregados a la completa homogeneidad social.

Sus características son completamente similares al lugar en el cual habitan, no queda un solo lugar librado al júbilo, un espacio fluido en que lo privado se expone y lo íntimo se castiga. Podemos identificar cómo se prioriza la disposición de los espacios en función de su uso práctico y la optimización de recursos, buscando siempre la máxima eficiencia en la distribución y la construcción. Todo esto realizado a través de materia prima de carácter industrial, era imposible concebir el hecho de que algo no fuera construido con materiales que no tengan una mínima condición moderna. Se condenaba lo natural, y se simplificaba a una superficie verde que cumplía un rol meramente funcional, como salud o higiene.

Villa Arpel

En contraposición a esto, es donde aparece Hulot, el hermano de la señora Arpel, quien cuestiona la modernidad y la extremada funcionalidad que presenta la misma. Sus apariciones en este utópico escenario generaba una interrupción a la construcción social con su grotesca presencia. El antagonista lleva una forma de vivir que le permite que cada situación sea percibida como una experiencia autónoma, lo cual permite generar empatía hacia él.

Mediante este satírico personaje, podemos reflexionar sobre las falencias que presenta el modo de vida moderno, tales como las promesas de comodidad y eficiencia a través de la tecnología y cómo a pesar de los avances, se ignora las necesidades humanas y la dimensión emocional del habitar.

Podemos encontrar centenares de ejemplos en los cuales la búsqueda por la idealista modernidad pueden terminar ocasionando el efecto inverso. Esto se puede ver también en la película dirigida por Olivia Wilde, “Don’t Worry Darling”. Como venimos mencionando, el modernismo promovía la idea de que a través de la razón, la ciencia y el progreso se podría incrementar la calidad de vida; en la película se presenta una comunidad aparentemente perfecta que busca reflejar estos ideales. Sin embargo, se desenmascara la superficialidad de esta utopía, sugiriendo que el progreso no siempre es sinónimo de felicidad genuina. A lo largo de la narrativa podemos ver una notoria alienación que sufren los habitantes de esta ciudad ideal, y nos invita a reflexionar sobre la supuesta relación entre progreso, tecnología y bienestar, como esto termina siendo un limitante y la necesidad de conexión más profunda con la realidad sensorial humana.

Fragmentos de “Don´t Worry Darling” 1 (*) qr trailer de la pelicula

El sujeto

Antes de comenzar a desarrollar “La casa fenomenológica” y todo lo que ello conlleva, nos parece pertinente entender quién era Picasso, ya que será el habitante de ese espacio, y entender la relación sujeto-objeto de este nuevo tipo de habitar.

Pablo Picasso (1881-1973) fue un pintor, escultor, grabador y ceramista español, conocido como uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Nació en Málaga, España, y desde joven mostró un talento excepcional para el arte. Picasso se trasladó a Barcelona y más tarde a París, donde se unió a otros artistas de vanguardia.

Un aspecto clave de su carrera es su papel en el desarrollo del cubismo, un movimiento artístico que cofundó junto con Georges Braque. Este estilo se caracteriza por la fragmentación de formas y la representación de múltiples perspectivas en una sola obra. Entre sus obras más famosas se encuentran “Les Demoiselles d’Avignon” y “Guernica”.

Picasso invita a los espectadores a una experiencia directa y consciente de la percepción. La fenomenología, como corriente filosófica, se centra en la experiencia vivida y la forma en que percibimos y damos sentido a nuestro entorno. Picasso, a través de su cubismo y otros estilos, desafía nuestras percepciones visuales y nos invita a mirar más allá de lo superficial, fomentando una contemplación más profunda y una conexión personal con la obra. Su arte puede ser visto como un intento de transformar la forma en la que experimentamos la realidad, lo que resuena con los principios fenomenológicos.

Picasso de vacaciones: la casa fenomenologica

¿Alguna vez nos preguntamos porque de pequeños todo era divertido? ¿Por qué percibíamos todo desde otro punto de vista? Capaz un living para un niño podría convertirse en un desierto y a raíz de eso un simple camino del living a la cocina se convertía en un safari. Esto nos remite a pensar en cómo algo, ya sea un espacio o un objeto tangible puede tener diferentes significados o concepciones dependiendo la mirada del espectador.

En base a esto, La Casa fenomenológica nos evoca a un espacio que trasciende lo físico, construido a partir de nuestras percepciones y experiencias. Evoca recuerdos de nuestra infancia, como la casa de vacaciones,la de nuestros abuelos, o simplemente un lugar en donde primaba la felicidad y la imaginación volaba. Es ahí donde los espacios se transformaban según nuestras actividades. Cocinar con la familia convertía la cocina en un restaurante, un largo pasillo se volvía una cancha de fútbol, o una hoja y un par de pinturas se convertía en un atelier. En este tipo de casa, los espacios no están definidos por paredes o usos estrictos, sino por nuestras memorias y sensaciones, fusionando la arquitectura con nuestras vivencias.

Esta casa no sigue jerarquías tradicionales ni reglas fijas. Al contrario, invita a redescubrir los espacios desde una perspectiva lúdica y espontánea, donde cada rincón puede reinventarse. Es así como evoca la despreocupación y el desorden de una casa de vacaciones, donde las reglas cotidianas se disuelven, el interior se mezcla con el exterior, y los materiales reflejan una conexión viva con la naturaleza, haciendo parecer que todo existe, que todo fluye, y que todo se retroalimenta. Siendo así, podemos entender que este tipo de casa no sigue un orden convencional, es un espacio flexible, donde cada habitante organiza su entorno de manera personal e íntima, creando una sensación de libertad absoluta.

Es así como cada rincón se convierte en un microcosmos. Generando que cada habitación, con su propia identidad, actúe como una dimensión particular dentro del todo, llevando la idea de que el recorrido por la casa es tan importante como los propios espacios que la componen. Es así cómo se genera un reconocimiento lineal del espacio a pesar de ser cada cosa completamente diferente. Si realizamos un paralelismo con la casa positivista, podríamos objetar como en esta, los espacios sí tenían jerarquías. ¿Porque el living puede tener una doble o hasta incluso una triple altura mientras que el hall de recepción o la cocina, porque no, no pueden? ¿Quien había establecido esas normas? Y… ¿Porque se creía certero el acatarlas? Es interesante notar las diferencias entre ambas casas, ya que de un mismo espacio, cuatro paredes y un techo, pueden surgir diferentes interpretaciones de lo que es habitar un espacio.

Ahora bien, teniendo en cuenta este concepto de percepción sobre un espacio, surgen interrogantes a las cuales podremos ahondar en conceptos más teóricos. ¿Quién es el sujeto que habita esta idea de casa? ¿Cómo este construye su forma de habitar?

Primero y principal es clave entender el pensamiento fenomenológico en sí. No tanto en términos de un objeto externo sino entender la profundidad del mismo y la relación entre sujeto y objeto. Sumando lo previamente mencionado, las vivencias y percepciones y el espacio concreto en sí. Siendo así no solo su observación sino su plena incorporación al mismo. Y segundo, el término de Époje, donde en simples palabras sería situar la realidad entre paréntesis y experimentarla como si fuera la primera vez, como si fuera la visión de un niño, sin prejuicios.

Nos resulta imprescindible entender la relación sujeto-objeto. Si entendemos al sujeto como el individuo que habita y vive el espacio y el objeto como la “cosa” física en sí, podemos entonces ver que, en el caso del capítulo de la casa fenomenológica, el sujeto vendría a ser Picasso y el objeto su casa vacacional.

Lo interesante de este punto, es ver cómo ambos conceptos se interrelacionan y uno se nutre del otro. Es así a diferencia de la casa positivista, donde los límites de sujeto y objeto estaban extremadamente delimitados, siendo el paisaje y entorno un mero escenario para enmarcar en una ventana, en la casa fenomenológica el sujeto vive y experimenta el entorno, utilizando como inspiración, el sujeto y objeto se interrelacionan, viendo como el mismo pasa a ser un explorador sensorial y sale de la casilla de ser un mero observador, permitiendo una interacción orgánica y viva entre el ser humano y su entorno.

La antitesis entre vivir y vivenciar un espacio.

En resumen, teniendo entonces presente el concepto de Epojé, y el pensamiento fenomenológico, el sujeto, en este caso Picasso, empieza a percibir el mundo de forma directa, poniendo la realidad entre paréntesis y es como si viviera por primera vez, sin prejuicios y es ahí cuando surgen las fotos de el realmente viviendo el espacio y apropiándose del mismo, por ejemplo, pintando en ropa interior, o con toda la casa desordenada.

Retomando el concepto de Epojé y como este es fundamental en el mundo de la fenomenología, ahora hablaremos un poco del tiempo fenomenológico y como este funciona de un modo totalmente distinto en comparación con nuestro tiempo actual.

El tiempo fenomenológico corresponde a un tiempo suspendido, similar a una puesta entre paréntesis en donde se aísla la conciencia y todo saber general, poniendo en pausa la historia entre el conocimiento y la figura del ser humano. El fin de esto es no poder negar o afirmar las cosas que ocurren, y como mencionamos anteriormente se busca una mirada ingenua de las cosas para asi poder obtener una percepción pura de estas.

Como consecuencia, el tiempo comienza a volcarse más hacia uno mismo, recogiendo la intimidad de cada sujeto, rememorando los hechos y experiencias afectivas que ocurren a lo largo de nuestras vidas.

Al rechazar una relación conceptual entre el sujeto y el mundo que lo rodea, este vínculo se retoma con las experiencias del sujeto, en donde las imágenes y los pensamientos afectivos de su pasado definen el vínculo. Es por esto que decimos que el hombre se conecta con el mundo a través de las experiencias e intenciones, abriendo camino a una red de experiencias y dejando de lado la linealidad conceptual del mundo positivista.

Picasso desenvuelto en su propio desorden pero poniendo la realidad entre paréntesis

Cuando hablamos de una linealidad conceptual hacemos referencia al conocimiento general que adopta una persona de forma progresiva a lo largo de su vida. Cuando nacemos, poseemos una mirada ingenua del mundo, en donde las imágenes y las primeras impresiones son las que gobiernan nuestra mente (esto es lo que busca la fenomenología). A medida que crecemos y nos vamos desarrollando como personas, vamos adquiriendo saberes generales los cuales compartimos con muchas personas. Podremos saber mas o menos que ellas pero siempre con una misma base conceptual y compartiendo este saber con y entre todos.

La red de intenciones o de experiencias de la fenomenología, interrumpe este término de “linealidad conceptual” para dar lugar a una mirada más sensible e íntima.Estas redes, a diferencia de la linealidad positivista, tienen una mirada más personal. Se van construyendo con hechos y momentos afectivos los cuales corresponden a cada sujeto en particular. Por cada persona existirán diversos experiencias, por lo cual serán redes de intenciones distintas. Estos hechos que conforman nuestras redes son los que nos permitirán relacionarnos con el mudo que nos circunda y poseer una percepción directa de la esencia de cada cosa y objeto que lo compone. Una mirada sensible nos hace conocedores de lo íntimo, de algo mucho más profundo que un conocimiento, algo diverso en donde una misma cosa podría ser distinta para todos. No se juzgan las intenciones o hechos, sino que con ellos vamos construyendo representaciones únicas que luego marcarán nuestro camino y nuestra vida.

En conclusión, consideramos que la casa fenomenológica, es una interpretación muy rica y personal de lo que significa habitar un espacio. La idea de que una casa no solo es un lugar físico, sino una construcción de nuestras experiencias, emociones y recuerdos, resuena en nosotros profundamente. Esta casa filosófica nos da una mirada sensible y profunda acerca de algo común y tangible como puede ser una espacio a habitar dentro de una casa. Transforma por completo cualquier tipo de saber y lo convierte en algo íntimo, personal y puramente experimental. Hay veces que para saber a donde ir, como disfrutar de la vida y de los pequeños momentos de esta, debemos recordar que nos hace felices y qué cosas nos llevan a un estado de satisfacción puro. Así es como crea vivencias esta casa, y así es como el sujeto dentro de esta convierte una simple casa, en un lugar propio, en un hogar.

La racionalización despersonalizada

Luego de introducirnos en dos de las tantas casas que presenta Abalos, podemos ver una clara discrepancia entre ellas. La principal diferencia entre ambas maneras de abordar un espacio habitable yace en el enfoque del mismo. La casa fenomenológica se basa en la experiencia del individuo y la percepción del espacio. La arquitectura se concibe como un medio para generar sensaciones y vivencias, donde (como mencionamos con anterioridad) la luz, la materialidad y el contexto juegan un papel fundamental. Mientras que la casa positivista prioriza la funcionalidad, la eficiencia y la racionalidad en el diseño arquitectónico. La casa se concibe más como un sistema técnico y estructural, evidenciando así el desarraigo sentimental hacia el usuario.

¿Será posible que estas dos ideologías converjan y logren formar un variado panorama ante la dicotomía del habitar? Ambas posturas tienen tanto sus fortalezas como sus debilidades, por eso es importante resaltar el equilibrio que se tiene que tener entre ellas. Por lo tanto el desafío está en generar espacios que no sean meramente funcionales, sino que potencien y enriquezcan la calidad de vida, las experiencias propias del ser humano, respetando sus emociones y no considerándolos un artefacto inerte dentro de cuatro paredes. Entender que cada persona puede interpretar y vivir el lugar de manera distinta y que la arquitectura se convierte en un vehículo para la subjetividad, donde el significado se construye a partir de las vivencias personales.

1. Ábalos, Iñaki. (2000). La buena vida. Barcelona: G. Gili

2. Tati, J. (Director). (1958). Mon Oncle [Pelicula]. Spectra Films.

3. Wilde, O. (Director). (2022). Don´t Worry Darling [Pelicula]. Warner Bros Pictures.

4. Anon. (25 de octubre de 2022). Pablo Picasso: la vida y obras más importantes del pintor español. La Nacion. https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/pablo-picasso-la-vida-y-obras-mas-importantes-del-pintorespanol-a-141-anos-de-su-nacimiento-nid25102022/

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