EL RINOCERONTE EN EL AULA 5 Otra Declaración sobre Educación Musical ¿Por qué Enseñar Música? No fue fácil asegurar a la música un lugar en el contexto de los actuales sistemas de educaci6n pública de muchos países; y aun en donde este lugar existe, es generalmente más grande en la escuela primaria, desvaneciéndose progresivamente a medida que el niño crece. Se inventan excusas, siendo la más común la de que la música promueve el bienestar social: "Cantar y tocar instrumentos, todos juntos, puede producir comprensión y buena voluntad". Lo que en realidad se está diciendo aquí es que practicar la música es propio de buenos ciudadanos. Los medios tradicionales de producir esta felicidad de rebaño son las bandas y los festivales competitivos de música, sin que, por supuesto, los peculiares modelos sociales en que están basados sean reconocidos como lo que son. La música puede ayudar a promover muchas cosas; la sociabilidad es una de ellas, gracia, éxtasis, fervor religioso o político y sexualidad son algunas otras. ¿Por qué tenemos música en nuestras escuelas? La respuesta es simple. La música existe porque nos eleva de nuestro cautiverio vegetal a una vibrante vida. Alguna gente (siguiendo a fil6sofos como Schopenhauer y Langer) cree que la música es una expresión idealizada de las energías de la vida y del universo mismo. Así podemos demostrar que la práctica de la música puede ayudar al niño a coordinar los ritmos motores del cuerpo. Cantar es respirar. La frase de Pierre Schaeffer "Se escucha con las manos (On écoute avec les mains). Los sonidos que escuchamos nos obligan inmediatamente a responder, a reproducirlos con instrumentos inventados por nosotros.
¿Qué Deberla Enseñarse? Más bien, me interesa que la gente joven pueda hacer su propia música, siguiendo las inclinaciones que mejor le parezca. Los ejercicios que empleo corresponden naturalmente a tres grupos: 1. Audici6n 2. Análisis 3. Realización Lo principal es que los sonidos no sólo deben ser escuchados, sino que además deben ser juzgados y analizados. Debemos actuar por etapas, desde la felicidad del sonido hasta la maravilla del silencio.