La forma del mal

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—Carajo, no empieces —dijo sirviéndose más cerveza. Carlos no quiso seguir hablando de muertos ni ficciones, pero Mario se animó irremediablemente, como si haber confiado a Antonio su amor por Lisa le empujara a confesar todo lo que sentía. —Antonio —dijo Mario—, ¿te acuerdas del último capítulo de Robotech? —Claro... —contestó Antonio. —Cuando Lisa renuncia a Rick —dijo Mario, mirando algún punto del vacío, como si se dirigiera a una presencia fantasmal—. Siempre he creído que esa es la forma verdadera de querer, dejar que el ser amado sea feliz con quien desee. —Claro, pero Rick se da cuenta de que Lisa era más real entonces que Lynn Minmei. —Sí, ese capítulo es lo más grande... —dijo Mario. —Me encantó el capítulo en que ella le limpia la casa, lava los platos y mira el álbum de fotos de Rick mientras él seguía viendo a Minmei. —Eso me pareció tierno —interrumpió Mario ya animado—. Lo que me gustaba de ella era su sobriedad, el respeto que inspiraba y que, a pesar de ello, sus sentimientos finalmente la dominaran y terminara mostrándose sensible. —Sí, era una gran mujer, por eso era atractiva. —Por eso siempre he buscado una Lisa en mi vida... —dijo Mario sin ningún rubor. —Yo también —respondió Antonio envalentonado—. Pero también la dibujaban bien rica... ¿Nunca viste que tenía buen culo? Cuando se queda sola con Rick en la nave Zentraedi, se vio que tenía un cuerpazo... —Nunca me fijé en esas cosas —dijo incómodo Mario. —No te imaginas lo que yo he hecho pensado en mi Lisa... —dijo Antonio sonriendo. —¿Tu Lisa? No es tu Lisa... —le cortó Mario secamente. —¿Ah, si? ¿Qué has hecho tú por Lisa? —Más que tú, te lo aseguro. —¿Qué cosa? —145—


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