Nueva ola

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Universidad del Valle Comunicación Social Estética del cine “El arte cinematográfico” David Borwell & Kristin Thompson Parte V. Historia del cine. La Nouvelle Vague 1.959-1.964) Páginas 479-483 A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta surgió una nueva generación de cineastas en todo el mundo. En un país tras otro aparecieron directores que habían nacido antes de la segunda guerra mundial y que habían alcanzado la edad adulta en el período de posguerra, reconstrucción y creciente prosperidad. Japón, Canadá, Inglaterra, Italia, España, Brasil y los Estados Unidos tuvieron sus grupos de «nueva ola» o «nuevo cine», algunos formados en escuelas de cine, muchos vinculados con revistas especializadas y la mayoría en abierta rebeldía contra sus predecesores en la industria cinematográfica. El grupo más influyente de todos ellos apareció en Francia. A mediados de los años cincuenta, un grupo de jóvenes que escribía para la publicación cinematográfica francesa “Cahiers du cinema” convirtió en un hábito el ataque a los directores franceses más respetados artísticamente del momento. «Yo considero que una adaptación tiene valor», escribía Francois Truffaut, “sólo cuando la ha escrito un hombre de cine”. Aurenche y Bost (los principales guionistas del momento) son esencialmente hombres de letras y les reprocho su desdén por el cine, al que subestiman.» Dirigiéndose a veintiún directores, Jean-Luc Godard afirmaba: «Vuestros movimientos de cámara son feos porque vuestros temas son malos, vuestros actores actúan mal porque vuestros diálogos no sirven para nada; en una palabra, no sabéis cómo crear cine porque ya ni siquiera sabéis lo que es». Truffaut y Godard, junto con Chabrol, Eric Rohmer y Jacques Rivette, defendían a ciertos directores considerados algo anticuados (Jean Renoir, Max Ophuls) o esotéricos (Roben Bresson, Jacques Tati). Y lo que es más importante, los jóvenes no vieron ninguna contradicción en rechazar el sistema de realización cinematográfica francés mientras amaban descaradamente al comercial Hollywood. Estos jóvenes rebeldes de “Cahiers” afirmaban que había mucho talento artístico en las obras de determinados directores -determinados autores (auteurs)- del cine americano. Un auteur, por lo

general, no escribe los guiones materialmente, sino que consigue imprimir su personalidad en los productos de género o estudio, trascendiendo las limitaciones del sistema estandarizado de Hollywood. Howard Hawks, Otto Preminger, Samuel Fuller, Vincente Minnelli, Nicholas Ray y Alfred Hitchcock eran algo más que artesanos. La producción total de cada uno de ellos constituía un mundo coherente. Truffaut citaba a Giraudoux: “No hay obras, sólo autores”. Godard señalaba más tarde: “Triunfamos el día en que conseguimos, que se reconociera, en principio, que una película de Hitchcock, por ejemplo, es tan importante como un libro de Aragón”. Los autores cinematográficos, gracias a nosotros, han entrado por fin en la historia del arte». Y, de hecho, muchos de los directores de Hollywood que estos críticos y cineastas elogiaban obtuvieron una reputación que ha persistido hasta el presente. Escribir críticas, sin embargo, no satisfacía a estos hombres. Se morían por hacer películas. Tomando dinero prestado de amigos y rodando en exteriores, empezaron a hacer cortometrajes. En 1.959 se habían convertido en una fuerza digna de reconocimiento. Ese año, Rivette rodó “París nous appartient”, Godard hizo “Al final de la escapada”; Chabrol filmó su segunda película, “Los primos” (Les cousins); y, en abril, los cuatrocientos golpes, de Truffaut, ganó el Gran Premio del Festival de Cannes. El nuevo y joven vigor de estos directores hizo que los periodistas les llamaran la “nouvelle vague”, la Nueva Ola. Su producción era asombrosa. Baste decir que los cinco directores principales realizaron treinta y dos largometrajes entre 1959 y 1966; ¡Godard y Chabrol rodaron 11 cada uno! Desde luego, una cantidad tal de películas las obligó a ser enormemente dispares, pero hay bastantes similitudes en la forma narrativa y en el estilo cinematográfico como para identificar el movimiento de la “Nouvelle Vague”. La cualidad más obviamente revolucionaria de las películas de la “Nouvelle Vague” era su aspecto


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Nueva ola by Julio González - Issuu