FIG. 8 Puente Anji en Zhaozhou, China, del ingeniero Li Chun. Fotografía de Zhao 1974. © Creative Commons.
Hay puentes chinos cuya composición nos llama mucho la atención porque son de una tipología que antecedió bastantes siglos al similar que surgió en Occidente en el XIX. Como paradigma destaca el puente Anji sobre el Xiao Shui construido por el ingeniero Li Chun en el año 610 d.C. Su bóveda rebajada tiene una luz de 123 pies (37,45 m) y una flecha de 23,7 pies (7,22 m) –1/5,19 de relación flecha/luz– con sus tímpanos perforados con dos pequeños arcos también segmentales. Se podría apreciar que hay un curioso paralelismo de las técnicas constructivas de puentes en China y en Roma, pero no se puede pensar en una posible transferencia tecnológica llegada con las relaciones comerciales que sí hubo entre las dos culturas. Según el ingeniero Fugl-Meyer (Fugl-Meyer, 1937) hay una notable diferencia entre las macizas fábricas de las bóvedas y cepas de los puentes romanos y las delgadas roscas de las bóvedas chinas, cargadas con un relleno de materiales sueltos contenido entre los tímpanos de piedra y coronado por un enlosado.
LOS PUENTES DESPUÉS DE ROMA
Las antiguas obras de fábrica fueron concebidas y ejecutadas con conocimientos, procedimientos y materiales que fueron fruto de unas épocas y que hoy son prácticamente desconocidos para una mayoría de los ingenieros civiles y arquitectos. La comprensión de su funcionamiento estructural sigue siendo abordable con limitaciones para crear modelos numéricos que lo reproduzcan y hay que contentarse con una aproximación al conocimiento de unos determinados niveles de estabilidad –único criterio estructural que ha de satisfacer este tipo de estructura–, con los cálculos grafo-estáticos del siglo XIX o, desde mediados del pasado siglo XX, con los procedimientos de análisis límite propuestos por el profesor Jacques Heyman.
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LOS PUENTES DE PIEDRA (O LADRILLO) ANTAÑO Y HOGAÑO