El problema de los obeliscos
to, el más antiguo y más maravilloso entre mucho otros, yace ahora destrozado y algunas de sus caras seguramente
han quedado dañadas por el fuego. Pero todavía está ahí, y sus partes no destruidas se nos
ofrecen frescas, como esculpidas ayer, y bellísimamente
trabajadas [EGGEBRECHT, 1984, p. 396].
ORIGEN Y LOCALIZACIÓN La construcción de los altos obeliscos es propia del Imperio Nuevo, no obstante, sus orígenes parece ser que se remontan ya al Imperio Antiguo, con el culto al dios solar heliopolitano: Ra. De los diversos santuarios solares edificados por los reyes de la Dinastía V, únicamente el de Abu Gurab, correspondiente al sexto faraón Niuserre, permite reconocer su estructura y diseño completo (Fig. 2). Sus elementos arquitectónicos se asemejan a los complejos piramidales: templo del valle junto al canal derivado del Nilo, calzada ceremonial y templo alto, provisto en este caso no de una verdadera pirámide, sino de un tronco de pirámide sobre el cual se alzaba un achatado obelisco que finalizaba en la llamada piedra benben o piramidión. Dentro de este recinto o patio descubierto, delante del obelisco, entre altares y mesas de ofrendas, se efectuaban los ritos y sacrificios encaminados a conseguir la fusión del rey con el dios Sol. Seis de los nueve reyes de la Dinastía V copiaron su templo solar del que probablemente existía en Heliópolis, la antigua lunu. Figura 2. Reconstrucción del templo solar de Niuserre en Abu Gurab.
FUNDACION JUANELO TURRIANO