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Letras: En el Presente y Futuro de la Historia por J.M. Yribaren

Sobre el Rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Románico Germánico

Escribir en pleno siglo XXI sobre el César es prácticamente imposible, por ello me voy a dedicar únicamente a comentar algunos aspectos de la vida de tan egregio personaje.

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Hijo de la reina Juana I de Castilla , inmerecida e injustificadamente apodada “La loca”, cuando de lo único de lo que estaba loca era de amor hacia su esposo Felipe “el hermoso” que le fue infiel hasta la saciedad.

El dia 9 de febrero de 1518 las Cortes de Castilla juraron como rey a don Carlos junto a su madre doña Juana. Fue al fallecer el emperador don Maximiliano I de Habsburgo cuando se convirtió en el nuevo soberano del

Sacro imperio Romano Germánico el dia 28 de junio de 1516, con tan solo 20 años de edad. Y con la muerte de su abuelo Fernando el Católico se convirtió en el Rey Carlos I de España.

Se casó el día 11 de marzo de 1526 con su prima Isabel de Portugal, nieta de los Reyes Católicos y tuvieron seis hijos, pero también tuvo el rey cinco hijos extramatrimoniales, entre ellos don Juan de Austria que con los años sería un gran soldado.

El rey tenía la costumbre tan española de hacer una pequeña siesta después de comer.

Comenzó a escribir sus memorias que nunca terminaría.

Como bien dice Manuel Fernández Álvarez en su magna obra “Carlos V, el Cesar y el hombre “, cuya lectura recomiendo, “una España que en 1517 era una tierra extraña, desconocida para él, se acaba convirtiendo en su último hogar “.

Y como ha dicho Menéndez Pidal, “Carlos fue el primero y el último emperador del viejo y del nuevo mundo “.

Bajo el reinado de Carlos I y de su hijo y sucesor Felipe II, España se convirtió en la primera potencia mundial, la cultura inició su Siglo de Oro y se creó el más grande imperio colonial, el imperio en el que nunca se ponía el sol.

Su salud no fue buena, posiblemente padecía diabetes, además de gota, no obstante lo cual cometía grandes excesos en la comida, especialmente con las carnes.

Tenía la costumbre de que, como no quería que se le olvidase algo, acudía a las reuniones con algún instrumento con el que poder anotarlo todo.

A lo largo de su reinado estuvo 9 veces en Alemania, 4 en Francia, 6 en España, 2 en África y 2 en Inglaterra. Y navegó : 3 veces por el mar de Poniente y 8 por el mar Mediterráneo.

Al pisar la que sería la última vez, tierra española en Laredo, besó la tierra de España y exclamó : “ Dios te salve. Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo vuelvo a ti, para darte como presente este cuerpo gastado y enfermo “.

En 1573, su hijo el Rey Felipe II acordó el traslado de los restos de su padre al Monasterio de El Escorial, en donde descansan en la Cripta Real, conocida como el Panteón de los Reyes.

Aunque la bibliografía de tan importante personaje en inmensa, para quien quiera conocerlo a fondo, el Académico de la Real Academia de la Historia, además de profesor emérito de la universidad de Salamanca y del Colegio Libre de Eméritos,

Manuel Fernández Álvarez , le dedicó medio siglo a su estudio dejando publicada su monumental obra “Corpus Monumental de Carlos V”, aunque su ensayo “Carlos V, un hombre para Europa” y la ya mencionada “Carlos V, el Cesar y el hombre”, cubren plenamente la curiosidad de cualquier lector interesado.

Teilhard de Chardin y el destino cósmico

¿Quién trazó los pilares del arco iris, quién dirige las dóciles esferas con mimbres de azul flexible? ¿Qué dedos ensartan las estalactitas Quién cuenta los abalorios de la noche para ver que no falta ninguno?

Emily Dickinson (128) *

Como en Pascal, el pensamiento de Teilhard de Chardin lleva consigo el fuego interior, el desvelo del alma, sea que su tema sea la paleontología o la naturaleza humana. Se ha dicho de él que fue el Tomás de Aquino del siglo XX, al acercar las ideas producto de la ciencia con la reflexión filosófica, para realizar la nueva propuesta de la evolución humana, en el afán de explicarse la vida del hombre con un sentido de trascendencia. Ejerce la mística y la apologética en la búsqueda de la última razón de la conciencia y la sabiduría.

La línea trazada por Darwin para explicar el sitio específico del hombre en el mundo natural, fue aceptada por Teilhard de Chardin. Lo dijo de un modo que justificaba el evolucionismo y lo conducía a una progresiva conciencia cósmica. El mundo no se hizo en un solo día, ni en siete, y tampoco Dios descansó en el día octavo. El último día, que pautó el nacimiento humano, no llegó ni siquiera en millones de años, y todavía sigue su avance. Para el hombre, apenas amanece.

El hombre adquiere trascendencia con la palabra: En el principio fue el verbo, nos dice el cuarto Evangelio. El lenguaje no aparece para satisfacer necesidades biológicas, y podemos comprender esta afirmación al observar que los animales viven sin tener un lenguaje articulado. El ser humano tiene el lenguaje como un medio para existir plenamente, pero con él no satisface tan solo necesidades de subsistencia material, sino también otras entidades que se oponen a la materia: Las pasiones, los mitos, la tribu, el trabajo. Y por sobre todo DIOS, al que invoca para comprender el mundo y comprenderse en el espíritu.

Rousseau nos quiso mostrar la frágil línea que separa la cultura de la naturaleza. El Cristianismo y el Marxismo, por igual, objetaron estas ideas, porque ambos afirman la evolución histórica y proclaman la singularidad del hombre: Único.

En un giro poético, Octavio Paz nos ha dicho que volver a Rousseau es saludable: “Es una de esas fuentes que se encuentran en un cruce de caminos, a la entrada de un pueblo. Bebemos con delicia el agua y, antes de perdernos en las callejuelas polvorientas, nos volvemos una vez más para oír el viento entre los árboles. Tal vez el viento dice algo que no es distinto a lo que dice el agua al caer en la piedra. Por un instante entrevemos el sentido de la palabra ‘reconciliación’ ”

Las reflexiones de un científico no están muy alejadas de las que hace el filósofo o el místico. Teilhard de Chardin sabía muy bien cuándo debía usar un discurso científico y cuándo hacía poesía, y ello en razón de su empeño en ver el interior de las cosas. No pretendía confundir los géneros

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