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APEU: Mary Carmen Antuñano

APEU

La Asociación de Pintores y Escultores del Uruguay, como ya nos presentamos anteriormente, somos una Institución con personería jurídica reconocida por el Ministerio de Educación y Cultura de nuestro país desde 1996, con el objetivo de difundir el ARTE Uruguayo y apoyar a nuestros artistas.

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Mary Carmen Antuñano

Saludamos con entusiasmo a los lectores de LETRAS DE PARNASO En esta nueva ocasión que nos brinda “LETRAS DE PARNASO” y que agradecemos con mucho gusto, presentamos a nuestra socia Mary Carmen Antuñano.

APEU En relación al artista

Nacida en Montevideo (Uruguay) en 1960, inicia sus estudios de dibujo en la ciudad de Maracay (Venezuela) en 1978.

En 1988 se traslada a Río de Janeiro (Brasil), donde continúa con el dibujo y lo extiende a la pintura, comenzando con la porcelana, vieja técnica que nos ha regalado preciosidades, pero no diferencias, en la que Antuñano encuentra un lenguaje diferente, una expresión plástica y caliente que no ignora el proceso natural de su confección, pero que nos revela una imagen poética propia.

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A partir de ahí nos presenta una nueva propuesta con su arte del fuego, que implica no sólo el dominio del pincel para otorgar luz, forma y color, sino también del comportamiento de este elemento para añadir calor… porque el suyo no es el pincel tradicional, sino una tradición que llevada al pincel nos presenta, todavía, el principio, la vitalidad, el estremecimiento de ver, pero también de saborear con la yema de los dedos, el roce de ese material al que se le otorga vida después del fuego.

Esta vida es la que Antuñano logra plasmar en cada uno de sus retratos. Vida que sólo puede crear a partir del fuego, e inmortalizar a través de la porcelana.

La relación entre estos dos elementos sólo tiene lugar cuando aparece el artista, y es ella la que lo transforma en un verdadero arte. Esta relación virtuosa está caracterizada por momentos. Momentos que son de cada uno de los protagonistas y en los que cada uno se expresa, logrando con la suma de ellos una obra artística con vida propia.

En palabras de Antuñano, “pintar un retrato es además de un placer, una gran responsabilidad, en la medida que tenemos en nuestras manos el deber de plasmar más que una faz, una personalidad que es única y de cada una de las personas; pero lo más importante, dejar que trascienda un sentimiento, ese sentimiento único que transforma nuestra obra en algo más que una simple pintura”.

Para quien no conoce esta técnica, Antuñano nos ilustra de la siguiente manera: “Imagínese haciendo un cuidadoso maquillaje sobre su rostro. En un primer momento, comenzamos dibujando rasgos muy generales, pero con mucha precisión, limitándonos a las líneas más importantes para marcar volúmenes, luces y sombras. Una vez logrado esto, quemamos entre 660° y 680° C de temperatura. En una segunda etapa, acentuaremos los colores e iremos añadiendo detalles para quemar nuevamente a igual temperatura. Dado que las pinturas que utilizamos son transparentes, conseguiremos la tonalidad de la piel por superposición de capas de color, quemando entre una y otra para fijar la pintura. Así, en cada etapa debemos realizar todo el trabajo nuevamente, por lo que cada rostro se convertirá en la cantidad de rostros que el “fuego” quiera”.

A lo largo de su trayectoria, Antuñano ha expuesto en salones nacionales e internacionales. Sus trabajos la han hecho merecedora de diversos premios y distinciones y sus obras forman parte de colecciones privadas de distintos países de Europa y América.

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