LibrementeCuentos paraSoñar
Titulo Original: Cuentos para soñar libremente
Primera edición: 2024
Diseño portada: Jade Josey Moreno León
Ilustración portada: Jade Josey Moreno León
Escritores: Isabella Katt Davila, Jade Josey Moreno y Stephany Jimena Iglesias
Diseño de Ilustraciones: Jade Josey Moreno y Stephany Jimena Iglesias
Este libro es una obra de ficción. Todos los nombres, personajes, lugares y eventos son creaciones imaginarias de los autores, concebidas con el propósito de educar sobre los estereotipos de genero.
Licencia Libre
Índice
. 1. a 2. a 3. a 4.
"La camiseta de Daniel” "Sueños sin Límites" "Los juguetes de Julia"
"Mateo, el niño que no lloraba"
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"La camiseta de Daniel”
En un encantador pueblo, Daniel descubre una tienda de ropa con una camiseta de diseño floral que le encanta, pero los otros niños se burlan de él por querer una prenda "de niña". Valeria, una niña muy amable, lo anima a probarse la camiseta, recordándole que lo importante es su felicidad, no los estereotipos de género.
Con valentía, Daniel se prueba la camiseta y se siente feliz y seguro de sí mismo.
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Al salir del probador, se da cuenta de que la ropa no tiene género y que lo importante es ser tú mismo. Con la amistad de Valeria, Daniel enseña a los demás niños de la ciudad que lo importante es usar lo que a ti te gusta. La ropa es solo ropa, no ropa “de niño” o “de niña". Juntos, comparten la idea de que la diversidad y la autenticidad son valiosas, y el pueblo se llena de alegría y aceptación.
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"Sueños sin Límites"
En un pueblo lleno de sueños, Ana, Luis y María hablan sobre lo que quieren ser cuando crezcan. Ana quiere ser policía para proteger y ayudar a los demás, pero Luis la mira confundido por querer un trabajo que es “para niños” por ser muy peligroso y poco femenino. Luis quiere ser chef, pero Ana se burla de él por elegir un trabajo en el que tiene que cocinar, ya que, según su mamá, solo las niñas cocinan.
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Luis y Ana se entristecen y empiezan a dudar sobre sus sueños. No saben si se van a burlar de ellos o si realmente los trabajos que escojan dependen de si eres niña o niño.
María entra en la conversación y dice que su mamá le dijo que no importaba si era niña o niño, lo que importaba era hacer lo que la hiciera feliz y que cumpliera todos sus sueños. Sus amigos la miran con entusiasmo y piensan que es tonto dividir ciertos trabajos por género, ya que, solo son trabajos y todos pueden hacerlos. A partir de ese momento, los niños hablan abiertamente sobre sus metas, sin miedo a ser juzgados, pues, aprenden que todos pueden perseguir sus pasiones y alcanzar la felicidad sin importar si son niños o niñas.
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"Los juguetes de Julia"
Julia era una niña de 8 años que adoraba jugar con carros y bloques de construcción. A sus amigos les parecía raro, ya que pensaban que a las niñas les gustaban más las muñecas y los juegos “de chicas". Un día, Julia llevó sus juguetes preferidos al parque. Algunos niños se burlaron de ella por jugar con cosas “de niños". Pero eso no la detuvo. Siguió jugando feliz, haciendo caminos con los bloques y haciendo carreras con los carros.
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Poco a poco, otros niños se fueron acercando y también empezaron a jugar. Pronto, todos se divirtieron juntos, sin importar si eran niños o niñas. Aprendieron que los juguetes no tienen género y que se pueden disfrutar de diferentes maneras. Al final del día, Julia se fue a casa con una gran sonrisa. Le había demostrado a todos que las niñas también pueden jugar con lo que quieran, sin tener que seguir estereotipos.
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"Mateo, el niño que no lloraba”
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Se secó las lágrimas y fingió que no le dolía. Pero por dentro, Mateo estaba triste. Quería llorar, pero tenía miedo de que se burlaran de él.
Mateo les contó a sus amigos lo que había pasado. Sus amigos le dijeron que no había nada de malo en llorar.
"Los niños también lloran", dijeron. "No es un signo de debilidad. Es un signo de que tienes sentimientos".
Mateo se dio cuenta de que no tenía que ocultar sus emociones. Podía llorar cuando quisiera.
Y así, Mateo se convirtió en el niño que no lloraba. No porque fuera duro o insensible, sino porque ya no tenía miedo de mostrar sus sentimientos. Y los otros niños aprendieron que está bien que los niños lloren.
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