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Prohibido Olvidar

salimos admirando este foco científico, el primero -tal vez- de la América meridional”. Crea la Escuela Normal de Indios, que hasta entonces habían sido considerados como bestias. Consciente de que éstos, por desconfianza, jamás mandarían a sus hijos a las escuelas comunes, forma maestros indios para que vayan a difundir entre sus hermanos la educación y la cultura.

“El trabajo y la instrucción arrancarán a la corrupción las víctimas que preparan en toda sociedad el ocio y la miseria”. Gabriel García Moreno. Es importante recalcar que estas inmensas obras civilizadoras no se trataron de obras aisladas, sino que fueron los engranes de un gran plan maestro, que abarcaba desde la educación primaria, los estudios militares, el clero, la universidad, pasando por lo artístico y lo profesional, así como todas la obras de infraestructura. Todo concebido para llevar a su nación, a crear un país rico culto e industrializado, el Ecuador vio pasar sus mejores años bajo la inteligente y fuerte dirección de este hombre, pero todo esto pronto llegaría a su fin. Por desgracia, la vileza, la mediocridad y la avaricia de gente insignificante, manipulada por poderosas fuerzas foráneas, acabaron con la vida de aquel gran hombre. Sus últimas palabras, mientras agonizaba, víctima de tan repugnante crimen fueron: ¡Dios no Muere!. Y tras su asesinato, los crápulas que él había sometido, volvieron a sumir al país en la miseria y el oprobio. Don Gabriel García Moreno fue para nuestra patria, lo que fue Rosas para la Argentina, o Solano López para Paraguay. Como ellos, mantuvo siempre en su carácter sentimientos nobles e ideales aristocráticos que fueron una constante que duró mientras duró su vida. Estas figuras excepcionales, de gran fuerza personal, cualidades extraordinarias, con un sentido del sacrificio y el deber inquebrantable y una voluntad de acero, han venido a reunificar al pueblo, restaurar el orden, implantar la ley, castigar a los traidores y así, aunque sólo por un fugaz momento, trajeron el progreso, el bienestar y la civilización a su nación.

Caudillos con mucho en común. Sin embargo, existen factores en el transcurso de la lucha por la liberación y engrandecimiento de sus pueblos, que por su terrible y odioso peso, debemos señalar. Pues han influenciado e influencian hoy de forma irrevocable, en el destino de nuestras naciones, siendo por lo tanto, un asunto de la mayor importancia. Primero, hay que señalar el hecho de que todos ellos tuvieron siempre que enfrentar el poder de un imperio comercial mundial: el imperio británico…, cuyos tentáculos, a pesar de sus extraordinarias capacidades personales, no pudieron cortar debido a la división y la ignorancia de

su pueblo (producto de la pobreza), así como el acoso conjunto de las traidoras oligarquías locales, los agentes subversivos enviados por el imperio, y la presión internacional del mismo. Segundo, todos ellos en mayor o menor grado, fueron capases de imponer en sus países una política económica proteccionista, destinada a promover la industria nacional, procurando así el fortalecimiento y el crecimiento del avance tecnológico. Un avance en período de infancia, protegido -entre otras cosas- por la aplicación de barreras arancelarias elevadas. Los más claros ejemplos de esto lo encontramos en la ley de aduanas de Rosas, en Argentina; y las políticas aislacionistas de los López, en el Paraguay, que complementadas con herramientas como la subvención de los productos de exportación, la concesión de créditos, el fomento a la educación y especialización de técnicos calificados (becas en el exterior, así como el acogimiento de personal técnico experto del extranjero), junto con la creación de universidades técnicas, (teniendo en esto a García Moreno de Ecuador al caso más sobresaliente), significaban una fórmula segura para el progreso y la industrialización de nuestras naciones. Por supuesto, todas estas políticas iban totalmente en contra de las directrices librecambistas, extremadamente perjudiciales para países en crecimiento, con unas industrias nacientes, y muy ventajosas -en cambio-, para los países ya industrializados. Un librecambismo impuesto de antemano por el imperio Británico, ya desde la época de la independencia, gracias al trabajo conjunto de sus Caballos de Troya: las siempre traidoras oligarquías locales, partidos políticos a sueldo y, por supuesto, tenebrosas sociedades semi-secretas, siempre con su sede principal en Londres. Ellos no dieron tregua en su lucha por el estancamiento de las jóvenes naciones hispanoamericanas. El mayor y más trágico ejemplo de hasta qué punto estas políticas económicas fueron temidas y combatidas, lo hallamos en el Paraguay del siglo XIX, cuando Don Francisco Solano López, tras aplicarlas de forma rigurosa, llevó a su nación a construir uno de los países más avanzados de todo el continente, sólo para ser exterminado junto con el noventa por ciento de su pueblo, en una guerra genocida manejada por el Imperio Británico, que utilizó a los gobiernos del Brasil, Argentina y Uruguay como peones en su tablero geoestratégico mundial. Los autores de tan detestables crímenes no son otros que los mismos que hoy siguen desestabilizando gobiernos, provocando guerras, asesinando líderes nacionales, robándoles sus recursos a las naciones y sometiéndolas, para la mayor gloria y engrandecimiento de la usura internacional. García Moreno, el caudillo que dirigió desde la primera fila a sus ejércitos, que con su visión y su gigantesca obra de progreso liberó a su pueblo de aquel monstruo y por ello pagó con su vida.

Es justicia que deba estar siempre, y en todo sentido, en las más altas cumbres de gloria y honor en la historia de nuestro país.

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