P alabras la Directora en el lanzamiento del museo de
sido inaudibles o no han quedado registradas o se han difuminado sus huellas. Esto implica reflexionar muy críticamente sobre los Lugares de la memoria… Como ha señalado Maceido, A través de nombres de calles, plazas y establecimientos educacionales, monumentos, celebraciones comunitarias, fiestas nacionales, símbolos y, por supuesto, museos, los lugares de la memoria nos permean cotidianamente y de manera casi imperceptible con esa historia que nos constituye. En ellos se materializa una memoria colectiva y se inscriben relatos nacionales y locales que modelan nuestras identidades y e imaginarios registrando una historia que deja fuera, a la vez, otros relatos y otros actores sociales. (Maceido 2017) Estos lugares tienen un rol en la construcción de imaginarios, de representaciones sociales, que inciden a su vez en la construcción de identidades. Pues bien, queremos contribuir a redefinir los lugares de la memoria, pues para el caso de las mujeres los lugares de la memoria reconocidos no pasan por sus vivencias, por sus experiencias, por sus formas de relación, de aprender y enseñar, por sus saberes. Ampliar el abanico de modelos, referentes, y sentido social
de los géneros aporta a la reformulación, re-invención de subjetividades femeninas, de identidades de género y, por tanto, a la transformación de las relaciones entre hombres y mujeres en nuestra sociedad. Son luchas de Poder simbólico. Memorias y olvidos están inseparablemente vinculados, e impactan fuertemente en la formación de nuestra subjetividad y en el desarrollo de las sociedades y de las generaciones … La lógica de las memorias y los olvidos, qué se recuerda y se transmite, qué se silencia o se omite, tiene a su vez, una relación con el poder y habitualmente con el reforzamiento de las lógicas de dominación y subordinación, entre ellas las de género. Pero tiene relación también con la transformación y la insubordinación frente a tales relaciones. El poder de nombrar, el poder de contar, el poder de hablar con autoridad y validar su experiencia por parte de las mujeres tiene una enorme importancia para fortalecer el posicionamiento de las mujeres como sujetos, partícipes activas del desarrollo de nuestras comunidades y devenires. Sus aportes, incluso desde ámbitos considerados “menores”, rutinarios, domésticos, han consolidado por igual la sociedad que heredamos y la que hoy nos sustenta. Pero no estamos hablando únicamente de reconocer y valorar los des-