Wicca: La danza en espiral - Starhawk

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Cuando son aún mayores pueden realizar una peregrinación a la luna. Algunos pueden vivir durante un tiempo en el Lugar Sagrado del Rostro Resplandeciente, observando a la Tierra crecer y menguar. Algunos podrían preferir el Lugar Sagrado Oscuro, el cual mira hacia las estrellas. +*+*+*+*+*+*+*+ El camino a veces es escarpado, pero no es difícil de seguir. Aradia sabe que su intranquilidad viene por estar sola. Al igual que otros niños, ella ha hecho excursiones a estas montañas y ha acampado aquí muchas veces. Pero nunca antes lo había hecho sola. Se detiene un momento en una elevada pradera para absorber el sol. Tres días. Vivirá de la tierra, o ayunará. La Fiesta de la Primera Sangre, la celebración, los platos ceremoniales de alimentos rojos, los regalos envueltos en papel rojo que ella no utilizará durante un año, ya son recuerdo de una vida pasada. Ahora está realizando un tránsito. Ha regalado sus muñecas y sus juguetes. Sola en la elevada sierra, sigue el sendero que conduce al Lago de las Mujeres. +*+*+*+*+*+*+*+ Anna espera junto al lago. Éste se encuentra en la concavidad de las montañas, como una lágrima en la mano. Ella bebe del silencio: después de todos esos años de ruido, niños, trabajo, exigencias. Después de años dibujando planos para edificios, es bueno contemplar los árboles, las rocas, tomarse un Año de Reposo. Cuando las chicas llegan, ella y otras mujeres les enseñan cosas sobre sus cuerpos, sobre el viento y la roca, el fuego y el agua. Aprende a hilar y a tejer, a producir llamas sin cerillas, a comprender el lenguaje de los animales. De noche, se les enseñan los misterios y las canciones que las mujeres recuerdan. Y hacen magia… +*+*+*+*+*+*+*+ Es la noche del Solsticio de Invierno. En San Francisco, hay hogueras por todas partes: a lo largo de las playas, ardiendo en los Twin Peaks, en todos los lugares elevados. En los parques y en las azoteas, pequeños grupos se reúnen en torno a calderas. No hay reuniones multitudinarias, sólo círculos. Empiezan con una costumbre muy antigua: caminar por las tierras y buscar papeles u objetos extraños. Los Ancianos han debatido descontinuar la costumbre: Está anticuada. Nunca hay ningún objeto desechado que encontrar. Nada está hecho para ser lanzado inútilmente; nada es desperdiciado. Desde las cimas de las montañas, la ciudad es un mosaico colorado en verde. En todas partes hay jardines. Los últimos rayos del sol relucen rosados en mil placas solares. Las Brujas se toman de las manos en torno al fuego. El viento se levanta, haciendo sonar las ramas de los eucaliptos. De un lado a otro de la ciudad, en pleno invierno, miles de molinos pintados alegremente cobran vida girando, destellando las luces coloradas con las que están decorados. Las velas se apagan; los altares se vuelcan. A nadie le importa. Tienen todo lo que necesitan para hacer magia: sus voces, su respiración y unas a otras. A través de la larga noche, cantan sus nombres. Entonan himnos al sol recién nacido, a la Diosa eternamente giratoria. Vierten libaciones y dan gracias, especialmente las que son muy mayores y recuerdan cuando las cosas eran distintas: “Doy las gracias porque en esta ciudad nadie pasa hambre”. “Doy las gracias porque en esta ciudad nadie muere solo”. “Doy las gracias porque puedo caminar por las calles oscuras sin temer la violencia”. “Doy las gracias porque el aire está limpio, porque la vida ha vuelto a las aguas de la bahía, porque estamos en paz”. “Doy las gracias porque todo el mundo tiene un trabajo que hacer. Por la mañana, hay desfiles por Market Street, y los grupos y sindicatos del barrio presentan sus elaboradas carrozas, creación de los mejores artistas de la ciudad. Figuras de la Virgen maravillosamente adornadas llegan del Mission District, seguidas de una reluciente Rueda de Luces del Sindicato de Trabajadores Eléctricos y de un Niño Sol hecho de flores amarillas del Gremio de Comadronas. Hay payasos, juglares, bandas que marchan; la gente sale a raudales de sus casas para bailar en las calles. Más tarde habrá conciertos, fiestas, bailes de disfraces y actuaciones de teatro especiales. El último día de celebración es tranquilo y calmado. La gente se visita en sus casas, intercambiando alimentos y sencillos regalos. Las familias y las asambleas de Brujas comen juntas. Por la noche, regresan a las laderas de las montañas y vuelven a encender las fogatas. Se reúnen para anclar el poder de la estación y se deslizan entre los mundos. Más allá del tiempo, en contacto con el pasado y el futuro, con todas las posibilidades, ambos mundos nos hablar. Podemos oírlos. Nos dicen a cada uno de nosotros:

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