tad tan dolorosa el billete de huida a casa. Mas veo que esto es un engaño. Me río ante este molesto pensamiento que quiere tomar las riendas de mi vida y plantarse en el centro de la misma. Frente a él, el Señor me responde con una canción que resuena en mi corazón: “Es imposible amarte y no seguirte, es imposible conocerte y no amarte”. Adquieren gran fuerza en mí estas líneas de respuesta a la declaración de amor que cada día “Tú mi Dios” renuevas ante mí. La renuevas haciéndome ver que me quieres y que apuestas por mí a pesar de mis defectos y debilidad. Hoy grita mi corazón susurrándote serenamente: “Tú que conoces el desierto, dame tu mano y ven conmigo”. Jesús, mi tesoro. Al desierto fuiste llevado por el Espíritu y como hombre de condición débil fuiste tentado, mas tu fe y tu amor al Padre fueron el vínculo fuerte que te unió a Él en todo momento y circunstancia de tu vida. En Getsemaní te negaste a tomar al antojo o a pretender manipular el misterio divino y mostraste tu disponibilidad para comprender y fiarte de los brazos cálidos y amorosos del Padre. En la cruz tu confianza fue absoluta y confiadamente entregada. Brota en mí una petición del corazón: dame tu mano y acompáñame en este difícil caminar por el desierto. La idea de la muerte me aterra; el dolor, el sufrimiento y la angustia hacen que mis piernas vacilen al andar. No obstante, siento que voy contigo. El Amor Trinitario me unge y conforta en esta experiencia límite que me está ayudando a descubrir mi limitación diaria. Justamente, el experimentar la limitación diaria me está ayudando a ir profundizando más en 85
El Diario de Ilde definitivo.indd 85
27/03/12 14:55