R/N. Revista de narrativa, número 4, volumen 2. Con ánimo de pícaro

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CON ÁNIMO DE PÍCARO

R/N. Revista de narrativa 4.2 / 2019 ISSN 2605-3608


Con ánimo de pícaro R/N. Revista de narrativa Número 4, volumen 2 2019 ISSN 2605-3608 Edición y prólogo José Eduardo Morales Moreno


R/N. Revista de narrativa Número 4, volumen 2

Licencia Creative Commons

ISSN 2605-3608 Marzo, 2019

IES Los Cantos Bullas (Murcia)

DISEÑO Y MAQUETACIÓN: José Eduardo Morales Moreno ILUSTRACIÓN DE PORTADA: Free-Photos (Pixabay)

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Y a este propรณsito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. LAZARILLO DE TORMES



ÍNDICE Prólogo .................................................................................................................................... 9 ARCADIA DE CANTABRIA ....................................................................................................... 11 Prólogo .............................................................................................................................. 12 Tratado primero ................................................................................................................. 13 Tratado segundo ................................................................................................................ 19 Tratado tercero .................................................................................................................. 23 ANTONIO DEL SEGURA ........................................................................................................... 26 Prólogo .............................................................................................................................. 27 Primer tratado .................................................................................................................... 28 Segundo tratado ................................................................................................................. 30 Tercer tratado .................................................................................................................... 32 ÁFRICA JONES ........................................................................................................................ 34 Prólogo .............................................................................................................................. 35 Primer tratado .................................................................................................................... 37 Segundo tratado ................................................................................................................. 39 Tercer tratado .................................................................................................................... 41 ADRIÁN .................................................................................................................................. 43 Primer tratado .................................................................................................................... 44 Segundo tratado ................................................................................................................. 47 Tercer tratado .................................................................................................................... 50



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PRÓLOGO

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Lanzamos al mundo un nuevo volumen de R/N. Revista de narrativa, en esta ocasión con cuatro pequeñas novelas picarescas escritas por alumnos de 3º ESO B del IES Los Cantos (Bullas, Murcia). ¿Y cómo han llegado estos alumnos a escribir un relato picaresco? En la primera evaluación estuvimos desarrollando una serie de talleres para trabajar en grupos el clásico de Lazarillo de Tormes. Fotografía de Simson Petrol (Unsplash)


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La actividad final que cerraba estos talleres consistía en la elaboración de una novela muy corta que respetase las exigencias de este tipo de texto narrativo: una autobiografía en la que el personaje, un pícaro o una pícara, cuenta su propia historia a propósito de un caso o asunto que origina y justifica la narración de las vicisitudes de la vida del personaje.

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Con una extensión limitada a tres tratados, los grupos de alumnos obtuvieron unos resultados estupendos y aquí los publicamos, también en facsímil, para que no se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia y para que cualquier lector que por aquí pase tenga la ocasión de deleitarse con estas páginas.

José Eduardo Morales Moreno Profesor de Lengua y Literatura


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ARCADIA DE CANTABRIA AUTORES: Alejandro Miguel Puerta Hernández Daniel Aguilar Pérez María Fernández Fernández Paqui Fernández Martínez Juan Pedro López Espín. 11 Arcadia de Cantabria, hija de padres muy humildes, manda una carta al tesorero de la ciudad, el cual ha sido acusado de robar dinero. Con esta carta, Arcadia pretende enseñar los verdaderos valores de la felicidad a este hombre haciéndole ver cómo ha repercutido el dinero en cada una de las etapas con sus diferentes amos.


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Prólogo

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Espero que esta historia venga a noticia de muchos como usted, enfrascados en el dinero sin tener en cuenta la opinión y la dignidad de los demás, pues ha sido acusado de robar a los más necesitados aun teniendo usted cantidad de sobra para mantener a cada uno de ellos. Quizá sea cierto que exista una creencia popular en la que se crea que el dinero es el único que te puede llevar a alcanzar la máxima felicidad, mas fíjese en la controversia que esto genera pues, una vez que tenemos más dinero del que realmente necesitamos, lo único que queremos es tener cada vez más, por lo que yo aquí le formulo esta pregunta: ¿Realmente cree que teniendo todo el dinero del mundo será usted feliz?


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Tratado primero Arcadia cuenta su infancia. 1927. Santander

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Pues sepa usted que mi nombre es Arcadia de Cantabria, natural de un pequeño pueblo llamado Suances, que se encuentra cerca de Santander, la capital de esta provincia. Hija de Tomás González Pérez y de María del Carmen Cortés Venancio. Mi nacimiento fue la mayor alegría que mis padres se pudieron llevar nunca, pues estos tuvieron que pasar por una vida muy dura para conseguir lo poco que llegaron a tener, una humilde casa situada en este pequeño pueblo.


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Tan justos íbamos económicamente que conforme yo iba creciendo y necesitaba comer más, mis padres se tenían que privar de algunos alimentos para poder dármelos a mí, incluso en las escasas ocasiones que comprábamos algún producto, veía cómo mi padre se jugaba el pellejo cogiendo algún otro alimento disimuladamente. A pesar de este problema, éramos una buena familia, en la cual los tres nos encontrábamos muy unidos y vivíamos relativamente bien intentando mantenerlos al margen de la guerra civil que había estallado cuando yo tenía nueve años. Un día, por desgracia, mis padres murieron debido a este conflicto bélico, quedándome huérfana cuando tan solo había pasado un año de su inicio. Después de esto, me quedé completamente sola, así que decidí permanecer en casa, muy


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disgustada por la pérdida de mis padres. Al cabo de dos días mi estómago me recordó que había acabado con las escasas provisiones que había en casa, por lo que supuse que lo mejor era abandonarla. A partir de ese momento, cada día que pasaba por allí se convertía en un infierno para mí. Recuerdo que, durante mi estancia en la calle, lo único que presenciaba eran conflictos, insultos y peleas entre personas que pasaban por allí. Yo intentaba dormir refugiada en algún portal en el que me pudiera resguardar del frío y recibía algo de dinero y de comida e hice para ganar limosna, aunque esta cantidad no era suficiente para quedarme satisfecha, así que recordé el método que utilizaba mi padre cuando íbamos a comprar comida e hice uso de mi astucia para aprovechar algunos despistes y entrar en las tiendas para robar algo de


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comida y bebida, pues, si no lo hubiera hecho, solo Dios sabe dónde estaría yo en este momento. Pasado un tiempo de la muerte de mis progenitores, mientras me encontraba en la calle, vi cómo una mujer se acercaba hacia mí y, tras contarle lo que me había pasado, acabó acogiéndome en su casa. Cuando la vi por primera vez, me di cuenta de que había dado con una familia adinerada. Aquella mujer estaba casada con un funcionario del estado. Al percatarme de ello, tenía la esperanza de que esta pareja pudiera ofrecerme una vida mejor a la que ya había empezado a acostumbrarme. Al principio me cuidaron como si yo fuera su hija, enseñándome a leer y a escribir, ya que se habían dado cuenta de mis escasos conocimientos.


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Por fin había encontrado una vida digna sin que mis amos tuvieran preocupaciones por el dinero. De hecho, en algunas ocasiones me hacían regalos y me otorgaban ciertos privilegios que yo nunca había pensado que recibiría, por lo que me gustaba mi vida allí. Pero, a medida que iba pasando el tiempo, mi amo empezó a comportarse de un modo muy extraño conmigo, ya que este me despreciaba por ser una niña huérfana. A partir de ese momento aprovechaba los momentos en los que estábamos solos para reírse de mí y reprocharme que su mujer lo dejaba de lado y tampoco se ocupaba de las tareas de casa para poder dedicarse exclusivamente a mí. Al principio intentaba hacer caso omiso a sus reprimendas, pero, a medida que pasaba el tiempo, estas herían cada vez más mis sentimientos, por lo que, a pesar de que esta pareja me había


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proporcionado una buena vida durante un tiempo, la repugnancia hacia este funcionario hizo que un dĂ­a abandonara a estos amos para regresar a mi vida de huĂŠrfana.

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Tratado segundo Lo que le ocurrió a Arcadia con un señor feudal

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Mientras me encontraba yo un día vagabundeando por las calles como consecuencia de haber abandonado a mi antiguo amo, llegué a dar con la puerta de una casa algo vieja, la cual me llamó la atención, ya que en ella había lo que parecía ser un anuncio. Cuando me acerqué, gracias a lo poco que había aprendido pude, aunque con dificultad, descifrar que en él se buscaba a una mujer para cuidar a un señor que padecía una enfermedad psicológica. Yo di por hecho antes de nada que en cuanto me vieran me iban a echar de allí, pero de todas formas llamé a aquella puerta.


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Cuando esta se abrió me recibió una mujer. Yo le conté mi situación y le dije que no pensaba que pudiera cuidar de aquel hombre, y menos si es que sufría este tipo de enfermedad, pero sí que podía hacerle compañía y quizás ayudarlo a hacer determinadas tareas. Además, no pediría nada a cambio porque lo único que necesitaba era un refugio y algo de comida. He de decir que yo pensaba que aquella mujer me iba a echar de un momento a otro, pero aparentemente parecía dudosa ante mi propuesta. Finalmente la mujer asintió, pero me dijo que primero necesitaba la aprobación de Emilio, el que yo supuse que debía ser el señor feudal y por lo tanto el hombre que padecía que aquella enfermedad. Cuando me vio, este me recibió con un abrazo y le dijo a aquella señora que no podía


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obtener mejor compañía que la de una niña, por ello a partir de ese momento pude decirme a mí misma que había encontrado a un nuevo amo y también un nuevo lugar donde vivir. A partir de ese momento nunca volví a ver a la señora que me había recibido en aquella casa. Mi estancia con este hombre fue mejor de lo que yo decía. Es cierto que padecía una enfermedad un tanto especial, de cuya existencia no dudaba en ciertos momentos en los que sufría alguno de sus episodios más críticos, pero, por todo lo demás, simplemente tenía que ayudarle a realizar determinadas tareas y estar al tanto de su medicación, por lo que el tiempo que estuve con él puedo decir que fue de mi agrado. Además, este hombre me contó la razón por la cual había llegado a tener una enfermedad psicológica, y es que había tenido que pasar por momentos muy duros en su


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vida, incluida la muerte de sus padres, por lo que con ello me enseñó que a pesar de todo él había ido adelante aun teniendo que arrastrar consigo una enfermedad como la suya. Desafortunadamente, mi estancia con este amo fue también muy breve, ya que las consecuencias de esta guerra volvieron a caer sobre mí: los amigos de Emilio pertenecían a su mismo bando, los cuales murieron fusilados por causa de un tiroteo. Debido a esto, me amo estaba obsesionado con que a él también lo acabarían matando finalmente, por lo que un día, en uno de esos ataques de nervios, decidió suicidarse sin que yo pudiera hacer nada para remediarlo.


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Tratado tercero El último amo de Arcadia

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Después de pasar otro tiempo viviendo en la calle, pude encontrar a quien fue mi tercer y último amo. Este era un hombre viudo, aunque tenía tres varones como hijos: uno de veintidós, otro de dieciséis, y otro de once años. A pesar de que este hombre trabajaba como maestro, el gasto que suponía cuidar de sus hijos y mantener la casa en la que vivían me recordaba a los duros momentos por los que habían tenido que pasar mis fallecidos padres para poderse llevar un bocado a la boca, igual que esta familia. Con todo y con eso, allí


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me recibieron como si fuera una más, aun teniendo que hacer frente a un gasto adicional. Con el paso del tiempo me fui haciendo a aquella vida y estaba tan a gusto con esta familia que hicieron que me sintiera igual con ellos que cuando yo había estado viviendo con mis padres. Además, hubo algo que hizo que me sintiera aún mejor. El culpable fue el hijo mediano de este señor, el cual hizo que por momentos me olvidara de todo lo que había pasado hasta llegar allí gracias a su compañía. Finalmente fui creciendo junto a esta familia, en especial con dicho hijo, con el que orgullosa estoy de haber formado una pequeña familia, por lo que al cabo de esta historia puedo afirmarle que, si echo la mirada atrás y me percato de todos los momentos que configuran mi trayectoria, también llamada vida,


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en especial el que he pasado con este último amo, del que aprendí estando con él y con su familia que el dinero, este gran concepto y a la vez tan pequeño que se resume en un modo universal de intercambio, no es sinónimo de felicidad y sí lo es los buenos momentos protagonizados por ese símbolo tan pequeño que ni siquiera es material y a la vez tan grande, el amor. 25


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ANTONIO DEL SEGURA AUTORES: Noa Fernández Fernández David Espín Jiménez Carmen Lucía López Fernández José Javier Pérez Jiménez Antonio Fernández Valera 26

Antonio del Segura fue un joven que tuvo una infancia dura, pero con sus diferentes amos supo afrontarlo todo, pero uno de sus últimos amos hizo algo horrible contra lo que él contratacó.


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Prólogo Estimado amigo:

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Desde que dejamos de vernos me han ocurrido muchas cosas, estos últimos años han sido muy duros para mí y para mi entorno. Desde que me alejé de tu padre he tenido que buscarme la vida. Incluso te voy a contar mi caso, algo que nadie sabía, excepto mi último amo y yo. Tú te estarás preguntando a qué viene todo esto, sinceramente yo tampoco lo sé, pero me veía obligado a contarte lo que había hecho, para que me denunciases por lo que hice, ya que me estaba consumiendo.


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Primer tratado Antonio cuenta sus orígenes y las aventuras que vivió con su primer amo

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Como tú ya sabes, amigo, yo me llamo Antonio de Segura, hijo de Carmen Segura y José Pérez, pero a los 13 años ellos fallecieron en el incendio de mi casa en Alhama del Segura. Mi infancia con ellos fue muy bonita hasta que fallecieron, tras esto tuve que buscarme la vida, los primeros meses eran muy duros, pues me costaba encontrar comida y un sitio donde vivir, la mayoría de los días tenía que robar la comida. Un día de estos di con un panadero, él me dijo que si le ayudaba ese día me acogería. Con el aprendí todo lo que sé sobre el arte del


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pan y los dulces. El panadero se llamaba Miguelín y tenía un hijo con el que me llevé muy bien, como ya sabes. Año a año Miguelín tenía más trabajo, pues habíamos expandido su empresa entre su hijo y yo. Pero yo cruelmente le robaba algo de dinero y comida. El día que yo cumplía 17 años ya, Miguelín descubrió lo que yo hacía, pero, claro, como no sabía dónde tenía el dinero, no pudo quitármelo, por lo que decidió echarme de su casa: Miguelín.— Vete, no quiero verte más, me siento traicionado. Antonio.— Lo siento, hasta siempre, Miguelín, gracias por todo.


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Segundo tratado El vendedor ambulante, segundo amo

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Después de que Miguelín me expulsase de su casa, me costó muchísimo encontrar otro amo, pues se había corrido la voz de que yo robaba dinero y comida, y así era, pero no lo hacía por gusto, sino para no morir de hambre. Tras un mes de pesadillas, vino al pueblo un vendedor ambulante, llamado Ajendralo. Esta era mi oportunidad, era alguien que no sabía nada de mí. Me dirigí a él, con un poco de dinero que tenía le compré una chaqueta nueva. Creo que le di pena y por eso me invitó a ir vendiendo cosas con él por toda Murcia. Pero como con todos los amos, a los dos años la tentación pudo conmigo y me acosté


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con su hija. Cuando se enteró quiso matarme, pero me echó de su casa, su hija Ramona vino conmigo. Fuimos a su casa en Alhama del Segura.

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Tercer tratado El juglar travieso, tercer amo

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Ramona y yo llegamos a Alhama. Ese día paseábamos por la plaza central cuando vimos a un juglar llamado Per Abbat, nos quedamos deslumbrados con todo lo que hacía, tras finalizar su actuación fuimos a hablar con él para que nos diera trabajo. Al día siguiente nos dio la noticia de que podíamos trabajar con él, pero nos advirtió de que sería un duro trabajo, nosotros aceptamos igualmente. Con él aprendimos muchas cosas, pero pasaron los meses y ahí seguíamos, hasta que un día conseguimos comprarnos una casa Ramona y yo. Per Abbat se sintió traicionado


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y un día, mientras yo hacía la compra, fue a mi casa y violó a mi mujer. Nada más llegar a casa, mi mujer me contó el caso, no me lo pensé, salí directo a la casa de Per Abbat, él me abrió pensando que yo no sabía nada, cogí una espada de la entrada y lo maté en el acto. Tras esto Ramona y yo nos marchamos de Alhama para siempre. Te cuento esto a ti, ya que crecí contigo y con tu padre el panadero. Tras haberte contado todo esto me siento mejor conmigo mismo y ya puedo morir en paz.


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ÁFRICA JONES AUTORES: Juan Pedro Fernández Jiménez Guadalupe Sánchez Cayuela Marta López López Alejandro Hernández Fernández José Guirado Guillén 34 África Jones pasó 15 años en un orfanato de Nueva York, la adoptaron tres veces, cada vez una persona totalmente distinta. La primera fue un traficante de armas, la segunda una loca drogadicta y una tercera con la que vive actualmente y con la que ha podido enviar una carta a su verdadera madre, contándole su experiencia vivida.


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Prólogo

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Sepan ustedes, padres, que hoy, 24 de febrero de 2204, os contaré cómo ha sido mi vida tras aquel último día que nos vimos. Tras dejarme sola y abandonada frente a aquel orfanato, hace ya 14 años, he vivido una serie de experiencias, algunas buenas y otras malas, que me gustaría compartir con vosotros. Nada más iros, una señora que trabajaba en aquel orfanato me recogió y me puso el nombre de África Jones. África por el nombre de la calle en dónde se encuentra el orfanato, y Jones por el apellido de mi actual familia, aunque no siempre tuve el mismo apellido, pues, como ya he dicho, he vivido diferentes


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experiencias y de cada una tengo algo que contaros. Durante cuatro años que estuve en el orfanato, tuve muchos amigos, pero sin duda Elisabeth fue la mejor. No más de cinco años estuvimos juntas, pues enseguida me adoptaron y aquí es donde empieza mi verdadera historia. 36


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Primer tratado

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Al principio era triste y luego fue peor. Esta es la historia de cómo un traficante de armas me adoptó. Llego al orfanato una mañana de primavera, estaba lloviendo, por lo cual estaban las ventanas llenas de lágrimas, porque en poco tiempo iban a ver el fatal suceso que me iba a suceder. Una vez sacó su cartera llena de dinero ganado de mala manera, me cogió del brazo y me subió al coche. Cuando llegué a su casa me quedé asombrada, era una casa enorme donde una habitación valía más que todo el orfanato donde antes me hospedaba. Al ver todo aquel lujo, mis ojos se pusieron como platos, pero poco iba a durar, ya que en el sótano me debía hospedar porque todo el lujo nunca lo iba a llegar a disfrutar.


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Os recuerdo las muchas veces que llegaba del trabajo siempre con la misma cara y cuando me maltrataba parecía que nunca iba a parar, yo no paraba de gritar, pero ningún vecino se atrevía a entrar, porque al ser traficante de armas ya sabía lo que le podía pasar. Finalmente un vecino por fin a la policía consiguió llamar y mi amo arrestado se fue ya. La verdad es que fue todo un alivio llegar al orfanato, sentí cómo todas las heridas por los malos tratos se curaban mucho más rápido. Y en cuanto pude subí a mi habitación y, acostada sobre la mesa, me dormí.


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Segundo tratado

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Tras volver de aquella casa, pasé dos meses viviendo en aquel orfanato, de nuevo me volvieron a acoger, esta vez una mujer viuda, la verdad es que esta no parecía ser mala. De camino a su casa pasé por la casa de mi antiguo amo, el traficante de armas, ya lo había superado pero todavía quedaban todos los recuerdos de cuando me maltrataba. A los veinte minutos de salir del orfanato la mujer paro el coche y dijo: “Hemos llegado”. La verdad es que la casa no estaba mal, pero tampoco se pasaba. Cuando estaba allí se le cayó un bote con pastillas del bolsillo, lo cogió muy rápidamente para ocultármelo, yo no le quería preguntar, pero eso no me causaba buenas sensaciones.


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Las primeras semanas viviendo allí la verdad es que estuvieron bien, pero a partir del primer mes eso era un constante caos, ya no me hacía caso, ya no se preocupaba por mí. Una de las noches, cuando estaba intentando dormir, escuché un llanto, sí, era ella llorando en el baño con la puerta entornada con un polvo blanco que seguidamente inhalaba por la nariz, esto me dio mucho miedo, ya que sabía lo que era. Al día siguiente me dejó en la puerta, no me quería abrir, se avergonzaba de que la viese metiéndose esa sustancia, yo no aguantaba más, después de esto volví al orfanato y les conté la situación, nunca terminaba de encontrar una familia “decente”.


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Tercer tratado

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Pasé en el orfanato un largo tiempo, estuve ocho meses hasta que, otra vez, vinieron a adoptarme. Esta vez, una pareja aparentemente muy simpáticos y felices. Cogí mis cosas y me marché con ellos hacia la nueva casa. Me monté en el coche y poco después llegué. No podía creer lo que estaba viendo, era la casa más lujosa y grande de Nueva York, de la que todo el mundo hablaba y envidiaba. Se localizaba en el centro de la ciudad y era enorme. Asombrada y muy contenta, me ayudaron a hospedarme en la casa. Me llevaron hacia mi habitación, era perfecta. Cuando me instalé por completo, me di una vuelta por toda la casa y entré a una habitación que estaba cerca


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de la mía. Quedé impactada cuando vi que mi mejor amiga, que estaba conmigo en el orfanato desde pequeñas, Elisabeth, se encontraba allí. Fui corriendo hacia ella y nos dimos un fuerte abrazo. Marcos y Jade vinieron a contárnoslo todo. Elisabeth era su hija adoptiva desde hacía tres años. Viviríamos las dos juntas para siempre en esa casa maravillosa con unos padres adoptivos, Marcos y Jade, asombrosos.


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ADRIÁN AUTORAS: Alba Jiménez Rodríguez Virginia Mercader Cebrián 43


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Primer tratado

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Querido Guillermo: Has de saber, ahora que he reunido el valor suficiente para contártelo, el porqué de haber intentado suicidarme. Verás, todo esto comenzó hace unos tres años, dos antes del intento de suicidio. Era el año 2010 y yo había salido con unos amigos para ir a la discoteca. Cuando volví a casa, me encontré con que habían entrado a robar, y que, aunque no se hubieran llevado gran cosa, la casa estaba destrozada. Llamé a la policía, pero estos me dijeron que era muy tarde y que no iban a hacer nada, por lo menos esa noche. Al día siguiente, volví a llamar, pero no me lo cogieron. Decidí investigar por mi cuenta, así


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que fui a un club nocturno que había en la esquina de la calle para preguntar si habían visto a alguien sospechoso la noche anterior. Al llegar allí pregunté a los empleados, estos me dijeron que sí, que habían visto a un chico alto y rubio con una ropa negra y un par de cosas en las manos. El diálogo fue algo así: —Buenos días —pregunté mientras me acercaba a la barra del club donde había una señorita bastante agradable. —Hola, ¿necesitas algo? —dijo ella mientras me miraba sonriendo. —Tan solo venía a preguntar si anoche visteis a alguien extraño pasar por aquí, es que han entrado a robar en mi casa y la policía no quiere saber nada sobre ello —jugaba nervioso con mis dedos. —¡Oh! —La señorita tomó un vaso de agua y lo acerco a mí—. ¡Lo siento mucho! —


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Se quedó parada intentando recordar por unos segundos—. Ahora que lo dices sí que pasó un chico, era alto y rubio, además iba de negro y sostenía dos cosas en la mano. —Está bien, iré a buscarlo. Muchas gracias —le sonreí y me despedí de ella mediante un gesto—. Nos vemos. —¡Espera! Iré contigo —salió de detrás de la barra y se colocó a mi lado—. Hay muchos chicos rubios por aquí. Después de eso fuimos a dar una vuelta para ver si localizábamos al chico. Noté mi teléfono vibrar y lo cogí para desbloquearlo. Vi que era un mensaje del banco, en él ponía que me habían quitado la casa y que hablarían con mi jefe para que me despidiera.


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Segundo tratado

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Continuamos andando sin rumbo hasta ver a un chico que encajaba con la descripción del ladrón. —¿Es el ladrón? —Miré a la chica que anteriormente me había dicho que se llamaba Sara—. Iré a por él —comencé a correr hacia él. —No, espera —me frenó y comenzó a reírse—. Él es mi camello. Nos acercamos hacia él e intercambiaron dinero y sustancias mientras yo miraba. Luego dijo que deberíamos ir a su casa a dejar las sustancias alucinógenas, así lo hicimos y fuimos a su casa y las dejamos. Mientras estábamos allí, le conté mi situación sobre mi casa y mi trabajo, ella me dio un vaso de agua


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y me dijo que me podía quedar en su casa, yo acepté. Instantes después de beberme el agua comencé a sentirme mal, además veía luces y como si las paredes se estuvieran moviendo. Le pregunté si me había echado algo en mi vaso de agua. Sara dijo que me había echado un poco ya que me veía muy nervioso. Me quedé en el sofá por dos horas alucinando. A la mañana siguiente me desperté fuera de lugar, no sabía muy bien dónde estaba ni lo que había pasado la noche anterior. Me levanté del sofá y salí de la casa sin que nadie se enterase. No sabía muy bien dónde ir, yo no tenía casa y ni siquiera ningún familiar. Me fui para comisaría y les supliqué que me dejasen un lugar para vivir, que me habían quitado la casa y me había quedado sin dinero. Ellos


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negaron con la cabeza y me dijeron que me fuera de allí. Iba por la calle como un vagabundo, sin saber dónde ir. Caí en la cuenta de que había un hombre que vivía solo y necesitaba a alguien para que le limpiara la casa y estuviera con él. Fui para su casa y toqué a la puerta: —¿Quién es? —Me contestó el hombre asomándose por la rejilla de la puerta. —Soy Adrián, necesito un lugar para hospedarme, me quitaron la casa y no tengo dinero. —Yo te conozco demasiado, por eso te dejaré entrar —el hombre abrió la puerta y me dio el paso.


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Tercer tratado

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Entré en la casa y, para mi sorpresa, todo estaba superlujoso y ordenado. El hombre me mostró mi supuesta habitación, en ese momento me vino un recuerdo en el que yo salía de pequeño, como si hubiera estado yo allí alguna vez. Juan, el hombre, me mostró todas las habitaciones y me dijo que no le dejase entrar a nadie, a menos que fuera él. Al día siguiente me levanté y fui para la cocina. Cuando él llegó, me dijo que tenía el permiso de coger todo lo que quisiera de comida. Me levanté y cogí una tostada, estaba muerto de hambre, ya que no había comido nada desde lo de la discoteca. Por la tarde comencé a limpiar la casa mientras que Juan echaba una siesta. Cuando


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terminé, me senté en el sofá y puse la tele. De pronto salió la chica que había conocido en aquella tienda, la habían pillado con sustancias tóxicas en su casa. Empecé a ver borroso y entonces me caí. Cuando el hombre me despertó, me dio una pastilla para el dolor de cabeza, le dije que me había dado un bajón de azúcar, pero que ya estaba acostumbrado a eso. El hombre me dijo que era muy tarde y que me fuera a dormir. Al día siguiente, me encontré al hombre esperándome en la cocina, me dijo: —Tengo que decirte una cosa —sus gestos faciales cada vez más demacrados. —Emm... sí —cogí una silla y me senté delante de él. —A ver, soy tu tío por parte de tu madre. Ella me dijo que no me acercase ni a ella ni a


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su hijo, por eso me vine a vivir aquí —yo estaba perplejo—. Podrás quedarte a vivir el tiempo que tú quieras, esta será tu casa cuando yo ya no esté. Me levanté y lo abracé. Fue el único familiar que de verdad me quería.

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CON ÁNIMO DE PÍCARO

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