La historia representa una interpretación de lo pretérito, lo cual es
vital para las personas porque responde a la necesidad humana
de comprender conceptualmente el presente a partir de una explicación
racional de lo sucedido en el pasado. La historia enseña la
evolución socio-económica y política de un territorio, y está condicionada
por la lógica de una concepción del mundo o ideología;
también explica los rasgos psicológicos de las poblaciones, que se
manifiestan en una cultura, la cual constituye la máxima expresión
de la identidad. Ésta se evidencia en características distintas y específicas
de pensamiento y conducta mediante la forma de vida de
una comunidad. Como se sabe, la cultura se engendra y enriquece
con las tradiciones, que recuerdan lo que en su momento se debía
hacer; y si ello hecho está, dicen quien lo hizo. Las mismas dejan
saber lo deseable de un cambio, y siempre lo preceden como anticipo
del hecho mismo. Por eso el conocimiento de la historia permite