GUARDAGUJAS27

Page 3

encuentros con leonard cohen rodolfo jm

Y

o soy de los que escucharon por primera vez a Leonard Cohen en Pump up the volumen (1990), la película de Allan Moyle en la que Christian Slater interpreta al hijo de un profesor neoyorkino que acompañado por su familia deja la ciudad para irse a trabajar a un idílico y represivo pueblo del interior. El personaje de Christian Slater es, durante las horas de escuela, un solitario que tartamudea. Pero cada noche se transforma en la voz de una estación de radio pirata, una voz que consigue sacar de su letargo a los adolescentes locales, incitándolos a la rebelión y poniéndoles a los Pixies, a Peter Murphy, a Henry Rollins, a Sonic Youth, y a Leonard Cohen, un cantante a quien yo ubicaba por cierta canción que pasaban en Rock 101: Suzanne, y que me parecía asquerosamente hippie. A diferencia de las canciones que suenan en la película: Everybody knows e If it be your will, interpretadas por una voz de fumador empedernido, y que me hicieron pensar en un cantante distinto al de Suzanne. Así que me formé otra percepción de Leonard Cohen, tomé nota mental del asunto y me propuse poner más atención la próxima vez que me topara con él. *** Fue en un tianguis de oportunidades que encontré un librito de la colección Visor de poesía en muy buen estado y mejor precio: Comparemos mitologías (1956). El primer libro de Leonard Cohen, publicado cuando tenía 22 años. Camino a la casa me preguntaba qué tal sería como poeta porque, para ser sinceros, Songs of Leonard Cohen (1967) su primer disco, y el único que había escuchado completo a esa fecha, me producía una hueva fenomenal. Esto fue distinto: el libro de Cohen, dedicado a la memoria de su padre, era (es) el de un poeta que indaga sobre el amor, la vida y la relación del hombre con la divinidad, pero más que nada sobre la muerte; un libro en el que se proyecta la sombra de Federico García Lorca, una de las grandes influencias del canadiense. A propósito, la hija de Leonard Cohen se llama Lorca y, dato bastante conocido, su canción Take this waltz está directamente inspirada (la cita) en el poema del granadino: Pequeño vals veneciano. Después me encontré con dos películas más: Exótica (1994) de Atom Egoyan, donde una muy joven Mia Kirschner hace striptease al ritmo de Everybody knows; pero sobre todo Natural born killers (1994), de Oliver Stone y donde The future y Waiting for the miracle literalmente cambiaron mi vida. Para entonces ya había leído La caja de especias de la tierra, Flores para Hitler y Parásitos del paraíso, sus otros primeros libros de poesía, editados en español por Visor. Sabía también que había publicado dos novelas, y que todo eso había sido antes de su primer disco. Dejé de pensar en él como en un oscuro cantante folk metido a poeta por accidente. Se trataba de un poeta que cantaba. Pero no era como Bob Dylan, ni se parecía a ninguno de sus colegas músicos: greñudos veinte añeros en su mayoría. Su cabello corto, sus treinta y tantos, su forma de vestir, no calzaban con el colorido de la época. Podría haber pasado por un joven maestro judío en su día libre y no por el mujeriego confeso que fue y que sabiamente prefirió la música a la literatura, porque en el ambiente musical se está más cerca de las mujeres.

idad de reunir a su catálogo de “músicos alternativos” y vender lo que fuera. Este disco no era así, no era una colección de versiones cumplidoras o curiosidades musicales, a diferencia de ese Titanic que es Tower of song (1995) y donde sólo Tori Amos y Don Henley consiguen salvarse. I’m your fan me permitió redescubrir las canciones de ese primer disco que no supe apreciar, pero sobre todo generó la suficiente curiosidad para escuchar esos otros discos suyos, y descubrir así canciones como Stranger song, o Famous blue raincoat. Descubrí así Various positions (1984), Im your man (1988), discos donde era otro el sonido, un poco más pop, era otra la voz, de crooner susurrante, pero era el mismo poeta cantante, acaso más afilado y sombrío. *** Lo siguiente que supe de él fue que anunció su retiró en 1994, tras la gira de promoción de The Future. Tomó sus maletas y se fue a un monasterio budista donde pasaría la mayor parte de sus días a partir de entonces. El dato duro dice que ya alguna vez había tenido la tentación de hacer algo parecido. La gira de Songs of love and hate (1971) sería la última de su carrera como músico. Incluso existe una película, Bird on a wire (edición 2010) del inglés Tony Palmer, que documenta aquella gira en la que se pueden apreciar sus métodos de seducción con las gruppies, y se le ve devolviendo el dinero de las entradas a cierto público descontento por las fallas de sonido de una función. En 2001 se publicó un disco, New ten songs, en colaboración con Sharon Robinson, y más tarde Dear Heather (2004), con los que rompía el silencio pero que no lo regresaron a los escenarios ni a la vida pública. Sería algo más dramático lo que le haría. En 2005 Leonard Cohen descubrió que sus ahorros de toda la vida habían desaparecido y que estaba en la ruina. Víctima de un fraude de su ex representante, quien se dio a la fuga, el viejo poeta cantante tomó su abrigo, su sombrero, y salió a dar batalla. Y lo que comenzó como una serie de apariciones por aquí, por allá, interpretando sus viejas canciones, culminó en una gira mundial que duró dos años, documentada en Live in London (2010) y en la que se le vio como lo que es, un viejo hermoso poeta cantante que ya no está para esos trotes. Su voz por momentos es un susurro y en otras partes se le ve tan cansado que se teme por su salud. No en vano sufrió un desvanecimiento durante uno de los conciertos de esa gira, en Valencia, España. ¿Qué lo impulsaba a un castigo físico tan poco recomendable para alguien de su edad (74 años en ese momento)? Seguramente algo más poderoso que la necesidad económica, algo relacionado con el vértigo del escenario y esa magia que en ningún otro sitio se puede conseguir y de la cual, como buen vampiro, se alimenta y se mantiene de pie.

*** Ahora me entero de que le han dado el premio Príncipe de Asturias de Letras. Muy bien. Excelente. ¿Por qué no en Artes, como a Bob Dylan en 2007? Chus Visor, editor en español de la obra poética del canadiense y hombre con mucho peso en el premio lo explica todo: para él Cohen es mejor poeta que cantante. Para mí es ya imposible distinguir al uno del otro, aunque sus dos últimos discos sean tan medianos y mucha de su poesía religiosa no alcance a conmoverme. Y eso, en realidad, no importa. Tam*** poco importa el debate sobre si merecía el premio o no por ser Mi siguiente encuentro tras The future (1992) fue un disco ho- una celebridad pop. Me gusta pensar en este premio, además de menaje: I’m your fan (1991), donde los Pixies; Nick Cave; James; como en un reconocimiento a la carrera de un artista infatigable, REM; Ian McCullough, Robert Forster e incluso John Cale, le como un gesto de cariño que España tiene para con sus viejos rinden tributo al canadiense. Los 90’s fue una época en que los amores. Me gusta pensar también que son más que rumores esos discos homenaje estaban en su apogeo, había tantos que siempre de que está planeando otro disco, es bueno saber que le tenemos tenías la sospecha de que para las disqueras era sólo una oportun- entre nosotros.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.