PANTA RHEI

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PANTA RHEI

JAIME FALCON MAGANA

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Dedicado a

Alaíde Foppa Solórzano, Alfonso Solórzano, Mario Solórzano Foppa, Juan Pablo Solórzano Foppa, Julio Solórzano Foppa, Laura Solórzano Foppa, Silvia Solórzano Foppa

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CAPITULO PRIMERO

Los días y las noches de Edna Duarte transcurrían en una explosion de luz enceguecedora que en poco hacía recordar el mundo de los hombres. Pero Edna Duarte no existía más. Los Elementales, en una silenciosa ceremonia de luna llena, le habían concedido el nombre de Isiadel Deva para que, a partir de ese momento, todos los que se encontraran con ella por vez primera, se enteraran que, desde su nacimiento, ella había aparecido para llevar el cargamento de las grandes tareas a cuestas. Marcel Ray, su amante y amigo de aventuras, era uno de los pocos 3


Elementales que poseía alma, de manera que cuando él lo deseaba, la entrada a los universos superiors le era permitida; Marcel Ray entraba también a los universos inferiores para admirar los secretos que le conectaban con la sabiduría eterna. En verdad, Marcel aprovechaba todas esas ocasiones para apropiarse de todos los conocimientos en los que el bien siempre se ha sustentado. Isiadel, por su lado, se apoyaba en su entusiasmo y en su despierta curiosidad para estudiar y retener todo aquello que pudiera concederle más luz en la nueva jornada que le conduciría sin dudas al origen de las verdades de todas las edades. Las vidas de Marcel y de Isiadel se deslizaban en el universo de los Elementales donde los acontecimientos y los hechos no eran, de ninguna manera, iguales al conocimiento que todo mundo tiene sobre la realidad en éste mundo. Marcel e Isiadel, entraban a voluntad a todos los universos imaginados; igualmente salían a voluntad de todos los universos imaginados. A cada instante transcurrido, la sabiduría y su sed de sabiduría crecían más fuerte en sus corazones. Marcel Ray estaba viviendo uno de los más anhelados sueños milenarios de los Elementales, pues sin perder su condición de Elemental poseía ya alma. Por su lado, Isiadel Deva, la antigua Edna Duarte, conservaba su Alma y ya se había liberado de las cadenas con las cuales el cuerpo ata a los seres humanos a los errores; además, había adquirido la misteriosa e inexplicable condición de los Elementales. Isiadel y Marcel vivían por temporadas no muy largas -de tres a cinco años- en distintos países del mundo. A esta conclusion habían llegado después de examinar las cosas con mucha calma y la decision había sido tomada después de una conversación abierta entre dos seres que no pertenecían a ningun universo en si, pero que formaban parte del resultado de la voluntad artística que rige en toda la creación. Esto, había dicho Isiadel, les proporcionaría el don de aprender los idiomas de todo el planeta. Gran parte de las noches y de los días era dedicado por ellos en absorber todo el inacabable conocimiento del universo de las plantas, los árboles, los arbustos, las raíces, las flores, los hongos, los cactus, las lianas, los animales y los minerales para producir medicamentos y unguentos de toda especie. Conocían las ciencias de los egipcios, de los mayas, de los olmecas, de los indios, de los chinos, de los japoneses, de los tibetanos, de los persas, de los sufies, de las tribus africanas y de las tribus de los indígenas, de las razas anteriores a los antiguos incas y de las tribus poco detectadas y perdidas en las espesas selvas y en los habitantes de los desiertos del planeta. En sus búsqueda acudían y echaban mano a los jeroglíficos del Tarot, de la Kabala, de la Alquimia y el Arte misterioso de dominar a los animales peligrosos con la pronunciación de desconocidas palabras formadas con sílabas sustraídas del mundo de la verdad. Acudían, cuando lo precisaban, a las bibliotecas que la naturaleza guarda en su interior para hacer investigaciones sobre todo problema y toda incógnita en los cuales estuvieran interesados. En una solemne reunión todos los Elementales 4


acordaron que Isiadel Deva se integraría a la tarea de revelarle a los humanos toda esta ciencia; Marcel Ray, por su parte, estaría encargado de asistirle en todos los trabajos; además, todos ellos habían nombrado al Consejo de Ancianos de los Elementales para ayudarles a enfrentar y salvar las crisis y los momentos más duros y desesperados. Isiadel Deva entraría al mundo el día en que la primavera comienza, y se dedicaría con toda la fuerza de la ciencia de los Elementales a recorrer el mundo, a hollar todos los senderos y caminillos, a caminar por todas las rutas conocidas y desconocidas, a volar de un lado hacia otro sin olvidar ninguna parte, a cruzar todos los mares usando la avasalladora fuerza de la fe asentada en la verdad para encontrarse con los hombres y obligarlos a escucharla. Isiadel sintió los latidos reveladores de su corazón y los latidos amorosos del corazón de Marcel y supo que una verdad misteriosa había sido lanzada al espacio para escribir en él lo que tuviera que ser escrito. Una clara noche de luna llena del mes de marzo, Isiadel y Marcel se habían proyectado en Coatzacoalcos, la tierra donde la sabiduría de la serpiente estaba resguardada. En el Santuario de la serpiente habia un tunel que conducía a las grutas escondidas que las razas anteriores a los primeros olmecas habían construído. Las grutas se encontraban exactamente a siete kilómetros de Allende y a siete kilómetros de las playas, midiéndolos a partir de un laberinto zigzagueante que finalizaba en una espiral. En esas grutas, que ellos conocían como las grutas de la serpiente, había siempre morado el viejo de todas las edades. Las paredes, el piso y el techo del tunel estaban cubiertas por dos metales diferentes: de la mitad del techo hasta la mitad del piso, todo estaba cubierto por el oro; la otra mitad era de un metal parecido al platino. Cada vez que daban un paso, los dos metales del piso, las paredes y el techo, emitían vibraciones deliciosas que se les introducían por las plantas de los pies y las manos y les hacían sentir la belleza del sonido expresándose a través del silencio. Después de haber caminado varios kilómetros llegaron a una sala redonda cuyo techo estaba sostenido por columnas inmensas que formaban un claro en medio de todas ellas. En el centro del claro había un trono girando alrededor de una esfera. En el trono estaba sentado el viejo de todas las edades. El anciano sostenía un cetro de poder de oro en su mano derecha. En su abierta mano izquierda, y por encima de ella, en el aire, giraba un universo en pequeño que, de la nada aparecía con toda clase de detalles: planetas, cometas, soles, nebulosas, galaxias en explosión, quasares, novas, supernovas, hoyos negros. Sus barbas eran largas pero a cada vuelta su rostro rejuvenecía y sonreía y las barbas desaparecían en un instante para, en el otro, volver a reaparecer. Su rostro cambiaba a cada instante. El anciano de todas las edades golpeó con el cetro de poder el piso. El trono dejó de girar. Su voz, entraba por toda la superficie de sus cuerpos y rebotaba en toda la superficie de la sala: Isiadel y Marcel. Vosotros habéis llegado a las grutas donde los que trabajamos en silencio hemos escondido la eterna sabiduría de la serpiente. Con ella provocamos todos los acontecimientos .Hoy vamos a conduciros a una realidad que ya existió 5


miles de años atrás. Vuestra tarea será introducir esa realidad al mundo, solo que su fuerza y potencia serán las que eran en los principios. La voluntad de quien esta detrás de la creación la cambia siempre con el fin de llevarla a otros estados de transformación. El cambio eterno es el eterno fluir. Isiadel y Marcel se sentaron en unos almohadones que habian salido de la nada. Se concentraron en el discurso del viejo de todas las edades y cada quien se prometió no perderse ninguna frase, ninguna palabra, ninguna sílaba, ningun sonido salido de la boca portentosa del anciano de todas las edades.

Shiva, ustedes ya lo saben, personifica lo absoluto. Es el principio que se sustenta en la actividad de la destrucción. Su trabajo es destruir y nada más que destruir. Pero este aniquilar tiene el sentido de regenerar la creación. Recuerden que Shiva tiene tres ojos. Uno de ellos está situado en medio de la frente. Tiene, también en la frente, una luna en cuarto creciente. Shiva enseña el tambor llamado damaru. Este tambor, al ser batido, da orígen a todo el lenguaje. Un collar de calaveras se enrosca alrededor de su cuello. Shiva aparece con el cabello en desorden, todo su cabello está enmarañado.

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En la leyenda sobre Shiva se dice que cuando las Divinidades originales batían el océano de leche, se generó en el blanco líquido una cierta cantidad de veneno. Shiva, entonces, para salvar a los Devas, se bebe todo el veneno, de allí que Shiva sea siempre representado con la garganta de color azul, que es el efecto que el veneno produce al manifestarse en la epidermis. Las cenizas que a menudo se observan en las cercanías de Shiva representan la filosofía de la vida y la filosofía de la muerte. Con una de sus manos sostiene el tridente al cual después Paracelso recurre. La piel de tigre que Shiva lleva sobre sus hombros, Piñaka, es la victoria sobre toda fuerza. La fuerza de la destrucción es la más poderosa de todas las fuerzas. Shiva destruye, crea y regenera. Una bella imagen ha sido creada al decir que el río Ganges fluye desde el cabello de Shiva.

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Los sirvientes de Shiva, siempre obedientes a la Divinidad implacable, reciben el misterioso nombre de “pramathas”; vale decir, los que atormentan. Estos sirvientes, estos vasallos, son seres infernales sobrenaturales o demonios y constituyen las tropas de su ejército. En las hojas del libro de los esplendores se puede leer que Shiva había entrado en disputa con su hijo Ganapati que era el lider de las tropas. No hay ni habrá nadie que pueda vencer a Shiva. Shiva le corta la cabeza a su hijo Ganapati de un tajo. Poco tiempo después, Vishnu, para devolverle la vida a Ganapati, degolla a un elefante e injerta la cabeza del animal en el cuerpo de Ganapati. Ganapati, entonces, se convierte en Ganesha. Shiva es el alegre Dios bebedor de licor. Shiva danza siempre, y con esta danza destruye al universo entero. Shiva tiene tres ojos y tres hijos; los hijos de Shiva son: Ayappa, Karttikeya, el dios de la guerra y Ganesha, el orgullo.

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Las leyendas dicen que Shiva posee 1008 nombres. Aqui hay que interpretar esto: la cifra mil ocho da el numero nueve, que significa el portentoso trabajo que el Iniciado debe llevar a cabo en la esfera nueve para vencer a los demonios que lo mantienen prisionero en el mundo de las irrealidades y las ilusiones. Cerca de Shiva vemos la piel de venado, que es la mente siempre saltando de un lugar a otro sin encontrar jamรกs la quietud. Al vestirse con la piel de venado Shiva controla siempre la mente. Kali, la Diosa negra, nace cuando Shiva observa y mira hacia su interior. Kali es el reflejo de Shiva.

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El anciano de todas las edades había hablado. Isiadel y Marcel guardaron todo lo dicho por él en sus corazones. Todo ese encuentro, todas las palabras dichas, todo ese conocimiento sería recordado por las eras de las eras. Podéis retiraros a los aposentos dispuestos para vosotros. El día de mañana está acercándose, dijo el anciano. El anciano de todas las edades se desvaneció en el aire. Isiadel y Marcel se dirigieron exactamente a sus aposentos sin que nadie tuviera que indicarles donde se encontraban. En noche, antes de acostarse a dormir, meditaron como siempre lo habían hecho, desde el mismo día en que Ernesto Covadonga y el sacerdote alquimista vasco, años atras, los habían consagrado como marido y mujer en la iglesia gótica de Pamplona.

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CAPITULO SEGUNDO Ernesto Covadonga había llegado, junto con Portinari, el viejo investigador privado, a la ciudad de Göteborg, en Suecia, para encontrarse con el negro Maller, que había abandonado Jamaica y se había refugiado en el frío nórdico negándose al regreso. El negro Maller retornaba constantemente a Jamaica, pero era con el propósito de adentrarse en pueblos y villorrios cercanos a la costa y yá decidídamente inmóviles en un tiempo que no existía, solo con el fin de descubrir rones de toda clase abandonados en baules y cajas y cubiertos por el incansable polvo del olvido. Maller tenía en su departamento rones extraordinarios y había invitado a Ernesto y a Portinari a beber algunas botellas. El negro Maller quería consultar a Ernesto sobre asuntos relacionados con la lucha de algunas mujeres escandinavas por lograr su reivindicación y, sobre todo, enfocar sus trabajo en la lucha de la liberación de las mujeres del mundo olvidado; es decir, el llamado “tercer mundo”, donde las mujeres estaban desde temprana edad cargadas de hijos, sin acceso a los centros educacionales, sin trabajo, condenadas a un eterno sufrir por enfermedades sexuales, sumidas en la pobreza y totalmente inconcientes de su propia situación. El sexo, para ellas, era la condena y no la liberación. En realidad, Ernesto Covadonga estaba de paso hacia Estocolmo, pues había convenido un encuentro con el profesor Daniel Brandt, para investigar los aspectos impenetrables y vagos de las runas que el profesor quería discutir con él. El professor Brandt había estado estudiando la vida de Buddha y, al igual que el gran maestro, apoyaba la lucha que algunas de las mujeres escandinavas sostenían por las mujeres de los países en desgracia. Buddha, como todos lo saben, había permitido la entrada a las mujeres a su (la) Sangha, que eran las comunidades monásticas donde la mujer ya no estaba obligada a estar bajo el mando arbitrario del poder de los hombres.

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Ernesto le había dicho al negro Maller que Buddha había sido uno de los claros precursores de la puesta en práctica de un proyecto concreto para liberar a la mujer de su condición de esclava. Pero Buddha había hecho esto para liberar a la mujer de todas las cadenas y trabajar al lado de su amante y compañero elegido por el llamado del amor, del sacrificio y de su conciencia de libre elección. Esto significaba, había recalcado Ernesto, la liberación total del ser; es decir, los sacrificios concientes estaban enfocados a liberar al ser, tomando en consideración que esto significaba limpiar la cizaña de los campos psíquicos de la mujer y del hombre sin vincularlos a una especie de batalla intelectual o bien femenina o bien masculina.

La batalla de Buddha había sido siempre una suprema actividad de conciencia contínua para traer al plano de la realidad a los terribles depredadores invisibles que siempre han existido en la psique del interior de los seres llamados humanos y, al mismo tiempo, buscar las soluciones para erradicarlos y hacerlos desaparecer del espacio psíquico de los hombres y de las mujeres. Toda esta ciencia había desaparecido y solo unos cuantos sabían de su existencia, le había asegurado Ernesto para convencerlo. El negro Maller opinó que las enseñanzas de Buddha, en este concreto punto, habrían que ser rescatadas para, a través de las mujeres, traerlas al campo de batalla actual.

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El mundo no puede abandonar su estado de esclavitud en tanto la mujer siga dependiendo del proyecto masculino una y otra vez ya fracasado, había concluído el negro Maller. Hubo un voluminoso espacio de silencio que Maller rompió trayendo una botella de ron jamaiquino y dos vasos dispares. Pero lo que había traído a Ernesto a Escandinavia era la súplica que Maller le había hecho para que le librara de sus padecimientos. Maller tenía problemas que estaban vinculados con los males cardíacos y la circulación de la sangre; además que había contraído unas bacterias que su medico no había podido localizar y que le afectaban la piel y se le manifestaban en pústulas y llagas que se negaban a desaparecer. Vamos a iniciar todo esto con la cura de la orina, le había dicho Ernesto y Maller había pensado que Ernesto le estaba tomando el pelo. Acomodándose las gafas, Ernesto empezó su charla informativa: Algunos lúcidos hombres de ciencia han logrado substraer nuevas substancias de la orina. Hay una materia que disuelve la actividad embarazadora y obstructiva de la sangre; esta materia sirve para sanar los padecimientos cardíacos y las incapacidades de la sangre para poder circular. La orina posee efectos devastadores para la formación de proteínas, para coordinar y normalizar el desajuste entre la mente y el cuerpo, para producir glóbulos rojos, para controlar el dolor, para producir espermatozoides más potentes y, sobre todo, crear hormonas en el organismo humano que normalizan, excitan o inhiben las actividades de otros órganos. La orina, de igual manera, actúa eficazmente contra bacterias, virus y venenos de todas clases que se van produciendo en el cuerpo con el correr de los años. La orina baja la presión arterial, reactiva las actividades musculares de ese motor llamado estómago y cura las úlceras y las heridas. Ernesto insistió que el negro Maller debía tomar su propia orina diariamente, en ayunas. Además le sugirió hacer ayunos de tres a cuatro días consecutivos cada mes. Lo único que el negro Maller debía ingerir eran dos substancias: su propia orina, un medio vaso, y agua durante los días de 13


ayuno. Ernesto hizo hincapié en que la orina limpiaba al organismo de impurezas. Maller debería evitar los jugos artificiales, los cereales, los alimentos tóxicos, los productos lácteos, el pan blanco, los productos enlatados, azúcar blanca, aceite vegetal y carnes. Pasado el ayuno, Ernesto le esclareció que comiera frutas y verduras y tomara siempre mucha agua. El negro Maller le prometió seguir la cura de la orina sin violar ninguna de las observaciones. Estuvieron hablando de todo durante un poco más de una hora. Portinari había llegado con su bolso de espaldas cargado de comestibles. Maller fué a traer las copas de vino y masculló algo sobre los vasos que habían ido desapareciendo uno tras otro y Ernesto había abierto la puertecita de la alacena de la cual extrajo una copa de vino y le sirvió ron jamaiquino a Portinari. Los tres brindaron por el amor, las mujeres y la sabiduría sin la cual, de acuerdo a Maller, uno no puede arreglárselas en la vida. Ernesto les relató sobre el professor Daniel Brandt y sobre las discusiones que le estaban esperando en Estocolmo. Habló de las runas brevemente y Maller llenó otra vez las tres copas de ron. Portinari brindó por los años que le quedaban por vivir y expresó sus deseos de encontrarse con una buena mujer sueca para quedarse un par de años en Escandinavia y quizá morir en estas tierras donde tantos hombres habían llegado por unos meses y terminaron rezagando siempre el regreso sin cumplir con sus promesas del principio. Portinari se quedaría en lo de Maller mientras Ernesto partiría hacia Estocolmo. Pero Ernesto atrasaría el viaje hacia la capital de Suecia por lo menos dos semanas, pues él deseaba antes que nada, meterse a la biblioteca para seguir estudiando todo lo que le quedaba por investigar acerca de las runas, conocer el puerto de Göteborg y descansar un poco. Ernesto tendría, por los cálculos hechos, seis meses viajando constantemente de una ciudad a otra y de un continente al otro. Había estado estudiando ruinas, jeroglíficos, documentos antiquísimos, fórmulas que los magos de la edad media habían usado con efectividad, sobre todo, había entrevistado a las personas mas viejas, a los curanderos, gitanos, brujas, hueseros, etc, en Singapur, en Khatmandu, en Lhasa, en Ulan Bator, en el desierto de Gobi, en Osaka, en Nagoya, en Tokyo, en Lahor, en Kabul, en Teheran, en Ankara y en Estambul y, por supuesto, en los centros de recopilación de antiguos documentos que se encontraban a la venta y en posesión de particulares y en las bibliotecas y las librerías de New York, Venezia, Florencia, Paris, Roma, Barcelona, London, Beijin, Río de Janeiro, Buenos Aires, Mexico City, Yucatan, Veracruz, Caracas, Praga y, también, había visitado muchas veces como un relámpago y solo un día, ciudades pequeñas y villas menores para dar conferencias o visitar a nuevos y viejos amigos solamente. La estadía en Göteborg le había caído de perlas y estaba feliz de poder encontrarse en una mediana ciudad, con unos buenos amigos a su lado y con el tiempo suficiente para disfrutar lo que la ciudad estuviera dispuesta a ofrecerle. Portinari tuvo que mudarse hacia un hotel en las cercanías y Ernesto se quedaría en lo de Maller pues el piso del negro tenía solo dos recámaras. Además le quedaban muchos temas y capítulos de viejos documentos y libros olvidados que estudiar. 14


Eran las siete de la noche de un viernes caluroso. El mes de julio había llegado con fuerza y vitalidad y había traído una robusta carga de sol en su seno. Todo Göteborg bullía de alegría. Ernesto se había enterado a través de sus conversaciones por teléfono con el profesor Brandt que Göteborg era la única ciudad sueca donde se podía vivir lo que se dice bien. La gente de Göteborg estaba habituada a relacionarse siempre con extranjeros y los había aceptado sin cuestionamientos de ninguna clase. Y esto pudo ser comprobado por Ernesto cuando empezó a encontrarse con gente que aparecía ante él al azar para establecer contactos de información preferentemente. Por las indicaciones de un brasileño que había vivido mas de treinta años en Göteborg, Ernesto fué introducido al mundo de los eternos disidentes. Allí no había reglas; lo que dominaba era el sentido de la chispa común y en sus fiestas se ponía a prueba el caracter de todos los invitados y outsiders. Ernesto había pasado todas las pruebas y fué siendo aceptado como uno de ellos en quince días. Todos estos cambios provocaron que Ernesto fuera aplazando poco a poco su viaje a Estocolmo y se decidiera por rentar un piso en el barrio de Haga, en los límites con la avenida Linné(gatan). Ernesto estableció amistad con una fotógrafa noruega, Kasari, que tenía muchos años trabajando en su oficio en el mundo artístico del teatro, la pintura, la moda, la escultura y todo lo que dependiera de estas ramas. Kasari y Ernesto se habían encontrado por primera vez en un Café de la calle Haga Nygatan. Ernesto había andado dando vueltas en busca de un sitio donde sentarse a tomar un café y cuando al fin lo había encontrado descubrió con cierto malestar que todas las mesas estaban ocupadas. Ernesto estaba por decidirse a seguir su caminata para buscar otro Café que le ofreciera la oportunidad de encontrar un sitio cómodo donde sentarse y desde el cual él pudiera disfrutar el desfile de la mujeres de Göteborg que en esas horas del día andaban en la búsqueda desenfrenada de algún hallazgo que descubrir por los viejas-nuevas boutiques de esa zona. Ernesto quería tomarse un buen café, de preferencia italiano, fuerte, para que le colocara en el nivel que sus deseos le exigían en esos momentos. Kasari, que estaba acompañada de su hija Vivianne, le ofreció a Ernesto gentilmente un lugar en su mesa. Esto no le había sorprendido a Ernesto en lo más mínimo. Admiró los razgos fuertes del rostro de Kasari que revelaban una personalidad llena de un vigor excitante, le vió las manos y descubrió que estaban adiestradas al movimiento de su oficio y admiró su exquisita sonrisa. Kasari se levantó de su silla y al ofrecerle la mano en símbolo de bienvenida Ernesto sintió que una corriente eléctrica le circulaba como un incontenible río por todo su cuerpo. Sintió en esos momentos que Kasari había estado adherida a su vida desde el principio de las edades. Con unas cuantas frases los dos habían establecido las columnas que sostienen a la amistad. Vivianne, que tendría por lo menos doce o trece años, era una adolescente envuelta por la magia de la virginidad en todo su esplendor. Dándole un tierno abrazo y colmándola de besos en las dos mejillas, Vivianne se despidió de su madre Kasari; mirándole a los ojos, hizo una pequeña y gentil inclinación ante Ernesto. Vivianne se perdió de vista y se disolvió en el gentío que iba rumbo al barrio de Linnegatan. Kasari y Ernesto 15


quedaron solos. Kasari inició la conversación quebrándola con los sonidos de su voz que, a los oídos de Ernesto, le parecieron susurros cargados de alegría bienhechora. Kasari le habló de la fotografía, de la luz, de la comida asiática, de la poesía, de la danza y de su gusto incontenible por las playas donde no hubiera mucha gente, sino solo se pudiera disfrutar del natural ruido de las olas del mar, el silencio del viento, el cielo, y la necesaria presencia de una adecuada compañía. Ah! recalcó Kasari, el vino debería estar en la mesa a la hora en que el sol estuviera titubeando en el horizonte antes de desaparecer. Ernesto le habló de todos los mundos existentes en todos los irreconciliables universos; le habló de la vida en ellos, describiéndola con infinidad de detalles minúsculos y observaciones casi microscópicas, también habló de los distintos animales, de los resplandecientes amaneceres, de los Elementales, del maestro Paracelsus, de la magia, de los dragones y de las sabias víboras: Se extendió a las plantas, los hongos, las raíces, las flores, los árboles milenarios, la sabiduría de los hombres sabios que habían pisado la tierra virgen del mundo cuando el mundo era un lugar de paz; le habló, también, de los distintos sexos, de la mujer y todos sus secretos todavía no descubiertos, de la tarea incumplida del hombre, de la pareja paradisíaca, del lenguaje que el hombre había perdido, de los jeroglíficos que habían sido olvidados. Para terminar, Ernesto le explico a Kasari sobre lo que era la política y sus brujos dirigentes cuyas actividades engañaban contínuamente; es decir, mentían de por vida a los hombres para anestesiarlos y manejarlos y hacerlos votar por ellos con el fin de adquirir riqueza, sexo y poder. Los dos habían erigido un lugar único para hablar, echando mano solo del recurso que disponían y que eran sus dos personas, el lugar que aceptaban que no había sido escogido por ellos, ni por la conversación, ni por esa tarde maravillosa que empezaba a declinar. Sin impedimentos por parte de ninguno de los dos, acordaron ir a comer cordero en el bar La Sombrita de Linnégatan. En La Sombrita continuaron la conversación que Kasari trató de encarrilar en sus dudas y sus preferencias filosóficas. Kasari quiso que Ernesto se internara en la política y Ernesto no tuvo reparo alguno en expresar lo que eso le parecía: un lugar y unos instantes para recordar, quizá, en el futuro, no tanto para él, pues él estaba seguro de la verdad de sus conocimientos y, lo que el menos deseaba era compararlos con los conocimientos tiernos de Kasari y los efectos contundentes que todo lo hablado causaría en el alma de Kasari. Ernesto habló en plata, como siempre solía hacerlo y dijo lo que su corazón sabía: los políticos son viejos bandoleros que andan siempre a la caza de fortuna; entre mas tienen, más desean. Para exponerlo con ejemplos, citó a la Union Europea. Dime, le preguntó a Kasari, si en la cúspide del grupo que la dirige no resaltan los viejos políticos añejados por lo que ellos llaman la experiencia para ocultar el ejercicio de la corrupción. Ellos, por su formación académica y por el ejercicio de la práctica en concreto, hacen muy poco por ejercer con medidas democráticas los cambios que la situación requiere. La plata la envían de un país a otro, sin olvidar, claro está, auto pagarse sueldos

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extraordinarios que rebasan todo sentido común. A esto añaden pagos extras por hotel, alquiler de pisos de primera clase, gasolina o nafta, pasajes de avión en primera clase, taxis, alimentación, gastos de representación y todos los etcéteras que cualquiera desee. Los trabajadores se las tienen que encarar con despidos, bajos sueldos, la negación contundente o las bajas en las sumas de dinero a las que tienen derecho o alguna vez tuvieron derecho por parte de las cajas de seguro; el servicio medico ha ido empeorando y las medicinas se han ido hasta la atmósfera terrestre por su elevado costo. La alimentación base ha rebasado todo control. A pesar de todo, la mayoría de la gente continua votando por ellos y los políticos continúan gobernando y controlando, dictando nuevas leyes que solo favorecen a sus amigos de aventura. Los gobiernos, para ayudar a las empresas en crisis de quiebra total, han dedicado grandes sumas de dinero, billones de euros o dólares, trillones, que se esfuman en los bolsillos de los gerentes y directores de empresas, pues ellos se reparten millones en regalías y bonus de todo tipo, aunque la empresa que representen haya presentado pérdidas en los últimos años o esté a punto de irse a la bancarrota. Todo el dinero va a parar a los hoyos negros: lo que caiga allí no se podrá encontrar jamás. Este es, recalcó Ernesto, el actual rostro del mundo en el cual nos encontramos. No hay dignidad, no hay Ètica, no hay una señal decente en la alborada. Lo que nosotros vemos en el horizonte ya no es solamente la primera garra: el mounstruo que se nos viene encima es de proporciones colosales. Kasari estaba estupefacta; todo lo que Ernesto había dicho era verdad y ella se daba cuenta que no podia negarlo. Pero Kasari tenía una personalidad templada en la batalla de todos los días que es la que va formando el carácter de los que empiezan a rebasar la condición humana para empezar a vislumbrarse como los concientes en los momentos cruciales. A Kasari le preocupaba seriamente la situación del medio ambiente. Tímidamente le sugirió a Ernesto si habría algún remedio para resolver el grave problema. Ernesto le había contestado que para resolver el problema había solo una simple cosa que hacer: pararlo todo! : hay que tirar todos los vehículos a la basura, hay que cambiar radicalmente todo nuestro modo de vida, hay que alimentarse de otra forma, hay que destruir todos los transportes aéreos y substituirlos por globos y dirigibles; Zepelines!, había gritado Kasari. Claro, Zepelines, había repetido Ernesto. Ernesto continuó: toda la riqueza generada por el trabajo de los humanos está repartida estratégicamente; son unos cuantos privilegiados los que se han apropiado de ella. Y los armamentos; es un delito ya el fabricarlos, el mercado negro abre sus puertas para venderlos al que pague más, todo está a la venta. Hay guerras por todos lados y los promotores de ellas se lavan las manos llevando los conflictos que ellos mismos crean al foro mundial de las discusiones. Los niños y las madres sufren el peso de todas las contiendas. La peregrinación de ellos es una larga caminata hacia la muerte. Hay un inquietante silencio en torno a todo esto; silencio, me entiendes Kasari, le había dicho Ernesto reflejando, no la angustia ni la desesperación en su rostro, sino una sublevación controlada. El hombre se ha convertido en una verdadera bestia esclava de su hambre incontrolable: hambre de poder, de riqueza, de ambición; hambre degenerada, corrompida por sus líderes y maestros y por sus experiencias 17


heredadas. Esta incontrolable pasión proviene de su interior, de la herencia depositada en la sangre por todos sus antepasados. Los trabajadores beben cerveza, vodka o ron barato; los ricos beben whiskys añejados, cognacs finos, vinos nobles. Los pobres se conforman con la TV; los ricos viajan de un lugar a otro, siempre en primera clase, para pasar sus vacaciones en mansiones y en playas privadas, o para admirar los más caros festivales; algunos llevan estos festivales y sus artistas a sus propias mansiones. Ellos consideran que esto es la libertad. Esta es la nueva forma de pensar; vieja forma de pensar, en verdad, había remarcado Ernesto. La clase rica de los romanos mandaba liquidar a sus adversarios por envidia para apropiarse de sus riquezas. La selecta clase rica en la Rusia de ahora surgió de los que tenían el control del aparato estatal represivo. Muchísimos de los millonarios y trillonarios, el pueblo mismo en Estados Unidos, creen y están totalmente convencidos que el Imperio manda sus soldados a cualquier parte del mundo para defender la libertad, cuando todo mundo sabe que los ejércitos van a donde se les mande para controlar fronteras, apropiarse de las riquezas de los países invadidos e impedir que sean otros los que se les adelanten. Todos los ejércitos del mundo deberían ser enviados a la pensión. Otra cosa sería si los ejércitos del mundo estuvieran dedicados a rescatar a los muertos y heridos de las grandes catástrofes naturales, pero nada de esto es asi. Las enfermedades aniquilan millones de seres humanos, pero no hay nada que hacer. Los medicamentos cuestan lo que se dice una barbaridad y las enfermedades continúan. En qué se emplean las riquezas de los países, verdaderamente? Kasari estaba a reventar de desesperación, pero aliviada, al fin, de atreverse a ver la realidad tal y como esta es; ella ya no tendría que seguir escamoteándole el rostro a las circunstancias; las cosas eran como eran y asi habría que afrontarlas.

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The environment, el medioambiente, L`environnement, de acuerdo a lo que cualquier ser humano con un poco de tranquilidad puede ver, es la cantidad, el grupo, la suma de valores naturales, sociales y culturales que poseen existencia en un lugar determinado y en un tiempo determinado.

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Los valores naturales están representados por la naturaleza tal cual nosotros la heredamos sin tratarla de cambiar o alterar: toda clase de plantas, los árboles, los tubérculos, los hongos, etc; el agua de sus arroyos, lagos, ríos, mares; los minúsculos animales que no podemos ver, los peces, toda clase de criaturas diurnas y nocturnas y toda clase de vida en las cuatro estaciones del año, el agua, el aire, la tierra y el fuego interior de todos. A todo esto añadimos el último elemento: los seres humanos. 20


Resulta que el Ăşltimo elemento, el elemento que estarĂ­a en mejor posiciĂłn de valorar y preservar todo esto; es decir, el hombre, es el que destruye todo esto; el hombre es parecido a la muerte, el cosechador definitivo.

Donde el hombre se presenta y pone las plantas de sus pies y coloca las manos pocas cosas pueden sobrevivir. Es claro que nos estamos refiriendo al ser humano base, al ser humano, digamos, comĂşn y corriente, y no al ser humano conciente, 21


pues este ser ve las cosas con el ojo de Dios, tiene el alma refinada, sus sentidos vibran delicadamente, el se ama a sí mismo, ama a sus semejantes, ama la justicia, ama a la naturaleza, ama a la creación y ama al sostenedor de todo lo creado. Este amor es eterno, no es una clase de amor que cambie de un momento a otro, es un amor que va, pese o a favor del tiempo, creciendo y enriqueciéndolo todo. Kasari había permanecido callada la mayor parte del tiempo. Ernesto hizo una pequeña pausa y vertió más vino Amarone della Valpolicella en las dos copas. Kasari le miró con ansias a los ojos; parecía pedirle con su tierna y temblorosa mirada que todavía no era la hora de acabar, que el tiempo sobraba y estaba al lado de ellos, por lo menos en esta noche y que ellos deberían aprovecharlo todo para redondear esa bella amistad que había nacido entre ellos y limpiar las desgracias de los días y sus horas tortuosas, había dicho Kasari. Ernesto continuó:

Están sucediendo cosas macabras en el seno de la naturaleza. Los árboles frutales y legumbres; en fin toda clase de verduras, están siendo regadas con preservativos basados en la química a la que los hombres sin principios acuden con el único fin de ganar dinero. Las frutas que se venden en los mercados, con sus excepciones, causan alergias y enfermedades de todo tipo en las gentes que las consumen. Por 22


otra parte, toda la serie de gases y poluciones que las máquinas de transporte aéreo, marítimo y terrestre y los inconmensurables resíduos de la industria, están contaminando el aire y calentando la atmósfera a una velocidad aterradora. La gente empezará pronto a enfermar por millonadas debido a esta irresponsabilidad criminal.

Los llamados científicos de nuestro tiempo son los viejos hechiceros de otros tiempos. Ellos dedican casi toda su vida a inventar armas, bombas demoníacas, granadas de un inmenso poder mortífero, carros blindados de ataque y defensa, marinos y terrestres, aviones, submarinos, cohetes, etc. Todos estos inventos son diabólicos, todas estas pesadillas infernales son originadas en mentes enfermas y sirven solo para aniquilar a otros hombres. A qué se debe que un científico haya pasado años estudiando en colegios y universidades, dedique el resto de su vida a pensar y fabricar armas y máquinas de destrucción? Esto demuestra que el pensamiento es diabólico. Es innegable, también, que toda esta actividad está emplazada contra la vida. Cuantos billones, trillones, cuatrillones de dólares o de euros se despilfarran en proyectos de muerte similares? Nadie tiene control sobre las inmensas sumas de dinero que se arrojan a este holocausto de destrucción. Por qué no usar ese dinero para construir hospitales, escuelas, universidades en donde 23


se investiguen las causas de las enfermedades para descubrir sus curas definitivas; por que no aplicar ese dinero para edificar casas para las familias pobres en los continentes olvidados, para ayudar a los sobrevivientes de todas las catástrofes a reiniciar sus vidas, para aniquilar el hambre de tantos niños y bebés que mueren a edad temprana? Por qué no enseñar escribir y leer a todos los analfabetos del mundo entero? Ernesto brindó por Kasari y Kasari brindó por Ernesto. Detrás del negocio de las drogas están muchos siniestros personajes: los políticos y los establecimientos de espionaje y contraespionaje, que desean hacer caer a los gobiernos que no les son convenientes a sus intereses y objetivos, los departamentos de control de la salud que se encuentran en manos de la industria de la medicina, los militares que siempre quieren tener una guerra, los que quieren ganar dinero en forma rápida y sin riesgos, los que andan tras la plata y corren todos los riesgos, los que mantienen la situación y la agudizan hasta provocar profundas crisis que, al final, arrojen ganancias, parálisis políticas y males sociales. Al fondo están todos los que tienen que soportar el peso de toda la pirámide; es decir, los que consumen la droga, los que en su dependencia van perdiendo poco a poco todo sentido humano para caer en manos de la peor ralea de la sociedad: bandidospsicópatas extorsionadores-criminales. Los consumidores tienen que perseguir el dinero todos los días para conseguir sus dosis vitales y para enriquecer a los caballeros y, algunas veces, damas que se encuentran en la cúspide de la pirámide. Pero los autores de todo este marco de miseria física y moral nunca van a parar a las salas de los tribunales, pues las mayorías de las instituciones donde la ley debería de aplicarse han caído en el remolino de la burocracia y permanecen inactivas y mudas. Funcionan solo para reprimir. Lo que se considera el problema de las drogas se simplificaría en un 50%, tal vez en un 60% o en un 70%, legalizándolas.

Toloache (Datura Inoxia)

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Hace miles de años atras, los habitantes del mundo comían, bebían pócimas, fumaban ciertos cactus, hongos, lianas, plantas, hierbas, etc,

Marihuana

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Marihuana Para conectarse con los elementos y con sus dioses a travĂŠs del conocimiento que tenĂ­an de la naturaleza.

Cactus San Pedro

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Ayahuasca

Ayahuasca

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Cactus San Pedro

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Los que han descubierto el filón de oro que significa vender las drogas procesadas y prohibirlas para hacerlas circular en el mercado de la demanda, no están dispuestos abandonar el negocio. Por eso hay muchos que se oponen a su legalización. Necesitamos hombres sabios y mujeres sabias que actúen políticamente para resolver todos estos problemas aplicando el corazón y no las amenazas, la cárcel o la intimidación. El momento de hacer un alto y actuar de manera sabia ha llegado. De otra manera, no es muy difícil imaginarse hacia donde vamos todos, no es cierto, Kasari, inquirió Ernesto. Esta pregunta provocó que Kasari le acariciara las manos y le mirara con la luz del corazón tratando de decirle que él tenía razón en todo eso. Permanecieron tomados de las manos y callados un tiempo que se fué alargando. Kasari levantó su copa a medio llenar de Valpolicella clásico y brindó por Ernesto y por ella y por la esperanza de que algo extraordinario pasara antes de que las maldiciones aterradoras de las fuerzas que estaban esperando en las sombras empezaran su inconcebible y loca carrera con todas sus iras desatadas sin nada de control y arrasaran con todo y no perdonaran a nadie. Kasari echó una mirada a su reloj de pulsera y constató que eran las once de la noche. Kasari vivía en Haga y Ernesto iba camino a lo del negro Maller. Acordaron hablarse por teléfono después de haber cambiado sus señas. Kasari se dirigió a su piso y Ernesto cambió de idea: tomaría un taxi. Asi lo hizo y en unos siete minutos estaba en lo del negro Maller. La noche de ese viernes había sido invadida por el bullicio de los gritos de los deseos animaloides, de la falsa alegría y de la irremediable tristeza; el cielo reflejaba un pozo negro con las estrellas brillando como testigos silenciosos, mientras Ernesto iba pensando en las horas que volaban rápidamente preparando la venida de otro día más.

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CAPITULO TERCERO Miguel Antonio Lessing Ibarra se formó en el seno de un grupo familiar donde las ideas sobre el sexo quebraron todas las bases, el cuerpo y las fronteras de todos los lazos sociales. La voz entre la gente había hecho siempre correr rumores que dejaban estremecidos a todos los que la escucharan. Las historias que se contaban sobre los Lessing Ibarra pasaban de lengua en lengua y dejaban huellas llenas de sorpresa, inquietud, miedo y terror. Miguel Antonio había sido, hasta los dos años, lo que se puede considerar un niño normal. Fué a partir de los tres años y en el período inicial de la adolescencia donde él había empezado a mostrar síntomas de desarreglos psíquicos: torturaba y mataba, atravesándoles el corazón con clavos ardientes, a los pájaros que había primero apresado con semillas humedecidas en vino y que después había arrojado al enorme jardin lleno de exhuberante vegetación envenenaba a los gatos y, durante todo el tiempo que los efectos del veneno causara, disfrutaba viéndolos morir. En las fiestas arrojaba, con una cervatana, polvo pica-pica por las ventanas. Las fiestas terminaban siendo abandonadas por los invitados y participantes rascándose por todo el cuerpo para intentar deshacerse de las picaduras que el polvo causaba; a los perros los maniataba con cadenas y les cercenaba, con un escalpelo, partes del cuerpo con mucha lentitud en una precisa ceremonia de tortura. A uno de cada cuatro le sacaba los ojos y después les preguntaba, dibujándo símbolos raros con carbón en la tierra, donde estaban enterrados los tesoros. Miguel Antonio, para justificarse ante los demás, decía que lo que el buscaba era lograr poner a flote la capacidad de los animales para predecir los sucesos por suceder y para revelar misterios imposibles del pasado y del futuro. Por las madrugadas, ataba ranas y sapos y los maniataba a pinchos y agujas clavados en los terrenos donde las víboras acudían para tragarse a los bichos; el fin era atrapar a las víboras para sacarles los corazones y comérselos allí mismo; también abría a las víboras con el escalpelo y se bebía la sangre de ellas. Todo esto lo había aprendido de su padre, Miguel Lessing, que lo había heredado de su abuelo Antonino, un viejo robusto curtido por los severos quehaceres de la selva en Tabasco, de donde la familia se había cruzado entre parientes de sangre directa y sangre lateral, primos carnales y demás miembros del clan. Esto, en pocas palabras, era lo que se sabía de sus antecedentes y de sus orígenes. Cuando Miguel Antonio Lessing Ibarra cumplió los siete años de edad se le despertó una sed sexual incontenible. Mas adelante, cuando hubiera cumplido los dieziocho años, acompañado de los hermanos Pizarro, Emilio y Rafael, partía hacia los burdeles y era común que se metiera, una detrás de la otra, con tres o cuatro putas durante una noche. Las putas solían decir que Miguel Antonio poseía una energía sexual incontrolable y una verga descomunal y que era insaciable, pero que algo no funcionaba bien en su atribulada cabecita. Todos los Viernes, Miguel Antonio salía por la puerta del jardin de su casa segundos antes de que el reloj marcara la medianoche. Rafael y Emilio Pizarro le estaban 30


esperando en el Jeep debajo del enorme árbol de Tilo cerca de la oscura esquina que formaban las calles de Morelos con Zaragoza. Miguel Antonio tomaba su camioneta Chevrolet y les hacía señales oprimiendo tres veces el botón de su lampara de bolsillo para indicarles a Rafael y a Emilio que le siguieran. La idea era dirigirse hacia el billar para juntarse con el resto de la pandilla. Con la Chevrolet y el Jeep repletos, Miguel Antonio y los hermanos Pizarro colocaban la brújula apuntando hacia los burdeles de Palma Sola. A los burdeles acudían almas torturadas y solitarias en busca de compañía y aventuras momentáneas. Los burdeles se llenaban de trabajadores de la industria petroquíomica que habían acabado su turno de la noche, de empleados del comercio, de experimentados marineros cazando las locuras del sexo, de estudiantes que apenas estaban descubriendo los placeres y de turistas que habían abandonado la soledad de sus cuartos en los hoteles para buscar un poco de alegría y compañía. Una de las putas preferidas de los pandilleros, la Reina Victoria, escogía siempre a Miguel Antonio para llevárselo a su templo de actividades; las razones, según relataba Rafael Pizarro, era que la Reina Victoria disfrutaba mucho con la descomunal verga de Miguel Antonio; aparte de la abundante plata que le substraía de los bolsillos por las horas que permanecía con él metida en su enorme cama. Miguel Antonio, según las propias palabras de Victoria, llegaba muchas veces cargado de regalos: joyas, zapatillas de tacón alto, ropa deportiva, vestidos fastuosos, boletos de viajes a las playas de Puerto Angel, Acapulco, Puerto Escondido, Cancún, Puerto Vallarta, Veracruz y de vez en cuando la sorprendía con un viajecillo extra a Cuba o a las playas perdidas de islas poco conocidas del Mar Caribe. Miguel Antonio le había comprado a la Reina Victoria una mansión en Coatzacoalcos con la idea de que ella se retirara y se dedicara exclusívamente a él nada más, pero la Reina Victoria padecía del inextinguible mal de la lumbre uterina y necesitaba todas las vergas del mundo y muchos hombres de todos los lugares, todos los colores y todos los tamaños para metérselos entre las piernas y disfrutar de todas las manos, las lenguas y las vergas, naturales y fabricadas, por la boca, por el coñito, como ella le llamaba a su ardiente sexo, y por el culo. Ella gritaba, cuando el alcohol le había invadido y robado la razón, que una Reina, como era ella, necesitaba vivir su vida tal como ella la sintiera y tal como ella quisiera sin hacerle caso a ningún cabrón no importando ni la clase social, ni la conciencia, ni la riqueza que el hijo de las maldiciones tuviera y disfrutara. Para ella, en la cama se acababan todas las diferencias; eso sí, la igualdad era mejor si la verga cumplía los reglamentos y su hambriento sexo recibía la cuota poderosa y complicadísima que ella exigía de todo macho que cayera en sus terrenos de ansias incontenibles e irreparables, deseos enfermos y conquistas momentáneas muy necesarias y mus vitales.

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CAPITULO

CUARTO

Ernesto, que había llegado a lo del negro Maller, le dijo que las mujeres son diferentes una de la otra; también le dijo que los hombres son diferentes uno del otro. El negro Maller se puso en guardia: en el eterno fluir, - continuó Ernesto - el tiempo va dejando sus marcas en cada uno de los seres humanos. Los que entienden más rapidamente, los que se apropian de la sabiduría, esos van eliminando las marcas del tiempo de sus pieles y de sus vidas. Los que no lo entienden, los que no quieren vérselas con la sabiduría, esos heredan las huellas del tiempo a sus hijos y estos, los más, heredan a su vez a los que hayan de venir. El tiempo y la herencia y todos sus aconteceres crean criaturas que viven en el interior de los seres humanos; es decir, estas criaturas van creciendo, van adquiriendo experiencias nuevas, ideas concretas, se las van manejando siempre en el adiestramiento: algunos llegan a brillar por el oficio desempeñado en el transcurrir de cientos o miles de años. Unos siempre “saben” más que otros: allí vemos emerger diferencias sociales. Las diferencias sociales se dan por la herencia recibida: un ser humano con bienes recibe una herencia rica en maldad o rica en bondad, mientras que un pobre ha recibido una vasta experiencia en bondad o una herencia en maldad. También esta herencia sucede al revés. Mientras un ser humano reciba, al nacer, una herencia con una mayor cantidad de criaturas adiestradas en el mal; es decir demonios, diablos, criaturas satánicas, mayor será la capacidad para desempeñarse en el mundo de los hombres donde los males son cuestión común. Pero esta capacidad es maligna, no es una capacidad benigna. Los distintos receptáculos demoníacos que cada ser humano recibe en el mundo los merece por la cantidad de daño que pueda hacer a los demás y pueda hacerse a sí mismo; también por la cantidad de bien que pueda dar a los demás y a sí mismo. ¿Que entendemos por “seres adiestrados”? Bueno, el ente adiestrado es un demonio que ha ido afinando y “perfeccionando” su capacidad de mal en sí. Lo opuesto al demonio, es un ser humano que ha ido afinando y perfeccionando su capacidad de bien en sí. Aunque similares en muchos aspectos los dos son definitívamente distintos tipos de seres humanos: unos dedicados al bien; los otros dedicados al mal: hay héroes, intelectuales concientes, científicos concientes, políticos concientes (aquí la cantidad es menor, pues en el oficio de político el mal elige a sus adeptos con mayor capacidad para mentir), comerciantes concientes, trabajadores concientes, obreros concientes, empleados concientes. El otro rostro, la otra cara nos muestra no a los héroes, sino a los traidores, a los intelectuales inconcientes que se dedican apoyar y propagar los discursos políticos del mal, a los científicos que trabajan para producir armas pavorosas que se usan para matar, o a los científicos que hacen uso de su inteligencia para fabricar medicinas que no funcionan y que se venden a un gran costo produciendo problemas en quienes las usan, a los políticos que venden a sus patrias y que mantienen los salarios bajos y que se roban el dinero de los pueblos, a los trabajadores que votan a los líderes corruptos, a los comerciantes que venden 32


productos que envenenan la salud, a los obreros que espían para delatar a sus compañeros, a los empleados que ya no tienen conciencia y trabajan sin saber lo que sus manos y cuerpos hacen o no hacen; ellos han perdido todo sentido de vida. El negro Maller estaba muy interesado en los demonios que habitaban en el interior de los seres humanos sin que estos fueran concientes de la existencia de esas criaturas. Cómo es esto posible?, había inquirido el negro Maller. Ernesto trataría de explicarlo de alguna manera menos rígida, y se vió obligado a retornar a los orígenes; es decir, a los tiempos en los cuales la mujer era la encargada de llevar la vida familiar sobre sus hombros, esos tiempos en donde la conciencia de los seres no estaba dispersa ya que se concentraban en amar y eran concientes del amor. La tierra estaba llena de frutos y el hombre recogía toda clase de raíces, tubérculos, vainas, nueces. El hombre labraba la tierra y recogía el producto del trabajo que no era esclavizador. Eran tiempos en que los hombres vivían en armonía con los animales y con la naturaleza. Cada mujer y cada hombre trabajaban uno al lado del otro para sustentar a sus familias. Había grupos familiares que desarrollaban sus faenas en común para sostenerse y cubrir sus necesidades. Hoy en día, todo mundo cree que en estos tiempos el ser humano es más inteligente que en tiempos idos. Eso es falso. Lo que más importaba en los tiempos idos era no transgredir el pacto entre las divinidades y ellos. ¿Cuál era ese pacto? : No comer del árbol prohibido; vale decir, mantener el sexo en la misma línea de sabiduría en que ellos lo habían recibido directamente de los Dioses. No comer del árbol de conocimiento significaba que las divinidades y ellos se amaban mutuamente. Las divinidades les daban todo y ellos amaban a las divinidades, a la vida, al día, a la noche, al viento, al agua, al fuego, a la tierra, al sol, a la luna, a los animales, a los árboles que daban frutos y al trabajo de la tierra que les daba alimento.

Los días y las noches eran perfectas. Los hijos eran perfectos y las hijas eran perfectas. El hombre y la mujer se amaban en verdad, pues no habían roto con el pacto de amor. Desde ese mismo día, desde que la mujer y el hombre rompen con el pacto de amor, la culpa cae sobre sus vidas donde ellos esconden la transgresión; de allí provienen todos los males y todas las culpas se van almacenando hasta convertirse en montañas gigantescas donde los pecados y los vicios y “errores” del 33


mundo se ocultan. Las mujeres de hoy día que se autodenominan concientes quieren romper con todas las situaciones que les recuerden todos los momentos en donde ellas han sido traicionadas, envilecidas, abandonadas, maltratadas, golpeadas; en fin, muertas, por los hombres. Se niegan a ver y reconocer que no todos los hombres son las bestias que muchas detractoras y ellas mismas proclaman: muchas son esas criaturas miserables, es verdad, pero no todas. Tampoco todas las mujeres han caído en el pozo negro de las maldiciones y ofensas. Hay algunas mujeres felices y hay algunas mujeres demoníacas que han destruído psíquicamente a todo hombre caído en sus garras. También hay mujeres que han sufrido todo el peso del mal por parte de bestias diabólicas masculinas. Muchas de esas pobres y miserables mujeres van a parar a los burdeles y venden sus cuerpos a todos los machos que les paguen hasta ir marchitándose poco a poco en esa muerte lenta que parece no tener jamás final. Muchas de esas mujeres se van hasta el otro extremo y para ser libres, se llevan a cualquier cama a todos los hombres que ellas deseen, se emputecen, pierden la conciencia; se llaman a sí mismas liberadas y son esclavas de sus deseos que los demonios de su interior cosechan. Los demonios, amigo Maller, viven en el interior de todo ser humano y no desaparecen jamás. Por eso el mundo es el lugar donde el mal prevalece. El mundo pertenece a Satán y a sus bestias; el mundo no pertenece al bien. En el mundo, sin embargo, hay algunas personas buenas trabajando en el bien. Estas no pueden ser tocadas por el mal. Los tiempos modernos son un escaparate en donde las mujeres aparecen ligadas a las mentiras de la industria: las mujeres son engañadas y están auto-engañadas por las técnicas manipulativas del aparato medial. Ellas compran ropa, cremas para la cara, cremas para las piernas, cremas para las manos, cremas para los brazos, pinturas para los labios, pinturas para la cara, perfumes que se fabrican debido a la masacre de animales, zapatillas, vestidos, aparatos para hacerse el amor a sí mismas, vergas de plástico enormes, vibradores, aparatos para hacer masaje, etc. Los hombres compran menos que las mujeres pero están en dependencia de tener que adquirir ropa deportiva, ropa para los fines de semana, ropa para trabajar, etc. Este universo Del consumo es gigantesco y crece día a día. Después vienen los artículos de ”necesidad” familiar para la cocina, la recamara, el baño, el jardín. A estos se añaden otros: coches, motocicletas, bicicletas; hay quienes tienen aviones, barcos, distintas casas en distintas partes: en la ciudad, en el campo, en la montaña, en la costa, en otros países. Sin embargo, las grandes mayorías, especialmente en los continentes olvidados, no poseen nada; para ellos la vida es un martirio de hambre, 34


enfermedades, soledad, olvido, humillaciones, miseria, pobreza. Los que tienen mucho no sienten ningún tipo de compasión por los que no poseen nada. Crees todavía, Maller, que el mundo es un lugar de justicia?, preguntó Ernesto. Maller le dijo que no, que el mundo ha sido desde las eras perdidas un lugar donde el mal ha cagado y orinado y vomitado donde se le ha pegado la reputísima gana. Y de las mujeres que solo ven una parte del inconmensurable problema ni me hables; tampoco me menciones a los hombres que se han olvidado de su condición y se han dedicado a negarle todo derecho a las mujeres. Pero, ¿puede hacer un solo demonio todo esto? le pregunto el negro Maller. Ten en cuenta, le respondió Ernesto con toda calma, que cada persona lleva en su interior muchos demonios, decenas; algunas llevan cientos o miles.

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Todos estos demonios están en guerra; todos quieren el control absoluto de la persona en cuestión, pero como todos ellos son fuertes y vigorosos, el resultado es que gobiernan anárquicamente a la persona durante minutos, horas o días, depende la fuerza del demonio o la debilidad de la persona; con debilidad quiero decir, nada de conciencia acerca de la presencia de los demonios en su interior; ella no sabe que los demonios tienen existencia real, me entiendes?, Maller. No has visto a mujeres que caen rendidas ante la persona-demonio de algún macho poderoso? O a hombres que se han rendido a las persona-demonio hembra? O algún político-demonio que hunde a su pais en la más negra desgracia? No te estoy hablando paja, te estoy hablando de los misterios que tienen que ser revelados ya, si es que verdaderamente queremos tener una posibilidad de salvar al mundo. El negro Maller se quedó mirando a Ernesto y en su silenciosa mirada había miles de preguntas por hacer. Ernesto se metió al baño a lavarse la cara y a cepillarse los dientes. La noche había entrado y las horas fueron cayendo en los huecos de todas las superficies donde las sombras habían buscado sus espacios de cansancio.

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CAPITULO

QUINTO

Isiadel Deva y su esposo Marcel Ray se encontraban en las grutas de la Serpiente. Las grutas tenían cientos, miles de túneles que se conectaban con salas, jardines, lagos interiores, caídas de agua y túneles que conducían hacia otros túneles que tenían varias salidas en la selva. La estadía de Isiadel y de Marcel se prolongaría hasta que ellos hubieron digerido la mayor parte de la ciencia de la Serpiente; tal vez ellos estuvieran obligados a vivir en las grutas de la Serpiente por un tiempo que nadie podría predecir. Isiadel y Marcel estaban en un lago pequeño con una caída de agua. Nadaban y conversaban con los Elementales del Agua, compañeros amigos todos de Marcel. Sobre una cristalina roca, el viejo de todas las edades, con los brazos en alto, pronunciaba mantrams milenarios que Isiadel y Marcel y los demás Elementales memorizaban. Eran mantrams de defensa y protección, pues estaban formados con el lenguaje de la luz, que es el lenguaje que los primeros habitantes que llegaron a la Tierra usaban para comunicarse entre sí. Poco a poco todos fueron cayendo en un estado imposible de olvidar. Isiadel dudó unos instantes y se preguntó si el estado en que se encontraba no sería un sueño. Marcel, sin omitir ninguna palabra, le dijo que el sueño era la forma como la sabiduría llegaba a la vida de los hombres y a la vida de todos ellos los Elementales.

De los ojos del viejo de todas las edades salieron llamas y todos sintieron en sus corazones lo que el anciano les decía: Vishnu es el preservador y monta al águila solar.

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Shiva, que es el destructor, monta al toro; mientras que Brahma, el creador, monta al ganso que todos conocen con el nombre de Hamsa. Hay que referirnos a los atributos de Vishnú: el mazo, el disco y la caracola. No olvidéis que los atributos de Shiva son el tridente, la rosaleda (el rosario de 108 cuentas), la media luna, el tercer ojo y la serpiente. Pero hoy hablamos de Vishnu. Vishnu es la fuerza mantenedora y preservadora, es la fuerza suprema de la bondad y la luz del universo. Vishnu ha renacido como Lord Krishna y como el sabio rey Rama, el esposo de Sita. El águila que Vishnu también monta es Garuda. Una de las anécdotas de Vishnú es haber liberado al elefante que había caído prisionero en el pozo donde las serpientes nagas lo tenían sujeto sin dejarlo ir. El paraíso donde Vishnu habita es llamado Vaikuntha. Vishnu posee cuatro brazos y porta una corona real en la cabeza que lo señala como el monarca y rey de los cielos. Sus manos forman “el gesto de no temer”; es decir, el Abhaya mudra, y “el gesto de cumplir y realizar”, llamado el Varada mudra. El Abhaya y el Varada son mudras de un gran poder y quien los encarne y los sienta puede realizar toda gesta sin temer. Los brazos y los pies de Vishnú están adornados con anillos. Su cintura está cubierta por un cinturón lleno de muchísimas decoraciones. A Vishnú suele también representársele parado o sentado sobre un Loto o sobre la serpiente Ananda (Ananta) o como ya dije antes, sobre el águila solar Garuda. Garuda es una combinación de hombre y pájaro, hijo de Kashyapa, el patriarca de los Dioses y su esposa Vinata. Ananda (Ananta) y Sesha significan lo mismo: la Serpiente cósmica.

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Durmiendo sobre la serpiente Ananda (Sesha), Vishnú es el iniciador, el originador cósmico. Vishnú preserva. En las leyendas que el tiempo no puede jamás borrar está escrito que mientras la noche de Brahma transcurre, la Divinidad Vishnu duerme; es decir, toda la creación está en descanso. La Serpiente Ananda, que posee nueve cabezas, es la protectora de Vishnú. EL universo entero se encuentra en el interior de Vishnú. Recostada a los pies de Vishnú, se encuentra su esposa ShriLakshmi, quien con la mano derecha le sujeta de un pie. Con la mano izquierda le da masaje en la pierna. Del ombligo de Vishnú vemos nacer la flor de Loto. En la corona de Vishnú reluce como un relámpago el Dios de cuatro cabezas Brahma. Del águila Garuda podemos decir que es la naturaleza solar original de Vishnú. Ananda (Ananta), la Serpiente, también llamada Sesha, representa la eterna vitalidad cósmica. Los cuatro símbolos más importantes de Vishnú son: 1) el Chackra. Este símbolo, el Disco, - disco y Chackra son lo mismo – es una forma de representar el orden divinal universal, Dharma. 2) Gada, el mazo, es el ruido del trueno. Gada es la luz del conocimiento. 3) Padma, el Lotus; en las leyendas milenarias se menciona este Loto como la entrada al seno del universo. El Loto está en consonancia con los Yakshas (espíritus genios machos de la naturaleza) y las Yakshinis (espíritus genios hembras de la naturaleza). El Loto es la significación del renacimiento y la pureza.

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4) La Caracola. Esta llama siempre a combate, llama siempre a la batalla. La Caracola está asociada a la creación. Estos son los cuatro atributos eternos de Vishnú. Hablemos de las esposas de Vishnu: Lakshmi es la esposa que acompaña siempre a Vishnú. Las otras dos son Bhu-Devi, Diosa vinculada firmemente a la tierra y Sarasvati. Estas Divinidades reñían tanto que Vishnú se ve obligado a ceder Sarasvati a la Divinidad Brahma. A Lakshmi, (llamada Shri Sukta en los Vedas) se le rinde culto para obtener de ella oro, ganado vacuno y ganado caballar, hijos , fama, hijas. Lakshmi es llamada ”la nacida del Loto”. Lakshmi es la Diosa de la belleza. En sus posteriores reencarnaciones aparece siempre al lado de Vishnu con los nombres de Sita (la esposa del rey Rama), y como Radha o Rukmini (la esposa de Lord Krishna). El bondadoso rey Rama y Lord Krishna son reencarnaciones de Vishnu. Vishnú, cuando aparece con cuatro manos, es llamado Shrinivasa, de pie entre sus dos esposas: Lakshmi Shri o Bhu – Devi.

Escuchad hijo e hijas de la luz, os hablaré de la Divinidad creadora, Brahma, la que monta al ganso Hamsa. Los atributos creadores de Brahma son: 1) la rosaleda (el rosario de 108 cuentas), el cántaro para el agua. Sin el agua nadie sobrevive, 2) el báculo de poder (bastón) con una calavera. Aquí está el poder que ni la muerte puede jamás tocar. Este baston es llamado Khatvanga. 3) el libro, llamado Pustaka, 4) la cuchara, Shruk. El alimento en su viaje del plato a la boca debe conservarse intacto y puro. Brahma posee cuatro cabezas. Son los cuatro Vedas. El ganso Hamsa lleva en su pico una rosaleda. Este es el emblema de Brahma. El nacimiento de Brahma se encuentra en la belleza de un huevo dorado que le da origen. Este huevo es Hiranyagarbha. Un día y una noche de Brahma duran 4320 millones de años solares. Cada Manvantara contiene 75 mahayugas o eones. 41


1000 (mil) Mhayugas forman un kalpa. Cada Mahayuga se divide a su vez en cuatro Yugas: Krita, Treta, Dvapara y Kaliyuga y duran 4000, 3000, 2000 y 1000 años divinales.

Brahma creó de si a su hija Shatarupa, la primera mujer. Por mirar a su hija como mujer Brahma peca. Shiva le corta una cabeza. Brahma tenía cinco cabezas al inicio, queda entonces con cuatro cabezas solamente. De la unión de Brahma con Shatarupa nace Manú. Las cuatro cabezas de Brahma miran cada una hacia un punto cardinal. Brahma está sentado en un Loto. Las fuerzas de Brahma (Shaktis) y sus mujeres: Savitri, maldice a Indra, Vishnú, Rudra, Agni y Brahma. Rudra-Shiva pierde su masculinidad y es adorado en la simbología fálica solamente. Gayatri está sentada en un Loto y tiene cinco cabezas. Brahma se casa con Gayatri porque Savitri llega a la cita que había concertado con el demasiado tarde. Sarasvati. A ella se le identifica con Vac, el Logos. Sarasvati está asociada al habla, la lengua (el lenguaje), el pensamiento, la facilidad en el hablar, el intelecto, la ciencia, el aprendizaje y el conocimiento. Acudid a ella los que necesitéis estas cosas! La Diosa Sarasvati es cedida a Brahma porque al estar con Vishnú reñía constantemente con la Diosa Lakshmi. Sarasvati aparece con el tercer ojo en la frente y con el instrumento musical Vina, una especie de Laúd. Sarasvati inventó el Sánskrito y la lengua Devanagari. Esta última frase del viejo de todas las edades llevó a Isiadel Deva hacia el pasado, cuando ella era la amiga íntima de Gloria Montenegro, pero todavía conservaba la luz del entendimiento encendida en su corazón: “La lengua Devanâgari es conocida, también, bajo el nombre de Nãgari y es una escritura usada para escribir el Sáncrito, el Prãkrit, el Hindi y el Marathi. Consta de cuarenta y ocho letras: treintaicuatro consonantes y catorce vocales y diptongos. La lengua se escribe de izquierda a derecha”. Recordó, nítidamente, la vez en que en un libro sobre el lenguaje sáncrito 42


había leído que: “El sánscrito, Ha dicho Sir William Jones en 1786, cualquiera que sea su antigüedad, es una lengua de una bellísima estructura; es mas perfecta que la lengua griega, más abundante que el latín y mas exquisítamente refinada que las dos”. El viejo de todas las edades se fué desvaneciendo y Marcel e Isiadel estuvieron callados mirando las tranquilas aguas del lago donde se sumergieron para nadar un poco debajo de las quietas aguas. Los Elementales habían quedado de acuerdo en que Isiadel Deva, llamada antes Edna Duarte, volaría hacia Göteborg a encontrarse con Ernesto Covadonga.

Marcel Ray, por su lado, había sido envíado hacia el Sur de Asia, a Sumatra, Kalimantan y Java, en donde habían aparecido manadas de tigres sanguinarios que en las noches atacaban a los humanos y que los cazadores, a pesar de sus innumerables rondas, no habían podido ni siquiera detectarlos; los félidos habían matado y devorado a cientos de seres humanos; los ataques eran silenciosos y entre las víctimas habían mujeres, hombres, ancianos y niños. Le ordenaron aplacar a los tigres. La manada, en Sumatra, tenía de lider a una tigre hembra a la cual llamaban “Medea”, que pesaba cerca de trescientos kilogramos y destrozaba a sus víctimas con sus poderosas garras: mataba de un solo zarpazo. Marcel Ray sabía que la condición de algunos de los tigres, en el pasado, había sido pacífica, pues los tigres habían sido alimentados por los monjes de un santuario con leche y agua y verduras y frutos.

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Coatzacoalcos

(Isiadel Deva tomó el avión en Coatzacoalcos para llegar a México City de donde haría conexión hacia Madrid y desde allá se dirigiría hacia Göteborg. En el 44


aeropuerto de Landveter, Ernesto Covadonga la estaba esperando. Después que Isiadel hubiera presentado su pasaporte en la casilla de control, tomó el pasillo que le conduciría a la sección de equipajes. Isiadel recogió su pequeña maleta y se dirigió a la salida. Ernesto Covadonga se quedó maravillado: Isiadel Deva, veinticinco años, cincuenta kilogramos, bella como la eternidad. Las líneas de su rostro, de sus hombros, de sus brazos y de sus manos eran divinas. Toda ella, al caminar o moverse, poseía el compás de la naturaleza en estado de gracia. Ernesto la besó en las mejillas e Isiadel le correspondió con un cariñoso y largo abrazo. Después hablaron de lo que habían vivido en los últimos meses que no se habían encontrado. Isiadel era la que ahora llevaba la dirección de la conversación, pues ya había adelantado a Ernesto en cuanto a sabiduria y conocimientos. Ernesto lo sabía, pero la felicidad lo invadía. Isiadel guardaba silencio. Los dos se miraron a los ojos y se supieron llenos de una luz interna poderosa y placentera. Isiadel le informó que hablaría con los grupos de los movimientos femeninos de Göteborg; después viajaría por muchas de las ciudades de Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia. En La Gran Bretaña era invitada de honor. Francia la estaba esperando con los brazos abiertos. En Italia reclamaban su presencia. Grecia le ofrecía una estadía que Isiadel misma definiría y le habían obsequiado una mansión en Paros, una de las islas Cicladas. Paros se encontraba próxima a Naxos, en el sur del Mar Egeo. Pero Isiadel iniciaría su serie de conferencias en Göteborg, en un teatro cercano a la Biblioteca central. Isiadel pararía en lo de Ernesto Covadonga, que ya se había hecho de un piso en Haga, y cuando éste se ausentara sería ella la que se encargaría del piso y pagaría las cuentas: teléfono, alquiler, limpieza, etc. Ernesto había recibido una llamada telefónica de Kasari. Ernesto habia aceptado la sugerencia de Kasari de ir a comer mariscos en un restaurante que quedaba en las orillas del canal. Isiadel se quedaría en el piso ya que Alejandro Portinari, el viejo investigador, vendría a verla. Ernesto pasó a buscar a Kasari y desde el piso de Kasari ordenaron un taxi para que los conduciera a la zona de la salida del canal. Alejandro Portinari habia abandonado el hotel y vivía en lo de Maller.) En Sumatra, en Kalimantan y en Java Marcel Ray había penetrado a la espesa y abundante selva para calmar a los tigres que habían entrado en guerra con los humanos. Marcel emitió sonidos nasal-guturales difíciles de pronunciar para cualquier humano; era el lenguaje que los Elementales usaban para hacer el llamado superior de la naturaleza a los animales. La tigre hembra se acercó a Marcel y le olfateó desde una distancia de diez metros. Rugió y, en ese mismo instante, Marcel levantó la mano derecha dibujando un símbolo en el aire; el símbolo surtió efecto inmediato. La tigre Hembra se quejaba contra Marcel de la convocatoria y le hacía saber que su trabajo había apenas empezado. Esta raza maldita ha de perecer pues ya son tantos sus crímenes contra nosotros los animales que el tiempo de sacar las cuentas ha llegado. La tigre hembra, entonces, inició el relato de todos los habitantes de la selva. Las cigarras hacían un ruido enloquecedor. La oscuridad de la noche, los demás tigres, los osos Malaj, las víboras, las aves, los orangutanes, 45


los gibones unka, los reptiles, los monos de las hojas, los murciélagos, los pájaros (en Sumatra existen cuatrocientossesentaicinco especies), los faisanes Argus, los insectos, las larvas, los delfines ciegos, los moradores de los ríos y lagos también acusaban la crueldad de los hombres. Todos los cuadrúpedos estaban llenos de desesperanza. Marcel respondió que las aguas eran antes que todos ellos, y añadió tambien las montañas, y los vientos, y la madre tierra y el fuego de su interior. Os estáis rebelando en contra de la creación de los que controlan todo el orden existente y este orden es eterno. Os convoco a apaciguaros, les dijo Marcel; que esta noche el pacto de paz entre vosotros todos y los humanos llegue a realizarse. Yo, dijo Marcel, con voz poderosa, no soy solo un emisario, se me ha dado poder para hacer que los cielos se unan a la Tierra y se me han concedido todas las armas divinales para lograrlo. Estáis adelantados a la marcha natural de las cosas. Vuestras señales son señales que la naturaleza no contiene en si. Os convoco, desde este mismo instante, a dejaros atrapar por la calma y por la bondad. La madre que ha creado al universo entero es sabia y lúcida en sus obras. Una fuerza irresistible de contener recorrió los cuerpos de todos y, después, los apresó la voz del silencio que les ordenaba acabar con la locura iniciada. Marcel abandonó la selva y todos ellos, los animales sublevados, en la voz de “Medea”, juraron no causar jamás ninguna víctima, pero “Medea” mentía y, como todos lo sabemos, la mentira es un ácido que corriendo por las venas y mezclándose con la sangre llama a los males y estos son entonces difíciles de atajar e impedir. Marcel Ray sabía que “Medea” mentía, pero no dijo nada. Marcel se quedaría algunos días en Surabaya y después pasaría a Bandung, en Java, donde visitaría a los Elementales que eran expertos en manejar las fórmulas mágicas que apresaban la voluntad y la furia de todos los animales, especialmente de los tigres, y los obligaban abandonar la locura cuando ésta los atenazaba y los convertía en esclavos pacíficos y obedientes. En las cercanías de Bandung, en las selvas, Marcel Ray estaba de pie en un pequeño claro. Las abejas y los pájaros volaban en torno de su presencia. Marcel Ray empezó a cantar una de las invocaciones anteriores a los tiempos de la creación. Detrás de los árboles, las piedras, las aguas de las lagunas y de los ríos cercanos, de los huecos de la tierra y del fuego, que apareció en las sombras, surgieron los Elementales invocados. Eran grupos de seres sobrenaturales; todos ellos venían por el llamado de Marcel. La narración de Marcel trataba sobre los tigres, la carnicería que no ofrecía ningún fin y de “Medea”, la tigre hembra que se negaba aceptar poner fin a la carnicería y aceptar la paz. Marcel les habló sobre los cientos de víctimas. Al final, pidió la urgente ayuda de todos ellos. Había que poner alto, les dijo, a esta matanza. No podemos perder el tiempo. Todos le ayudarían a realizar la ceremonia de la transformación y del cambio.

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Cuando los Elementales sufrían los efectos de los errores de los hombres, hacían esta ceremonia y entonces los errores y olvidos de los humanos cesaban. Todos los jerarcas de los distintos clanes del aire, del fuego, de la tierra y del agua estuvieron de acuerdo en que las circunstancias no les dejaban más salida que la de ejercer el gran poder que las fuerzas de la sabiduría les concedían, especialmente ahora en que Marcel poseía la naturaleza de los Elementales y la naturaleza de los hombres y ellos sentían que Marcel había encontrado al anciano de todas las verdades. Ellos sabían que Marcel Ray era alguien más que un Elemental y más que un ser humano. Marcel poseía las fuerzas de los principios: habría solo que alentarlo un poquito para que estas fuerzas empezaran a revelarse y salieran a flote con toda la potencia de quienes las habían soñado y creado. En un instante que toma más tiempo pensar o decir, todos los Elementales convocados aparecieron junto con Marcel en la isla de Sumatra. Cuando el tigre hembra “Medea” y los demás tigres olieron sus presencias corrieron a esconderse. “Medea” estaba conectada a todos los sanguinarios tigres por una corriente invisible que se basaba en el lenguaje olvidado que los animales, justo en el momento de la creación, habían recibido. Todos los Elementales con los jerarcas sosteniendo en lo alto sus cetros de poder, cantaron juntos la canción que provocaba las transformaciones y los cambios. “Medea” y todos los tigres devinieron dóciles y menos peligrosos que un gato. La paz había sido reestablecida y Marcel y los Elementales dejaron en el aire de Sumatra el poder de esta inextinguible fuerza por las edades de las edades. Marcel Ray pasó una semana en compañía de los Elementales en Bandung. En un banquete de frutas y verduras ofrecido en su honor los Elementales le despidieron entre abrazos, besos, palmadas en la espalda, apretones de mano, canciones y llantos muy sinceros. El jerarca del fuego ”Sabz Le-Voder” levantó su copa de ambrosía y le deseó la mejor de las vidas y el mejor de los viajes y, sobre todo, que 48


no se olvidara de ellos y que les enseñara todos los nuevos conocimientos que recién había adquirido: danos esa sabiduría, gran maestro Marcel, ayúdanos abandonar la esfera en que vivimos!, le gritó. El jerarca de los Elementales de la Tierra ,”Bark Amtros”, habló con la voz de su corazón: Nosotros habitamos en un universo al que solo algunos privilegiados pueden entrar. Oh, gran mago Marcel!, te pedimos que nos ayudes como lo has hecho hoy: Danos la fórmula para poder abandonar nuestro universo a voluntad y para que los humanos a quienes nosotros demos la bienvenida puedan entrar a nuestras moradas! Los tiempos de la gran sabiduría han, por fin, llegado!“Bark Amtros” bebió su copa de ambrosía de un golpe. Marcel abandonó el mundo de los Elementales y los diminutos seres agitaron sus brazos a lo alto en señal de despedida. Habían transcurridos varios días. Marcel Ray había despertado algunos minutos atrás: eran exactamente las cinco de la mañana. Se levantó de la cama alegre y contento; miró a través de los cristales de las ventanas: las aguas sucias y envenenadas del Golfo llenaban todo el paisaje y el sol empezaba a vislumbrarse en la línea del horizonte marcado por el mar. Marcel Ray estaba de regreso en Coatzacoalcos.

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CAPITULO

SEXTO

La hermana de Antonio, Ginebra Lessing Ibarra, y su amiga Elena Dorado habían devenido amigas inseparables. Elena y Ginebra eran dos mujeres de una belleza excepcional. Elena había contraído matrimonio civil y religioso con Alberto Ramírez de Dacia, quien había estudiado abogacía en Jalapa de Enríquez, la capital del estado de Veracruz. Alberto era gay y se encontraba en camino de convertirse en un pervertido sexual, pero lo ocultaba. Las fiestas que Elena organizaba eran muy selectivas y la gente que llegaba a su mansión debía portar la tarjeta que los indicaba como invitados. Era muy difícil colarse a ese tipo de reuniones pues la guardia, -constituída por agentes federales- por indicaciones de Alberto mismo, solía descubrir a los invasores y lanzarlos sin consideraciones a la calle. Elena era una mujer que estaba al lado de Alberto por varias razones; en primer lugar, Alberto había ido almacenando (de todos sus robos) un enorme capital; su situación económica era sólida; en segundo lugar, ella había pasado por la escuela del holocausto en donde, por los dolores y las humillaciones, se aprende a no perder; por lo menos ella lo entendía de esta manera. Para no verse expuesta a las habladurías y chismes, Elena había establecido una residencia casi permanente en Los Angeles, en donde podía moverse con entera libertad para escoger los machos que quisiera y hacerlos sus proveedores de esperma en sus cacerías sin fin. Alberto Ramírez de Dacia era sadista; también era masoquista. Entre él y su esposa Elena había un acuerdo que ninguno de los dos había firmado pero que poseía gran validez para los dos. Cada cual estaba en libertad de deslizarse por donde quisiera, pero conservando estríctamente las apariencias.

Elena giraba entre Coatzacoalcos, Mexico City y Los Angeles. Alberto se movía evitando la ruta o rutas y lugares que Elena escogiera. Elena actuaba de la misma manera y los dos estaban perfectamente de acuerdo. Elena y Ginebra Lessing Ibarra solían encontrarse en Mexico City. Ginebra era abiertamente lesbiana y Elena y ella no abandonaban la zona neutra que ellas mismas habían decidido para evitar caer en una relación sexual que les proporcionaría los placeres escogidos, las satisfacciones momentáneas de sus deseos pervertidos y la violación 50


constante de las reglas sociales en donde se suponía que nadie podría quebrar. La verdad es que todas las fronteras que la sociedad establecía eran rotas por todos los hombres y todas las mujeres: Elena y Ginebra eran amantes y no lo eran; Elena conservaba la libertad de, cuando ella quisiera, levantarse a cuanto macho se le cruzara por el camino. A Ginebra no le agradaba para nada que Elena se moviera sola y sin su compañía en ese campo abierto, expuesta a tantos peligros, como ella misma solía decirse en sus ratos de conversaciones con su conciencia, pero lo aceptaba de labios para afuera. De una especial manera las cosas funcionaban; es decir, Elena y Ginebra eran las actoras principales de ese funcionamiento, pero la voluntad de Elena era la que siempre prevalecía en la decisión final a tomar. Elena buscaba algunas veces a su amante preferido, Sergio Heredia, que estaba casado con Violeta Dupré. Vicente Toledo, a espaldas de Sergio, se metía a la cama con Elena, pero Sergio no sabía nada de la existencia de Vicente en la vida de Elena. Vicente estaba loco de pasión por Elena y la verdad es que no la hubiera compartido con nadie, pero Sergio era su amigo y el socio principal de todos los bancos y empresas en los que Vicente había invertido la mitad de su capital. Miguel Antonio Lessing Ibarra no podía resistir el estado virgen de su novia Mercedes Guardia. En sus conversaciones con su hermana Ginebra, Miguel Antonio le confiaba la debilidad de su amor ante la pureza de su virgen escogida. Una vez le dijo que la llevaría al altar en estado de pureza. Por ese entonces la policía andaba a la caza de un violador -el comandante en jefe opinaba ante sus superiores que los violadores eran muchos, pero no les confesaba que él mismo había violado a varias muchachitas que no pertenecían a la clase social rica- que en las noches de luna llena atacaba a las mujeres en distintas partes de la ciudad. Su marca era inconfundible: siempre dejaba un alacrán pegado con tejp en los labios de las mujeres. Los cuerpos de las mujeres aparecían siempre con cortadas de puñal en la parte izquierda del cuerpo; la parte derecha estaba inmaculada e intacta. El violador -o los violadores- presentaban razgos fetichistas: los fríos cadáveres de las mujeres aparecían con mutilaciones pequeñas en distintas parte del cuerpo: algunas veces carecían del dedo pulgar de la mano izquierda, o del ojo izquierdo, o de la oreja izquierda, o del seno izquierdo, o de uno de los dedos del pie izquierdo o cortes profundo en la parte izquierda, de la cintura hasta la cabeza. Para Miguel Antonio, Mercedes Guardia es la virgen-mujer-intocable y cuando los dos están bailando y Mercedes lo besa o lo acaricia, Miguel Antonio desaparece bajo cualquier pretexto para ir a correrse una paja en cualquier sitio oscuro o en el toilette. Mercedes no sabía que hacer. Desde su iniciación en el período adolescente le habían entrado ganas de entregarse a Miguel Antonio, pero este había desfallecido en sus brazos en todas las ocasiones que la oportunidad se les presentó. Ella se le ofrecía y Miguel Antonio desfallecía en sus brazos. Una ocasión, estando los dos desnudos – Miguel Antonio había manejado rumbo a las Barrillas – y acostados sobre una manta en la parte trasera de la camioneta, Miguel Antonio, poco antes de tratar de realizar el acto sexual, fué apresado por convulsiones; 51


perdió el conocimiento y no lo recuperó sino cuarentaicinco minutos después. A través de cansados esfuerzos, Mercedes había podido vestirlo; lo que no le pudo poner fué el zapato izquierdo. Esa ocasión regresaron a la ciudad en silencio: Miguel Antonio iba manejando y Mercedes no dijo ni una sola palabra. A partir de allí, Mercedes empieza a perder el interés en él. Jacobo Toledo, el hermano de Vicente, en una fiesta celebrada en lo de Sergio, a la cual habían asistido todos los conocidos de la ciudad, saca a bailar a Mercedes y al sentir los pechos de ella y su enardecido sexo restregándose libremente contra su sexo, empieza a pensar en conquistarla. No es nada difícil, Mercedes quiere ser conquistada. Mercedes cae bajo los lazos de la pasión desenfrenada y desde ese precioso instante Jacobo y ella son condenados a la pasión sexual. Jacobo y Mercedes suelen encontrarse en un hotel en Minatitlán, cuando Miguel Antonio se encierra a jugar poker con los hermanos Pizarro, Emilio y Rafael. Al trío se suma Lucrecia Granados, la novia de Emilio: poker entre cuatro, piensa Miguel Antonio, la perfecta ecuación. Una noche en que los cuatro iban a celebrar una de sus batallas pokariles (pokarescas), Lucrecia llega a lo de Miguel Antonio temprano. Los hermanos Pizarro, Emilio y Rafael, se atrasan dos horas. Antes de la llegada de Lucrecia a su casa, Miguel Antonio había preparado un bebida con polvo de Viagra y le había dado a Lucrecia varios rones. Los dos bailan y Miguel Antonio la mete a la cama donde la viola. Es y no una violación?: el acto es cometido en los territorios donde la droga y el trago están metidos; lo que ha faltado es la voluntad. Cuando los hermanos Pizarro llegan a lo de Miguel Antonio, Lucrecia no le dice a Emilio nada, sino expresa no sentirse bien y abandona la casa de Miguel Antonio. Miguel Antonio y los hermanos Pizarro continúan jugando poker. Al día siguiente Emilio Pizarro recibe la noticia que Lucrecia ha sido violada. Durante muchas noches Emilio no puede conciliar el sueño. Lucrecia le explica muchas veces lo que ella puede recordar. El violador sexual la había atacado antes de haber llegado a su casa que se encontraba en las cercanías del edificio de la inspección de la policía. Pero ¿Por qué no te mató? ¿Por qué estás viva todavía? le había preguntado Emilio cuestionándola. Ella no lo sabía y agradecía a la providencia que la hubiera protegido en esos momentos de peligro. Emilio no puede aceptar a una mujer violada a su lado y rompe con Lucrecia. La verdad es que Lucrecia no estaba triste, en realidad Ella ya estaba cansada de Emilio y de su pequeña verguita. La familia de Lucrecia, para colocar un esparadrapo píquico en la herida, la envía a la cabaña de descanso que la familia poseía en las cercanía de Catemaco. Lucrecia se asila en el silencio: lo que ella desea es la visita de Miguel Antonio, pero este no aparece y Lucrecia deja pasar el tiempo. A Miguel Antonio Lucrecia no le interesa en lo más mínimo. Lucrecia visita dos veces por semanas al psiconalista Bernardo Motolinía, que se encarga de la salud mental de muchas mujeres en el sur del estado de Veracruz. Lucrecia se va convirtiendo en una mujer a quien le placen las relaciones sexuales violentas: recuerda el momento en que Miguel Antonio le desnuda y sobre todo cuando Miguel Antonio la penetra con su verga descomunal; eso es lo que ella recuerda: una y otra vez la escena se repite y ella disfruta de ese

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placer hasta lo indescible. Lo que Lucrecia más anhela es volver a ser violada por Miguel Antonio. Rafael Pizarro, que se encontraba con una prostituta de Las Choapas en un hotel para parejas cachondonas, en Minatitlán, (había dejado a la hetaira en el cuarto y había salido a comprar unos condones), descubre a Jacobo Toledo y a Mercedes entrando al mismo hotel en un carro alquilado. Ese mismo día, Miguel Antonio estaba enterándose de lo que segun el era la traición de Mercedes. El asesinato de Mercedes y de Jacobo empieza a ser planeado. Sabiendo que Lucrecia está lo que se dice muy caliente y muy emperrada con él, le hace partícipe de sus planes. Aunque nadie lo hubiera creído, Lucrecia accede ayudarlo; ella lo único que le pide es que él la vuelva a invadir. Miguel Antonio visita cada semana a Lucrecia en la cabaña de descanso en Catemaco. Ella quiere tener a Miguel Antonio siempre entre sus piernas. Miguel Antonio quiere la ayuda de ella para matar a Mercedes. Matar a Jacobo no le interesa gran cosa. Pero cada vez que se mete a la cama con Lucrecia la posesiona con tal intensidad que convierte a Lucrecia en una enajenada de la violencia. Los hombres siempre han querido este tipo de relación sexual con sus mujeres. Hay mujeres que lo aceptan y hay mujeres que se ven obligadas aceptarlo. Las mujeres que no lo aceptan son las despedidas de la sociedad, las condenadas, las que apestan, las que nadie quiere y a las que todos acuden cuando la llamamancha diabólica del sexo hace sus poderosos llamados. Excepto los hermanos Pizarro y Miguel Antonio Lessing Ibarra, casi nadie sabía que Lucrecia Granados era una gran imitadora de voces. Sin que Miguel Antonio se enterara, Lucrecia se pone en contacto por teléfono con Mercedes, pero haciéndose pasar por la hermana de Miguel Antonio. Mercedes acepta la invitación de Ginebra para encontrarse en un bar de las Barrillas. Pongamos en claro que no es Ginebra la que le habla, sino Lucrecia, pero Mercedes lo ignora. El plan de Lucrecia consistía en presentarse ante Mercedes antes de la cita y comunicarle que Ginebra había sufrido un accidente y que se encontraba en camino hacia la clínica particular del doctor Federico Ibarra, primo de Ginebra.Todo sucede de acuerdo al plan de Lucrecia. Mientras Mercedes está esperando en el bar por Ginebra, Lucrecia le llama a su celular y le pone al tanto de la situación. Te espero en el estacionamiento de afuera, le dice Lucrecia. Mercedes abandona el Bar y se dirige al estacionamiento a encontrarse con Lucrecia. Lucrecia está vestida de negro y porta unas gafas negras de Boss. Pone en marcha el motor y se dirige hacia Coatzacoalcos. El motor está fallando, le comunica Lucrecia a Mercedes, y detiene al auto en un paraje solitario hacia un lado de la carretera. Ayúdame, le suplica a Mercedes. Mercedes abre la puerta del coche - es un Mercedes que Lucrecia ha robado de un estacionamiento – y va hacia la parte delantera del auto. Levanta la tapa del motor, como Lucrecia le había pedido, y trata de poner el coche en marcha. Mercedes no advierte que Lucrecia ha sacado una pistola con la cual le dispara a la nuca y la mata. Lucrecia baja la tapa y enciende el motor del coche que funciona a las maravillas.

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Antes de abandonar el coche en las afueras de Coatzacoalcos, se cambia de ropa y mete la ropa negra y los lentes en una maletilla de mano y se dirige hacia Acayucan en su coche, un resplandeciente Mitsubishi. Alquila un cuarto en un hotel en Acayucan y se echa a dormir. Al día siguiente abandona el hotel y se dirige hacia Catemaco. Esa mañana va a visitar a su psicoanalista, el doctor Bernardo Motolinía. Antes de ir a lo del doctor Motolinía echa al fuego la ropa y conserva los lentes Boss. La ropa se convierte en cenizas y ella arroja las cenizas al lago. En Coatzacoalcos, la noticia del asesinato de Mercedes ha volado por toda la ciudad y se ha metido en todas las casas y en todas las cabezas. Miguel Antonio Lessing Ibarra es el gran sorprendido. Jacobo Toledo recibe la noticia sobre el asesinato de Mercedes en el hotel de su amigo López y queda en estado de choque.

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Esa misma noche, junto con su hermano Vicente y su amigo Sergio Heredia, toman el avión hacia Cancun. Hay que hacer resaltar que Lucrecia había cercenado los senos de Mercedes y le había cortado la oreja izquierda. Había colocado un alacrán con un tejp en los labios de Mercedes. Todo mundo discutía sobre el violador y todo mundo daba por sentado que el crímen era obra de él. El comandante de policía prometía que esta vez agarrarían al criminal a quien, en los círculos internos de la policía, se le conocía bajo el nombre del “Alacran”. La policía empezó sus interrogaciones entre todos los amigos cercanos a Mercedes. El comandante de policía continuó después con las amigas de Mercedes. No había pistas. Todos los caminos conducían a un callejón sin salida. El celular que Lucrecia había usado para hablar con Mercedes se lo había robado en una fiesta. Todo estaba aparentemente sellado y nadie podría abrir las puertas que conducirían sin dudas a la claridad donde las cosas y sus misterios llegan a conocerse.

CAPITULO SEPTIMO

Isiadel Deva y Alejandro Portinari se encargarían de que la conferencia en el teatro resultara lo mejor posible. Portinari sería el encargado de filmar y hacer la grabación de la conferencia. El negro Maller había contribuído de alguna manera a facilitar la marcha de los sucesos. Un amigo técnico, Åkesson, ayudaría a Portinari lograr los mejores efectos en la grabación. Portinari había conseguido, a través del negro Maller, tres cámaras para filmar: una de las camaras estaría en manos de Portinari, se podría decir que la principal. Las otras dos camaras estarían en manos del negro Maller y de Åkesson. Todo resultó bien. Durante una semana Portinari, Maller y Åkesson habían trabajado día y noche. Cuando ellos tenían parte del film listo junto con la grabación, convinieron mostrárselo a Isiadel. Esa misma noche exhibirían el principio del film en lo del negro Maller y los únicos asistentes eran Isiadel Deva, el negro Maller, Åkesson y el investigador Portinari. Portinari había pensado en todo: la composición de imágenes, la edición, los distintos ángulos de filmación, la música, los movimientos de las cámaras, los efectos de sonido, la luz, y hasta los movimientos de Isiadel. La escenografía había sido dejada en manos del negro Maller. La cámara enfoca a los asistentes. La mayoría son mujeres. En el proscencio está Isiadel Deva en compañía del negro Maller quien es el responsable de hacer la presentación. El negro Maller habla sobre Isiadel quizá seis, siete minutos. Isiadel abandona su asiento y se detiene en el centro del proscenio. El negro Maller abandona la escena y toma una de las cámaras. Su lugar está entre la estructura

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interior de las alturas del teatro y todas sus tomas son enfocadas desde lo alto. La conferencia se inicia: ”Los tiempos del cambio han llegado. Todo el proyecto del macho ha sido una terrible desgracia para nuestra civilización. La mujer, hasta este instante ha sido una simple espectadora, nunca un apoyo, nunca una directora, nunca una creadora. El macho la ha relegado. Su papel es el de una desterrada, a pesar de encontrarse presente. Ni su mano, ni su imaginación, ni su fortaleza y ni su fuerza creadora tocan la realidad, pese a que ella es la sostenedora de toda la civilización. Todas nosotras sabemos que esta penosa tragedia se inicia en la actividad a la que la vagina es lanzada. La vagina trabaja sin que sus frutos femeninos sean reconocidos; si se trata de los frutos machos la realidad es otra. Toda herencia macha es una herencia a la cual se le reconocen todos los derechos. Todos los derechos en los que nuestra llamada civilización se asienta son derechos machos. Hay que decirlo tal como es. La mujer debe y es hora ya, de iniciar su proyecto femenino. Hay que abandonar las trincheras de la hembra; nosotros no somos hembras sino mujeres. Nuestro puesto de mujeres debe ser defendido con la fuerza misteriosa, amable y misericordiosa de la luz de nuestro corazón. Debemos crear un partido femenino en donde las mujeres no estén disputándose los derechos de ser más inteligentes, o de tener la razón, o de saber mas; ninguna mujer debe estar por encima de ninguna otra mujer. Todas debemos ser las hacedoras de los nuevos días de nuestra civilización. Debemos votar por nosotras hasta lograr tomar eso que los machos llaman el poder. El poder debe ser femenino. Pero ser femeninas no significa que debamos estar debajo de la voluntad de los machos. Los machos, sean cuales sean los papeles que ellos jueguen en nuestras vidas, nuestros abuelos, nuestros maridos, nuestros hermanos, nuestros tíos, nuestros maestros, deben terminar definitívamente su influencia en estas fronteras; no es que ellos deban terminar con esta influencia, sino somos nosotras, las mujeres, las que debamos poner una hasta aquí definitivo para terminar con esta influencia. Nuestros hijos y de allí para adelante, deberán funcionar de acuerdo a nuestros proyecto femenino. Nosotras somos las preservadoras, los machos son los destructores. Nosotras no tenemos necesidad de ninguna guerra; lo que más urge en estos tiempos es la puesta en escena de un proyecto dedicado a preservar la vida en nuestro planeta; toda vida, no solo la vida de los animales, sino la vida de nosotros los seres humanos, de las mujeres, de los niños, de los ancianos y ancianas, de todo el planeta. Hay que llevar las medicinas a todos los rincones mas olvidados de la Tierra. Hay que subir el nivel de vida de todos los seres de la Tierra: no más negocios con los combustibles y las fuerzas que los originan, no más negocios con la madera, con las medicinas, con la construcción de viviendas. Viviendas decentes para todos, escuelas sin costo, alimentación gratuita a todos nuestros hijos e hijas, educación universitaria gratuita, destrucción de todos los armamentos, destrucción de todos los vehículos de guerra y de toda máquina de destrucción. Cese definitivo a los proyectos bancarios donde los que se llevan la plata son los machos. Terminemos con el negocio del robo del dinero de la gente. 56


Llegó el tiempo de edificar, de construir, de levantar, de sanar tantas heridas. Todo esto lo podemos hacer erigiendo hoy mismo las bases de un partido femenino en donde la envidia de las unas hacia las otras no tenga más lugar en nuestro diario convivir. Para esto necesitamos una gran limpieza de corazón; nunca debemos olvidar esto”. Isiadel se había negado a que la duración de la conferencia se alargara. Lo que ella quería era incendiar los corazones de tantas mujeres escandinavas que hasta el presente habían funcionado, como en todos los lugares del mundo, siempre bajo las premisas del proyecto del macho. Los corazones estaban en llamas e Isiadel aprovecharía esa pequeña llamarada que amenazaba convertirse en un gran incendio. Hablar sobre la simbología de los grandes misterios no debería tener lugar en una conferencia; eso quedaría reservado para las conversaciones privadas con dos, tres o cuatro mujeres, y nada más. Después de una pequeña pausa la muestra fílmica de la conferencia o charla se había reiniciado. Isiadel apareció nuevamente en escena y dijo también que: “Lo que las mujeres están urgidas de disfrutar es el tiempo libre. Nosotras no poseemos tiempo libre, pues el tiempo libre está dispuesto por el macho para que nosotras nos hagamos cargo de la cocina, del baño y la limpieza de los hijos y la verdad es que nunca hay tiempo para nosotras. Nosotras no tenemos tiempo para seguirnos formando y seguirnos desarrollando; nuestro desarrollo esta paralizado. El único que disfruta del tiempo libre - salvo, claro está, las contadas excepciones, - es el macho. Y como ocupa el macho su tiempo libre? Bueno, la conquista continúa. Las batallas que le restan durante toda la vida son de índole bien claro: el macho se dedica a la conquista de nuevas hembras; mujeres consideradas por él más bellas, más enérgicas, más calientes que sus propias esposas, más exigentes. Es el único instante en la vida del macho en que ellos aceptan a la mujer exigente. Pero esta exigencia significa que las demandas de las hembras serán todas cumplidas si las hembras trabajan en la fábrica de la cama. Cuando se cansan retornan al hogar donde saben que la mujer le estará siempre esperando. Nosotras las mujeres tenemos que acabar con esto. Digamos sí a los hombres que nos respeten y nos apoyen, digamos sí a a los hombres que entiendan el enorme trabajo que significa ser mujer; digamos sí a los hombres que no se opongan al proyecto femenino, digamos sí al hombre que vote por nosotras y que de esa manera cambien las circunstancias arbitrarias, en contra de la mujer, que prevalecen en el mundo. Vamos a unirnos al hombre que esté a nuestro lado”. Hasta allí habían trabajado con el film Portinari, Maller y Åkesson. Al día siguiente, Isiadel Deva esperaba la visita de Kasari, su hija Vivianne y otras dos mujeres que habían asistido a la conferencia y que deseaban hablar con Isiadel en forma mas privada. Una de estas mujeres, Barbro, era profesora universitaria sin trabajo y la otra, Katarina, era operadora de la Volvo y había sido despedida 57


recientemente. Los tiempo de la globalización en crisis golpeaban a todo el mundo. Eran las cinco de la tarde. El piso de Isiadel estaba limpio y sobre la mesa de la cocina había miel, té, café y panecillos que Isiadel había comprado en Haga Nygata. Las mujeres habían todas llegado a las cinco de la tarde exactamente. Isiadel las recibió en la puerta y las abrazó y las condujo hacia la cocina. Les dijo que había sido muy bien que ellas hubieran llegado puntualmente. Todas ellas habían llegado con flores, chocolate y dos botellas de vino Rioja. Kasari empezó a tomar fotografías. Barbro reconoció que Isiadel tenía razón en la creación de un partido femenino en donde la base fuera votar de por vida por las candidatas femeninas. Habría que renunciar definitívamente a votar por los candidatos machos y por las candidatas que representaran partidos machos tradicionales. Lo que debemos crear es un partido que sea anti-macho, dijo Katarina. Hubo una pequeña pausa silenciosa. Todas miraron a Isiadel y ella se sintió obligada a decir algo: ”Ustedes todas saben que ha habido innumerables veces en donde algunas mujeres han intentado la formación de un partido femenino sin lograr el exito. Todas las mujeres representan diversas secciones de sus puestos en la sociedad. Formar un partido femenino implica sacar a las mujeres de sus lugares y funciones en la sociedad y colocarlas en otros lugares; esto es casi imposible. Lo que si es posible es tomar conciencia de lo que significa ser mujer. Sentadas estas bases, el proyecto femenino puede ser una realidad. Que las mujeres con un sólido poder económico se hagan cargo de las mujeres que no tienen trabajo, o que por la cantidad de sus hijos no se puedan mover con entera libertad en el mapa social. Que estas mujeres erijan fábricas donde solo trabajen mujeres. Exijamos una cuota femenina en los centros de trabajo, y en los programas partidarios de toda clase, pero no votemos por ellos; especialmente no votemos nunca mas por los machos, votemos por nosotras. Empecemos en las bases comunales y desde allí sigamos construyendo nuestro partido hacia arriba. Vayamos a las zonas pobres a salvar a las mujeres que son prisioneras de una situación social; ayudemos primero que nada a las mujeres 58


solitarias. El asunto candente es que nosotras no debemos olvidar ninguna clase social en la cual la mujer esté insertada. En todas, absolutamente todas, las clases sociales la mujer está expuesta a los caprichos coercitivos del macho. Trabajemos por la construcción de este partido en las universidades, en los centros de trabajo, en las fábricas, en la industria, en la árida superficie comunal, en el comercio; pidamos la ayuda de las mujeres independientes; aprendamos a ser diariamente solidarias unas con otras. Que cada mujer golpeada por un macho tome su lugar en nuestro partido, que cada mujer abandonada a su suerte, forme parte en nuestras filas, que cada mujer divorciada forme parte de nuestro batallón de lucha, que cada mujer despedida ingrese a nuestro proyecto femenino, que cada mujer sin apoyo de la sociedad tenga nuestro apoyo y nuestra solidaridad. Formemos nuestro partido a nivel mundial; la tarea es urgente, necesitamos salvar nuestro pellejo y salvar al mismo tiempo al mundo. Los machos están llevando el mundo a la destrucción. Pensemos en cada mujer que ha sido brutalizada, pensemos en todas las mujeres que, en estos precisos momentos, estan siendo brutalizadas, pensemos en todas las mujeres que murieron siendo brutalizadas, pensemos en todas las mujeres que serán brutalizadas; pensemos en las vidas hermosas que estas mujeres brutalizadas hubieran tenido. Es hora de hacer una reflexión sobre todas ellas y, al mismo tiempo, pensemos sobre nosotras que pudiendo haber hecho algo no lo hicimos, sino guardamos silencio y fuimos testigas mudas de otra ofensa más en contra de las vidas de nuestras hermanas”. Todas quedaron enmudecidas y ya nadie se atrevió a decir nada. Después empezaron a hablar de sus sueños, de sus luchas, de sus fracasos, de sus tragedias y de su insaciable hambre de justicia. Pero en los corazones de todas no había odio, ni envidia, ni ansias de revancha; lo que existía era un deseo limpio de empezar de cero, empezar nuevamente, de poner el pie derecho en el primer escalon de la ruta a lo desconocido. Pero este sentimiento de lo desconocido estaba estrechamente unido a las ansias de la felicidad y de la tranquilidad, a las ansias naturales de la mujer: simplemente saber amar. Si el mundo fuera a cambiar sería por nosotras y solamente nosotras, dijo Vivianne, la hija de Kasari. Isiadel le abrazó con ternura y con mucho amor y todas entendieron que la lucha femenina, por primera vez en toda la historia de la humanidad se había puesto en movimiento y esta lucha nunca jamás terminaría hasta conseguir la victoria final. La reunión continuó hasta la una de la mañana. Todas abandonaron el piso de Isiadel a esa misma hora: era la hora uno; la marcha había empezado.

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CAPITULO OCTAVO

Ernesto Covadonga estaba descendiendo por las escaleras del avión que venía de Göteborg y llegaba a Estocolmo. Ernesto miró el reloj de pulsera que Leticia González, la antigua amiga de Edna Duarte y Gloria Montenegro, le había alguna vez regalado: eran las ocho y siete de la mañana. En la sala de espera, el profesor Daniel Brandt se paseaba de un lado a otro con el diario de la mañana en la mano derecha y una botella de agua mineral en la mano izquierda. Al encontrarse, se abrazaron efusívamente y se dirigieron a uno de los bares cercanos para tomar un desayuno frugal: yogurth, corn flakes, pan tostado con mantequilla, compota de fresas y café para terminar. El profesor Brandt le había reservado una habitación central en un hotel en Drottningatan para que Ernesto pudiera tener acceso cercano a todo tipo de restaurantes, bares, tiendas de ropa y artículos de toilette, cafeterías, etc. Acordaron que Ernesto iría antes que nada a su hotel para darse un baño y cambiarse de ropa. Se encontrarían nuevamente a las dos de la tarde en la sala de entrada del hotel y después irían a comer sushi en un restaurante japonés. A las dos en punto de la tarde, Ernesto estaba saliendo del ascensor y el 60


profesor Brandt le estaba esperando con una amplia sonrisa en el rostro. Mientras caminaban hacia el restaurante japonés, el profesor Brandt Le comentó que las runas le tenían comletamente loco: Cuando creo haber llegado a una superficie fija, todo se me viene de pronto abajo. Comprendo el significado del texto que las runas arrojan, comprendo la posición estelar que las runas señalan, comprendo sus aspectos positivos y negativos; le confieso que todos estos aspectos no están a la vista, pero existe una parte invisible, también, que se me escapa, no me es permitido llegar a ella, dijo finalmente. Ernesto que había estudiado las runas desde hacía mucho tiempo atrás, le comentó que las runas eran posiciones que el iniciado debía de adoptar para suplicar por asistencia y ayuda a las divinidades; esa era la manera de abrir las puertas y las ventanas que le conducirían a uno hacia esa invisibilidad de la cual el profesor Brandt hablaba. Pero todo esto no tiene sentido si el iniciado no realiza estos ejercicios en la madrugada, cuando el sol está asomándose por la línea que marca el horizonte. Ser iniciado es muy difícil: hay que cumplir con una cantidad inmensa de reglas y leyes pequeñas. Si tu no cumples en lo pequeño no podrás jamás cumplir en lo grande; esta es la enseñanza. Antes del ejercicio de las runas, antes de lanzarte a ese pozo de conocimiento tan vital, debes iniciarte en la práctica de la meditación; este es un camino muy largo y extremadamente difícil. Los niveles meditativos van transformándose todo el tiempo y te van transformando. Los mantram que cada iniciado necesita se van presentando cuando el iniciado ha avanzado. Si no hay avance los mantram que necesites no se presentan. Esto no se puede aprender en ningún libro, nadie te lo puede enseñar tampoco. Este es un descubrimiento que se te presenta cuando tu lo mereces, cuando tu lo necesitas. Digamos que el cielo sabe cuando la sabiduría, o una parte de ella, se te puede dar; es una donación. El iniciado es un ser que se lanza a una aventura que la fuerza de sueño del mismo inciado la proyecta, la dirige, la maneja; después la aventura se transforma, cambia, se amplia, se torna mas difícil, mas estrecha, mas complicada. El cielo te pone a prueba para saber hasta donde quieres llegar. El profesor Brandt no se perdía ninguna palabra. Esa pequeña conversación le estaba dando más conocimientos que todos los libros que había leído, que todas las discusiones que había tenido con tanto científico ampuloso, y que todas las conferencias deslumbrantes, por lo falto de médula, a las cuales habia asistido. Después de haber comido, El profesor Brandt y Ernesto se lanzaron a una caminata que les llevó al barrio viejo de la ciudad. El profesor Brandt le estuvo hablando de la historia de cada piedra de los edificios antiguos.

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De pronto, el profesor Brandt le preguntó si los ejercicios los realizaba en el atardecer, cuando la noche empezaba entrar al mundo. Ernesto guardó silencio; después le contestó. De un lado de la vida existe siempre algo con ciertos valores; del lado opuesto a esto existe algo con valores contrarios: Digamos que en la mañana, cuando la luz invade a los seres del mundo y al mundo, el iniciado tiene acceso a cierta clase de conocimiento; estamos en la luz allí, no es cierto? En la tarde, cuando el sol abandona al mundo y a los seres que viven y tienen sus moradas en él, entran las tinieblas. Estamos en la obscuridad; allí hay conocimientos de otra índole. Tu escoges: la luz o la ausencia de luz. En una conversación que tu sostienes con alguien, un amigo, un desconocido, una mujer con la que de pronto te encontraste y que nunca habías visto, las cosas marchan por si mismo; de pronto ella o el dicen una frase que aparentemente nada tiene que ver con la charla que los dos sostienen: la respuesta que tú andabas buscando hace mucho tiempo está allí, te ha llegado sin que tu la quisieras o sin que tu la buscaras. La sabiduria se presenta cuando menos la esperas, por eso hay que andar siempre despierto; esto significa caminar en los terrenos aparentemente áridos de la gran conciencia. En cualquier ocasión la sabiduría te busca; pasa al lado tuyo pero tu no la notas; eso quiere decir que andas dormido, no tienes todavía la conciencia despierta. Vas al entierro de un conocido o de un desconocido; el sacerdote está diciendo unas palabras por el difunto y todos las toman literalmente, pero la parte escondida de una determinada frase, o tres, cuatro palabras juntas, te dicen lo que tenías que hacer y como resolver un problema que te estaba martirizando hacía mucho tiempo. Hay veces una sola palabra te sacude y despiertas. Te acuestas y caes dormido; en el sueño ves la solución a un determinado problema, te despiertas y tienes que escribirlo para no olvidarlo, porque la conciencia normal traiciona y olvida aunque tu creas que lo soñado puede ser recordado por tí en cualquier momento, pero no es asi. Estás en un bar y dos personas mantienen una comunicación bastante insubstancial; uno de los dos dice algo que es lo que tu necesitabas escuchar. La vida pasa todo el tiempo a tu lado, a través de tus amigos, 62


a través de tus enemigos, a través de tus familiares, a través de los que hablan entre sí sin dirigirse a ti, y a través de tí mismo. Hay que estar dispuesto todo el tiempo a escucharla, a sentirla. Cuando la vida sabe que tu la sientes y que la escuchas, entonces ella habla directamente contigo y te dice lo que tienes que hacer, como tienes que hacerlo y en qué momento tienes que hacerlo; también te dice que algunas veces lo más indicado es guardar silencio y no omitir ninguna palabra. Hay que pasar desapercibido muchas veces, es lo mejor. La sabiduría entonces ha llegado a tí. Cuando la sabiduría llega a tí ya no te abandona; eso si, tienes que cumplir con lo que ella te exija, no mentir, no hacerle daño a nadie, no sentir celos ni envidia, ni anidar en tu corazón deseos de grandes o pequeñas desgracias para los que tu denominas tus enemigos. La cuestión de las runas son cosas muy similares. Antes que cualquier otra cosa hay que meditar.

Cuando la ocasión de lanzarte a esos pozos de sabiduría que las prácticas de las runas significa, te llega la ocasión de enfrentarte a la sabiduría. Tienes que concentrarte en la runa del día, en la runa del planeta que ejerce influencia sobre ti; también tienes que adoptar la posición física que la runa demanda de tí, en esos momentos en que el sol está “naciendo”; es decir, cuando el sol esta anunciando el nacimiento de la luz en el día. Todo esto, cumpliendo todo esto, el conocimiento de las runas da los resultados buscados; si en algo fallas, las cosas no se dan, pues has cometido un pequeño error; hay que iniciarlo todo de nuevo, pero ese día no, tienes que esperar la llegada de otro día. La sabiduría es perfecta; con la práctica constante y sin errores te vas dando cuenta de esto. Existe la piedra base para acometer esta empresa: hay que tener el corazón limpio, porque desde el corazón parte la sabiduría y las fórmulas para que las cosas se realicen. La magia es fuerte si el mago tiene el corazón limpio. Se dice que ese mago es de luz. La magia es fuerte si el mago tiene el corazón negro: es la magia de la maldad; es un mago llamado negro, aunque esa palabra no sea la correcta; lo mejor sería decir que es un mago del mal. Si ellos, los magos del mal, están en tus cercanías tu los percibes y 63


los sientes, pues es muy difícil substraerte a las emisiones maléficas que ellos arrojan hacia todos lados. Lo que se necesitas, lo mas indicado en esos momentos, es guardarte y protegerte con un mantram poderoso que él y sus prácticas no puedan ni romper ni penetrar. Un hombre de corazón limpio pasa en medio de los magistrados y todos fijan sus miradas en él. Todos le admiran sin saber por qué. Un hombre de corazón negro pasa en medio de los magistrados y todos fijan sus miradas en él. Todos le temen sin saber por qué. El hombre de corazón limpio arroja el bien a través de su corazón. El hombre de corazón sucio y lleno de mal arroja odio y desprecio a través de su corazón.

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CAPITULO NOVENO Vicente y Jacobo, los hermanos Toledo Espejo, y Sergio Heredia se hospedaron en un hotel de lujo en Can Cun. Toda la semana que estuvieron en el Hotel se la pasaron discutiendo el asesinato de Mercedes Guardia. Jacobo había recordado que el mismo día en que Mercedes había sido asesinada, ella le había llamado a él a su celular diciéndole que Ginebra Lessing Ibarra le había hablado por teléfono. Según Mercedes, ella había notado que la voz de Ginebra había sonado quebrada, como si ella tuviera un gran problema. El caso es que Ginebra quería la ayuda de Mercedes y a esta le pareció lo mas natural del mundo ofrecérsela. Esta pequeña conversación que yo tuve con Mercedes no duró ni siquiera tres minutos. Dos horas después, o quizá menos, Mercedes era asesinada por la espalda de un miserable tiro en la nuca o en la parte posterior de la cabeza, no lo sé, dijo Jacobo sollozando. Jacobo decidió informar de todo esto al comandante de la policía, Urbano Ponce de León, que era el guarda espaldas de Sergio. El comandante, entonces decidió seguir la pista de la llamada al celular de Mercedes. Citó a Ginebra Lessing Ibarra y en la charla que sostuvo con ella resulto llegar al conocimiento que Ginebra nunca le había llamado a Mercedes; de esto Ginebra n-o s-a-b-í-a l-o q-u-e s-e d-i-c-e n-a-d-a. Urbano estaba encerrado; las pistas se volvían a borrar. De las pesquisas que la policía hizo para investigar de qué celular le habían hablado a Mercedes se llegó a la conclusión que el celular pertenecía a Victor Arellano. Cuando la policía investigó a Victor Arellano resultó que este había perdido su celular dos días antes de que el crimen se cometiera. El mismo había hablado a la policía notificándoles de la pérdida de su celular. El celular se lo habían robado en una fiesta, dijo y dió el nombre de la dueña de la mansión donde el celular había desaparecido: Elena Dorado. Elena declaró que Victor Arellano había estado en la casa de ella y de su marido Alberto Ramírez de Dacia y los dos sostuvieron que Victor Arellano había dormido allí tres días consecutivos; es decir, un día antes del crímen de Mercedes y dos después de que el crimen había sucedido. No hubo cargos contra Victor. La policía y todos los investigadores secretos que estaban trabajando en el caso no sabían a donde ir. Lucrecia Granados, seguía recibiendo las visitas esporádicas nocturnas de Miguel 65


Antonio Lessing Ibarra. A su psicoanalista, Bernardo Motolinía, le confesaba semiverdades y semimentiras y Motolinía aceptaba la situación porque estaba en espera de que algun cambio se presentara en lo que el llamaba los desarreglos psíquicos de Lucrecia. Miguel Antonio Lessing Ibarra y los hermanos Pizarro, habían sido llamados a presentarse a la policía pues esta quería interrogarlos. La noche del crímen, los tres habían estado jugando poker y después habían ido al billar para terminar en los puteros. Miguel Antonio, que odiaba a Jacobo Toledo Espejo, dió pormenores de la relación de este con Mercedes. La policía volvió a exigir que Vicente se presentara a una nueva interrogación. Claro, dijo Vicente, yo tenía una relación con Mercedes, pero era una relación basada en los principios del amor; todo esto podría ser atestiguado por Sergio Heredia y mi hermano Vicente. La policía seguía ciega y perdida y buscando a tientas en un oscuro vacío. Los días pasaron; después vinieron las semanas que se extinguieron en la nada; el primer mes desapareció y le siguieron otros meses. Ya había pasado un año y el crímen de Mercedes fué cayendo en el olvido. Lucrecia Granados había vuelto a lo que se dice la normalidad y la relación entre ella y Miguel Antonio había cambiado el marco de convivencia aumentando el número de visitas en lo de Lucrecia y había exhacerbado, también, la intensidad de las batallas en la cama donde Lucrecia gozaba con las intrépidas perversiones y locuras a que Miguel Antonio la exponía. En Catemaco, dos dos consultaban a una bruja, Anastacia Lucero, quien les suministraba toda clase de yerbas y raíces que elevaban sus capacidades sexuales por días enteros. Miguel Antonio y Lucrecia habían caído en un remolino que cada día se perdía en una espiral en marcha hacia los oscuros fondos de las dudas sin fin. Un día de otoño, Miguel Antonio le comunicó a Lucrecia que él debería tomarse una pausa. Lucrecia entró en la desesperación y recurrió otra vez a su psicoanalista Motolinía. En Coatzacoalcos, los cuerpos mutilados de mujeres seguían apareciendo por todos lados: en el centro, en las calles cercanas a las márgenes del río, en los barrios viejos y en los nuevos barrios residenciales. Ese año, la comunidad de Allende fué conmovida dos veces. El asesino, o los asesinos, seguían en la brega y nadie podía pararlos. El presidente municipal le había suplicado al gobernador por su ayuda y este había casi exigido al presidente de la república por su intervención. Pero la situación del país era desastrosa: los diversos carteles de la droga, los crímenes habituales, la corrupción de las autoridades y del ejército hacían imposible encontrar una solución. El presidente opinaba que ya era hora de legalizar la droga para acabar con todos los especulantes. La pobreza aumentaba en todas partes y los focos guerrilleros aparecían a lo largo y ancho del país. En una conversación privada entre el presidente muncipal con el gobernador del estado, los dos llegaron a afirmar que el cabrón asesino en Coatzacoalcos tenía que ser apresado; esa noche, los dos acordaron fabricar a un asesino para acabar con toda esa mierda. El asesino fué fabricado por el propio Urbano Ponce de León. En la primera plana de todos los diarios de Coatzacoalcos apareció la noticia que todos habían estado esperando: “El Alacrán” había sido apresado. En realidad, la pobre víctima había sido obligada a confesarse culpable a punta de palos y torturas; después le habían inyectado 66


morfina durante semanas consecutivas; los periodistas habían sido invitados a la farsa y allí, delante de la prensa, Otilio Rendón, confesó que él era El Alacrán, pero todo era mentira, pues todo mundo pudo comprobar en los días siguientes que los crímenes continuaban. Ponce de León declaró a uno de sus periodistas preferidos, al cual pagaba, que Otilio Rendón era uno de los asesinos, y juraba atrapar a todos los Alacranes en forma definitiva. Los crímenes continuaban.

Lucrecia había abandonado Catemaco y vivía en casa de sus padres. Miguel Antonio, que no quería perderla del todo, le había comprado una casa en la vieja carretera hacia Minatitlán. Puertas adentro, en la pared central de la sala de espera, él mismo había pintado una pareja desnuda y dos nombres: “Saphos y Nerón”. Cada semana, Lucrecia argumentaba salir de visita para encontrarse unas horas con sus amigas; la verdad es que ella enfilaba hacia ”Saphos y Nerón” para reunirse con Miguel Antonio. Miguel Antonio era cruel, desalmado, brutal, feroz, despiadado; en su actitud de enojo ante los otros no había ni clemencia ni dulzura: era egoísta, holgazán, vicioso, ladrón, vanidoso y ocioso; las ansias de venganza ante cualquier mínima afrenta le dominaban. Las malas lenguas hacían correr la historia de que su madre había sido muerta a manos de un asesino pagado por él mismo. Ponce de León se cuidaba de provocarlo más allá de los límites en donde él sabía que el peligro era extremo. Alguna vez en el pasado, cuando Miguel Antonio tenía siete años de edad había tomado veneno de ratas; cuando empezó a vomitar pidió a la sirviente, Natalia, prepararle vomitivos. Mientras vomitaba, el médico de cabecera de su familia le prestó los auxilios necesarios. Miguel Antonio se había confesado ante el médico y le había dicho que después de haber tomado el matarratas el terror le había tomado por asalto y que el miedo se le metió por todos los huesos y la carne y desde ese día se prometió no exponerse jamás ante la muerte. Si muero, que sea entre las piernas de una buena hembra y en la cama, le había confesado al sacerdote de la congregación. Miguel Antonio deseó siempre 67


tener un hijo que fuera igual que él, sobre todo en la conquista de mujeres: conmigo todas caen, cantaba cuando estaba borracho. A los cuatro años, Miguel Antonio perdió a su padre y un pariente cercano, hermano de su padre, le robó la herencia que legalmente le correspondía. Quedó en la más infinita pobreza, pero dos años después heredó toda la gran fortuna de Rodrigo Mijangos, que se había casado con una de sus tías. La tía había muerto y Mijangos decidió dejarle todo su dinero y todas sus propiedades a Miguel Antonio, pues el cáncer que lo agobiaba terminó por llevárselo a la tumba. Miguel Antonio había contraído matrimonio tres veces con tres mujeres distintas en el transcurso de treinta y nueve días. Todos los matrimonios efectuados habían sido ilegales y se habían llevado a cabo en Coatzacoalcos, en el puerto de Veracruz y en la capital Jalapa: Trece días de luna de miel para cada una de ellas, le había dicho en el oído a la Reina Victoria cuando los dos se revolcaban en la cama y ella se carcajeaba y le festejaba la broma. A la casa de los amigos llegaba siempre con bolsos llenos de alimentos, ron y whisky y, a la casa de los policías, agentes federales y soldados que siempre le protegían, les donaba un sobre con una buena suma de dinero; eso lo hacía cada mes. Todos los que le rodeaban solían decir que Miguel Antonio era un amigazo a toda madre y que él sí sabía como vivir. Miguel Antonio se protegía contra todas las eventualidades. El día que se casó con la Reina Victoria se llevó a todos los invitados a la función del circo que en esos días visitaba la ciudad. Cuando la función terminó, todos se fueron a la plaza a escuchar un concierto de rock and roll pesado. Dos meses después, cuando la población votó por el y lo eligió presidente municipal se dejó transportar en un sillón presidencial adornado espectacularmente. Pero él se decidiría después por abandonar la política; en ese entonces se empezaron a desatar los rumores que lo señalaban como el consejero del presidente de la república para elegir alcaldes municipales, regidores, síndicos, diputados locales, diputados federales, senadores y gobernadores. Todos los rumores eran propiedad pública. El día que la inteligencia del país había acusado a Echeverría como ladrón y traidor, Miguel Antonio se borró del mapa social y no quiso encontrarse con nadie. En este país vale más vivir en la obscuridad que vivir a la cubierta de la luz pública. Desde la obscuridad es como se puede gobernar, dicen que le dijo a uno de los ministros con una de las carteras mas influyentes en todo el país. Después de haber cumplido sus tres años en funciones como alcalde municipal, el presidente de la república lo había nombrado, -era un cargo inexistente, en verdad- encargado de la economía de todo el sur del estado de Veracruz. Todos pagaban menos impuestos y sumas extraordinarias de dinero iban a parar a sus cuentas bancarias en el extranjero. El sector comercial le obedecía en todo y el sector industrial le complacía también todos sus mínimos deseos. Por Miguel Antonio todo, le había confesado un conocido arquitecto de la ciudad a uno de sus invitados del gobierno federal que había llegado a Coatzacoalcos con un listado de posibles candidatos para presentárselos a Miguel Antonio, quien era el que al final decidía. La verdad es que quien verdaderamente decidía era el presidente de la república, pero el responsable de la decisión ”legal” era Miguel Antonio. Si algo fallaba, el responsable era él y nada más que él. 68


Miguel Antonio estaba legalmente casado con la Reina Victoria, pero la Reina seguía viviendo en el burdel y no tenía intenciones de cambiar de domicilio. Aquí me encuentro muy bien, le había dicho a Miguel Antonio, y Miguel Antonio la visitaba cada tercer día y se quedaba en el burdel a dormir con ella. Lucrecia Granados echaba de menos a Miguel Antonio y le dejaba montones de recordatorios en el celular. Dos veces por semana, Miguel Antonio la encontraba y ella lo metía a la cama y se volvía loca cuando Miguel Antonio la dejaba. Una mañana que ella había ido al mercado a comprar frutas y verduras escuchó la conversación que sostenían dos prostitutas. Por lo que hablaban, se estaban refiriendo sin dudas a Miguel Antonio y a la Reina Victoria. Lucrecia se enteró entonces que Miguel Antonio estaba casado con la Reina Victoria. Lucrecia, en un verdadero ataque de rabia y desesperación, tiró las frutas y las verduras y emprendió la carrera hasta perderse en la muchedumbre de clientes del mercado; cuando llegó a la casa de los padres les dió la impresión que había perdido la razón, pero ella se negó abrir el pico y lloró desconsoladamnete durante toda la tarde y parte de la noche, hasta que el cansancio la dominó y pudo quedarse dormida aun en contra de su voluntad. A la mañana siguiente se levantó muy temprano, se bañó, se colocó un par de jeans y esperó a que el reloj marcara las nueve para salir a comprarse unas botas vaqueras. Puso el motor de su coche en marcha y partió hacia “Saphos y Neron”; allá esperaría por Miguel Antonio hasta que llegara. Lucrecia había esperado dos días. Al tercer día – tres terribles días – divisó a través de la ventana el coche de Miguel Antonio y su corazón se encogió. Miguel Antonio abrió la cerradura de la puerta con su propia llave. Ella estaba sentada en un sillón y se mecía al ritmo de una de las canciones de U2. Por qué estás sentada en la obscuridad? – le preguntó Miguel Antonio. Ella no contestó. Qué carajos te pasa? Me he enterado que estás casado con la Reina Victoria, le dijo sin darle muchas vueltas al asunto. Miguel Antonio se echó a carcajear. No casamos en una comparsa carnavalesca! Todo fué un vacile! Hoy escuché a dos putas hablar de ti y de la Reina Victoria. Mira, mujer, yó estoy muy ocupado para andarme preocupando por pendejadas. Déjame olerte, le dijo ella, y lo olió en el cuello y le desabotonó la parte superior de la camisa y lo volvió a oler, ahora en el pecho. ¡Es perfume de mujer, cabrón! le gritó histéricamente. ¡Claro que es perfume de mujer! No ves que vengo de los burdeles. He andado de joda y he estado bailando. Lucrecia no pudo soportar más y le disparó a dos metros de distancia. Miguel Antonio se desplomó. Pero solo uno de los tiros que Lucrecia había disparado le había alcanzado en el hombro derecho. Mi amor, había gritado ella, y lo había metido con grandes esfuerzos al coche para llevarlo a una clínica privada.

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Miguel Antonio declaró que el disparo se le había ido a Lucrecia sin intención. La investigación sobre el asunto no duró ni medio día: no había culpable. Lucrecia se encargó de cuidar a Miguel Antonio durante siete días; después lo trasladó a “Saphos y Nerón” y allí se dejó violar tantas veces que el placer que las violaciones le causaban la acercaron a Miguel Antonio todavía más. Miguel Antonio, por su parte, pensó que lo mejor sería cuidarse de ella. A partir de ese día, Miguel Antonio le siguió, día y noche, todos los pasos a Lucrecia.

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CAPITULO

DECIMO

Alejandro Portinari había estado escribiendo un listado de palabras que Isiadel Deva le había pedido. Escribe lo que se te ocurra, le había indicado Isiadel, de manera que Portinari, con la ayuda del negro Maller, se había dedicado a cumplir con lo que Isiadel le había suplicado hacer. A Portinari no le pasó por la cabeza que Isiadel en sus conferencias y charlas, llevara consigo simpre un listado de palabras aparentemente extrañas. Escribe las palabras femeninas de un lado y del otro las masculinas, le había indicado el negro Maller. Los dos le metieron manos a la tarea. Portinari dijo: Empecemos con las femeninas, pues: la sed, la satisfacción, la sonrisa, la carcajada, la risa, la alegría, la tristeza, la cara, la droga, la obscuridad, la luz, la respiración, la lágrima, la mierda, la ropa, la caza, la orina, la guerra, la vista, la tierra, la mujer, la serpiente, la vaca, la ballena, la abeja, la hormiga, la tortuga, , la verga, la ardilla, la rata, la araña, la rana, la liana, la planta, la cabeza, la pierna, la mano, la rodilla, la datura, la mariguana (marihuana), la patata (papa), la miel, la avena, la cebada, la cebolla, la pimienta, la salvia, la peste, la curiosidad, la espina, la furia, la gallina, la harina, la hamaca, la hipófisis, la hipóstasis, la infancia, la infamia, la inercia, la libertad, la lujuria, la magia, la malicia, la nieve, la ninfa, la nostalgia, la nuez, la ola, la olla, la oruga, la paciencia, la paloma, la palma, la papaya, la pareja, la queja, la quietud, la rabia, la razón, la rama, la raya, la riqueza, la sabiduría, la saga, la sal, la sangre, la seda, la seducción, la sensibilidad, la sexualidad, la sirena, la sospecha, la substancia, la subyugación, la sumisión, la tela, la telepatía, la templanza, la tempestad, la tiranía, la tiroides, la ubicuidad, la usura, la uva, la vagina, la vejez, la velocidad, la venganza, la vibración, la visión, la vulva, la yerba, la zábila, la barbarie, la basura, la beatitud, la bienaventuranza, la boca, la bóveda, la brújula, la búsqueda, la cadena, la caída, la cápsula, la ceniza, la dádiva, la danza, la dama, la calentura, la campana, la máscara, la cascada, la castidad, la castración, la catástrofe, la consagración, la cosecha, la impudicia, la insolencia, la esencia, la espiral, la estrella, la expansión, la falsedad, la fascinación, la fatiga, la(s) fauce(s), la furia, la masturbación, la caída, la grieta, la guerra, la pereza, la haraganería, la hipocondria, la iguana, la impudicia, la inercia, la luciérnaga, la lucidez, la hembra, la madre, la malacología, la maldición, la manada, la muerte, la música, la naturaleza, la naranja, la obsidiana, la ojiva, la pantera, la parábola, la esclavitud, la ira, la inmortalidad, la fotoesfera, la llama, la existencia, la vida, la indignación, la leche la estrella, la paz, la esmeralda, la muerte. Continuemos con las palabras de género masculino, dijo Portinari: 71


el deseo, el hambre, el beso, el abrazo, el llanto, el afecto, el desprecio, el sexo, el linga(m), el llanto, el saludo, el cansancio, el descanso, el silencio, el ruido, el dolor, el culo, el amor, el odio, el paseo, el vuelo, el semen, el sudor, el alimento, el dinero, el olfato, el tacto, el gusto, el aire, el fuego, el eter, el hombre, el cordero, el caballo, el perro, el gato, el elefante, el león, el tigre, el zorro, el conejo, el delfín, el cuervo, el lobo, el mono, el escorpión, el jaguar, el ganso, el canguro, el cisne, el mungo, el cocodrilo, el río, el volcán, el hongo, el caapi, el cactus san pedro, el frijol, el maíz, el coco, el aceite, el trigo, el ajo, el picante, el orégano, el infierno, el jazz, el juego, el juglar, el letargo, el macho, el niño, el oboe, el olivo, el orbe, el oráculo, el óvulo, el ozono, el pájaro, el papagayo, el paraíso, el parásito, el cabello, el petróleo, el poeta, el paradigma, el lamento, el lenguaje, el libro, el chackra, el mensajero, el metal, el diamante, el rinoceronte, el chacal, el cuervo, el tsunami, el aguacate, el hoyo negro, el quasar, el universo, el quetzal, el sueño, el alba, el terremoto, el huracán, el zapato, el viento. Cuando Portinari e Isiadel se encontraron otra vez, ella le sugirió que se concentrara en una de las palabras y tratara de hablar sobre ella tres minutos. Asi deberías de hacerlo con todas y cada una de las palabras, le dijo Isiadel. El negro Maller entendió que lo que Isiadel quería era entrenar a Portinari en el arte de hablar. Al mismo tiempo, Portinari haría más valioso su ya de por si enorme vocabulario, pues pondría a trabajar todos sus conocimientos con intensidad. Portinari y el negro Maller dedicarían dos hotras diarias a la práctica de hablar sobre las palabras no escogidas de su listado. Hablar tres minutos sobre una palabra fué una tremenda batalla para ellos; poco a poco pudieron adentrarse en la médula del asunto y después de una semana estaban hablando con menos dificultad. Portinari y el negro Maller iban en camino de convertirse en excelentes oradores.

Isiadel Deva deseaba regresar a Coatzacoalcos. Echaba de menos a Marcel Ray y todas sus ocurrencias. Cuando a Marcel le entraba la vena excéntrica los demás le admiraban. Una cosa que más le gustaba a Isiadel era cuando Marcel relataba, recurriendo solamente a la pantomima, las invenciones más difíciles. Como los Elementales conocían la dificultad para entender ciertas cosas de los humanos, le gritaban a Marcel que las representara: has aparecer el aire, Marcel!, descríbenos el amor, Marcel!, cómo es el odio, Marcel!. Cuando se trataba de los instrumentos musicales, era una verdadera delicia ver a Marcel trabajar con su manos, moviéndolas en el espacio imaginario, para crear los perfectos y bellos instrumentos con el artificio magistral de sus dedos y sus manos. Al mismo tiempo que trabajaba con todo su cuerpo, su boca seguía los movimientos de su oficio con una destreza que rebasaba a la misma imaginación. Marcel era el hijo preferido de todos los Elementales. Las viejecitas recurrían a todos los conocimientos almacenados en el espacio de tantos miles de años para confeccionarle ropa, pasteles, empanadillas, instrumentos musicales, sombreros, platillos exquisitos elaborados con recetas de 72


hacía miles de años, gorros, pañuelos, calzoncillos, botas, carteras, trajes que el usaría ante los humanos y trajes para descansar entre los suyos. Marcel era un gran pintor y los más viejos de los Elementales fabricaban los colores, aceites, pinceles y telas que Marcel debería de usar. De sus manos salían siempre obras maravillosas que causaban asombro entre sus semejantes. La verdad es que Marcel vivía de su oficio. Los mas importantes galeristas le suplicaban para que Marcel tuviera sus exposiciones con ellos en todas las ciudades mas importantes del planeta. Marcel exponía en todos los continentes y vendía todo. Las obras expuestas desaparecían una hora despues de que la gallería hubiera sido abierta. Pero cuando Marcel no pintaba estaba siempre trabajando en cualquier parte adonde Isiadel le enviara. Lo más importante para él era que el mundo fuera puesto fuera de peligro y fuera salvado pues, según sus propias palabras, los machos humanos se estaban acercando a un desastre de terribles proporciones. Estos cabrones quisieran llevar al planeta al infierno!, solía reflexionar. Después guardaba silencio durante algunos minutos. No le gustaba para nada pensar en ese cuadro siniestro. Una palabra se repetía tenazmente en su cabeza: trabajar … trabajar … trabajar. Marcel Ray había estado en Coatzacoalcos seis días. Al séptimo día empacó un par de trajes, un par de zapatos, una toalla, ropa interior y los artículos de la toilette. Compró un boleto de avión, solamente ida, hacia México City.

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Alaíde Foppa de Solórzano En la ciudad de México, cuarenta años atrás, Ernesto Cavadonga había sido amigo de una familia refugiada política guatemalteca. El bienestar de la familia descansaba sobre los hombros de Alaíde Foppa (Maria Alaíde Foppa Falla) y Alfonso Solórzano. Alaíde había estudiado en España, en Belgica, en Suiza, en Francia, donde había obtenido su doctorado en Filosofía y Letras en la Sorbona, en Barcelona, en Buenos Aires; en Italia, había obtenido su doctorado en Filosofía y Letras; Augusto era abogado y diplomático y militaba en la izquierda política. Alaíde era hija de Tulio Livio Foppa. Su madre, Julia Falla era terrateniente y había trabajado profesionalmente como concertista. Alaíde y Alfonso tuvieron cinco hijos, tres varones y dos mujeres. Por causa de la desastrosa situación política que prevalecía en el país, la familia Solórzano Foppa había optado por quedarse a vivir en México. Los militares de Guatemala eran la casta mas asesina de toda Latinoamérica. Los que conocieron a Alaíde, afirmaban totalmente convencidos que ella era un ángel descendido de las estrellas y que había llegado a la vida para dedicarse ayudar a los pobres y a lanzar llamaradas de luz con su dedo acusador sobre las sombras en que las dictaduras militares trataban todo el tiempo de ocultarse. En realidad, no podría afirmarse que Alaíde, fuera guatemalteca o mexicana o argentina o italiana; ella pertenecía al mundo y en cualquier lugar era querida por su gran bondad y su gran don de gente noble. Alfonso, su marido no le iba, para nada, en zaga. Trataba a todos sus hijos con la delicadeza y consideración que la vida le concede a todos aquellos que estan concientes de su existencia y de la existencia de los demás, especialmente de los que a diario le rodean. El hijo mayor, Julio Solórzano Foppa, había estudiado en Moscú y durante muchos años se había dedicado al arte de componer hermosos textos y cantar las verdades que el viento llevaba de un corazón hacia otro corazón y de un lado a otro lado del país. Mario Solórzano Foppa era un analista de los hechos brutales de las diversas dictaduras militares de Guatemala, de todos sus crímenes, de sus cínicos robos y saqueos, de su inmoralidad, de su brutalidad inhumana. Juan Pablo, el menor, había sido abatido por el odio demoníaco de la soldadesca que protegía a los militares malvados y corruptos de Guatemala: Juan Pablo había caído en combate abierto contra los milicos. Las dos mujeres, Laura y Silvia, habían tomado 74


caminos diferentes: Laura era bailarina de ballet y Silvia se había decidido por estudiar medicina. Silvia había pasado un tiempo en la guerrilla, pero después se había reintegrado a la lucha legal desde la trinchera que la lentitud de la democracia ofrece. Marcel Ray había hablado por teléfono con Ernesto Covadonga y este le había informado hasta de los mas pequeños aspectos de la situación por la que los sobrevivientes de la familia Solórzano Foppa atravesaban. En Guatemala prevalecían las tinieblas. El general Romero Luque Garzón, que había ascendido al poder inmisericorde de los militares en milnovecientos setenta y tantos es el cerebro que había mandado secuestrar a Alaíde Foppa. En su agenda había anotado el recuerdo del secuestro: ráptenla y tortúrenla lentamente y después mátenla. Alaíde no dijo nada; no le sacaron ninguna palabra de sus labios. Dicen que murió de un paro cardiaco. Alaíde tenía entonces sesentaitantos años, pero conservaba el vigor de su temple: sus ojos despedían bondad y belleza y calma y saber y benignidad y dulzura y suavidad y amor. Romero Luque Garzón, el asesino, el criminal sin alma, el homicida sumergido en caudales de sangre, el matador inmisericorde, bebía sus pócimas venenosas que a él no le hacían ningún daño y embriagado por el odio de su malvada estirpe tenía a Alaíde en su alma, consumiéndolo con el fuego de la justicia eterna. De Mexico City, Marcel, volaría hasta Guatemala City y estando allá convocaría a una reunión con los Elementales de la antigua tierra de los mayas. A esa reunión acudirían Isiadel Deva, Ernesto Covadonga, Alejandro Portinari – que había convencido al negro Maller de sumarse al grupo – y los jerarcas de los Elementales de todo el mundo. La guerra, le había confesado Marcel a Ernesto, es decisiva; y había agregado: “tenemos que recurrir a los grandes rituales de la Alta Magia y tu juegas uno de los papeles mas importantes”. Marcel había recibido un mail de Isiadel en donde ella le anunciaba que estaría en Mexico City dentro de dos días; con ella viajarían Portinari y Maller. Marcel sacó en cuenta que ellos llegarían el viernes mas o menos a las ocho de la noche. Los tres tomarían el avión desde Göteborg y Ernesto lo tomaría un día después desde Estocolmo: Ernesto llegaría a Mexico City el sábado por la tarde. Las horas, mas que transcurrir, volaban a una velocidad sorprendente con el fin de encontrarse en un punto marcado no por los reyes del tiempo sino por las voluntades de todos. Habían elegido un hotel en la zona de Coyoacan. Ese día, desde muy temprano, el sol había llegado con mucha fuerza. Se juntaron en el restaurante-comedor que estaba en el techo y tomaron un desayuno compuesto por yogurth, jugo, tostadas y te, algunos, y otros café au lait.

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Guatemala, dijo Marcel, ha sido elegido como centro de actividades de un grupo de adoradores del demonio. Todos ellos son enemigos del bien y son muy malvados. En Guatemala está pasando lo mismo que en la Alemania nazi de Hitler. De acuerdo a las declaraciones de algunos maestros que viven bastante ocultos en diversas partes de América del norte y América del sur, siempre ha existido ”el plan del último reducto”. La hermandad del mal ha escogido todo el continente americano como su morada eterna. Obsérvense, dice uno de ellos, que las dictaduras militares han suprimido todas las libertades cada vez que tomaron el poder. Obsérvese que todas las mujeres detenidas son sistemáticamente violadas. Obsérvese, dice otro de los maestros, que a pesar de todos los crímenes cometidos muy pocos de ellos han recibido condenas; las condenas han sido un insulto para las víctimas; la mayoría de ellos goza todavía de las riquezas robadas. No olviden jamás, dice el tercer maestro, que muchos de ellos dirigen los asuntos cruciales de “sus países” desde sus ocultos escondites. No actúan, como lo hicieron en el principio, abiertamente, pues ellos prefieren ahora sacar las castañas del fuego con las manos del gato. Acuerdan alianzas con todas las fuerzas que quisieran detener el tiempo. Estos aliados son la gente que posee, no solo el capital, sino las ideas detenidas y congeladas de una sociedad donde el macho sigue siendo la fuerza más vital de toda la humanidad. Ha llegado la hora de que aparezca otro poder; ya no el poder salido del macho, pues este poder es viejo y reaccionario. Necesitamos un poder que ponga los nuevos cimientos de la creación, necesitamos el poder femenino; es el único poder que está en posibilidades de salvar a la humanidad. Al mundo no necesitamos salvarlo, pues en caso de necesidad el mundo desplegará sus fuerzas y se limpiará. Lo mas triste es que la humanidad no podrá ser salvada ya que las fuerzas desatadas en acción del planeta entero serán incontenibles. 76


De alguna extraña manera, campanas de advertencia estaban doblando en el corazón de los que escuchaban las palabras de Marcel. La aceptación había llegado a la mesa tomando la forma del silencio. Marcel continuó: Todo el suelo de Guatemala ha sido empapado por la sangre vertida en un tenebroso e inacabable ritual. Los adoradores del universo del mal sacrifican víctimas cada día. La promesa de ellos hecha a sus amos es que la cantidad de víctimas ofrecidas en el holocausto debe todo el tiempo ser elevada. Que todos sepan que la sangre derramada violentamente es la que convoca y llama a los quebrantadores de la ley. Cualquiera cae en cuenta que cuando la sangre está mezclada, los ritos del mal están presentes. La sangre es el pacto de unión entre los inventores de la creación y los seres humanos. Es la sangre el río que se desliza pacíficamente; la sangre transporta a la misma vida y no debe aparecer en ningún ritual. Cuando la sangre aparece en esta forma el mal está presente y clama por su cuota. Los Dioses han preservado los misterios a través de la sangre. Evitemos que la sangre sea vertida en las tierras del bien. Allá ellos, los adoradores del mal; sus lenguas ocasionan víctimas y sus corazones está hechos piedras debido a sus prácticas malditas. El amor ya no anida en sus corazones; ni siquiera la piedad. Arranquemos de raiz las yerbas de la maldición y sus herencias desahuciadoras. Busquemos los matices y rasgos del cielo para que las compuertas de la bienaventuranza se abran. Despertemos ya no con alaridos sino con los grandes rituales de la Alta Magia, que han sido olvidados, a las Deidades de sus descansos y clamemos por su ayuda. La hora del bien tiene que llegar, debe llegar; ya hemos esperado demasiado tiempo. Todos se miraron entre sí. Ernesto pagó la cuenta con una tarjeta bancaria y uno a uno fueron saliendo del restaurante-comedor con una buena sonrisa en el rostro. Darían un paseo por las cercanías boscosas y respirarían lo poco que quedaba de aire fresco no contaminado.

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CAPITULO

DECIMO PRIMERO

Ginebra Lessing Ibarra y su amiga Elena Dorado continuaban el juego interminable de enviar señales y recibirlas sin comprometerse. La pasión latía debajo de sus pieles y les quemaba todos los miembros internos y externos hasta dejarlas completamente exhautas. Muchas de las vibraciones eran extra-sensoriales. Alberto Ramírez de Dacia, el marido de Elena, le permitía todo, solamente que yo no esté presente, le decía y añadía: no Te olvides de guardar las apariencias, amorcito; mis enemigos no despreciarían la oportunidad de hacerme pedazos. Ginebra no tenía quien le pusiera escollos en su camino. Para mantenerla a la distancia deseada, Elena la alimentaba constantemente con besos casi imperceptibles en la nuca y caricias con la punta de sus delicados dedos por las partes más sensibles de su hermoso cuerpo; miradas alentadoras que le invitaban a la locura de todos los deseos que Ginebra pudiera siquiera atreverse a pensar; en fin, la imaginación que no podría tener jamás fin y que las mantenía tan unidas y tan separadas. Pero las dos se pertenecían y sabiéndolo no se atrevían saltar las cercas del territorio en el cual ellas se sentían en libertad. Si iban juntas al cine a ver un film se acariciaban mutuamente en la epidermis de las manos y las muñecas, pero no pasaban de allí. Cambiaban de pajas cuando tomaban refrescos y después de uno o dos sorbos volvían a cambiar. Pero Ginebra se sentía la protectora, la mas fuerte, físicamente hablando, y era la que siempre tomaba las inciativas. Cuando salían a comer, Ginebra la esperaba sentada en el coche y señalaba siempre con la bocina dos veces; era la forma de decirle tú y yó, amada mía, siempre tú y yó. Al regreso la dejaba y se despedían con una caricia en cada mejilla y un beso tierno en los labios, sin entrometer a la lengua. Recorrieron en coche toda California; también se deslizaron por todas las carreteras y lugares de Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Chiapas y Oaxaca, para volver a retornar a Coatzacoalcos. Las dos habían nacido en Coatzacoalcos y las dos, como tantas veces lo habían jurado, morirían también en Coatzacoalcos. En el verano salían de vacaciones y entonces tomaban el avión; bien iban a Cuernavaca, Acapulco, Puerto Vallarta, Puerto Escondido, Puerto Angel, Cancun, Playa del Carmen o se perdían una semana en el carnaval de Veracruz, Mazatlán o en algunas de las islas del Caribe. Las dos se amaban pero se negaban a declararlo abiertamente. Alberto, por su lado, desaparecía de Coatzacoalcos para irse a enclaustrar en una casa que tenía en las cercanías de Campeche. Permanecía encerrado con varios amantes a la vez días enteros y los testigos invisibles relataban historias que ya no causaban ningúna sorpresa a nadie. El pais entero se estaba yendo a la mierda. La vida cambiaba y las columnas que la sostenían estaban todas carcomidas por los ataques de los vicios. Los jóvenes estaban entregados a todos los desmanes y los padres de familia dudaban que sus hijos alcanzaran la edad de ellos. Cuando Alberto se había unido a Elena, ella era casi una adolescente, había cumplido los diesiseis años y Alberto tenía cuarenta. La diferencia en años se notaba ahora que Alberto había cumplido 78


los sesentaicuatro años. Elena estaba en la plenitud de la belleza: cuarenta años y con unas ganas terribles de ser amada por todos los hombres que ella eligiera. Ginebra esperaba con la paciencia de la pantera. En un principio, la relación entre Elena y Alberto había transcurrido en las zonas semioscuras de lo oculto. Alberto no se había definido pues el miedo a que le descubrieran influía en él con una indescriptible intensidad que no se hubiera atrevido a confesarle a Elena sus inclinaciones por los dos sexos. Enfrente de las otras mujeres se sentía macho y actuaba como macho, aunque de repente era traicionado por sus inclinaciones femeninas y terminaba llorando y pidíendoles a las mujeres por un poco de comprensión. Nadie me entiende, gritaba, y continuaba sollozando hasta que las mujeres le abandonaban dejándole solo con sus quejas y lloriqueos. Cuando él se decidió confesarle a Elena lo que el entendía como su verdad, Elena ya se había enterado de todo eso a través de las amigas con las que Alberto había rotundamente fracasado. De manera que las cosas estuvieron muy claras para Elena y muy claras para Alberto. Pero Elena no le abandonó, sino que siguió haciendo su vida con la diferencia que ella ya no le consultaba sus íntimos deseos. De hecho, hacía años que la experiencia sexual entre ellos había muerto. Elena disfrutaba de la riqueza material de Alberto y él había hecho su testamento declarándola heredera única. Los dos hijos adoptivos, Victor y Miguel, dos varones insoportables y pendencieros, habían abandonado el hogar y Alberto les había concedido una residencia a cada uno de ellos y una sólida base económica. Elena estaba atrapada por las dudas. Si ella se decidiera por Ginebra, las dos podrían dejar Coatzacoalcos e irse a recorrer el mundo hasta encontrar un sitio en donde ellas se sintieran bien y en donde pudieran vivir en libertad. Alberto le había confesado alguna vez que su sueño era poder vivir en Amsterdam para deshacerse de todos sus miedos y encontrar un macho que lo hiciera sentirse feliz. En este aspecto, Elena le entendía y muchas veces le daba ánimos para que él se decidiera por tomar ese paso tan necesario para él. Elena se había comprado un vestido de coctel y se lo había puesto pensando en la fiesta de esa noche en el club Rotario. Se estaba mirando en el espejo cuando la campana de la puerta sonó levemente. Era Ginebra que la había pasado a buscar. La fiesta había sido organizada por una amiga íntima de Ginebra Lessing Ibarra y era solo para mujeres. Cuando las invitadas llegaron al club Rotario, fueron informadas que la fiesta era una charla sobre la próxima candidata a la alcaldía de Coatzacoalcos: Diana Garibaldi. A cada una de las invitadas se les entregó un tequila margarita y una canastilla con rosas. La charla giró en torno a la plata. Diana Garibaldi necesitaba soporte económico para financiar su campaña. Generosa como siempre, Elena se comprometió a solventar la mitad de lo que la campaña costara. Las demás pueden todas ustedes juntas poner la otra mitad, dijo Elena para finalizar. Asi liquidaba la parte aburrida de la noche. Después se dedicaron a beber con moderación. Al final, Ginebra y Elena abandonaron la reunión y tomaron el coche para ir a tomar un poco de aire en las escolleras. Estuvieron charlando sobre ellas y tomaron la decisión de ir de vacaciones a Europa. El país sería discutido después. Dos horas después, antes de quedarse dormida, Elena sintió que Ginebra había 79


llegado a su recámara y se había inclinado hasta besarla en la mejilla, muy cerca de la boca y después había permanecido de pie, a su lado, observándola con los ojos ambiciosos de la admiración. Elena se había quedado dormida. Elena despertó cuando las manecillas del reloj de mesa señalaban las doce y catorce del día. Elena abrió las cortinas blancas de su recámara que daba hacia el mar y ofrecía un vista llena de luz. Aire y mar eran dos cosas sin las cuales Elena no podía vivir. Cuando Elena abrió la puerta para ordenar a la sirvienta algo de desayunar, la mesa ya estaba puesta. Oyó a alguien cantar en la cocina. Al entrar a la cocina descubrió que Ginebra estaba preparando un desayuno tardío: carne de Chinameca, plátanos fritos con nata, frijoles negros, tortillas de maíz nuevo, té japonés y chocolate caliente con leche. Elena le dió un abrazo lleno de deseos y de agradecimiento. Elena le preguntó si había dormido allí o en casa de ella. Dormí en la recámara de invitados. La recámara que Elena disponía para sus invitados estaba colocada también hacia el mar. Ginebra había dormido como un lirón, le dijo, aunque ella nunca había entendido la frase del todo, pensó en los lirones y se preguntó si los animalillos dormían tan bien, como el contenido de la frase dormir como un lirón pretendía indicar. Después de desayunar abandonaron la sala comedor y descendieron al jardín a echarse sobre un par de toallas que habían arrojado al pasto. Ginebra le preguntó si ella había pensado cuál sería el país que ellas visitaran juntas; el primero de todos, dijo inclinando su cabeza en dirección al rostro de Elena. Elena le contestó que todavía no le había dedicado ningún pensamiento al asunto, aunque se atrevió a confesarle que le atraían varias ciudades, porque las ciudades eran los nuevos países. Tu no puedes imaginarte que Barcelona sea una ciudad española. Barcelona se ha formado con la influencia cultural de los conquistadores; a través de los conquistadores del Mediterráneo entraron a Barcelona los libros, la ciencia, los inventos, la comida, la ropa, no había sido asi?, le inquirió. Ginebra añadio que también habían entrado las nuevas ideas, las enfermedades, las nuevas posiciones con las cuales la psique contribuye. Claro, todo eso era verdad, todo fluye, todo fluye, repitió Elena meditativa. Paris se ha convertido en una ciudad medieval; a esa cita han acudido batallones de gente en busca de trabajo, alimento, un lugar menos violento donde dejar pasar la nueva vida. En Paris encuentras gente de todo el mundo; allí se funden todas las culturas: el gusto por el café, el cognac, los vinos de excelencia, las ideas revolucionarias, las mujeres, la gonorrea, la sífiles, el sida, la moda, el dinero, los sufrimientos; sobre todo los sufrimientos. ¿Y qué me dices de Florencia?, le preguntó Ginebra e inmediatamente se auto-contestó: a Florencia acuden los turistas que no tuvieron tiempo de leer, aquellos que calentaron los asientos de las aulas universitarias pero que no aprendieron mucho pues nunca, o pocas veces, confrontaron lo que habían escuchado en las salas de enseñanza con sus experiencias profesionales. Venezia se está hundiendo y lo poco que se hace para evitar esta catastrofe es nada si lo comparas con la cantidad de dinero que los imperialistas han dilapidado y dilapidan en sus guerras que muchas veces son 80


venganzas individuales de gente insegura como tu o yo, o cualquier vecino. Con todo lo que destruyeron en Viet-Nam o en Irak ya hubieran salvado los tesoros inigualables que existen en Venecia; quiero decir, ya hubieran podido transportar todos los tesoros culturales a terreno firme. Por qué todo esto? Los exiliados llevan la música de un lugar a otro, la funden, la enriquecen, inventan, imaginan, crean; en una palabra, descubren nuevas vetas culturales. Y las ideas sobre el amor entre el hombre y la mujer? Esas son trampas culturales que deben salvarse, pero hay que pasar sobre todo esto. La verdad es que el hombre anda siempre en busca de huecos; por allí mete la lengua, los dedos, los genitales y hasta la cola si la tiene. Eso es lo que es el hombre. El hombre no conoce la vergüenza. Mejor dicho, el hombre es una verdadera vergüenza. El sol estaba en el centro y caía perpendicularmente. Se levantaron del pasto y corrieron a tomar una ducha. Despues de haberse refrescado un poco y después de haber cambiado de ropas, se prepararon un buen par de tequila margaritas en el bar. Sentadas en un par de sillones en la terraza continuaron con su charla. Elena se levantó y puso ”Lágrimas negras”. Escucha esto, le dijo a Ginebra; esta cosa bonita la hicieron Bebo Valdes, Diego Cigala y Alicia Keys en un concierto en vivo en Madrid en el 2003. Estabas hablando del hombre, dijo Elena. Ginebra continuó: Dime cuántos son los machos divorciados que pagan el sustento para sus hijos y sus mujeres? Dime cuántas son las mujeres abandonadas cada año? Dime cuánto es el por ciento de la población macha que le da soberanas palizas a sus mujeres? Dime cuantos son los machos que tienen simultáneamente dos, tres o cuatro mujeres; es decir, ¿hogares? ¿Dime cuantos machos le son fieles a sus mujeres? Dime si los machos no favorecen a sus hijos machos mas que a sus hijas hembras? Cuántas son las hijas e hijos no reconocidos por el macho? Podemos repetir hasta la saciedad muchas preguntas que se originan en las acciones “normales” del macho y la respuesta siempre nos va a sorprender. Ahora, el golpe definitivo, el KO pues, cuántas mujeres mueren asesinadas a golpes, apuñaladas con arma blanca, a tiros, atropelladas con autos, envenenadas, arrojadas vivas al fuego, afixiadas, ahogadas, enterradas en vida, ahorcadas, muertas en explosiones, muertas o desfiguradas por los ácidos, abandonadas a su suerte y cargadas de hijos e hijas; todas ellas perdieron su juventud y su belleza miserablemente. ¿Cuántas de ellas no fueron quemadas vivas junto al marido?, etc., etc. Niégame una sola de las cabronadas que el macho comete en contra de las mujeres; imposible, ¿no es cierto?

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CAPITULO DECIMO SEGUNDO Isiadel Deva y Macel Ray fueron los primeros en encontrarse dentro de Guatemala; lo hicieron usando los medios que los Elementales usan para transportarse a cortas o largas distancias. La ciencia se ha atrevido a especular sobre los hoyos negros y se ha atrevido a formular la teoría de que todo lo que caiga dentro de ellos es totalmente transformado; hablamos aquí de los conceptos tiempo, materia y espacio. También se ha inclinado por considerar que los hoyos negros son conductos a través de los cuales se podría viajar de una galaxia a otra o de un universo a otro, o de un punto de la galaxia hacia otro punto, a una terrible velocidad; el cuerpo o los cuerpos expuestos a tal odisea cambiarían de forma y estructura durante el viaje y recobrarían su forma original al llegar al destino trazado de antemano. Los Elementales atraviesan las paredes de un universo hacia otro sin perder su forma original. La materia con la cual han sido creados viola los conceptos que nosotros tenemos sobre la física, la química, la materia, la teoría atómica, las partículas del núcleo, etc. Los Elementales fueron creados con el propósito de salvaguardar intacto el propósito final: los Elementales no son terrícolas ni pertenecen tampoco a otra galaxia ni son parte del universo tal cual nosotros lo conceptuamos. Ellos pertenecen a otra esfera y la ciencia de los humanos no tiene los conocimientos para aceptar esto; es decir, la ciencia humana carece del elemento rojo con la cual la creación nos permite soñar, imaginar; en una palabra, hacer realidad lo imposible para vencer a los conceptos tiempo, espacio y materia. El elemento rojo es el corazón. Marcel Ray había regresado a Mexico City para recoger a Ernesto, a Portinari y al negro Maller. La esfera dentro de la cual se encontraban no podia ser vista por nadie; la ventaja es que ellos si podían ver todo lo que sucediera en cualquier lugar donde estuvieran. También podían trasladarse al pasado, al futuro, o permanecer en el tiempo presente. Marcel Ray dirigió la perfecta esfera hacia el pasado y allí todos ellos pudieron ver todos los crímenes y todas las atrocidades cometidas contra la nación guatemalteca por las distintas dictaduras y los distintos caudillos sanguinarios que se disputaban el poder total o lo compartían entre sí. Todos estos caudillos venían de un grupo maya que había entrado en un pacto infernal y se había posesionado de los secretos que los mayas adoradores del mal poseían. Se trataba de un grupo eficaz para liquidar todo lo que se les opusiera. Ese es el propósito final de las entidades que persiguen dominarlo todo: las cosas no son tal cual nosotros los vemos, las experimentamos o las percibimos. Permanecieron examinando los sucesos guardando la posición de testigos. Los Elementales han sobrevivido miles de años observando y respetando esta sagrada condición. Las Deidades creadoras buscan remedio a cualquier fenómeno, humano o no, que ponga en peligro el orden que ellos y ellas han imaginado o soñado. Ernesto, que había tenido una estrecha amistad con Alaíde Foppa, pudo ver como la habían torturado, como habían creído 82


humillarla; Alaíde Foppa era la estaca que el bien clavaba por todas las eternidades en todo el espacio psíquico del grupo de militares asesinos. Ella había bajado de las estrellas y eso era cierto. Pudieron ver que la orden de matar a su esposo Alfonso Solórzano había sido fulminante: eligieron un accidente. La verdad, tal cual ellos la estaban viendo, es que la junta militar había mandado a un grupillo de asesinos que realizarían la tarea con un respaldo estratégico que se había originado en el palacio de gobierno y en los cuarteles militares guatemaltecos. Los asesinatos de sus dos hijos, Mario Solórzano Foppa y Juan Pablo Solórzano Foppa quedaban inscritos en la zona de la justicia que busca a su debido tiempo la restitución que los hechos exigen. Juan Pablo Solórzano Foppa murió en el mes de Junio, en Nebaj, en 1980. Mario Solórzano Foppa desapareció en 1981.

Mario Solórzano Foopa y Juan Pablo Solórzano Foppa

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Julio, Laura y Silvia, los tres sobrevivientes de la familia Solórzano Foppa guardarían en sus corazones los recuerdos intocables que los habían traído al mundo: las tareas deberían siempre cumplirse. Ernesto las guardaba en el lugar más preciado de su vida y este era su limpio corazón. Alejandro Portinari les recordó que las sucesivas juntas militares en Guatemala habían matado a más de trescientas cincuenta mil seres humanos. El negro Maller dijo que eso era una obra de Satán. Ernesto guardó un silencio que se alargó una eternidad. Isiadel y Marcel se miraron a los ojos y estrecharon sus cuerpos entre sí para darse los ánimos de proseguir en la tarea. Al regresar a México ellos revelarían la verdad, para que los hijos de los criminales o los nietos de ellos se alejaran definitívamente de esa estirpe asesina que tantos males había provocado y ocasionado a la nación guatemalteca. Antes de retornar al mundo de la materia, Marcel pidió que se quedaran en Chichen Itza. Se mantuvieron en Yucatán, Campeche, Chiapas y Quintana Roo. Visitaron pirámides, tumbas, restos arqueológicos, centros de sacrificios y templos; admiraron casi todas las estelas y el arte permaneciendo todo ese lapso dentro de la esfera donde escudriñarían todo con el ojo que no era humano y pensarían en los hechos no como humanos y verificarían las cosas que los humanos consideran ciertas y comprobarían que la verdad es muy relativa y que la vida continúa su marcha en rios caudalosos de sangre clamando por justicia. Alborada y Amanecer, las dos hijas de Marcel e Isiadel, habían llegado a Mérida para encontrarse con sus padres a quienes no habían visto desde hacía muchos años. Alborada y Amanecer habían estado visitando a sus antepasados y estudiando la naturaleza de la esfera de la cual su padre era originario. Habían recorrido el mundo con el propósito de entenderlo mejor. Habían presenciado, en calidad de testigos, todas las guerras de las naciones bárbaras en toda la historia del mundo, la verdadera historia. Habían visto en la pantalla de su esfera, que el mundo ofrecía, la vida de las mujeres y se habían quedado frías y sin habla por todas las experiencias que esta parte terrible de la historia del mundo les mostraba: mujeres trabajando como bestias, mujeres violadas todo el tiempo, mujeres usadas como animales de carga, mujeres 84


raptadas, mujeres muertas por las manos del macho, mujeres arrinconadas, mujeres sin dientes, mujeres sin piernas y sin brazos, mujeres jorobadas, mujeres cojas, mujeres ayudándose con algún pedazo de madero para poder caminar, mujeres sordas, mudas, ciegas, mujeres jóvenes, mujeres estragadas, mujeres cancerosas, mujeres gangrenadas, maduras, viejas, todas abandonadas cuando el macho no les pudo sacar mas provecho; también habían visto, a lo largo de todos los caminillos, de los senderos, de los desiertos y de las selvas, mujeres falleciendo, mujeres sin fuerzas, mujeres enfermas, mujeres mutiladas, mujeres sin derecho a comer, mujeres calvas, mujeres pariendo, mujeres leprosas, mujeres sifilíticas, mujeres con las piernas abiertas y con fetos muertos entre sus manos, mujeres sangrientas, mujeres lanzando al espacio sus desgarridos sin que nadie se ocupara de ellas, mujeres embriagadas, mujeres corriendo de un lado a otro por haber perdido la razón, mujeres gritando como mulas, mujeres calladas con la vista fijada en la nada, pues la vida les había siempre concedido la dádiva de la nada. También habían sido testigos presenciales de la otra imagen: mujeres gordas, flacas, bellas, bien formadas; mujeres de diferentes colores de piel, mujeres a momentos felices, mujeres trabajando, mujeres encargándose del funcionamiento de la cocina, de los hogares, de sus maridos exhaustos, mujeres lavando ropa y cantando, mujeres susurrando melodías ya olvidadas, mujeres frente al tocador acicalándose con polvos, colores, pinturas, perfumes, vestidos olorosos, mujeres usando pinceles, mujeres depilándose, mujeres con moldes en la boca, en los pies, en los senos, en las orejas, en las narices, para agradar y atraer a sus machos, mujeres con anillos pendiendo de diversas partes de sus cuerpos, mujeres matando víboras para defender a sus críos, mujeres preparando pócimas y brebajes para encantar a sus hombres, mujeres abriendo las piernas y gozando de las delicias del jardin del amor, mujeres caminando con las melodías silenciosas de su cuerpos para mostrar sus bellezas, mujeres encantadoras, hermosas, serenas, feas pero felices, armónicas, lindas, bonitas, preciosas, graciosas, virtuosas, amantes de un solo hombre, llenas de felicidad, dichosas, bienaventuradas, contentas, agraciadas; pero todas ellas eran una minoría. Alborada y Amanecer parecían no tener edad pues ni el tiempo ni el paso de los años tocaban sus cuerpos; ellas eran niñas sin edad y sus vidas contenían la sabiduría heredada de los milenios sin haberla pedido ni exigido. Alborada y Amanecer esperarían por sus padres hasta que estos llegaran. Estaban ansiosas de encontrarse con el tío y padrino Ernesto con quien les encantaba cambiar ideas y conversar hasta que el cansancio dominara al pobre tío y él pidiera tregua para ir a reponer fuerzas a su recámara. Alborada y Amanecer habían nacido abarrotadas y abigarradas de conocimientos y ninguna aventura les abatía. La naturaleza nos suministra y nos abastece, declaraba Alborada. Amanecer decía que el mal nunca les haría abdicar de la dignidad y del imperio de la naturaleza. Somos dulces como la miel de la abeja que ningún hombre puede crear, susurraba 85


Alborada. Amanecer no perdía ningún momento para decir que ellas no se separaban de las señales de los astros. Las confusiones del abismo y del infierno no nos hacen temerle, nosotras no abjuramos de nuestra herencia, declaraba Alborada. Nada le causaba bochorno a Amanecer: venimos a suprimir las injusticias; las canalladas nos producen aversion. Abordaremos la nave de estos tiempos y someteremos a los huracanes y a los vientos del mal. Reduciremos a las entidades del mal a cenizas, declaraban las dos al unísono. Abrigadas estamos en el regazo del bien y nada nos acobarda. Podemos abrir hasta las compuertas cuyas llaves han sido arrojadas al olvido y se han perdido en los agobios y las oscuridades de la memoria. Hemos heredado el bien y nuestras obras son del bien. Alborada y Amanecer habían decidido fijar sus morada en las tierras guatemaltecas para acabar definitívamente con la condición abyecta a la que los machos, militares engreídos por el poder que da la mala sangre y la violencia, habían llegado. Vamos acabar con el imperio de los machos que tantas vidas han arrancado del árbol de la justicia; vamos a detruir el imperio de los asesinos, vamos a llenar los corazones de las nuevas generaciones con la abundancia imbatible del bien. Vamos a mandar a todos los diablos y demonios incansables a las tierras del no recordar. Terminaremos con los huracanes que esa hoja negra ha escrito con la pluma del terror en los corazones, dijo Alborada y, Amanecer, para finalizar ese momento, declaró que destruir ocupa su lugar en la justificación cuando las obras ponen remedio a los males usando la espada de fuego de la justicia: ella es limpia y sana todo lo que abate. Alborada y Amanecer se abrían paso con la potencia milagrosa de sus presencias. Quien pasaba al lado de ellas quedaba vacío de suciedades y quien, por accidente, descuido o equivocación, las tocara era inundado por una ola inquietante que le encadenaba a las delicias supremas de los misterios de la vida cuando esta arribaba, al fin, al corazón y abría todas las puertas que antes hubieran estado selladas. Los afectados por la influencia aparentemente inexplicable de ellas, se convertían al bien y eran sacudidos por arrepentimientos que tenían sus orígenes en los instantes claros y sin faltas de la suprema sabiduría de la vida: los asesinos pedían perdón y en sus llantos interminables se arrepentían de todos sus malvados actos; los infelices entraban a las salas de la felicidad y olvidaban todos los momentos de sus miserables vidas; aquellos que siempre habían lanzado veneno por sus lenguas depravadas acudían a las plazas para pregonar sus infelicidades y clamar por la piedad; los que habían meditado y causado tristezas y llantos se rasgaban las vestiduras y pedían que alguien escuchara sus atriciones y juraban hacer penitencia 86


hasta morir; los locos recuperaban la luz; los paralíticos arrojaban sus carros y muletas y se sumaban al grupo de penitentes; los enfermos sanaban; los estragados quedaban limpios de yagas, los mentirosos sufrían por los daños causados; los que habían cometido la audacia de traicionar a sus amadas y amados quedaban enmudecidos por su descubrimiento; en fin, Alborada y Amanecer estaban en el mundo para sanar todas las heridas y limpiar todos los corazones y conceder las finas vestiduras de luz a quienes las solicitaran. A su sola presencia acudían los animales mas feroces y más venenosos y se postraban quietos ante ellas, los pecadores quedaban limpios de males y los de corazón obscuro habían llegado al valle de los milagros y eso bastaba para merecer la piedad; pero los malos, lo que se sustentaban en las patas de Satán y sus maestros del miedo que habían cometido tantos crímenes sin haberse arrepentido, esos serían arrojados al fuego que quema y que no deja heridas de ninguna especie tras de sí, ni siquiera recuerdos.

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CAPITULO DECIMO TERCERO Miguel Antonio Lessing Ibarra había empezado a trabajar con uno de los carteles. Conociendo su inclinación a la violencia, los cartelistas le dieron carta abierta para que se enlazara con los militares de Guatemala. Los militares, a su vez, le ofrecieron trabajar para ellos con el transporte de la cocaina y la morfina por entradas y salidas de Guatemala, Belice, Chiapas, Quintana Roo, Yucatán y las costas de Oaxaca. Miguel Antonio pidió entonces integrarse a los escuadrones de la muerte que durante las noches salían a sacar de la vida a los “traidores de la patria”, como ellos le llamaban a los revolucionarios. Miguel Antonio fué atacado entonces por el mal de la fiebre de matar. Cada tres meses abandonaba Coatzacoalcos y desaparecía en la espesa selva guatemalteca y desde allá atacaba a las comunidades indígenas. Dicen que los que se encontraban cerca de él por aquel entonces finalizaban muertos de cansancio después de participar en esas cazas sin fin. Los militares le habían dado el grado de comandante, era honorario, y antes de salir a sus habituales carnicerías escogía el pueblo, el barrio, la manzana y el número de las casas. Había veces en que empezaba del norte, otras veces del sur , otras del este y pocas veces del oeste. Se guiaba por la posición de la luna, pero siempre escogía la luna en caída. Sentía predilección por las noches tormentosas pues los disparos se confundían con los ruidos de los rayos al caer y nadie se daba cuenta que la hora de abandonar el mundo había llegado. Después de las carnicerías se iba a lo de las putas y las que eran por esa única vez su carne de deseos ganaban una casa, un coche, un bolso lleno con centenarios de oro puro, vacaciones en la capital o pasaban sin cobrar nada por las vergas de todo mi batallón y después de eso tres meses de vacaciones en Cobán, El Progreso, Chinaltenango, Quelzaltenango, Mazatenango, Santa Cruz del Quiché, o la capital Guatemala. Miguel Antonio era muy popular entre la sodadesca asesina sin escrúpulos. Y las putas se volvían locas por su enorme verga. Entre ellas organizaban loterías para ver quien era la que se lo iba a llevar a la cama, pero Miguel Antonio escogía a tres o cuatro y les daba por todos los orificios. Cuando el cansancio le llegaba hasta los cojones, -le escuchaban decir- regresaba a Coatzacoalcos a meterse entre las piernas y las caricias de Lucrecia Granados. Lucrecia estaba enterada de lo que Miguel Antonio llamaba sus deberes y no le preocupaba que desapareciera quince días o a veces más tiempo. También Lucrecia estaba loca y perdida por la enorme verga de Miguel Antonio. El mes de Diciembre se acercaba y ella había planeado la celebración de la navidad y el año nuevo. La navidad la pasaremos en el puerto de Veracruz, le comunicó sin tomar en cuenta la voluntad de Miguel Antonio, y el año nuevo nos largáremos a New York para celebrarlo en la calle y en la suite del hotel. Pero Miguel Antonio pensaba en la Reina Victoria y en su vulva y en las artes de su perversidad. En Diciembre, a mediados del mes, tomaron el avión para Acapulco y celebraron la navidad en Taxco. Tres días antes del año nuevo dispusieron los arreglos para volar hacia New 88


York. Se encerraron en su suite y Miguel Antonio se posesionó de todo el cuerpo de Lucrecia durante los días que estuvieron en el hotel. Regresaron a Mexico City donde visitaron a viejos amigos y el día de Reyes estaban en Coatzacoalcos. Al llegar a “Saphos y Nerón” había un sobre que el cartero había arrojado a través del buzón de la puerta. Lucrecia se metió a la ducha y Miguel Antonio tomó el cuchillo para abrir el sobre y enterarse de su contenido. El cartel le hacía saber que la Junta Directiva tendría su reunion anual el día 9 de enero. Miguel Antonio sabía que la mención de la Junta Directiva era la referencia a los militares guatemaltecos; el número nueve, significaba que debía presentarse lo antes posible ante su batallón: estaban en la fase final de las tácticas que usarían para un enfrentamiento importante contra la guerrilla. Al día siguiente, Miguel estaba volando en dirección a Guatemala City. En la Antigua, Miguel Antonio se encontró con César Borgia Luque Garzón (el hijo de Romero Luque Garzón), que era el jefe supremo y mano asesina de su padre y que se encargaba en ese entonces de la orden de erradicar de raíz a todo ser pensante de la tierra guatemalteca:

“Maten hasta a los oradores, a los religiosos, a los pedigüeños, a los viajantes, a los que lleven sobre sus espaldas bolsos, a los que se vistan con camisas de obreros, a los que lleven jeans, a los que tengan zapatos especiales para viajar, a los estudiantes, a los caminantes, a los que lleven dibujos en tinta en los brazos, en las espaldas, en los muslos, en el pecho, en las piernas, en los pies, en los biceps, a los que porten sneakers, celulares, grabadoras portátiles, zapatos de tennis,” le había gritado su padre, el general Romero Luque Garzón, de quien nadie recordaría más que su voz traicionera y sus inclinaciones a la carcajada cuando alguien de la izquierda había sido liquidado por sus bandos de asesinos sin control ni identidad. Los asesinos bajo el mando directo de César Borgia Luque Garzón y Miguel Antonio Lessing Ibarra, habían salido a cortar cabezas, como ellos decían cuando se trataba de encuentros como este; lo que ellos menos sospechaban es que la guerrilla ya estaba esperándolos. Ese día (era un diezinueve de Julio) la batalla había empezado a las once de la mañana y eran las cuatro de la tarde y nadie cedía. Por razones tácticas, los guerrilleros iniciaron un retiro, pero esa maniobra les dió la ventaja de reponerse un poco; los batallones de César Borgia Luque Garzón y Miguel Antonio, se abalanzaron como bestias sedientas en pos de ellos. Juan Pablo Solórzano Foppa formaba parte del grupo de guerrilleros embozados que esperaban el turno para contratacar. Antes de recibir el tiro misterioso que puso fin a su vida, Juan Pablo hizo varios disparos con su fusil que alcanzaron, todos, el pecho y la cabeza del hijo del general. Allí cayó Cesar Borgia y dicen los testigos que la tierra del sitio en donde se desplomó se negó aceptar su sangre. La sangre se secó y ni siquiera los escarabajos quisieron acercarse a ella. Quedó una costra de mancha negruzca; ese fué el rastro que Luque Garzón dejó. El cuerpo de Juan Pablo Solórzano Foppa yace 89


en algún lugar desconocido en la selva, pero los indígenas mayas conocen el lugar exacto de su tumba pues todos los días, en las mañanas, cuando el sol se está levantando, vuelan bandadas de mariposas y pájaros a su alrededor. También nacen flores de colores y en las noches la tumba es visitada por callados indígenas que depositan licores, frutas , flores y comida en ese lugar, sagrado para ellos. Los asesinos del hermano de Juan Pablo Solórzano Foppa, Mario Solórzano Foppa, se cansaron de matar y abandonaron el ejército y las armas escondiéndolas en la selva. Cuando estaban tratando de subirse a un tren que iba para la frontera entre México y Estados Unidos fueron atrapados por los Maras salvadoreños que el ejército de México ocupa para trabajos de limpieza. Los Maras les quitaron la ropa, las fotografías de sus amigos y familiares, el dinero y los liquidaron, fríamente, al lado de la vía ferroviaria. Ese día, Alborada y Amanecer, habían hecho enloquecer a los integrantes del grupo de los Maras hasta convertirlos en bestias cuya única misión era matar disparando sobre los antiguos soldados de Luque Garzón. Miguel Antonio Lessing Ibarra regresó a Coatzacoalcos, después de haber convalecido en un hospital militar en Guatemala. Egisto Ribera Mont, otro de los generales guatemaltecos que había asesinado a miles de personas, se vuelve loco y una noche un camionero borracho choca contra el vehículo del general causándole la muerte inmediata. Su viuda se negó abandonar Guatemala y vive ahora solitaria y todo el mundo le saca la plata pues la mujer no tiene control sobre sus actos. Uno de los empleados la humilla constantemente pues la mujer es atacada del mal de la incontinencia además que se caga por todos los rincones de la casa. Ante los demás, la cabeza de la mujer funciona de acuerdos a las leyes de la conveniencias sociales, pero todos conocen la verdadera historia que yace detras de las engañosas apariencias. En Coatzacoalcos, Alberto Ramírez de Dacia se separa, en UN acuerdo amistoso, de Elena Dorado y un día es sacado a rastras de su despacho por un grupo de pistoleros, bajo la acusación de robos de bienes al estado. Alberto fué condenado a treinta años pero según los testigos que lo han visto, se ha convertido en un maricón (no gay, pues los gays nacen) declarado. Se ha hecho el controlador de la droga en la prisión y todos los jóvenes que ingresan al penal son violados por él además de ser sus preferidos y sus amantes. Ginebra Lessing Ibarra y Elena Dorado se perdieron en una de las playas escondidas de Campeche y se pasan el día pescando, fumando mariguana y disfrutando de sus deseos tantos años reprimidos. Son lesbianas amantes, hembra macha y hembra mujer, y no se pierden la valentía de demostrarlo en sus paseos por el pequeño villorio. Elena y Ginebra habían estado presentes en una conferencia que Isiadel Deva había dado en Coatzacoalcos y el fuego de la verdad había entrado con la fuerza de los huracanes en sus corazones. Eran amantes, pero habían también ingresado a las filas del partido feminista y dedicaban gran parte de su tiempo a la lucha por la liberación de la mujer y por la salvación del mundo. Ellas sabían que probablemente se estuvieran viviendo los últimos tiempos y se esforzaban hasta donde las fuerzas ya no dieran más para detener la catástrofe que los hombres habían invocado. Sergio Heredia se había divorciado y se pasaba la vida como una garza, vuela de ida y vuela de vuelta, 90


gozando de su fortuna que ha empequeñecido pues la mujer al separarse le sacó una buena tajada. Vicente Toledo Espejo, su gran amigo, murió en su negocio de un ataque al corazón. Nunca le pudo decir a Sergio que él también era el amante de Elena Dorado pues le fallaron los cojones todas las veces para confesárselo. Miguel Antonio Lessing Ibarra muere una noche tormentosa a manos del verdadero “Alacrán”. El “Alacrán” le había dado setentaiun puñaladas. Según los rumores que circulaban intensamente en boca de todos, el ”Alacrán” era hijo de un refugiado político guatemalteco de derecha. El “Alacrán” no es atrapado jamás y se hunde definitívamente en el silencio del anonimato. Como el “Alacrán” no daba señales de vida, el comandante Urbano Ponce de León le suplanta y continua matando y violando impunemente. Para no descubrirse, sigue dejando como señal el alacrán sostenido con un tejp en los labios de sus víctimas y diferentes puñaladas en la parte izquierda de la cabeza, en la parte izquierda del rostro, en el brazo izquierdo, el torso izquierdo, la mano izquierda, el muslo izquierdo, el tobillo izquierdo, el pie izquierdo y los dedos del pie izquierdo. Deja, también, una verga de plástico de treintaicuatro centimetros de largo en la mano izquierda de los cadáveres, autorizando la corrida de la voz al populacho de empezar a llamar al asesino como “el alacrán verga”. Emilio Pizarro es condenado a prisión de cinco años por manejar siempre en estado de ebriedad. Haber despreciado a Lucrecia Granados había sido su más grande falta. Su hermano Rafael muere en las profundidades del Golfo al intentar nadar desde las escolleras hasta las Barrillas. Rafael había sucumbido a causa del alcohol y la mariguana. Las fuerzas le faltaron y el se dejó ir al fondo de las aguas sin poder dar una brazada mas y sin oponerse a su destino. De él encontraron la camisa y porciones del cuerpo. Los cangrejos y los peces le habían comido la mayor parte de la carne; algunos huesos se asomaban por entre las partes mordidas y desaparecidas. Jacobo Toledo Espejo finaliza su vida en un accidente de aviación cerca de Bahía, Brasil. Dos de los sobrevivientes son el psiquiatra y psicologo Bernardo Motolinia; el y Lucrecia Granados habían caído en el círculo misterioso del fuego de la pasión que pierde a los hombres y a las mujeres en sus tormentos y los hace obedecer sus llamados para lanzarlos a la condición perruna de la docilidad. Vivían en Catemaco, pero pasaban grandes temporadas en Coatzacoalcos y el puerto de Veracruz. A los diez meses de haber contraído matrimonio con Bernardo, los dolores de cabeza obligaron a Lucrecia confesar su crimen. La policía se negó aceptar los hechos y la declaró inocente. Lucrecia, de todas formas, no pudo resistir la presión de su conciencia y terminó con su vida inyectándose una sobredosis de morfina y una sobredosis de cocaina al mismo tiempo.

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CAPITULO

DECIMO

CUARTO

Isiadel y Marcel, con su incansable diaria labor, habían erigido el partido feminista de liberación al cual se sumaban millares de mujeres diariamente. Ellos sabían que el grupo crecería con la velocidad del viento que nadie ve pero que siempre avanza y se mete por las rendijillas y huecos y no puede ser jamás detenido. Allí trabajaban solo mujeres: mujeres viudas, mujeres muy valientes, mujeres muy generosas, mujeres con muchos hijos, mujeres abandonadas, mujeres violadas, mujeres que ya no estaban agitadas por el embeleso de lo que ellas habían siempre creído, mujeres que ya no eran pasto de la pasion, mujeres acaudaladas, mujeres entristecidas por un pasado vergonzozo, mujeres con enfermedades incurables, mujeres cansadas que trabajaban hasta que sus cuerpos resistieran la tarea, mujeres decepcionadas pero, al mismo tiempo, reconciliadas al hecho de ser mujer y sentirse creadoras en su auténtico y verdadero lugar que la vida les había concedido. Ser mujer, para todas ellas, era estar al servicio de la creación. La gran contribución de Isiadel fué haber descubierto el filón de oro femenino que residía en unificar a todas las mujeres del planeta haciéndolas concientes de su verdadera condición: eran mujeres y la mujer crea, nunca destruye; la mujer da la vida, nunca la quita; la mujer protege al débil, nunca lo aniquila; la mujer edifica las columnas sostenedoras de la civilización, nunca las derriba ni las destruye; la mujer ama, nunca odia con ese odio macho del hombre que nunca conoce las fronteras del perdón ni las murallas de la debilidad. Las únicas mujeres que han destruído, matado, aniquilado, derribado, destruído, odiado son aquellas que se han sometido al orden del macho en su naturaleza femenina; es decir, son mujeres macho con pocas perspectivas femeninas; odian o menosprecian al hombre sin establecer diferencias: Margareth Thatcher, Golda Meier, etc. Este tipo de seres femenino-masculinos, carece de la parte sensible concedida a la verdadera mujer en los instantes precisos de la creación en los inicios. El proyecto femenino había partido de la simple idea de arrojar luz sobre los aspectos menos luminosos y comprensibles para los machos sobre la femeneidad: dejarse de discutir, no inmiscuirse jamás en la política del macho, no usar jamás la lengua para hablar mal de los demás, pues la mujer conciente sabe que eso ella no puede tolerarlo ni soportarlo en las demás pues es mentira sucia y deleznable; hay que hacer política al estilo de la mujer, menos paja y más trabajo; no la inmundicia de los hombres ni sus basuras e impurezas, sino solo la palabra clara y limpia de la mujer conciente; ninguna puta que echa mano siempre del recurso barato de abrir las piernas y arrancarle el esperma al macho para dilapidarlo en la esfera de la nada. La mujer ya no necesita convencer al macho que ella es otro ser; la mujer es diferente que el hombre, escuchemosla: su cristalina voz, su cadencia al moverse cuando camina para trasladarse de un lugar a otro, sus movimientos, sus labios, la tersura de sus manos y de toda su piel, sus ojos que derriban montañas, su cuello, sus caderas, sus piernas, los dedos de sus pies, su olor, el amor hacia sus hijos e hijas, su miedo que nunca es fingido sino controlado, su amor, otra vez, infinito hacia aquel 92


que le es fiel y la invita a la aventura del vivir en el juego eterno de los riesgos, intocables para los demás pero ellos fundidos en una relación de armonía y paz y entendimiento entre dos seres en donde uno de ellos ama simplemente sin fronteras y el otro ama siempre más. Admiremos sus pechos que son columnas de fuego y fuente donde la leche ofrece el alimento a sus críos; sintamos su sabiduría, cuando conversamos con ellas y el sol se encuentra en cualquier lugar del cielo y nosotros sabemos que estamos bien acompañados. Extrañamos sus presencias inauditas cuando ellas están ausentes y nos faltan fuerzas para resistir las tentaciones demoníacas de los días y las noches. La mujer es todo esto y mucho más. Recordemos los arrullos en la cuna, los inocentes halagos consoladores en la niñez, su comprensión en nuestra juventud, sus sabias palabras de aliento en la madurez de nuestras vidas y su temor cuando desaparecemos o cuando olvidamos que ellas existen. La mujer siente siempre la necesidad de amar; el hombre nó. Isiadel y Marcel veían crecer el movimiento femenino y sabían que ellas, todas juntas, en el movimiento serían miles de millones -billones- y salvarían al fin al mundo de las prevaricaciones y de los prevaricadores. No más la esfigie y el ejemplo suicida del macho, nunca jamás ese odio que pretendía lavar afrentas para salvar el orgullo guerrero de las naciones, nunca más su locura y su sed de venganza; nunca más la muerte en nuestro propio jardin y en el traspatio de los demás y en nuestro propio traspatio. Todas las esperanzas eran todavia esperanzas, pero más reales y menos inciertas pues el trabajo había sido puesto en marcha por una acción que descubría las intenciones de la verdadera grandeza. Ernesto y Kasari habían decidido vivir juntos y estaban haciendo planes concretos para pasar lo que les quedaba de sus últimos años en Grecia, Suecia y Noruega; además, tenían todo el mundo para recorrerlo y disfrutarlo. Alejandro Portinari y el negro Maller habían conocido a un par de finlandesas en una rápida expedición hacia Helsinski. Ellos se quedarían en Finlandia y vivirían entre Finlandia y Suecia. Las mujeres finlandesas no habian ocultado su predilección por la cultura, el vino, el arte y la buena compañía. Ernesto y Kasari habían dejado muy claro que la presente civilización tenía sus soportes fuertes en los automóbiles. Ernesto le había dicho a Kasari que detras del auto estaba toda la voluntad económica del planeta: por el automobil se construyen puentes, carreteras, aparcaderos, canales, autopistas, calles, túneles, viaductos. Del automobil depende la gasolina, la benzina, la nafta, la industria de su manufactura, los colores, etc Todos los millares de subproductos del automobil mantenían ocupada a la gente, era verdad, pero también envenenaban al mundo entero. Hay que mandar todo eso a la mierda. Transporte colectivo eléctrico para todos. Hay que acabar con el privilegio de que sean solo unos cuantos los que se 93


transporten privadamente mientras las grandes mayorías estaban expuestas a tener que levantarse temprano y estaban mayormente expuestas a los venenos de los gases, al tiempo, al estres, a los accidentes, a las enfermedades que todo eso generaba, al envenenamiento de la sangre y de las vías repiratorias. Eran billones de euros y dólares los que se aplicaban en recursos para aplicar esparadrapos en lugar de soluciones permanentes. Esta es la gran falacia de la política, gritó Ernesto Cavadonga y golpeó con energía la mesa con sus manos. La que seguía en sus mismas correrías era la Reina Victoria: ” nadie, nunca de los nuncas - había dicho con mucha tristeza - podrá regresarme lo que una vez me fué arrebatado. Estoy hecha una piltrafa humana y moriré en esta catástrofe salida por la locura desequilibrada y terrible de los machos”. El rostro de ella se convirtió en una mascara griega y se transformó hasta casi llegar a ser igual a la piedra. De pronto, la Reina Victoria empezó a carcajearse. Los sonidos aterradores que salieron de su boca estremecieron a todos los que la escucharon. El que se encuentre alguna vez en Coatzacoalcos y visite alguna vez los burdeles, podrá sentarse con las putas y escuchar todas las innumerables historias de la “Reina Victoria” y sus aventuras inverosímiles.

FIN

JAIME FALCON MAGANA

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