CAOS CONSTANTE Jaime Falcón

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Por JAIME FALCON MAGANA

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EL RETORNO AL PASADO

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Esteban Gabriel y Córdoba había llegado a la edad en la cual los años no son tan importantes por lo vivido sino por lo vivido mal en principio y por la terrible fuerza de lo olvidado. Recordaba con claridad defectuosa los actos bellacos y los crímenes que había cometido, pero no aparecían allí los símbolos en los cuales la vida puede ser más o menos explicada, justificada o entendida a través de ellos. Eso le tenía sin cuidado. Los símbolos tenebrosos de las incertidumbres, de pronto, se habían convertido en representaciones sobrecargadas de detalles persistentes cubiertas con el polvo de los defectos aumentados por todos lados en forma pérfida. Los detalles no se habían mezclado o tejido en explicaciones justificadoras sino que se habían convertido en minúsculas y perniciosas dudas. La realidad es que esos recuerdos se habían perdido en una neblina de imágenes casi sin contornos; es decir, la realidad se había convertido en otra realidad; en otras palabras, la supuesta realidad más o menos verdadera se había transformado, eso si, en una realidad menos convincente o más convincente, dependiendo de cómo se entendieran o sufrieran, directa o indirectamente, los nuevos impactos de sus estragos. Sin embargo, una sórdida y persistente voluntad trataba de reconstruir o trataba de rehacer o despedazar esas porciones de vida que ahora explotaban en su huida por no estar en consonancia con la misma dimensión e intentaran restituir los hechos pasados y que tuvieran semejanza con lo que alguna vez había sido verdadero y ya se había perdido. También eso le tenía sin cuidado.

Intentar atrapar el pasado es una tarea de desquiciados y estragados mentales, pensó, y en la fugacidad de sus pensamientos quiso dejar constancia de su inaudita audacia. En los instantes en que la existencia misma con todas sus mentiras y engaños toma de rehenes a los hombres para hacer añicos sus vidas y falsificarlos, quedan volando a su alrededor muchas trampas que desembocan en perfectas y efímeras falacias. Todas esas nuevas y viejas huellas no le llevaban hacia ninguna parte, sino le lanzaban hacia un vacío sin fondo todavía más pernicioso en dudas y vicios y bastante más refinados. Esteban Gabriel y Córdoba no estaba loco, en términos en que uno cualquiera entendiera lo que la locura es; sino se encontraba poseído por los espíritus de las sombras, y eso si era extremadamente peligroso decididamente para los otros, no para él.

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(HISTORIAS CORRIENDO A LA PAR)

(Ariadna Gabriel y Córdoba había llegado a las cercanías de las hondas reflexiones sobre si misma, no por la amistad que le unía con las hermanas Suárez Encina, sino porque el tiempo en su marcha inmisericorde va destruyendo y, a la misma vez, construyendo con serenidad incomparable, los matices perturbadores de todas las personas. Muchas de ellas se detienen a reflexionar y muchas se dejan llevar por la corriente tumultuosa que nunca de los nunca arroja un respiro en su marcha. De forma contraria a Ariadna, Elena y Victoria Suárez Encina eran dos jóvenes que pertenecían a un tiempo corrosivo y audaz que desembocaba en las temeridades 4


primero que nada por su voraz podredumbre y por su disoluto desenfreno. A Elena y a Victoria les tenía sin cuidado guardar las apariencias, pues estaban seguras de ser mujeres con todos los derechos conquistados. Y ¿cuáles eran esos derechos? Quizá esos derechos no existían en realidad. Quizá esos derechos cobraban vida solamente en sus fallidas imaginaciones. Y ¿cuáles eran las consecuencias que esos derechos provocaban? Tenían esos derechos que ver con la parte noble y misteriosa de la vida?, o eran solo conquistas audaces de suposiciones sociales en donde los actores se movían a través de los hilos de las conveniencias y el poder inmisericorde del dinero y eran provocadas por la fuerza de unos y la debilidad de otros y nada más? Era una verdad a medias que sus vidas estaban intercaladas en el complicadísimo tejido social, en el cual ellas se movían, más que nada debido a la sólida posición económica que ellas disfrutaban. Y era también una verdad a medias que el marco social en el cual ellas inscribían sus vidas, bastante artificiales y sin funciones vitales, por lo demás, estaba marcado por el cinismo nada ficticio del poder y su brutal realidad. Ariadna Gabriel y Córdoba era una habitante no muy efímera de instantes que le revelaban misterios indescifrables que atropelladamente se dirigían a un destino convocado por los signos de lo inevitable).

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VOLVAMOS A LOS HECHOS

El padre de Ariadna, Esteban Gabriel y Córdoba, había obtenido su fortuna cometiendo toda clase de delitos y engañando a casi todo mundo. Detrás de toda fortuna se esconde un gran delito, había dicho Balzac. Esto fue, era, había sido y sería siempre una gran verdad. Roberto Piedrabuena Calderón descendía de una familia que desde los tiempos inmemoriales se había entregado a la práctica inmoral de la política y sus criminales y sucias maniobras. De allí provenía su gran fortuna. El caso es que Esteban Gabriel y Córdoba y Roberto Piedrabuena Calderón marchaban por las mismas rutas delictivas y sórdidas marcadas por sus antecesores. Era un hecho comprobado certificar que si las oportunidades se les presentaban no eran desaprovechadas por ellos en lo más mínimo. Las formas de robar y substraer la plata a sus víctimas del instante, se basaban en la trampa y el engaño profesional bien estudiados. No 6


existían formas de evadir la versatilidad de los refinados subterfugios que ellos usaban: “El dinero está allí, en las manos de los demás y en sus voluminosas cuentas bancarias, solo hay que atreverse a ir en pos de él”, decía Esteban. Roberto Piedrabuena agregaba que: “la mano que no aprovechara la oportunidad de tomar esas fortunas mal habidas, desgraciadamente, había de ser lanzada a la basura después de haber sido cercenada de un tajo”.

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LOS DELINCUENTES (No señalados como tales en los registros del crimen)

Antonio Proudhon Castañeda había pasado por la academia militar y se había reintegrado a la sociedad con el grado de teniente coronel. En el curso de unos pocos años fue comprando, - en 3 gobiernos consecutivos del PRI - de las distintas autoridades militares - gracias al estado de corrupción permanente en que el ejército se encontraba - los grados a los cuales siempre había aspirado y ahora era general de cuatro estrellas. Las lenguas viperinas afirmaban que este general si tenía quien le escribiera. Antonio Proudhon Castañeda era tan dulce como la misma miel con sus amigas y amigos, en apariencia, pero nadie podía argumentar por qué nunca había podido tener a una mujer que permaneciera a su lado por lo menos seis meses. Lo que nadie sabía es que el general era un bicho cien por ciento nocturno, bastante corrupto y muy peligroso, debido más que nada a su múltiple y 8


totalmente dislocada personalidad, pues en las noches abandonaba su mansión y sus aparentemente diarias ocupaciones para vivir los placeres totalmente desequilibrados del desenfreno. Le acompañaban el coronel Ugo Córdoba Goldoni y Dinorah Goldoni Fuentes, que padecían del mismo mal. Ugo, al igual que Antonio Proudhon Castañeda, era cliente de por vida de los psiquiatras - así lo había querido - y daba la impresión de depender de ellos para arreglárselas en sus actividades diarias. Los psiquiatras desfilaban uno a uno por la misma clínica donde sus incontables citas eran concertadas, pero estaba atrapado en la red del vicio de la cocaína, la morfina y el sexo demencial y diabólico que le ponían en contacto con toda la increíble pléyade de demonios y diablos de toda estirpe. Ugo, jugaba con los psiquiatras pues era común ver que disolvía los persistentes intentos de ellos por curarle, en la nada. Ugo estaba poseído por los espíritus del mal y sabía que nunca le dejarían en libertad. Su prima, Dinorah Goldoni Fuentes, la pareja del general Proudhon, pertenecía a la clase casi extinta del riesgo sin castigos y sin medidas. Los tres se metían al cuerpo todas las drogas fuertes existentes y muchas veces disfrutaban de los placeres del jardín del eterno mal como tres bestias satánicas sin control de ninguna especie. Y los tres eran guardianes celosos de sus pactos ocultos pues jamás hubieran descubierto sus actividades secretas ante nadie y jamás se hubieran traicionado uno al otro. De manera que sus misterios estaban muy bien resguardados por sus enfermas y escurridizas lealtades.

Las circunstancias difíciles y ásperas que envolvían y tejían a todas estas relaciones escabrosas impedían a cualquier tipo de observador foráneo sacar conclusiones firmes. Para decirlo de otra manera: era del todo imposible hacer un mapa de los itinerarios y las actividades de todos ellos; aunque los errores eran cosa común y el pan de cada día; nadie los veía como lo que eran: verdaderos monstruos de la vida. Siempre existiría la complaciente posibilidad por parte de sus enemigos, incluso, de tratar de esquivarlos ya que todos estaban metidos en la soberana mierda y en la misma maquinita fabricadora y procesadora de ilusiones limpiamente dañinas. A la locura se llega por muchos caminos y los demonios no están exentos de ello.

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EN MEDIO DE LAS COSAS

El mayordomo de Esteban había sacado el Ferrari del garaje y lo había dejado en el patio de la entrada a la mansión. Ese día el chofer, por jugar en el Jardín con Jazz, el perro, había sufrido un pequeño accidente y se había luxado uno de los tobillos. Sería el mismo Esteban el que conduciría el auto Ferrari hacia la cita a la cual, cada fin de semana, acudía para encontrarse con Virginia Malatesta en el hotel “Los senderos de las delicias”. Virginia tenía un cuerpo de Diosa y el olor que despedía cuando pasaba al lado de los hombres recordaba a los perfumes despedidos en los jardines del mal por lo enloquecedor de los sentidos. Quien olía a Virginia la recordaría por muchos días y seguramente la compararía a las perturbaciones del alma cuando esta cae presa de los delirios con los cuales el amor siniestro esclaviza en forma borrosa y trastornada a sus seguidores. Virginia estaba bastante consciente de las perturbaciones y reacciones que causaba en los distintos hombres que muchas veces se cruzaban por sus siempre desconocidos senderos. Se complacía en observarlos con los rabillos agudos de sus penetrantes ojos y no podía ocultar el placer que todo esto le causaba. El color de los ojos de Virginia era el esmeralda verdísimo. 10


Esteban y Virginia se encontraban solamente para satisfacer sus siempre insatisfechas y diabólicas realidades y sus enajenaciones sexuales. Permanecían encerrados en el hotel desde el viernes hasta el domingo; después se separaban y esperaban la venida del próximo viernes para volver a caer una y otra vez en las redes ansiosas de las seductivas pasiones que tanto le apasionaban y que eran imposibles de eludir. Tomaban el teléfono solo para solicitar camarones, jaibas, pan francés, ostiones, prosciutto de Parma, cordero, vinos Amarome de la Valpolicella y Vega Sicilia, paellas, toallas limpias, frutas de todo tipo, jugos de frutas, papel sanitario y mucha, mucha agua mineral, sin importarles en lo más mínimo que esta agua fuera simplemente agua del grifo. Ese viernes Virginia había llevado los libros “Ananga Ranga” y el “Kama Sutra” (El Arte de amar) para poner en práctica muchas de las posiciones sexuales que aún no dominaban; es decir, los misteriosos asanas. Pero Virginia sabía que esos libros no habían sido ni falsificados ni adulterados y eran obras que había sido elaboradas en las salas internas del mal; los libros eras originales y cuenta la leyenda que su autor había sido el mismísimo monarca de las potestades malignas. El texto y las figuras que aparecían en sus libros estaban cargados de indicaciones y reglas siniestras y señalamientos satánicos. Debido a que los dos no ignoraban los verdaderos asanas (posiciones), practicaban con regularidad y conscientemente el sexo del mal (en vez de practicar simple y sencillamente el sexo) y se lanzaban de cabeza a los rituales negros que estaban bien descritos y explicados y se empataban con fuerzas negativas vinculadas a los demonios verdaderos y a los demonios desconocidos, ennegreciendo todavía mas sus almas ya de por si bastante turbias y grotescas. Los secretos que revelaban el conocimiento y la sabiduría sobre el sexo del bien, eran bastante difíciles de obtener; para llegar a esto había que empezar a estudiar con los maestros sapientísimos de filosofía oriental. Esteban y Virginia eran integrantes de una secta sexual dedicada a practicar las invocaciones del mal. Lo que obtenían en la práctica concreta estaba eslabonado a la consecución y a la obtención de la codiciada cola de Satán: este era el gran sueño de todos los que se iniciaban en el arte sexual de naturaleza maligna.

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LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Álvaro Arrosamena Antonio González Aguilar se había levantado exactamente a las tres de la mañana. A las cuatro y media debería de estar listo y de pie en la salida de una de las fábricas que la dirección política del partido le había asignado en Azcapotzalco para repartir la literatura política que convocaba a la clase trabajadora a levantarse en contra de la tiranía del Estado y de la clase patronal para de esa forma adquirir el grado de conciencia necesario que hiciera posible algún día la gran rebelión. El hueso duro de roer era la posición grisácea del Ejército: nadie sabía lo que se dice nada. Miguel y Antonio cambiaban de sitio entre si cada dos semanas. El país entero había caído más allá de las fauces del infierno y estaba en la ávida espiral de la corrupción que era la que tenía atrapado a los habitantes del viejo Anáhuac en los acantilados negros de la licencia total. Antonio González Aguilar estaba plenamente convencido que las cosas se solucionarían solamente si todos los 13


habitantes del país se rebelaran golpeando con la solidez de un puño, en una verdadera y definida unidad, a las fuerzas satánicas que tenían al país bajo su control y agarrado por el cuello. El dinero y los vicios corruptores, las drogas y sus círculos viciosos inacabables, los eternos secuestros, los crímenes pavorosos, los distintos cárteles, las obcecadas obscenidades, las eternas disoluciones, las depravaciones lujuriosas, las obscenidades lascivas, las perversiones expresadas en sus formas más inverosímiles: la muerte que llegaba de improviso y acababa de pronto con todos los sueños; todo eso era el plato del día en todos los diarios de nota roja y revistas donde la sensación ocupaba el lugar de preferencia. Eso sí, nadie hablaba nunca en plata y todos trataba de evadir la verdad. Los organismos mediáticos escribían solo la más voluminosa paja. “La verdad no llegará nunca a nuestras playas”, había declarado un conocido periodista de la televisión y después había brindado por la paz y la democracia. La depravación y la perversidad

estaban metidas con todos sus huesos en los

negocios nada limpios que controlaban las inmundas y sórdidas actividades de las putas. El mal reinaba y daba sus frutos negros y electrizadores. Cinco minutos después de su arribo llegó Miguel Hernández Domínguez. Miguel era un revolucionario con un alma clara y limpia y se había hecho amigo íntimo de Antonio más que nada por la militancia que era el vínculo que los había unido. Compartían la sal y el alimento de todos los días, la ropa y las diversiones, los gustos por los mismos filmes y casi los mismos libros, pues leían montañas de textos vinculados a la política y al arte en todas sus expresiones. Solían leer poesía y andaban siempre a la búsqueda de nuevos poetas que dijeran y trataran sobre los mismos temas en una forma diferente y revitalizadora. Dormían muy poco. En lo que guardaban diferencias era en su gusto por el gelato. Antonio se inclinaba por el gelato de chocolate y Miguel prefería el gelato de guanábana. “El mundo va a cambiar cuando vea lo complejo de los problemas con el ojo único de la poesía”, decía Miguel.

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Y Antonio le respondía que: “Sin la poesía vamos todos al mismísimo carajo” Miguel replicaba de inmediato: “Es la carencia de poesía lo que tiene al mundo entero enfermo” Y Antonio le completaba: “La soledad del mundo reside en su falta por no leer poesía” Los dos habían sido probados una y otra vez por las circunstancias adversas. Miguel vivía con una tía apresada por la esclavitud. Miguel solía decir que: “La pobre tía vive prisionera de un trabajo corrosivo e inhumano. Se rompe la vida, el alma y la espalda todo el día y no ve el descanso nunca” Miguel solía ayudar a la tía en los deberes y hacerles de todos los días. Compraba las cosas que la tía necesitaba: hilos de todos colores, carretes, telas de seda, telas de satín, cierres de todas las medidas, botones, adornos, telas de algodón, agujas, encajes blancos y finísimos y los repuestos, cuando las máquinas de coser se descomponían, etc., etc. Encima de toda esta pesadísima labor, Miguel se encargaba de comprar todos los días el alimento y preparaba también la comida. Al taller de costura de la tía llegaban dos ayudantes que le descargaban de las tareas más pesadas. Por otra parte, Antonio trabajaba de mesero en un restaurante casi en quiebra y de mala muerte que a la hora de la comida se llenaba de obreros, costureras y malandros de las zonas y las fábricas cercanas a la casa donde él vivía. Dejaba el trabajo a las doce de la noche. Antonio trabajaba por el plato del día, en el mediodía 15


y por café con leche y un panecillo en la merienda. En la noche se hacía un paquete con las sobras del día. El sueldo mensual de Antonio no llegaba ni a los dos mil pesos. (Antonio González Aguilar y Miguel Hernández Domínguez militaban todos los días especialmente todas las madrugadas. La repartición de los panfletos políticos sucedía sagradamente en las madrugadas, entre las 4.30 y las 6.00 de la mañana). “Mi vida es una prueba”, gritaba al aire Antonio. Y el mismo se respondía: “Hay que pasar todas las pruebas pues en ello reside la fuerza que se te va dando. Yo creo y modelo mi Karma y yo reduzco así mi condena”.

Era domingo y los domingos Antonio y Miguel solían ir comer y a jugar un rato en Chapultepec con todo el grupo de sus amigos. Como eran aficionados al foot ball formaban dos equipos y batallaban duro para obtener el triunfo. Todos los footbolistas eran militantes de la misma organización política. Pero allí, en el campo donde ellos jugaban,

nunca mencionaban la política; hablar de política estaba

completamente vedado. Compartían el alimento y tomaban una o dos cervezas y allí la paraban: “En la claridad de la cabeza reside el triunfo”, decía Antonio. Y Miguel le respondía en el mismo tono de voz: “Así es Miguel. Así es”.

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Antonio creía verdaderamente que lo que oprimía al pueblo del antiguo Anáhuac estaba ligado a las matanzas anteriores que los aztecas, antes de su llegada a México, habían cometido continuamente contra su mismo pueblo. “Esta es la maldición que pesa contra México. Han corrido caudales de sangre sobre el país, por eso no ha existido la manera de liberarlo. Lo que el país necesitaría sería una verdadera limpia”. Miguel, por su lado, se atrevía ir más adelante y afirmaba que: “Eran los antiguos rituales de los magos aztecas del mal (él probablemente desconocía cual era el verdadero nombre de los aztecas de la Atlántida) los responsables de la situación de hoy en día” Antonio pensaba unos segundos y contra-respondía: “Tienes razón, Miguel. No hay que olvidar que los antepasados de los magos negros aztecas eran los descendientes directos de los magos de las tinieblas del miedo de la Atlántida, el continente hundido en el mar Atlántico”. Y Antonio continuaba: “¿Por qué crees tú que no hay castigos casi para nadie? A la cárcel o a la fosa van los inocentes; aquí se mata y se castiga solo a los inocentes. Solo los inocentes mueren”. Miguel, entonces, callaba, y en complicidad con su silencio le daba la razón a Antonio.

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Antonio pensaba que los instintos criminales de a

“l-a c- l- a- s- e p- o- l- í- t- i- c-

a- s- e- s- i- n- a” en México guardaba similitudes con la clase que controlaba

todo en la antigua Roma. “Si tu observas detenidamente las cosas caerás en cuenta que ellos lo aniquilan todo; existen los liderazgos y al mismo tiempo el poder del grupo, igual que en México; detrás de sus innombrables acciones y maldades no dejan nunca testigos de sus crímenes. No hay perdón. Es como si los demonios hubieran abandonado el infierno y hubieran llegado a México, como los ejecutivos-promotores del crimen, y fueran los ejecutores únicos y exclusivos de tantos hechos donde la sangre ha corrido y corre a raudales. Después no hay que olvidar al Tlatoani mayor. La palabra de él es palabra sagrada. Y era verdad. Tanta sangre corriendo por las calles y plazas y caminos, cruzando en su vertiginosa marcha

las grandes avenidas, continuando por los jardines,

manchando los parajes y campos; esa sangre salpicaba los árboles y las arenillas de todas las costas del Golfo y del Pacífico no dejando libres ni el Golfo de California y ni las costas del mar Caribe. Tanta sangre deslizándose por los cuerpos inmóviles, por la ropa despedazada, por los culos, reventados y por los labios deshechos, por el sexo ultrajado, por los zapatos rotos y manchados; tanta sangre en los rostros, las manos, las piernas y los dedos cortados; tanta sangre en las bayonetas y en las botas de los militares y en las manos de los sacrificadores; tanta sangre en los obscuros y miserables cuartos de los torturadores donde los atrapados eran descuartizados y los gritos habían quedado grabados y mezclados en las paredes y en los techos y en las puertas; tanta sangre en los aljibes y en las cisternas, en los pozos abandonados; tantos orificios y huecos abiertos violentamente en las carnes de las víctimas por las balas de los fusiles y las balas de las ametralladoras y las 18


bayonetas. Donde iría acabar alguna vez esta incansable y maldita peregrinación de la sangre? La verdad ha tenido y tiene siempre el rostro del miedo. El pueblo de México vive y ha vivido entre los rituales inesperados y macabros de la sangre y los rituales fríos y macabros donde el miedo es el principal invocado.

A su vez, el

miedo es también el invocador. El rostro oculto de estos invocadores sin rostros vive en la sangre y vive en el miedo. Estos invocadores eran y son más viejos que la existencia misma del país. Acudían y han acudido siempre a sus perversas invocaciones las víctimas ofrecidas en el holocausto de todas las eras: torsos irreconocibles de mujeres, piernas solitarias, mujeres con los senos mutilados, los inocentes niños decapitados de siempre, abandonados a la penetrante e insoportable pestilencia que sus cuerpos destrozados despedían, desnudos y hechos añicos, ellos que nunca habían abierto la boca; por todos lados se exhibían fetos sanguinolentos, cuerpos ya plenamente llenos de gusanos de ancianos, mujeres jóvenes violadas y ultrajadas y cortadas a pedacitos, bellas jóvenes que antes de ser muertas habían sido despojadas, por la maldad y la perversidad de la insaciable violencia, de su virginidad; ancianas con sus antes serenísimos rostros, ahora desfiguradas y masacradas; hombres y mujeres que ya habían perdido la voluntad de protestar porque el miedo se les había metido entre los cojones y las vulvas y ellos y ellas y ellos ya se sabían muertos antes de caer. La inmensa y larga fila de los que irían a ser sacrificados aumentaba en número cada día y no paraba nunca.

Era una cola impresionante llena de seres que ya habían perdido toda

esperanza. Era una cola silenciosa que apenas avanzaba; eran seres sin confianza en el corazón, pues los sacrificadores le habían robado el valor a todo el país. Un país sin valor es presa de sus agresores más fácilmente. Cualquiera puede conquistar a un país sin valor. A un país sin valor se le conquista con gritos

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solamente. Allí se veía claramente que México había sido arrojado a un asqueroso pozo negro e interminable. No se veía la salida a tanta desgracia, no aparecían en el horizonte los símbolos del bien; el país entero se había convertido en un campo de concentración

con

impecables

sobrevivientes

que

solo

sabían

comer

lo

indispensable y sufrir mucho y llorar en silencio pues el miedo los mantenía callados en la obscuridad de las tinieblas. Aquí no hacía falta un Villa ni un Zapata, aquí hacían falta muchos Villas y muchos Zapatas. Había que convertir al país en un campo de batalla donde los villistas, los zapatistas y los otros; es decir, toda la masa airosa y valiente que compone al entero país, enfrentarían a los culpables de esta terrible situación creada y alentada por asesinos sin alma y por el poder hipnótico del miedo, la corrupción, el dinero y su eterna herencia maldita, el temor que se les había metido en la médula de los huesos y el terror que ya no encontraba más salida que la sumisión esclavizada y denigrada. “Lo que falta en México – dijo Miguel – es la llegada de los hombres” Y esta frase quedo volando como un eco que anunciaba en su todo su volumen una gran verdad.

EXACTAMENTE CUATRO MESES Y CINCO DIAS ATRÁS

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Miguel Hernández Domínguez y Antonio González Aguilar habían acordado encontrarse en la fiesta que el poeta Federico Esquivel Feval y su compañera Luisa María Zenteno Duval organizarían. Luisa María y Federico Vivian en Coyoacán. Federico había heredado una vieja y excelente mansión colonial de sus padres ya fenecidos. A Federico le placía la amistad de Miguel y Antonio y una semana atrás le 21


había pedido a Miguel leer en la fiesta de su cuaderno de notas algo sobre los políticos. Miguel había aceptado el reto y había llevado los registros personales sobre el tema. Miguel leyó el texto rodeado de personas dedicadas al teatro, a la crítica de arte, bailarinas de ballet un poco cansadas y envejecidas prematuramente, actores que habían luchado toda la vida, actrices llenas de una bella dignidad, poetas con el orgullo del bien dibujado en sus nobles rostros, periodistas con simpatías en la izquierda, diletantes, cantantes orgullosos, artistas-pintores y artistas- escultores y, cosa muy extraña, Ariadna Gabriel y Córdoba, la hija de Esteban y ex novia de Miguel Piedrabuena Calderón se encontraba en el grupo.

Las notas de Miguel:

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“LOS POLITICOS SON TODOS ELLOS AMANTES DE LOS DEMONIOS”

“Al igual que en los políticos los pensamientos de los demonios poseen formas únicas: vuelan por todas partes zigzagueando como relámpagos hambrientos y se meten por todos los orificios sórdidos y obscuros y no tienen en cuenta los obstáculos que cruzan en su vertiginoso movimiento. Una de las características principales de su actividad es que siempre hacen cambiar de parecer a las personas que son el centro momentáneo de sus preferencias. Los demonios, como los políticos, siempre revierten el concepto del tiempo lineal. Cualquier persona considerada normal vive de lunes a domingo y recomienza sus actividades 23


nuevamente el lunes. Un demonio puede iniciar su marcha el sábado y prosigue el lunes para continuar el domingo anterior. No existe la lógica tal cual nosotros cualquiera la debiéramos asimilar y entender. Esto es lo normal para los demonios viviendo en los cuerpos substanciosos de los políticos: el caos constante. Por eso nunca podemos leer sus itinerarios. Los demonios, al igual que los políticos, no tienen itinerarios pues los desconocen y, es más, los desafían. Nadie, puede leer los pensamientos íntimos de los demonios ni de los políticos. Solamente el absoluto, que posee el saber sobre la eternidad, conoce los senderos del bien y los senderos del mal. Esto lo saben los demonios y los políticos, por eso huyen despavoridos cuando encuentran la sabiduría en su marcha. Solo el absoluto puede obligar a los demonios a reaccionar en forma lógica: ayer-hoy-mañana y las nebulosas ardientes en sus aconteceres. Los demonios, como los políticos, también poseen “el arte de mentir no mintiendo”. Exactamente igual que los demonios, los políticos consideran que ellos jamás mienten, su forma de actuar tiene que ser, según ellos, “normal”. Son los otros los que mienten, aquellos que desean la lógica en sus vidas son los enfermos y los que precisan de ayuda. Un demonio, al igual que los políticos, es un ser muy solitario. Por eso actúa en los jardines y las plazas, por eso siempre arma broncas donde aparece preferentemente en grupos y causando fenomenales desórdenes, siempre sediento de líos y pleitos, disolviendo en la nada el germen de la cristalina inocencia, mutilando cuerpos a diestra y siniestra, matando y cortando la vida, imponiendo su orden de deslealtad y de terror, estableciendo el reino del miedo y el pavor, aniquilando las distintas existencias, suprimiendo las libertades y anulando el bien para imponer el mal como autoridad suprema. Los demonios, lo mismo que los políticos, disfrutan hasta el apoteosis sembrando la soberanía de las tinieblas.

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Los demonios, a la par que los políticos, no se comparan nunca con nadie pues ellos siempre son los mejores; ellos no aspiran ser los mejores ya que, según San Satanás, ellos son simplemente los mejores. Los demonios y los políticos gozan en forma extrema causando el mal diseminándolo y explayándolo. Los demonios y los políticos desean que el mal siempre se fructifique y sea más numeroso. Los demonios y los políticos también se otorgan premios y organizan espectáculos para concederse celebridad y fama. A los demonios y a los políticos les irrita demasiado no causar muertes y les irrita escuchar que alguien cualquiera grite “libertad”, o la pequeña y resonante palabra “democracia”, términos muy impopulares en sus dominios. Odian la libertad de los otros a muerte, como comúnmente se dice. Los demonios y los políticos niegan la vida. Niegan la verdad. Aman la vida disoluta. Son eternamente tramposos y falsos. Aman los vicios. Odian el amor. Aman las grandes fortunas, las joyas y las putas (las vidas disolutas, obscenas y licenciosas de ellas). Agreden, cuando caen en los laberintos de la cólera, a las desdichadas meretrices. Odian las bellas virtudes.

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Son amigos íntimos de los banqueros engañadores, de los asesinos emboscadores y de los suculentos banquetes. Odian a los banqueros honrados; (los pocos que quizá existirán) estos le causan repulsión. Aman los placeres de la carne y cuando ésta fenece la abandonan. Odian el alma. Aman el cuerpo, que es un vehículo pasajero. Cuando la vida de un cuerpo acaba, ellos toman inmediatamente otro cuerpo. Odian la luz. Aman las tinieblas. Odian las mañanas y al sol. Aman los ocasos. Detestan la pureza. Aman los vicios. Odian al que no ama al odio. Los demonios y los políticos están siempre en guardia y repelen los ataques en su contra aunque en ello les vaya la vida. Pero antes que nada se defiende y defienden lo suyo a muerte.

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Los demonios y los políticos son la parte contraria de la luz, pero sin saberlo la complementan para que esta pueda expandirse y llegar a todos los lejanos lugares donde ellos jamás podrían arribar. Saben que cuando la luz avanza no retrocede jamás. Los demonios y los políticos son la tristeza del alma”. Todos disfrutaron del pequeño texto y rieron y aplaudieron y muchas veces, haciéndole parar la lectura, le mostraron a Miguel sus afectos con palmaditas en los hombros y en la espalda; muchos, incluso, se solidarizaron con él en forma efusiva con un largo abrazo. Ariadna llegó hacia él y con una sonrisa en sus bellísimos labios rojos y le dijo: “De donde sacaste eso”. Miguel entonces le respondió: “Son cosas que escribo de vez en cuando” “¿Eres escritor?”- le preguntó. Y Miguel sonriendo le contestó: “¿Eres tu escritora?” El hielo había sido quebrado. Entonces los dos hablaron un poco de sus personas y de sus preferencias en la vida. Hablaron de sus gustos y aversiones. Ariadna descubrió entonces que Miguel poseía una inteligencia clara y muy brillante, muy fresca y muy fértil; también un alma muy bella. No pudo impedir compararlo con su ex-novio Roberto Piedrabuena Calderón. Y Miguel salió ganando.

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ANTE LA MULTITUD SIN ROSTRO

Jaime Falcón Magaña Los poderes invisibles del mal que giraban en torno y dentro de los aspectos y estructuras ilegales de la sociedad y que aspiraban a convertirla en escombros y hacerla pedazos, se habían ido introduciendo por todas partes. Ya se habían 28


apoderado parcialmente (y más que parcialmente) de ciertas armaduras del aparato del Estado y habían maniatado subrepticiamente a los siempre voraces políticos para usufructuar los territorios donde pudieran invertir poco o nada y ganar mucho o más que mucho:

el petróleo y sus múltiples y substanciosos derivados, los

abundantes minerales, el eterno tráfico de las drogas, el pago del impuesto por protección individual y por salvaguardia de empresas, el tránsito como visitantes vip de muchos aeropuertos en donde pasaban por el control con cocaína y morfina en sus bolsillos sin ser molestados, las piedras preciosas; eran amos de los sindicatos y sus apéndices menores, manipulaban bares y restaurantes, llevaban la voz en la dirección de los grandes centros comerciales, algunas Secretarías de Estado les pertenecían, muchas de las Comisarias policíacas estaban bajo su férula, los distintos cuerpos policíacos, en muchos Estados, les obedecían ciegamente y se encontraban bajo su poder. Algunos Senadores y especialmente muchos Diputados cobraban sumas fabulosas cada mes en sus distintas nóminas. Todo el aparato estatal estaba convertido en una indiscutible mierda, pues venia de la mierda y era absolutamente mierda delicada y, sobre todo, muy impura. Era un país que se encontraba muy cerca de Dios (el Dios material de la mentira) y muy lejos de su liberación. ¿Que carajos hacer?, adónde ir? por dónde empezar?, cómo cambiarlo todo?, cuándo? Todo estaba en silencio. El silencio había impuesto su voluntad y había hecho callar a todos. Nadie se atrevía a decir la verdad. La verdad era una inmensa mentira. A México se le estaba asesinando lentamente a sangre fría. Se sabía que una vez muerto no volvería jamás a la vida esplendorosa que todos siempre habían soñado para él.

La posibilidad de que nunca hubiera sido

transportaría al país a las lejanas tierras del nunca, jamás de todos los nunca, serás. Los recuerdos del país conducían a todos los mexicanos hacia un lugar más

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lejano que la muerte. La muerte era ahora la Gran Alteza Serenísima. La muerte era la Señora Suprema y Soberana, la muerte era ya la Majestad dueña de sus aires y sus fuegos y sus aguas y sus tierras y era el ama, incluso, de los Éteres. Todo había sido arrojado al olvido. El olvido era un lugar que nadie recordaría. México ya no (te) recordaba ni te recordaría. En el olvido y más allá del olvido se iba perdiendo todo y en esa puta y lastimosa pérdida se iba perdiendo la memoria de todos pues esa memoria estaba embarazada de las podredumbres y de los deshechos y de las ruinas nada (y muy) metafísicas. No quedaría en pie absolutamente nada. Todos y todo iniciarían su entrada al reino soberano del polvo, pues el polvo era la verdadera esencia de los falsos y de los inciertos habitantes que poblaban esa tierra maldita. Cuantos milenios habrían de pasar antes que las huellas limpias de otras plantas hicieran su aparición en la nueva Tierra que habría ser la otra naturaleza de la herencia abominable y réproba de los que ahora la ultrajaban?

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LA CONVOCATORIA DE LAS TRAMPAS

Las elecciones para decidir quién sería el próximo presidente de la república estaban a la vuelta de la esquina. Los senadores y los diputados se encontraban listos para dejar sus puestos y algunos, - otros, los vitalicios - , esos ni se preocupaban en lo más mínimo de lo que pudiera ocurrir en el presente, pues las cosas marchaban a las maravillas para ellos y su pandilla de ladrones y colaboradores tramposos. Todos seguirían absorbiendo del presupuesto nacional y los grifos abiertos de la plata y el oro seguirían manando a raudales y alimentando sus caprichos y sus inexplicables vicios y sus viciosas necesidades y sus viciosos defectos.

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Antonio Proudhon Castañeda había convocado a una reunión muy urgente, - había dicho - , para dejar en claro las cosas por hacer: “El tiempo se nos viene encima a una velocidad pavorosa y hay que tener la máquina muy bien aceitada y lista para el arranque”, declaró muy sereno. A la reunión habían acudido Esteban Gabriel y Córdoba y su mano derecha Ugo Córdoba Goldoni. Se trataba de armonizar la preparación de las trampas para que el PRI obtuviera más votos y los otros partidos obtuvieran menos votos. Aquí se incluía la compra de votantes, el robo de votos, la quema y la desaparición de votos; en fin, todos los subterfugios usados por el partido tricolor para causar los males a los otros y él obtener sus logros. Acordaron darle algunos votos extras al PAN. “Los del PAN nos hacen el juego. Hay que pensar en la democracia. La democracia tiene que pensar en todos. No es cierto?”, había dicho uno de los presuntuosos Senadores del PRI, con una sonrisa muy satisfecha en el rostro. De manera que en la reunión se habría de decidir en forma totalmente práctica la organización muy concreta de las trampas. El PRI estaba saturado de corruptos ligados con lo peor del país. El PRD era una banda de oportunistas que anhelaban poseer el omnipotente poder del PRI. La base del partido del PRD quería algunos cambios, pero la dirección buscaba los puestos y la oportunidad de tomar la sartén por el mango para decidir las cosas no exactamente como el PRI, pero más o menos de manera un poco similar para de alguna forma evadir las copias exactas.

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No hay que olvidar que todo estaba sucediendo en México y eso ya lo decía todo. El PAN era la puñalada dada a México por la espalda y el fraude y la mentira más grande que muchos de los mexicanos tan estúpidamente se habían tragado. Con Calderón comprobaron que la eliminación planificada y selectiva de muchos mexicanos – la guerra del éxito estrepitosamente fracasada - había dejado un saldo de más de cien mil muertos. Calderón había dejado al país lleno cadáveres, cruces y tumbas conocidas y desconocidas. Dicen que Calderón había declarado – estando muy borracho - entre sus amigos que: “Al final de todo, estos cabrones lo único que querían era chingarme. De cabrón a cabrón el que los jodió fui yo”. Esta había sido la señal absoluta de la bellaquería, había dicho uno de los pocos diputados decentes de la izquierda. Calderón, el acomplejado borracho que había iniciado la guerra contra el pueblo, se despedía de su sexenio y de todo el país dándoles un soberano baño de sangre. Esteban Gabriel y Córdoba, había aportado una suma inmensa de dinero junto con Roberto Piedrabuena Calderón. Ellos dos serían la base y el sustento para que el candidato en turno erigiera la alternativa que se le pegara la puta gana y llegar de esta manera a la presidencia del país engañando una vez mas al pueblo ignorante de México. Se le habían dado manos libres para poner orden en todo lo concerniente a la seguridad, al teniente coronel Ugo Córdoba Goldoni.

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Esteban Gabriel y Córdoba, uno de los financieros más poderosos en todo el país se había asegurado de que su dinero invertido rindiera las cuentas que el esperaba. “Es necesario mantener el orden”, había dicho con voz muy segura. Antonio Proudhon Castañeda, el general de cuatro estrellas exclamó: “Aquí no se mueve ni el viento si no queremos. Las cosas saldrán como usted lo haya decidido”. Por su parte, Ugo Córdoba Goldoni estaba pensando en su cuerpo de seguridad que incluía al capitán Guillermo Moncada Acosta, técnico especializado en la tortura, y al teniente Juan Carlos Medina Duchamel, quien era el más sanguinario para aplicar la tortura. En la mente subvertida de Ugo aparecía también el soplón Diego García Ponce, empleado de la Secretaría de Gobernación, que cobraba sin trabajar y colaborador suyo en anteriores ocasiones. Diego era una pieza esencial por su falta de escrúpulos y por su aguda comprensión de todo lo inherente al soplonaje y al espionaje de sus víctimas para mantener el control total sobre lo que el denominaba sus nefastas y muy necesarias actividades.

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LOS VERDADEROS HOMBRES NO SE OCUPAN DE ASUNTOS MENORES

M. Norton Esteban Gabriel y Córdoba había invitado a su yate, que se encontraba anclado en la bahía de Acapulco, a todos sus amigos cercanos y amigos de amigos

que

giraban alrededor de su presencia. Era una comida bastante informal, pero recibir una invitación a ella era considerado un asunto extraordinario. Todo mundo hubiera vendido el alma por recibir una oportunidad como esa. Estar en las cercanías de Esteban implicaba, en los círculos altos del partido – estamos hablando del PRI – una gran importancia y una desusada oportunidad de poder realizar algún negocio de verdadero calibre. Roberto Piedrabuena Calderón era de la idea siempre práctica de permanecer al lado de su jefe pues de esa manera muchas cosas se le solucionaban

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más


rápidamente y más efectivamente. El teniente coronel Ugo Córdoba Goldoni era la mano derecha del demonio perverso Antonio Proudhon Castañeda. Permanecía, especialmente cuando mucha gente se aglutinaba a su alrededor, en sus cercanías. Con él, estaban el capitán Guillermo Moncada y el teniente Juan Carlos Medina. Su secretario particular, Diego García Ponce, se movía como su propia sombra. Si Ugo daba dos pasos, Diego daba dos pasos. Diego permanecía al lado del teniente coronel Ugo con una sonrisa de satisfacción tan falsa que nadie fuera del círculo de terror podía entender. El personal que estaba encargado de recibir y atender a los invitados eran artistas extranjeras bastante conocidas de Hollywood. (Desgraciadamente no se me está permitido revelar el nombre de ellas). Ellas y el grupo seleccionado de jóvenes apuestos originarios de Acapulco se ocupaban de hablar con la gente, servirles sus drinks – la caipiriña y el mojito estaban de moda – y hacerles compañía. La cocaína estaba colocada en varias mesas dispuestas en forma especial para ello. En la mesa principal no había nadie más, ya que hacia ella llegaban los invitados especiales de Esteban. De manera que el que lo deseara, tomaba un billete de diez dólares de la mesa, - había billetes dispersados por todas partes hacía un canutillo y aspiraba profundamente las incontables líneas de cocaína. Esteban Gabriel y Córdoba habían dejado muy claras indicaciones de no intentar ahorrar absolutamente nada y hacerles muy placentera la estadía a todos los invitados. Sus indicaciones se seguían al pie de la letra. Las primeras horas habían transcurrido en un ambiente que oscilaba entre el trago ininterrumpido, el consumo de la cocaína, y algunas manos que despreocupadamente con toda la osadía imaginada se posaban y acariciaban los soberbios traseritos de las mujeres. Los guardias que cuidaban a Esteban Gabriel y Córdoba estaban apostados 36


estratégicamente por toda la superficie del bote. En la sección de los dormitorios, había un soldado en la parte exterior de cada camarote. El camarote principal que pertenecía a Esteban era inmenso. A ese camarote se entraba con una sola llave. La llave la tenía Virgina Malatesta; pero Virginia no estaba allí y cuando Virginia no se encontraba en sus cercanías, entonces el que llevaba la llave era el propio Esteban. Virginia portaba la llave escondida en un pequeño compartimento secreto de su vestido.

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II EL ABISMO LLAMA AL ABISMO

M. Norton

El reloj se había quedado de pronto muy quieto. Las manecillas señalaban las 11: 59 de la noche. El cielo había perdido sus normales matices y había tomado un color semejante al lignito azabache. El mar se había transformado y la calma había tomado la huida. Las estrellas habían desaparecido. Las nubes cubrían todo el firmamento. La lluvia se desató de pronto. Un fuerte viento ocupó el lugar de la suave brisa y poco a poco aumentó su fuerza hasta convertirse en un belicoso vendaval. La lluvia tomó todavía más vigor. El yate era mecido con bastante fuerza en las aguas por las olas. La noche había sido asaltada por extraños sucesos y al mismo tiempo había quebrado y pulverizado la realidad. Los acontecimientos en el yate habían tomado su propio rumbo. Tengo que revelarles que en la parte central de la nave había una especie de escena teatral; era casi un teatro en miniatura. Del techo caían haces de luces de distintos colores. El reloj se puso otra vez en funcionamiento y las manecillas iniciaron la marcha de 38


los restantes 60 segundos que faltaban. A las veinticuatro horas en punto, de la nada, en la escena aparecieron cinco espectros de distintos colores: negro, rojo, anaranjado, rayado y, el último espectro de color negro con círculos blancos por todos lados. Los cinco espectros llevaban máscaras y sus manos enguantadas se movían a una extraordinaria velocidad. El asombro tomó por sorpresa a todos los asistentes cayendo, al mezclarse con los rayos de las luces, como una mancha defectuosa en sus rostros, y dio la impresión de ser una escena de un temible y desfigurado delirio. El espectro negro tomó la palabra: “Esta noche la realidad es otra. Todo ha cambiado”. Sus guantes de color naranja señalaron hacia abajo: “Vamos a decir a vosotros lo que está ocurriendo en el país; es decir, vamos a hablar con nuestra verdad, que es la verdad substraída limpiamente de los acontecimientos. Vamos a usar el lenguaje claro y crudo”.

Todos los asistentes habían quedado petrificados. El espectro rojo, levantando las manos al cielo, gritó: “¡No hay empleos”! El público aclamó delirante. Entonces el espectro de color naranja se sumó al coro: “¡El desempleo aumenta cada segundo”! La gente aullaba desordenadamente. El espectro a rayas, haciendo bocina con sus guantes verdes exclamó: “Un porcentaje muy elevado de la población paupérrima tiene que partirse el alma en 2 y 3 frentes; es decir, necesita de dos a tres trabajos por cada miembro de la pareja para poder cubrir las necesidades más apremiantes” Le gente vociferaba sin control. Y añadió: “¡ De lo contrario no hay comida sobre la mesa” ! Esto había provocado el éxtasis. Intervino entonces el espectro negro cubierto de círculos blancos por todos lados:

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“Toda la economía se ha ido al carajo”!!! Los gritos mezclados eran lanzados al aire. Y continuó: “Las familias necesitan tres salarios mínimos para sobrevivir”!!!! Aquí se había llegado casi al apoteosis. El espectro negro volvió a tomar la palabra: “La deuda nacional aumentó en un 1000 por ciento. De 92 mil millones a mas de 900 mil millones”. Los concurrentes elevaban sus manos hacia lo alto y gritaban como locos sin ningún control. “La violencia aumenta en todo el país” Los alaridos y exclamaciones eran unánimes. “Es, acaso, que tenemos que transformar el aspecto de la violencia?”. Todos los invitados aullaban y elevaban las manos al aire. “El 90%, o más, de la población de todo el país se siente insegura en las calles, en sus trabajos y en sus hogares”. No había lugar fuera de las aclamaciones. “El narco-negocio, la empresa más dinámica e importante que el gobierno posee, (que nosotros poseemos) tiene control sobre más de 21 de las 32 entidades federativas que existen en el país”. Todos se levantaron y aplaudieron más de diez minutos. El espectro rojo dijo: “El gobierno; - (es decir, nosotros) - no se refiere ni nunca se referirá, en sus todas sus emisiones, a los cárteles; no existen los cárteles ni existirán para el gobierno priísta, (otra vez nosotros); el gobierno los ha olvidado totalmente. (Lo que le ocultamos a la gente es que ya no hay mas gobierno del PRI, pues el PRI somos justamente nosotros) Esto está muy bien para los que controlamos al país”. Todos aplaudían y gritaban. “En 20 estados de la república, la violencia ha aumentado en forma mega-feroz”. Las vivas al imperio del mal inundaban la atmósfera.

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“En el narco--negocio estamos metidos todos: presidentes municipales, empresarios, ex-presidentes municipales (nosotros, siempre nosotros), regidores, síndicos, policías, sargentos, tenientes, cabos, sub-tenientes, capitanes, coroneles, tenientecoroneles, generales, procuradores, gobernadores, jueces, capitalistas, diputados locales y diputados federales, senadores, etc. Todos ellos forman la red social de protección de los cárteles. Enhorabuena por esa red”!!!! Aquí todos aplaudieron por un largo instante y muchos saltaron a la pista a bailar de gozo. La palabra volvió al espectro anaranjado: “Ahora ya tenemos laboratorios especiales para la producción de la metaanfetamina”. Desde la mesa donde estaban sentados los anfetaministas todos brincaban. El espectro negro permaneció solitario en la especie de proscenio: “El grado de enfermedad en que el pais se encuentra nos favorece a nosotros. Necesitamos mas casinos donde la gente pierda su dinero, necesitamos mas dinero para regresarle su plata a los que contribuyen pagando mas impuestos. Necesitamos ayudar mucho a nuestros socios del PRI. El saqueo continúa”!!!! Todos se levantaron y saludaron a los espectros levantando las dos manos hacia lo alto. Todos los espectros, de pronto, desaparecieron de la escena y la realidad retornó al mundo hipnotizado de todos. Un diputado pri-ísta, anfetaminado y lleno de cocaína hasta mas no poder, le comentó a su colega del PAN: “De aqui nos vamos a las estrellas, no te parece, mi amigo?”. Y el colega, entonces, le respondió: “A las estrellas o a las galaxias, pero para allá vamos”.

Esteban Gabriel y Córdoba habia retornado a la mesa central junto con el general Proudhon. Atrás de ellos aparecieron Ugo Córdoba y Roberto Piedrabuena Calderón. Fué Esteban el primero en romper el silencio: “Tenemos que impulsar las desaveniencias; eso será lo mejor” El general Antonio Proudhon le hizo inmediatamente la segunda: 41


“¡Es la hora de lanzar al país al desenfreno!”. Vamos a iniciar la guerra por todas partes. ¡Vamos a poner el caos en movimiento”! Ugo, el teniente coronel, que había permanecido callado, dijo que: “México entero tiene que entrar a las avenidas de la violencia. Se acabaron las pendejadas. Hay que desatar la violencia contra todos. Tenemos que poner en acción nuestro aparato represivo contra todas las fuerzas que quieren la democracia. A todos estos pendejos come- mierda hay que mandarlos al mismísimo carajo"! Roberto Piedrabuena levantó la caipiriña y brindó por que todo se realizara lo mas pronto posible. Después dijo: “Llegó la hora de apoderarnos de todo el pais. La izquierda organizada, esos mequetrefes intelectuales que aman la democracia mas que nadie, se llevará los coñazos mas consistentes”. “Ugo, - preguntó - ¿Cómo marcha nuestro aparato antisubversivo de soplonaje y vigilancia?” Ugo le respondió como un rayo: ¡“De primera Don Roberto, de primera”! Y después continuó: “La maquinaria está lista para hacer pedazos a todos los busca-pleitos.”

Dirigiéndose al general Proudhon le preguntó: “Mi general, ¿cuándo desea usted que suelte la jauría?” “Te me estás atrasando Ugo, el asunto era para hoy mismo”!!!! – exclamó el general Proudhon. Continuaron hablando de asesinatos, muertes, violaciones, homicidios, masacres, privación de derechos, organización de matanzas, infanticidios, ejecuciones perfectamente premeditadas con violencia, planificación de asesinatos colectivos, proyectos en donde los ríos de sangre corrían por los pisos a las escaleras y de las escaleras hacia otros pisos y de esos otros pisos hacia las calles acobardadas y solitarias, proyectos sobre vidas apagadas prematuramente y de las enormes ganancias obtenidas por todos los asesinos y por todas esas acciones que hacian erizar los pelos en todo el cuerpo. A las 4 de la mañana, pararon las insanas locuras del conciliábulo. 42


“¡Se acabó la fiesta. Ugo, a las 10 de la mañana me envías a toda la gente para el puerto”! – ordenó Esteban con voz firme y seca. “¡Los demás se me van a la cama! “– Gritó Esteban para finalizar firmemente - , ¡que mañana hay que iniciar la guerra”!

Mientras que el grupo de la gente que no se encontraba en cercanías de Esteban tomaba los botes a motor hacia Acapulco, los demás se dirigieron cada cual a su camarote. El señor jefe había dado la orden de irse a la cama y había que obedecerle sin chistar ni un coño. No había más remedio. Un nuevo día amenazaba con los símbolos de la maldad impura y sucia al país entero.

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LA ETERNIDAD SE GANA CON EL AMOR

Cristina Santana

Ariadna Gabriel y Miguel Hernández habian caido en el lazo con el cual el amor engaña y atrapa irremediablemente a sus elegidos y los convierte en sus víctimas. Era una verdad no escrita que Ariadna detestaba su apellido y para que la gente no sacara conclusiones que la enviaran a la desgracia momentánea ella habia cortado el segundo apellido (y Córdoba) de su linaje. Ella se llamaba Ariadna Gabriel y nada más. Ariadna y Miguel encontraron constelaciones de formas para diluir y pulverizar el tiempo en ellas. Recorrieron todos los museos de la ciudad, visitaron todos los jardines y parques, entraron a todas las bibliotecas donde buscaban textos que trataran sobre las cosas más raras y espectaculares del planeta entero. Entraron a todas las galerías de arte que estaban abiertas e incluso llamaron insistentemente a 44


las puertas de las galerías que se encontraban cerradas. Descubrieron autores de la edad media que eran unos formidables escritores. Dedicaron muchas horas de su tiempo libre a disipar todas sus dudas y atacaron los ordenadores donde entraron en contacto con la cultura mundial y los distintos movimientos de expresiones artísticas con las cuales no estaban familiarizados. Encontraron artistas olvidados por las edades y la mala voluntad y los rescataron del anonimato absurdo del olvido; en fin, descubrieron lo que no conocían y que ya estaba descubierto por otros buscadores anteriores a ellos. En las pausas que algunas veces tomaban se iban hacia algún parquecillo a descansar y disfrutaban de las delicias de probar algún nuevo helado o simplemente comían alguna fruta. En fin, no se cansaban jamás en sus interminables búsquedas y acababan tan rendidos de cansancio que lo único que les quedaba era quedarse a dormir en donde la noche y las sorpresas les agarraran; pero eso si, Miguel no se despegaba de sus deberes ni olvidaba la repartición de la propaganda política y regresaba siempre al cálido cuerpo de Ariadna que le esperaba apasionada en el lecho en el cual los dos hubieran caído. La militancia, para él, no se limitaba solamente al hecho de repartir folletos de agitación política en las salidas/entradas de las fábricas, sino estaba centrada en las discusiones políticas que sostenía con los demás militantes y con las cabezas persistentes e invisibles del partido. Ariadna y Miguel habían sido rehenes de su propia pasión. Sabían que el amor, que como una chispa milagrosa se había encendido en sus corazones, era una obligación y, más que eso, era una deliciosa condena que no les otorgaba más alternativas que la de caer rendidos ante sus exigencias. Cuando se separaban no podían resistir casi las tentaciones en las cuales caían esclavizados. Lo normal era que se hablaran por teléfono horas enteras y se volvieran a repetir uno al otro que se amaban, que nunca lo dejarían de hacer, y que si el destino los separara alguna vez ellos entonces recorrerían una y muchas vidas las veces que fuera necesario para poder lograr encontrarse de nuevo. Paraban de hablar cuando la batería de los celulares llegaba a fin. En su tiempo libre, los fines de semana, iban al cine o al teatro. Sentados uno al lado del otro se perdían el espectáculo por estar abstraídos en las caricias y los besos apasionados que les hacían perder la noción del tiempo. Era un hecho muy evidente que ellos amaban sus cuerpos y sus almas y que estaban plenamente fundidos en esa apasionante unión. Algunas veces Miguel faltaba a las actividades del foot ball por tener que encontrarse con Ariadna. Pero seguía compartiendo mucho tiempo al lado de Antonio González. Antonio solía unirse a ellos y les hacía compañía a la hora de tomar alguna merienda o ir a un restaurante de la predilección de Ariadna a beber chocolate y comer churros. Algunos fines de semana iban al Jardín de San Ángel a saborear exquisitos tacos con guacamole y ensaladas verdaderamente suculentas. Miguel era amante de los vinos de la provincia de Rioja; el vino que más le gustaba era el de los viñedos de Vega Sicilia, que no podía comprar por lo caro pero que disfrutaba gracias a la generosidad de Ariadna. 45


Ariadna gustaba de los mejores vinos del planeta, ya que en casa eran de la predilección de su padre: Chateau Margot, Chateau Laffite, Chateau Latour, Chateau Petrus, Chateau Rostchild y los vinos Amarone de Italia. También a ella le gustaba mucho el vino Vega Sicilia de España. Sorprendía a Miguel de vez en cuando con alguno de esos vinos exquisitos que había substraído a escondidas de la bodega de su padre. Miguel entonces, invitaba a su amigo Antonio a que este les hiciera compañía. La hora más difícil de separarse sucedía los domingos. En primera, los dos estaban cansados y además a Miguel le esperaba la obligación de tener que trabajar al día siguiente. A las diez u once de la noche el tiempo quedaba reducido a un cúmulo de energía vapuleada y comprimida. Ariadna no quería dejar solo a Miguel y este rehusaba abandonar a la exuberante niña de sus amores. El verano se acercaba y ellos no tuvieron impedimento en proyectar los viajes y las visitas a ciertos lugares de México que, según él, no ella, les estaban esperando: Puerto Ángel, Puerto Escondido, la llamada Riviera Maya, Can Cun (en Quintana Roo), Veracruz, Isla Mujeres, San Miguel Allende, Tulum (Quintana Roo), (Marcaron en el mapa Acapulco con un rotundo no. Acapulco quedaba vedado principalmente por las inconcebibles violaciones que allí se cometían (los políticos las negaban) y por la permanencia absurda de la violencia que ya nadie entendía), Puerto Vallarta, todas las ruinas arqueológicas del país, la ciudad de México que esconde lugares expectantes y extraordinarios, Taxco, Cuernavaca, Campeche, Mérida, Cozumel. Pasarían por Coatzacoalcos para visitar algunos amigos que todavía vivían en el Puerto. Estuvieron de acuerdo en que Guadalajara era linda pero el narco-desastre estaba en poder de la ciudad. Definitivamente no la visitarían. Habían incluido también a Oaxaca y a Los Cabos en Baja California. Miguel se desvanecía los sesos pensando cómo iba a solucionar la cuestión económica con el poco dinero que tenía; entonces Ariadna le calmaba y le aseguraba que ella tenía unos ahorros extras que ellos podían utilizar para solventar los gastos de los viajes, la estadía con comida y lo demás. Miguel no sabía nada sobre la riqueza de Ariadna. La vida de ellos marchaba sobre rieles. Miguel estaba viviendo el presente y eso contaba más que nada. Ariadna estaba a reventar de felicidad y no trataba de ocultarlo. Pero en el horizonte de su corazón, Miguel sintió que los días negros y malditos le estaban tendiendo una trampa y, lo más terrible, se estaban acercando a su vida en forma peligrosa y ya marcada de antemano por un inescrutable destino.

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EL TRABAJO IMPURO ALGUN DIA TE MATA

Cristina Santana

Dinorah Goldoni y Antonio Proudhon Castañeda estaban preparando un viaje pero no habian decidido todavía cuál sería el destino escogido. Antonio deseaba ir a la isla de Haiti para encontrarse con los magos-brujos de las calamidades y desgracias del mal, pero Dinorah dudaba cual ciudad escoger entre Florida (en esta ciudad había pocos magos/brujos que servían a las potestades del mal) y New York. Antonio lo que queria era entrevistar a los Boco o Boconos, que eran los hechiceros/brujos desalmados en Haiti; en lugar de pasar el tiempo tirado en algunas hermosas playas y argumentaba que ellos no necesitaban pasar unos días 47


libres en las Bahamas o en Miami Beach, Fort Lauderdale, Orlando o Jacksonville. Por su parte, Dinorah le hacia ver que el cuerpo exigia un poco de placer y que lo que ellos tenian urgencia era de distracciones y nuevas cosas que observar sin tener que trabajar llenos del mal de la cobardia y caer en las exigencias del aspecto físico que siempre demandaba imperiosamente por sus necesidades. “En New York hay muchísimos magos negros; mas que en ninguna otra parte. Antes de encontrarnos con nuestros socios podríamos divertirnos solo un poquito, mi amor. “A poco no le gustaría estar en New York y perder simplemente el tiempo sin tener que pensar en otra cosa; o estar en el Museo Guggenheim o en el Metropolitan Museum of Art, o el Museum of Modern Art, o simplemente tomar un paseo y ver las locuras que suceden en el Central Park” – le preguntó Dinorah. Y entonces Dinorah le hacía muecas con los labios y le enviaba besos. “A mí me gustaría estar ahora mismo en la Liberty Island y desde lo alto de la Estatua de La Libertad mirar el arisco mar y olvidarme de precisamente todo. Después me encantaría ir a la Times Square y observar los rostros enloquecidos de la gente o estar en el Empire State Building y ver los cielos del infortunio o ver el Brookling Bridge y a lo mejor ser testigos de algun suicidio. Tengo ganas de ver lo que está grabado en las memorias del tiempo. En este mismo momento te prometo que jamás pondríamos un pie en St Patricks Cathedral” – dijo Dinorah para finalizar imitando el símbolo del mal con sus dedos de su mano izquierda. Antonio lanzó, entonces, toda clase de improperios por la atrevida audacia Dinorah.

de

Se refería, obviamente, a la expresión que contenía el nombre de St Patricks Cathedral. Se decidieron después de todo por New York y ese mismo dia Dinorah compró los boletos y reservó una suite en The Setai Fifth Avenue. The Setai.... Era un hotel de 5 estrellas. Las cinco estrellas era lo mínimo que ella exigía en la cuestión de los hoteles. En lo que no insistieron mucho fue hablar más de su gran secreto: a New York les llevaba el destino de encontrarse con los amantes de las tinieblas y el dominio perfecto de sus artes del mal, como ellos, a quienes seguramente habían, en otras ocasiones, servido de discípulos fieles: los magos negros. De los magos negros se podría decir que eran seres que alguna vez habían sido humanos. Su dedicación por los fenómenos del otro lado los había iniciado en el difícil sendero de la magia mortal y negra. Pero este sendero es largo y agotador y pareciera no tener jamás fin. El que halle este difícil camino se encontrará todo el 48


tiempo con escollos casi imposibles y terminará seguramente decidiéndose por la más fácil solución. Muchos, - dicen los magos blancos- , son los problemas a salvar: el orgullo, el sendero arduo y difícil, la vanidad, los egos dominantes y poderosos que siempre claman por su cuota de pago. También hay que luchar contra la arrogancia, la vanidad y la altivez, el sadismo, la lujuria, la sensualidad, el poder; este sendero requiere combatir contra lo escabroso, lo licencioso, la impudicia, el erotismo, la pornografía; hay que defenderse contra el engreimiento, la altivez y la soberbia. Pero los dos estaban llenos de estas pesadas cargas. Quien recorre este sendero se expone caer libre y estrepitosamente desde las alturas que logre alcanzar. Es muy fácil errar el camino y cuesta poco trabajo equivocarse. Este sendero es arduo, escabroso y doloroso; es duro y extenuante; el mago es siempre atacado por fuerzas pavorosas que descubren su extrema debilidad. Casi todos caen al fondo de los profundos precipicios donde reina la magia negra. La magia negra es el rostro de la maldad llevada a su más extrema expresión. Es, para decirlo en pocas palabras, en sus inicios, la magia del principiante que no tiene altos nexos con la moral o que tiene mucha prisa y que, por este mismo apuro, cae en los pozos que los egos diabólicos, - que viven en su interior y en su espacio psicológico y que se aniquilan y despedazan entre si - le tienden a todos, en todos los instantes de su existencia, en esta vida y en las otras vidas, en todos los departamentos del reino y en todas las dimensiones, trampas y emboscadas. Ellos parecieran haber nacido en el mal y para cometer el mal. Esto era para ellos lo más natural del mundo. Dinorah Goldoni y Antonio Proudhon habían llegado a la Meca de la magia negra: New York. La ciudad aparecía en el preciso crepúsculo y en sus fríos e impresionantes rascacielos, sus tentáculos hambrientos y exigentes pedian y clamaban por más todo el tiempo y exigían de todos y, especialmente, de ellos sus malditas y abominables presencias con todas sus habilidades y destrezas. Había pasado un día más. Eran las 9:37 de la mañana y el teléfono empezó a sonar. Antonio levantó el auricular y escuchó la voz de una de las empleadas del hotel: “Señor Proudhon, ha llegado un caballero y ha preguntado por usted. Quisiera Usted hablar con el. Su nombre es Babunet, Joaquín Babunet”. Proudhon dijo entonces: “Hola, Señor Babunet, no tengo el gusto. Qué es lo que usted desea”? “Quiero hablar con usted – dijo en perfecto francés - de los siete poderes que se otorgan a los neófitos” La curiosidad había atrapado el interés de Proudhon. “Quesera usted subir?. Estamos en la suite 403”.

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Babunet contestó solamente: “Gracias” Habían transcurridos solo unos cuantos minutos cuando el timbre de la puerta sonó. Proudhon mismo abrió la puerta. En frente de él estaba parado un negro bastante alto, 1.90 o 1.93 metros. Bien conformado. Ojos verdes. A Proudhon le llamaron la atención las enormes manos. “Señor Proudhon, vengo porque me lo han ordenado. La poderosa esfera de la eterna Goecia me envía a recogerlo. Me quisiera usted acompañar, por favor”? “Y usted tambien, Madame Goldoni. Las ordenes son que Vosotros deberéis venir conmigo”. “Estábamos a punto de tomar desayuno”- contestó Proudhon. “El desayuno está esperando por Vosotros” – respondió Babunet. Proudhon y Dinorah Goldoni se empezaron a vestir mientras cambiaban miradas. Unos diez minutos después se dirigían a la salida del hotel. Les esperaba una limousine negra. Babunet ocupó el asiento delantero pero antes había abierto la puerta trasera invitándolos a sentarse. El chofer era otro negro todavía más fuerte que Babunet. Llevaba un gorro negro con visir azul obscuro de plástico. La limousine tomó la zona de Greenwich Village y la atravesó. Pasaron todo Soho y después se introdujeron en la Tribeca. “Siempre me gusta tomar esta ruta” – dijo el chofer. Y después agregó: “subo y bajo, voy hacia arriba y después hacia abajo y luego hacia arriba” Entraron a un edificio monumental. El garage estaba en un subterráneo. Al salir de la limousine ascendieron por una escalera larga y muy pronunciada. Llegaron a un departamento amplio con múltiples salones. Caminaron hacia una inmensa sala. Un negro gordo les estaba esperando. “Que tal, señor Proudhon. Bienvenido”, le saludó “Madame Goldoni, Bienvenida” – y le dió a Dinorah un beso en cada mejilla. El tercer negro se presentó como el señor Ernest Daubigny. “Llámenme solamente Daubigny- dijo escuetamente”. Los cuatro se sentaron alrededor de una enorme mesa redonda. Una fila de negros con capuchones que cubrían sus cabezas y sus rostros les acompañaron; eran 8. La

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cantidad de personas, en total, alcanzó el número de 12. Los asistentes empezaron a recitar un Mantra de las potestades del mal. Dinorah y Proudhon se sumaron en cuanto reconocieron el mantra. Ahora eran 12 los seguidores de los Mantra. El mantra fué repetido 7 veces. Después el grupo inició otro Mantra. De igual manera el nuevo Mantra fué “orado” 7 veces. En total fueron 7 mantras que se “dijeron” 7 veces cada uno. Daubigny dijo que asi se aprendían los Mantra. “Para los neófitos es una buena manera de aprender la lección” – dijo Daubigny. Tres horas después se habían encerrado en otro salón todavía más amplio. Allí tuvieron experiencias de otro tipo: los trabajos trataban como usar el mal en forma práctica. Pasaron por enseñanzas milenarias y aprendieron como empatar el mal con una persona para causarle todo tipo de desgracias personales. El negro gordo resultó ser un gran experto en la cuestión práctica de la magia; sabía muchas cosas y las dominaba con una gran facilidad. Les explicó la magia de los muertos, en la cual se produce el polvo que causa la muerte o la parálisis de tres o cuatro días. Si el polvo resultara muy poderoso, entonces la parálisis demoraría una semana o más. Muchas de sus víctimas habían sido enterradas vivas mientras se encontraban en ese estado. Estuvieron encerrados exactamente una semana (siete días) con sus siete noches y terminaron iluminados con la magia de los portentos diabólicos. Proudhon exclamó: “He renacido” Y Dinorah Goldoni, le completó. “Hemos renacido” Regresaron al hotel pero ya no eran los mismos. Disfrutaron de New York como lo hacen las entidades bien adiestradas que marchan a la par de los acontecimientos registrando todo lo que sucedía y examinando y copiando uno a uno todos los sucesos y todas a las energías desplegadas para llegar a guardarlos en una memoria que lo abarcaba todo y que sin amenazar aparentemente a nadie tenía control sobre lo que acontecía. Eran definitivamente otros. Cuando descendieron del avión en México City sus rostros estaban iluminados por un resplandor especial; no era exactamente resplandor, sino una especie de fluorescencia parecida a los rayos ultravioletas que se reflejaba en la epidermis con tintes extraordinarios y convincentes. “Dios de los infiernos” – exclamó limpiamente Dinorah. Y Proudhon terminó la frase: 51


“El infierno es la mismísima realidad” “En donde estamos”? - preguntó Dinorah. Allí Proudhon quiso responder que la llamada realidad estaba situada en otro mundo mucho más complicado y lleno de nuevas zonas desconocidas e incógnitas. Todas esas recientes experiencias habían entrado y continuaban entrando a sus vidas con la fuerza inconcebible de la maldad. Habría que seguir muriendo para perderse en los abismos brutales de los misterios que se extendían hacia otras probabilidades todavía más profundas que los mismos amaneceres de las semillas del mal. Esa era una posibilidad que su negro corazón siempre había guardado en algún escondido rincón de sus ansiedades.

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TRES AÑOS Y NUEVE MESES ATRAS

Jaime Falcón Magaña

Ariadna Gabriel y Córdoba habían cumplido 18 años de edad. Hacía una semana que ella se había hecho la novia oficial de Roberto Piedrabuena Calderón. Roberto le llevaba exactamente diez años. En realidad, Ariadna no sabía por qué razones había iniciado su relación con Roberto. Roberto poseía una fortuna que había levantado gracias al delito. De más está decir que Roberto, además de ser un verdadero estafador y tramposo, era también amante de las artes negras. Entre él y Esteban, el padre de Ariadna, los problemas se arreglaban en el templo de la Gran Madre Negra la Diosa Kali Ma, quien era la protectora de sus destinos. Ellos resolvían sus cosas que tenían que ver con la plata y todas las cosas negras, en el 53


altar de la Gran Madre Negra Kali Ma. Alli, frente a la madre negra, portando sus atuendos sacerdotales, le brindaban a la Reina de las tinieblas sus votos y suplicaban que la Reina madre siempre estuviera atenta a sus pedidos y a sus ruegos. Lo que los había unidos era su (la) inextinguible sed por el oro y sus bienes adicionales. Cumplían sus peticiones con una promesa: matar a un inocente. Esta promesa tenía que ejecutarse en el transcurso de los 7 días posteriores a lo pedido. Roberto, tenía nexos con dos hombres trabajadores de las sombras: el capitán Guillermo Moncada Acosta y el teniente Juan Carlos Medina Duchamel. Eran estos dos los que les suministraban a él y a Esteban todas las victimas que ellos necesitaran. Moncada y Medina estaban llenos de sangre. Sus auras reflejaban nítidamente la presencia del mal y despedían también los negros reflejos de la horripilancia y la malignidad. Ariadna, por supuesto, permanecía ignorante de estas cosas. Su padre, Esteban Gabriel y Córdoba, le tenía absolutamente prohibido a Roberto hablar de estas cosas con su hija. La verdad es que Esteban conocía el alto precio que él tenía que pagar por su dedicación al mal, y de ninguna manera hubiera aceptado ver involucrada a su hija en las experiencias frenéticas de los poderes aparentemente imbatibles de las sombras. Era evidente que Esteban ya no conservaba nada de conciencia. “Basta que uno sea el que se sacrifique en la familia” – pensó alguna vez. Y después completó: “Yo estoy condenado a cometer siempre el mal. Mi hija es otra cosa” Y Ariadna era otra cosa. Esteban y Roberto elevaban sus plegarias a la Gran Madre Negra Kali Ma y esperaban con inaudita ansiedad ver realizados sus ruegos. Kali Ma siempre les cumplía. Kali Ma era la madre protectora de los dos y, en tanto ellos cumplieran con lo ofrecido, Kali Ma estaría allí para retribuirlos. Kali Ma era la bienhechora de sus corruptos destinos. El par de Kali Ma es Shiva. Shiva es la fuerza de todas las fuerzas. La naturaleza de la fuerza de Shiva es masculina. Kali Ma es la madre. Kali Ma es la mujer negra madre. 54


La naturaleza de la fuerza de Kali Ma es femenina. Kali Ma es como la tutora. Ella siempre orienta a sus alumnos y a sus seguidores. Kali Ma tiene cuatro brazos. Kali Ma sujeta una espada con una mano. Con esta espada corta todas las tropiezan en sus senderos.

limitaciones con las cuales sus hijos e hijas

Con la otra mano sujeta la cabeza del gigante Raktavilja. Los enemigos de Kali Ma caen todos bajo el vigor extraordinario desplegado por su fuerza suprema. Raktavilja es el gigante abatido por Kali Ma. Las dos manos restantes excitan y estimulan a sus adoradores. Los adoradores de Kali Ma caen todos bajo sus influjos hipnรณticos. Lleva como pendientes dos cadรกveres y un largo collar de calaveras. Todos los adornos de Kali Ma sirven para hacer caer a los hombres y mujeres bajo su influencia. Porta un lienzo en la cintura hecha de las manos de hombres perecidos en las horas no favorables. No hay nadie que pueda resistir la fuerza avasalladora y encantadora de la Gran Madre Negra Kali Ma. Su rostro y uno de sus senos estan embarrados con sangre. La sangre derramada y vertida es el llamado que Kali Ma hace al universo del mal. Este tiene que expandirse siempre. Lleva una especie de corona en la cabeza formada con cincuenta y un calaveras humanas. Las calaveras humanas significan que Kali Ma no se detiene ni se detendrรก ante nadie para proseguir en su tarea de destrucciรณn. Estas 51 calaveras son las 51 letras del alfabeto sรกnscrito. Este secreto permanece resguardado en el seno de Kali Ma. Sus tres ojos contemplan el pasado, el presente y el futuro. Kali Ma lo sabe todo. 55


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La blancura de sus dientes, Satwa, hace mención a la pureza engañosa. En la pureza maligna de Kali Ma reside la fuerza de la destrucción. Kali Ma destruye y mata todo con la energia que sale de su fuerza incontenible. Mostrando su lengua roja, Rajas, nos dice que ella es el principio activo de la naturaleza. El principio activo no detiene nunca su marcha avasalladora. Sus dos manos en plena libertad son: (la una), la ausencia de todo temor. Kali Ma es la que nunca teme. La ausencia de algo es presencia de algo. La ausencia de alguien es presencia de alguien. La otra mano es la fuerza espiritual. La fuerza espiritual no conoce el cansancio. El amor de la madre negra Kali Ma es grande. Grande es su odio también. Su furia es tan grande como su amor. Kali Ma no tiene miedo a la muerte. No hay nadie ni nada que pueda matar a Kali Ma, pues ella es una de las piedras de fundación del universo. El sentimiento de muerte está extendido en Kali Ma. Kali Ma nunca evade las batallas. Kali Ma es la belicosa guerrera de los mundos que nunca teme a las batallas. Oh Kali Ma, invítanos a la guerra para obtener nuestros trofeos!!!! Danos esos trofeos para seguir en la eterna batalla!!!! Danos las batallas para procurarte las víctimas que nos demandas!!!! Oh Kali Ma, cédenos vuestra proteccion a través de todas las edades!!!! Estas eran las súplicas que Esteban y Roberto pedian diariamente a Kali Ma. 57


Ellos siempre obtenían lo que pedían. Lo único que Kali Ma demandaba eran víctimas. Y las victimas le eran proporcionadas a montones por Esteban y Roberto. Pero había una pequeña parte de Kali Ma que pasaba desapercibida para ellos y esa parte permanecería oculta, pues Kali Ma esconde del saber de los hombres y de las mujeres las cosas verdaderamente intangibles. Ariadna permanecía ignorante de la esfera del mal donde su padre, Esteban, y Roberto se movían, sin embargo una pequeña luz de sospecha le invadía las partes más nobles de su ser. Ariadna desconfiaba plenamente de ciertos movimientos de los dos, de ciertas actitudes en las que no estaba de acuerdo, de ciertas distancias entre ella y los dos, de ciertas palabras que los dos usaban y que de ninguna manera cuadraban con la lógica que la verdad exige. La fuerza auténtica de la vida (que inexplicablemente siempre favorecía a Ariadna) fue poco a poco alejando a la bella Ariadna de Roberto Piedrabuena Calderón. Los dos eran lo que comúnmente se dice muy diferentes. El noviazgo de los dos murió casi al nacer. Roberto temía al padre de Ariadna porque lo conocía muy bien y, además, conocía de igual forma sus lados malos y vengadores. Se separaron como se separa el agua del aceite pues no los unía nada. El primero en felicitarla fue su padre y lo primero que hizo fue regalarle un viaje a Europa con cuatrocientos mil dólares al mes en su cuenta bancaria para sus gastos personales, además de pagarle el viaje y la estadía en hoteles de lujo en varias ciudades: Paris, London, Roma, Praga, Barcelona, Florencia, Lisboa, Estocolmo, Venecia, Oslo y los lugares que ella quisiera y escogiera. Ariadna estuvo en Europa seis meses. Cuando regresó a México era ya una mujer con mucha más experiencia. Pero Roberto Piedrabuena Calderón la deseaba y esa forma desajustada e insana del deseo no desaparecería así porque así; el deseo es una forma diabólica de pensar y como tal debería de tener su salida para poder expresarse más o menos libremente. Desear a Ariadna en la forma diabólica que él lo hacía era prácticamente una manera de tenerla no teniéndola. ¿La poseería alguna vez? Las cosas estaban por comprobarse. Pero el peligro siempre presente de Esteban Gabriel y Córdoba le hacía pensar las cosas seriamente a Roberto Piedrabuena Calderón.

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BIEN CASTIGA QUIEN BIEN AMA

Álvaro Arrosamena

Cuando viajaba hacia el extranjero, Daubigny usaba el nombre de Charles Hermite. Su pasaporte estaba registrado bajo el nombre de Charles Hermite, nacido en Baton Rouge, Louisiana. Charles Hermite (Ernest Daubigny) y Esteban Gabriel y Córdoba habían acordado una rendez-vous en el corazón enmarcado donde muchas tragedias y grandes destinos se decidirían: Mexico City, la antigua Tenochtitlan, la ciudad donde los muertos caminaban por las calles tranquilamente sin que nadie los percibiera, Tenochtitlan, la perversa, alguna vez bautizada como la región más transparente del 59


aire, el templo olvidado de los terribles sacrificios, el lugar donde los asesinos se confundían con los inmolados y ofrendados y donde los verdugos sabían el sitio y la hora en los cuales la muerte no los tomaría nunca por sorpresa, el sitio donde el morir se confundía con el vivir y el sitio donde el hacer estaba unido irremediablemente al deber; aquí es el lugar donde el agua se mezclaba brutalmente con la sangre y el líquido rojo olía a olvido y al vicio permitido y tolerado por los que aun creían que vivían todavía en la tierna inocencia. Esta era la zona del peligro permanente donde no se permitía temer, pues al grito del tiempo señalado del nacimiento, todos sabrían que ese alarido estaba condenado a repetirse durante las horas del peligro y las horas de la paz. Esta era la zona despreciada donde los pordioseros del alma son ricos en asesinatos y son ricos por las muertes cometidas. Este es el sitio donde las cruces se juraron no confundirse y se derritieron en esa señal dejada como una despedida y al mismo tiempo como una bienvenida. Esta es la cita con la muerte que no aceptaba que la descubrieran antes de presentarse: el lugar de la absolución cumbre, la presencia negra y profunda a la cual no se podía llegar si uno no había viajado primero por las galaxias grotescas del fin. Los más limpios viajaban obligados y solo unos pocos eran los exploradores del mal. Los restos que formaban parte del terreno que eran la mayoría habían sido hechos con el polvo menudo de los muertos; los mares de crímenes malditos que supuraban y amaban a esta tierra probablemente habían sido traídos por forasteros sin ninguna conciencia y esclavos de una fe diabólica; la latitud estaba ya bien maltrecha y la longitud indiscutiblemente había sido trazada por las señales de una victoria con resonancias abominables; los golpes de un destino opaco y triste podían solo ser detenidos por la solitaria aparición de un milagro; los lagos eternos y calcinantes que siempre esperarían más delitos señalaban las fauces de las noches que aunque no quisieras siempre volverían a repetirse; todo eso era el caos constante en su absurda eternidad y la luz de los amaneceres que nunca llegarían hacia su destino, el lugar de los pájaros del caos y las convenciones siniestras y los perros atormentados por la hambruna de la más cruel soledad; era la señal de las puestas de soles que predecían a las mujeres violadas brutalmente por sombras semejantes a los rostros del crimen que nunca serian castigados, las obscuridades excelentes de las efigies que no podrían jamás identificarse, el crimen enjaretado corriendo siempre por callejones sin final, la muerte atormentada por sus propios delitos y culpas y abominada por los culpables que hubieron de ser castigados debido indiscutiblemente a las culpas manchadas y arrinconadas de sus viejos miedos; los tiempos de la belleza humillada por unos años que se esfumarían en cuestión de segundos a su paso por el delirio, navegando y transcurriendo al lado de la libertad nunca presente y siempre distante, la libertad siempre en escape y nunca alcanzada, sin detenerse ni siquiera en las desesperanzas, como un grito que salía del interior de las entrañas y que desgarraba el silencio de todos; brutalidad que se agarraba tenazmente del mismo aire para no diluirse ni tampoco perecer, horrenda brutalidad siniestra siempre presente, obscuridad siempre en retorno, vuelta que se sujetaría a 60


las soledades y a las carnes vencidas invadiendo el espacio y arremetiendo contra todo, muerte lujosa y hambrienta de sus pobrezas, lujo imperante insultando a sus alrededores, mentira altiva y siempre aceptada, altivez desmedida y adulterada por una falsedad que vivía solo unos instantes y después renacía con más fuerzas; instante de muerte que se sabría eterna porque duraría quizá unos cuantos segundos pero siempre volvía con más bríos. Acá en esta infame realidad había espectros que reían y se carcajeaban sin poder guardar silencio. Acá había silencios cómplices. Acá todos los delitos se juntaban y competían por los mejores premios y puestos. Acá no se prohibía nada porque la existencia no valía nada y porque la nada era igual a la pura y putísima nada. ¿Estaríamos listos para el combate alguna vez?, listos para la batalla, listos para la guerra? Lo que hubiera de venir ya lo habían vivido otras estirpes y lo que se hubiera de morir también lo habían muerto otras estirpes y todos sus simpatizantes y seguidores. Esta era (es) la verdadera tierra de la soledad fantasmal y solitaria, la tierra de los guerreros cansados y enfermos de batallar y casi vencidos por sus solitarias soledades; la tierra envilecida de las putas obligadas y ofuscadas por el dolor y llenas de temor por las incertidumbres; no había lugar para nadie más, no había lugar para nadie que no se pudiera permitir vivir con muchos esfuerzos y respirar, sin notarlo ni sentirlo, ese aire impuro de la región alguna vez más transparente. Los fines siempre tendrían un comienzo y los comienzos, como todo lo que los encendía, arremeterían contra los mismos verdugos y las mismas circunstancias que los habían aproximado a sus odios eternos.

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EL EMBAJADOR IMPLACABLE

Airton de Souza

Esteban Gabriel y Córdoba había mandado al desconocido, un hombre que nadie conocía pues su mismo nombre había permanecido en las sombras, a recoger al aeropuerto a Charles Hermite. El Desconocido ya habia encontrado antes a Charles y este sabía todo sobre el Desconocido. Le llamaremos el Desconocido porque esto lo describe mejor que cualquier otra definición. El avión de la compañía mexicana 62


llegó, como siempre, muy atrasado. Charles Hermite fué recibido como una persona importante. El Desconocido le abrió la puerta trasera del automobil Mercedes y Charles se sentó cómodamente. El Desconocido se dirigió a San Ángel donde Esteban tenía una mansión habitada solo por él. No había nadie que supiera nada sobre ese lugar. Al llegar a su destino, el Desconocido tomó la maleta de Charles y le señaló el senderillo a seguir. La ofreció un ron de Jamaica y le indujo a descansar: “El señor Esteban llegará un poco tarde” – le explicó. Charles le contestó que todo estaba en orden. “Tomaré una ducha y descansaré un par de horas” – contestó. El Desconocido le dejó a solas y abandonó la habitación.

El reloj marcaba las 7:58 exactamente. Esteban llegó a su mansión en San Ángel y al dar los primeros pasos en el jardín pudo ver a Charles sentado y comiendo la cena que el Desconocido le habia preparado. “¡Buenas noches, Charles! Cómo te ha ido en el viaje?” – preguntó. Su voz era firme y muy segura. “De lo mejor, querido Esteban. De lo mejor” – respondió con una sonrisa reflejada en su voluminoso rostro. “Cómo marchan las cosas en The Big Apple”? – dijo, refiriéndose a New York. “En New York las cosas marchan siempre muy bien. Allá estamos muy preocupados por tu país. Nos preguntamos ¿qué piensas tu hacer al respecto”? – le contestó muy despreocupadamente. “Quiero restablecer el Porfiriato. Esto no quiere decir que yo vaya hacer las cosas al estilo del General. Lo que me interesa es romper su record” – Esteban se refería a los 30 años y algunos meses en el poder del General. “Quiero 35 años en el poder absoluto. Te pregunto directamente: – entonces tomó una silla y lentamente se sentó – Es posible”? Charles pensó unos segundos: “Todo es posible” – dijo. 63


“¿Cómo?” le inquirió. “Con la ayuda de nuestra adorada Gran Madre Negra Kali Ma”. Muchos pensamientos se atropellaban en la cabeza de Esteban. El sabía que Charles había llegado a México para darle una respuesta definitiva. Y él sabía que esta respuesta era la que él había esperado tan ansiosamente. La sangre se amotinaba en todo su cuerpo, pero era el pecho el que la había recibido y la había tratado de controlar. “Entonces que me propones concretamente?”. “Manos a la obra” “Mañana es sábado. La luna está en caída. A las doce de la noche. Todos los símbolos dicen que este es el tiempo de la Gran Ceremonia” – contestó Charles para finalizar. Tomaron un ron exquisito de Jamaica y después hablaron de la Gran Ceremonia. Charles le dio las indicaciones necesarias para la realización perfecta de la Gran Ceremonia. El Desconocido anotaba todo en una libreta y no profería palabra alguna. Esteban Había notado que Charles estaba como ausente y entendió entonces que se estaba refugiando en la protección de Kali Ma, la Mujer Gran Madre Diosa Negra. A las 11.58 Esteban consideró pertinente abandonar la mansión y dejar a Charles a solas. Esteban tomó su coche y abandonó la mansión de San Ángel.

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III

La dictadura del general José de la Cruz Porfirio Díaz Mori había durado la cantidad de treinta años. A pesar de que algunos historiadores no se ponian de acuerdo en la cantidad exacta de años cuando sostenían que habían sido veintinueve o treinta años o más de treinta años. Esteban Gabriel y Córdoba se obstinaban en mantenerse firme y declarar que no habían sido treinta años, sino treinta años y algunos meses más. La verdad es que el general José de la Cruz Porfirio Díaz Mori había sido dictador de México por un poquillo más de treinta años. Quedaba en el aire la cuestión de los meses. El general José de la Cruz Porfirio Díaz Mori habia llegado al poder a través del apoyo de los burgueses capitalistas, terratenientes y 65


conservadores (el llamado de la revolución de Tuxtepec). Los capitalistas de todas las eras han pensado siempre en función de sus intereses de clase y de sus intereses materiales. No tuvieron corazón en Mexico cuando las multitudes de pobres se morían de hambre, ni se compadecieron de la población infeliz que se debatía entre la miseria extrema y la podredumbre enviciada al más no poder. Pero esto carecía de importancia para Esteban Gabriel y Córdoba, pues a él lo que más le interesaba era llegar a la presidencia y desde allí, con la ayuda y la guía de la Gran Negra Madre que forzaba los hechos, la Gran Madre suprema Kali Ma, lograría mantenerse treinta y cinco años o más si así simplemente lo deseara. Eso sí, estaría obligado a tener que matar. De manera que estaría esperando por la aparición del día siguiente en donde el Bokono (el terrible brujo del mal) , Charles Hermite, estaría a su lado para realizar la Invocación Mayor a la Gran Madre Negra Kali Ma. Esteban Gabriel y Córdoba sabía que las traiciones a las revoluciones eran (habían sido) hechas y pensadas en conciliábulos donde las cosas se discutían y se determinaban mucho antes de los sucesos que las conducirían al fracaso y al desastre final. La revolución mexicana había sido preparada y elaborada por demonios perversos sedientos de sangre en los infiernos, por eso habia habido tantas masacres y tantas víctimas pues el precio pagado fue altísimo y, de paso, todo el país habia sido obligado a tomar un baño en el exigente líquido rojo. En las cuevas del mal se había decidido el verdadero carácter de los acontecimientos: quienes serían los actores principales y quienes serían los actores secundarios, quienes serían los verdugos y cuál sería el destino trágico y triste de los héroes, quienes serían los bufones y quienes los hombres fúnebres y los hombres melancólicos que, como deshechos y con un final ya premeditado, serían lanzados al fuego demoníaco de los grandes holocaustos. En fin, los que mataban por la espalda o a través de las traiciones y las trampas y los que eran matados y sacrificados, como Emiliano Zapata Salazar, debido a la confabulación directa del pelón Guajardo y las órdenes de Venustiano Carranza o el artero asesinato de José Doroteo Arango Arámbula (Francisco Villa) en Hidalgo del Parral, Chihuahua, determinado por Plutarco Elías Calles y el manco Álvaro Obregón. (El PRI se yergue sobre esta sólida fundación; es por eso que no puede haber nunca paz en el país de los absolvedores de poder y los hambrientos de justicias). Emiliano Zapata Salazar sucumbe en la hacienda San Juan, en Chinameca, con toda su numerosa escolta y José Doroteo Arango Arámbula, (Francisco Villa) ya retirado, cae acribillado en su automóvil Dodge junto con tres hombres de su escolta. Nunca quedó claro el destino de los otros dos guardaespaldas que protegían la vida de José Doroteo Arango Arámbula y que se habían salvado en la balacera. La vida o la muerte de los héroes dependían de los planes y proyectos del infierno. (En toda Latinoamérica sucedieron un siglo antes, poco más o menos, cosas muy extrañas: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacio Ponte y Blanco; es decir, el general Simón Bolívar, era envenenado por la burguesía incipiente - el Imperio empezaba a mostrar su verdadero rostro). Cabría hacer una 66


pequeña pausa y hablar del embajador plenipotenciario Joel Robert Poinsett, mason del rito escocés, que habia llegado a Latinoamérica para preparar la guerra contra España; pero esta guerra estaba financiada por el Imperio usando el disfraz de la masonería. Joel Robert Poinsett mantuvo contacto con todos los líderes de los movimientos independentistas de Latinoamérica. Esteban Gabriel y Córdoba sabían esto muy bien pero lo mantenía oculto para sus adentros y nunca conversaba de sus planes ni compartia sus negros pensamientos interiores con nadie. A él lo que le gustaba mas que nada era dar órdenes y éstas órdenes tenian que ser acatadas y cumplidas siempre y exactamente al pie de la letra. Pero las figuras de José Doroteo Arango Arámbula y de Emiliano Zapata Salazar, que lentamente se habían ido agrandando en los fogosos combates y al paso inexorable del tiempo dándole a la eternidad la oportunidad de expresarse sin equivocaciones de ninguna naturaleza, seguian alborotando y demandando la justicia desde las sombras impredecibles del más allá; y esto si molestaba de alguna manera a Esteban, y era una espinita que le jodia. Villa y Zapata estaban muertos y eso no se discutía más y bastaba que asi fuera; ahora existían los recovecos y rodeos de la vida y de eso si habia que preocuparse. Emiliano Zapata Salazar, que según sus seguidores, hablaba el náhuatl cuando la tristeza o el coraje encabronado le invadían, seguía todavia vivo en los recuerdos inmortales de Jojutla, Cuautla, y los enfrentamientos en Yecapixtla, en los preparativos y los combates de Huautla; Emiliano Zapata Salazar seguia existiendo refugiado en el Plan de Ayala (fueron los hermanos Flores Magón los creadores del Plan), en las Fuerzas de Liberación del Sur, en los seis dias terribles y las seis noches espantosas de la batalla de Cuautla, en la esfera novena, pues habia sido el noveno de diez hijos, en sus 30 años cumplidos (que fue la edad cuando se inició en la revolución), en el no ser entendido por Francisco I. Madero pues Madero no quería una revolución verdadera y total, sino un cambio parchado y mediano de todas las circunstancias tan deplorables, en todo el país, en las leyendas que le rodeaban y que no podian ser liquidadas ni siquiera por las fuerzas del mal, en la inteligencia muy despierta de Otilio Montaño, que lo inició en el anarquismo, en Jolalpan, en el odio que el alcohólico Jesús Guajardo y su enajenada locura le profesaban y finalmente en la hacienda de San Juan, el 10 de abril de 1919, Chinameca, el año en que las fuerzas pérfidas del pelón Guajardo realizaron uno de los crímenes más nefastos en la historia de la deslealtad, la felonía, la traición, la alevosía y el engaño. Emiliano Zapata Salazar no era solo un vago recuerdo, pues lo que sucede con los recuerdos es que, a veces, se pierden en las olas persistentes y obstinadas de las memorias que los traen y los llevan hasta desgastarlos poco a poco y convertirlos en susurros que el viento desfigura pero que pese a todo no puede destruirlos definitivamente. José Doroteo Arango Arámbula, (Francisco Villa) cayó fulminado, por cinco balas a tierra ya cumplidos los cuarenta y cinco años, un mes y quince días. Su leyenda le sobrevivía en el rancho de La Coyotada, en San Juan del Río, Durango, y se 67


extendía en sus incursiones a Estados Unidos en Columbus, New Mexico, Glenn Springs y San Ignacio en Texas, en las persecuciones de Pershings tratando de atraparlo sin conseguirlo, en el reino de las fotografías que habian sido la herencia que se negaba a morir y que le revelaban como el mayor de cinco hermanos, en sus desbocadas huidas a lomo de caballo al lado del bandido Ignacio Parras en Durango, en su arresto por robar mulas que le eran tan preciadas, en su sobrenombre de “la cucaracha” con el cual sus amigos hacían bromas a su costa, en su inesperado y súbito encuentro con Abraham González, el representante de Madero, quien le aconsejaba seriamente asaltar y robar a los hacendados para obtener el dinero necesario a la causa, en su profunda desconfianza hacia José Venustiano Carranza Garza porque este habia trabajado antes con el general José de la Cruz Porfirio Díaz Mori; José Venustiano Carranza Garza odiaba intensamente a José Doroteo Arango Arámbula (Francisco Villa) porque le tenía envidia y en secreto admiraba su hombría y la valentía que mostraba en las intrépidas batallas; José Venustiano Carranza Garza sentia como el odio se le incrustaba debajo de la piel invadiéndole de pleno y le iba devorando primero la garganta hasta reventarle al bajarle al estómago, los intestinos, los pulmones y los riñones y continuaba por las tripas hasta encerrársele en el mismo culo. (Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Mandarte Villaseñor y Lomelí – Miguel Hidalgo y Costilla - habia sido asesinado en la guerra de la Independencia. También, después de él, habia caído José María Morelos y Pavón. El método era el mismo: liquidación inmediata y efectiva sin pensar en las consecuencias que se originaran posteriormente). Los dos eran grandes sacerdotes al servicio de Cristo y no actuaban como los sacerdotes pederastas de ahora que siempre están incluidos en escándalos clara y terriblemente sexuales muy deprimentes. En las precauciones que José Doroteo Arango Arámbula tomaba contra la ira del loco Victoriano Huerta, la sombra maldita que le perseguía y acosaba y hostigaba y (también al general Emiliano Zapata Salazar, que emergía siempre con una fuerza ciclópea), en el reclutamiento del extraordinario estratega Felipe Ángeles, el notabilísimo guerrero, en Manuel Chao, en Félix A. Sommerfeld, en Sam Dreben, en Toribio Ortega, en Calixto Contreras y en Porfirio Talamantes, en Ojinaga, en Tierra Blanca, en Chihuahua, en las 122 barras de plata y en la Wells Fargo que le auxilió para venderlas, en 1913 cuando fue nombrado gobernador interino de Chihuahua y la compra de las mulas de carga, armas, caballos, munición, uniformes de batalla, zapatos, cinturones, medicinas, en los doctores voluntarios con sus hospitales ambulantes, en las efectivísimas ambulancias, en los alimentos para sus tropas de la División del Norte, en la reconstrucción del ferrocarril al sur de Chihuahua, en Torreón, en Zacatecas, en Gómez Palacio, (con el general Felipe Ángeles ganando batallas), en Saltillo, en el cerro de la Bufa, en José Venustiano Carranza Garza quien para eliminarlo lo habia acusado de loco peligroso e inestable, en Trinidad, en la pérdida de la batalla de Agua Prieta, Sonora y en sus doscientos y tantos muy leales soldados que se refugiaron junto a él en las montañas de Chihuahua para 68


continuar en esas terribles condiciones la batalla, pues todos ellos eran guerreros de nacimiento y héroes de sangre de hombria de bien legalmente heredada. José Venustiano Carranza Garza también odiaba a Emiliano Zapata Salazar porque este era hombre de principios y la valentía de Emiliano Zapata Salazar le hacia sentirse mal y pequeño y muy cobarde y muy miserable. José Venustiano Carranza Garza, gran burgués, se creia militar de altos rangos y no aceptaba compararse a Emiliano Zapata Salazar y a su genio noble de gran destreza e innegable valor en los enfrentamientos militares. José Venustiano Carranza Garza tampoco aceptaba que Emiliano Zapata Salazar, de cuna muy humilde y de hombría muy grande le recordara a él y a todos sus subalternos la gran cantidad de sus nefastos defectos y todas sus faltas. Compararse a un hombre verdadero era una gran derrota que había que eliminar antes que sus dudas pudieran tomar forma y avasallarlo como a un perfecto infeliz y cobarde. José Venustiano Carranza Garza sería recordado como la figura absurda de Cuatro Ciénagas, como el individuo político y empresario de Coahuila, como el undécimo hijo de su padre, Jesús Carranza Neira y el hijo de su madre María de Jesús Garza, como el simple ser dedicado a la agricultura y sobre todo como diputado , senador y gobernador interino, como el tipo que a la muerte de Francisco I. Madero, cuando Victoriano Huerta asciende a la presidencia, lanza en 1913, el Plan de Guadalupe donde desconoce a Huerta y lo rechaza; se le recordará, pues, no respaldando a sus tres generales, sino conspirando contra ellos, asi de miserable era Carranza en sus actuaciones cuando las cosas le cercaban y a él le era indispensable salvar el pellejo: Álvaro Obregón, Pablo González Garza y José Doroteo Arango Arámbula (Francisco Villa) le observaban con la invulnerabilidad y la paciencia de un tiempo congelado. Los verdaderos hombres nunca olvidarían que Emiliano Zapata Salazar y José Doroteo Arango Arámbula habían sido siempre enemigos irreconciliables de José Venustiano Carranza Garza y nunca olvidarían en todas las edades por venir, tampoco, su muerte (de Carranza) de manos de las tropas del general Rodolfo Herrero que peleaban por la rebelión Obregonista. Todo ese pasado y su carga explosiva depositada en los recuerdos emergían desde los fondos del olvido con una fuerza que se escondía debajo de la piel del presente para no rebelarse todavía contra los verdaderos culpables. Todas esas imágenes eran totalmente caóticas.

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LOS INICIOS DEL FIN

Esteban Gabriel y Córdoba manejaba el Ferrari por la Avenida Insurgentes. Las luces de los autos que venian hacia él, en dirección contraria, le penetraban los ojos como cuchillos filosos o como una plaga, empecinada de insectos, luminosa e intermitente. Estaba pensando en todo el ramillete de posibilidades que habia caido ante él y veia las soluciones tan abiertas y tan claras que podría escoger las mejores de ellas para resolver las cosas como a él le placiera. Pero lo que le comía el seso era prácticamente la Ceremonia Mayor del dia siguiente. No estaba preocupado por los resultados sino por la llegada de los nuevos hechos y la fuerza que llevarían en su seno. El conocía de antemano la gran ira portentosa de la Gran Madre Negra Kali Ma con la cual La Negra Madre hacia irrupción y lo despedazaba todo llevándose todos los planes hechos a la misma miseria. 70


¿Cuántos serían los que tendrían que morir por sus nefastos actos para liquidar la deuda que iba a contraer con la Gran Madre Negra Kali Ma? La hora de la muerte se estaba acercando con pasos firmes y seguros y él pensaba no solo en el momento de la señal tan esperada, sino en la fuerza destructiva que llevara en su seno. Escrúpulos no tenía, ni mala conciencia, ni inquietudes, ni dudas, ni conocía ya la vergüenza. Estaría listo el general Proudhon? Los días próximos todo esto iría a probarse. Los dias próximos, repitió casi mecánicamente, y marcando la clave en el celular abrió la puerta del garage e introdujo lentamente el Ferrari a su casa.

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LA FORTUNA AUXILIA A LOS AUDACES (POR UN TIEMPO SOLAMENTE)

Judy Millar

Virginia Malatesta, la amante de Esteban Gabriel y Córdoba, había estado esperando por este en el hotel varias horas. También, finalmente, había aceptado la ausencia de Esteban. Esteban no apareció. Un poco enfadada y molesta se echó a 72


caminar por las calles guardadoras de infamias de la ciudad y deambulando sin rumbo fijo fue a parar a Reforma. Compró un boleto de entrada en uno de los viejos cines para ver una película de Bergman. Cuando la función había terminado pensó ir a tomarse un drink en uno de los bares cercanos. El público quería abandonar la sala y todos se dirigieron hacia la salida atropelladamente. Virginia llevaba una Coca-Cola en las manos y sin poder evitarlo tropezó con Antonio González Aguilar y derramó bastante líquido en el brazo derecho de su viejo y diluido saco azul marino. Antonio González Aguilar que andaba en los mismos quehaceres que ella le sonrió moviendo la cabeza hacia uno y el otro lado. “Perdón”- le dijo ella mirándole a los ojos. Antonio la observó abierta y detenidamente: “Perdonada está usted; Fue un accidente, no se preocupe agregó”, tratando de limpiarse el saco con los dedos de la mano izquierda. “La culpa fue mía” – le respondió Virginia. Ella notó la frialdad con la cual Antonio había enfrentado el pequeño incidente. “Podría invitarle un café” “Si quiere invitarme algo, entonces invíteme un drink”. Virginia había fingido casi un arrepentimiento. Antonio pensó en todas las deudas que tenía que pagar y también en que hay veces que a uno no le quedan más alternativas que las de tomar al toro por los cuernos y también pensó en la bella mujer que tenía enfrente. ¡“Claro que si”!, dijo. Y después agregó: “Pero solo un drink”. Tomaron un Mojito cada uno y hablaron de muchas cosas. Sin darse cuenta el tiempo habia transcurrido a una gran velocidad. Virginia descubrió que Antonio era un hombre formado y con una sólida cultura. Antonio pudo ver que aparte de ser hermosa, Virginia era una mujer llena de cualidades intelectuales y muy mundanas. Esto le agradó. Virginia examinó muy detenidamente el rostro de Antonio: nariz casi aguileña, ojos azul-verdosos, un pecho bien formado, manos grandes y dedos de pianista, 190 centímetros de altura, quizá 192. Antonio quedó estupefacto del cuerpo esbelto de Virgina. Sus piernas resaltaban en forma armoniosa debido a la falda mini, su tez era casi verdosa y sus ojos negros

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como la noche penetraban todo lo que observaban. Las manos de Virginia volaban en el aire cuando ella explicaba las cosas. Después de la esperada introducción pudieron darse sus señas y quedaron en hablarse en los próximos días. Ella tomó un taxi y él se dirigió a la parada de autobuses más cercana para dirigirse hacia su casa. Antonio había pedido permiso en el restaurante ese viernes y no trabajaría ni el sábado ni el domingo. Los acontecimientos empezaban a tomar rumbos inevitables y el no advirtió que la vida intentaba decirle algo importante. “Que bella mujer”, pensó para sí mismo. “Le hablaré mañana” Llegó al viejo departamento de la calle Colima y se echó a la cama. Se durmió en unos instantes.

Eran las diez y veintidós de la mañana. Antonio González Aguilar despertó de golpe. Recordó el bello rostro de Virginia. Cómo se apellidaba?, se preguntó. Alli cayó en cuenta que ella no había escrito su apellido. A las once y media tendría que ir a lo de Miguel, pensó, y rápidamente se puso el pantalón, la camisa, los calcetines y los zapatos. Se arrepintió y cambió de calcetines. Tomó la chaqueta azul marina de dril y se lavó el rostro; derramó un poco de agua sobre su cabello y se peinó con el cepillo. “Estoy hecho” – gritó. Abrió la puerta y respiró el envenenado aire de la calle. En la avenida Insurgentes tomó el autobús que le llevaría a Chapultepec. Miguel vivia muy cerca del Bosque. Camino hacia lo de Miguel tomó el celular y marcó el número que Virginia Malatesta le había dejado. Al otro lado escuchó la voz de Virginia. Él sabía que ella sabía que era él. Ella sabía que él sabía que el número dejado era el suyo. “Pronto” – contestó ella con una voz muy cristalina. “Hola, Virginia, - le dijo muy familiarizado – quería saber si habías llegado a casa a salvo” “Claro que si” – contestó, y después agregó: “Gracias” “De nada” 74


“¿Y, tú que has hecho”? “Dormir y descansar. Estaré libre todo el fin de semana”. Virginia no quiso controlar sus palabras siguientes: “¿Quisieras ir al cine? Yo pago esta vez, pues estoy en deuda contigo”. Antonio contestó que sí. El destino marcado los atraía como el imán atrae a dos piezas de metal. Antonio pensó charlar un rato con Miguel y después regresar a casa para prepararse. Se mudaría de ropa e iría a lo del barbero a cortarse el cabello. Revisó su billetera y comprobó que la plata le alcanzaba para comprar un par de drinks y nada más. Una bienaventurada felicidad le invadió todo el cuerpo y se le colocó suavemente en el centro de su plexus solar. Hay veces que el camino se acorta o se alarga no por la distancia en sí sino por los vericuetos que tomamos sin proponérnoslo para llegar a nuestra meta. Hay veces en que la meta se transporta sin que nosotros podamos hacer lo pensado en el primer paso que tomemos para cumplir con los mandatos que la ruta nos demanda. Y hay veces en que la ruta cambia de tal manera que nunca aceptaríamos que nuestro destino estuviera en desacuerdo con el destino que se deberia cumplir con nuestro sendero. “La vida puede darte sorpresas” – dijo en voz alta. Después pensó: “Y si ella resultara, por no sé qué extraños artificios, ser la mujer que el destino guardara para mi”. Antonio miró su reloj y notó que este se habia parado. “Nada mas eso me faltaba”. Descendió cerca de Chapultepec y se encaminó hacia lo de Miguel. Vió que Miguel le estaba esperando en la puerta. “Maestro, – le dijo, poniendo mucha energía en la voz - he conocido a una mujer que me ha comido completamente el coco. Se llama Virginia”. Miguel le observó mientras Antonio se iba acercando: “Estas perdido. Se te nota a leguas. Los ojos te traicionan. Estás enamorado”!! “Si” - confesó abiertamente Antonio. “Y no lo niegas”!! “No, no lo niego”

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“Que gran cosa” – contestó Miguel con toda calma. Esa vez charlaron sobre las cosas que les concernían en lo personal; es decir, hablaron simple y sencillamente de la paja habitual que aunque trate de uno no le toca a uno en lo esencial ni ocupa un lugar que uno cualquiera pudiera considerar importante. Se despidieron con un apretón fuerte de manos y un fuerte abrazo.

Miguel continuaría con lo suyo y Antonio tendría una cita con Virginia. Antonio no sabía que todo lo que el hiciera desde ese día en adelante estaba ya registrado por una voluntad implacablemente perversa y superior a todos sus pequeños y honestos deseos y a todas sus limpias ansias mayores y por eso mismo quedarían insatisfechas. Virginia y él irían otra vez al mismo cine y verían otro film y llegarían después al mismo bar a tomarse un drink y charlarían sobre ellos y después esperarían a que la ocasión les diera la oportunidad de hundirse en las playas aparentes de la ternura y la suavidad para entrar a la cascada oscilatoria donde sus almas recibirían el bautizo en eso que todo mundo durante todas las eras ha llamado amor, que en otras palabras es lo mismo que dolor. Eso fue lo que pensó Antonio. Antonio estaba esperando por Virginia en las puertas del cine. La observó conduciendo un auto Porshe y entonces supuso que ella debería ser muy rica, lo cual era cierto solo que el auto se lo había comprado Esteban Gabriel y Córdoba. Y de esto, Antonio no tenía ni la más puta idea. Vieron un film de ciencia ficción, Matrix, y después de la función fueron al mismo bar y hablaron sobre el film y sobre el mundo de la realidad no vivida aun. ¿Era posible que la realidad no fuera real? ¿Estarían ellos viviendo sus vidas en una realidad en la que no experimentaran los mundos invisibles y desconocidos? Los crímenes que se cometían en México, por ejemplo, ¿no eran acaso parte de la absurdidad que ante ellos se presentaba? O ¿eran todos esos crímenes el absurdo total? Todos los aconteceres del país no pertenecían al mundo de lo real; de lo contrario no había manera de explicarse el por qué tantas cosas pasaban violando el universo del derecho y de la justicia haciéndolo añicos. ¿Existían las otras dimensiones? ¿Cómo podrían ser percibidas? ¿Eran sus vidas una ficción o no? Y los otros mundos, ¿no sería que sus sueños fueran solo un recordatorio de lo vivido por ellos en vidas pasadas o tal vez en vidas por suceder? Antonio hablaba con la base que obtenía de sus experiencias con el mundo trágico de lo real, mientras que Virginia tocaba aspectos considerados por las grandes mayorias como ilusorios o inexistentes; es decir, si uno no pensara con las perspectivas que se obtienen de lo real, todo lo demás serían cuentos chinos o chifladuras inventadas por mentes descabelladas y/o enfermas. Virginia hablaba con base a la realidad de la magia entendida como si el mundo fuera manejado exclusivamente por los sólidos principios del mal. Claro que Virginia no lo exponía de 76


esta manera, ella hablaba, para no descubrirse, de la magia en términos tan superficiales que nadie pudiera haberlo entendido de otra forma. Ella engañaba con mucha astucia al joven Antonio y él se sostenía en sus cuestionados argumentos con más firmeza. Nada quedaba claro. No obstante, Antonio consideraba que Virginia era una mujer sutil y perspicaz y eso era lo que le atraía tanto de ella. Por su parte, Virginia disfrutaba de la candidez de Antonio y se alegraba a montones en su compañia. Esa noche lo metería a su mundo diabólico del sexo del mal sin que Antonio advirtiera absolutamente nada. Virginia habia ya tomado la iniciativa y el vigor del joven Antonio cedia ante la debilidad de sus propios impulsos. Entraron a la casa de Virginia después de haber pasado por el jardin en el que había muchos árboles frutales y muchas plantas que servían para realizar operaciones del mal. (Aquí conviene hacer una explicación: las plantas y lo que un mago haga con ellas es una cosa que está separada del bien y del mal. Depende del mago y sus inclinaciones. Las plantas son todas vírgenes; son como los Elementales, inocentes y puras). Dos lámparas estaban encendidas: eran dos faunos de metal de aproximadamente ciento setenta y cinco centímetros de altura. Virginia preparó unos tequilas Margarita en un jarrón. Antonio no se atrevía hacer nada y a Virginia no le quedó más recurso que tener que ser la primera en seducirlo. Antonio se sintió caer en un remolino que lo atraía a las profundidades sin oponer resistencia. Ella lo atrajo hacia sí y le empezó a besar por todas partes. Antonio la dejaba hacer lo que ella quisiera. Esa noche hicieron el amor ocho veces; es decir, Antonio había tenido ocho orgasmos que lo obligaron a tener que descansar unos diez minutos en intermedios muy necesarios pues cayó en una serie intermitente de espasmos sin poderlos controlar a voluntad. La habilidad de Virginia en la práctica del engaño fue tomando forma. Primero que todo convenció al joven Antonio de que juntos estudiaran las posiciones sexuales del Kama Sutra. Le relató una historia larguísima y muy interesante sobre un grupo de mujeres ávidas de conocimiento que acudían a un curso donde estudiaban la ciencia del arte del amor. Después le hizo saber que sus experiencias eran solamente teóricas. Juntos leyeron diversos textos del Kama Sutra y embaucándolo Virginia fingió iniciarse e iniciar al joven Antonio en el difícil sendero de estas secretas enseñanzas: Practicaron la V erótica, el Nirvana, El Mono, la Mariposa, el Puente, la Seducción, el Héroe, el Delfin, la Rana, la Cruz, la Montaña Mágica (con cuatro almohadas), el Abanico, el Aguila, la Tijera Suspendida, la Estrella, el Arco del Triunfo, la Amazona, el Perro, la Llave Cruzada, The Challenge, el Candil y por último el Jinete. Pasaban por ciertas posiciones muy rápido, pero se tomaban el tiempo del mundo para disfrutar de otras. Antonio no daba crédito a tanto conocimiento y a tantísimo placer, (que podría compararse a la lujuria) y tampoco se quería quedar estancado. Virginia era una verdadera Amazona en el arte de hacer el amor. Cuando se durmieron uno en brazos del otro, Antonio había recibido un certero golpe en la poca conocida zona del plexus solar. Después de eso Antonio nunca volvería a ser el mismo. Algo había cambiado en su interior, ya que la gran 77


caída le entregaba a los rituales negros y anunciaba malas nuevas y era él, al mismo tiempo, ya que recibía de contrabando los ocultos conocimientos con suprema alegría y el heraldo encargado de anunciarlos con gran energía a los que estuvieran ávidos de poseerlos. Sin saberlo, Antonio servía a los intereses ocultos de Virginia. Mientras ellos hacían el amor, ella repetía incansablemente los mantrams de la magia negra en los cuales era una gran experta y encadenaba al joven Antonio a las potestades putrefactas demoníacas. Antonio estaba practicando el ritual del sexo maligno y nada indicaba hasta esos instantes que él estuviera listo para detener esa marcha peligrosa. Su inmersión a esos universos de la lujuria era un hecho. Lo que Antonio no sabía era que la naturaleza de estos específicos mantrams pertenecía al mundo intangible e incomprensible de la maldad. Además, Antonio desconocía la traducción de ellos; Virginia le daba una traducción que convenía a sus intereses maléficos y nada más. El universo de Antonio estaba inclinándose hacia el pozo profundo de la pura maldad, cayendo hecho verdaderamente añicos y Antonio ni lo intuía ni lo sabía.

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PARA QUE NADA PROVOQUE EL CAMBIO

Cristina Popovici

La tortura, desde tiempos inmemoriales, ha existido siempre en el mundo. Esto quiere decir que la tortura ha tenido un lugar maldito en la actuacion de la especie humana de los tiempos idos y quiere tambien decir que, en algun espacio del proceso, el tiempo dejó de funcionar y se quebró en astillas originándose asi la aparicion de esta enferma y diabólica práctica. Los hombres perdieron su cualidad humana y se convirtieron simplemente en bestias humanoides con la mira puesta en hacer fracasar a los otros y concentrarse en el aspecto mas que inhumano del placer de matar: no marcharon al unísono con los relojes espaciales, o marcharon pero en la dirección de la locura y entonces el desenvolvimiento dió un salto hacia atrás. Asi vemos que la cultura de la tortura aparece en todas partes: China, Mesopotamia, India, Egipto, Escandinavia, Palestina, Judea, Grecia antigua, Roma, en Africa, en la cultura Azteca y la cultura Inca y en otras culturas indígenas (solo que en las culturas que no pertenecian a la “civilizacion” sus razgos son débiles) la vemos alargarse también en la primera guerra mundial, en la segunda guerra mundial y en los tiempos presentes de las guerras constantes del ahora en donde la cultura de la tortura ha adquirido características impresionantes por su 79


extrema crueldad y su furioso y alarmante refinamiento. A juzgar por las apariencias es muy difícil saber si la tortura era más cruel en la antigüedad que ahora: el aplastamiento de las cabezas de las víctimas, el triturar las uñas, los nudillos y las falanges de las manos, en las flagelaciones en donde las víctimas eran azotadas con palos, cadenas y con látigos en todo el cuerpo pero principalmente en las piernas, en la castración; en la parrilla, donde la víctima era (es) atada a una cama o catre de metal; o el colgamiento, en donde la víctima pendía (pende) de las manos y de las piernas o las rodillas y recibe (recibía) choques eléctricos, golpes, insultos que quebraban (quiebran) el estado de su psique, en los repetidos abusos; en el submarino húmedo, que significaba que el torturado era (es) hundido en agua con mierda y donde le era (es) muy difícil respirar; o el submarino seco donde se le colocaba (coloca) una bolsa de plástico en la cabeza que le impide (impedía) respirar y donde el torturado siente los síntomas cercanos de la extinción; o las violaciones de mujeres indefensas, desnudas, humilladas y atadas a una plancha; estas mujeres sufrían (sufren) repetidas violaciones por hombres desalmados o por perros amaestrados. O en las violaciones de las hijas, mujeres y nietas ante la vista de las víctimas. No deben echarse al olvido las violaciones de los hombres por una banda de degenerados y las violaciones múltiples por animales. Que símbolos tan contundentes de la maldad, la ruindad y el instinto perturbado de la degeneración! O las torturas del Medievo que eran la imagen infernal de dementes y doncellas locas torturando a seres que ya han perdido la serenidad de sus almas. Allí se le arrancaban con pinzas o pincetas la carne quemada a las pobres víctimas; o la tortura moderna de ahora en las cuales las víctimas perdían (pierden) manos, brazos, piernas, pedazos de carne de los muslos o partes vitales del organismo que las hacían (hacen) morir entre grandes e insoportables dolores. ¿De qué clase de bestias estamos hablando? O las torturas donde el arma usada es (era) la sierra común y eléctrica. O las torturas de nuestros tiempos más cercanos en donde los torturadores declaran que ellos tienen que aplicar estos tormentos que les han sido enseñadas por sus profesores. En estas sesiones los torturadores obligan a las víctimas a cederles todas sus pequeñas propiedades en forma legal pues han tenido que firmar los papeles de abandono voluntario de sus bienes levantados con grandes esfuerzos. Antiquísimas leyendas relatan que en los principios, cuando los hombres y las mujeres no habían despertado del sueño placentero en el cual vivían, no existían entonces sobre la superficie de la tierra los pecados ni consecuentemente los castigos; el mal simplemente no existía ya que todos ellos vivían todavia en la mas completa paz del corazón. La armonía estaba depositada en el corazón de todos y todos ellos actuaban con la calma perfecta en todos sus actos. El mal no habia penetrado en sus psiques y su sangre y conservaba el ritmo desprovisto del tiempo y sus devastadoras consecuencias. La sangre era como el agua o el aire o el calor de sus cuerpos o el calor agradable de la tierra ya que todos poseían la energía original. La raza casi divinal vivía en consonancia con las aves de los cielos, 80


con los peces del mar, de ríos y lagunas, los golfos, ensenadas, con los animales que pastaban serenamente los campos y con los animales que vivian en cuevas y bajo la tierra. Todos los animales que se deslizaban sobre la superficie de la tierra y los animales que tenían su sitio en el fuego eterno adoraban a la raza de ese entonces. La tortura aparece cuando la raza adquiere los malos hábitos; es decir cuando el mal aparece manifestándose tal cual es: llega, seduce, conquista matando y destrozando todo y clama por su cuota de pago. Alli es cuando el corazón se le transforma a los humanos en piedra. Es allí cuando la raza empieza la odisea de la muerte. Cuando la muerte se erige en sacrificios y cuando la sangre empieza a manchar y a salpicar la tierra. Esta es la raza demoníaca e infernal, la raza que quiere conservar lo conquistado, la raza que se ha permitido ennegrecer su corazón pues el poder reluciente la enceguece y le impide actuar con los hermosos latidos de la sabiduría. Esta raza ha firmado un criminal y vergonzoso pacto con el mal y lo peor de todo es que no quiere ni puede ni desea dar marcha atrás. El problema es que el mal habita permanentemente en el corazón de los hombres y las mujeres. Nuestros tiempos piden un cambio pero este demora en suceder. Esta es la raza que adora al eterno becerro de oro, la raza que nunca va al desierto de la meditación pues esta actividad es imposible de llevar a cuestas y nos rocía con sus limpias corazonadas lanzadas por el poder invisible del bien. Sabemos que el bien está todo el tiempo actuando, pero la parte contraria; es decir, el mal está de la misma forma muy ocupado en sus tareas y nos sabotea y nos impide ver la verdad. Tal vez exista la posibilidad que la solución sea que uno de los dos triunfe, pero nosotros sabemos que sin el mal el bien poco reluce y también sabemos que sin el bien el mal no tiene mucha razón de ser. Cuál es el sentido, entonces, de que a esta descomunal fuerza del mal se le permita actuar sin colocarle barreras de contención? Nosotros sabemos que el bien es también de naturaleza muy fuerte y, por consiguiente, muy pasivo. El bien siempre actúa conservando las características que le son inherentes: el amor, la bondad, la sabiduría, el buen juicio, el entendimiento, la paz, la armonía, la felicidad, etc. Para entender las cosas y para actuar, el bien coloca siempre el corazón en la balanza. El bien no da un paso sin estar acompañado de las sabias virtudes del corazón. Pero la tortura atormenta, sacrifica, es un martirio maligno, no hay nadie que la resista; los que mueren por la tortura han debido pasar por los dolores insoportables e imposibles del mal recordar. La tortura es tormento, provoca suplicio y aflicción, fustiga, azota, martiriza, hay tribulación en los corazones, angustia, pena, dolor. Los torturadores pertenecen al mundo terrible de lo maligno, que es toda una categoría muy perversa y una actividad muy destructiva y dolorosa; sus adoradores no tienen corazón ni conocen la bondad. Adoran al demonio mayor, que es el jefe de todos. En la tortura de la silla, la víctima era sumergida en agua y sin defensas de ninguna naturaleza tenía que aguantar la respiración hasta que el inquisidor o los torturadores decidieran hasta cuando había que sacarla del suplicio. Si se declaraba culpable, entonces o era lanzada a la hoguera o era colgada. 81


Los torturadores son demonios que disfrutan y gozan torturando o viendo torturar; muchos de ellos, en esos mismos instantes sufren orgasmos incomprensibles y muchos son apresados por deseos libidinosos e incontrolables. La zarpa de gato recibia este nombre porque el instrumento de metal se usaba en la tortura y semejaba una zarpa de gato. El torturado desnudo colgaba (cuelga) amarrado de las muñecas mientras la piel y pedazos de carne le eran arrancados con la zarpa de gato. En las viejas tradiciones se ha hablado siempre del gato como el animal que sale de noche y sus ojos como medias lunas son los que reflejan las herramientas de la verdadera tradición para lograr el trabajo en la gran obra. Los demonios saben esto pero intuyen que la tradición es una verdad que va contra sus designios y que sus propios rituales son los que por eso deben prevalecer. Esta es la idea de los demonios acerca de la tradición de los hombres sabios. Se colocaban cuñas en las piernas y el torturador las introducía en la piel y los huesos golpeándolas con una especie de martillo. El placer de destruir es un trabajo que va ligado a la muerte. Los demonios aman la muerte y le rinden culto redescubriéndola para adorarla. Un tormento muy celebrado era cuando el torturado tenía que pasar por la angustia de ser descuartizado por cuatro caballos atados a sus dos piernas y a sus dos brazos. Al ser golpeados, los caballos emprendían la carrera y arrancaban las extremidades de la víctima. El caballo es en estos casos posesionado por los elementales a quienes se les infunde la naturaleza negativa. Los adoradores de los demonios se posesionan de los instintos del animal y le encarrilan en el ejercicio del mal. El alma se purificaba si el atormentado ingería agua en grandes cantidades o carbón al fuego; es decir carbón encendido, decían los torturadores. Los sacerdotes demoníacos creían purificar a los que ellos denominaban los endemoniados en los rituales de los principios. Sus secuaces aprendieron bien la lección y ellos “purifican” matando; es decir, le devuelven a las fuentes de su existir un conocimiento distorsionado que ellos entienden como verdadero. El torturado era atado desnudo e introducido a una especie de jaula. Alli permanecía colgado durante el transcurso de días y noches y bien fenecía o de frio o de calor. El calor y el frío son dos principios extremos que señalan la ausencia de piedad cuando son usados para marcar una estación de uso permanente. Las multitudes gozaban viendo a unos de los condenados o condenadas fenecer ardiendo y atados a una cruz.

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La cruz vuelve a ser objeto de compañía en la tortura. El Cristo vió la vida que marcaba de esa forma su final. En la cuna de Judas, la víctima moría sentada en una pirámide de metal que le partía o la vagina o el ano. Los demonios aman el ano y detestan la vagina. Los demonios hacen su aparición porque los Prajapatis los defecaron. La entrada, para los hijos y las hijas de Adán al Mundo es por la vagina. Ellos y Ellas; es decir, los demonios, entran al mundo por la puerta trasera y los humanos entran por la puerta delantera. En el ataúd de hierro se colocaba a la víctima en su interior. El ataúd estaba provisto de pinchos y estacas filosas. El objetivo era hacer sufrir al condenado o la condenada. Al cerrar el féretro las estacas penetraban puntos considerados no peligrosos: los ojos, el abdomen, los hombros, las piernas, los brazos, las muñecas. Un ataúd señala una etapa final. Salir por un sarcófago significa que hay que salir con dolor. Se dice que los humanos enterrados en ataúdes sufren en el tiempo que permanecen en ellos antes de entrar a las zonas de juicio. La tortura de la Sierra implicaba que la víctima debía de ser cortada por una sierra a partir de los órganos genitales. La infeliz víctima colgaba de los tobillos boca abajo. La muerte llegaba cuando la sierra alcanzaba la zona del ombligo o la zona del abdomen. Los órganos genitales no significan mucho para los adoradores de Satán. El cortarlos sin piedad nos lleva a la idea del odio por lo que ellos consideran contra normal. Los rituales sexuales de ellos son para rendirle culto a la(s) potencia(s) de los infiernos. Estos son los demonios menores. Los demonios mayores practican el sexo del mal. Los humanos, que son demonios menores, practican sin saberlo el sexo del mal. Todo reside en saber y no saber. Lo dijo Shakespeare: to be or not be. Ser o no ser. El ser es superior al saber. En el suplicio de la Estaca el cuerpo era atravesado por una especie de clavo largo (estaca) que se le introducía por el ano y le salía por la boca. Los adoradores del Diablo sienten pasión por el culo. A la boca no la respetan pues la consideran fuente de la mentira. Los demonios superan la mentira con otra mentira: mienten todo el tiempo y mienten sin jamás acabar de hacerlo. Estos tipos de tortura se cometen hasta el día de hoy. Se han cometido siempre. Sus ejecutores son la gente que pertenece a esta banda diabólica de criminales. Tuvieron su origen en las antigüedades de los principios de la corrupción y se fortalecieron en la religión católica que no permitía libertades ni deslices de ninguna clase. Los sacerdotes criminales que formaban parte de estas sectas pervertidas inventaron estos castigos para ellos mismos protegerse. Esto lo sabía muy bien Guillermo Moncada Acosta, el capitán y jefe de los torturadores que recibia órdenes 83


directamente del Teniente Coronel Ugo Córdoba Goldoni quien a su vez obedecía todas las disposiciones canallas de Antonio Proudhon Castañeda, el general de cuatro estrellas toditas compradas. Era ya la hora de lanzar la jauría de perros sobre las víctimas y Antonio Proudhon Castañeda había dado la señal de la partida. De manera que Ugo ya había vertebrado el ataque llamando a reunión muy urgente, había dicho, a Guillermo Moncada y al teniente (torturador tambien) Juan Carlos Medina Duchamel. No habia olvidado lanzar a su peón de ataque, Diego García Ponce, que era el soplón y espía preferido de los militares. Diego Garcia se encargaría de introducirse en las células que hacían propaganda política en Atzcapozalco: era un gran maestro en el arte de la improvisación para aparentar ser otro falsificando su voz y cambiando su aspecto físico. Antonio y Miguel eran dos de los muchos miembros que estaban encargados del trabajo en Azcapotzalco. De manera que el peligro andaba muy cerca de Antonio y de Miguel y les estaba mordiendo los talones.

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DEL POLVO VIENES Y AL POLVO VOLVERAS

Airton de Souza

Charles Hermite (Ernest Daubigny) habia estado preparando la Gran Ceremonia Mágica a la Gran Madre Negra Kali Ma. A su lado estaba el Desconocido de quien nadie sabia lo que se dice nada. Charles estaba colocando tierra en una caja de madera de roble, preparando el fuego y recitando los mantrams que tenian ver con los genios demonizados del aire, poniendo el agua en una paila de cobre, y pronunciando antiquísimos mantrams de maldad para organizar la llegada de los genios del aire. El Desconocido traía carbón, llevaba agua que recogia de una fuente, cambiaba las cosas que no estuvieran en el lugar adecuado, aderezaba todo lo que Charles le pedia con su voz que habia cambiado, pues ahora era un silbido intermitente que se alargaba como ondas de radio en la atmósfera. Todo estaba a punto de quedar en el orden que Charles habia dispuesto de antemano. La llegada de Esteban Gabriel y Córdoba sucedió cuando Charles le habia pedido al Desconocido encender el fuego. Entonces, Esteban y Charles fueron testigos de la 85


transformación sufrida por el Desconocido que era como una mancha negra moviéndose de un lado hacia otro. Su rostro era una espiral gris y obscura que giraba hacia el vacio de su interior y sus manos eran llamas ardientes que se apoderaban con fuerza de todo lo que tocaba. Ya de por si, en el estado cotidiano, su rostro era tan normal que podia pasar totalmente desapercibido. Daba la impresión que si uno lo hubiera observado un segundo después no lo recordaría. Los tres formaban el número impar, tan necesario a este tipo de operaciones mágicas. El número par no puede hacer ningún llamado; vamos, si lo puede hacer, pero tendrá que atenerse a su osadía, pues lo que suceda queda enmarcado en los límites del terror. Es necesario el impar para poder lograrlo. Estaban en el sótano de la mansión de San Ángel. Charles llevaba una vestimenta negra y una capa roja, para invocar a la sangre - por encima. Esteban iba vestido exactamente igual a Charles. El Desconocido era un demonio que había sido traído a la realidad por la fuerza de los sortilegios poderosísimos de Esteban en una conjuración que él había hecho para traerlo al mundo de la tercera dimensión. Cuando la ceremonia mágica dio inicio, los tres estaban concentrados en lo suyo pues no había lugar para los fracasos. La Gran Madre Kali Ma apareció con todo su poderío pero ninguno de ellos se inmutó pues sus experiencias anteriores habían dejado a la Gran Madre Negra Kali Ma complaciente. Prometieron dar siete mil muertos cada uno, y la Gran Madre Negra dijo que lo pedido se cumpliría. Cuando la gran visión hubo desaparecido quedó en el aire un olor a carne humana quemada y corrupta mezclada con perfumes de olores desconocidos pero muy penetrantes. Minutos después, los tres estaban en la sala de la mansión descansados y vestidos con la ropa normal. Nadie dijo nada. Esteban habló con el Desconocido y le dió indicaciones de llevar a Charles al aeropuerto al día siguiente. Charles estaba tomando un ron jamaiquino y Esteban le dio un largo abrazo a Charles. Después partió de la misma forma en que había llegado: en silencio y calladamente. Pareciera que había un acuerdo de antemano y que el cumplirlo era casi un deber de viejos correligionarios. Esa noche Esteban llegó a su mansión y se sirvió un escoces doble y sin hielo. Llamo por teléfono a Virginia pero nadie respondió. Dejó el celular en la mesa y se recostó en el cómodo sillón hasta quedarse dormido. Soñó con demonios en largas batallas, se vió al frente de su ejército de espectros diabólicos matando gente a diestra y siniestra. Su cuerpo entero estaba lleno de sangre que se le escurría de los brazos, las manos y las piernas y terminaba chorreando hacia el piso. Venían hacia él más víctimas con los brazos hacia lo alto; pareciera que pedían clemencia, pero Esteban no escuchaba. El solo tenía la tarea inclemente de matar. Matar sin sentir piedad, sin escuchar los gritos aterradores de los caídos. Matar por el oficio de matar, sin sentimientos de ninguna clase, pues a él ya le estaba prohibido mezclar el corazón en estos menesteres. Eso pudo haberlo hecho cuando era un joven llevado por sus ideales. Pero este era el tiempo soberano de la muerte y había que seguir matando sin sentir ningún remordimiento y sin sentir ningún arrepentimiento. El ya no pertenecía al mundo; es decir, si pertenecía, pero su mundo era el mundo de las matanzas y de la crueldad intermitente e inclemente. El sueño de Esteban estaba mezclándose con la realidad, pero la realidad no era una cosa muy definida. En esta 86


realidad era muy necesario hacer el daño clínicamente y saber matar con precisión sin que el corazón diera vuelcos. El corazón, para Esteban, era un navío que le transportaba hacia los universos del mal. No había rutas, sino solo un largo y obscuro sendero que no llegaba jamás a ninguna estación final. Serían alrededor de las dos de la mañana cuando el se decidió por ir a lo de Virginia. Cuando arribó a la mansión de Virginia las luces estaban apagadas. Virginia tenía la costumbre de dejar las dos lámparas de la sala de estar (los dos Faunos) encendidas. Abrió la puerta con su llave y descubrió que no había nadie en la mansión. Dio marcha atrás. Cerró la puerta con llave y tomó el volante del Ferrari para regresar a casa. Dejó una pequeña nota aclarando que la contactaría al dia siguiente por el celular. Cuando llegó a su casa observó que las luces estaban apagadas. Entró a su mansión y caminó de la sala de estar a la cocina en un silencio absoluto. Subió las escaleras que daban a su recámara y encontró a Virginia completamente desnuda: “Te he estado esperando. ¿Dónde estabas”? Esteban no dijo nada. Se quitó la ropa y empezó a batallar con las enseñanzas inacabables del Kama Sutra. Cuando penetró a Virginia supo que ella habia sido invadida por energías extrañas a su esfera de dominios. No le dijo nada. Desde ese momento se juró que el tiempo de confiar en Virginia había llegado no a su final, pero tenia que cambiar. En realidad no le importaba un comino que Virginia hiciera con su cuerpo lo que se le pegara la reputa gana; lo que no aceptaba era que Virginia mezclara sus claras inconsistencias con su dureza. En este camino no hay lugar para las debilidades, pensó, y siguió repitiendo los mantrams que le ataban a las grutas de las negruras del mal.

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EL TIEMPO IRREPARABLE VUELA Y NADA LO DETIENE

Ariadna Gabriel hubiera, con todas las fuerzas en su posesión, querido entrar a las esferas intimas de su padre Esteban Gabriel y Córdoba, pero entre ellos dos habia murallas que los separaban y que ella nunca habia entendido a pesar de haber hecho lo imposible porque esto no fuera esa manera. Cada ocasion que llegaba algun extraño a su mansión, Ariadna habia sido una fiel testiga del silencio impuesto por su padre en lo concerniente a ciertas actividades que su padre no queria manejar en forma pública. Ella no lograba entender la extraña situación que todo esto originaba y preferia, por la fuerza obvia de la costumbre, escapar lo antes posible del conflicto en cuestión. O cuando su padre deseaba tratar algun tema que él consideraba secreto o bien caía en el silencio mas imperturbable o simplemente cerraba las puertas para establecer una separación entre ella y él, o entre lo que el considerara que se encontraba lejos de sus ya establecidos contactos sociales. Ariadna era entonces invadida por una angustia indescifrable que la empujaba a 88


sublevarse; entonces ella no decía nada y prefería buscar una salida digna y alejarse de la compañía de su padre. Había situaciones que verdaderamente le obligaban casi amotinarse; por ejemplo, cuando su padre se refería a las mujeres en ese tono tan desagradable y tan despectivo que las colocaban en el último escalón de la jerarquía humana, entonces ella argumentaba con tal furor que hacía casi encolerizar a su padre. Ella hablaba con el corazón en la mano y con una conciencia humanizada más que nada por el carácter de sus estudios y por las sinceras discusiones que ella sostenía con sus amigas y amigos en la universidad. Recordaba una vez las palabras de Miguel que ella había anotado cuidadosamente en una libreta (Miguel se las había dictado y ella había escrito todo con la paciencia de un santo): “La mujer es la poesía: el hombre debería ser el conductor de este lenguaje seductor y regenerador. La mujer es la guía, el hombre debería ser el héroe que se debiera dejar de llevar por ella de la mano. La mujer es el vacío en el cual el hombre debería caer sin temor. El hombre es la roca milenaria y eterna que protege a la mujer contra todos los peligros y contra todas las adversidades. El hombre, al igual que la mujer, es el más perfecto instrumento original; la mujer es la única quien sabe tocarlo y quien sabe extraer de él la música melodiosa y divinal de las esferas. El hombre es la sed de la mujer y la mujer es el hambre del hombre. El hombre se crea a sí mismo en la exquisita dulzura de la mujer. La mujer crea al hombre a la imagen de los Dioses cuando ella ya está en conocimiento de los secretos más excelsos de la vida. El hombre es el aire para la mujer. La mujer es el alimento substancioso con el cual el hombre se complace. El hombre es para la mujer el navío que le ha de llevar a los lugares remotísimos de la imaginación. La mujer es la llama que arderá sin extinguirse jamás en el corazón del hombre. El hombre es la tierra fértil donde la mujer siempre podrá sembrar todos los sueños del bien. La mujer es el agua bendita donde el hombre siempre se bañará y desde donde él siempre emergerá con más bríos y fuerzas para continuar amándola. El hombre es el universo entero descubriéndose cada vez para la mujer. La mujer es la parte desconocida de ese universo a la cual el hombre siempre desea explorar y conocer. El hombre y la mujer son el fuego del primer instante, esa dicha que ni las palabras ni los sentidos y ni el entendimiento superior jamás podrán describir ni explicar, pues sus solas existencias son los más grandes de todos los misterios a los que nosotros nunca –quizátendremos acceso” . Por eso, y por muchas otras cosas más Ariadna amaba con todas sus fuerzas a Miguel.

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IV

Misha Gordin

Ariadna había tomado la libreta de apuntes de Miguel de nuevo y leía para si lo que Miguel había escrito en su tiempo libre: “Las palabras perdidas que el hombre y la mujer nunca han podido asimilar en sus atribuladas almas: Adam, el primer hombre salido del hecho milagroso y de la increíble aparición de los primeros instantes; Eva, la primera mujer que deslumbró al primer hombre y quedó por eso mismo deslumbrada; Abel, la bondad muerta por la envidia; Derviche, el movimiento de la danza que entendió el milagro de la verdad esplendorosa; Canaam, la palabra sagrada y única que hizo pensar verdaderamente a todos los que la escucharon por primera vez; Andrómeda, la galaxia del encuentro, la galaxia de la unión que destruirá el futuro de nuestra galaxia. Luxor, la certidumbre de las eras almacenada en la inmensidad de las piedras; Abu-Simbel, la que lleva y trae los vaivenes del bien y de la fabulosa certidumbre; Bonampak, el eco 90


sublime que fue abandonado en la selva en colores exuberantes para que la posteridad lo revelara; Chichen – Itzá, la pirámide acumuladora de secretos formados por la luz del sol y las sombras y un tiempo que no pertenecían ni pertenecen a este mundo; Teotihuacán, el imperio del elogio de los constructores a sus Dioses para que estos quedaran vislumbrados de sus exuberancias; Coatzacoalcos, el Santuario sagradísimo de la Serpiente que se alargaba por las avenidas de la verdad y la sabiduría de la eternidad; Teurgia, la palabra sagrada que encierra la bondad de lo impecable y sus secretos; Oneirocritia, la palabra hecha para las partes intocables de nuestro ser; Maithuna: el código de los conocimientos que forman el templo que no debe ser cubierto con actos llenos de manchas pecadoras; en el Santuario encontramos símbolos antiquísimos incrustados en un tiempo imperecedero; olvidados tabernáculos todavía desconocidos; antiguos pebeteros que ciertamente pueden sorprendernos con sus viejas y sabias señales y huellas; las lámparas mágicas que habían siempre ardido al contacto con nuestro aliento, las inscripciones salidas del trabajo de las manos pavorosas de los aconteceres y que contienen principios todavía vivientes, los pantáculos que guardan misteriosamente sus secretos, las espadas que relatan sucesos y rompen las barreras del tiempo, el sello sagrado del gran mago Salomón está, pese a los espacios transcurridos, lleno con la energía que nadie puede ni ha logrado rechazar, los cetros que todavía tienen la suma del poder, los hisopos que guardan tareas que realizar, la estrella sagrada de cinco puntas que permanece en su mismo sitio con una de sus puntas hacia arriba, señalando asi la fuerza del bien que es imperecedera. Los grimorios que señalan impacientes hacia el anillo mágico de Giges. Abandonado en un rincón polvoriento vemos el portentoso Tridente del gran maestro Paracelsus y otros muchos misteriosos objetos: nietos, hijos e hijas del sueño. La primera piedra da un hijo impecable, el primer hijo origina la construcción legendaria de un Templo: la primera raza lucha por conservar sus atributos, la segunda raza retrocede abatida en la tarea, la tercera raza continúa en la lucha pero desfallece, la cuarta raza no puede con el enorme esfuerzo, la quinta raza es el desalentador principio de la inevitable caída. El silencio habla y rompe todas las murallas que lo rodean. Se escucha un gong que hace retumbar los silencios. Otras palabras/símbolos del rio imperturbable de la sabiduría siguen fluyendo: Venus, la impecable e inocente; Afrodita, la belleza perturbadora; Demeter, la madre llena de tristezas cada seis meses; Artemisa, la suprema vengadora; Diana, la cazadora que coloca sus flechas en los precisos y exactos lugares que ella escoge sin pensarlo; Ceres, la Diosa excelente; Cibeles, la emperatriz de los vastos espacios; Rhea la salvaguardadora de nuestra madre Tierra; Minerva, la Diosa de la Sabiduría; Pallas Athena la dadora de los eternos olivos; Notre Dame du Paris la protectora de todos los iniciados del espacio eterno; Isis, la Madre perfecta, Nu, la Madre vigilante; Devi Kundalini Shakty, la Emperatriz vuelta energía y depositada en nuestra columna vertebral; Ram-io, las siglas que esconden el terrible secreto de la vida y de la muerte; Stella Maris, la Diosa del mar eterno de los principios; la Virgen del Monte Carmelo, soberana de las alturas 91


inalcanzables; Santa María del Carmine, la Diosa adorada en las zonas de la Media Tierra; la Virgen de Lourdes, la Madre francesa imperecedera; Tonantzin la madre de los grandes cataclismos y de los eternos principios; Teteouinan, la abuela de todas las madres; Lakshmi la que siempre llega; Kwan-Yin, la sabia reina de los orientales; Kwan-Non, la madre que da consuelo y nos sostiene en la batalla; Hermes, el tres veces sabio, Atman, el que lo puede todo; Eros, el engañador; Shiva, el vengador; Vishnú, el preservador; Brahma el principio creador; Shakty, la fuerza imbatible; Akasha, la palabra sagrada; Fohat, el momento irrepetible donde todo es creado; Anubis, el perfecto; Hadis, la única; La Fragua Encendida de Vulcano, el sexo sacral de las Divinidades; La Forja de los Cíclopes, el trabajo secreto agotador e imposible (casi) de los Iniciados; Jina, la palabra de unión; Chien, la palabra sabia; Hsing, la palabra perfecta; Prakriti la Gran Soberana y después una callada y silenciosa procesión de hombres sabios y dioses: Lord Krishna, Lord Osiris, Lord Sócrates, Lord Buddha, Lord Hermes Trismegisto, Lord Abraham, el sabio y obediente; Lord Hiram (el gran mago), Lord Moisés, Lord Zoroastro, Lord Pitágoras, Lord Cristus y más y más luces. Loco, héroe en las pesadillas verdaderas, guerrero, mago y batallador incansable, heredero de una tarea imposible y recogida de ya no se sabe de quién o quiénes. Aquí todos están sin máscaras, lejos de los escombros de las derrotas que a pesar de las distancias transcurridas todavía se recuerdan, lejos de lo mundano y sus ruidos insoportables. Loco maltratado todas las vidas y loco solitario de senderos abandonados. Loco herido por todas partes, ha llegado el instante de verle (verte) el verdadero rostro. Loco prisionero del infinito y de las exactitudes del vacío donde se puede saber casi todo. Imperturbable loco y loco en movimiento, ansioso de acumular experiencias inolvidables. Loco siempre perseguido, hombre llamado hombre por los hombres que han concluido los completos sacrificios, pájaro sagrado, víbora sapientísima, dragón de secretos perdidos, salamandra del fuego, cuerpo espiritual anterior a todos los Cristos y a todas las ardientes nebulosas”. Ariadna quería llorar. Ariadna deseaba reír. Ariadna estaba invadida por una extraña emoción que le hacía estremecerse desde los dedos de los pies hasta el último pelo de la cabeza. El texto la había estremecido, la había hecho volcarse a su interior. Salió de su casa como una bala disparada. Quería llegar a lo Miguel y abrazarlo y besarlo y pertenecerle hasta los tiempos finales que habían aparecido en los cielos abandonados. Cuando llegó a lo de Miguel tocó la puerta con gran ansiedad y desesperación. Lo primero que ella vio fue el rostro sonriente de Miguel: “Mi amadísima Ariadna” Después de una pequeña pausa agregó: “Que es lo que sucede?” “Nada, no sucede nada. Tenía unas ganas terribles de verte. ¿Sabes que te quiero por sobre todas las cosas?” – le dijo ella, poniendo mucho énfasis en sus palabras. 92


Miguel guardó silencio. Ariadna guardó, también, silencio. Permanecieron abrazados un tiempo que pareció alargarse. Los dos caminaron hacia los jardincillos que estaban situados entre los departamentos. Se sentaron en una banquetilla destartalada y fijaron sus vistas hacia la luna que resplandecía como una esfera milagrosa en lo alto de los cielos. Miguel, entonces, estaba recordando los años en que él se fue acercando a los misterios del sexo y cuando descubrió lo poco que los humanos sabían sobre estos sagrados misterios. Él sabía que el sexo estaba ligado (estamos hablando de las grandes mayorías) a la noción ciega y poco sensible del atleta cuya principal tarea era alcanzar la más alta puntuación. “A los sexistas lo que les importaba eran los resultados que podían impresionar a los demás: ¿cuántas veces había(n) hecho el amor con una mujer durante una noche? ¿Quién(es) había(n) obtenido el mayor número de orgasmos en el menor tiempo posible? ¿Cuál era el mayor número de posiciones sexuales que conocíamos? ¿Quién era el mejor amante? ¿Cuántas mujeres se habían ido con él (con todos los hombres) a la cama esa semana? Ninguna de estas cosas ha ocupado y ocupan un lugar de verdadera importancia. Aquí no se trata(ba) de hacer el amor la mayor cantidad de veces; no se trata(ba), tampoco, de competir con nadie para lograr el reconocimiento de ser el mejor amante y, sobre todo, lo que se trata(ba) de evitar – y aquí está el summun – es la maldición del orgasmo. El orgasmo en los sagrados misterios existe, pero es sublimado y no hay derrame de sémen. En los misterios del sexo, la pareja forma una perfectísima unión de dos amantes: los dos se pertenecen uno al otro. Uno de ellos sabe amar de una manera que es mejor que la del otro. El otro amante sabe solamente amar más. Para los dos no existe nadie más que pueda ocupar el centro de su amor. La pareja enlazada tiernamente horas y horas sin que el orgasmo tenga lugar, disfruta y goza verdaderamente del sexo como lo hicieran las parejas paradisíacas de los principios de las eras idas. Los dos se saben (sabían) privilegiados, pues el amor fluye entre ellos con la terrible potencia de las fuerzas cósmicas ya en control sobre sus vidas. Todos los esfuerzos desplegados por los dos están concentrados en alcanzar el prodigio del objetivo que es abrir las puertas a las otras dimensiones de cuyas existencias hemos oído hablar solamente. Esas dimensiones son los espacios divinales reservados a los verdaderos héroes batalladores. Los sagrados misterios sexuales han estado y están descritos en las simbologías de todas las grandes antiguas culturas. Estos deslumbrantes misterios han significado y significan siempre lo mismo: el hombre y la mujer juntos en busca de la reconciliación con las fuentes originales de la vida y de la muerte. Los sagrados misterios sexuales están indisolublemente unidos a las misteriosas e incomprensibles leyes de la naturaleza; es decir, a la magia verdadera. Estos misterios significan y han significado siempre lo mismo: cómo funcionan, cuándo, por qué, de donde provienen, cómo se manifiestan y por qué y, sobre todo, hay que 93


estar llenos del amor sin fronteras por la Divinidad, de la que todo lo creado fluye en formas irrepetibles sin jamás detenerse. Para llegar a convertirse en un verdadero sabio de los misterios sexuales hay que posesionarse de los secretos que la naturaleza guarda y resguarda para nosotros, pues su lenguaje es totalmente distinto para cada uno de todos. La madrugada, por ejemplo, nos une con lo nuevo de siempre, con el nacimiento, con el inicio de la creación. El sol y sus rayos tienen que tener un significado secreto: es el fuego de los principios, la energía sexual, el impulso concedido por la Divinidad a todos sus hijos e hijas sin distinciones para que nos acerquemos a Ella con la blancura en nuestras almas; es decir, a la repetición del hecho sagrado de recrear la inocencia. Los fenómenos de la creación son y han sido siempre contundentes. Los amantes que la Divinidad ha puesto en unión, deben hacer el amor en la madrugada porque este es el tiempo que la Madre Naturaleza le indica como el más potente en estas prácticas sagradas. (Los relojes y sus aconteceres mecánicos no cuentan). Aquí los amantes obtienen las mayores ventajas. Los amantes deben buscar las pocas e impecadas horas en las cuales el sol se manifiesta en su sagrada virginidad. La Divinidad ha concedido a los seres la facultad milagrosa del habla; es decir, el lenguaje que en sus inicios debió de haber tenido un lugar tan claro que los seres humanos lo usaban para moverse en esa ecuación extrañísima que nosotros todos conocemos con el nombre misterioso de vida. La vida tenía, pues, un sentido realmente mágico; en esos tiempos no se hablaba de magia, sino la magia formaba parte verdadera de todos los instantes de la sagrada vida. Todos los seres estábamos unidos a la Divinidad; la iglesia no existía como institución de poder donde unos cuantos sacerdotes (como ahora) corruptos dirigían los sagrados asuntos de la verdadera religión. Mantram es una palabra que significa “liberación de la mente”. El Mantram es una vibración extraordinaria que proviene de los espacios sagrados divinales y nos une a lo sagrado-femenino o a lo sagrado-masculino para liberarnos de las influencias fantasmagóricas de la mente y la propensión de ésta para mantenernos todo el tiempo sumiso y esclavizado a los apetitos de tipo material. Nuestra alimentación es una verdadera aberración. Al alimentarnos con carne damos un viraje contrario a las señales divinales. La alimentación a base de verduras y frutos tiene como principal objetivo buscar los senderos que no hayan sido trillados. Si nosotros no hacemos nada por cambiar o por alterar el curso de nuestras vidas es obvio que fracasaremos. Todas las cosas que nosotros hagamos llevarán la marca del fracaso. Ahora bien, los amantes que tratan de vivir sus experiencias en base a la magia sexual, no son seres humanos en el sentido en que nosotros entendemos todavía estos términos. Ellos se encuentran en vías de convertirse en seres humanos. La magia sexual nos ayuda, la alimentación de frutas y verduras nos ayuda y los Mantrams sagrados nos sustentan. La energía sexual ha sido depositada por la Divinidad en nuestros órganos sexuales y el canal que esta energía usa para ascender es nuestra columna vertebral, el árbol de la vida, para hablar en sentido claro. Si nosotros hacemos un supremo esfuerzo por llevar esta extraordinaria y misteriosa energía (magnética y eléctrica) desde nuestros órganos sexuales hasta nuestra cabeza, el cerebro, estaremos dándole la batalla – para poder derrotarla – a 94


la mente y toda su nefasta capacidad de influencias y convencimientos materiales negativos. Hacer esto es repetir la ascensión de la escalera que Jacob usó para poder abandonar este tenebroso y triste mundo de llantos y desesperanzas. Los misterios sexuales son tan verdaderos como la terrible y complicadísima realidad del mundo. Todos los amantes serían, de esta forma, grandes amantes y distintos serían sus objetivos trascendentales. Nos encontramos ante una tarea muy difícil; esta es una tarea llena de sacrificios y plena de renunciaciones”. Ariadna levantó la cabeza que ella había reclinado hacía una media hora en el pecho de Miguel: “¿En qué has estado pensando”? Miguel le dijo: “En cosas sagradas” “¡Cuéntame!” Miguel le contesto: “En los misterios sagrados del sexo”

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V

Cristina Popovici

Era como si las maldiciones hubieran caído todas al mismo tiempo sobre la tierra del Anáhuac y la hubieran dejado de pronto sin los cielos protectores y desahuciada de toda defensa. La gente había extraviado el sentido de ubicación y deambulaba de una a otra parte sin saber qué rumbo tomar y pensando, por lo difícil que era, en problemas realmente peliagudos y al mismo tiempo insubstanciales. Cuando las tormentas del infortunio caen sobre los individuos, de un dia para otro dia, sucede algo extraño que hace que nadie encuentre las soluciones que puedan verdaderamente ayudar. Lo que estaba pasando era similar a los azotes de una enfermedad cuya cura se desconocía y al mismo tiempo estaba liquidando a todos. Todos sabían lo que estaba pasando y todos creían tener una solución especial para remediar las causas de los males. Algunos opinaban que la desastrosa condición económica por la que el país atravesaba se debía a los políticos. Ellos, decían, han llevado al pais a los huecos del sumidero en el cual se encuentra. Y era verdad: los políticos ganaban enormidades y no hacían lo que se dice nada por aliviar la 96


desastrosa situación por la que la gente común atravesaba. El país vivia balanceándose siempre en el peligro. Otros estaban plenamente convencidos que el desastre se debía al Estado, pues detrás de todo no aparecía una clara dirección o el deseo de arreglar lo que andaba mal y la condición putrefacta de la acción de los gobernadores, senadores, diputados federales, diputados locales ( mas las estructuras viejísimas de los ayuntamientos); es decir, la actuación de todo este abigarrado conjunto en estado pleno de descomposición detenía y hacia retroceder el estado de cosas provocando la imposibilidad de un funcionamiento social coherente. Los más nacionalistas echaban la culpa a los yanquis y declaraban que ellos en verdad nunca habían dejado de querer tener el control de todo el pais bajo sus dominios. (Aqui se hablaba del papel nefasto del capital en las vidas de las gentes: los que lo querían hacían cualquier cosa por obtenerlo; los que no lo tenian, esos deberían sufrir las consecuencias de su culpa: para ellos quedaba el camino que los conducía al sacrificio). Había quien responsabilizaba solamente a los narcotraficantes, sin mencionar a ningún cártel. Los más desubicados acusaban a los Caballeros Templarios de Michoacán, ignorando (pues no lo sabían) a Hugo de Paines, el primer maestre de la orden (Estoy hablando del origen de los Caballeros Templarios y su trágico fin). La orden había sido acusada de herejía por Felipe IV (Felipe el Hermoso), rey de Francia y su canciller diabólico, Guillermo de Nogaret. El motivo verdadero es que Felipe IV (Felipe el Hermoso) estaba endeudado con la Orden y para no pagarle, y además robarles su enorme riqueza, inventó la confabulación. Jaques de Molay fue el último gran maestre de los Templarios. Los Caballeros Templarios eran hombres dedicados a la búsqueda de la sabiduría. Murieron defendiendo la verdad. La Gran Orden de los Caballeros Templarios fue suprimida en el año 1312 por el Papa Clemente V. La Orden Templaria de Michoacán y la verdadera Orden de los Caballeros Templarios eran y son dos cosas diferentes. Las dos no guardaban ni guardan semejanzas fundamentales entre si. Los caballeros templarios de Michoacán eran y son un accidente muy espurio. Lo notable era observar que la historia volvía a repetirse, con sus grandes cambios, era cierto, pero las cosas podían tener puntos de contacto aún en la atmósfera caótica donde circulaban y se movían: la Orden del Temple es una cosa y los caballeros templarios de Michoacán están perdidos en sus actividades delictivas. Esta es la verdad. Mucha gente hacía mención de que en las diez ciudades más violentas del mundo estaban cinco ciudades mexicanas: Ciudad Juárez, Acapulco, Torreón, Chihuahua y Durango. Y argumentaban que entre las veinte ciudades más violentas estuvieran incluidas otras tres ciudades mexicanas: Culiacán, Mazatlán y Veracruz. Los expertos habían estado de acuerdo en que tanta violencia había llevado al país a la pesadilla terrible en que se encontraba. La verdad es que los expertos lo ignoraban todo. Los expertos sostienen en la mayoría de los casos, tonterías y declaraciones sin sentido.

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Esteban Gabriel y Córdoba estaban sacando el mayor partido de todo el caos. La nueva situación y el nuevo estado de cosas habían sido creadas por él y los resultados se exponían a la vista. Él se aprovechaba muy bien de las condiciones materiales ya establecidas. Era verdad que las maniobras para fortalecer el narcotráfico habían sido también reforzadas; también era cierto que la prostitución se habia quintuplicado y con ella se habían afinado los asesinatos, los impuestos de protección para darles a las víctimas la posibilidad de moverse en sus esferas sociales para poder continuar vivos, la extorsión y la plaga de chupa-dineros (se decía chupa-cabras) que no dejaban ni un miserable céntimo tras de si después de haberlo limpiado todo, la pornografía alcanzaba índices notables de crecimiento; la inmigración ilegal con papeles ilegales que parecían legales, era un verdadero escándalo, los robos (a mano armada) a privados (esta gente era y es siempre honrada) se habían convertido en una horrible pesadilla, los asesinatos por encargo sucedían de manzana a manzana y a veces de calle a calle, la falsificación de valutas extranjeras se practicaba al lado de los bancos y al lado de los negocios de cambios de monedas extranjeras, los secuestros se llevaban a cabo ante la indolente presencia de los policías sin que estos intervinieran, el tráfico de armas de fuego de bajo y de alto calibre lo realizaba la misma policía y soldados rasos camuflados de policías más las bandas paramilitares y los narco-traficantes; la fabricación de bombas tenia asistentes y expertos en los grupos de los peritos en explosivos; el contrabando sucedía en las mismas narices de los guardias porque simple y sencillamente ellos lo permitían; el fraude a través de Internet y el tráfico de órganos vitales era llevado a cabo por tipos locos y enfermeras real y definitivamente enfermas y a veces por los mismos médicos. Todo esto pertenecía a la práctica de todos los días. Las horas habían sido llenadas con el resto de lo que el mal exigía para sí. Los minutos y los segundos eran el último reducto de las minucias delictivas. El país entero había caído en los horribles precipicios de las desgracias y las cosas iban definitivamente camino al reino del mal. La metanfetamina se comerciaba libremente por las calles y los jóvenes desesperados la preferían a cualquier otra cosa porque les estimulaba la ira para defenderse y provocaba en los más débiles la violencia (o la paranoia), pero les daba el valor que ellos necesitaban para sobrevivir en las terribles condiciones adversas en las cuales vivían y morían. Al final entraban todos a estados depresivos. La anfetamina había llegado de Taiwán, China, Corea del Sur y las Filipinas. Parece que de México había empezado a circular por Hawai. En Arizona se le llamaba shards, y en México tenía diversos nombres: cristal, glass, hielo, ice, tina, shabu, ventana e hiropon, entre otros. Esteban Gabriel y Córdoba organizó los asesinatos y la eliminación selectiva de periodistas, locutores (a los periodistas de la TV no los tocaron pues entraban en la nómina de vendidos y/o comprados), reporteras y mujeres muy valientes que habían denunciado en forma sistemática los crímenes o que habían seguido las huellas que las drogas fuertes iban dejando para perderse en laberintos dificilísimos de encontrar. Las mujeres empezaron a desaparecer y nunca más se les volvió a ver. A los incómodos se les eliminaba usando el ensañamiento. La violencia era desatada 98


en oleadas de grupos subversivos contra la población civil, el secuestro de adolescentes y niñas, o las masacres de indígenas que habían tenido la mala suerte de cruzarse por los senderos diabólicos de estos seres que no pertenecían al mundo, pero que habían llegado a él para causar males, ruindad, dolor y desesperanzas. Absolutamente todo era un verdadero caos; la vida misma era un caos incomprensible e inaceptado. Detrás de las matanzas de indígenas existía un proyecto (incluía preferentemente la muerte con violencia) que tenía como fin exclusivo apropiarse de sus tierras, propiedades inmuebles y de los ahorros y pertenencias que pudieran tener escondidos en sus casas. Los hijos e hijas eran pasados por las armas; pero casi todas las mujeres eran antes que nada violadas y ultrajadas. Esteban Gabriel y Córdoba habían colocado en los puestos de tortura directa al capitán Moncada Acosta, al teniente Medina Duchamel y al cabo Toribio Sánchez. Estos tres (desalmados y enfermos psíquicos que disfrutaban con sus faenas) llevaban el peso de las acciones en “la fábrica” que era el centro de operaciones de la tortura más indigna y más cruel. El que entraba a “la fábrica” no volvía a ver jamás la luz del sol. Los tres se habían especializado en cursos intensivos donde habían sido tratados por las manos expertas y profesionales de los torturadores para que aprendieran perfectamente el desalmado oficio. El resultado fue que los tres recibieron medallas de honor pues pudieron tolerar el tratamiento por el que pasaron resistiéndolo casi todo. Bueno, decir todo sería demasiado. Resistieron la tortura pero no el golpe final que ponía fin a la vida: hasta allí no habían llegado. Después de haber descansado algunos días Moncada Acosta, Medina Duchamel y Toribio Sánchez iniciaron de nuevo sus actividades. Quebraban todo y mataban a todo el que entraba a “la fábrica”. Demostraron que no existía nadie que aguantara sus métodos y sus técnicas de aflojamiento, como ellos denominaban a la fase inicial de la tortura. Les asistida Diego García Ponce, el soplón preferido de ellos que se caracterizaba por su maestría en adoptar personalidades ajenas y que además era muy brillante para las imitaciones de voces y la adquisición de nuevas facetas de los personajes que elegía. Cuando salía a la calle o trabajaba como obrero para enganchar a otros obreros causaba fascinación por la facilidad con la cual engañaba a los otros para obtener sus inesperados y asombrosos resultados. A Diego García Ponce se le había ordenado trabajar en Azcapotzalco para detener a los que estuvieran concientizando obreros en esa zona. Por los informes obtenidos se sabía que justamente allí existían maniobras de agitación política bien establecidas que ya estaban fundadas y circulaban con bastante fluidez también por los contornos. García Ponce se había preparado con mucha paciencia para atrapar por lo menos a una célula política y romperles el culo a todos sus integrantes, dicho con sus propias palabras. El tiempo habría de demostrar que verdadera y cierta resultaría esta afirmación.

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Las obscuridades serenísimas del crimen habían hincado sus garras principalmente sobre la capital del país (alguna vez, tal vez, la región más diáfana del aire) y la habían doblegado hasta hacerla caer de trompa y hocico al suelo y lamer lastimosamente los vómitos de las injusticias. El reino del derecho terminaba allí y también allí comenzaba el territorio de las violaciones violentas donde no se respetaba a nadie ni a nada. Y no había excepciones. Nadie, excepto Esteban Gabriel y Córdoba y sus aliados infernales, sabían la verdad. La Gran Madre Negra Kali Ma, seguía clamando por más víctimas y Esteban tenía que dárselas. No le quedaban otras opciones. Esteban estaba consciente de que cuando la Gran Madre Negra Kali Ma exigía no le podía negar nada pues entonces los problemas aparecerían por sus caminos con toda su hambruna y serían asuntos muy difíciles de arreglar. De manera que Esteban tenía que continuar con la desenfrenada carrera que le conduciría hacia donde todas las malditas desgracias no tendrían mas alternativa que continuar. Pero él sabía que su vida, al final, estaba firmemente unida a los padeceres causados a las víctimas y a las implacables exigencias de la Gran Madre Negra Kali Ma. Ante la vista (y esta era la gran mentira) de los demás Esteban seguiría siendo el mismo hombre importante: el empresario audaz que siempre decidía bien, el perfecto patrón de los éxitos, el sublime capitalista, en suma, el hombre excelente de quien todos deseaban seguir los rumbos que marcara. Pero Kali Ma, la Gran Madre Negra, era insaciable. Si uno cualquiera le hubiera ofrecido un tributo, seguro que la Madre Negra le hubiera pedido dos víctimas en el holocausto; si le hubiera ofrecido dos, entonces la Madre Negra Kali Ma le hubiera exigido cuatro, y si el adorador le hubiera ofrecido cuatro, la Gran Madre Negra le hubiera pedido dieciséis. Y así por ese camino hasta el infinito. Por eso mismo se sabía que nadie podía liberarse de las garras de la Gran Madre Negra, la demandadora, Kali Ma. Quien se convertía en un adepto suyo terminaba por ser su víctima irremediablemente. Era la Gran Madre Negra Kali Ma la que tenía exclusivamente el control (el descontrol se podría decir) sobre todo lo que pasara. El ataque directo contra todas las etnias del país se desató por todos los frentes, desde la frontera de Estados Unidos hasta Belice y Guatemala y desde el océano Pacifico hasta el Golfo de México y la parte que le correspondía del Mar Caribe. No habría que olvidarse del Golfo de California. Cuando los cuerpos descuartizados empezaron a aparecer alguien descubrió que los cadáveres destrozados pertenecían a algún grupo étnico. Una nueva verdad se había presentado. La eliminación estaba dirigida a las etnias y lo más terrible de todo era que los cuerpos encontrados diariamente habían pertenecido a indígenas del Sur, del Norte, de las costas del Golfo, del centro del país, de las dos cadenas montañosas y de las costas del Pacífico. Sin embargo la Media reportaba solamente los asesinatos y explotaba la parte sanguinolenta y macabra de la noticia sin referirse a los orígenes ni a la procedencia de los cuerpos hallados. No se sabía quiénes eran los cadáveres, simple y sencillamente. El resultado fue que los indígenas, si es que hubieran sido 100


obligados a realizar algún tipo de encomienda, empezaron a salir armados de machetes y algunos de ellos portaban viejas pistolas, rifles y carabinas pertenecientes a la época Zapatista o Villista. Las etnias se estaban defendiendo. Se iniciaron los grupos armados de autodefensa y los gobernadores y diputados (algunos de ellos abiertamente fascistas) pusieron el grito en los cielos alegando que se estaba violando la ley cuando antes ellos nunca habían objetado o argumentado en contra de los asesinatos masivos contra las etnias. Algo verdaderamente importante empezó a transformar la situación. Grupos armados que se organizaban para defenderse en contra de los ataques de los grupos militares, paramilitares y de los narco-traficantes. El pueblo empezaba a desarrollar formas organizativas de defensa y esto era muy peligroso para el Estado como órgano de represión. El Estado siempre había funcionado como un aparato de seguridad y control, dispuesto hacer pedazos a todo aquel que lo impugnara. Las cosas estaban cambiando en su verdadera raíz. La gente empezó a entender que los grupos paramilitares eran auspiciados por algún poder que estaba fuera del control del Estado. Todos pensaron en que el Estado como Supremo aparato de organización y de control era el que estaba detrás de estos actos criminales. Una y otra cosa era verdad. Lo que la gente ignoraba era que la mente diabólica de Esteban Gabriel y Córdoba y su banda paranoica, diabólica y desalmada estaba también detrás de todo y, aunque el Estado usaba igualmente de sus órganos represivos, esgrimiendo toda su maldad y su fuerza represiva, Esteban igualmente usaba, a la par de los acontecimientos, sus elementos incrustados en los órganos delictivos del Estado. Las muertes seguían sucediendo y el pueblo seguía luchando para defenderse. En medio de este caos muy confuso las fuerzas policiacas y las fuerzas militares seguían matando. Al lado de ellas, los para-militares iban dejando sus huellas por donde pasaban: cadáveres hechos pedacitos, sin cabezas y sin algunos miembros, a veces sin piernas, otras veces sin brazos y algunas veces con medias cabezas. Las campanas de las desesperanzas seguían doblando por todos los muertos asesinados y por todos los descabezados. En el aire seguían volando los llantos y los duelos y las ansias de poner justicia por sobre las ignominias se mantenían en el aire como una bandada de aves en busca de paz y un poco de amor pero más en busca de justicia. Todos se sentían perdidos y sin ganas de hacer nada. La verdad estaba en todas partes y, a la vez, en ninguna parte. La justicia corría cada vez que alguno deseaba alcanzarla. La injusticia llegaba sin ser invitada. Lo único permanente era la temida presencia del miedo.

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LA MALA SUERTE LLEGA CON LAS SOMBRAS

Jaime Falcón Magaña

Enrique Granados Michelena, que militaba junto a su compañera Victoria Suárez Encina en la misma célula (estaban activados en Azcapotzalco) habían sido alentados a trabajar en diferentes sitios. Ellos, sistemáticamente, se habían negado y se defendían sosteniendo que si les tocara la hora de morir estaban decididos a hacerlos juntos. Los dos eran viejos militantes de la izquierda y su trabajo había pasado por pruebas que comprobaban su innegable posición revolucionaria. Diego García Ponce, el espía soplón, andaba tras las huellas de Enrique y de Victoria. Imitando la voz de Enrique hizo caer en sus maniobras a Victoria y después de una plática insubstancial quedó encontrarse en un bar que quedaba en las cercanías de las fábricas donde Enrique y Victoria realizaban sus actividades de concientización todas las madrugadas. Era una noche del mes de Diciembre y las navidades estaban cerca. Victoria fue apresada y obligada después a escribir una carta en donde ella le explicaba a Enrique la necesidad de encontrarse en el mismo bar. La carta le fue enviada a Enrique dentro del término de dos horas. Un agente la arrojó por debajo de la puerta. Cuando Enrique llegó a casa, la carta estaba allí. Al final de 102


la carta, Victoria añadía que ella no llegaría a casa pues tenía fuertes sospechas que la policía andaba tras ellos y le pedía a Enrique abandonar la casa inmediatamente. Aquella noche, el 20 de Diciembre del 2015, Enrique durmió en casa de un viejo amigo de la infancia y sin Victoria. Al día siguiente, en la cita que había acordado con Victoria (la inventada) en el bar, sería apresado por García Ponce. Los dos fueron llevados a “la fábrica” donde, en manos de Medina Duchamel, no tuvieron que cantar los nombres de los pseudónimos de los dos integrantes que faltaban de la célula: “Dante”; es decir, Miguel Hernández Domínguez y “Lizárraga”, que era como se conocía a Antonio González Aguilar. Pero ninguno les creyó, pues en toda la trayectoria de la tortura ellos habían soltado muchos nombres falsos. A García Ponce le fue verdaderamente difícil ubicar a los dos jóvenes revolucionarios y tuvo que trabajar día y noche para poder apresarlos. García Ponce le recomendó a Moncada Acosta no apretar las tuercas demasiado pues él no estaba listo ni con Enrique ni con Victoria; es decir, que nos los mataran todavía. Se olvidó entonces la cacería para atrapar lo antes posible a “Lizárraga” y a “Dante” que eran los pseudónimos de Antonio González Aguilar y a Miguel Hernández Domínguez. Toda la maquinaria diabólica y asesina se puso en movimiento. Sin conocer la identidad de “Dante” y “Lizárraga” se les buscó por todas partes sin obtener lo que tan ansiosamente querían. Cada madrugada, antes de iniciar la repartición del material político escrito y de las rápidas charlas después de las cuales Miguel y Antonio dejaban directivas políticas a los trabajadores, Miguel y Antonio pasaron por lo del pordiosero, el amigo “Tiresias”, para que este les informara si no habia algún tipo de problema. “Tiresias” era otro militante que vigilaba la parte periférica de lo que sucediera en torno a las actividades de Miguel y de Antonio. Esa madrugada del 20 de Diciembre “Tiresias” les informó que Victoria habia sido atrapada y que seguramente a Enrique les esperaba el mismo destino. Antonio y Miguel se borraron de la superficie terrestre y se fueron a meter al escondite que tenían en la Condesa, no muy lejos de sus domicilios. Allí esperarían hasta que la tormenta disminuyera. Cuando Diego García Ponce rindió el resultado negativo de sus investigaciones ante el teniente coronel Ugo Córdoba Goldoni, este hizo lo mismo y le informó de todo lo concerniente al general Antonio Proudhon Castañeda. Proudhon Castañeda, entonces, acudió a Esteban Gabriel y Córdoba a informarle que nada se había podido saber sobre las personalidades verdaderas de “Dante” y “Lizárraga”. “Dame cuatro horas y yo te daré la respuesta”, le contestó. Y después agregó: “¡Cuatro horas solamente!” Esteban tomó su teléfono y se puso en contacto con el Desconocido. El Desconocido, el demonio callado y silencioso, escuchó atentamente las indicaciones de Esteban y juntos partieron para la mansión de San Ángel. Una vez 103


allí, bajaron al sótano a solicitar a la Gran Madre Negra Kali Ma que les revelara los nombres verdaderos de “Dante” y “Luzárraga”. Como solo eran dos en número tomaron al gato “Sacrificio” y lo amarraron frente el altar para formar la triada y poder realizar la ceremonia diabólica. Hicieron la ceremonia y, por boca de la misma Gran Madre Negra Kali Ma, en un abrir y cerrar de ojos supieron que “Dante” era Miguel Hernández Domínguez y “Luzárraga” se llamaba Antonio González Aguilar. Antonio Proudhon Castañeda estaba en todo momento controlando la hora. Se habían cumplido ya las cuatro horas que Esteban le había dicho. Su celular sonó. Proudhon contestó: “Diga usted señor Esteban” “Dante” es Miguel Hernández Domínguez y “Luzárraga” es Antonio González Aguilar. “Ahora mismo informo a Córdoba Goldoni” Ugo Córdoba Goldoni fue informado de todo y Diego García Ponce pudo saber al fin los nombres de sus víctimas. Las casas de Antonio y de Miguel fueron allanadas; la tía de Miguel fue detenida y torturada, pero no pudieron obtener lo que buscaban. Antonio vivía solo, pero de todas formas los dueños del restaurante donde él trabajaba fueron a parar a la “fábrica”. Ni Moncada Acosta, ni Medina Duchamel y ni el cabo Toribio Sánchez, pudieron obtener la información que querían; en suma, nadie sabía dónde estaban Antonio y Miguel. Esteban había escuchado alguna vez a (Virginia) referirse a un tal Antonio. Conversando con Virginia supo que ella tenía el teléfono de Antonio. El paso siguiente fue que Virginia le llamara al Antonio para encontrarse. Miguel le dijo a Antonio que encontrarse con Virginia era muy arriesgado y que a toda costa debiera de evitarlo, pero Antonio estaba enamorado y le contestó a Miguel que encontraría a Virginia por solo unos minutos. Cuando Antonio llegó a lo de Virginia, ya un pelotón de soldados con García Ponce a la cabeza, le estaban esperando. En la “fábrica”, parado frente a Ugo y a García Ponce, Antonio tuvo que enfrentar a los que amenazaban con quitarle la vida. “Y si hablo, que gano”, dijo después de haberlo meditarlo unos instantes que le parecieron siglos de amargura. Ugo conferenció entonces en secreto con García Ponce y los dos contactaron a Esteban. Una media hora después Esteban llegaría acompañado del Desconocido. “Así que te decidiste hablar” “Si”, dijo quedamente. Esteban le miró de arriba abajo y gritó:

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“A este cabrón le vamos a perdonar la vida. Con los demás hagan ustedes lo que quieran” Moncada Acosta tomó a Victoria Suárez y la condujo al catre. Alli la mató. El siguiente es para tí, le dijo a Medina Duchamel. Medina empujó a Enrique Granados Michelena y tomando una pistola le disparó a quemarropa en la frente. “¡Así terminan todos los pendejos como tú, hijo de puta!” Los dos dueños del restaurante fueron ahorcados con un curricán. La tía de Miguel murió siendo ahogada en una pileta. Pataleó unos instantes antes de quedar totalmente inmóvil. Ese fue el final de todos ellos. Antonio González Aguilar lloró y entre llantos y quejidos les dijo donde estaba escondido Miguel. “Miguel está escondido en la Condesa”. Después les dio el nombre de la calle y el número del departamento. Antonio se convirtió, a partir de ese momento, en un chivato que servía ciegamente a los adoradores de la Gran Madre Negra Kali Ma. Cuentan las malas lenguas que era muy eficiente. Se le veía siempre al lado de Virginia. Dicen las malas lenguas, también, que Esteban se la había cedido para que Antonio le vendiera su alma a la Gran Madre Negra Kali Ma. Antonio había aceptado las acusaciones y sus culpas sin inconveniencias de ninguna clase. También había aceptado todos los regalos que se había ganado. Por el brillo de sus traicioneros ojos podía leerse el fuego voraz del deseo que se había despertado en él. Ese era el fuego del poder ansioso que lo quiere todo y que no posee límites pues es voraz como las bestias hambrientas y desleal como el más abandonado deseo. Esteban sabía que con Antonio debía tener muchísimo cuidado; pero Esteban confiaba en las artes maléficas de Virginia y sabía que la naturaleza íntima de ella, como la cabra, tiraba para su monte. Cuando los paramilitares fueron por (el) Miguel encontraron el departamento vacío; Miguel no estaba allí. Sobre la mesilla de lectura vieron “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano. A Miguel lo buscaron por todos lados varias horas, sin poderlo encontrar. Antes de que los diabólicos paramilitares hicieran pedazos las puertas del departamento, Miguel había abandonado el piso precipitadamente para irse a lo de Ariadna. Dicen que al verlo, Ariadna rompió a llorar y que con una sonrisa en los labios le dijo que 105


ellos tenían que abandonar la capital en ese mismo instante. No cogieron ni una muda de ropa; Lo que Ariadna agarró fue un fajo de billetes de cientos de miles de dólares. Ariadna tomó su coche y enfiló rumbo a Chiapas, como Miguel le había dicho. Abandonaron el coche en Oaxaca. Se unieron a la guerrilla Zapatista. Miguel y Ariadna recibieron efusivos abrazos de casi todos los dirigentes políticos que portaban pasamontañas. Ariadna permanecía al lado de Miguel y apretándole la mano con sus finísimos dedos le dijo en secreto que le amaba. Los dos lucharían por ser libres como libre eran los pájaros que cruzaban los cielos allá en lo alto. Miguel lucharía, desde las montañas de Chiapas, por provocar un cambio radical en el país y Esteban sonreía muy satisfecho desde su mansión pues sabía que el largo y ansiado sueño de romper el record en el poder de José de la Cruz Porfirio Díaz Mori estaba más cerca que nunca de sus ardientes y diabólicos deseos. ¿Cuál de los dos vería cumplido su sueño primero?

FIN

JAIME FALCON MAGANA

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