PELLIZCOS EN FORMA DE POEMA, A MODO DE PROVOCACIÓN SOBRE LA DIVULGACIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO José María Bello Diéguez
Venho dizer-vos que não tenho medo a verdade é mais forte que as algemas Venho dizer-vos que não há degredo quando se traz a alma cheia de poemas Pode ser numa ilha ou numa prisão em qualquer lado eu estou presente tomo o navio da canção e vou direito ao coração de toda a gente
Vengo a deciros que no tengo miedo la verdad es más fuerte que los grilletes Vengo a deciros que no hay exilio cuando se trae el alma llena de poemas Puede ser en una isla, en una prisión en cualquier lado estoy presente tomo el navío de la canción y voy derecho al corazón de toda la gente
(Manuel Alegre: Exilio)
Cuando Nayra Llonch se puso en contacto conmigo, por indicación de nuestro amigo Joan Santacana, para invitarme a participar en este encuentro, mi primera reacción fue la de declinar la invitación. No soy un teórico de la comunicación, ni un experimentado musealizador de yacimientos arqueológicos. El único bagaje que porto es el de unos cuantos trienios intentando entender y hacer entender la historia a muchachas y muchachotes adolescentes, etapa que se saldó con un rotundo fracaso en ambas pretensiones -sigo sin entender la historia y me temo que tampoco ellos han entendido gran cosa-, seguidos de otros tantos trienios como arqueólogo vinculado a un museo, etapa todavía no saldada en la que el fracaso aún no está, pero se le espera. Podría, como me sugirió Joan, contarles los proyectos recientes y actuales que ocupan mi vida profesional, centrada en la investigación e intento de divulgación de tres grandes yacimientos (la Torre de Hércules, el Castro de Elviña y el Monumento Megalítico de Dombate) desde el Museo Arqueolóxico e Histórico coruñés, pero a fuer de ser sincero no podría exponerles más que un relatorio de sucesivas frustraciones, motivadas por unas u otras causas de las que no me excluyo. Nada encontraba que fuese digno de ser traído ante un auditorio como el que conforman ustedes. Sin embargo, la oportunidad era demasiado tentadora como para rechazarla sin más. No, la vida no suele ser pródiga en ocasiones como ésta, y sentía que renunciar era ponerme voluntariamente al margen de algo interesante y positivo, y eso sí que no: fracasar fracasaremos, pero no sin haberlo intentado. Mientras buscaba, una vez y otra, algo que me permitiese justificar de alguna forma mi presencia aquí, mientras intentaba en vano poner orden en mi cabeza para parir algo coherente, sin quererlo me asaltaban músicas, palabras, versos, procedentes de ese personal fondo antiguo que un compatriota de ustedes, mío también pero de ustedes más, el añorado Manolo Vázquez Montalbán, habría llamado una educación sentimental. A falta de algo mejor, esto es lo que les traigo, porque tal vez sea esto lo único que tengo: el alma llena de poemas, como dice Manuel Alegre -ese portugués fantástico que supo llegar derecho al corazón, si no de toda, sí de mucha gente; de tanta que, candidato extraoficial en las últimas elecciones presidenciales portuguesas, no alcanzó la mayoría, pero superó en votos al candidato oficial de su partido, Mario Soares-. Poemas y músicas que a lo largo de mi ejercicio profesional han guiado, desde el fondo, mi