La oscuridad de su cuarto parecía más grande que nunca.
Nadie sabía lo que pasaba dentro de su mente. y él no tenía interés en compartirlo.
Cada día seguía un guión aburrido: su madre luchaba, él miraba.
Abrió la nevera y vio el almuerzo cuidadosamente envuelto. Cerró la puerta sin tocarlo, como si el vacío dentro de él no pudiera ser llenado.
La voz en su cabeza era un eco constante: "Eres una carga."
Sus pies tocaban el suelo, pero sentía que no existía.
A nadie le importo.
Para mi mamá, soy solo una carga.
Una idea se deslizó en su mente, suave pero implacable: “El mundo estaría mejor sin mí.”
Decidió caminar hacia el parque, un lugar que siempre había sentido como un refugio.
Momentos mejores cruzaron su mente, pero no traían consuelo, solo más dolor.
Tras un rato, se levantó de la banca.
El parque quedó atrás mientras él avanzaba, sintiendo un peso en cada paso.
Un edificio alto lo esperaba en el centro de la ciudad, con una presencia casi sentenciosa.
No era la primera vez que lo veía, pero hoy parecía llamarlo.
Cruzó la puerta, subió las escaleras y llegó a la azotea, cada paso acompañado por el eco de su propia respiración.
Lo siento, mamá.
No puedo seguir siendo una carga.
Se acercó al borde y sintió el aire acariciarle el rostro. Cerró los ojos.
Y se dejó caer.
Luis abrió los ojos. No sentía el impacto, no sentía nada. El vacío a su alrededor era inmenso, casi tranquilizador.
No había dolor, pero tampoco paz.
Vaya, Luis... ¿creías que todo acabaría aquí?
Vamos a ver el mundo que dejas atrás. Tal vez entonces entiendas.
No es tan sencillo. La muerte no funciona así.
Luis sintió que algo lo arrastraba de vuelta. Pero no era él, no del todo.
PRIMERA VIDA
¿Estoy vivo?
¿Dónde estoy?
¿Y este cuerpo?
¿¡Soy Raúl!?
Luis, ahora en el cuerpo de Raúl, recordó que era su cumpleaños.
Raúl siempre había intentado acercarse, pero Luis nunca lo dejó entrar.
¡Raúl! Ven aquí. Ya está todo listo para Luis.
Luis, ahora siendo guiado por el cuerpo de Raúl, va al café donde se había planeado la pequeña reunión.
Hace mucho que no lo vemos, espero que le guste la sorpresa.
Luis, al escuchar a sus amigos, se dio cuenta del cariño y la preocupación que le tenían, algo que nunca pudo ver en vida.
Raúl, ¿a dónde vas? Luis podría venir pronto.
Luis, abrumado, dejó la juguería. Al girar una esquina, su propio cuerpo inerte se presentó ante él como una escena congelada.
Raúl se derrumbó al ver a Luis muerto. Luis, desde dentro, sintió el peso de su dolor.
No, Raúl, no llames a mi mamá, por favor.
¿Raúl? ¿Todo bien? Luis, sin poder detener el cuerpo de Raúl, escucha cómo el tono de llamada suena una y otra vez.
Señora... Luis... lo siento tanto... Luis está... está muerto.
¡Aaaaah!
Cuando el llanto desgarrador de su madre creció, Luis sintió cómo la realidad se desvanecía, y las voces y ruidos a su alrededor se reducían a un susurro.
Has aprendido algo, Luis. Pero aún queda más por ver.
Está bien...
SEGUNDA VIDA
luis, depertó.
Se encontraba en la pequeña y humilde cocina de su casa.
Al mirarse en el espejo, estaba en el cuerpo de su madre.
¿un pastel?
¿Mamá?
A pesar de las dificultades, su madre había preparado algo para él; ella aún encontraba el tiempo para celebrarlo.
Luis, en el cuerpo de su madre, vivía la agotadora rutina.
Me duelen las rodillas.
¡Venga, caserito!
Cada mañana, ella cargaba una vieja manta que extendía en el suelo, acomodando con cuidado las verduras que vendía.
Cada vez que un cliente se acercaba, su madre sonreía cansada y aceptaba menos de lo que valían sus productos solo para vender algo.
Venga, caserito
Luis comprendió el sacrificio diario de su madre.
Tengo un mal presentimiento.
lo siento tanto...
Señora... Luis...
Luis está... está muerto.
¡Aaaaah!
¡Mi
hijo! ¿Qué le ha pasado a mi hijo? crack!
Es suficiente, Luis. Has aprendido lo que necesitabas de esta vida. El amor, el sacrificio... y el dolor que dejaste atrás.
Luis comprendió que, incluso en el dolor más profundo, el amor de su madre siempre había sido su fortaleza.
TERCERA vida
¿Dónde estoy?
Luis se encontraba en el frío y silencioso cuarto del hospital.
Esta vez no tenía un cuerpo, solo observaba.
Su padre estaba ahí, envuelto en la misma luz suave que lo rodeaba.
¿Papá?
Te he fallado, a ti y a mamá. No pude darles la vida que merecen. No pude hacer nada por ustedes.
Nunca me fallaste, Luis. Siempre te amamos, mucho más de lo que imaginaste, aun cuando no podía estar a tu lado.
Pero yo no lo vi, papá.
No siempre pude mostrarte cuánto significabas para mí.
Trabajé duro para darte un futuro mejor.
Pero todo lo hice por ti.
Ojalá lo hubiera visto antes.
Lamento que tuvieras que sentirte solo.
Gracias, papá. Ahora lo entiendo.
Ahora es momento de que sigas adelante.
Aunque estuve ausente de muchas maneras, en espíritu siempre estuve contigo.
De repente, la habitación del hospital comienza a desvanecerse y Luis siente cómo es transportado nuevamente al vacío brillante del "limbo".
El hospital se desvaneció
Luis sintió una paz indescriptible, transformado por las lecciones vividas.
Has aprendido bien, Luis.
Comprendiste el dolor, el sacrificio y el amor de aquellos que te rodeaban.
Tu viaje ha terminado, y ahora debes decidir tu destino.
¿Qué me espera ahora?
Tienes la oportunidad de renacer, vivir como alguien nuevo en otro lugar u otra forma y observar a los que dejaste atrás.
Sí... quiero renacer.
Luis recordó las conversaciones con su padre y pensó en su madre y Raúl, en el amor que entendió demasiado tarde. Le dolía no poder decirles cuánto significaban, pero ya era tarde.
Miró a su alrededor, era el mismo parque a donde siempre iba.
Solo que ahora lo veía desde una perspectiva diferente, a ras de suelo.
Luis ya no era humano, ahora era un pequeño pájaro.
Siempre lo llevaremos en nuestros corazones.
Con el corazón ligero, extendió sus alas y voló hacia el cielo, llevando consigo el amor eterno que siempre los uniría.