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JesĂşs MartĂ­nez Guerrero

Los cuadrieros de Vallbona


Primera edición: 25 de marzo de 2014 © 2014, Jesús Martínez Guerrero Esta obra no puede ser reproducida, total o parcialmente, sin la autorización de los propietarios del copyright. ©


En los tiempos revueltos, cuando el poder está diseminado, la noción de la justicia oscurecida y pervertido el sentido moral, la sociedad no puede ofrecer un amparo eficaz a la debilidad y la inocencia. Entonces los poderosos les venden su apoyo ¡sabe Dios a qué precio! Y como al celebrarse este contrato incalificable se observaron cuidadosamente todos los requisitos exigidos por la ley o por la costumbre, nunca faltan casuistas que se escandalicen de la abolición y hasta de la calificación de los malos usos que engendró, sin curarse de averiguar hasta que punto pueden ser honradamente admitidos. Coroleu y Pella

En 1388 se pronunció en tierras catalanas aquella célebre frase «el temp de la servitut es ja passat», grito de guerra con el que se ponía en marcha el alzamiento de los payeses de remensa. Corría el siglo X cuando El conde Borrell fracasó en su intento de contener las hordas de Almanzor en la cuadra de Vallbona, (Plà de les Forques o Matabous) ya a las puertas de Barcelona. La ciudad, y sus alrededores, fue saqueada sin piedad por el caudillo sarraceno. Más adelante, el conde le donó la cuadra de Vallbona al caballero de paraje que se la arrebató a los sarracenos, a Carbonell de Vallbona. En el siglo XIV Alfonso el Benigno le donó la cuadra de Vallbona a la familia de la baja nobleza de los Argentona.



Prólogo En los prolegómenos de este libro no he podido evitar que me vengan a la memoria pequeños retazos de las entrañables vivencias con las que enriqueció mi infancia aquel continuo de agua cristalina que por entonces llamábamos «el río» y al empleado que lo limpiaba «el hombre del río». Por el Río, de vez en cuando,bajaban algunas evidencias de las casas que jalonaba: gatitos recién alumbrados que corrían dispar suerte; alguna diáspora de cromos, en una ocasión me hicieron caer al río; y un sinfín de cosas a las que el agua de una manera u otra no tardaba en dejarles su huella. Otros entretenimientos eran el de coger cabezudos y peces, y el de tirar piedras a la primera rata que hiciera acto de presencia. A lo largo del río se extendían por doquier olmos centenarios en los que en verano, entre sus frondosas ramas, siempre había un hervidero de gorriones que montaban un gran bullicio.Entre los árboles proliferaban grupos de zarzas que daban moras gordas y en abundancia. También recuerdo que hacíamos


tipics indios con las cañas que arrancábamos de un cañizal que había junto al lugar donde los payeses derivaban el agua de la acequia a sus campos. Y para terminar esta relación de recuerdos no me puedo olvidar de las placas de corcho con las que surcábamos la acequia (si no nos las rompía el tío del Río) y con las que cada vez que naufragué probé la zapatilla de mi madre. Ante el hecho de que pronto, al paso que vamos, no quedará ningún tramo de la acequia Condal a cielo abierto o con un cauce original que nos ayude a imaginar su pasado, he tomado la decisión de aventurarme a escribir un relato ambientado en la Edad Media, cuando a esta acequia se le sacaba más provecho, pese a que tenía menos caudal de agua que actualmente, y paradójicamente el entorno seguramente gozaba de mejor salud que hoy en día, que sólo trabajan en Vallbona tres payeses que comparten la acequia Condal con un enjambre de hortelanos que se reparten las miajas de terreno de regadio que quedan libres.


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Martes, 25 de noviembre de año

1388

cuadra de Vallbona de la parroquia de Sant Andreu del Palomar.

Varios cuadrieros reforzaban con tochos puestos de punta la sufrida bóveda de piedra del pont de la Vaca; mientras, de pie, los vigilaba Sayt resguardado del frío bajo el sombraje de un abrevadero. Éste se hallaba ubicado al costado derecho del puente, al pie de una colina que hacía de confín natural de la acequia por el margen derecho hasta unos doscientos metros aguas abajo. Los ladrillos eran colocados con la necesaria precisión por unos hombres que iban descalzos con el agua hasta las rodillas y con el cuello dolorido de tanto mirar hacía lo alto; pero cortar el agua hubiera puesto en aprietos a los molineros y regantes de aguas más abajo. El sarraceno fue el primero en ver llegar al trajinero a toda prisa, sin la mula, cuando ya lo tenían a poco metros de ellos tras apenas abandonar el torrente de los Argentona. ¿Qué te ocurre?, ¿se te ha escapado la mula con el trigo? inquirió Sayt. 9


No, algo peor. Acabo de atravesar la vía Francisca para venir hasta aquí desde la masía, como siempre, cuando de repente un jinete me ataca con un mangual explicó azorado el mulero mientras aguantaba el dolor extra que le producía descubrir su hombro izquierdo para que se le pudiera ver la herida. Quise montar la ballesta, pero el dolor me lo impidió, aunque de poco me hubiera servido lograrlo porque ante mí tenía cuatro bandoleros a caballo y bien armados. Se han llevado la mula con su carga de dos cuarteras de trigo. ¿Hacía dónde han huido? Preguntó el sarraceno ya medio subido a su caballo. Hacía el Norte por la vía Francisca. Por la forma de hablar parecían ser de la veguería de Girona. No deberías seguirlos, acabas de llegar de la guerra de Cerdeña y no tienes el cuerpo para estas lides dijo el recién llegado con la intención de hacerlo desistir en su empeño. No te preocupes, deja a los del puente que sigan con su trabajo, y sin demora ve a avisar a la señora de lo ocurrido, y por cierto; esa herida tiene mala pinta, no sería mala cosa que te la 10


miraran en algún hospital dijo, ya haciendo grupas hacía el torrente. ¡Quía!, ¿qué quieres que me peguen la peste? gritó, aunque sólo fue oído por los de la acequia, no sin producirles cierta gracia. Los cuadrieros acababan de despedirse del trajinero cuando por el otro extremo del puente llegó Fátima, la molinera, preguntando por él. Se Acaba de ir le informó Nicolau, un joven pelirrojo y pecoso. Unos asaltadores de caminos le han quitado el trigo que te traía de la masía, ya ves, no habrá trescientos pasos de un lugar a otro, y mira lo que ha pasado. ¿Y se puede saber qué es lo que vigiláis vosotros? preguntó, dándose muchos aires, la anciana sarracena. ¡Chafardera!, ¡vuelve a tu nido a roer trigo! exclamó fuera de si Ramón, un joven rubio de ojos azules. Y otra cosa dijo sin darle importancia al insulto¿Por dónde anda mi hijo? Debería estar ayudándome en el molino, para eso la señora Eulalia lo ha hecho volver de Cerdeña, ¿no? 11


La señora reclamó del tercio a Sayt, el año pasado, porque éste ya había cumplido el año de servicio obligatorio dijo Nicolau En un principio la señora sólo lo necesitaba para que te sustituyera a ti en el molino; pero debido a las obras de ampliación de la presa de Montcada realizadas por el Consell de Cent de Barcelona en enero de este año, el caudal de agua que pasa por la cuadra de Vallbona ha aumentado y esto obliga a levantar más los muros en los tramos curvos y a hacer algunos ajustes en el molino, y para acometer estas obras necesitamos la ayuda de tu hijo. Así que tendrás que seguir sola en la molienda por un tiempo. ¿Y cómo que no está aquí con vosotros? Ha ido tras los forajidos. ¡Huy! Ya podéis ir buscando otro albañil.

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2 Al pasar la vía Francisca por el escaso grupo de casas de la Pobla Nova de Montcada, Sayt se acercó a un puesto abierto a la calle, donde un herrero se afanaba en sus quehaceres. Disculpe buen hombre, ¿ha visto pasar por aquí a cuatro jinetes con una mula cargada con dos sacas? ¿Cómo no los iba a ver? Uno de ellos iba apartando a la gente con un mangual que tenía la bola de púas manchada de sangre observó el herrero mientras se quitaba el sudor de la frente con el dorso del pulgar derecho. Gracias, ¿sabe usted de dónde vienen? No sabría decirle, por aquí pasan bandidos de todas partes: ¡Bienvenido a Masrampinyo!, y tenga cuidado, esa gente sabe de sobra que robar en un camino del rey está castigado con la horca, y a la más mínima sospecha no dejan títere con cabeza. Descuide, así haré gracias. 13


¡Vaya usted con Dios! La parroquia de Santa Engracia junto a su plaza y la feria que en ella se montaba llevaban pocos años en la Pobla Nova, pero aún así a Sayt le estaba costando horrores pasar entre el gentío allí congregado sin bajarse del caballo. Los desgarradores gritos de dolor que profería un lugareño que estaba en ese momento en manos de un barbero que le intentaba sacar una muela en medio de la calle; se confundían con los quejidos de un aldeano, al que metido en una gran tinaja le arrojaban barreños de agua caliente. «A estos desaprensivos como los vea el párroco los pone a trabajar para la Santa Inquisición», pensó entre tanto su cabalgadura se ocupaba de no arrollar a varias gallinas que acababan de escapar de una posada cercana que llenaba la calle de un intenso olor a escudella. Ya llegaba al río Ripoll, cuando a lo lejos vio unos jinetes parados en medio del puente que no apartaban sus miradas del río «¡estos deben ser!, no creo que cometan la locura de intentar saquear los molinos de ahí abajo», pensó. Este hecho le obligó a desmontar y a ocultarse con el caballo detrás de unas cañas que bordeaban el camino. Pasados unos minutos, al llegar un 14


anciano a la altura de los cuatreros, pudo averiguar Sayt lo que realmente se proponían a hacer cuando vio como caía el incauto por el puente y como se llevaban su montura, un asno blanco. Con el paso del río ya despejado, el sarraceno se acercó al lugar del fatídico suceso y pudo dar por hecho que desde aquel punto el anciano sólo podía haber caído al agua. Los bandoleros habían elegido bien el sitio donde sorprender a la víctima y dejar a la corriente del río que se encargara del resto. Sin perder más tiempo, siguió tras el rastro de los fugitivos. El inexpugnable castillo que fue de los Montcada ya lo había dejado atras y acababa de entrar en la Llagosta; cuando atisbó a lo lejos a los forajidos. Estos, una vez pasado este último término no dejaron la Vía Francisca pese a que a partir de ese punto se iban a encontrar con una serie de territorios que eran considerados legalmente como calles de la ciudad de Barcelona, por lo tanto el veguer de ésta ciudad se hacía cargo de velar por la seguridad del camino. Después de atravesar Mollet y Granollers, los encapuchados se desviaron hacía Cardedeu y 15


una vez llegaron a Vilamajor tomaron rumbo a las montañas del litoral. Sayt ya se hacía una idea de adonde iban. Para ir al castillo roquero de Burriac, la fortaleza que guardaba su señor, en muchas ocasiones había tenido que hacer un trayecto parecido para burlar a los bandidos que le seguían. Además, debido a las muchas guardias que había hecho en lo alto de la torre le había quedado una idea clara del entorno montañoso colindante al Bajo Maresme.

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3 En uno de los peores meses para navegar por el mar Mediterráneo, una coca iba a la deriva en medio de una fuerte tormenta. Al empezar a amainar apareció de la nada otra nave por proa en la que desde la coca se podía distinguir, entre otros tripulantes, un cura. Éste intentaba captar la atención, con gritos y aspavientos, del que parecía el capitán de la otra embarcación. De mala gana, el marino ordenó al timonel que hiciera lo posible para que el personaje de la túnica negra pudiera acceder a la coca. Tras culminar un aparatoso abordaje, el párroco y su pequeño séquito mostraron su agradecimiento al oficial y éste tras una leve genuflexión les preguntó:«¿A que se debe tan grata visita? ¿No será por la peste?, ¡sólo nos faltaría eso!». No, la peste la tenemos nosotros con tantos impuestos que tenemos que pagar, en trigo y racimos de uva, a los señores de los castillos. Mis feligreses; sobre todo mujeres, ancianos y niños, se están muriendo de hambre y si eso le pareciera poco, además tenemos que ver como 17


pasan por delante de nuestras narices infinidad de barcos llenos de trigo con destino exclusivo a la ciudad de Barcelona.  ¿Y que puedo hacer yo? Los sacos están contados aseguró el curtido navegante con la intención de frustrarle cualquier atisbo de esperanza. No es necesario que me lo diga, eso ya lo sé yo. Por eso he tenido la precaución de traer en el barco diez sacos llenos de arena. Usted sólo tiene que adulterar algunos sacos de su cargamento de trigo con nuestra arena y a mí a cambio entregarme diez sacos de trigo sin manipular. La arena es de la gruesa, nosotros la conocemos como «sauló». ¿Usted que quiere que me cuelguen como a un vulgar cuatrero? ¡Abandonen el barco inmediatamente! exclamó encolerizado. En ese preciso instante, el párroco blandiendo un enorme cuchillo que llevaba oculto entre sus hábitos se abalanzó sobre la yugular del sorprendido oficial causándole la muerte en un breve lapso de tiempo. Al unísono su comitiva llamó a rebato, a los que se ocultaban bajo la cubierta del navío pirata, emitiendo con los 18


labios repetidamente el sonido «so». Sin dar crédito a lo que veían, los veintiséis tripulantes de la coca que habían sobrevivido al temporal se vieron obligados hacer frente a una riada de furibundos parroquianos que les duplicaban en número. Tras una cruenta batalla, en la que los dos bandos sufrieron fuertes bajas, los hombres del cura se ocuparon de aniquilar a los pocos marineros que quedaban con vida. Ya llegaba la noche y, por fortuna, las torres de vigilancia costera más cercanas no daban señal alguna de alarma. Pese a haber perdido a varios de sus feligreses, al mosén no podían salirle mejor las cosas. Por lo visto, en la fértil isla de Cerdeña también escaseaba el grano porque en un barco que podía llevar más de cien toneladas de trigo, los asaltantes sólo se encontraron en la bodega con unas doce toneladas de este cereal junto a otras viandas. El curilla, al que así nombraban por su pequeño tamaño, hizo que sus secuaces anclaran la nave capturada a unos cien metros de la costa. Desde allí, una decena de barcas llegadas desde la playa iban retornando con su parte de carga. En la orilla el curilla se hacía cargo de que parte de sus hombres cargaran carros y bestias con sacos de sesenta kilos y de 19


que mujeres, niños y ancianos las condujeran hasta una cueva donde otros hombres se hacían cargo de apilar los sacos. Ya lucían todas las estrellas en el firmamento en el momento en que al mosén le pareció oír a su hijo renegar con una mula que no se dejaba cargar. ¿De dónde habéis salido tú y esa mula? espetó, ¡espero que no la hayas robado! ¡Mira quién habla! un honorable párroco que ha capturado un barco y ha matado a toda su tripulación contestó su hijo. ¡Hijo, ya te he dicho que en el Mar no valen las leyes de Dios ni la de los hombres! Amparado por la oscuridad de la noche, Sayt lo escuchó todo subido en la copa de un pino.

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4 Jueves, 27 de noviembre de año 1388 villa de Monzón, Aragón

Aquella mañana del año1388, el señor de la cuadra de Vallbona, Guillem de Argentona, el joven, se hallaba congregado en la iglesia de San Francisco de Monzón, con motivo de una sesión solemne de las Cortes Generales del rey Joan, llamado el Cazador. El monarca presidía la estancia de cara al altar mayor sentado en un trono ubicado cerca de la entrada. Bajo él había un graderío lleno de funcionarios reales. En el otro extremo, en la parte del altar mayor, se había colocado el infante Martín, bajo el cual también había funcionarios. En la segunda fila de bancos del costado izquierdo estaba Guillem ocupando el espacio que se le había asignado por ser ese año diputado del brazo militar de la Generalitat de Catalunya. En la fila de bancos de delante tenía a los eclesiásticos, y en la fila de bancos de detrás a los representantes de las ciudades. En el costado derecho se encontraban 21


mezclados los aragoneses con los valencianos, repartidos en cuatro filas de bancos, una más que en el costado formado por mallorquines y catalanes. La cuestión que venían tratando era sobre una nueva ordenación de la justicia que había propuesto el rey a la que la mayoría se oponía, sobre todo los nobles aragoneses, que eran enemigos acérrimos de la monarquía. Allí no se ponían de acuerdo, él de Vallbona ya aburrido iba matando el tiempo contando y recontando con la mirada los aristócratas presentes, hasta que vio claro que el número de catalanes coincidía con el de aragoneses y valencianos juntos. Seguían las discrepancias, y Guillem comenzó a contar los nobles de linaje que había en su fila. Menos de los que esperaba, la tercera parte de los allí sentados no eran auténticos nobles. Por lo tanto se dio cuenta de que uno de los muchos pleitos que tuvo su padre, no fue un caso aislado: él cuidaba el castillo de Burriac, uno de los que poseyó Berenguer de Sant Vicenç en el Bajo Maresme.Todo iba bien, hasta que a raíz de la epidemia de peste del año 1348 murieron el barón y su heredero. En el año 1352 el castillo 22


de Burriac, junto a otras propiedades, pasó a manos de Pere des Bosc un rico escribano del rey Pere III. Guillem de Argentona, el viejo, no tuvo ningún inconveniente en jurarle fidelidad al nuevo señor, pero se negó a rendir homenaje a un individuo que él consideraba inferior. El escribano a su favor alegó ante el rey que él como ciudadano de Barcelona no era inferior a un caballero. En el año 1358 Guillem relevó a su padre en la custodia del castillo de Burriac sin haberse todavía solucionado el contencioso. Y treinta años después, en Monzón tenía que ver a Miquel des Bosc, un hijo del escribano, ocupando un sitio en el banco de los nobles. Todos los allí presentes sabían que el conde de Armañac, el suegro del rey, tenía intención de invadir el Rosellón con tropas mercenarias francesas e inglesas que andaban desocupadas a causa de haberse llegado a una tregua en la «Guerra de los cien años», ante esta situación mallorquines y catalanes comenzaban a sentir cierta irritación; por una banda por la sensación que tenían de estar perdiendo un tiempo muy valioso cuando la frontera catalana estaba en peligro; y por otra banda por lo poco que les parecía importarles a los aragoneses este hecho. 23


El rey mal disimulaba el aburrimiento que le causaba el tema a debate, pero era el punto en el que se había quedado su padre, Pere III, años antes de morir. El Cazador ya habría dado por concluidas las cortes generales si los nobles ya le hubieran satisfecho sus demandas de dinero. El que necesitaba para sus fiestas palaciegas y para contratar mercenarios profesionales para sofocar una rebelión que había resurgido en la isla de Cerdeña, ya que sus tropas no merecían su confianza. Al salir de la sesión de cortes, Guillem se sorprendió al encontrar a su hermano Bernat esperándolo en la puerta. Si había venido desde Vallbona, algo había tenido que ocurrir. Estamos todos bien, no te preocupes. Sólo queremos hacerte una consulta antes de tomar decisiones. Acompáñame y me lo cuentas en la plaza donde suelo escuchar los pregones públicos. Cruzaron el río Sosa por el puente para llegar todo recto a la puerta Real de la ciudad.

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5 La iglesia de Santa María, en la que en casi todas las ocasiones anteriores se celebraron las Cortes Generales de la Corona, estaba en ruinas debido a que la estaban rehabilitando, por lo que no pudieron entrar a hablar dentro, como se proponían. Finalmente se sentaron los dos en un gran tocón de olmo que destacaba en medio de la plaza de la iglesia. El pintoresco lugar estaba abarrotado de conocidos de Barcelona, por lo que Bernat le explicó a su hermano con voz queda lo que le había ocurrido a Sayt. Habéis hecho bien no contándoselo a nadie dijo aliviado Guillem. La gente hubiera llamado a somatén al veguer de Barcelona y éste no habría podido evitar una matanza en Canet. ¿Y tú que piensas hacer? Negociar con el cura  afirmó Guillem. Primero le pediré que le diga a su hijo que me devuelva la mula con sus dos sacos y el burro blanco, una vez que haya accedido a ello le propondré que me entregue una tercera parte de

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la carga del barco, so pena de que el veguer se ha informado de quienes han escondido el trigo y en consecuencia torture hasta morir a todo el pueblo. ¿Y si antes él te mata allí mismo? No se atreverá porque le advertiré de que si mi esposa no me viera llegar, ella iría directamente a dar aviso del robo al veguer. Los tenemos en nuestras manos.  Pero si no te presentas ante la justicia con el asaltador de caminos, el trajinero no podrá ser enmendado por sus heridas con el par de onzas de oro que debería recibir del malhechor. Ni yo llevarme la tercera parte de esa suma por ser él un siervo mío. Pero por esa enmienda no pienso renunciar a la tercera parte de la carga de un barco mercante. Aunque eran hermanos, sus aspectos eran dispares; Guillem era de estatura media, con el cabello castaño, la piel blanca y los ojos azules. Vestía un capirote y calzas rojas, camisa blanca bajo un jubón azul ceñido por un ancho cinto y calzaba zapatos de cuero puntiagudos; y Bernat en cambio era bajo, moreno de cabello y piel, con los ojos verdes. Su ropaje era semejante al 26


de Guillem a excepción de que él lucía calzas blancas. Guillem acababa de cumplir cincuenta años y Bernat tenía cuarenta y dos años. Bernat, extrañado, le preguntó a Guillem a que se debía que se viera en la plaza algún que otro mudéjar y en cambio no se veía ni un sólo judío, siendo estos mucho más numerosos en dicha villa. A todo esto, Guillem le aclaró que todos ellos estaban recluidos tras los muros de la judería porque los cristianos querían darles muerte; debido a que corría el rumor de que ellos ridiculizaban la fe cristiana, y a que había sospechas de que envenenaban el agua de la acequia de Sosiles Altos, la que atravesaba toda la villa por debajo de la avenida principal, aprovechando que pasaba por la judería. Tampoco pasó desapercibida a los ojos de Bernat la imponente fortaleza que descollaba majestuosa desde lo alto de la peña fundacional de la villa. —El que hizo las calles de este pueblo debió ser un cristiano muy amante del vino —dijo Bernat al no entender como iban las calles. Pues no. Las hicieron los árabes, por eso la calle principal, la que llaman la Carrería, rodea la peña tomando la forma de media luna. 27


La mayoría del resto de calles se orientan como los radios de la rueda de un carro: van desde la Carrería hasta el pie de la peña. Por delante de los dos hermanos pasaban dos personajes que se voltearon al sentir hablar a Guillem. Señor Guillem de Argentona dijo un sacerdote dirigiéndose al de Vallbona con una ligera genuflexión, ¡al fin hemos logrado que Su Majestad el Rey convoque una sesión de cortes generales fuera del castillo! Es un gran placer Señor Presbítero dijo Guillem correspondiendo al saludo, sí es un alivio, hoy la sesión ha sido más distendida. No sé si conocen a mi hermano Bernat. Tras las presentaciones, Guillem le comentó a su hermano que aquellos dos personajes eran Diputados del General como él y que el cura se llamaba Arnau Descolomer y el ciudadano que le acompañaba era Jaume Nicolau. El pregón con el día de la nueva sesión despejó el lugar.

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Sábado, 29 de noviembre de año 1388, cuadra de Vallbona.

De buena mañana, Guillem pasaba por el pont de la Vaca sin dejar de asomarse a un lado y a otro para ver como habían dejado la bóveda sus hombres. Tras él iba su hijo Joan dándole patadas a las piedras. A la izquierda del puente, en la orilla de enfrente, vio a una de las siervas de rodillas haciendo la colada. Clara termina pronto de lavar que a estas horas pasa el cequier y es capaz de multarme por ensuciar las aguas. La niña, toda asustada, recogió a toda prisa la ropa e intentó salir del puesto con un barreño sobre la cabeza. ¡Te vas a matar ! Te he dicho que termines pronto dijo Guillem sonriéndole. Gracias señor enseguida termino. Tras pasar el puente, un camino paralelo a la acequia condujo sus pasos hasta donde ésta se curvaba hacía la izquierda para luego dirigirse con un curso recto de doscientos metros hasta 29


las inmediaciones del molino. Donde nacía la curva vio como Sayt junto a varios cuadrieros elevaban un tramo del muro con una sola hilera de tochos orientados de tal guisa que al colocar uno de canto su lado más ancho coincidía con el grosor original del muro. ¡Dejad eso y marchad a la cuadra! Hoy voy a permitir que montéis mis caballos dijo Guillem. Pero, se va a secar el mortero  protestó Nicolau. Me da igual, y por hablar vas a ir tú a todo galope al castillo de Burriac a dar el aviso de que a uno de la guarnición lo quiero ver junto a ti en la parroquia de Sant Iscle de Canet cuando el sol esté más alto. Algunos caballos relincharon nerviosos al ser amarrados a las desnudas acacias que lucían diseminadas en el patio de la masía fortificada. En lo alto de la torre un estandarte ondeaba al viento mostrando un dorado león rampante de afiladas uñas rojas. El mismo que hizo ondear en Mallorca el primer Argentona: el legendario Bernat de Riudemeia. Cuando llegó el doncel Joan, los ocho caballos disponibles ya estaban 30


ensillados por lo que optó por montar en una mula que vio libre. Al verlo su padre le pidió que bajará de la mula si no quería volver a pie desde Canet, ya que pensaba regresar con ella cargada. ¿Qué día me dejarás que te acompañe a una de tus correrías? suplicó Joan a su padre.  El día que tengas edad para ser caballero  contestó Guillem al tiempo que espoleaba su caballo y sus hombres le secundaban. Sayt mientras cabalgaba se percató de que al igual que él todos iban bien armados, aunque Guillem en ningún momento les explicó con que intenciones iban a Canet. En ese momento, al sarraceno le pareció que la razón de ser de aquellas armas respondían más al instinto de pillaje que al de defenderse. Al adentrarse la comitiva en los dominios del vizconde de Cabrera, vigilados por infinidad de castillos, optó por internarse a pie tirando de las monturas por unos pequeños vericuetos que se hundían en la espesura de los encinares que cubrían aquellas montañas. Los de Vallbona ya iban de bajada buscando

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la parroquia de Sant Iscle en el momento que llegó hasta sus oídos lo que parecía el fragor de una batalla. Guillem en un principio pensó que la cuadrilla del castillo de Burriac había sido descubierta, pero Sayt le convenció de que era imposible que hubieran llegado antes que ellos: Nicolau, seguro que ya ha avisado a los del castillo aseveró el sarraceno, pero tú sabes que estos no pueden abandonar sus puestos sin antes tomar las precauciones necesarias para que Miquel des Bosc no se entere de que dejan su fortaleza desguarnecida, aunque sólo sea un momento. Sí, eso les debería retrasar un poco dijo Guillem. Al no saber lo que ocurría, el noble prefirió parar la marcha y dejar a Sayt que bajara solo siguiendo el curso de un torrente que pasaba demasiado cerca de la parroquia. Asomado entre unos matorrales, el esclavo sarraceno, ya veía el campanario de la iglesia y escuchaba nítidamente lo que allí se hablaba: ¡Maldito viejo! Yo Pericó de Canet no voy a consentir que mi herencia la repartas entre los

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miserables de tu parroquia exclamó el hijo del cura mientras blandía su mangual. ¡Ni yo, el mosén Guillem de Canet, voy a consentir que un hijo del diablo haga morir de hambre a niños y mujeres! gritó fuera de si el curilla al tantear el aire con una lanza. El sarraceno, al comprender que allí holgaban las diplomacias, corrió a toda prisa a avisar a su amo y señor. Guillem, al verlo llegar de aquella manera, a punto estuvo de salir huyendo, pero al ver como levantó un brazo se tranquilizó. Todos fueron con sigilo a darle el encuentro y el esclavo con el poco resuello que le quedaba le relató a Guillem lo ocurrido. Embebidos en su pleito, los del pueblo no sospechaban que los estaban observando. Cuando Guillem pudo observar las dos facciones en litigio no dudó en dar por vencedor al bando encabezado por el jinete del mangual. Amo no se deje engañar por las apariencias observó SaytDe por supuesto que esa veintena de andrajosos capitaneados por el cura fueron los que asaltaron el barco mercante. Así irían los del barco dijo Guillem 33


debes tener en cuenta que aunque enfrente sólo tienen cuatro hombres a caballo, a estos no les faltan sus armas de guerra. Y los de a pie sólo disponen de horcas de madera y hoces. A Sayt le sorprendió que su amo viera aquello como una partida de ajedrez, porque hasta ese momento había abrigado la posibilidad de que Guillem defendiera al cura; pero ahora que lo pensaba bien, era posible que hubiera heredado la animadversión que su padre les profesó a los religiosos: dos veces fue sancionado por irse de las manos con un par de ellos. Con el rector de la parroquia de Sant Andreu del Palomar tuvo un contencioso por un beneficio del altar de la Virgen María. El monaguillo que tenía para que le cantará a la Virgen se iba a cantar a la capilla de Santa Engracia por no verlo. Con todo esto, lo que ahora veía raro Sayt es que el padre de Guillem no recibiera mayor castigo de la Santa inquisición que el de pagar un par de onzas de oro.

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7 Nicolau arreaba con su cansada montura por el empinado camino de ronda que conducía a la entrada del castillo roquero de Burriac, en el momento en que una saeta pasaba a menos de medio palmo de su cuello. El cuadriero quisó cubrirse, pero «estas malditas murallas están al revés» pensó al tener que girarse, mal y tarde, hacía la derecha para poder usar el escudo que llevaba en la mano izquierda. ¡Soy Nicolau, el pelirrojo de la cuadra de Vallbona! ¡Par de inútiles! gritó a pleno pulmón. Por la puerta de entrada apareció un soldado desarmado saliendo al paso del jinete. ¡Pasa!¡Pasa! y deja el caballo en la cuadra de la entrada le pidió Arnau y te explico lo que ha pasado. ejor después. Primero debéis recibir las ordenes que os traigo de Guillem. Nicolau ya había terminado de informar a la guarnición en el recinto inferior de la fortaleza, cuando apareció ante ellos un niño armado con una ballesta. 35


Nicolau, te presento a Brunet mi pupilo de tiro con ballesta Explicó Arnau. A cambio de mis clases me trae pan y huevos de la masía de sus padres.Ya sabes que la despensa de este castillo anda surtida con lo justo para si al varón le da por venir pueda hospedarse los diez días que Guillem, como carlán, debe dejar el castillo a su entera disposición. ¡No le habrás dicho tú que haga puntería conmigo! No. ¿Cómo se te ocurre pensar eso? La verdad es que como voy falto de sueño, se me ocurrió dar una cabezada mientras el vigilaba en mi puesto. En ese momento pasaste tú. Se puso nervioso y disparó. Pues nada, quedate aquí con tu campeón si quieres dijo mientras el niño le sonreía al notar como le acariciaba la cabezaOriol que venga conmigo. Antes que te marches apuró Brunet, ¿por qué tú escudo sólo tiene un león pintado y el de ellos también tienen árboles? —Muy fácil. Mi león es de los Argentona, parecido a los de sus parientes los Sant Vicenç, el que llevan ellos por haber sido de esa familia 36


el anterior varón de este castillo, y los árboles los tienen porque el nuevo varón es de la familia de los Desbosch. No tardéis mucho en volver dijo Arnau mirando hacia el monte del Infierno porque no tardará en pasar por aquí Miquel des Bosc. Me temo que sí respondió a lo lejos el de VallbonaEse monte es como un faro. Brunet extrañado le preguntó a Arnau que veían en aquel momento que no fuese a dos que acababan de ahorcar. Eres muy joven para entenderlo le aclaró Arnau Esos hombres que allí cuelgan no han sido ahorcados. No se han movido como el que muere en la horca. Son cadáveres que Miquel des Bosc ha mandado que los recojan de algún hospital para que los cuelguen ahí. ¿Y eso para qué? Para que cuando pase por las masías el recaudador de impuestos del varón nadie tenga la osadía de esconder parte de su cosecha por el temor de acabar colgados a la vista de todos. Tras un par de horas de cabalgada, ya subían por la riera de Arenys en busca de un camino 37


que definitivamente los condujera hasta donde los esperaba Guillem. No le digas al señor Guillem que Arnau deja entrar al castillo al hijo de un payés rico  le suplicó Oriol a Nicolau. No diré nada, ya sé del hambre que se pasa allí dentro, pero delante del niño no utilicéis para entrar y salir del castillo el pasadizo oculto de la torre del homenaje. Aunque ya sé que si entra por la puerta principal puede ser visto por los centinelas del castillo de Vilassar. No. Por ahí nos podrían entrar los payeses que andan revueltos y quemarnos vivos dijo Oriol. Ni siquiera le decimos que significado tienen las señales que nos ve hacer con los del castillo de Vilassar. Si las entendiera se daría cuenta de que nos chivamos de todo lo que va haciendo su padre y los demás campesinos. Esperemos que Arnau no le cuente al niño lo de los falsos ahorcados comentó Nicolau. No. Arnau es muy prudente dijo Oriol.

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8 En medio de un atrayente paisaje rodeado de montañas, donde eran abundantes los torrentes y valles, apareció ante los ojos de Nicolau la parroquia de Sant Iscle de Canet. De entre la multitud que allí se congregaba, le salió al paso Ramón, el Rubio. ¿Qué pasa? ¿A qué es debido tan tremendo alboroto?preguntó Nicolau. Pues nada, que el párroco y su hijo se han enzarzado en tan singular pelea que hasta una partera y el vizconde han llegado hasta aquí alarmados por el fragor de la contienda. Bernat, el vizconde de Cabrera, tras calmar los humos de su párroco, se dirigió a Guillem. ¿Qué casualidad? Hace un par de días nos hemos visto en las Cortes de Monzón y ahora te veo merodeando por mis tierras. Claro, Su Excelencia, y ahora deberíamos celebrar las Cortes de Canet propuso el de Vallbona para intentar resolver este entuerto.

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¡No es mala idea! Tú y yo formaríamos el brazo militar; el cura, el brazo eclesiástico; la partera y su hijo, el brazo ciudadano; y nuestros soldados se cuidarían de proteger el perímetro de la parroquia. Los cuatro elegidos por el vizconde Bernat, antes de entrar en la parroquia, se despojaron de sus armas al ver junto a la entrada un escudo en el que figuraba, sobre un fondo amarillo, una cabra negra que se mostraba amenazante gracias a un par de grandes y afilados cuernos, pero el fornido campeón, a sus treinta y seis años, todavía no necesitaba de aquella imagen para causar respeto. Ya a puerta cerrada, el mosén se acomodó en un trono del altar. A su derecha, la partera y su hijo se sentaron en el banco más cercano, y Bernat y Guillem hicieron lo mismo en la otra fila de bancos. ¿Ese hombre es su hijo? Le preguntó al cura el señor de Vallbona al ponerse de pie. Sí es hijo mío y de la mujer que está a su lado le respondió levantándose del trono y volviéndose asentar de nuevo.

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Pues su hijo es un asaltador de caminos que hace cuatro días hirió a un trajinero mío al robarle una mula con dos cuarteras de trigo a pocos metros de mi masía. ¡Mientes como un bellaco! exclamó Pericó abalanzándose como un animal salvaje sobre Guillem, lo que hizo que el vizconde le diera un empujón que casi lo mandó a su sitio. ¡Si vuelves a intentar algo así te mando ahorcar! ¡Pericó del diablo! le gritó el vizconde Bernat fuera de si. Y no sólo a mí, muchos mercaderes de la ciudad de Barcelona han dado quejas al veguer de que una banda de embozados capitaneados por un jinete armado con un mangual les asalta por los diferentes pueblos que atraviesa la vía Francisca. Además dicen que no hace ascos a nada, por eso suele dejar a los mercaderes tal como vinieron al mundo. Eso era muy normal en los tiempos de mi padre comentó el vizcondeporque así intentaba vengarse del rey Pedro III por haber mandado matar a mi abuelo; pero yo hice las paces con aquel monarca cuando me dio todas las tierras que le quitó a mi padre. Con su hijo 41


Joan también tengo buenas relaciones. Sólo faltaría que el Pericó este las enturbiase. Si el veguer de Barcelona se enterara de donde vive el cuatrero del mangual aseveró Guillem enviaría un somatén formado por miles de ciudadanos hasta Canet para apresar a este individuo y sus esbirros para ahorcarlos y colgar sus restos a lo largo de la vía Francisca. También estoy seguro de que los ciudadanos después de andar más de cincuenta kilómetros no iban a volver a Barcelona sin antes saquear sin piedad Canet y sus aledaños, por mucho que el veguer quisiera evitarlo. Eso no ocurrirá nunca porque te vamos a matar a ti y a tus cuadrieros exclamó Pericó cada vez más colérico, ¿verdad padre?, como hiciste con los del barco... Mosén Guillem de Canet ¿de que barco habla tu hijo? le preguntó el vizconde. Mi Excelencia, mi hijo está mal. Imagina cosas disparatadas intervino la partera. ¡Decidme la verdad ahora! O os la sacaré bajo tormento aseveró el vizconde Bernat visiblemente alterado. 42


Guillem le pidió al vizconde que dejara entrar a la iglesia a Sayt, un esclavo suyo convertido a la fe cristiana. Con este nuevo testigo intentaría romper el mutismo de aquellos infelices antes de que el vizconde Bernat mandara hacer alguna barbaridad con ellos. ¡Qué pase el sarraceno! le ordenó el vizconde a Guillem. Sayt al entrar en el sagrado lugar se persignó con fervor cristiano y se quedó de pie cara al altar. Entonces Guillem le conminó a que dijera todo lo que sabía sobre el padre y el hijo. Un cuatrero armado con un mangual asaltó en la cuadra de Vallbona a un trajinero, yo fui tras su pista hasta llegar, ya de noche, a la costa de Canet. Oculto en la oscuridad escuché como el bandido le recriminaba al que llamaba padre por haber capturado un barco y haber matado a toda la tripulación. Y todo esto lo hablaron sin parar de acarrear los sacos que otros traían en barcazas. ¡Malditos! Ya que habéis puesto en peligro mis buenas relaciones con el rey, espero que no os neguéis a decirme la cuantía del botín.

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Mi Excelencia espero que sepa disculparme le respondió el presbítero, ya viéndose más que acorralado. Yo ya no podía soportar más ver como mis feligreses se morían de hambre, y entonces Dios el misericordioso me mostró el único camino posible en esta tierra tan pobre. Comprendo la desesperación cristiana que le ha movido a dar semejante paso asintió Bernat, pero si no me informa de todo lo que ha sacado del barco no podré hacer justicia. Le confieso ante los cuatro evangelios que de la coca he sacado doscientas cuarteras de trigo, cien de cebada, tres mil sueldos y diez jamones, el resto está en el fondo del mar. ¡No esta mal! Pues nada, mil sueldos serán para Guillem para que no delate a Pericó, dos mil para mí para que no le delate a usted y todos los cereales para la iglesia. Así si le descubren, nosotros no sabemos nada. Menos Pericó, todos salieron contentos de la iglesia, pero el presbítero más que ninguno porque en el barco encontró cinco mil sueldos, no tres mil.

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9 Ya bien entrada la noche, el caballero Guillem y sus cuadrieros subían a lomo de caballo por el camino de ronda del castillo de Burriac. Tras ellos iba un par de mulas, una tal cual fue robada por Pericó: cargada con sus dos sacos de trigo. Arnau les pidió el santo y seña desde las almenas de la torre del homenaje. ¡Sant Pere des Boch! Gritó Guillem. Arnau al oír la última palabra ya supo que era de los suyos, porque los hombres de Miquel Des Bosc decían «Sant Pere del Bosque» y no «Sant Pere del cabrón», como los de Vallbona. La cansada comitiva dejó las bestias a cargo de Arnau, y subió a pie la rampa que conducía al altozano donde estaba la torre del homenaje y una capilla atrapada entre dos torres de planta cuadrada. Con el inicio del nuevo día, Arnau pudo percibir en el semblante de aquellos hombres los últimos rastros del bálsamo reparador que había derramado el sueño sobre ellos, era el mejor momento para hablar con Guillem. 45


Señor tengo que comunicarle que en uno de los feudos que tiene usted en Argentona puede ser que no consiga recaudar el censo anual le advirtió Arnau. Sancha, la viuda de Pere Ferrer, se marchó a vivir a Rubí con su nuevo esposo, Guillem de Samona, y dicen las malas lenguas que renuncia a la casa, la que deja como herencia su difunto marido, por no le da ningún beneficio. ¿Qué quieres decir que este año no cobraré doscientos sueldos por esa casa? le inquirió el caballero en tono amenazante. Creo que eso es lo que se propone, pero puede ser que me equivoque, y este año sí que pague. ¡No voy a permitir que esa perra me haga perder dinero!, exclamó mientras pateaba una pared. Ya algo más tranquilo, Guillem se impuso la tarea de revisar el almacén, mientras los demás se dedicaban a reparar pequeños desperfectos de la fortaleza. Al ver que escaseaba el trigo en la despensa mandó que la aprovisionaran con los dos sacos de la mula.

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En mitad de un suculento almuerzo a costa de uno de los jamones del cura de Canet, Guillem y sus cuadrieros tuvieron que marcharse porque unos nubarrones negros empezaban a cubrir el cielo. El par de mulas iban cargadas con cebada e higos secos que habían entregado los payeses como diezmo al castillo. Entre la sierra y el mar avanzaba Guillem por un camino que cruzaba muchas tierras sometidas a la tiranía de Miquel des Bosc. Algunos payeses se escondían al verlos pasar y otros en cambios se quedaban mirando con descaro la carga de las mulas. Si venís a capturar a dos esclavos que han huido de los campos, llegáis tarde dijo un payés al verlos pasar al trote. Aunque han muerto al ser arrastrados por caballos, por no ser cristianos, sus cuerpos son los que se ven colgados en el turó de l´Infern. ¡Ves Sayt!, por qué no quiero que vayas sólo por ahí  le advirtió Guillem. —Es que reparar el pont de la Vaca era algo muy necesario y yo no disponía de tiempo para pensar en las consecuencias de mis actos.

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¡Parece mentira que seas un esclavo! La mayoría de los de tu condición son borrachos, ladrones, jugadores, pendencieros, y propensos a la desobediencia y la fuga. Son así porque al hacerlos sus dueños padecer como bestias, ellos se ven necesitados de disfrutar en la misma medida: o sea como animales. Tú no eres así porque tu madre te hubiera matado le afirmó Guillem entre carcajadas. Pues sí, ¡menuda es la molinera! Ya caían los primeros copos de nieve sobre las cabezas de los ocho jinetes al asomar a lo lejos la redondeada colina que lucia solitaria en medio de la cuadra de Vallbona. Al llegar a la masía a Guillem de Argentona le extrañó ver como salían a recibirle Joan y Eulalia «algo debe haber pasado porque ya es tarde para ir a misa», pensó. No había todavía descabalgado cuando su esposa, sin bajar los brazos, le comunicó que las mujeres de los cuadrieros llevaban un buen rato afanadas en la búsqueda de Fátima sin ver ni rastro de ella. Sayt fue el primero en bajarse del caballo para iniciar la busqueda por su cuenta. 48


Si quiere señor, ya la busco yo solo le sugirió Sayt visiblemente afectado a Guillem. De acuerdo, pero date prisa porque falta poco para que anochezca. Para hacer la busca más minuciosa, Sayt se bajó del caballo y se enfiló torrente abajo con la precaución de no pisar sus orillas plagadas de deposiciones de los cuadrieros. Donde el pedregoso cauce empezaba a flanquear por la izquierda al otero, el sarraceno se encaminó por una vereda de éste que entre espinosas aliagas, jaras y retamas le condujo hasta su cima. Desde ese punto, Sayt descendió por la ladera opuesta hasta una cueva que fue levemente horadada en una pequeña cantera para obtener sauló. Desde allí bajó hasta el borde de la acequia y siguió en sentido contrario a su curso inspeccionando las tupidas zarzas que conformaban una barrera entre la ladera de aquella pequeña montaña y la obra hidráulica.Ya Veía topar las zarzas con un puente de la Vaca que no ocultaba nada bajo el, pero en cambio vio en lo alto de un desnudo olmo un pájaro negro «mal asunto», pensó. Sin perder más tiempo, registro la pica de riego que se hallaba a pocos metros aguas arriba del pont de la Vaca. A continuación, se asomó a una 49


cercana fosa séptica excavada entre la riera y la acequia para surtir de inmundicias a la fértil horta de la Ponderosa y a algunos curtidores de Barcelona. Como hasta aquel momento no había visto nada en ninguna de sus búsquedas, decidió ir a mirar donde seguramente ya habían mirado las cuadrieras. Empezó por ir al casal de los molinos en donde le salió al paso Bernat, el hermano de Guillem, seguido por el perro. Ya sé que lo estás pasando muy mal por la desaparición de tu madre comentó Bernat, pero no hace falta que busques en el molino, ya lo hemos revisado de arriba abajo: la balsa, los pozos y las demás partes menos peligrosas, y ni rastro de Fátima. Además, ya está cayendo la noche; por lo tanto será mejor que te quedes aquí a descansar y al amanecer ya reiniciarás la búsqueda.Yo me voy a la masía que aquí hay mucha humedad. No es mala idea señor Bernat.

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Lunes, 1de diciembre de año 1388, cuadra de Vallbona de la parroquia de Sant Andreu del Palomar.

10 Un tenue manto de nieve cubría el pont de la Vaca. En uno de sus muros un aterido jilguero levantó a duras penas el vuelo al pasar un jinete a todo galope. Al llegar a la masía fortificada de los Argentona, el guarda de la acequia ató con precipitación su caballo a una acacia y no tardó en aporrear con sus dos puños el portón de entrada al patio. Ramón, que lo había visto llegar desde la torre, le franqueó el paso con la premura que le permitió el entumecimiento que el frío de la larga guardia había causado en todo su cuerpo. ¿Qué te trae por aquí a la hora tercia? Quiero hablar con el señor de la cuadra. Ramón volvió a la torre y tras un breve lapso de tiempo apareció el señor de Vallbona por la puerta principal embutido en una saya marrón. 51


¡Espero que sea tan importante lo que me tienes que decir! exclamó Guillem con un marcado tono amenazante, como para tener que salir a recibirte un día de perros como éste. Me temo que sí. Acabo de ver, junto a la pica Borni, a su molinera ahogada. Oído aquello, el señor de Vallbona corrió sin mediar palabra a avisar a su mujer. Así mismo, Eulalia, sin perder tiempo, subió a la segunda planta para contárselo a su cuñado Bernat y a su esposa Blanca. El hermano de Guillem se encargó de alarmar a los cuadrieros que vivían en cabañas y en una bóbila cavada al pie de la boscosa sierra que rodeaba por detrás la masía. Estaba el sarraceno afanado en el repiqueteo de la muela voladera del molino de reserva en el momento que Bernat, junto al grueso de los cuadrieros y el acequiero, le comunicó que iban a sacar el cuerpo de su madre de la acequia. Sayt al no encontrar en las palabras de Bernat ningún atisbo de esperanza, no dudó en ir con ellos para ver si realmente aquel cuerpo era el de su madre. Siguiendo el curso de la acequia se fueron alejando por la izquierda de la vía Francisca hasta que a unos doscientos 52


metros del casal de los molinos un frondoso cañaveral les marcó el lugar que buscaban. Adelantándose a la comitiva, Sayt se internaba en la vorágine de cañas siguiendo una angosta vereda cuando ante él, en medio del agua aquietada entorno al muro de contención de la pica, apareció medio sumergido el cuerpo de su madre entre ovas y trozos de cañas. Sin pensar en nada se metió en el agua y con una fuerza sobrenatural alzó el cuerpo inerte hasta colocarlo sobre el muro. Los hombres que le venían a la zaga al ver aquello comprendieron lo mucho que había afectado al esclavo lo ocurrido. Los cuadrieros esperaron con un respetuoso silencio a que Sayt terminara de darle el último adiós a su madre para así poder empezar a acondicionarla para su traslado al Casal de los molinos. El guarda de la acequia observó con asombró que el señor de Vallbona también estaba visiblemente afectado. —No sufra —le dijo el acequiero—, sólo con los más de dos mil sueldos que usted gana al año como diputado de la Generalitat de Catalunya tiene dinero de sobra para comprar un par de hermosas esclavas búlgaras en edad 53


de merecer, y olvídese de esa vieja y mugrienta gorda. Guillem al oír aquello la arremetió a golpes con un sorprendido guarda que acabó cayendo al agua. ¡Esa vieja gorda y mugrienta que tú dices salvó la vida de mi hijo Gelabert, el carlán del castillo de Tamarit! le dijo Guillem a gritos al guarda que acababa de poner en remojo. El acequiero; con el pegajoso cieno hasta los tobillos, las heladas aguas hasta el pecho y las verdes ovas llenas de diminutas caracolas por bufanda; aún no tuvo bastante para callarse. ¡Maldito militar! Deberías saber que yo fui el que dio el avisó a la molinera de que la pica estaba abierta. ¿Y por qué no la cerraste tú? Porque mi trabajo es el de sancionar ese tipo de faltas y las agresiones como la de hoy. ¿Qué tipo de falta? Sabe usted muy bien que sólo puede regar los martes con la pica del pont de la Vaca y los viernes con la pica Borni. Y yo ví el sábado a la tercia hora esta pica abierta aseveró el 54


guarda de la acequia mientras tomaba pie en el muro tras ayudarse con el largo asa del tapón. Alguno de mis hombres, el viernes por la noche, se olvidó de cerrar la pica. El sábado no regó nadie porque nos fuimos todos de cabalgada a la hora prima. Sayt al oír aquello calló en la cuenta de que fue él el que se olvidó de cortar el riego. Los preparativos de la incursión a Canet hicieron que se despistara. Señor Guillem, yo fui el que se olvidó de cerrar el agua después de anegar el bancal de las cebollas. Por lo tanto, yo soy el que tiene que pagar la multa. Además le pido, por lo que usted quería a mi madre, que se digne en darme de azotes en el olmo de la plaza Sant Jaume. Guillem aceptó lo que le acababa de pedir su esclavo: no como justo castigo sino como una forma de aliviarlo de las dolorosas dentelladas que le estaba dando su propia conciencia. Guillem esperó a que varios de sus hombres cargaran una mula con el cuerpo de la molinera para cubrirlo con una manta blanca con la que iba provista la alforja del cuadrúpedo. En una mañana límpida y de sol radiante a aquellos que daban el último adiós a Fátima les 55


pareció sentir que el viento helado del Norte les estaba cortando la cara. Bajo el olivo del patio de la casa de los molinos yacía el cuerpo de la sarracena envuelto en un sudario blanco de lino a la espera de que Ramón y Nicolau terminaran de hacer la zanja. Ya había visto Sayt caer tres aceitunas negras sobre su madre en el ansiado momento que el sacerdote le dio permiso para que junto a Guillem diera cristiana sepultura a la molinera. En ese preciso instante, a Eulalia le vino a la mente el día en que, Gelabert, su hijo primogénito se debatía entre la vida y la muerte en la masía de Vallbona. En medio de una de las peores convulsiones de la debilitada criatura se presentó Guillem con una sarracena que portaba un niño de pocos meses en brazos. Se la había entregado un viajante valenciano a cambio de dos de sus mejores mulas. Eulalia de entrada la vio como una rival y como una bruja despiadada cuando le propuso curar a Gelabert metiéndolo en una palangana llena de nieve. Eulalia en su desesperación de madre y muy a su pesar dejó hacer a la sarracena. Con sólo la cabeza fuera de la nieve, el niño yacía como muerto y con los ojos en blanco. El fatal desenlace flotaba en el aire, cuando de repente 56


Gelabert empezó a llorar desconsoladamente para gran alivio de los allí presentes. Entonces, Fátima sacó al niño de la palangana y se lo entregó a su madre para que le diera de mamar, este hecho provocó que Guillem interviniera para decirle a la sarracena que ella había sido comprada con la idea de que le diera de mamar a Gelabert porque a su mujer se le había cortado el pecho. Al poco tiempo de aquellos críticos días, Gelabert ya empezó a gozar de una salud equiparable a la de Sayt, su vigoroso hermano de leche. Gracias a estos recuerdos, el sacerdote de la parroquia de Sant Andreu del Palomar acabó recibiendo de Eulalia un donativo de un sueldo para la candela de Santa María por el alma de Fátima, y los cuadrieros allí congregados pan y vino en abundancia. Finalmente, todos los asistentes dieron su más sentido pésame a Sayt. Guillem fue el último en dárselo: Ahora tu serás el molinero, así estarás más cerca de tu madre dijo para consolarloya me gustaría a mí que mis padres estuvieran más cerca, en vez de tener a mi madre en la Seo de 57


Barcelona y a mi padre en el priorato de Sant Pere de Clará de Argentona. Sayt asintió con la cabeza, pero no dijo nada: a él también le hubiera gustado que a su madre la hubieran enterrado en el camposanto de la parroquia de Sant Andreu del Palomar, y no en el patio de la casa de los molinos.

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Martes, 9 de diciembre de año 1388,

monasterio de Sant Pere de les Puel.les de la ciudad de Barcelona.

Las monjas se afanaban en el riego de sus campos y en la labor de los molinos; mientras el baile de las aguas, en sus dependencias del monasterio, informaba a los arrendatarios de los molinos y a los regantes del rec Comtal de las nuevas ordenanzas del gobierno municipal para combatir la fugas de esclavos. Ya sabéis que por causa de las abusivas exigencias salariales de los jornaleros libres hemos ido sustituyendo a estos por esclavos; pero esta solución nos ha acarreado nuevos problemas, como muy bien sabéis. Con una desfachatez intolerable algunos de nuestros esclavos consiguen comprar ventajosamente su libertad mediante amenazas a sus dueños, o con el dinero que le dan algunos personajes sin escrúpulos por los frutos robados que ofrecen a precios ventajosos, y sino, obtienen la libertad

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directamente al darse a la fuga a través de los campos. » Para evitar estos descalabros económicos ahora podréis tomar en alquiler esclavos. Con los que pagando un seguro de once sueldos al año por los hombres y la mitad por las mujeres, el asegurador correrá con todos los gastos que pudiera ocasionar la fuga del esclavo. Siempre y cuando denunciéis lo antes posible la huida. Mis cuadrieros no tienen queja por lo que les pago intervino Guillem y mi esclavo me está esperando en la puerta sin intención alguna de huir. Claro, usted es un caballero con muchos ingresos le repuso el baile provocando cierto revuelo entre los esforzados hombres allí congregadosDiputado de la Generalitat de Catalunya, carlán del castillo de Sant Vicenç, señor de varios feudos en Argentona y pleno propietario de la muy fecunda cuadra de Vallbona, la que en antiguos documentos figura con el merecido nombre de «campus bonus». Usted y sus vecinos los Sant Climent sólo tienen que pagar por sus tierras un pequeño impuesto al Consell de Cent, el resto de 60


usuarios de la acequia son arrendatarios que deben rendir sus cuentas al actual propietario de la acequia: el Consell de Cent de Barcelona. Sí, pero bien que multáis a los trajineros de Barcelona que no llevan su trigo a moler a los casales del portal Nou o del Clot. Por esa causa mi casal trabaja a un tercio de su rendimiento. No sé para qué mi padre se esforzó tanto para que el rey le dejara construir un par de molinos de los más modernos para que después no se les pueda extraer todo su provecho. Hasta el mismísimo arquitecto que estaba construyendo la iglesia de Santa María del Mar, el famoso Berenguer de Montagut, se vio forzado a hacer algunas correcciones en los molinos de mi padre debido a la incapacidad de los albañiles de la época para llevar a buen término la obra. » Además, al mencionar a los propietarios de tierras regadas por la acequia se ha olvidado del obispo de Barcelona; sus molinos del Mar producen unos cuantiosos beneficios que se me niegan a mí. Es de lo más normal que los barceloneses muelan su trigo en los casales más cercanos, y está claro que nosotros no vamos a multar a nadie por moler trigo en las instalaciones de Su 61


Excelencia el obispo dijo socarronamente el baile con la intención de buscar la complicidad del resto de los asistentes. Por supuesto, como yo tampoco hice nada para impedir que usted cruzara mis tierras para ir al castillo de Montcada para verse con la madrastra del rey soltó Guillem, y unas risas, a muy duras penas sofocadas, se dejaron oír en la estancia. Yo , Jaume Clapers, como sastre mayor de la que fue nuestra reina: ¡podía verla cuando me viniera en gana! Si Joan, el Cazador, se llegara a enterar de que burlaste varias veces el cautiverio de la envenenadora de su padre llenando la bolsa de Nicolau Saví, el guarda del castillo... ¡Eso es mentira! Yo conozco bien la vida de la reina Sibila de Fortià y sé que el rey Joan propagó esa calumnia del veneno para poder así apropiarse de todos los privilegios que le concedió a la reina su difunto esposo y padre del actual rey. Pero eso no justifica de ninguna manera el acto ruin de encerrar a una reina de por vida en 62


una fría e insalubre torre intervino uno de los asistentes en medio de una atmósfera en la que se respiraba una clara aversión al rey Joan , menos mal que gracias a la intervención del Papa de Aviñón, se libró de ser ejecutada en el mes de abril del año pasado y por la misma causa siete meses más tarde la sacaron de las mazmorras del castillo para dejarla vivir en su casa de Barcelona, eso sí, bajo vigilancia. Yo pienso lo mismo dijo el baile, pero aquí estamos para preocuparnos por los más de cincuenta molinos que mueve el rec Comtal y de las quinientas hectáreas de terreno que riega por su lado izquierdo en sus once kilómetros de recorrido desde la presa practicada al río Besós en la Pobla Nova de Montcada hasta ir a parar al mar, ya dentro de la ciudad de Barcelona. Muchos caballeros como yo, como muchos burgueses como usted aclaró Guillem estamos en deuda con Sibila por lo mucho que ha hecho por protegernos de los abusos de los condes, por lo que todos deberíamos estar muy agradecidos por el apoyo que le ofreciste en

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aquellos momentos tan difíciles para ella, pero eso no me impide sentir que no me das el mismo trato que a los demás. Para que veas que no es así te condono las dos multas que te ha puesto el acequiero por agresión y por cortar el agua, a cambio de que arregles con ramas de tus bosques un pequeño desperfecto de la presa le propuso el baile. Guillem al salir de la reunión no encontraba a Sayt, por lo que tras preguntarle a una monja lo encontró metido dentro de un repartidor de aguas intentando destaponar el compartimento por el que las monjas querían derivar el agua a otros cultivos.Tras conseguirlo, taponó el que estaba en servicio y subió hasta donde estaba esperándolo su dueño para ir hasta la catedral andando. Tras recorrer toda la calle Jussa de Sant Pere y bajar por la calle Jonqueres, poco les quedó por andar para entrar en la catedral. Al llegar a la tumba de la madre de Guillem, Sayt lo acompañó en sus rezos. Como se temía también visitaron el olmo de los castigos, pero Guillem le dijo que el suyo ya no iba a ser ese.

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12 De buena mañana, Sayt dejaba tras si la torre de Vallbona con un par de mulas cargadas de tablas. No tuvo que andar mucho para llegar al crucial paraje donde nacía la acequia gracias al pasar a su cauce una buena parte de las aguas del río Besós, al ser burladas por un grueso muro hecho con materiales diversos. «A los que han hecho esta presa Dios les ha inculcado el saber hacer de los castores», pensó el sarraceno conmovido por la rusticidad de la obra; «y al que ha trazado el recorrido de la acequia la misma sabiduría que al asno que indica a los obreros los senderos a cavar en las montañas», concluyó al darse cuenta que al ser construida la acequia a un nivel más alto que el río, sólo por la fuerza de la gravedad, se podían regar centenares de campos y mover muchos molinos situados en el espacio que separaba los cursos de agua.Tan sólo con una ligera revisión visual, pronto dio con la fuga que le habían mandado taponar. Por lo visto en aquel punto del muro se había ido arremolinando de tal manera la basura, entre la maraña de ramas, 65


que finalmente el agua logró abrirse paso por una de las juntas . Flanqueando el desperfecto, Sayt clavó en el suelo un par de troncos a ras del muro. Para culminar el trabajo entremetió a presión unas tablas. Aunque ya había logrado cortar la fuga, el sarraceno acabó en lo alto de la presa intentando hacer circular con una rama de chopo las brozas allí acumuladas. Lo que nunca hubiera imaginado aquel esclavo es que al remover aquellas inmundicias, ante sus ojos apareciera una mano; como así ocurrió. El veguer de Barcelona, junto a su séquito, se presentó al trote en la Pobla Nova de Montcada en cuya presa le esperaba el señor de la cuadra de Vallbona con su esclavo. La gente al verlos pasar ya se imaginaba que algo había sucedido, por lo que algunos de los lugareños siguieron a la comitiva, no sin cierto descaro: unos por detrás y otros por delante. Gracias a la gran abundancia de alisos, las autoridades pudieron amarrar sus cabalgaduras a pocos metros del azud. Guillem con solicitud indicó al veguer el lugar en donde se hallaba el cadáver, incluso antes de efectuar los saludos pertinentes. El magistrado, achacando aquello a los nervios, hizo la vista gorda y con la misma celeridad 66


mandó a su par de sayones y a su escudero a que sacaran a la víctima del agua. Tras estos el escribano y el fiscal para no perder detalle. Ya liberado el cuerpo, las dificultades para izarlo de una sola pieza obligó a los operarios a conducirlo por el agua hasta lograr introducirlo en la acequia, de donde pudieron sacarlo sin problemas. Una vez dejaron tendido el cadáver en el suelo, el escribano procedió a redactar su informe con todo tipo de detalles: «Cadáver de un noble anciano en muy avanzado estado de descomposición vestido con una jaqueta larga de color rojo con los botones blancos, y unas calzas azules». Creo que puedo ayudar a identificar este cadáver gracias a la jaqueta que lleva puesta manifestó Guillemel encordado que luce en los hombros es una curiosa labor que sólo se la he visto llevar a Bernat Ferrer, el carnicero de la villa de Sant Andreu, al que por cierto su pubilla creo que ya hace dos semanas que lo anda buscando. Sí, es verdad. Este tipo de cordaje no es muy común asintió el veguer ante todos los allí presentes. Habrá que hacer venir hasta 67


aquí a la hija mayor del carnicero desaparecido. Entre tanto, señores no nos vendrá mal un buen almuerzo en el mesón de Pere Riera uno de los más renombrados de esta villa. Uno de los sayones del veguer, precedido por Sayt, pasó a todo galope entre las dos torres que custodiaban la puerta Norte de la villa de Sant Andreu del Palomar. Al llegar por la calle mayor hasta la plaza de la iglesia, Sayt se bajó del caballo y le indicó al funcionario con un somero gesto donde debía entrar mientras tanto él se hacía cargo de vigilar las cabalgaduras. Algo desconcertado, el sayón entró en donde por los olores que emanaba el lugar le pareció reconocer el establecimiento de un carnicero. ¡Dios guarde a la pubilla de esta casa! Yo no tengo ninguna hija, ¡forastero! se oyó decir desde la trastienda. Poco tardó en asomar un gordinflón barbudo empapado en sudor luciendo un delantal con pegotes de harina. ¡Usted perdone! exclamó el funcionario al percatarse de que aquello distaba mucho de ser lo que buscaba, ¿Una carnicería por aquí cerca? 68


Sí, en el establecimiento que tiene al lado derecho de éste le indicó el panadero en un tono más conciliador al ver que era un sayón. Gracias, ¡ah! Por cierto, ¿me podría decir a que se debe el tufo a cabrón que impregna su panadería? le preguntó el funcionario. No es falta de higiene, señor se defendió el panadero es que el carnicero de al lado guarece su ganado en un patio interior que comparte conmigo. Antiguamente, el rector de la parroquia almacenaba todos los diezmos de Sant Andreu en dicho patio. Con la secreta intención de que no le hiciera más preguntas comprometedoras, el panadero obsequio al sayón con una gran hogaza de pan, y le acompañó amablemente hasta la puerta de la carnicería. Dentro del local, una mujer rubia de mediana edad vigilaba atentamente la labor de su carnicero y la de los dos matarifes.Vestía un pellote azul que dejaba al descubierto las mangas blancas del brial. ¿Es usted la hija mayor del señor Bernat Ferrer? preguntó el recién llegado. Sí señor, ¿en que puedo servirle? 69


El señor veguer de Barcelona solicita su inmediata presencia en Montcada con el objeto de identificar un cadáver. Bernarda, que ya se imaginaba que aquello estaba relacionado con lo de la desaparición de su padre, no puso ningún impedimento a lo que le proponía el sayón. ¡Armen deja eso y vente conmigo! le ordenó a uno de los matarifes, poco antes de abrigarse con un manto y de señalarle con la mirada al carnicero el puesto por cubrir. El sayón mientras esperaba fuera del local a que llegara Bernarda y su esclavo armenio con las monturas; pudo observar con gran asombro que el peso del campanario descansaba sobre el crucero de la iglesia, «algún día se hundirá todo y habrá una desgracia», pensó. Ya llevaban media hora cabalgando cuando sayt ya distinguió a lo lejos la silueta del sayón al que le había tocado custodiar en solitario a la víctima. Poco después pudo ver como a éste se sumaban los que volvían de almorzar. Ya todos reunidos en el lugar del macabro hallazgo, el veguer inicio el proceso de identificación del cadáver informando a Bernarda Ferrer de que no era estrictamente necesario que descubriera 70


el rostro a la víctima. La carnicera y su esclavo observaron con detenimiento los ropajes y la talla del personaje allí inerte. De improvisto, por toda respuesta, una dolida hija se abrazó a su esclavo para estallar en llanto. Cálmese señora le suplicó Guillem Como nos coge de camino, vengase conmigo a Vallbona, que de su difunto padre ya se encarga el señor veguer. Antes de aceptar la invitación del señor de Vallbona, la nueva dueña de la carnicería de Sant Andreu tuvo que pasar por un pequeño interrogatorio a manos del fiscal. Señorita Bernarda dígame detalladamente todo lo acontecido momentos antes de dar por desaparecido a su padre. Aquel día mi anciano padre me dijo que pensaba ir a Granollers a contratar ganado para matarlo en Navidad, a lo que yo le dije que ni se le pasara por la cabeza con la cantidad de bandidos que andaban sueltos. Sin hacer caso alguno a mis advertencias, como de costumbre, se montó en su burro blanco y partió hacia su muerteen ese momento Guillem y Sayt se

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miraron como si pasara la misma idea por las dos cabezas Ya se adentraban entre las desnudas viñas de la cuadra cuando la pubilla de Bernat Ferrer, al ver ante si los ahorcados que coronaban el turó de Finestrelles, comprendió por qué algunos lugareños decían que Guillem de Argentona era el señor del llano de los colgados. En los alrededores de la masía dos jinetes ejecutaban escaramuzas de combate ajenos a los recién llegados. ¡Bernat! Cuantas veces te he dicho que no adiestres a tu sobrino como si se fuera a medir en un torneo del Born profirió Guillem. Un caballero no debe luchar sin su caballo contestó su hermano sin dejar de marcar sus golpes. Cuando mi hijo tenga que servir al rey en el campo de batalla aseveró Guillem, le harán luchar de pie, mientras su escudero se hará cargo de la cabalgadura en retaguardia. Sólo le dejaran utilizar el caballo para huir o para perseguir al enemigo. ¿Y eso por qué? 72


Porque es difícil concentrarse bien en la batalla a la vez que se lleva un caballo. Pues si es así, Sayt estuvo en Cerdeña con los almogávares, que a partir de ahora le enseñe él a luchar al doncel de esta casa manifestó resignado Bernat de Argentona. Ya, Bernarda, frente al hogar de la sala regía del señor de vallbona, una criada le sirvió un buen tazón de caldo mientras Eulalia,sentada junto a ella, le encaracolaba cariñosamente con los dedos sus rubios cabellos para consolarla; entre tanto, bajo ellas, en la cuadra Guillem y Sayt hablaban en secreto: Lo del burro blanco no creo que haya sido casualidad apuntilló Guillem. Y el ropaje colorado y azul que recuerdo haberle visto al anciano que vi a lo lejos arrojar por un puente, tampoco creo que no sea de otra persona que la del carnicero de Sant Andreu aseguró el sarraceno. ¿Y cómo ha ido a parar al azud? Muy fácil. Las aguas del Ripoll arrastrarían al carnicero hasta el Besós y empujado por este río acabaría colándose en la presa. 73


Pues mejor que no digamos nada. Ten en cuenta el juramento que hicimos en la iglesia de Canet le advirtió Guillem. No tenga cuidado, por mí nadie va a saber que Bernat Ferrer murió a manos del bandido Pericó de Canet. La afligida carnicera, antes de abandonar la masía, le dejó caer a su anfitrión de que estaba dispuesta a recompensar con tres mil sueldos a quien le dijera quién había matado a su padre. Si me da tiempo, de por hecho que yo lo averiguaré le aseguró Guillem.

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13 Empezaba a cubrirse de flores blancas el olivo bajo el que yacía Fátima, cuando Sayt tuvo que salir al patio del molino alarmado por un persistente toque de cuerno y un lejano vocerío. Antes de ver como se acercaba, por la vía Francisca, la larga columna de hombres armados, llegó hasta él un intenso olor a cañas quemadas que le hizo fijarse en el espeso humo blanco que entraba a ratos en la cuadra de Vallbona . El veguer encabezaba la formación junto a un botavante que alzaba a los cuatro vientos una bandera que mostraba la imagen de Santa Eulalia, la muy venerada patrona de Barcelona. Tras ellos cabalgaban los capitanes de cada una de las parroquias pertenecientes al sagramental del Vallés. El sarraceno se dio cuenta de que algunos hombres abandonaban con disimulo la formación para vadear la acequia e internarse entre las matas de las habas. Pero aquello no le iba a quitar el sueño, los cuadrieros ya habían recogido las habas el día anterior. Lo que si le sorprendió fue ver a 75


un pastor armado con un chuzo ocultándose tras la balsa del molino. El sarraceno salió a su encuentro sacando chispas de su espada a base de sablear el muro que lo separaba del intruso. ¡Fuera de aquí! gritó Sayt acompasado por los ladridos del perro guardián. ¡Por el amor de Dios no me delates! No estoy dispuesto a defender los intereses de los burgueses precisamente ahora que tengo varias ovejas a punto de parir. Sayt, intrigado, le hizo caso y lo dejó pasar dentro del molino. ¿Qué intereses son esos? ¡Pues cuales van a ser! Los de limpiar los caminos reales de saqueadores para poder ellos transportar sus mercancías sin que los atraquen. ¿Y a dónde va tanta gente?  A Sant Celoni para apresar a un tal Pericó de Canet y a sus secuaces. Tienen para varios días, con un poco de suerte. ¿Y quién ha hecho la denuncia al veguer? La carnicera de Sant Andreu del Palomar. En ese justo momento, el sarraceno sospechó de su amo:«seguramente ha roto su silencio por dinero, como siempre», pensó. 76


El pastor se mantuvo escondido en la casa del molino hasta que pasó de largo la bandera de la última parroquia, y aprovechó para volver a su choza del coll de Finestrelles a seguir cuidando su ganado. Algo más tarde, el molinero recibió la visita de Bernat que iba acompañado de su sobrino y de los cuadrieros Ramón y Nicolau. Joan entregó su caballo a Sayt. Un capitán del sacramental de Sant Andreu ha reclamado nuestra incorporación al «Vía Fora». Joan se hará cargo de vigilar el molino le comentó Bernat de Argentona a Sayt. Los cuatros jinetes no tardaron en dar alcance a la hueste, ya que la mayoría de los hombres avanzaban a pie. Les salió al paso un capitán del último sacramental incorporado al somatén, el de la parroquia de Sant Andreu. ¿A qué vendrá éste? se preguntó en voz alta Bernat, si ya le he pagado una talla de cinco sueldos por cada uno de nosotros para los gastos de la correría. El oficial sin mediar palabra se acercó a Sayt y se puso a contarle las saetas que portaba en el carcaj.

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¡Con ocho flechas no se puede ir a ninguna parte! exclamó el capitán, la carcajada a de ser por lo menos de diez, ¡vaya ballestero! Yo tengo quince intervino Ramón, le puedo dar tres. Sin volver a decir nada, el recién llegado les volvió grupas y se posicionó de nuevo junto al pendón de cabeza. Ya me quería multar el muy ladino dijo aliviado Saytsuerte que Ramón ha estado presto a ayudarme. Menos mal que mi hermano Guillem está en Monzón sino este engreído iba a pagar caras sus arrogancias. Se cree que está tratando con vulgares campesinos. Lo peor que tiene esta gente comentó Ramónes que sólo protegen a los payeses libres cuando las tropelías son de la nobleza. Cuando los abusos provienen de un ciudadano de Barcelona poseedor de tierras, como Miquel des Bosc, no defienden a los campesinos, más bien defienden los intereses del ciudadano. —Todo esto es una lucha por el territorio, entre el municipio de Barcelona y los grandes señores de los castillos intervino Nicolau. 78


Al pasar la comitiva por la Pobla Nova de Montcada se agregó a la cola el sacramental de Santa Engràcia. En uno de sus miembros, Sayt reconoció a un campesino de la sierra del Pollo al que había sorprendido en más de una ocasión vadeando el río Besós para robar hortalizas en la huerta de la cuadra de Vallbona. El esclavo sabía que esas gentes vivían miserablemente en desvencijadas chozas diseminadas entre los valles de la pobla Vella de Montcada. También estaba al corriente de que en su mayoría eran campesinos huidos de feudos señoriales. Por lo cual tomó la decisión de no delatarlo.  ¿Cómo consiguen los de las chozas dinero para pagar la talla? se preguntó en voz alta Nicolau al ver a aquellos andrajosos hombres. Su parroquia se las cobrará quedándose con parte de lo que obtengan en el saqueo le contestó Bernat. Ya repicaban las campanas de Granollers al unirse su sacramental al somatén, cuando un escucha recién llegado de las inmediaciones del macizo del Montseny informaba al veguer de Barcelona de que el bandolero Pericó de Canet y sus adeptos estaban ocultos en Sant Esteve de 79


Palautordera. Apenas la bandera de Santa Eulalia penetró en la región, los somatenes empezaron a peinar cada palmo de terreno siguiendo el río Tordera aguas arriba. Se les veía salir de casas ardiendo cargados de carne salada, barriles de vino y de todo tipo de bienes. Otros, más movidos por el rencor, talaban frutales y destrozaban todo lo que pillaban. El veguer y los capitanes de las parroquias ya ni intentaban poner orden, sabían que era imposible. Los lugareños movidos por el terror ya le habían dicho en que castillo se había hecho fuerte el bandolero, pero eso era lo que menos le importaba en ese preciso instante a su turba enloquecida por el odio y la codicia. Finalmente, ascendieron por una alta colina hasta la muralla del castillo de Montclús y tras apretado cerco rindieron a los bandidos.

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Lunes, 1 de junio de año 1389 villa de Monzón, Aragón

En sesión solemne, el joven monarca pidió la intervención de un caballero, un famoso adalid valenciano, para que informara a todos de los últimos movimientos del conde de Armañac: Muy excelente Señor. Según las unidades almogávares que he conseguido infiltrar en las lineas enemigas: en el mes de noviembre de este mismo año dieciocho mil mercenarios de Armañac ya estarán cruzando los pirineos. El objetivo prioritario de estos contingentes será la toma de la ciudad de Girona. El obispado de Girona ya lo tengo bajo la protección del mariscal Guerau de Queralt, pero aún así designo capitán general de la zona al vizconde Felip Dalmau de Rocabertí dictó el rey y si esto no fuera suficiente, también nombraré capitán general de la veguería de Girona al vizconde Bernat de cabrera. Antes de seguir dando cargos militares, el rey prefirió renovar los tres diputados del General

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de Cataluña y crear otros tres para administrar los fondos para la defensa de Cataluña contra las tropas del conde de Armañac. A Guillem de Argentona no le sentó nada bien el ser renovado por Jaume March, el señor de Eramprunyà, un valenciano que había llegado a noble gracias a que su padre fue un consejero del Ceremonioso, al que este rey lo elevó a caballero en plena vejez, y lo peor de todo: su sucesor era un caballero poeta. Ya creía que no tenía futuro con aquel monarca amigo de la alta nobleza, cuando Joan I puso a su cargo el buen acondicionamiento de todas las fortificaciones de la veguería del Bages. En ese instante sintió una gran alegría y pensó que Sayt le sería de gran ayuda en la reparación de fosos y paños de murallas. Al terminar la solemne sesión algunos nobles se dispersaron por los huertos del convento para estirar las piernas, charlar distendidamente y picar algo antes de marchar a sus posadas. De imprevisto, ante la mirada de todos, un cuervo enorme se posó sobre la cruz de un centenario olivo para picotear los restos de comida que allí se hallaban. En precipitada respuesta, todos los gorriones del lugar se colocaron sobre un 82


almendro cercano y empezaron a chillarle al negro pajaraco al unísono y con gran alboroto. ¡No!, ¡otro somatén, no! Ya hemos tenido bastante con Pericó de Canet gritó alguien provocando numerosas risas entre la abundante legación barcelonesa allí presente. Oído esto, Bernat, el vizconde de Cabrera se dirigió hacía el cuervo empuñando una piedra, y cuando lo tuvo a pocos metros le propinó una pedrada en la cabeza que le despojó de la vida al instante. Así habría solucionado yo lo de Pericó de Canet aclaró el vizconde de Cabrera, si las convocatorias a Cortes Generales no me hubieran mantenido alejado de Barcelona todo el mes de mayo. »Se habría evitado que parte de mis tierras y de los hospitalarios de Sant Joan de Jerusalén hayan sido arrasadas sin piedad por unos hijos de Satanás encabezados por una bandera con la imagen de Santa Eulalia algunos clerigos, y ciudadanos se sintieron aludidos, pero nadie se atrevió a contrariar al futuro capitán general Todavía visiblemente alterado se dirigió con paso decidido hacía el corrillo donde mantenía 83


Guillem una animada charla. El de Vallbona al verlo venir tan lanzado ya se imaginó que iba en busca suya, y por lo tanto optó por salirle al paso para evitar que su posible conversación con el vizconde fuera oída. ¡Dime que tú no has delatado a Pericó! Que no te voy a creer. o he sido yo dijo Guillem faltando a la verdad al verse acorralado, esto debe ser obra de Sayt. Pues el día que pisemos Barcelona me tendrás que dar su cabeza sentenció Bernat antes de abandonar el lugar sin esperar a que Guillem le respondiera. En ese momento vio claro que para salvar la vida del sarraceno tenía que hacerlo huir de Cataluña lo más pronto posible, pero él sabía que para un esclavo era muy difícil viajar sin correr el riesgo de ser detenido.

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15 Entre dorados trigales y verdes viñas cinco almogávares a caballo entraban por el Norte en la cuadra de Vallbona. Una pierna de Pericó de Canet colgada entre dos olmos de ambos lados de la carretera les dio la bienvenida. Ramón, al verlos descabalgar cerca del patio, se dejó ver por uno de los ventanucos de la torre. ¿Qué os trae por aquí? Traemos una carta urgente del caballero Guillem de Argentona para su esposa Eulalia le contestó el almocadén del grupo. Sin tardanza y sin tomar precaución alguna, Eulalia, ayudada a deambular por Bernat, se prestó a brindar paso al almocadén. Al final, el sello de cera lo rompió su cuñado:« Querida esposa, el vizconde de Cabrera me ha pedido la cabeza de Sayt. He pedido ayuda a un adalid del rey, y éste no ha visto inconveniente en que Sayt viaje confundido entre sus almogávares en el regreso de estos a Orihuela. Entrégale a Sayt una bolsa de cincuenta sueldos y la yegua más vieja. Al almocadén le entregas cien sueldos. 85


Al día siguiente comunícale al veguer que Sayt se ha dado a la fuga. ¡Hazlo bien!, el rey tiene previsto otorgar al vizconde el cargo de capitán general de la veguería de Girona. No quiero tener un enemigo tan poderoso, aunque a mí el rey piensa concederme la capitanía de Manresa. No me informes de nada por carta, en Monzón las abren por temor a los espías del conde de Armañac. Hasta julio no regreso a Vallbona. Dios te guarde». Bernat, al ser el único que sabía leer, le pidió al almocadén que le explicara a Eulalia a qué habían venido, mientras él iba ganando tiempo. Sayt se encontraba en plena molienda cuando Bernat entró en el molino con una camisa en una mano y una bolsa de dinero en la otra. ¡Corre! Ponte esta camisa, coge esta bolsa y ve a la cuadra a por la yegua vieja. Te espero en el patio de la masía dicho esto se marchó dejando a Sayt sumido en un mar de dudas. Al llegar el sarraceno a la masía no tuvo que ir a la cuadra, ya lo estaba eperando Bernat en el patio con la yegua. Todos ya al corriente de las instrucciones quedaba Guillem en la carta, no pudieron contener las lágrimas al ver a Sayt 86


vestido como un almogávar: con una camisa blanca hasta las rodillas y un puñal al cinto. Tienes que volver a la tierra que un día te vio nacer libre manifestó Eulalia unida a su esclavo en un efusivo abrazo, aquí corres peligro.¡Qué Dios te proteja! Emocionado, por las muestras de cariño de todos los presentes, subió a su montura con la esperanza de que por el camino el almogávar que veía recibir una bolsa le aclarara algo más las cosas. Más bien pronto que tarde, el improvisado almogávar se percató de que sus compañeros de viaje sabían menos que él sobre los motivos de su huida. Multitud de curiosos y de tropas los veían pasar sin sospechar nada. Entonces, al esclavo le vino a la cabeza la duda de que habría sido de él si hubiera viajado solo «ya estaría preso», se contestó. Para mitigar esos temores intentó rememorar algunos relatos con los que su madre le sorprendía en su infancia: «Nosotros vivíamos en Benihayzaram, tu padre era un próspero campesino al que los cristianos respetaban por ser muy generoso y trabajador». Pronto, el cansancio le hizo desistir de su gran 87


esfuerzo por recordar su pasado primigenio. La noche les caía encima y una frondosa higuera les marcó el fin de la jornada.Tras rendirles duras cuentas a las brevas maduras que allí se hallaban, se liaron en unas mantas que pronto los sumió en un profundo sueño. Al amanecer, el esclavo fue sorprendido con otro relato de su madre rescatado del olvido:« Tuvimos que huir al monte Miravete, los bandidos nos siguieron y mataron a tu padre». Después de casi dos semanas de cabalgada siguiendo la linea de costa hacía el sur llegaron a la ciudad fronteriza de Orihuela. Ya estás en tierra segura le indicó el almocadén a Sayt, no creo que el veguer de Barcelona venga aquí a buscarte. Benihaizaram, ¿Está muy lejos de aquí? No, a media jornada, pero ¿de qué conoces ese pueblo? Es donde vivía con mi madre antes de que nos vendieran como esclavos. Puede que algún lugareño se acuerde de mi madre y me ayudé a buscar un lugar donde vivir. —No creo, las pocas familias mudéjares que hasta hace poco sobrevivían en Beniaján han 88


terminado refugiándose en Granada. Aún así, me gustaría ver la casa de campo donde nací.  ¿Qué edad tenías cuando te vendieron?  según mi madre, seis meses. Siendo así no tienes nada que recordar. ¿Seguro que no tienes otros motivos?dijo el almocadén sin disimular cierta complicidad, para arriesgarte a entrar en tierras de Castilla deberías tener razones más poderosas. Como la de llegar a tierras árabes. No es mala idea, pero eso después de ver mi pueblo natal. Siguiendo las indicaciones del jefe almogávar, Sayt se unió a los arrieros que con sus recuas de mulas hacían el camino de Orihuela a Murcia sin ninguna traba administrativa. En la ciudad de Murcia encontró una discreta taberna donde reponerse del viaje y almorzar tranquilo. Sin perder más tiempo se incorporó al mismo camino y en menos de una hora ya entraba en Beniaján. Sin disimular su recelo un cristiano del lugar le indicó donde encontraría el camino del monte Miravete. El sarraceno en su ascenso pasó por una cantera que reconoció 89


como una que le había mentado su madre en uno de sus relatos. No se desvió de la senda hasta que vio a su izquierda una cueva. En la misma entrada se puso a escarbar con su puñal hasta que a un par de palmos de profundidad apareció un cofre. En ese instante sintió como si algo se le viniera encima, introdujo medio cuerpo en la cueva y vio como el almocadén se despeñaba al fallar en su intento de abordarlo. El sarraceno descendió con el cofre en su poder hasta donde yacía moribundo el almogávar. ¿Cómo sabías que iba a venir aquí? Yo acabé con tu padre por no decirme donde había escondido el dinero, y supuse que tu madre te lo acabaría diciendo... Por mi padre ya se ha hecho justicia dijo mientras le sustraía al difunto una bolsa de cien sueldos y con este dinero recupero parte de la suma que recibiste por vendernos.

Fin

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Glosario de personajes principales Sayt. Esclavo sarraceno. Fue capturado, junto a su madre, por almogávares valencianos cuando sólo tenía seis meses. Fátima. Mujer mudéjar. Madre de Sayt. Guillem de Argentona, padre. Caballero. Mandó construir los molinos de Vallbona tras haberle concedido permiso el rey Alfonso, el benigno. Guillem de Argentona, hijo. Caballero. Heredó de su padre la cuadra de Vallbona y el privilegio de Carlán del castillo de Burriac. Compró a Sayt y Fátima en un mercado de esclavos. Bernat de Argentona. Hermano de Guillem. Gelabert de argentona. Hijo de Guillem. Era carlán del castillo de Tamarit. Fue amamantado junto a Sayt por fátima. Joan de Argentona.Hijo menor de Guillem. Eulalia de Argentona. Primera esposa de Guillem de Argentona. Nicolau. El Pelirrojo, Cuadriero de Vallbona. Ramón. El Rubio, Cuad. Arnau. Cuad. Oriol. Cuad. 91


Trajinero del molino. Bernat Ferrer. Carnicero de Sant Andreu del palomar.

Bernarda Ferrer. Hija heredera del carnicero. Armen. Esclavo de Bernarda. El veguer. Velaba por el orden público. El vizconde Bernat de Cabrera.Noble que poseía extensos territorios en Girona. El mosén Guillem de Canet. Padre de Pericó de Canet. Pericó de Canet. Hijo del Mosén de Canet. La partera. La madre de Pericó de Canet. El rey Pere III, el ceremonioso. Padre de Joan I. Apoyo a los caballeros y a los burgueses. El rey Joan I , el cazador. Hijo de pere III. Favoreció a la alta nobleza y a los artistas. El infante Martín. Hermano de Joan I. Miquel des Bosc. Hijo heredero de Pere des Bosc. Pere des Bosc. Escribano de Pedro III. Compró el castillo de Burriac y sus territorios. Conde de Armañac. Exsuegro y enemigo de Joan I, el Cazador. Sibila de Fortía. Madrastra de Joan I. Jaume March.Caballero y poeta. Futuro tío de Ausias March. Relevó a Guillem de Argentona en su cargo de diputado del General por el brazo militar. 92





Glosario de términos Acequia Condal.Canal de riego que elevaba de nivel las aguas del río Besós para mover molinos y poder regar por gravedad gran parte del llano oriental de Barcelona. Fue construida en el siglo X a partir de las ruinas de un acueducto romano. Adalid. Jefe de almogávares bajo el mando del rey. Almocadén.Caudillo bajo el mando del adalid. Almogávar. Mercenarios que vivían del saqueo. Alto maresme. Mitad norte desde Caldetas. Azud de Montcada. Barrera que elevaba el nivel del agua del río Besós para verterla al rec Comtal. Bajo Maresme. Mitad sur desde Caldetas. Beniaján. Localidad del municipio de Murcia. Bóbila. Lugar arcilloso donde se hacen ladrillos. Brial. Túnica interior de mujer. Cabalgada. Correría a caballo de una jornada. Calzas. Eran como unos calcetines que en las ingles se sujetaban a los calzones. Capilla de Santa Engracia. Iglesia de la Pobla Vella de Montcada que fue abandonada para ser construida de nuevo en la Pobla Nova de Montcada. Carlán. Caballero que cuidaba un castillo. Castillo de Burriac o Sant Vicenç. Guillem de Argentona fue su carlán hasta el año 1390. 96


Castillo de Eramprunya. Bastión del Señorío de Jaume March en Gavà (Barcelona). Castillo de Montcada. En la época era del rey Joan I , el cazador. Allí encerró a su madrastra. Castillo de Tamarit. En la época el carlán del castillo era Gelabert de Argentona, hijo de Guillem. Catalunya. Uno de los cuatro reinos de Aragón. Conquista de Cerdeña. Joan I mantuvo el dominio de la isla sofocando revueltas. Coca. Barco panzudo de carga. Consell de Cent. Gobierno del municipio de la ciudad de Barcelona. Corona de Aragón. Estaba constituida por cuatro reinos: Aragón, Principat de Catalunya, Valencia y Mallorca. Cortes Generales. Cortes que convocaban a los brazos de los cuatro reinos de Aragón. Cortes de Monzón. Joan I las celebró en esta villa entre los años 1388-1389. Cuadra de Vallbona.Territorio medieval que corresponde a la actual Torre Baró de Barcelona. esta cuadra fue explotada durante casi todo el siglo XIV por una familia de la baja nobleza: Los Argentona. Cuadrieros. Pobladores de las cuadras. trabajaban y defendían las cuadras a las ordenes de un caballero que explotaba los terrenos. Cuartera. Medida de volumen. Una cuartera de trigo pesaba 60 kilos. 97


Diputados del General.Administraban el dinero que las ciudades, nobles y eclesiásticos debían dar al rey. Doncel. Hijo menor de edad de un caballero. Escudella. Cocido catalán. Guerra de los cien años. Guerra entre Francia e Inglaterra que afectó a Cataluña. Hueste. Correría de varias jornadas. Jaqueta.Especie de chaqueta medieval con botones. Jubón. Prenda semi interior de la que solo se veían las mangas. Mangual. Esfera con pinchos fijada a un mango mediante una cadena. Masía fortificada. Masía con una torre adosada. Masrampinyo. Nombre que alude a la rapiña que reinaba en la Montcada medieval. Monte Miravete. Monte de 425 metros de altura de la sierra que separa la huerta de Murcia de la depresión del Mar Menor. Mudéjar. Musulmanes que vivían «pacíficamente» en zonas cristianas. Orihuela. Ciudad del sur de la corona de Aragón. Fronteriza con las tierras castellanas de Murcia. Ova. Un tipo de Alga de río.

Parroquia de Sant Andreu del Palomar. Parroquia a la que pertenecía la cuadra de Vallbona.

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Pellote. Túnica sin mangas que se vestía siempre sobre la saya, nunca sobre la camisa. Pica de riego. Punto de las acequias desde el que se derivaba agua a los campos. Pobla Nova de Montcada.Núcleo de viviendas de Montcada ribereñas con la Vía Francisca. Pobla Vella de Montcada. Núcleo de Montcada que en parte se extendía por la sierra de Marina. Pont de la Vaca. Puente medieval del rec Comtal a su paso por la actual Horta de la Ponderosa de la ciudad de Barcelona. Pubilla. Hija mayor. La heredera. Rec comtal. Acequia medieval que discurría desde un azud de Montcada hasta el mar (ya en la ciudad de Barcelona). En sus 11 kilómetros de recorrido movía 50 molinos a la vez y regaba gran parte de la zona oriental del llano de Barcelona. Río Besós.Río de Barcelona de 17 Km. de longitud. Río Ripoll. Río que desemboca en el río Besós en el término de Montcada. Rendir homenaje. Ritual de sometimiento a un noble o rey. Sacramental. Juramento de los parroquianos de una parroquia sobre los evangelios para combatir la delincuencia. Sauló. Arena procedente de la descomposición natural del granito. 99


Somatén. Petición de ayuda a los vecinos para ir tras los delincuentes. Sarraceno. Musulmán. Trajinero. El que transporta mercancías con una bestia de carga. Turó del infern. Monte del Maresme que todavía conserva en una roca el hueco en donde se insertó una horca. Veguer. Magistrado que representaba al rey en las ciudades. Veguería. Demarcación administrativa territorial en la que ejercía su autoridad un veguer. Vía Francisca. Carretera que unía Barcelona con el Vallés. Vía fora. Voz de llamada a somatén.

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Índice Prólogo 1. Sayt regresa del tercio......................9 2. El cuatrero del mangual.................. 13 3. El cura pirata...................................17 4. Las Cortes de Monzón.................... 21 5. La villa de Monzón......................... 25 6. La correría.......................................29 7. El castillo de Burriac....................... 35 8. Las Cortes de Canet.........................39 9. Guillem visita el castillo...................45 10. El caso de la pica Borni..................51 11. Reunión de regantes.......................59 12. El caso del azud de la acequia........65 13. El somatén.....................................75 14. El cuervo de Monzón.....................81 15. La cueva del monte Miravete..........85 Glosario de personajes principales........91 Glosario de términos............................96

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