La actualidad de lo bello.

LA ACTUALIDAD DE LO BELLO

0202 LIRBA

HANS-GEORG GADAMER

Created by Jeniffer Alarcón

BIOGRAFÍA Hans-Georg Gadamer nació en Marburgo (Alemania) el 11 de febrero de 1900. Concluye el bachillerato humanístico en el Heilig-Geist-Gymnasium de su ciudad, en 1918 se matriculó en la facultad de letras de la Universidad de Breslavia en filología germánica.

En 1919 le ofrecieron a su padre un nombramiento como profesor estable de química en la universidad de Marburgo. Hans-Georg continuará sus estudios de Germanistik y filosofía guiado por el filósofo neokantiano Paul Natorp y por Nicolai Hartmann, representante del realismo crítico. En el verano de 1921 en Múnich (Baviera), conocerá a Moritz Geiger, Alexander Pfänder y Dietrich von Hildebrand, miembros del “Círculo fenomenológico de Múnich”.

Allí también conoció a Karl Löwith. El 17 de mayo de 1922 defendió la tesis doctoral en filosofía, que tenía como título Das Wesen der Lust nach den platonischen Dialogen (La esencia del placer en los diálogos platónicos). En el verano de 1922 Hans-Georg cae víctima de una epidemia de poliomielitis, que lo mantendrá en cuarentena por varios meses.

La enfermedad le dejó como secuela visible una leve cojera, que le acompañó toda la vida. El aislamiento forzado durante ese periodo le permitió leer con calma las Investigaciones lógicas de Edmund Husserl y un manuscrito que Martin Heidegger, que el asistente de Husserl en Friburgo, había enviado a Paul Natorp para que se valorase su posible nombramiento como profesor estable en Marburgo. La fuerte impresión que le causó la lectura del ensayo de Heidegger le llevó a transladarse a la Universidad de Friburgo, para continuar allí su formación filosófica bajo la guía de Heidegger. Permaneció activo hasta el final de su vida, dedicando varias horas al día al trabajo intelectual, sin perder la curiosidad y el interés por los acontecimientos políticos y culturales que estaban sacudiendo la historia en el cambio de siglo. Prácticamente hasta su muerte, que acaecerá en Heidelberg el 13 de marzo de 2002.

Fernández Labastida, F. (2019). Philosophica: Enciclopedia filosófica on line. Obtenido de Philosophica: Enciclopedia filosófica on line: http://www.philosophica.info/voces/gadamer/Gadamer.html

Ciertamente la tentativa de Hans Georg Gadamer es arriesgada: nada menos que trazar un puente ontológico entre la tradición artística («el gran arte del pasado») y el arte moderno. Para ello el filósofo de Marburgo pone en marcha una instrumentación clásica, aunque lo suficientemente flexible como para tratar de responder, con la ayuda de cierta antropología

contemporánea,

a

los

principales

interrogantes

suscitados

por

la

modernidad. De manera no disimulada, junto al conflicto entre lo antiguo y lo moderno, en la obra de Gadamer late la vieja querella entre arte (o más bien poesía) y filosofía.

(Gadamer, 1991, pág. 6)

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LA JUSTIFICACIÓN DEL ARTE. Para justificar el arte nos hemos dado cuenta que el concepto que hoy en día tenemos, no es la misma que se tenia en la antigüedad. El arte empieza a cambiar de concepto con el la entrada del cristianismo a las culturas pero con la Reforma protestante puso especialmente un nuevo género de arte en el centro de su atención, la nueva situación del arte que vivimos en nuestro siglo tiene que ser considerada como la ruptura con una tradición unificada cuya última gran oleada la representó el siglo XIX.

El «carácter de pasado del arte»

En el mundo griego

Es una expresión de Hegel en la que éste formuló esa exigencia de la filosofía que pretende hacer de nuestro conocimiento mismo de la verdad un objeto de nuestro conocimiento, saber nuestro saber mismo de lo verdadero. La pretensión de la filosofía hegeliana fuese justamente elevar al concepto, también y sobre todo, la verdad del mensaje cristiano.

En el mundo de los griegos Dios y lo divino se revelaban expresa y propiamente en la forma de su misma expresión artística, en cambio con el Cristianismo la más profunda intelección de la trascendencia de Dios, ya no era posible una expresión adecuada de su propia verdad en el lenguaje de las formas artísticas y en el lenguaje figurativo del discurso poético

"EL ARTISTA ENCONTRÓ CONFIRMADA EN SU PROPIO DESTINO BOHEMIO LA VIEJA REPUTACIÓN DE VAGABUNDOS DE LOS ANTIGUOS JUGLARES" La tesis del carácter de pasado

La conciencia mesiánica del

del arte.

artista del siglo XIX.

Con el fin de la Antigüedad, el arte tiene que aparecer como necesitado de justificación, esta se ha llevaron a cabo en el curso de los siglos, la Iglesia cristiana y la fusión humanista con la tradición antigua de ese modo tan magnífico que llamamos arte cristiano de Occidente..

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Se siente como una especie de «nuevo redentor» proclama a la humanidad: trae un nuevo mensaje de reconciliación, y paga con su marginación social el precio de esta proclama, siendo un artista ya sólo para el arte.

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- LA ACTUALIDAD DE LO BELLO El Renacimiento la perspectiva central, considerada una de las grandes maravillas del progreso humano en el arte y la ciencia, se convirtió en obligatoria para la pintura. El cuadro podía leerse claramente como una escritura de signos, una escritura de signos figurativos que a la vez nos instruía intelectualmente y elevaba nuestro espíritu.

Ruptura del cubismo

La destrucción cubista de la forma, en la que se ejercitaron, al menos durante un tiempo, casi todo los grandes artistas alrededor de 1910 dan la eliminación de toda referencia a un objeto para formar la figura

La Poesia hermética. a poesía de nuestro tiempo ha llegado hasta el límite de lo comprensible significativamente y, quizá, las mayores realizaciones de los más grandes artistas de la palabra están marcadas por un trágico enmudecer en lo indecible.4

la arquitectura moderna en qué liberación —¿o tentación?

— se ha convertido el poder oponerse, con la ayuda de los nuevos materiales, a las leyes tradicionales de la estática y construir algo que ya no se parece en nada a las construcciones de piedra sobre piedra, representando más bien una creación totalmente nuev

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La conciencia histórica es una especie de instrumentación de la espiritualidad de nuestros sentidos que determina de antemano nuestra visión y nuestra experiencia del arte reflexionemos sobre toda la gran tradición de nuestra propia historia; más aún, reflexionamos del mismo modo sobre las tradiciones y las formas artísticas de otros mundos y culturas que no han determinado la historia occidental pudiendo hacerlas nuestras en su alteridad.

Ahora pasaremos al concepto de la estética que surge en el siglo XVIII en el Racionalismo por Alexander Baumgarten el «ars pulchri cogitandi», el arte de pensar bellamente. Aquí habla de una cognitio sensitiva, de un «conocimiento sensible» Algo sólo es conocimiento cuando ha dejado atrás su dependencia de lo subjetivo y de lo sensible, y comprende la razón, lo universal y la ley de las cosas. También que es sólo lo particular de una experiencia sensible que solemos referir a un universal hay algo que a la vista de la belleza, nos detiene y nos fuerza a

Hace menos de 200 años que el arte tiene el sentido ilustre y excluyente con que actualmente la asociamos. Para los griegos el arte se engloba dentro del concepto genérico de lo que Aristóteles llamaba ποιητικὴ ἐπιστήμη es decir, el saber y la capacidad del producir algo. Por un lado tenemos a Platón que nos dice que el saber y la capacidad de la producción están subordinados al uso y dependen del saber de aquel que vaya a usar la obra. Ya que la poesía es parte del arte hemos encontrado que para Aristóteles «La poesía es más filosófica que la historia» la historia tan sólo narra lo que ha ya ha pasado, la poesía cuenta lo que puede suceder. Vemos lo universal en el hacer y el padecer humanos. Siendo lo universal tarea de la filosofía, el arte es más filosófico que la ciencia histórica.

demorarnos en eso que se manifiesta individualmente.

Con el concepto de lo bello podemos entender porque el arte es una manifestación visible de aquello. Bello es no poder preguntarse por qué gusta. Lo bello se cumple en una suerte de autodeterminación y transpira el gozo de representarse a sí mismo. Hasta aquí en lo que se refiere a la palabra. el arte «es» para los griegos, el cosmos, el orden del cielo. Lo bello para algunos es lo que más brilla, lo que nos atrae a la visibilidad del ideal y eso es lo que percibimos como bello en la naturaleza y en el arte, y lo que nos fuerza a afirmar que «eso es lo verdadero».

El primero en defender la autonomía de lo estético respecto de

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Baumgarten definió una vez la estética como Si yo encuentro bello algo, entonces quiero decir que es bello. Y esto no sucede mediante la capacidad para aducir buenas razones, o incluso pruebas concluyentes del propio gusto. Es esta belleza «sin significado» la que nos previene de reducir lo bello del arte a conceptos.En la experiencia estética, el gusto representa el momento nivelador. se caracteriza también como sentido común, con razón. «Belleza libre» de conceptos y de significado.

Eso es el arte: crear algo ejemplar sin producirlo meramente por reglas.

los fines prácticos y el concepto teórico fue Kant Lo hizo con la célebre fórmula de la «satisfacción desinteresada» que es el goce de lo bello. Satisfacción desinteresada quiere decir aquí: no tener ningún interés práctico en lo que se manifiesta o en lo «representado». Desinteresado significa aquí tan sólo lo que caracteriza al comportamiento estético, por lo cual nadie haría con sentido la pregunta por el para qué, por la utilidad.

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EL ELEMENTO LÚDICO DEL ARTE.

Empezaremos con el concepto de Juego. Es un movimiento de vaivén que se repite continuamente, que no está vinculado a fin alguno, esta racionalidad libre de fines que es propia del juego humano es un rasgo característico del fenómeno que aún nos seguirá ayudando. La libertad de movimientos ha de tener la forma de un automovimiento, siendo este el carácter fundamental de lo viviente en general. Lo que está vivo lleva en sí mismo el impulso de movimiento, es automovimiento. Como por ejemplo las olas del mar que tienen ese ir y venir aquel vaivén repetitivo, en particular en el fenómeno de la repetición como tal, nos estamos refiriendo a la identidad, la mismidad o aquella totalidad del ser que perdura en el tiempo.

El juego es un hacer comunicativo, en el sentido de que no conoce propiamente la distancia entre el que juega y el que mira el juego, siendo todos parte del juego. Un impulso fundamental del arte moderno es el deseo de anular la distancia entre la audiencia o el público y la obra. El cojugador, o audiencia como lo habíamos dicho antes, también forma parte del juego, entonces todos somos esos co-jugadores del juego, del arte. Y empezamos ese juego con el leer, pero aquí leer una obra de arte es ejecutar permanentemente el movimiento hermenéutico que gobierna la expectativa de sentido del todo y que se cumple desde el individuo en la realización de sentido del todo.

EL SIMBOLISMO EN EL ARTE. El símbolo es una palabra técnica de la lengua griega y significa tablilla de recuerdo, pues en la antigua Grecia se daba el pedazo de una tablilla para cuando quiera regresar alguna persona después de varios años esta pueda ser reconocida. En la actualidad la experiencia de lo simbólico quiere decir que este particular se representa como un fragmento del Ser que promete complementar en todo íntegro al que se corresponda con él; también quiere decir que existe el otro fragmento que complementará en un todo nuestro propio fragmento vital.

Por eso cambia aquí el sentido de mimesis ya que el arte es siempre mimesis, pero que lleva algo a su representación, la esencia de lo simbólico consista precisamente en que no está referido a un fin con un significado que haya de alcanzarse intelectualmente, sino que detenta en sí su significado, exigiéndonos un trabajo propio de construcción. La obra de arte no es una alegoría, no dice algo para que así se piense en otra cosa, sino que sólo y precisamente en ella misma puede encontrarse lo que ella tenga que decir.

En un encuentro con el arte se experimenta la totalidad del mundo experimentable y de la posición ontológica del hombre en el mundo, su finitud frente a la trascendencia.

Esta idea descansa sobre un insoluble juego de contrarios, de mostración y ocultación. El aura de una obra de arte es la destrucción pues buscamos y logramos hallar aquello que nos complementa, pero aun en la actualidad esa destrucción de la obra tiene algo de sacrilegio ya que en la antigüedad la obra de arte era una mimesis de algo dado por los dioses, no había porque buscar alguna razón en ella. Pero lo simbólico no sólo remite al significado, sino que lo hace estar presente o representa el significado.

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EL ARTE COMO FIESTA.

ELa fiesta es comunidad ya que es para todos. La fiesta y la celebración se definen claramente porque en ellas no hay aislamiento, sino que todo está congregado, con costumbres fijas y ordenadas que pueden varias según la época. La solemnidad de la fiesta es el silencio, pues en este silencio es donde llegamos a contemplar lo que la obra de arte en ese vaivén nos quiere representar. El que una fiesta se celebre nos dice también que la celebración es una actividad. Celebramos al congregarnos por algo y esto se hace especialmente claro en el caso de la experiencia artística, la intención que une a todos y les impide desintegrarse en diálogos sueltos o dispersarse en vivencias individuales. La celebración no consiste en que haya que ir para después llegar. Al celebrar una fiesta, la fiesta está siempre y en todo momento ahí. Y en esto consiste precisamente el carácter temporal de una fiesta: se la «celebra», y no se distingue en la duración de una serie de momentos sucesivos.

Para entender mejor a lo que nos referimos con el tiempo esto se divide en dos experiencias: la primera es la experiencia práctica del tiempo es la del «tiempo para algo»; es decir, el tiempo de que se dispone, que se divide, el tiempo que se tiene o no se tiene, o que se cree no tener, un tiempo vacío, algo que hay que tener para llenarlo con algo, siendo esta experiencia la habitual para nosotros.

La segunda experiencia del tiempo del todo diferente, y que me parece ser profundamente afín tanto a la fiesta como al arte. Todo el mundo sabe que cuando hay fiesta en ese momento están llenos de ella. Ello no sucede porque alguien tuviera que llenar un tiempo vacío, sino a la inversa al llenar el tiempo de la fiesta, el tiempo se ha vuelto festivo, y con ello está inmediatamente conectado el carácter de celebración de la fiesta. Esto es la celebración.

En ella, por así decirlo, se paraliza el carácter calculador con el que normalmente dispone uno de su tiempo. Y llegamos a conocer este tiempo con el tiempo propio, por nuestra propia experiencia vital, la fiesta que por su propia cualidad de tal ofrece tiempo, lo detiene, nos invita a demorarnos.

Una obra de arte es semejante a un organismo vivo una unidad estructurada en sí misma, pero eso quiere decir que también tiene su tiempo propio. Significa que la obra de arte no está determinada por la duración calculable de su extensión en el tiempo, sino por su propia estructura temporal. La esencia de la experiencia temporal del arte consiste en aprender a demorarse a silenciar nuestro tiempo y dejarnos absorber por su tiempo el cual nos dejara descubrir lo que representa. Y tal vez sea ésta la correspondencia adecuada a nuestra finitud para lo que se llama eternidad.

Podemos concluir que al entender como el arte era visto desde la antigüedad con los pensadores de la época ha cambiado en la actualidad dándole una importancia más grande a la obra de arte ya no solo como una copia de algo, sino como el representar algo, tiene un simbolismo, pero mas que eso nos hace participes de ella para lograr alcanzar aquello que ella es en el silencio celebrando su esencia y tratar de hallar aquella parte que falta en nosotros que esta nos complementa, aquel juego de leer la obra de arte.

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BIBLIOGRAFÍA

Fernández Labastida, F. (2019). Philosophica: Enciclopedia filosófica on line.

Obtenido

de

Philosophica:

Enciclopedia

filosófica

on

line:

http://www.philosophica.info/voces/gadamer/Gadamer.html

Gadamer, H.-G. (1991). La actualidad de lo bello. (A. Gómez, Trad.) Barcelona: Paidós Ibérica.

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