Mariano Aliod (vía Lata 82)

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REVISTA CULTURAL E INFORMATIVA DE ALMUDEVAR

Recordando a Mariano Aliod Puértolas

Durante el verano del año 2003, como en otras oca­ siones cuando llegaba a Almudévar, la señora María, esposa del señor Mariano Aliod, me llamó por teléfono para que le "echara un vistazo" a su casa (encima del Casino). Después de comprobar si funcionaban los gri­ fos, si había alguna teja rota o alguna baldosa movida , la señora María aprovechaba el momento para prepa­ rar un café con leche, que nos tomábamos muy a gusto y que daba lugar a entablar una grata conversación en la que me preguntaba por toda mi familia con mucho interés. La señora María, una mujer simpática , tratable y muy amable con todo el mundo, me decía que me apreciaba mucho, y no lo dudo, ya que su marido te­ nía mucha amistad con mi padre por ser, ambos, anti­ guos socios del "Gran Casino" donde compartían sus buenas tertulias por las noches mientras tomaban sus cafés y sus copas de coñac, costumbre que practica­ ron durante muchos años. Personalmente, también yo tenía bastante relación con el Sr. Mariano, "Basiliope­ riz" (tal como lo nombrábamos), con su esposa y, so­ bre todo, con sus dos hijas , porque éstas, Cel ia y Loli, e.p.d., frecuentaban la casa de la calle Mayor, donde vi­ vían D. Jesús Bona, nuestro buen maestro, su esposa Doña Emilia y sus hijos Ma Carmen y Miguel Angel , con el que me unía y me une todavía (aunque nos vemos poco), una sincera amistad. El día del que hablo en estas líneas, la señora María quiso obsequiarme con algún recuerdo de su esposo , concretamente con varias cajas de negativos de fotos, impresos en cristales, tal como se hacían antes de que aparecieran cámaras más modernas con negativos de celuloide; le mostré mi gratitud y le dije que los guarda­ ra hasta que Celia le diera su conformidad; a los pocos días me llamó y me dijo que a su hija le había parecido muy bien y que fuera a recoger los cristales de fotos de los que ya me había hablado. Por mi parte, quise que los citados negativos fueran para el Grupo Cultural Almena , asociación que presido, y que deposité en la fototeca de la Diputación Provin­ cial, donde los técnicos han hecho un buen trabajo de limpieza y digitalización de más de 250 fotos en blanco y negro. Aproximadamente 40 de estas fotos, están

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ampliadas, enmarcadas y guardadas en el local de la Asociación . Tengo que reconocer que no conocía esta fa­ ceta del señor Mariano y de lo que me alegro, porque así disponemos de fotografías que son IP---Il....' verdaderos documentos de la primera mitad del siglo pasado. Las personas de AI­ mudévar que ya "peina­ mos canas" recordamos al señor Mariano con mu­ cho afecto; se caracteri­ zaba por su inteligencia, su generosidad, su altruismo y su entrega para con el prójimo , al que no dudaba en ayudar siempre que tenía ocasión . Sus muchas activi­ dades dejaron huella en aquella época: Taller mecáni­ co, transportes, tejería, yesera , etc.. De él se cuentan muchas anécdotas, pero sólo contaré dos de ellas, para no ocupar mucho espacio en nuestra revista de Agos­ to: Un buen día estando en su taller, recibió la visita de un señor de Alemania al que se le había estropeado el coche, por cierto de mucha categoría; el señor Mariano, diligente, como siempre, vio que tenía partida una pie­ za, y, como es natural, si se pedía una original, tardaría diez días, aproximadamente , en llegar, y ese era mucho tiempo para estar esperando; ante este inconveniente, tomó en sus manos una madera de boj, fabricó la pieza y como no podía ser de otra manera, el coche , ante el asombro del cliente, funcionó de maravilla. A los pocos días de este suceso, el cartero dejó un gran sobre a la señora María; dentro había un precioso diploma de reconocimiento (lástima que cuando me lo enseñó no le hiciéramos una foto) y una carta agradeciéndole su buen trabajo En otra ocasión , un grupo de amigos salieron de Pa­ rís en coches y motos hasta Zaragoza, y debido a va­ rias averías pararon en Almudévar y le dijeron que las piezas que necesitaban estarían en Canfranc casi con toda seguridad; ni corto ni perezoso llevó hasta allí a sus imprevistos clientes yen el taller pudo solucionarles los problemas; como no disponían de dinero, el señor Mariano les dijo que ya se lo mandarían. En Navidad recibió el dinero, las gracias más efusi­ vas y unas elegantes tarjetas de felicitación . Con motivo del envío del C.D. de fotos , hemos ha­ blado varias veces con Celia por teléfono y me comen­ taba que sus hijos y los de su hermana, han heredado la inteligencia e intuición del abuelo: Los hijos de Celia: Daniel, al que de niño le gustaba


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