Revista Cuenca Nazarena 2021

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Saludas Institucionales

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2021 15

Entrevistas

18 Al Cartelista: Enrique Martínez Gil por Berta López

Opinión

30 ¿Cómo vivir esta próxima Semana Santa? por Joaquín Ruiz Requena

32 El dolor de María por Gregorio Martínez de las Heras

38 Santos Sáiz. Un a vida al servicio de la Iglesia de Cuenca por José Miguel Carretero Escribano, Javier Caruda de Juanas y Antonio Pérez Valero

52 La luz en la Catedral de Cuenca por Miguel Romero Sáiz

62 La Semana Santa de Cuenca en Huesca por la Comisión Ejecutiva de la JdC

66 Semblanzas de Cuenca por Gloria Ruiz Picazo

68 Será Semana Santa en Cuenca para siempre por Juan Ignacio Cantero de Julián

70 Una Semana Santa… diferente por Gonzalo Marín

Visiones de la Semana Santa

26 Alex Simón, Javier Chaler y Henar de la Sierra

116 En memoria de Gregorio Martínez de las Heras por José Manuel Alarcón

118 In Memoriam. Manuel Ruiz de Lara por Javier Millas Romero

122 Donde habita la memoria por Juan Carlos Muñoz del Olmo

126 Volverán por Javier Millas

128 2020. Crónica de un Viernes Santo diferente por la Javier Viñuelas Torres

132 Otro año complicado por Pablo Moya Fuero

134 Ilusión por Javier Benayas Alarcón

138 Ayuda humanitaria. Ahora, más que nunca por la Junta de Diputación de la Vble. Hdad. de la Santa Cena

Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías de Cuenca

Coordinación

Antonio Abarca Contreras

Diseño y Maquetación

Documentación La Red Creativa

Edita

Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca

Julio Palencia Fotografía de Portada

72 Un fallido ejercicio de amor por Jesús Millán de las Heras

76 ¡El héroe muerto! por José Miguel Carretero Escribano

92 Tiempo de resurrección por Félix Herráiz García

96 Los sellos de la Semana Santa de Cuenca de 1966 por Enrique Valero Moscardó y Rafael Pérez Caballero

104 Volveremos por Javier Poyatos Alarcón

A las Juntas de Diputación de las Vbles. Hdades. de Semana Santa y a los autores de los artículos y las fotografías

Imprime

Agradecimientos Eurográficas S.L.L Depósito Legal: CU-510/2008

108 Las chicas de la Banda de la Junta de Cofradías

110 2020. La Semana Santa que recordaremos para siempre por Berta López

140 Tablets contra la soledad por Juan Alberto Caballero García

142 Solidaridad ante la adversidad por la Junta de Diputación de la Vble. Hdad. de El Prendimiento

146 Domingo de Ramos 2020 por Pedro José Ruiz Soria

150 Mensaje a los hermanos y hermanas de la Borriquilla por Antonio Abarca Contreras

Hablan las Hermandades Investigación

152 La Semana Santa de Cuenca en 1926 por Enrique Valero Moscardó

Saluda del Obispo de Cuenca

José María Yanguas

Como otros años, desde Cuenca Nazarena me pedís una colaboración que concedo con mucho gusto, más todavía por las bien conocidas circunstancias en las que nos encontramos, y que nos ha obligado a suspender nuestras procesiones de Semana Santa, con las actividades que habitualmente las preparan y las rodean. Por segundo año consecutivo la pandemia nos fuerza a quedarnos en casa y desertar, bien a pesar nuestro, de una cita que tanto representa para Cuenca en general y, de manera particular, para todo el mundo nazareno. De nuevo nos vemos privados de experiencias y sensaciones, que se repiten puntuales cuando apunta ya la primavera en nuestros campos y se siente en el alargarse de los días, en la luz que se hace más diáfana, en la dulce sensación de una como cósmica alegría que nos envuelve en ese tiempo.

También este año nos vemos privados de ese momento de expectación que precede a la escucha del Pregón que anuncia la cercanía de los días santos o el momento en que se da a conocer el Cartel ganador del concurso, en el que muestra un aspecto del misterio de la Semana Santa vivida por los conquenses.

La obligada y repetida suspensión de los desfiles procesionales podría, quizás, descorazonar a más de un nazareno, joven todavía o ya todo un veterano, al verse privado -¡de nuevo!- de unos momentos de tanto significado en su vida.

No podemos, no debemos, ceder esta victoria al covid-19 tras las que ya ha logrado traducidas en personas fallecidas o contagiadas, que han sufrido sus consecuencias. Al recordarlas con afecto y rezar piadosamente por ellas una vez más, nos decimos que el mensaje de la Semana Santa, que ve el triunfo final del Resucitado, debe reavivar la esperanza y la ilusión de todos, Sí, porque la espera a la que nos vemos forzados antes de volver a celebrar “como siempre” nuestra Semana Santa, tendrá su fin, y podremos de nuevo sacar de los arcones nuestros hábitos de semana Santa, y vestir otra vez las imágenes de devoción; y de nuevo prepararemos las andas y los banzos con esmero, y olerán a incienso y a cera nuestras calles, y volverán las músicas procesionales, y sonreiremos con el batir de las palmas de los niños en el Domingo de Ramos, y caminaremos, silenciosos, acompañando a la Madre en su dolor, y levantemos con orgullo sobre los hombros doloridos las imágenes de Cristo, confesándolo nuestro Señor y Redentor: podremos revivir lo que estos años no vivimos. Pero ya ahora esperamos celebrar, si Dios quiere, serenamente la Liturgia sagrada de estos días santos en nuestras parroquias y leer en nuestras casas los textos de la Escritura.

Sí, porque, antes o después pasará este dolor de la pandemia y nosotros, los más, seguiremos celebrando nuestra Semana Santa de siempre. Otros lo harán desde el cielo, felices de vernos caminar por la parte baja de la ciudad o subir las empinadas cuestas que conducen a la Plaza Mayor, como ellos hicieron tantos años. Un abrazo para todos los Nazarenos. Con mi bendición.

Saluda
Cuenca Nazarena 4 5 Fotografía:
Cuenca Nazarena
Enrique Martínez Gil

Saluda del Presidente de la Junta de Cofradías

Quisiera que las primeras líneas de este saluda vayan dirigidas al recuerdo de todos aquellos nazarenos que ya no están entre nosotros a causa de esta terrible pandemia, y mandar también todo nuestro ánimo y nuestra fuerza a los que todavía sufren las consecuencias de esta terrible enfermedad.

Sirva nuestra publicación, Cuenca Nazarena, como el mejor homenaje y reconocimiento que hoy podemos dedicarles.

Hace apenas unos días celebrábamos la misa de imposición de ceniza. Nuestro Obispo, D. José María, nos agradecía el esfuerzo por realizar, dentro de las limitaciones impuestas por las autoridades sanitarias, este rito con el que un año más comenzamos la Cuaresma. Y es que este año tampoco tendremos Procesiones por las calles: nuestras Sagradas Imágenes permanecerán en sus altares; no oiremos el golpear de las horquillas contra el empedrado; las notas musicales no tendrán su eco en las callejuelas del casco antiguo; y nuestro hábito penitencial seguirá guardado en nuestros armarios. Cierto, pero sí habrá Semana Santa. ¡Siempre la habrá!

Aprovechemos la ocasión para vivir una Semana de Pasión diferente, entendiendo que lo verdaderamente importante, lo que da sentido a nuestras Procesiones, es la profunda convicción de sabernos cristianos y que como tales rememoramos la Pasión de Cristo siendo portadores de su inmenso mensaje de amor con fe y devoción.

Es muy difícil asimilar lo que está ocurriendo, pero hoy más que nunca tenemos que redoblar esfuerzos para mantener viva la llama nazarena. Me gustaría haceros participes de la responsabilidad que a partir de ahora vamos a tener todos. Porque aquí nadie sobra. Nadie es imprescindible, pero todos sois muy importantes y necesarios. Evidentemente nuestra mayor preocupación debe ser evitar una interrupción en el progreso que viven nuestras Procesiones. Tenemos que ser conscientes que este parón puede afectarnos, y sólo el amor que en nosotros vean a nuestra Semana de Pasión será el mejor estímulo para aquellos que duden o caigan en el desaliento.

Todas las hermandades están trabajando duro. Muchas de ellas reinventándose y adaptándose al nuevo escenario que les ha tocado vivir tanto en lo social como en lo económico. Pero no olvidéis nunca que los pilares que sustentan la Semana Santa de Cuenca sois vosotros. Cada uno de vosotros de manera individual, con su mensaje, con su trabajo, con su devoción, con su respeto,… En definitiva, cada uno con esa labor callada y única que hará que la unión de todas esas voluntades nos permitan mantener el extraordinario legado que nos dejaron nuestros antepasados. Amor, trabajo y unión, esa es la clave.

Desde la Junta de Cofradías hemos diseñado un ambicioso programa de actividades que intentarán hacer más llevadero el devenir de estos días. Hemos procurado cuidar todos los aspectos y tener presentes a todos, pequeños, adolescentes y adultos. Espero que este programa sea de vuestro agrado y que cuando estéis visitando una de las exposiciones organizadas, o comprando un artículo en la nueva tienda del Museo Nazareno, o realizando una actividad programada, o simplemente visitando a tú querida talla procesional en las iglesias, podamos coincidir para hablar e intercambiar experiencias y recuerdos. Tenemos que ser conscientes de que es ahora, en los momentos difíciles, cuando tenemos que dar lo mejor de cada uno de nosotros. Esta época de desasosiego e incertidumbre en la que estamos viviendo nos tiene que reafirmar todavía más en la certeza de saber que Cuenca posee un gran tesoro: SU SEMANA SANTA.

Yo quiero haceros llegar toda la energía del mundo y animaros a que sigamos arrimando el hombro y que lo hagamos con la alegría que todo cristiano tiene al saberse seguidor del Nazareno.

Acércate durante estos días a visitar y a rezar a tú Imagen… Mírale a los ojos y háblale… Siempre nos escuchan… Rézale y pídele que nos cuiden para que el año que viene no falte nadie y tengamos la mejor Semana Santa de la Historia.

¡¡Mucho ánimo a todos, cuidaros mucho y feliz Pascua de Resurrección!!

Fotografía: Antonio Abarca Saluda Cuenca Nazarena 6
Cuenca Nazarena 7
Jorge Sánchez Albendea Fotografía: Saúl García

Saluda del Alcalde de Cuenca

Darío F. Dolz Fernández

Un año más ese virus que llegó hace un año escaso a nuestras vidas y que lamentablemente se ha convertido en una parte inherente a ellas vuelve a marcarnos el calendario de nuestras tradiciones de la peor manera, obligando a suspender de nuevo nuestra preciada Semana Santa. Nuestros pasos, nuestras túnicas, nuestros capuces, volverán a quedarse sin lucir por nuestras calles, engalanadas en esos días y con el ansia patente en los rostros de los conquenses. Pero la responsabilidad debe primar en estos momentos.

Y sí, un año es mucho tiempo y ya pesa en el ánimo, más si ello conlleva no poder celebrar la Semana de Pasión. Pero tenemos que pensar en poner la salud por encima de todo sabiendo que comienza a verse la luz al final del túnel, con las vacunas que ya están aquí y el inicio de la inmunización colectiva. Ojalá las previsiones se cumplan y el año que viene, por fin, retomemos nuestras vidas no con esta nueva normalidad que cada cierto tiempo lleva consigo una nueva ola, con contagios y, lamentablemente, fallecidos, sino una situación que nos permita vivir nuestra Semana Santa de la manera más parecida a lo que era y sin miedos ni inseguridades.

Mientras tanto, agradezco profundamente a la Junta de Cofradías el esfuerzo que ha hecho en poner en marcha una serie de actividades coincidiendo con estas emblemáticas fechas para poder, desde nuestras casas, vivir estos días de pasión. Estoy seguro, por ejemplo, de que en la madrugada del Viernes Santo volverán a sonar los tambores y los clarines desde las ventanas de los conquenses, añorando una procesión Camino del Calvario que siempre ha sido una seña de identidad de nuestra ciudad.

Pero insisto, responsabilidad. Debemos mantener la prudencia y no permitirnos una nueva situación como la vivida después de Navidad. Tengamos un poco de paciencia que se traducirá en evitar pérdidas de familiares, de amigos, de conocidos. El año que viene tenemos que estar todos los que estamos ahora, no podemos permitirnos el lujo de perder a nadie.

Y ojalá el año que viene, conquenses de todas las Hermandades, mayores y pequeños, vuelvan a salir con su capuz al hombro camino de su desfile procesional con su venerada imagen. Tenemos esperanza y todos unidos podremos lograrlo, y volverán el sonido de las horquillas y el cántico del Miserere, que romperán el silencio que ha marcado nuestras vidas desde hace ya demasiado tiempo.

Saluda
8 9 Fotografía: Ignacio Blanco
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Saluda del Presidente de la Excma. Diputación de Cuenca

Álvaro Martínez Chana

Estimados y estimadas conquenses, Lamentablemente, debido a las extraordinarias circunstancias sanitarias en las que nos encontramos, provocadas por la pandemia de Covid-19, la Semana Santa de Cuenca, tradición por excelencia de la capital, ha tenido que ser nuevamente suspendida, por segundo año consecutivo.

Una dura decisión que caía como un jarro de agua fría sobre todos y todas las conquenses, pero sin duda, una decisión acertada pensando siempre en el bien común y en aras de preservar la salud y seguridad de la ciudadanía.

A pesar de las circunstancias, es un placer para mí poder dirigirme por primera vez a todos los nazarenos y nazarenas y agradezco enormemente que la Junta de Cofradías, me haya permitido ocupar este espacio de la tradicional revista Cuenca Nazarena. Desde aquí, quiero enviaros muchísimo ánimo a todos, en especial a aquellas personas que cada año trabajáis duramente y sin descanso, en la preparación de nuestra maravillosa Semana Santa, merecidamente declarada de Interés Turístico Internacional.

Deseo, de todo corazón, que sepáis convertir la fe y el fervor que lleváis dentro en solidaridad y esperanza para afrontar esta lacra que nos sacude y que juntos, venzamos al virus de manera definitiva. Después de este duro año parece verse, por fin, la luz al final del túnel, debemos seguir siendo fuertes y mirar al futuro con esperanza. El próximo año, el olor a cera e incienso y el sonido de cornetas y tambores volverán a inundar nuestras calles y Cuenca volverá a engalanarse para ver cruzar sus espectaculares pasos, que este año, llevaremos en nuestros recuerdos.

Espero que, aun así, todos tengáis una intensa Cuaresma, que viváis la Semana Santa de manera responsable y disfrutéis del tiempo de reconciliación y reflexión en familia, sin olvidar que Cuenca siempre será sinónimo de Semana Santa y que el próximo año, la celebraremos y viviremos con más ganas que nunca.

Muchísimo ánimo y un fuerte abrazo

Saluda
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Fotografía: Ignacio Blanco

Saluda del Presidente de Castilla-La Mancha

Emiliano García-Page Sánchez

Quiero en primer lugar trasladar mi agradecimiento a la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca por vuestra amable invitación, a pesar de veros obligados a la suspensión, por segundo año consecutivo, de la que es la mayor celebración pagana y religiosa de vuestra ciudad. Hoy dais un paso adelante para que no falten las palabras e imágenes en vuestra magnífica publicación “Cuenca Nazarena”, y aprovecho esta ocasión tan especial para trasladaros mis mejores deseos y sentimientos de cercanía y respeto como esta ocasión merece.

Por ello, quiero hacer llegar mi ánimo, reconocimiento y homenaje a los miles de nazarenos que ensalzan la Semana Santa, en una celebración donde se mezcla la respetuosa religiosidad con la mejor tradición de los miles de participantes y el más noble arte que atesoran sus pasos e imágenes. Cuenca es su Semana Santa, y ésta no sería lo que es y representa si no fuera por su reconocida conmemoración.

Una Semana de auténtica pasión y emoción, con reconocimiento de Interés Turístico Internacional y, por lo tanto, cita deseada y esperada para todos los conquenses que aquí viven, y para quienes aprovechan esta inigualable celebración para acercarse y compartir momentos únicos e irrepetibles como la cita merece.

Cuenca vive su Semana Santa de tal manera que resulta difícil imaginar la ciudad sin esta celebración, en un escenario único como el que ofrece esta mundialmente reconocida ciudad y su patrimonio. Semana Santa que, por segunda ocasión consecutiva, no se podrá celebrar y que demuestra el gran ejercicio de responsabili-

dad individual y colectiva, de buena vecindad y gran corazón, que realizáis para preservar lo más valioso que tenemos como es la salud de cada persona y del conjunto de la población, y con ello contribuir a superar las circunstancias que la pandemia nos ha provocado.

Desde el Gobierno que presido queremos mostrar nuestro apoyo a la Junta de Cofradías de Cuenca y a su Semana Santa y deciros que nos sumamos y unimos en la constante labor por preservar y difundir vuestra Semana Santa tanto religiosa como culturalmente. Una celebración que es una de vuestras mejores señas de identidad y que os hace únicos como ciudad, viviéndola y sintiéndola con el máximo fervor que la celebración merece.

La ciudad de Cuenca y todos y cada uno de vosotros y vosotras hacéis que vuestra Semana Santa sea especial para todo el que os ha visitado, ofreciéndoles la mayor hospitalidad y el amable acogimiento, por lo que os podéis sentir muy orgullosos.

Os reitero mi agradecimiento personal y también todo mi ánimo en este año en el que vuestra Semana Santa no se va a poder celebrar como todos la conocemos, acompañados de miles de nazarenos a los que se suman miles de visitantes que hacen que resultase de la mayor satisfacción para quienes la hemos vivido y disfrutado. Deseo de corazón que entre todos y todas, consigamos que el próximo año pueda celebrarse como merece, y que sea vivida tan apasionada y fervorosamente como habéis hecho siempre.

Recibid un fuerte y afectuoso abrazo.

Saluda
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Cuenca Nazarena
Cuenca Nazarena
Fotografía: Ignacio Blanco

Queridos hermanos y hermanas: Cuando Jesús anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, para cumplir con la voluntad del Padre, les revela el sentido profundo de su misión y los exhorta a asociarse a ella, para la salvación del mundo. Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8). En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. En la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para renacer como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo. El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante.

La fe nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas. En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar

por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación. Esta Verdad no es una construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ello. Esta Verdad es Cristo mismo que, asumiendo plenamente nuestra humanidad, se hizo Camino —exigente pero abierto a todos— que lleva a la plenitud de la Vida.

El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento. Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo en cuanto, como nos enseña santo Tomás de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atención en el otro considerándolo como uno consigo mismo (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 93).

La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23).

Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones — verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador.

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MENSAJE DEL SANTO PADRE PARA LA CUARESMA 2021

La esperanza como “agua viva” que nos permite continuar nuestro camino

La samaritana, a quien Jesús pide que le dé de beber junto al pozo, no comprende cuando Él le dice que podría ofrecerle un «agua viva» (Jn 4,10). Al principio, naturalmente, ella piensa en el agua material, mientras que Jesús se refiere al Espíritu Santo, aquel que Él dará en abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no defrauda. Al anunciar su pasión y muerte Jesús ya anuncia la esperanza, cuando dice: «Y al tercer día resucitará» (Mt 20,19). Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su Corazón abierto.

En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a menudo la maltratamos (cf. Carta enc. Laudato si’, 32-33;43-44). Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20).

Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad.

En la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223).

A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia» (ibíd., 224).

En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura.

Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15).

La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza. La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión.

«A partir del “amor social” es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos» (FT, 183).

La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Así sucedió con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez.

Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo.

«Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura y, por lo tanto, verdaderamente integrados en la sociedad» (FT, 187).

Queridos hermanos y hermanas: Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre.

Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual.

Roma, San Juan de Letrán, 11 de noviembre de 2020, memoria de san Martín de Tours.

Francisco

Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 16 17 MENSAJE DEL SANTO PADRE PARA LA CUARESMA 2021

“Espero que tenga un poco de tiempo, Enrique, porque la entrevista es larga”. Desde el otro lado del teléfono, Enrique Martínez Gil, Cartelista de la Semana Santa de Cuenca de 2021, se ríe y responde que sí, que lo tiene, que no hay problema. “De lo que más tiene uno ganas desde que empezó la pandemia es de hablar, de hablar de sus cosas. Sobre todo ahora que se acerca la Semana Santa”, añade.

Entrevista
Entrevista al Cartelista de la Semana Santa 2021
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Por Berta López
Fotografía:
José Antonio Panadero

Esta es una entrevista atípica. En ella se habla del Cartel, sí pero, en tanto que la comunidad nazarena no lo verá -con suerte- hasta 2022, no se cuenta de él apenas nada. Esta entrevista tiene lugar sin que haya caído el repostero de la JdC para dejar al descubierto la imagen que los nazarenos de Cuenca esperan con anhelo cada año. No ha habido cerrado aplauso para el Cartelista, ni las fotos de rigor con la obra que ha de representar un sentimiento y a toda una ciudad, ni luce ya pegado en decenas de escaparates, muros, hogares. No hay una escarpia nueva para él en la pinacoteca de la Sala Guerra Campos de la sede de la JdC, ni se han hecho las acostumbradas encuestas en redes sociales, ni ha corrido de whatsapp en whatsapp hasta convertirse en la imagen más reenviada y compartida del año en Cuenca.

La pandemia que se llevó por delante las procesiones de 2020 se ha llevado también las de 2021 y eso significa que el Cartel de Enrique Martínez Gil tendrá que dormir el sueño de los justos un año y tres meses, a la espera de su momento. Mientras tanto, en esta entrevista, hablamos de cómo debe ser un cartel de Semana Santa, de cómo es ser Cartelista en una situación extraordinaria como ésta y de cómo se aprende a leer entre líneas para captar eso que nadie más capta de una procesión.

¿Qué fue lo primero que pensó cuando recibió la llamada de la JdC para comunicarle que había sido elegido Cartelista?

Una mezcla de sentimientos. Lo primero una alegría grandísima: para una persona que quiere tanto a Cuenca y a su Semana Santa, sentirse tan querido por la gente es una cosa muy grande. Yo entiendo la elección como un reconocimiento de lo que has hecho y lo que eres en la Semana Santa, así que sentí una gran alegría y se juntaron muchos sentimientos.

¿Esperaba la llamada?

Sabía que me habían presentado como candidato pero, como había varias propuestas, siempre te queda la duda de que puedas ser o no. Esto es una cosa que te pasa una vez en la vida; no me quería ilusionar en exceso por si me quedaba

en puertas. Así que pensaba: llegado el momento, ya me alegraré y me tomaré las cosas como tenga que tomármelas.

Cuando uno sabe que lo han presentado como candidato a Cartelista y sabe en qué día tiene lugar la elección…

¿Cómo afronta las horas previas? ¿Qué hace?

Tampoco te creas que me acuerdo mucho, la verdad (risas). Fue una tarde normal. Es verdad que vas echando cuentas de las horas que podían ser, pero como estaba trabajando, tampoco estuve tan pendiente. Prefiero que fuera así porque si no, a lo mejor te pones nervioso en exceso.

¿Tenía alguna idea de diseño en mente en el momento del nombramiento?

A partir de presentar cartel al concurso convocado por la JdC hace cuatro años y también a raíz de las polémicas que ha habido, me tomé el tema del cartel como un reto, casi como un ejercicio, para darle vueltas a cómo pienso yo que debería ser un cartel y a lo que yo haría como cartel. No es que fuera un fin, lo hice sobre todo por si se volvía a convocar un concurso y volvía a presentar obra. Ese fue el germen y, cuando me dijeron que me habían elegido Cartelista, lo que tenía claro era la idea de lo que debería ser un cartel. El cartel como tal no, pero la idea de lo que debería cumplir como cartel y lo que yo podría hacer sí lo tenía bastante estudiado.

Al hilo de lo que comenta: ¿Cómo piensa que debe ser un Cartel de la Semana Santa de Cuenca?

Pues… (se hace el silencio al otro lado del teléfono). Nada más y nada menos. La gran pregunta. El análisis que yo hice es que, muchas veces, menos es más. Yo creo que hay que intentar explicar lo máximo, con los menores recursos posibles. Es complicado, quizá como un proceso de abstracción. Pienso que a la hora de diseñar el cartel hay que hacerlo al revés: poner los elementos para luego ir quitando y dejar lo mínimo para que exprese todo lo que tú tienes dentro. Pienso que hay que partir de una idea y luego ir quitándole lo accesorio y dejando lo fundamental. Y que eso mismo exprese lo que tú buscas.

A la hora de diseñar el Cartel, pienso que hay que partir de una idea y luego ir quitándole lo accesorio y dejando lo fundamental.
Entrevista Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 20 21 Fotografía: José Antonio Panadero
Y que lo fundamental exprese lo que tú buscas

Según lo plantea, lo entiendo como un proceso parecido, salvando las distancias, al de podar un rosal. Pues casi, sí. En mi caso, el ejercicio del Cartel ha sido más quitar que poner, porque pienso que muchas veces es más necesario quitar y que siga funcionando, que añadir cosas. Pienso que ésa es la labor más difícil porque, para que siga funcionando y quede como tiene que quedar y no le falte de nada… es necesario encontrar el equilibrio. Y una vez que lo encuentras, dejarlo y no modificarlo.

En todo el tiempo que queda hasta la Semana Santa de 2022 -en la que esperamos que sí haya procesiones - ¿Sentirá la “tentación” de revisar el Cartel? ¿De modificarlo?

Es la primera vez que el Cartelista está año y medio sin mostrar su obra. En este sentido, te queda la sensación de que parece que tienes que ir añadiendo ideas o complementándolo con cosas que se te habían quedado en el tintero en un primer momento. Sí, siempre tienes el riesgo de que parezca que te quedas corto, con tanto tiempo para pensar, más... Entonces, tengo que hacer un ejercicio de contención de este año y decir: “No, estáte quieto, que está así bien. Déjalo estar”.

¿Lo tiene a la vista o ha preferido guardarlo?

No, no. Lo tengo guardado. Y lo tengo guardado por dos cosas: primero por no tocarlo, como te decía antes, y segundo porque ya, de tanto tiempo trabajándolo, al final hasta te cansas de él y empiezas a no saber si te gusta o no te gusta. Quiero poderlo ver más adelante con otros ojos, aunque sea el mismo cartel. Así, cuando pase el tiempo, me puede servir incluso para autocorregirme cosas a las que todavía pueda darles una vuelta. Es más fácil el proceso cuando llevas un tiempo sin verlo. Estaré unos meses sin trabajarlo y, cuando lo retome, seguramente vea cosas que captaba cuando lo hice, cosas que quizá pueda mejorar.

Fue nombrado Cartelista en plena segunda ola, cuando ya planeaba la sombra de una posible suspensión de las procesiones. ¿Cómo se afronta el encargo con esto en mente?

¿Condiciona?

A la obra no. Me condicionó a mí, personalmente. Por una parte, porque en estas cosas son muy importantes los tiempos y el hecho de que hayan variado plazos y circunstancias te puede llegar a afectar. Y por otra parte, una cosa importantísima que

sí me afecta a nivel propio es lo mucho que he echado de menos haber podido compartir presencialmente con mis amigos y con la gente el honor de ser Cartelista. Por ponerte un ejemplo: como la elección es previa a Vaquillas, yo me imaginaba poder haber estado con toda mi gente en ese momento, con los amigos, esos abrazos que te das cuando celebras algo como esto… Soy una persona a la que le gusta el contacto con la gente y ese cariño de esa manera lo he echado mucho de menos. No quiere decir que no haya tenido muestras de cariño, al contrario: las he tenido, de otra manera, pero las he tenido. Pero ese estar con la gente es lo que me ha faltado de la experiencia de ser Cartelista. Por supuesto esto no afecta al Cartel, porque por un lado va el diseño y por otro lo demás, pero personalmente sí lo he echado en falta. Sé que se compensará el año que viene, si Dios quiere.

Es comprensible en tanto que, al fin y al cabo, el ser Cartelista no es solamente diseñar el Cartel: es un acto social en sí mismo. Este año, es la experiencia de ser Cartelista… sin la experiencia.

Sí. Eso es lo que peor llevo. El haberme perdido todo eso, teniendo en cuenta que ser Cartelista es algo que te pasa una vez en la vida. Es verdad que el año que viene, si Dios lo quiere y ya está todo en condiciones, la espera se compensará con la alegría y con la emoción de todo el tiempo de espera que hemos tenido.

Desde luego, una gran expectación va a haber. Si de septiembre de un año a enero de otro ya la tenemos, imagine de septiembre de un año a enero de dos años hacia adelante.

(Risas) Sí. Expectación habrá. Dos años sin procesiones… Habrá muchas ganas de Semana Santa.

Cuando llega el momento de hacer esta entrevista para Cuenca Nazarena ya conocemos el Cartel, podemos mostrar fotos, el autor lo explica… Eso es algo que en esta ocasión no se puede hacer. Sin embargo... ¿Puede avanzarnos algo sobre su Cartel?

Puedo avanzar que es un cartel muy de Cuenca, que a la gente de Cuenca le pueda emocionar y a la de fuera le pueda provocar un sentimiento y ganas de conocer nuestra Semana Santa. También quería que fuera un cartel muy mío, que la gente lo reconociera como tal. Me gustaría tocar la médula de todos y más en estos momentos, tanto por la enfermedad como por la larga espera de dos años sin Semana Santa. Quiero que sea una explosión de sentimientos. A parte de la estética, quiero que se sienta.

¿Hubiera preferido mostrarlo este año o piensa que es mejor que se guarde hasta el año que viene?

Yo entiendo que el Cartel es para anunciar una Semana Santa y unas procesiones. Si no las hay, no tiene sentido. Lo que me hubiera gustado es que la situación fuera normal, si no como antes de la pandemia, sí al menos con las condiciones para que se pudiera celebrar la Semana Santa completa, con sus procesiones, y poder mostrar mi cartel. Cuando haces una obra, lo que quieres es que la gente la conozca. Para un artista o, en mi caso, la fotografía, tener una obra guardada tanto tiempo no es del gusto de nadie. Piensa que además es un secreto y tenerlo guardado tanto tiempo es complicado y duro. Pero entiendo que no tenía sentido y que el Cartel tiene que salir cuando tiene que salir. Así que, a pesar de la espera, pienso que es una buena decisión.

Como fotógrafo ¿qué aspectos de la Semana Santa le llaman más la atención?

Empecé haciendo fotos a los pasos, a las imágenes: es lo más socorrido y lo más sencillo cuando empiezas, casi siempre te dan buenos resultados y alegrías. Conforme vas perfeccionando la técnica y tu estilo, vas buscando otras cosas. Lo que siempre me ha atraído es ir leyendo entre líneas. Siempre voy buscando lo que el ojo no ve, lo que está fuera de filas o pasa desapercibido para la gente. Eso es lo que me atrae. Y muchas veces lo que más trasciende, lo que pone las cosas en su verdadera fecha, son las personas, las cosas que pasan en las filas y alrededor de las procesiones. Este tipo de fotografía es lo que le da valor documental y lo que la pone en contexto. A mí siempre me ha parecido lo más interesante.

Su formación en arquitectura ¿le da otra perspectiva sobre la fotografía de Semana Santa, desde el punto de vista de la composición?

Como es una cosa intrínseca a uno mismo, lo tomas como una cosa propia y natural. Pero sí es cierto que muchas veces, cuando ven mis fotos por primera vez, me dicen “cómo se nota que eres arquitecto”.

Sobre todo por la manera de componer. En arquitectura pesa mucho la composición; cuando diseñas algo, buscas siempre un equilibrio, bien de masas o de huecos vacíos, de macizos… Cuando haces fotografía, casi sin darte cuenta, al final lo haces igual: buscas los pesos de una luz, de una sombra, de una línea que se compensa con otra, una inclinada que va a tal punto… Casi sin querer, siempre se nota un poco la profesión y te sale el oficio. A mí que llevo tantos años me sale casi sin pensarlo.

Quiero que el Cartel sea una explosión de sentimientos. A parte de la estética, quiero que se sienta
Entrevista Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 22 23 Fotografía: José Antonio Panadero

Este arquitecto de profesión y fotógrafo por vocación heredada de su padre, llegó a Cuenca desde Priego con poco más de seis años. Hermano del Huerto del Jueves y del Cristo de los Espejos como toda su familia -su padre falleció siendo número 1 del Huerto, hace año y medio-, Enrique recuerda haber hecho de adolescente sus primeros pinitos en la fotografía, cuando “íbamos de excursión con los amigos, en momentos así”. Por aquel entonces “yo no tenía cámara, así que se la cogía a mi padre”. Su amor por la fotografía fue creciendo y no es de extrañar que con su primer sueldo se comprara “una cámara de fotos y un equipo de música, que eran mis dos aficiones”. Ese primer año con cámara propia ya empezó a fotografiar la Semana Santa… y hasta hoy.

Enrique, que confiesa no tener apenas fotos de él en Semana Santa, entiende la fotografía como una forma de documentar la realidad, algo tal vez heredado de su oficio de arquitecto, de ahí que en Semana Santa le gusten “las horas ‘raras’, las salidas y las llegadas, porque la gente está más relajada y en situaciones diferentes, que te llevan a ver cosas más peculiares”. El hecho de que sean momentos en los que muchos nazarenos están sin capuz “hace que en el rostro humano puedas encontrar gestos, sentimientos… que no encuentras cuando lo llevan puesto”. Una vez está formada la procesión, Enrique busca “luces, contrastes… otras cosas, aunque es más difícil tener ese valor añadido de lo que expresa el rostro humano”.

Su trabajo es bien conocido entre la comunidad nazarena pero… ¿Sabían que de pequeño cantó el miserere muchos años, bajo la dirección de Alberto Vera? ¿Y que Jerusalén es una de sus marchas favoritas, por ese sonido de película que tiene? ¿Que la Semana Santa le huele a la mezcla de cera, incienso y flores que hay al entrar a las iglesias antes de salir la procesión y que ese olor de la cera le traslada a la cerería que había en su infancia en la Puerta de Valencia?

Quizá les resulte curioso que, aunque dice tener recuerdos especiales de Semana Santa, como todos los nazarenos, más que evocarle recuerdos “la Semana Santa me da pensamientos de futuro. Siempre pienso en lo que va a venir”. Aun así hay cosas, como su primer contacto con la Semana Santa, que permanecen: “Recuerdo que, cuando vivíamos en la Puerta de Valencia, nos sacaba mi madre al balcón cuando bajaban las procesiones y recuerdo estar viéndolas tapados con una manta los cuatro hermanos pequeños”.

Entrevista
Cuenca
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Cuenca Nazarena
Nazarena
Fotografía: José Antonio Panadero

Álex Simón Javier Chaler Henar de la Sierra

Cámara: Canon EOS-1DX

Objetivo: Canon EF 16-35 f4L IS USM

Exposición: 1/60· Diafrágma: f/4,0 · Distancia Focal: 20 mm · ISO: 6400

Álex Simón

A veces, en Semana Santa me gusta quedarme en un rincón, sentarme en una acera o alejarme del recorrido procesional y ver qué es lo que pasa… La foto la realicé el Miércoles Santo del año 2018 desde el interior de un portal de la calle del Peso en el que me dejaron acceder. Podemos ver las miradas cruzadas de un Nazareno y los músicos de la banda…estos últimos mirando a las Imágenes de San Juan y La Virgen.

Yo soy de la opinión que en ocasiones y con tan poca luz como la que había, hay que exprimir la cámara al máximo. Prefiero una foto con una resolución “aceptable” antes que perder un momento como este.

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Datos

Javier Chaler

Aquí se aúnan muchos sentimientos del Jueves Santo para mí, la procesión familiar de mis hijos, la de acompañarles y verles vivir las raíces o sencillamente verles vivir la ‘Pasión’.

Y entre Paz y Caridad esta mirada, que la hago mi mirada, no solo de recuerdos para recordar, sino de recuerdos para no olvidar tantas vivencias y valores que se han ido forjando con el tiempo,…. mirada de relevo a nuevas miradas.

Henar de la Sierra

Tras una intensa espera llena de ilusión por su salida, aun cuando las previsiones no eran buenas, la calle quedaba en serena expectación por si la lluvia aún decidía echarse atrás. Eran las 07 horas 27 minutos y 29 segundos de la madrugada del Viernes Santo de 2019.

Una noche cerrada, en la que la luz anaranjada de las farolas acentuaba la silueta, serena, a la vez que expectante, del nazareno, de tonos tímidamente violáceos; tonos complementarios que junto con el granulado causado por el uso de un ISO alto, remarcaban la sensación de incertidumbre de la escena.

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Cámara: Canon EOS 6D Objetivo: Tamrom 24-70mm F 2.8 EXIF: F2.8 – 1/60seg. – ISO 6400 Cámara: Olympus E-500 Objetivo 14-45 mm 3.5/5.6

“Al atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos, frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”.

Con estas palabras comenzaba el papa Francisco el momento de oración el 27 de marzo de 2020, con una plaza de San Pedro vacía, con una lluvia fina que impregnaba todo el ambiente, ante el crucifijo traído de la Iglesia de San Marcelo al Corso de Roma.

Llevamos meses dentro de esta pandemia del coronavirus y la hemos vivido de múltiples formas: afectados por la enfermedad, por la muerte de un ser cercano, por el temor contagiarnos por el virus,... A todos nos ha supuesto una brusca interrupción de la vida que llevábamos anteriormente, tanto personal como comunitariamente. Ha alcanzado a toda la sociedad a nivel mundial.

Este virus, de origen desconocido, ha supuesto una nueva manera de experimentar la fragilidad y la vulnerabilidad del ser humano, la impotencia ante una situación nueva que pone en entredicho nuestras seguridades, la seguridad de una sociedad que parecía indestructible. Hemos experimentado nuestra contingencia de un modo nuevo.

Las respuestas a esta crisis humanitaria han sido en unos casos positivas, mostrando una generosidad grande en los múltiples ámbitos: sanitario, social, religioso... También hemos conocido algunos casos de abuso en esta crisis.

Para nosotros, en nuestro ámbito nazareno, es un golpe fuerte. Otro año más, por motivo del coronavirus, son suspendidos consecutivamente los desfiles procesionales.

Por Joaquín Ruiz Requena

Nos podemos preguntar, ¿cómo vivir esta próxima semana santa?

Nos es fácil acompañar a Jesús y a su Madre, en Semana Santa, entre la multitud. Este año, como el año pasado, nos cuesta de nuevo acompañarlo en la soledad, solos, en el frío y en la noche de este tiempo de pandemia, como el Papa Francisco bajo la lluvia en la fría noche del 27 de marzo pasado, solos con él Solo, como Jesús en la cruz. Abandonado de Dios y abandonado por los hombres.

Esta situación de pandemia nos puede ayudar a entrar en el misterio central de nuestra fe: Pasión, Muerte y Resurrección, a encontrarnos con este Cristo que muere en la cruz, pero no queda en brazos de la muerte sino transforma la muerte en vida por la Resurrección. A transfigurar todo dolor, sufrimiento, muerte, oscuridad en amor, vida, resurrección.

En primer lugar nos hace preguntarnos, como cristianos bautizados, como nazarenos, quienes somos, qué vivimos y qué esperamos. Es en la Pascua donde la vida surge de nuevo, donde Cristo resucitado vence al pecado y a la muerte. La Pascua abre el tiempo a una vida nueva. Es en la Pascua donde se nos invita de nuevo a encontrarnos con el Resucitado, a volver a los orígenes de nuestra fe.

Pascua es la fiesta de la libertad cristiana. Pero la libertad humana se hace efectiva en el amor, libre del apego a uno mismo y por ello libre para los demás, en la fraternidad con que uno lleva la carga del otro. Es conocer a Jesucristo en las llagas de la Iglesia que están presentes en toda la historia de la humanidad.

Pascua es testimonio ante los hermanos. “Id y anunciar a los discípulos: Ha resucitado de entre los muertos” (28,7). Es el encuentro con el resucitado el que nos convierte en testigos de la resurrección, el que nos hace comunicar a los demás nuestra experiencia de Vida nueva nacida de este encuentro.

Os invito a que esta Semana Santa, distinta, sin desfiles procesionales, la podamos contemplar, meditar en el silencio, celebrar en la comunidad cristiana, a encontrarnos con Cristo sufriente, camino del Calvario, que muere en la cruz para después resucitar con Él y ser testigos de la Resurrección como lo fueron los apóstoles.

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Fotografía: Ignacio Blanco

Este artículo fue enviado por Gregorio el mes de Julio, unos meses antes de su muerte. Desde la Comisión Ejecutiva de la JdC queremos agradecer su colaboración con esta revista durante tantos años. Descansa en Paz, amigo Goyo.

La Santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la Encarnación del Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en la tierra la Madre excelsa del divino Redentor, compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó de forma enteramente singular a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra Madre en el orden de la gracia. (LG,61)

Sabemos tanto de las virtudes de María, que quizás no hayamos reparado en la vida ordinaria de ella. En nuestras oraciones diarias, siempre está María presente, pero no sé si nos hemos parado a pensar realmente, y a la luz de los evangelios, en el papel de María.

Supongo que a todos nos gustaría poder acercarnos a la Virgen para que nos contase -como una madre a sus hijos-, su camino humano y de mujer creyente. Cómo llegó a descubrir su identidad, cómo purificó y ahondó su imagen de Dios, cómo fue su oración en las distintas circunstancias en las que vivió.

Al leer los evangelios nos damos cuenta de que se habla poco de María, sin embargo, la figura de María ha sido muy estudiada. No es el momento de extendernos en explicaciones teológicas que los Santos Padres han hecho a lo largo de toda la historia. Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención es la Soledad y el Dolor que pasó María, siempre bajo la narración de los evangelistas. Se sabe que María era muy joven y estaba dedicada al Señor, siempre en oración. Al leer el evangelio de S. Lucas nos presenta a María, a una muchacha de Nazaret, pequeña localidad de Galilea, en la periferia del imperio romano y

también en la periferia de Israel. Un pequeño pueblo. Sin embargo, sobre ella, aquella muchacha, se posó la mirada del Señor que la eligió para ser la madre de su Hijo. En el capítulo 1, versículo 38: “… y tras la visita del ángel Gabriel, dijo María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” Y el ángel dejándola se marchó”. Es el Fiat de María. Y en esa Soledad se quedó María, dándole vueltas, supongo, a lo que el ángel le había anunciado.

Y sola asumió que iba a ser la MADRE del Redentor del mundo. Es fácil entender que en esos momentos no alcanzaría a saber bien que camino había elegido. Sencillamente se fio de Dios y siguió con sus tareas. Pronto marchó a dar la gran noticia a su prima Isabel que también estaba embarazada del que sería el precursor, el Bautista.

Los textos del Nuevo Testamento nos abren una pequeña puerta para descubrir cómo María acoge con sencillez lo que su Hijo planteaba como sentido de la vida. Jesús no “jugó” a ser hombre, sino que asumió todo lo nuestro, excepto lo que implica el pecado, por lo que podemos decir que María no “jugó” tampoco a ser mujer, sino que fue una mujer de cuerpo entero y además creyente.

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Fotografía: Grupo Cuenca

Podemos intuir en María la evolución normal de cualquier joven de su tiempo: experiencia de incondicionalidad hacia Dios ¿Qué querrá Dios de mí? En su interior chocaba la imagen de Dios que recibía de los rabinos y los fariseos en la predicación moralista en las sinagogas y la imagen del Dios misericordioso que llenaba de vitalidad su propia vida. Toda la sensibilidad humana que descubrimos en Jesús la recibe de María: la compasión, la acogida de los pecadores, la alegría ante los niños, la predisposición para orar, el perdón…

Cuando Dios irrumpe en la vida de María, tiene la experiencia de pequeñez y de encontrarse con el Dios de los profetas. Se confía a Dios. El camino de fe de María se perfila en forma de etapas, según algunas pistas que nos han dejado los evangelios:

La primera es confiar a José el comienzo de una nueva vida por la acción del Espíritu Santo. San Lucas nos dirá dos veces que María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. Las cosas de Dios no se entienden en un primer momento; necesitan ser oradas e interiorizadas. María tiene que dejar crecer a su Hijo en libertad: cuando Jesús le descubre a los doce años que tiene que dejar sitio y dedicación a Dios como Padre. Más adelante, Jesús le insinuará a su Madre que la maternidad humana no le dará privilegio alguno en la entrada en el Reino, que la pertenencia a la comunidad de los discípulos o a su “nueva” familia se garantizará desde el hacer la voluntad del Padre (cf.Lc2,39-52;Lc8,19-21; Mc 3,20-35; Lc 11,27-28). De lo que se desprende que Jesús valora en su Madre, en todo discípulo, la capacidad de acoger la palabra con un corazón nuevo, la opción de hacer la voluntad de Dios por encima de todo, la decisión de decir en cada irrupción de Dios. “Hágase…soy esclava”, como Jesús en Getsemaní: “Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

Aparte de en las bodas de Cana y en la Cruz, María ya no aparece más en los relatos de las comunidades del Nuevo Testamento.

María nos dice que cuanto más humanos somos, más cerca estamos del corazón del Padre y que cuando más disponibles estamos ante el Padre adquirimos una mayor capacidad de ser humanos, de amar a las personas en lo concreto de la vida.

El dolor se ha aficionado a estar con nosotros desde que entró el pecado en el mundo, es un compañero inseparable de nuestro peregrinar, de nuestro caminar por esta vida terrena. Antes o después aparece por el camino de nuestra existencia y se pone a nuestro lado. Tarde o temprano toca a nuestras puertas y no pide permiso para pasar, entra y sale como si fuera uno más de casa.

El sufrimiento parece que se apega a algunas personas de un modo especial.

También la vida de la Virgen estuvo marcada por el dolor, porque Dios quiso probarla en el crisol del sacrificio. Y la probó como a pocos. María padeció mucho, pero lo hizo con entereza y con amor, el mismo amor con que acogió la Palabra de Dios cuando le anunció que ella era la escogida para ser su madre.

En esta tierra, el amor y el dolor van muy juntos. San Juan de la Cruz nos decía: “quien no sabe de penas no sabe de amores”

Todo ello basado en la tercera bienaventuranza: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados” (Mt,5,5). La Virgen María sufrió muchas penas y dolores. Simeón ya le anunció que “una espada traspasaría su corazón” (Lc 2,35), y los cuatro evangelistas nos narran acontecimientos que no podían menos de causar un profundo dolor en María. Y el libro del Apocalipsis, nos describe a la “Mujer vestida de sol, con la luna a sus pies y coronada con una corona de doce estrellas… y nos dice que “gritaba con dolores de parto” (Ap. 12,1_2.) Estos dolores son los que le produjo el parto sobrenatural de la Iglesia y de los miembros del cuerpo místico de su Hijo, y seguirá sufriendo tanto en cuanto su Hijo no haya nacido en todos los corazones de los hombres.

En la presentación del niño en el templo el anciano profeta Simeón, no le predijo grandes alegrías y consuelos a nivel humano. Al contrario: “este niño será puesto como signo de contradicción, -le aseguró-. Y a ti una espada de dolor te atravesará el alma”

María debió sufrir mucho al enterarse de la barbarie perpetrada por el rey Herodes, -ella misma con su hijo tuvo que huir a Egipto-, la matanza de los inocentes. ¿Qué corazón con un mínimo de sensibilidad no sufriría antes esa monstruosidad? Ella también era madre. Y ¡qué Madre! María conocía muchos de esos pequeñines, conocía a sus madres… A lo mejor hasta María se sintió un poco culpable por lo ocurrido y eso agudizaría su dolor. Quizás comprendió que aún no había llegado el momento de ofrecer a su Jesús en rescate por aquellos pequeñines.

¡Cómo sufre una madre cuando se ha perdido su niño¡ Sufre angustiada por la incertidumbre. ¿Dónde estará? ¿Cómo estará? ¿Le habrá pasado algo? ¿Estará en peligro? ¿Lo habrán raptado? Todo eso pasaría por la mente de María. Y más cosas aún: ¿y si lo ha atrapado algún pariente de Herodes que lo buscaba para matarlo? Así son las madres y su amor por sus hijos… ¡Qué tres días de angustiosa incertidumbre, de verdadera congoja ¡Seguramente María no durmió durante esos tres días de búsqueda. ¡Cómo va a dormir!… Pero rezó mucho. Confió en Dios, porque había perdido un hijo y no cualquiera: se le había extraviado el Mesías ¡Se le había perdido Dios…! ¡Qué apuro el de María!

Pero no todo acaba aquí, tras encontrarlo y después del gran alivio sentido, el evangelio nos cuenta que María tuvo la reacción normal de una madre: “Hijo mío. ¿por qué nos has hecho esto?” Y el evangelista asegura que… “ellos no comprendieron la respuesta que les dio” . María en vez de enfadarse, no dijo nada. Lo sufrió todo en su corazón.

A nosotros a veces en nuestra vida nos sucede algo parecido. De repente Cristo se nos esconde. “Desaparece”;… y nos invade la angustia y el desasosiego. Y es que, a veces, Dios nos pone a prueba. Se nos pierde de vista. ¿Qué hacer? Lo mismo que María. Buscarlo sin descanso y sufrir con paciencia y confianza. Orar. Esperar la hora de Dios. Él no falla, volverá a aparecer.

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Fotografía: Ignacio Blanco

La mayoría de las veces el problema es que nosotros olvidamos con quién debemos ir, y dejamos a un lado a Cristo, nos escondemos de Él, nos buscamos a nosotros mismos o nuestras cosillas y nos toca perder y muchas veces se lo echamos en cara a Cristo siendo nosotros culpables y la solución es que hay que salir de sí mismo y volver a buscar a Cristo.

Y llegó el día. Después de pasar 30 años juntos, llenos de experiencias inolvidables vividos en un ambiente increíblemente divino y a la vez humano de Nazaret. Treinta años de silencio, trabajo, oración, alegría, entrega mutua, amor, treinta años de familia unida y maravillosa.

¡Qué momento aquel! ¡Jesús se despide de su madre!… pocas palabras, pero abundantes e intensos sentimientos: “¡Adiós, Hijo! -¡Adiós, madre!…”

La soledad es una de las penas más profundas de los seres humanos: ¡Hemos nacido para vivir en compañía de los demás! ¡Que dura fue la soledad de María! Pero supo vivir esa separación y esa soledad con amor, con fe, con serenidad interior, obediente siempre a la voluntad de Dios.

La Iglesia nos invita a meditar en los dolores de la Virgen, especialmente en siete de ellos. Siete es un número que en lenguaje bíblico es símbolo de plenitud o totalidad. Los siete dolores de la Virgen que meditamos en el rosario llamado así son los siguientes:

1.- La profecía de Simón.

2.- La huida a Egipto.

3.- La pérdida de Jesús niño en Jerusalén.

4.- El encuentro con Jesús camino del calvario.

5.- La muerte de Cristo en la Cruz.

6.- Cuando bajan a Jesús de la Cruz y le colocan en sus brazos el cuerpo muerto de su Hijo.

7.- Cuando sepultan a Jesús.

Estos representan los siete momentos culminantes de los dolores de la Virgen. Y se han representado esos dolores con siete espadas que traspasan el corazón de María. Hay que advertir que estos siete dolores están en relación con Jesús. El sufrimiento de María proviene de la total unión de María con el Redentor.

La tradición del viacrucis recoge una escena sobrecogedora: Jesús camino del calvario, con la cruz a cuestas, se encuentra con su Madre. ¡Qué momento tan duro para una madre! Ese cruzar silencioso de miradas. Nuestra vida, a veces, es también un duro viacrucis. No suframos sin sentido. Con mera resignación, busquemos, por la cuesta de nuestro calvario, esa mirada amorosa y confortante de María, nuestra Madre. Siempre que queramos encontrarla, ahí estará ella, dispuesta a acompañarnos, a consolarnos y compartir nuestros padecimientos.

Los dolores de María fueron más grandes que los de Abraham en el sacrificio de Isaac, puesto que aquel bajó con su hijo del monte y Ella no: el suyo fue sacrificio consumado.

Entre las prescripciones del Antiguo Testamento, el Éxodo contiene una de gran sentido humanitario: “No cocerás al cabrito en la leche de su madre” (Ex 34,26), para exigir a los ju-

díos a evitar esa crueldad aún con los animales. Sin embargo, con María no la tuvieron en cuenta, porque fueron parte de los dolores de Cristo, la presencia dolorosa y doliente de su Madre, y no hubo tormento más grande para la madre que la vista del Hijo atormentado.

Los dolores de María no tienen medida:

Por su capacidad para sufrir: la capacidad de sufrir se deriva de la capacidad de amar, porque el amante sufre con los dolores del amado. La capacidad de sufrimiento es equivalente a la santidad de cada uno. Decía San Juan de Ávila: “Vos, la más santa y la más lastimada, la más querida y la más angustiada, la más alta y la más abajada…Si mucho la amaste, mucho la afligiste; si muy santa la hiciste, mucho la angustiaste”.

Por sentirse Ella misma causa de la Pasión: padece más aquél por quién Cristo padeció más. Dionisio el Cartujano decía: “Tanto más padeció Cristo por una persona, cuanto a mayor dignidad haya sido elevada ésta”. Cristo sufrió por María para preservarla inmaculada del pecado, para hacerla llena de gracia.

Por el fin de sus dolores: María quiso sufrir para honrar infinitamente al Padre, para compensar el pobre amor que el hombre ofrecía al Padre, para unirse y acompañar los dolores de su Hijo.

Podemos contemplar a María en su camino de retorno desde el Sepulcro. La comitiva que haría compañía. ¿Es posible hacer compañía en una situación así? Allí estaban María Magdalena, María Salomé, María de Cleofás, José de Arimatea, Nicodemo, Juan. Cierran el sepulcro y regresan en silencio porque falta Jesús. También nosotros hemos perdido de vista su cuerpo, hemos de acostumbrarnos a vivir en la fe: justus vivit ex fide. De regreso se encuentra frente al monte Calvario. Ve la Cruz, lo único seguro en este mundo cambiante, inestable como el mar: “crux stat dun vovitur orbis” (la cruz permanece estática mientras el mundo da vueltas…). Y al ver la cruz la adora. ¡Qué diferencia con nosotros, que escapamos a la Cruz! Ella la adora, ese mismo día, el viernes Santo, llega al Cenáculo y da las gracias a José de Arimatea y a Nicodemo, y ahí le llega la soledad desgarradora. Y lo peor de todo,… el dolor de una madre que ve morir a su Hijo, y lo ve morir de esa manera. No podremos sospechar, ni remotamente, lo que significó ese dolor para su corazón de Madre, al contemplar, en silencio, la pasión y muerte de su Hijo. Ella que sabía perfectamente quien era Él y tuvo que callar, sufrir y obedecer. Esa es la voluntad de Dios. Otra escena conmovedora: Jesús muerto en los brazos de su Madre, que lloraba su muerte; y aunque le cueste creerlo, no hay duda, está muerto. Él que era el Hijo del Altísimo, el Salvador de Israel; Él que era la Vida; Él, está muerto. Dura prueba para la fe de María. Su Hijo, el destinatario de todas las promesas, yace ahora cadáver en su regazo. Pero aun así, la fe de María no se extinguió, siguió encendida y luminosa.

Bibliografía: Santos Evangelios; Documentos Vaticano II; Revistas y Webs católicas.

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Fotografía: Ignacio Blanco
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Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena

Textos de José Miguel Carretero Escribano, Javier Caruda de Juanas y Antonio Pérez Valero

Lo que el año 2020 ha representado para el mundo en general, y para el entorno nazareno en particular es difícil de describir. Por ello los coautores de este artículo decidimos la necesidad de recordar a aquellos nazarenos cuya tulipa ya no volverá a iluminarnos. Pero también comprendimos que las circunstancias actuales nos impedían elaborar un censo de aquellos que se han incorporado a aquella procesión del mas allá que nos relató el pregonero.

Pasará alguna generación hasta que en las Hermandades se diluya el recuerdo de Marcelino, Luis, Gregorio, María Paz, Aniceto, Francisco, Gloria, Antonio, Juan José, Eduardo… a los que aquí queremos rendir homenaje de forma global, sin distinciones, sin apellidos, de algunos de ellos no tendremos conocimiento de su ausencia hasta que la normalidad permita a la cofradías celebrar sus juntas, sus actividades, sus desfiles y en ese momento será cuando descubramos la ausencia de nazarenos con los que hemos compartido penitencia, sufrimiento, alegría, banzo, discusiones, abrazos…

Por ello de común acuerdo decidimos ofrecerles nuestro reconocimiento de forma global, dedicando las siguientes líneas a quien nos representó a todos (y hoy más que nunca deseamos en su figura ver representados a todos aquellos nazarenos a los que ya añoramos), pues esta es una de las obligaciones del Presidente de la Junta de Cofradías, y Santos Saiz Gómez ejerció este cargo y asumió esta obligación durante casi veinte años.

Para todos ellos nuestra oración y recuerdo.

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Fotografía: Julio Palencia

DON SANTOS: MI PÁRROCO

Amén de todo lo mucho demás, Don Santos ha sido, cuatro décadas bien colmadas, mi Párroco: primero de hecho, porque mi familia, aun viviendo en Carretería, siempre fue de “El Salvador”; luego, ya en Maestro Pradas, pasamos de derecho a su jurisdicción como “feligreses regulares”, que así nos definió, finísimo, en dos palabras polisémicas.

Tiene esa Iglesia suya y nuestra, la del gran capuz por torre y las recias campanas que dialogan con Mangana, un sí sé qué especial: la Semana Santa quintaesenciada; los Pasos tan queridos, siempre en sus Capillas esperando; esa nave central altísima y abovedada, amparo de silencios y de rezos; el Coro misterioso desde el que izamos a los Cristos a sus andas; el reloj secular y seglar sonando puntual escondido en su recoveco; sobre todo, para mí, los recuerdos.

De golpe se me aclaran las brumas de la niñez y veo a Don Santos recién llegado, joven y discreto coadjutor, a la vera de

su hermano Don Julián y a sus órdenes, asistidos ambos por la sapiencia magistral de Emilio, el último gran Sacristán de Cuenca, quien sabía estar en Misa y repicando, hacer la colecta y tocar en el armonio las piezas eternas (“Pange lingua”, “O sacrum convivium”) y las novedades de Cesáreo Gabaráin (“Pescador de hombres”, “Juntos como hermanos”).

Era el tercer destino pastoral para este huelamero serrano conquense, nacido en 1933, formado entre Uclés y el Conciliar de San Julián, misacantano en el 58, con un breve periplo iniciático por Arcos, Tondos, Navalón y Fuentesclaras (las cuatro humildes Parroquias a la vez) y un septenio en Villamayor de Santiago. A “El Salvador” arribó en octubre del 66, recién cumplida la presunta e insegura “edad de Cristo”: los treinta y tres. Y maduró, del todo y en segundo plano.

Fueron, creo, tiempos felices al principio, de culto exquisito y de cultivar toda la cultura, la sacra, la del arte, la de la vida

en fin; mientras, los entonces niños nos colábamos, insolentes y silentes, en la Sacristía, fría estancia donde olía a incienso, al humillo de la estufa de leña y, a ratos, a los cigarros apurados con fruición por algunos oficiantes.

Ocho años después, la marcha del mayor de los Sáiz Gómez convirtió, repentina e inopinadamente, a Don Santos en el nuevo Párroco, por mandato episcopal: un roto, un rito, un reto no buscado pero aceptado por obediencia debida, aquí no eximente penal sino obligación jerárquica. Era mayo de 1974. Sería para casi media vida suya.

Le tocó así y desde el inicio plantar cara al viento que de cara venía, a una época socialmente ilusionante pero que ya tendía al invierno espiritual, con una población envejecida y menguante como los medios materiales y con un futuro incierto para el templo rico en historia y en goteras. Ahí se doctoró “cum laude”, lo que puede explicar, si ello es posible, la doble carga que pronto recibiría en añadidura: el deanazgo catedralicio y la tormentosa Presidencia de la Junta de Cofradías. Desde luego, le cogió bien entrenado.

Y aquí, con algún conocimiento de causa por mi parte, puedo decir y escribo que poco tiene que ver la situación actual con la pretérita de aquel momento. Me ciño a la Parroquia, que es el ámbito de este texto, y claro que la Iglesia es la

misma, como lo son las Hermandades en ella radicadas (con alguna recentísima incorporación): las pudientes lo siguen siendo y las demás tienen bien saneadas sus cuentas y ahora la colaboración entre las sotanas supérstites (es una forma de expresarme en cuanto al vestuario del clero; basta para mí que se vea que se es cura y, sobre todo, que se sienta y perciba por los hechos) y las túnicas (mayormente moradas, pero también amarillas, celestes, negras y blancas, y hasta rojas granates las de los banceros del Apóstol) es, razonablemente, potable. Pero hace apenas una generación de todo había en esa viña del Señor a media ladera de la acrópolis conquense, y ahí vendimió Don Santos.

Actuó ejercitando una de sus virtudes seguro que mentada también por mis hermanos coautores: la sagacidad. Define así el Diccionario de la Real Academia Española el adjetivo sagaz: “astuto y prudente, que prevé y previene las cosas”; bien podían haber añadido en su ideal versión para Cuenca (que a pesar de todo existe, la Ciudad), un “o sea, como Don Santos Sáiz”. Era un rasgo claro de su carácter, muy reservado, poco o nada dado a efusiones y bastante desconfiado de entrada; a ello le unía el talento de agudo observador, la perspicacia de un humor sutil y el antídoto de la misericordia para frenar una ironía acerada que le brotaba con facilidad extrema.

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Por José Miguel Carretero Escribano

Y se aplicó a lo principal y a lo urgente, por este orden. Del mundo nazareno parroquial unos ayudaron más y de buen grado para potenciar las solemnidades cultuales (así, por ejemplo, ejemplares, Nemesio y Modesto -los inolvidables hermanos Pérez del Moral-, con Llandres, por Los Espejos; Miguel Muñoz, con Eduardo Fernández Palomo, por la Soledad; o, dicho sea sin petulancia, pero en honor a la verdad, mi padre por La Agonía, con Félix Blasco, Morón y Patiño) y otros, venciendo mutuos recelos a base de sensatez y buen sentido, se afanaron de verdad en aportar con largueza caudales y empeños por mejorar la casa común edificada, cuidándola y acreciendo su patrimonio artístico, de los pies a la cabeza, del suelo al techo, de los retablos a, muchísimo después, la primorosa puerta de Zapata.

Las cosas, todas, funcionaron. La Parroquia sumó a sus atractivos del ayer un dinamismo notable, hasta en el detalle no menor de la duración de las Misas: Don Santos ajustaba los tiempos con la precisión de un relojero suizo (o conquense, que loados sean Notario, Gimeno y demás colegas paisanos), cual metrónomo de carne y hueso, yendo al grano en las homilías, agilizando las comuniones, aderezando la liturgia con toques de calidad musical clásicos y modernos (aquel formidable coro joven de la misa de una, que de por sí justificaba el lleno) y sin dejarse nada por rezar ni por decir. Aplicó la misma brevedad y precisión a las confesiones, sin abroncar y esprintando si escuchaba avanzar el prefacio y el canon a pocos metros. Y en la gestión suya burocrática y económica, cualquier comparación con las Administraciones Públicas conocidas y sufridas resulta odiosa (para éstas, claro) y penosa para nosotros.

Una explicación coadyuvante, nada secreta, de esa laboriosidad diligente, nos la ha dado, en su obituario escrito para uso doméstico eclesial, atinado y exacto, Don Anastasio Martínez, sacerdote casi coetáneo: “Nunca la salida del sol lo despertó; madrugaba más que él”. Era la pura verdad y de ello podrían dar fe las vecinas monjitas Siervas de Jesús, cuidadoras de enfermos y cuidadas por él con Eucaristías al alba, o familias especialmente atribuladas por el dolor físico y moral, algunas muy cercanas a mí por amistad fraterna, a las que confortó. Es obvio que cuando las horas se estiran y uno se aplica, el tajo cunde.

No estuvo solo, ni en lo personal (bien socorrido primero por su tía y luego por su hermana Teo) ni en la Parroquia. En ésta tuvo tres compañeros principales sucesivos: Don Teodoro, cariñoso y sociable, el citado Don Anastasio, hacedor de iconos y de otras buenas obras, y Don José, discreto y eficaz; todos ellos, por cierto, afables colaboradores de las Hermandades nazarenas. Y junto a ellos pasaron y desfilaron también,

entre otros, los dos Rafaeles (en especial el ya mítico “Don Ra, el rápido, el cura de la Seat”, vasco de Lezo, pero también el otro, Cañada, alto, enjuto y seco), Aurelio Patón, de casta hortelana, y hasta Andrés Carrascosa antes y después de ser Monseñor del Vaticano.

Avanzó imparable su tiempo y el nuestro. Unos nos hicimos mayores, rebasando el mediodía vital hacia la tarde; él se hizo viejo. Pero siguió a pie firme, en buen pie; siempre con el pie en el estribo, aguantando en exceso y sin descuidos, cansado pero igual de activo, desafiando los achaques enojosos.

Así hasta agosto de 2015, en que, al fin, le dejaron dejar de ser Párroco, a sus 82 cumplidos y a punto de cumplir los 49 en “El Salvador”, 41 de ellos a su frente. Con la casa en orden y ordenadamente.

Y en ese trance, para unos molesto y para los más ansiado, Don Santos “se hizo un Ratzinger”, total, apabullante, incontestable: directamente desapareció. Por supuesto, y por su puesto finiquitado, nada de homenajes (a veces para vanagloria cuando la gloria es vana; en demasiadas ocasiones, impostados) y, en cambio, plena práctica suya de ese undécimo mandamiento que quizá se le deslizase a Moisés de las Tablas por los vericuetos del Sinaí: “no estorbar”, ni al sucesor ni a nadie.

Desde luego, ahora que nos oye igual de bien y que nos lee en visión cenital y celestial, aprovecho para decirle que no puedo estar más de acuerdo con él. Acaso esto me sirva para compensarle por esas algunas pocas disparidades de criterio, formales, que tuvimos en la manera de entender algún asuntillo de la Semana Santa: era un estímulo conversar, que no discutir, con él, siempre deferente conmigo. Y es que en el fondo las cosas estaban claras, como un bello amanecer de Pascua: había que sumar y multiplicar, nunca restar ni dividir; perseverar en la caridad; fomentar la formación cristiana de los cofrades por las Hermandades al tiempo que valorar el clero la limpieza de corazón de los nazarenos con sus Pasos y sus Procesiones. Ahí queda eso. Y en esas estamos.

El 4 de abril de 2020, sábado de Pasión, víspera de Ramos, D Santos Sáiz Gómez transitó de la luz a la Luz. Hasta en esto, ayudado sin buscarlo por las tremendas circunstancias, no pudo ser más discreto; imposibles resultaron las exequias que se le debían, que se merecía, igual en la humildad máxima. Reposan sus restos mortales en San Isidro, excelente lugar, atalaya rocosa, unión de tierra y cielo. Pervive lo inmortal, sobrevive lo eterno. Por descontado, brilla la esperanza. Y por ella pienso, sintiendo y presintiendo, que nos reencontraremos: sería un honor sobrevolar con él, mejor un Viernes Santo, “El Salvador”, a medio camino entre tulipas y estrellas.

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Nunca la salida del sol lo despertó; madrugaba más que él

16 AÑOS DE PRESIDENCIA NAZARENA

El 18 de enero de 1977 la junta de diputación de la junta de cofradías, a través de su vicepresidente, el siempre recordado Manuel Saiz Abad, nombra una junta directiva provisional en la que la presidencia de la institución vuelve a ser ocupada por un seglar, concretamente Eduardo Fernández Palomo. Dicha propuesta es elevada para su aprobación en la junta general que tuvo lugar el día 7 de febrero confirmando dicho nombramiento así como “la elevación a la autoridad eclesiástica competente de un proyecto de reforma a alguno de los artículos de los vigentes estatutos de esta Junta, al objeto de que el cargo de Presidente de esta Entidad no tenga necesariamente que recaer en el Asesor Religioso, sino que puede ser ostentando por un miembro cualquiera de la directiva, previa designación por la General.”

Tres semanas después, el 28 de febrero, se celebra junta de diputación en la que el Sr. Fernández Palomo da lectura a un escrito remitido por Monseñor Guerra Campos en el que se nombra como Asesor Religioso-Presidente a Santos Saiz Gómez, posponiendo la reforma estatutaria a la conclusión de los desfiles procesionales del año 1977.

En la Junta General, celebrada el día 16 de marzo de 1977, se da lectura a la constitución de la Junta de Diputación, realizada por Monseñor Guerra Campos, con nombramientos válidos desde el 5 de marzo de 1977 hasta la Semana Santa de 1978.

Haciendo un pequeño viaje en el tiempo, en la Junta General celebrada el día 26 de mayo de 1993 se da lectura a un escrito

del Obispo de la diócesis, con fecha 20 de mayo, en el que se nombra a Antonio Pérez Valero presidente de la Junta de Cofradías. Dieciséis años después un seglar, por fin, presidía la máxima institución nazarena. No deja de ser curioso (aunque a quien conozca el día a día de la Junta de Cofradías no le sorprenderá) que algún miembro de la Junta de Diputación dudara de la legalidad de este nombramiento debiendo aclarar el presidente saliente que la máxima responsabilidad e interpretación sobre los estatutos recaían en Monseñor.

Fueron años en los que la Junta navegó en un ambiente marcado por la velocidad y profundidad de los cambios que se vivían en la sociedad española, años en los que se agudizó un trasvase de la vivencia religiosa a la identidad cultural, años en los que comenzó cierta pérdida de peso de la institución nazarena incrementándose en igual medida la autonomía de las hermandades para crear y organizar diversas actividades. Y al frente de esta institución lo que entonces se denominaba La Mesa. Sí, no había entonces comisión ejecutiva, ni la junta de diputación estaba compuesta por un miembro de cada hermandad puesto que la llegada de Santos Saiz a la Junta vino acompañada de la ampliación del número de miembros de la Junta de Diputación, pasando a tener representación todas las hermandades. Fue esta, la Mesa, la que dirigió con firmeza los caminos de una Junta de Cofradías que mantuvo su idiosincrasia a pesar de la obligada aceptación de los cambios sociales que se sucedían a un ritmo vertiginoso. Eduardo, Aurelio,

Luis, José y Manuel perduran en la memoria nazarena como los responsables de las actividades nazarenas en Cuenca durante este periodo. Y con ellos Don Santos. Aparentemente figuraba como asesor-religioso siendo la mayoría de sus intervenciones relativas a gestiones ante el Obispado o como Párroco del Salvador. ¿Podemos pensar, entonces, que tuvo un papel secundario? Todo lo contrario. Si hay una palabra con la que podemos calificar a Don Santos Saiz es sagaz tal y como la denomina la Real Academia de la Lengua: Astuto, prudente, que prevé y previene las cosas. Y así fue la labor que realizó en la Junta de Cofradías.

Sería demasiado tedioso enumerar aquí todas y cada una de las actividades que en este periodo realizó la Junta de Cofradías pero ejemplifican una de las grandes virtudes de esta Mesa puesto que realizó una perfectísima labor de bisagra entre las diversas directivas inmersas en el empeño de la restauración de los desfiles procesionales conquenses tras la guerra civil y aquellas que, recogiendo la costumbre nazarena, actualizaron y modernizaron la gestión de la máxima institución nazarena.

En cuanto a la recuperación de los diversos desfiles procesionales debemos fijarnos, fundamentalmente, en la recuperación del paso de la Santa Cena, anhelo de la comunidad nazarena desde su desaparición en la contienda civil. Durante este periodo se incluyen en la Junta de Cofradías la hermandad de la Santa Cena, la hermandad del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo y se daban los primeros pasos para que también lo hiciera la hermandad de la Negación de San Pedro. Sumamos también los pasos de “El Encuentro”, “Jesús en el pretorio”, “El Descendido” y “Nuestra Señora de la Esperanza” que desfila el domingo de Ramos. Para ser exactos en esta relación, hemos de dejar constancia de la explícita oposición del presidente de la Junta sobre la inclusión de esta imagen mariana al estimar que no tiene suficiente calidad artística para integrarse en nuestra Semana Santa.

Sin lugar a dudas el éxito más perdurable de esta fructífera etapa es la concesión de la distinción de interés turístico internacional. El Boletín Oficial del Estado de 16 de febrero de 1980 concede este galardón tanto a nuestra semana santa como a la semana de música religiosa. Dicho reconocimiento no tenía carácter vitalicio pudiendo ser revisado cada año. Es de suponer la ingente cantidad de información y documentación que tuvo que enviarse a la secretaría de estado de turismo. No fue sencillo obtener este reconocimiento. En esta ocasión sólo se concede a Sevilla, Málaga y Valladolid junto a la nuestra. Contrasta el orgullo que para la ciudad siempre ha supuesto esta declaración con la frialdad con que se trata en la propia Junta de Cofradías. Tan sólo en la sesión de cinco de marzo de 1980 “se invoca el sentido de responsabilidad que alcanza a los representantes y a las Cofradías, tras la declaración oficial de nuestra Semana Santa, como de interés turístico internacional, junto a la de Sevilla, Málaga y Valladolid”. Ni más ni menos.

La discusión del tema “Turbas” es una constante a lo largo del mandato de Saiz Gómez en Junta de Cofradías evolucionando en la atención al mismo. En 1977 se indica que la procesión de la madrugada no ha transcurrido con normalidad debido al comportamiento de grupos ajenos a los autorizados por la hermandad que se mezclaron en el grupo “Turbas” y observaron una conducta censurable en todos los aspectos. Como consecuencia de este comportamiento es el propio presidente el que pregunta a la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Salvador si ha tomado alguna medida en relación con el grupo denominado “Turbas” (llama la atención que unos meses antes se hable de un grupo ajeno y que posteriormente se pida medidas para controlar el grupo “Turbas”). La respuesta nos habla de la autorización exclusiva a los 36 miembros (así reza en el acta de enero del 78) que antiguamente se contrataba para este fin.

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Por Javier Caruda de Juanas

Muchas soluciones fueron propuestas para el problema que en la década de los 80 había en la procesión Camino del Calvario: Designación por parte de cada cofradía de un número de miembros de confianza para que obliguen a respetar la tradición e impidan incidentes; gestión ante la autoridad competente del respeto del horario de cierre de bares y tabernas; suspensión de la participación de las hermandades implicadas en la procesión de la madrugada; si en 1978 se habla de autorizar a 36 miembros, en 1980 se piensa renovar 800 credenciales de “turbistas” con 80 capataces como servicio de orden; presencia de antidisturbios…

Lo que es cierto es que los años ochenta contemplan la degradación de parte del desfile Camino del Calvario temiendo incluso que algún día surgiera un chispazo de violencia. Parte del trabajo de la Mesa y del resto de miembros de la junta de diputación se encaminó a tomar cuantas medidas fueran de su competencia pero, año tras año, se reconoció que la magnitud de los problemas superaba la capacidad de la propia Junta de Cofradías por lo que, poco a poco, la problemática del Viernes Santo conquense fue girando hacia la consecución de un horario que fuera viable para los tres desfiles ocupando buena parte de los esfuerzos nazarenos. El desarrollo del viernes santo conquense bajo la presidencia de Santos Saiz daría para un monográfico que, sin lugar a dudas, sería de sumo interés.

Dieciséis años dan para mucho, aciertos, errores, problemas, soluciones, proyectos que cristalizan, otros que se quedan en el limbo… Con el fin de dibujar un panorama de esta gestión haremos una somera relación de los puntos más significativos de la presidencia de Santos Saiz.

Se mantuvo un constante pulso con el Cabildo de Caballeros sobre temas como la cuota anual, la presidencia ejecutiva o la organización del desfile del Santo Entierro. Se propone permitir el acceso a la Iglesia del Salvador en la madrugada del Viernes Santo exclusivamente a banceros y porta insignias. Se modifican los horarios de las procesiones de los dos domingos. Se creó un coro que interpretó el “Miserere” hasta la creación del Coro del Conservatorio. Se realizan campañas de ayuda a la Semana Santa. Se aprueba la aportación a la Junta de Cofradías por parte de las hermandades del 10% de lo que se recaude por la subasta, sistema que, con alguna variación, se mantiene hoy en día. La procesión de Paz y Caridad tenía que esperar para retomar su desfile hacia la parte baja de la ciudad hasta que concluyesen los Oficios en la Catedral, finalmente se decide empezar dicho descenso 20 minutos después de la llegada del último paso. Esta gestión fue realizada personalmente por Santos Saiz ante la autoridad eclesiástica. Se propuso crear una Banda de Cornetas y Tambores. Se revitaliza la Archicofradía de Paz y Caridad que había sido administrada por la hermandad del Jesús del Puente. Son habituales las contrataciones de bandas militares (Pavía, Marina, Ejército del aire, Inmemorial nº1…) Se hace especial hincapié en la indumentaria

de los hermanos. Se solicita a las hermandades material como datos, fotografías, historia (esta petición es hecha por el propio presidente lo que confirma su magnífica labor como investigador en todos los órganos en los que trabajó) con el fin de crear un archivo nazareno. Se publican las primeras cintas de cassette con marchas de semana santa así como los primeros videos promocionales. Ante el espinoso tema (para esta época) de la participación femenina hubo infinidad de posturas, algunas de las cuales nos escandalizarían en este siglo XXI siendo zanjado este asunto con una intervención de Santos Saiz remitiendo una consulta a quien, por jerarquía, gobierna. Se acondicionó la Iglesia de San Andrés como almacén de cuarenta andas. Se celebró el denominado “Cincuentenario” en conmemoración de los 50 años de desfiles procesionales tras la Guerra Civil. Por primera vez se expiden credenciales a aquellos fotógrafos profesionales que lo solicitan. Se mantuvo una actitud vigilante con determinados comportamientos como baile de pasos, banceros destapados o comportándose indebidamente…Se comienzan a hacer sesiones mensuales de la Junta de Diputación. Se inicia el estudio de la duración de los desfiles procesionales ante el alargamiento de estos. Se batalló con el ayuntamiento con el fin de conseguir más presencia en la elección de cartel y pregonero. Y tantos y tantos otros…

La intervención de Santos Saiz en el día a día de la Junta de Cofradías pareciera esconderse en los temas puramente eclesiásticos. Pero decíamos antes que fue una persona sagaz por lo que en todos y cada uno de los asuntos trabajados por la Mesa está presente la mano del, hasta ahora, último presidente religioso de la Junta de Cofradías.

Nombrado por un año supo nadar y guardar la ropa al frente de la institución nazarena, renovándose su mandato una vez concluido ese primer año. Aguantó los envites de quienes buscaban el cambio en la Mesa, obedeciendo las instrucciones dadas por Monseñor Guerra Campos quien decidió nombrarlo y decidió sustituirlo.

Perfecto conocedor del papel que Monseñor Guerra Campos le había encomendado al frente de la Junta de Cofradías, asumido en ejercicio de obediencia al Prelado de la diócesis no dudó en rechazar la propuesta que en 2009 las hermandades de la parroquia de El Salvador, a iniciativa de la hermandad de San Juan Evangelista, le hicieron con el fin de ser designado pregonero de nuestra Semana Santa. Y si decíamos que la sagacidad era una de sus características, otra fue la ironía. En la visita pastoral realizada con posterioridad a ese ofrecimiento comentó a Monseñor, con ese toque irónico, el nombramiento y el rechazó.

La mochila nazarena de Santos Saiz debe valorarse exclusivamente a la luz de la situación social, nazarena y económica de los años en los que se desarrolló su presidencia hacerlo de otra manera nos llevaría a no entender la dimensión del trabajo realizado por la Mesa, trabajo del que todos somos herederos.

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El éxito más perdurable de esta fructífera etapa es la concesión de la distinción de Interés Turístico Internacional, el 16 de febrero de 1980

SU LEGADO CULTURAL

Aun cuando por motivos “nazarenos” había coincidido en numerosas ocasiones con Don Santos entonces Presidente de la Junta de Cofradías, no fue hasta 1986 cuando tome conocimiento de que no solo había dedicado su vida a la pastoral parroquial, sino que no había escatimado esfuerzos para cultivar su pasión por el estudio y la investigación.

Fue en una conversación, teóricamente protocolaria, celebrada en su despacho parroquial para presentarle al entonces Prior de la Comunidad Agustiniana Escurialense Gonzalo Díaz O.S.A. que había de presidir la función religiosa que se celebraría en la iglesia de El Salvador dentro de los actos conmemorativos de los “400 años Camino del Calvario”. El arte y la historia fluyeron rápidamente en un coloquio que se alargó bastante más de lo previsto y del que justo es decir me convertí en ignorante comparsa (mientras uno defendía la vida parroquial, el otro lo hacía de la vida conventual). Imposible calcular el tiempo transcurrido. Acabada la lección magistral de la que fui entretenido aprendiz y tras despedirnos de Don Santos nos dirigimos hacia la parte alta de la ciudad. Gonzalo no pudo por menos que expresarme su sorpresa ante una personalidad que no esperaba encontrar al frente de una parroquia y que definió con dos precisas calificaciones: ¡Qué hombre tan increíblemente sagaz! ¡Qué gran Prior hubiese sido!

Ambos estimularon mi curiosidad investigadora y paralelamente se incrementaron mis comunicaciones con D. Santos. Aquella tertulia fue la semilla que desemboco en una sincera admiración y amistad que se prolongó hasta su fallecimiento.

Santiago Palomero Plaza, Conservador – Director del Museo Sefardí de Toledo, en el Catalogo del Museo Diocesano de

Cuenca, definía a Santos Saiz Gómez (Don Santos, para amigos y no tan amigos, porque ese grado de respeto se había labrado a lo largo de una vida dedicada a la Diócesis conquense, y muy especialmente a su patrimonio cultural con máxima dedicación a su parroquia de El Salvador y a la Catedral de Santa María):

“Ser sacerdote, fotógrafo, investigador, restaurador y conservador pueden parecer extraños oficios para caer en manos de la misma persona, pero para los que conocemos las interioridades del Patrimonio de la Iglesia Católica en España, es un hecho conocido que se dan en D. Santos” […] “`Porque ha habido que tener la paciencia de varios santos para realizar la obra de D. Santos” […] “Por todo esto hay que agradecerle a D. Santos el legado que nos hace, que es mucho más que el de unos objetos litúrgicos bien inventariados, conservados y expuestos dignamente”. Pese a ser un trabajador incansable, únicamente tenía publicados dos libros y el minucioso y único plano existente de la Catedral conquense:

· CATÁLOGO MONUMENTAL DE LA DIÓCESIS DE CUENCA. (Tomos I y II). Editado por la Diputación Provincial de Cuenca en 1987. Los trabajos para estos volúmenes se iniciaron en 1977 cuando cuatro sacerdotes recorren durante cuatro años las trescientas cuarenta y cinco parroquias de la Diócesis de Cuenca, inventariando todos los bienes religiosos y levantando planos de los edificios. Se trata de Santos Saiz Gómez, Emiliano Alonso Fernández, Santiago Salcedo y Anastasio Martínez Saiz.

· CATÁLOGO DEL MUSEO DIOCESANO. Editado por la Diputación Provincial de Cuenca en 2004. Previamente en 1984 el mismo autor había realizado una guía explicativa

con diapositivas del Museo. El Museo Diocesano de Arte Sacro de Cuenca creado por decreto del Obispo José Guerra Campos el 28 de enero de 1977, fue abierto al público el 23 de mayo de 1983, siendo su arquitecto Fernando Barja Noguerol y su diseñador y montador Gustavo Torner de la Fuente. En Capitulo Extraordinario del 14 de abril de 1988, Santos Saiz Gómez fue elegido Director del Museo Catedralicio.

Pero de su infatigable labor investigadora son testigos los numerosos y minuciosos estudios que nos lega, no publicados pero si editados. La edición la realizaba el propio autor de forma artesanal con su fotocopiadora de color y su máquina de escribir, maquetaba e imprimía, únicamente ajeno al proceso de encuadernación. Por ello se trataba de ediciones de muy reducida tirada pero que componen una maravillosa, imprescindible e irrepetible colección sobre el patrimonio religioso de nuestra ciudad:

· COLECCIÓN DE ESTAMPILLAS DE LA DIOCESIS DE CUENCA (sellos en tinta). 1994 y 2013. Curioso volumen que reproduce un total de setecientos sesenta y seis sellos de cada una de las trescientas cuarenta y siete parroquias y conventos existentes en la Diócesis, terminando con los sellos episcopales abarcando el periodo de tiempo desde 1850 hasta la actualidad.

· CATÁLOGO-INVENTARIO DEL PALACIO EPISCOPAL DE CUENCA. 1996

· INVENTARIO DE LA PARROQUIA DE SANTIAGO. 1999. Lo realiza con motivo de la segregación de esta parroquia de la Catedral.

· ALMACENES DEL MUSEO DIOCESANO Y PALACIO EPISCOPAL DE CUENCA. 1999

· CATEDRAL DE CUENCA. Ornamentos. Tomo I. 2001

· INVENTARIO DE LA PARROQUIA DE EL SALVADOR. Inventario y Apunte Histórico- (recopilado en 2004 con un total de 817 páginas que conforman un completísimo trabajo)

· ALFOMBRAS DE CUENCA. 2006

· CATEDRAL DE CUENCA. RELIQUIAS. 2007 (Este trabajo consta de un total de 378 páginas. Las primeras 169 destinadas a reproducir y describir cada una de las doscientas treinta y cuatro reliquias conservadas incorporando los diversos documentos de su autentificación. El resto del volumen destinado a la figura de San Julián recogiendo en primer lugar diversas reproducciones de libros de la época, así como un apéndice de la documentación existente sobre su culto en el Archivo Capitular; incorpora el expediente de 1945 incoado sobre los restos del Santo, así como las declaraciones de los testigos sobre la cremación de los restos del Patrono de la Diócesis en 1936. Termina el trabajo con reproducción de iconografía sobre el Patrón de la Diócesis, tanto la conservada en el Templo Catedralicio como en otros templos del Obispado o en otros más alejados geográficamente, e inclusive en colecciones particulares.)

· CATEDRAL DE CUENCA. Ornamentos. –tomo II. 2008

· CATEDRAL DE CUENCA. INVENTARIO. 2009. (Quedan inventariados, reproducidos y descritos mil trescientos treinta y seis bienes recogidos en las 696 páginas que componen este trabajo).

· CATEDRAL DE CUENCA. REJAS Y FORJA. 2010

· CATEDRAL DE CUENCA. ÁLBUM FOTOGRÁFICO. 2012 (En un total de 616 páginas se recogen en este álbum más de mil trescientas fotografías).

· INVENTARIO DE ORNAMENTOS DE LA PARROQUIA DE EL SALVADOR. 2014

Pese a que he descrito únicamente aquellas obras que he tenido la posibilidad de saborear (no siendo posible en las actuales circunstancias acceder al resto de ellas) creo que es suficiente para valorar la importancia del equipaje documental recopilado, que se completa con una magnifica e insólita colección de más de ocho mil diapositivas y una extensísima biblioteca que en su mayoría ha pasado a engrosar el ya voluminoso Archivo Catedralicio de Cuenca.

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Por Antonio Pérez Valero Fotografía: Gregorio Cubillo

Elevado a la responsabilidad de Canónigo en 1987, es elegido por votación de los Capitulares Presidente del Cabildo Catedralicio en Capitulo Ordinario del 1 de febrero de 1992, puesto que ocupara durante veintiún años, previas las correspondientes elecciones de los componentes del Cabildo.

Son muchos los proyectos que en este dilatado espacio de tiempo se producen en el principal templo de la Diócesis: En el mismo año de su elección se lleva adelante el primer proyecto de iluminación de la Catedral.

Aun cuando el proyecto de instalación de las vidrieras para la Catedral, se remonta a 1987, no será hasta el capítulo del 6 de junio de 1992 cuando obtenga la preceptiva autorización para hacerlo realidad, siendo los vitrales inaugurados el 24 de abril de 1995.

Igualmente se contrata el arreglo del órgano de la Capilla del Espíritu Santo con el taller de organeria “Hermanos Desmottes”.

Tan solo un año después se procede a la restauración y limpieza del órgano de la capilla del Sagrado Corazón de Jesús y se procede a la restauración de Tres tablas del siglo XVI del retablo de Santa Ana y de las tablas “El Nacimiento de Jesús” y “La presentación de Jesús en el Templo” ambas obras de Martin Gómez el Viejo y depositadas en el Museo Diocesano. Se procede igualmente a la instalación de nueva reja en la capilla de Santa María previa restauración de dicha capilla.

El acondicionamiento del Archivo Capitular y la apertura de los óculos situados sobre los órganos catedralicios para dar más luminosidad al templo, son junto con la restauración del retablo de El Calvario sito en la capilla de los Albornoz (se completara posteriormente la restauración de la totalidad de esta capilla también conocida como capilla de Los Caballeros), obras de las realizadas en 1994, año en que se autoriza al Instituto de Conservación y Restauración de Madrid para iniciar los estudios que culminen con la restauración del Arco de Jamete.

Será 1995 el año en que comiencen las gestiones que desembocaran en la recuperación del Claustro Catedralicio con la constitución de una escuela taller creada con esta finalidad, procediendo igualmente a la restauración de diversas obras como: El Calvario atribuido a Diego de Flandes; El Calvario; La Piedad de Alabastro del siglo XV; los sepulcros de los Montemayor, Gómez Vallo y otros de los situados en el Claustro; dos estatuas de la Virgen María.

La organización y celebración del Octavo Centenario de la venida de San Julián a Cuenca concentraran los esfuerzos Capitulares de 1996. Actos que serán presentados por el Cabildo el 14 de junio de dicho año.

En 1998 se aprueba el Plan Director de Actuaciones en la Catedral, constituyéndose así un instrumento que servirá de guía para la restauración del Templo Diocesano. Adjudicado por concurso, se ajusta y regula el futuro calendario de intervenciones. Comienzan sus actuaciones con la intervención en sótanos y sacristía convirtiéndolos en espacios museísticos, se consigue también la recuperación del volumen externo de la Capilla de la Asunción, ultimando la última etapa del plan en 2010 trabajándose en la consolidación de la Torre de la Linterna y dando fin a la recuperación del Claustro Catedralicio.

Durante la vigencia del Plan Director continúan las restauraciones y una de las más importantes es la recuperación de los dos órganos principales de la Catedral, El Órgano de la Epístola es recuperado en el año 2006 y el del lado del Evangelio tres años después. Culminando tan importante renovación con un concierto celebrado el 4 de abril de 2009 en el que por vez primera en muchos años puede escucharse al unísono el sonido de ambos órganos.

El 18 de marzo de 2011 tras veintiún años ejerciendo el máximo cargo de responsabilidad sobre el Templo Diocesano, cesa como Deán del Cabildo Catedralicio.

El esfuerzo de cuantos en esos años tuvieron la responsabilidad de la gestión catedralicia germinó y unido a los desvelos de quienes heredaron este compromiso, originaron el impulso imprescindible para que hoy la Catedral conquense sea posiblemente el más admirado y valorado de los monumentos de la ciudad.

Alejado de puestos de responsabilidad mantuvo su compromiso y entrega para con el patrimonio diocesano y día tras día la madrugada se sorprendía al encontrarlo en su extensa biblioteca en compañía de su breviario, su máquina de escribir, sus proyectos… (En esta última etapa de su vida se encontraba realizando recopilación y transcripción de homilías y prédicas, agrupadas por Ciclos Litúrgicos y Temáticas, así como la compilación de textos de carácter pastoral como Ejercicios Espirituales, platicas y sermones).

Hasta que el 4 de abril del pasado año pasó a engrosar ese doloroso número de amigos desaparecidos, dejándonos como precioso legado el ejemplo de una vida dedicada al estudio y al trabajo.

Las circunstancias de la fecha de su fallecimiento favorecieron que sus restos se incorporasen al Cementerio de Canónigos en la Ermita de San Isidro, en la Hoz del Júcar en lo alto de esta tierra a la que dedico su vida, en la más estricta intimidad. Como a él le hubiera gustado, sin fastos ni parabienes, de los que había huido toda su vida, buscando la máxima recompensa en la obligación cumplida, en la satisfacción del quehacer bien hecho.

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Por todo esto hay que agradecerle a D. Santos el legado que nos hace, que es mucho más que el de unos objetos litúrgicos bien inventariados, conservados y expuestos dignamente
Fotografía: Luis Pascual

Fotografías: Catedral de Cuenca /Gustavo

INTRODUCCIÓN

Tal y como nos han dicho los escribanos litúrgicos a lo largo de los tiempos, “la Luz de Dios se hizo necesaria en el templo”, por eso esas catedrales góticas que comienzan en el siglo XIII –entre ellas la de Cuenca- empezaron a modificar las estructuras arquitectónicas al poder elevar sus muros gracias a las bóvedas sexpartitas que con tanto ahínco y maestría aplicaran los monjes de Cister, modificando constantes vanos en sus paredes para que una condensación de luz incandescente fuese transformando esos templos oscuros en grandes edificios donde la Luz del Cielo llenase espacios recónditos por medio de vitrales inmensos y coloristas. Todo comenzaría en ese siglo XIII y la figura de santos, profetas, operarios, reyes y ángeles irán ocupando sus espacios en edificios pos-románicos, preludiando lo que a partir del siglo XIV ocupará sentido como gótico en dos etapas, en esa transmutación de la sobriedad y oscuridad a la elegancia y luz.

Ese será el tiempo de las catedrales, de su búsqueda del cielo, elevando pináculos y torres hacia el deseo de paz celestial. Luego, los siglos XV y XVI serán decisivos para la ornamentación, destacando la utilización del vítreo y la iconografía catequética en vidrieras elegantes y maravillosas.

Por tanto, observamos como las grandes vidrieras catedralicias llegan a España durante la época de los Reyes Católicos, siendo el siglo XVI el que añadirá multitud de piezas interesantes para el vidrio pintado, arte que se desarrollará con mucha difusión en los siglos XVII y XVIII, en medio de ese creciente uso de la vidriera sin pintar.

Si observamos el barroco como estilo y luego vamos a esa época romántica, sin olvidarnos del neogótico del XIX, vemos un elevado número de figuras que Dimas Pérez, llamará “relamidas y dulxonas imágenes pintadas”, esas que estarán lejos del concepto de iluminación mística que tuvieron los artistas de otros tiempos pasados.

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Por Miguel Romero Saiz. Cronista Oficial de la Ciudad y correspondiente de la Real Academia de la Historia Villalba

LA LUZ EN LA CATEDRAL DE CUENCA

En algunos escritos románticos se dice que “la catedral de León es tal, que si quedase suspendida desde lo alto, se asemejaría a un farol”, y sin duda, tiene toda la razón del mundo; tal que podría también suceder a la catedral de Cuenca, sobre todo aquella primitiva levantada a partir del siglo XIII por el empeño de la reina de Castilla, doña Leonor de Inglaterra, esa misma catedral que consagrase el Arzobispo toledano don Rodrigo Jiménez de Rada.

Si analizamos su estructura, observamos esos detalles que la diferencian de las demás. El cerramiento de ábsides –el de la capilla mayor con su doble fila de ventanas y los cuatro absidiolos, escalonados de dos en dos, a ambos lados del mayor- y del doble transepto, formado en su primer momento por aquellos grandes vitrales, según nos dice en su tratado Rodrigo de Luz. Y es que igual pasa en la linterna, llamada Torre del Ángel, más los rosetones de los tres hastiales, permitiendo todo ello poder imaginar aquella magnífica belleza que debía de haber tenido nuestra catedral, no hay duda.

Si analizamos el estudio de la catedral, sobre todo el que nos reflejará el arquitecto Lampérez en su memoria escrita y realizada para la reforma del siglo XX, sabemos que en aquel siglo XIII la catedral se ampliaría en sus tres naves añadidas a los pies. Sobre todo, la central, iluminada con grandes óculos, correspondiéndose a esos aéreos círculos que cabalgan sobre ese triforio que tanto llama la atención, con las naves laterales iluminadas por otros óculos menores o rosas cegadas en algunos de los casos.

Pero es que la Girola, construida en la segunda mitad del siglo XV, es la parte más oscura de todas con esas luces irregulares ya que se acumulan muchísimas obras en todo su perímetro, objetivo de obispos y estilos.

Y es que si analizamos todas las partes del edificio que fueron modificadas o construidas en los siglos XVI y XVII como son la Sala Capitular, la Sacristía Mayor, algunas capillas del XVI y la del Sagrario del XVII no aportaron luz al espacio edificado pues cada uno intentó adecuar sus espacios de iluminación independientemente sin favorecer al espacio catedralicio total. Si vemos lo realizado en el siglo XVIII con el Transparente, pretendiendo iluminar la zona del sepulcro de San Julián, tal vez nos sirva para entender ese objetivo de abrir nuevos espacios como los ventanales de la capilla de Santiago o la del Pilar, modificando así esa escasa luz que hasta ese momento había.

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Por tanto, no hay duda que será el siglo XVI el más importante en la resolución de vidrieras y para ello, los investigadores como Gema Palomo o Dimas Pérez, nos aportan documentación clara de ese taller de vidrieras existente en la ciudad y cuya profusión será determinante a lo largo de este siglo y del siguiente.

Aunque su misión es mantener, limpiar y adecentar las existentes, la necesidad de aplicar nuevas vidrieras a espacios o modificar las que hasta ese momento hay, vemos una intensa actividad a partir del 1547. Así aparece en el Coro, la nave central, el rosetón norte y la de la fachada principal.

Un gran maestro destacará en la ciudad y este no será otro, que el famoso Giraldo de Holanda que en esos años colocará la del Hospital de Santiago. Su gran trabajo se ex-

tenderá hasta bien entrado el 1557 destacando toda su actividad en cuanto al cuidado y mantenimiento, lo que en el Libro de Fábrica dice “adobar vidrieras” y podemos aseverar el gran poder figurativo en todas ellas, algo que le hacía experto y maestro. Unos años después, aparecerá otro vidriero importante, Pedro Valdivieso, continuador del gran maestro holandés, haciendo sobre todo, las vidrieras de las ventanillas del cabildo y las de la capilla del Bautismo.

Le sucede su viuda, primera mujer dedicada a esta actividad, María Rodríguez de la Puente, luego los Matarana -bien estudiados por la académica Mari Luz Rokisky-, el italiano Natarelo quien casará en Cuenca, teniendo su propio taller de reconocido prestigio, el mismo que realizara una gran vidriera en 1608. Llegará el siglo XVII con una grave crisis económica, agraria, ganadera y artesanal, afectando a las re -

formas y modificaciones catedralicias, no sin que con ello, aparezca el vidriero Juan Bautista Bola, momento clave por la desaparición de las vidrieras figurativas siendo sustituidas por vidrios blancos e incoloros.

El noble oficio de vidriero se va degradando en este periodo, apareciendo obras de los que llamarán “latoneros” y en ello queda el significado claro de la utilización de sus usos artesanales, destacando en ese primer tercio del XVIII, Pedro Sáiz y José de Mesa.

Nos cuenta Muñoz y Soliva que “en el año 1859, dos señores capitulares, cuya modestia nos ha impedido manifestar sus nombres, adornaron a sus expensas con vidrieras de colores las once grandes ventanas de la capilla mayor”.

Está claro que la decoración que por entonces se aplicaba fue muy sencilla ya que en la parte cuadriculada alter-

narán el rojo, el amarillo y el azul, sin más. Llegaríamos así al siglo XX en su primera parte, en aquel primer tercio en el que las Guías o tratados sobre la catedral conquense, nos expresan la inexistencia de vidrieras completas en muchos casos, de lóbulos o ventanales vacíos o con irregulares dibujos que apenas se podían percibir. Todo ello no era más que la muestra de la dejadez artística en la que habían caído estos edificios simbólicos, trayendo consigo olvido y pérdida en el deseo de seguir decorando, olvidando por completo el hecho de que eran museos de arte vivo, en esa constante evolución de los estilos. Cuenca no será la excepción, y es el siglo XIX, posiblemente el de menor atención, cuando hay un fuerte deterioro, quedando abandonados postulados y efectos que habían sido la envidia europea en los siglos anteriores.

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LAS VIDRIERAS DEL SIGLO XVI

LAS NUEVAS VIDRIERAS EN ESE CONCEPTO DE LA ABSTRACCIÓN

En 1988, la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha tomaba la decisión de dotar a la catedral de Cuenca de vidrieras artísticas en su totalidad, entendiendo que la mayoría de los vidrios que cerraban los huecos del edificio eran de muy baja calidad, encontrándose muchos de ellos en un estado decadente.

Surge, por tanto, la necesidad de crear un Taller de vidrieros en Cuenca bajo la dirección del maestro francés Henri Dechanet, especializado en la técnica tradicional. A la convocatoria realizada por la Consejería se presentarían cuatro propuestas que correspondían a los artistas Bo -

nifacio Alfonso, Henri Dechanet, Gerardo Rueda y el conquense Gustavo Torner, propuesta que quedaba aprobada, entregándoles el proyecto único para su puesta en escena. Por otro lado, la propia Consejería pedía al Cabildo que diese su parecer sobre los temas iconográficos a aplicar en las mismas, nombrando éste el 6 de octubre una comisión de seis capitulares que empezó a decidir tales propuestas. Tal comisión sugirió que “debía de haber un ritmo temático de los pies a la cabecera de la catedral, a través de la nave central, es decir, de los óculos del triforio, ritmo que se ha de continuar por los ventanales del transepto y terminar en el capilla mayor. En ese espacio continuado habría que desarrollar la Historia de la Salvación”.

Dicho esto, se proyectaba también una distribución aplicada en los diversos tramos de esa Historia por dichos ventanales y para eso, se hacía la sugerencia de temas marianos para la Capilla de Nuestra Señora del Sagrario, figurativos para la Capilla Muñoz y la Capilla de Santiago y geométricos o florales para las demás vidrieras.

El 14 de diciembre de 1990 –gracias a este gran artículo de Dimas Pérez Ramírez aparecido en la revista Cuenca I/ II/93- se programó, en los talleres de la Cooperativa “Vítrea”, una exposición con las vidrieras que componían esa primera fase de las cinco que constaría el citado proyecto y de esa manera poder ser analizadas y contempladas por todos los que deseasen visitarla. En ese momento, se pudo

comprobar el carácter abstracto de los temas y aplicaciones en colores, aspecto que ya conocía el obispo Monseñor Guerra Campos, y provocó entre el público que pudo visitar la misma, una serie de controversias que llegaron a generar una confusión entre vecinos y devotos católicos conquenses, provocando en muchos de ellos, una reacción negativa a esa nueva concepción del Arte de la Abstracción al aplicarse en un edificio clásico de origen gótico.

El proyecto fue encargado en el año 1995 a los cuatro artistas citados: Henry Dechanet, Gerardo Rueda, Bonifacio Alfonso y Gustavo Torner. La empresa Vítrea fue la responsable de la puesta en valor y los vidrios encargados a la prestigiosa fábric afrancesa de Saint Just.

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CONCLUSIÓN

Sin duda, la aplicación de la abstracción en la decoración vítrea de la catedral de Cuenca supuso un hito en el mundo artístico que llevó a modificar conceptos clásicos donde la tradición iconográfica había sentado cátedra.

Todo ello, modificó parámetros de opinión, elevando a su vez, la potenciación de un turismo mediático de fuerte interés turístico por conocer y apreciar la yuxtaposición entre arte clásico y arte de vanguardia, dentro de un mismo edificio.

Habiendo hablado con doctos profesionales expertos en Arte, Diseño, Patrimonio, Estética, Historia, Religión y Teología, creo poder estar en posesión de opiniones altamente cualificadas para establecer parámetros científicos, que nos ayuden, tanto a doctos como neófitos en la materia, a mantener un equilibrio de opinión ante efectos, evolución y continuidad de ese objetivo común en todas las catedrales del mundo: servir como museos de arte vivo.

En base al catedrático de Arte de la UNED, don Víctor Nieto, académico de Bellas Artes, las vidrieras de la catedral de Cuenca suponen un reto especial y difícil en la concepción actual de la Estética vanguardista cuando el templo gótico ha condicionado su evolución a los elementos artísticos de cada movimiento temporal por los que ha tenido que pasar. Así opinaba también el reconocido profesor Simón Merchán, catedrático emérito de Estética: “No es ni más ni menos, que adecuar los mecanismos de ese nuevo arte que ha roto los esquemas de un clasicismo tradicional”.

Acertar o no en la elección del artista elegido o del trabajo personal llevado a cabo es complejo. No hay duda que analizar los resultados, una vez establecidas en cada una de sus hornacinas, supone entrar en la polémica o en la diatriba de si se ajusta o no, al concepto teológico que adorna cada espacio. No es lo mismo, la nave lateral al Altar Mayor que la Capilla del Sagrario, que la Girola o que el Triforio, sin que cada lugar exija mayor o menor exigencia en el tratamiento religioso de su concepción.

Cuando observo las ventanas y sus vidrieras en esa nave lateral de entrada, observamos una luminosidad extraordinaria que proyecta esa deseada luz en la nave central, en los pilares del Altar Mayor, clarificando las secuencias de ellas en ese doble ritmo descendente y ascendente, es decir el ciclo completo del plan divino –como nos dice el canónigo Miguel Langa- cuando manifiesta claramente ese hecho de que “... desde la tonalidad oscura del mundo terrenal nos va elevando hacia la transición del Purgatorio y la claridad del Cielo en su última instancia”.

Aquí, el gran artista Gustavo Torner supo concebir una idealización de la espiritualidad y del deseo de las buenas obras, expresando en su realización que todo viene de Dios, por creación de la nada. Todo vuelve a Dios. La luz cegadora del principio, en ese primer instante, va dejando percibir átomos y partículas cada vez más concretas, en que se insinúan los mares, las tierras, las plantas y los demás seres.

Por eso, el ritmo ascendente que observamos y que también se puede observar desde la situación material y concreta

de lo creado, “nos expresa lo ya purificado e incorporado a la historia de la Salvación, convergiendo hacia Cristo, hacia ese punto Omega en un apocatástasis panta –recapitulación de todo en él-”, en palabras de Dimas Pérez Ramírez Cierto es, que analizar la temática de las vidrieras realizadas por Bonifacio Alfonso sea más difícil si con ello queremos llegar al concepto iconográfico que los propios axiomas teológicos puedan definir, más que nada porque su figurativismo no aclara si nos movemos entre la heterodoxia de la interpretación o la consecución de una luz necesaria para poder contemplar todo su boato pictórico en colorido y forma.

En cuanto a la capilla de la Virgen del Sagrario, la interpretación es más compleja al tener que conceptuar la simbiosis de los extraordinarios dibujos de Vargas con las propias vidrieras de su autor cuyo colorido pretenden recordar los antiguos motivos pictóricos que podían representar en la obra de la antigua bóveda y que ahora, aportan menos luz al espacio.

Tanto Gerardo Rueda en el Coro y el Triforio, como también las de Henri Dechanet, bajo mi punto de vista, ha aportado una concepción bíblica en forma de surrealismo sin olvidar que lo que pretenden es aportar luminosidad a unos espacios claves en la estructura general del templo gótico, de la catedral que en tiempos pasados fue creada para universalizar la obra de Dios. Figurativas o no, Surrealistas o no, Abstractas o no; Vanguardismo, en definitiva, en esa concepción del nuevo arte del siglo XX e inicio del XXI Monseñor José Guerra Campos dijo en su momento, “Quiero dejar claro que, una vez instaladas, si observamos alguna respuesta iconográfica no aceptable o se refleja un punto de vista meramente subjetivo. Sin respetar el lugar de culto, que sepan que las mando levantar sin avisar a nadie, aunque ahora no veo ese peligro”, o las palabras que el arquitecto coordinador Martín Ruiz de Albornoz, en junio de 1992 añadía que “Entenderemos que para llegar a proponer correcciones deberían estar colocadas la casi totalidad de los lotes, a fin de poder evaluar tanto sus efectos como sus interrelaciones. El sistema de montaje de los paneles, técnicamente análogo al utilizado por los maestros góticos, permite en todo momento desmontarlos y bajarlos de su hueco, por lo que las actuaciones son reversibles y evidentemente revisables”, y lo cierto es que, por ahora, primavera del 2021, todo está como surgió en su puesta en valor y tal y como la concibieron sus autores, artistas del siglo XX y creadores del vanguardismo como meta de nuevo arte en la dimensión más actual. Ustedes, visitantes, valoren, estudien, juzguen, pero disfruten, aprendan y sientan el peso del Arte dentro del Arte, de la nueva concepción inmersa en el viejo clasicismo o de la maravilla del gótico en el positivismo de lo moderno. Un lujo y un placer, por lo menos, para un servidor. En el año 2025 se cumplirán los treinta años de su ejecución e inauguración y esa Historia de la Salvación seguirá exigiendo, entre creyentes y agnósticos, que el valor del Arte y la Luz, magnifica la existencia del ser humano como tal.

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BIBLIOGRAFÍA · Alnahud de Lasarte, Juan; Cerámica y Vidrio ARS Hispaniae X. Madrid, 1952 · Luz Lamarca, Rodrigo; La catedral de Cuenca del siglo XIII, cuna del gótico castellano. Cuenca, 1978 · ACC. Actas Capitulares 1457-1463-1465 · ACC. Libro de Fábrica. II 100 y 106 v. El Día de Cuenca, jueves 4-X-1990 El Día de Cuenca. Especial asco Histórico 6/XIII/1992 Pérez Ramírez, Dimas. Revista Cuenca I y II/199 Lara Martínez, Laura y María. Artículo sobre las vidrieras para la revista Cuenca. 2014

Por la Comisión Ejecutiva de la JdC

Durante los días 6, 7 y 8 de marzo del pasado año, 2020, una delegación de nazarenos conquenses nos desplazamos hasta la localidad de Huesca para cumplir con la invitación que nos había cursado La Archicofradía de la Santísima Vera Cruz de esa ciudad para que les mostráramos cómo vivimos y sentimos en Cuenca la Semana Santa.

La representación la compusimos tres miembros de la Comisión Ejecutiva, Jorge Sánchez Albendea, Rodrigo Merchante Yébenes y Antonio Abarca Contreras -presidente, secretario y vicepresidente, respectivamente, de la principal institución nazarena de nuestra ciudad- con nuestras esposas.

Esta vez la iniciativa no había partido de la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías como en ocasiones anteriores cuando presentamos nuestra Semana Grande en el Círculo de Bellas Artes o el Museo Thysen de Madrid, o cuando fuimos a Sevilla o Cartagena. En esta ocasión eran los nazarenos oscenses los que se pusieron en contacto con nosotros para invitarnos a ir a su ciudad.

La Archicofradía de la Santísima Vera Cruz de Huesca fue instituida y fundada en el ex convento del Carmen de la Observancia de la ciudad hacia el año 1500. En Huesca, esta Archicofradía actúa como lo que en Cuenca viene a ser la

Junta de Cofradías y aglutina bajo su emblema a las catorce cofradías de la Semana Santa oscense. La finalidad de la Archicofradía es fomentar la devoción a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, mediante la organización de las procesiones y actos complementarios, así como la conservación y guarda de todos los enseres de los que es propietaria; y a través de todo ello, promover la vida cristiana de sus cofrades. La Semana Santa oscense está conformada por veintidós pasos. Esta archicofradía viene desarrollando durante los últimos años un interesante programa, denominado “Semblanzas de la Semana Santa”, por el cual, durante un fin de semana, un grupo de personas representativas o referentes de una de las “Semanas Santas” de nuestro país muestra a los cofrades oscenses las particularidades y características de su Semana de Pasión. Un fin de semana de convivencia intenso, en el que se van alternando actos más o menos institucionales con otros más lúdicos y distendidos, dando como resultado una extraordinaria actividad en la que un continuo y constante intercambio de experiencias y emociones produjeron un profundo conocimiento de las dos realidades sobre el mismo hecho: la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

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Fotografías: Carlos Jalle

Los actos comenzaron en la tarde del viernes, 6 de marzo, con la celebración de una Eucaristía de bienvenida en la iglesia de Santo Domingo y San Martín, oficiada por el obispo de la Diócesis, D. Julián Ruiz Martorell. Dando la coincidencia de que el obispo diocesano de Huesca es conquense, y en su homilía tuvo unas palabras de recuerdo sobre los años vividos en nuestra ciudad y de cariño hacia sus paisanos. Tras la misa, la Archicofradía ofreció el concierto “Semblanzas de la Semana Santa”, a cargo de la Coral Santo Domingo, dirigida por Laura Luque, y de la Burtinae Orquesta.

La actividad de la delegación conquense en Huesca continuó el sábado, 7 de marzo, con la visita al Palacio Municipal en el que tiene su sede el Ayuntamiento, la Santa Iglesia Catedral de la ciudad, la tienda “Ultramarinos La Confianza” y al almacén de pasos de la Archicofradía de la Stma. Vera Cruz de Huesca.

El Palacio Municipal de Huesca es un edificio histórico que reúne en uno dos importantes monumentos oscenses: las Casas de la Ciudad, en las que el Concejo ha gobernado Huesca desde el año 1461, y el Colegio de Santiago, fundado en el siglo XVI, que perteneció a la antigua Universidad de Huesca.

La Santa Iglesia Catedral de la Transfiguración del Señor de Huesca, una joya del gótico español cuya construcción transcurrió entre los siglos XIII y XVI. La traza general del templo está compuesta en cruz latina con capillas laterales y tres naves de cuatro tramos además del crucero. La Catedral de Huesca está en el lugar más elevado del cerro sobre el que se asentó la urbe primitiva constituyendo, junto al ayuntamiento y otros edificios, el centro del recinto histórico de la ciudad.

Tras la visita a estos edificios más emblemáticos de la ciudad, nuestros anfitriones nos dirigieron a un establecimiento comercial, “Ultramarinos La Confianza”. Una tienda en la que nada más acceder pareciera que el tiempo llevase detenido cien años.

Tras el parón para la comida, la tarde comenzó con la visita a los almacenes donde están guardados la mayoría de los pasos oscenses. Los pasos permanecen montados y guardados durante todo el año en esos locales, siendo muy pocos los que reciben culto en los templos. Circunstancia ésta que nos llamó poderosamente la atención, ya que en Cuenca sería imposible que nos pudiéramos pasar todo una año sin poder ver a nuestras sagradas y queridas imágenes.

A las 19:00 horas, el salón del Tanto Monta del Museo Diocesano de Huesca acogió el acto de presentación de la Semana Santa de Cuenca, de la que el obispo de la diócesis y el prior de la Archicofradía de la Stma. Vera Cruz de Huesca ejercieron como anfitriones.

Nuestro presidente, Jorge Sánchez, ofreció una conferencia sobre la historia, evolución y señas de identidad de la Pasión conquense, acompañado por el secretario y el vicepresidente de la institución nazarena conquense. Para finalizar, se proyectó el vídeo promocional de la Semana Santa de Cuenca 2020.

La jornada concluyó con una cena de hermandad en el hotel Sancho Abarca, en el transcurso de la cual se hicieron entrega de varios reconocimientos y obsequios en recuerdo por nuestra visita.

El acto estuvo amenizado por Toño Julve, un popular y reconocido jotero oscense que nos dedicó unas sentidas y emocionantes coplas, a las que le correspondimos compartiendo escenario para cantar algunas piezas del folklore conquense.

Con la visita al Castillo de Loarre y a la Colegiata de Bolea en la mañana del domingo, pusimos punto y final a la edición de 2020 de “Semblanzas de la Semana San-

ta”, con el regusto que queda tras el deber cumplido y por haberlo pasado estupendamente bien: contándole a la gente de Huesca nuestra verdad sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo; por haber conocido una ciudad con la que nos une muchas más cosas de las que en un principio nos creíamos; y, sobre todo, por los lazos de amistad establecidos con los hermanos de la Archicofradía de la Vera Cruz.

Una gente maravillosa, excelentes anfitriones, a la que esperamos poder corresponder, tan pronto como se pueda, con la pertinente invitación para vengan a seguir conociendo, in situ, lo que les acabábamos de contar y poder agasajarlos con al menos una parte de la hospitalidad que ellos nos demostraron.

Todo esto sucedió justo una semana antes de que España entera se confinara en sus casas. Fueron los últimos besos, abrazos y risas que compartimos sin ningún tipo de reparo; las últimas comidas multitudinarias sin el temor de que estuviéramos haciendo algo malo o peligroso; los últimos paseos sin importarnos cuantos íbamos y lo cerca que estábamos unos de otros;…

Gracias por todo, hermanos cofrades de Huesca.

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Cuenca
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Si lo pienso me pongo a llorar, pero no quiero perder la ilusión para cuando el virus que domina nuestra vida desde hace ya un año, nos permita viajar a la ciudad encantada, Cuenda, que respira aire cofrade todo el año y devolver la visita que en 2020, la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca realizó a nuestra ciudad, Huesca, que con el devenir de los acontecimientos se convirtió en lo mejor que pudo pasarnos en ese año triste, gris, desanimado del 2020..., sin poder manifestar nuestra fe en las calles y acompañar esas imágenes que los que somos cofrades llevamos prendidos al corazón como un emblema, y que este año se vuelve a repetir.

Pero el sentido común y la protección de la salud de todos debe primar sobre todo lo demás. Ello no impide que la Semana Santa se siga celebrando, aunque sea de un modo diferente, cuando llega la primavera.

Aún perdura en mi memoria el aroma y el buen sabor de boca de la visita que el año pasado un fin de semana de marzo, que hoy parece tan lejano, realizó la representación de la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca, que aceptando la invitación de la Archicofradía de la San-

tísima Veracruz de Huesca, presentó su Semana Santa en Huesca, en el Programa Semblanzas de Semana Santa, que nos da a conocer las Semanas Santas de otros lugares de España, en un intercambio cofrade de vivencias.

Fue un intenso fin de semana de compartir con los hermanos cofrades de Cuenca, nuestro patrimonio, nuestra ciudad, Huesca, ciudad pequeña que presume de hospitalaria. Intercambiar esas vivencias cofrades que sólo entiende quién vive la Semana Santa como algo muy suyo y necesario en nuestra agitada existencia, vivencias personales, mesa, mantel, risas, confidencias y porque no decirlo hasta algún cotilleo que otro.

Qué grandes sois hermanos de Cuenca, una vez más pude comprobar que en la normalidad y la humildad está la diferencia, calificativos que engrandecen a las personas.

Nos impregnasteis de un aroma a incienso, de una luna de Parasceve, de sonidos de tambores, de turbas, de calles, de cuestas empinadas, de horquillas, de bandeos, de sudores de frentes, de pesos sobre los hombros, ¡¡bendito peso!!, de horas de penitencia paseando vuestra fe sin miedo de día, de tarde, de noche, emocionados bajo el

relente de miles de personas en las calles que con emoción contenida esperan el paso de sus imágenes: de esas imágenes de vuestros Pasos Titulares; de esas subastas de puestos, de enseres; de esos pequeños nazarenos que visten el horizonte de futuro, de que esto no puede tener fin;… en resumen nos impregnasteis de una ciudad, de unas gentes, que viven por y para su Semana Grande y que sólo tiene un nombre y que es SEMANA SANTA.

Gracias Jorge, Antonio, Rodrigo, Marta, Paqui y Laura, fuisteis nuestro mejor regalo de Cuaresma. Ignorantes estábamos de lo que nos esperaba, pero el miedo, el dolor y el encierro, nos enseñó de golpe a valorar lo que tenemos y esperar con más ilusión, si cabe, que llegue esa luna de Parasceve, que anuncia la primavera, remueve los corazones y podamos celebrar de nuevo nuestra Semana Santa como se merece.

El recuerdo de aquel marzo, inspira en mí unos versos cargados de sentimiento, que sólo los entiende quien como yo, es una humilde cofrade:

Anoche yo lo soñé que hermanaba dos ciudades, separadas en el mapa pero respirando el mismo aire. A una la riega el Isuela, a la otra el Júcar y el Huécar. Una arraigada entre montañas, ideada por los árabes, con recinto amurallado y sus empinadas calles.

La otra apenas tiene muralla, que construyeron romanos descansando en una Hoya, que es puerta del Pirineo. A pesar de sus diferencias, las une el sentimiento cofrade que impregna el aire serrano de sus plazas y sus calles, la alegría de sus gentes, que esperan durante el año que llegue la primavera para sacar la fe a sus calles, nazarenos que acompañan a sus Pasos titulares, con iluminarias filas, latiendo sus corazones al ritmo de los redobles, llorando con misereres, rezando por los rincones. No importa que la distancia separe esas dos ciudades, las une Semana Santa y en una tarde de marzo Cuenca y Huesca quedaron hermanadas para siempre.

Y mientras la pandemia pasa, quiero volver a soñar con Cuenca y sus buenas gentes…

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Por Gloria Ruiz Picazo Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 66 67 Fotografías: Carlos Jalle

Será Semana Santa en Cuenca para siempre

Cuando el mundo se nos vino encima, no pensamos en venirnos abajo. Un nazareno de Cuenca lo es toda la vida, salga o no salga, llueva o nieve. La pasión perdura todo el año y no entiende de edades, sexos, generaciones o contratiempos especiales. Aunque la llama nazarena tuviera que prenderse en casa, los efluvios de su esencia brotaban por las chimeneas. No había rumor de una procesión en las entrañas urbanas, pero a flor de piel en clave conquense, todo sonaba a Semana Santa.

Salimos a aplaudir a las calles vacías. Entonamos la garganta muda y afinamos la voz que salía de Mangana con un Miserere tan colmado de nostalgia que convertía en procesiones las agujas del reloj.

Pusimos las marchas en los balcones rememorando a los nazarenos de gorra de plato y las notas reverberaron en el corazón del hogar. Altavoces al viento y madera, y metales a hierro y fuego en el alma, la percusión en latidos que mantenían el espíritu nazareno con vida.

Amaneció un Domingo de Ramos resplandeciente sin Borriquilla ni hosanna. Costalero, el himno al pasado de un recuerdo que duele, pero que traslada directamente a San Andrés sin moverse del salón de casa. Palmas de manos que se juntaban. Aplausos de los que no se piden en Cuenca cuando hay imágenes, pero que se convirtieron en

horquillas a ambos lados de la calzada sin ramas de olivo, ni bailes, ni bendiciones. Jesús entró en Cuenca y de tan llena de pena, la encontró vacía.

Lunes Santo que nos dejó sin palabras. Silencio negro por una mirada al cielo y un hábito nazareno que clamaba: “Dios mío, ¿por qué nos has abandonado? El duelo confinado en una vuelta a la propia casa y un rastro de cera que fue dejando siete quebrantos y una cruz en la garganta.

Perdón por un Martes Santo sin Salvador ni Esperanza. Las aceras se bautizaron de un pentagrama escrito con sirenas de policía, bomberos y ambulancias. Sin más esclavitud que la de uno mismo y sin más aspiraciones que señalar a las nubes y esperar buenas nuevas. Aguardando la luz de otro año y vistiendo de oro viejo la desnudez de una ciudad sin su pasión más profunda.

Miércoles sin capuces blancos y con crespones negros. Cenas sin imágenes, deslucidas por el amargor de un momento sin cuerpo ni sangre. Durmiendo en un lecho sin poder velar ni la hora en que la traición pasaba bajo la ventana para besar los cristales. La espada que cortaba el aire y las dudas, la oreja pegada al celaje para negar el recodo en que se escondía la luna. Cautivos y desarmados, nos presentamos ante una desolada travesía para cantar las alabanzas interiores y escribir el evangelio de la amargura.

Paz y caridad en una campana que tañía por nuestro propio apresamiento. Huertas que esperaban sin éxito su abono. De un fervor amarrado a la columna vertebral de la túnica presa en el armario con percha de caña y ribete encarnado. Lágrimas salpicadas con el dolor de la herida abierta y la cruz de un Jueves Santo atrapado en la hiriente soledad de su secuestro.

Lanzamos los versos al aire para que sonara un clarín como un quejido en la madrugada. Sístoles y diástoles en tambores bajo la lluvia que no suspendió la salida, pero dio la entrada. Turba hogareña encaramada a lo más alto del cielo. Escarnio pandémico de un virus que se llevaba todo menos las ganas de más. La nueva tradición, la vieja normalidad.

Lloraron los clarines por no escuchar el calor de una fragua donde se forjan los sueños de un sano futuro. Y fuerza en el yunque, y a la enfermedad, martillo. Para que la tristeza más solitaria nunca volviera a estar bajo un palio del pladur más frío.

Sin Semana Santa. En el Calvario. Alzamos la vista hacia la Majestad para que nuestra propia cruz se izara por un confinamiento agonizante y se reflejara en un espejo que devolvía la más oscura de las luminiscencias. Descendimiento de un ánimo que se agotaba como una vela en

una tulipa sin estrenar. Bruno, sombrío y lóbrego Viernes Santo con los hospitales sufriendo su particular Gólgota. Madres e hijos compartiendo la vida y la muerte y llorando lágrimas de madera con sudarios en brazos.

Entierro del hijo de Dios con restricciones de número. Ni siquiera los guiones pudieron velarle. Una marcha fúnebre en una Cuenca desnuda y un canto lúgubre por un sueño eterno yacente. Nos enfrentamos a nuestros propios miedos y rezamos por la vuelta de lo que ya se había marchado.

Reuniones de tres. Marías, que de juntarse, cometían pecado, pero que no se conciben separadas. Con pena y por gloria, se extendió el duelo por un desfile de ánimas nazarenas sin rumbo. Aflicción por los que se fueron y dejaron el mundo un poco más sumido en la desazón. Y al tercer día… También resucitó, pero de otra manera. Sin encuentros ni vuelos de palomas. Sin quitarse en ningún momento el luto ni celebrar más allá de la vida y la Pascua. Resucitó y pervive, como nuestra Semana Santa. Que no ha muerto y nunca lo ha hecho. Será como ha sido y sobrevivirá al desasosiego, suspensiones y todo tipo de circunstancias. Reviviremos. Con todas las personas, momentos y lugares que resucitan en el recuerdo. Y será Semana Santa en Cuenca para siempre.

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Fotografía: Diego Castillejo Arana
Por Juan Ignacio Cantero de Julián

Cuando comenzaba la Cuaresma de 2020, si bien las noticias nos hablaban de la aparición de un virus cuyos efectos eran devastadores, nada nos hacía presagiar que la Semana Santa que se aproximaba iba a ser muy distinta a lo que estábamos acostumbrados.

Ya, por aquellos días, las bandas de música ultimaban los ensayos de las nuevas marchas incorporadas al repertorio; los diferentes artesanos ponían a punto las maltrechas horquillas lastimadas en la anterior procesión; los directivos de las hermandades reclamaban con ahínco los encargos que esperaban estrenar en los ya muy próximos desfiles. Triduos, novenas, besamanos, cultos propios de Cuaresma –algunos sólo fueron proyecto- iban haciendo aflorar el fervor nazareno conquense, que, aunque vivo todo el año, florece cada primavera.

Pero lo que no hubiéramos sido capaces ni de imaginar, sucedió. Y lo que se nos presentó fue una Semana Santa diferente a lo que estábamos acostumbrados. No solamente por el hecho de la suspensión de nuestros desfiles procesionales, sobre todo por el ensordecedor vacío de nuestros templos y calles en esos días de tanto ajetreo, y la particular “Vía Dolorosa” por la que muchos se vieron obligados a caminar.

Decir que no hubo Semana Santa en 2020 es falso, y no hace falta gastar tinta para demostrarlo. Como también es falso decir que las celebraciones litúrgicas del Sacro Triduo Pascual –fuente de todo el Año Litúrgicofueron sin pueblo. Es falso porque toda celebración litúrgica es celebración de toda la Iglesia, y aunque el pueblo no pueda estar físicamente presente, lo está.

Pareciera más obvio poder afirmar que lo que no hubo en 2020 fueron procesiones. Pues también me atrevo a decir que es falso. Intentaré justificar esta osadía.

Una procesión, para un creyente, es una manifestación pública de fe, no solo en el misterio de la vida del Señor, de la Virgen o de cualquier santo que pueda procesionar, sino sobre todo en el misterio de la propia vida.

Procesionar conlleva caminar, y lo hacemos como penitentes, manifestando que nuestra vida aquí en la tierra es un estar de paso, un ir caminando, sostenidos por la fe y conscientes de que necesitamos la ayuda de aquellos a quienes “veneramos”. Somos caminantes, peregrinos, que procesionamos en este mundo camino del cielo, nuestra meta y verdadera patria.

Pues dicho esto, en 2020, aunque nuestros vistosos desfiles no salieron a la calle, sí que hubo procesiones: la de tantos hermanos nuestros que realizaron el paso definitivo. Muchos de ellos lo habían representado en años anteriores desfilando por nuestras empinadas calles con tulipa, capa y cetro o debajo del banzo. Sí que hubo procesiones, sí. Y muchas extraordinarias. En 2020 la Semana Santa duró meses.

Hemos oído testimonios realmente duros. Vivencias personales difíciles de digerir. Creo que lo vivido nos debe hacer pensar y aprender.

Desde el primer Viernes Santo nadie muere solo. En cada cruz y lugar de sufrimiento y muerte está Jesús. En aquel Calvario, la Madre y Discípulo amado pusieron un poco de humanidad ante tamaña atrocidad, como hemos podido ver recientemente en nuestro personal sanitario y diversos profesionales que con esfuerzos sobrehumanos han logrado –cual verónicas- enjugar rostros macilentos.

Después de aquel primer Viernes Santo, la vida para mucha gente siguió igual. Pero quien se dejó tocar por la fuerza del Nazareno comprendió que solo la Pascua ponía las cosas en su sitio. El encuentro personal con el Resucitado fue el motor que hizo posible que muchas personas se animaran a luchar por hacer posible un mudo más humano. Solo la Pascua…

Pues ahí estamos nosotros. Después de todo esto podemos seguir igual. O podemos dejarnos interpelar por lo vivido en el 2020, sin duda una Semana Santa… diferente.

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Fotografía: Antonio Abarca
Por Gonzalo Marín

Desde hace algún tiempo, sobre todo después de escuchar dos magníficas homilías a D. Gonzalo Marín y a D. Ramón Page, párroco de El Salvador y consiliario de la Hermandad de “El Jesús de las Seis” respectivamente, he querido escribir un texto basado exclusivamente en el amor fraternal que debería existir entre los hermanos de las distintas hermandades.

Lo he intentado varias veces, y durante mucho tiempo… Pero no doy con la tecla. Y Dios no me dio el talento que a mi admirado José Miguel Carretero, que es capaz de envolver al lector en un sinfín de emociones y adentrarle en ese submundo imaginativo para sentir unas sensaciones que unas veces nos emocionan y otras nos entristecen. José Miguel tiene ese don como un halo de misterio que es capaz de hacernos volar aun estando con los pies en el suelo.

Conocí a José Miguel en los “años duros”. Yo actuaba de forma interina como representante de El Jesús en la Junta de Cofradías y él lo hacía de pleno derecho por el Cristo de la Agonía. Éramos mucho más jóvenes, y sus intervenciones casi siempre acababan en un acalorado debate sobre el horario del Viernes Santo, y si “El Jesús” era el culpable del retraso que se producía en la procesión Camino del Calvario, lastrando a las demás procesiones del Viernes Santo a un caos de organización. Lo recuerdo perfectamente con sus gafas de pasta y su manera tan personal de gesticular. Allí, y a pesar de defender posturas tan opuestas, empecé a admirarle…, Y a pesar de que alguno de sus escritos en prensa llegaron a molestarme mucho… Siempre lo admiré y hasta incluso, en cierta manera, lo envidié. Hoy, ya han pasado muchos años, nos une un cariño especial y creo que él lo sabe. Siempre será para mí uno de mis referentes de los que tanto he aprendido.

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Fotografía: Julio Palencia
Por Jesús Millán de las Heras

A pesar de todo, quiero que sepáis que hay un tipo de amor que te lleva a creer que todo es posible y que siempre se puede aspirar a más. Todos lo podemos sentir. Personalmente a mí me bendijo con una maravillosa familia: una mujer que aparte de quererme cada minuto, comparte conmigo todo lo bueno y lo menos bueno de la vida; una hija que me llena con su sola presencia y que ha heredado de su padre ese amor enfermizo por nuestra hermandad; y un hijo que es todo bondad y que tiene unos cristales especiales en los ojos con los que ve el mundo, su mundo… Solo él los tiene.

Las palabras no pueden ni empezar a explicar la gratitud hacia Antonio Abarca y toda la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías por la posibilidad que me brindan de poder expresarme en la publicación que nos representa a todas y cada una de las personas que amamos nuestra Semana Santa. He de reconocer que cuando me llegó la oferta estábamos enfrascados en la típica discusión de si la Semana Santa la sustenta y alimenta la fe, o es la tradición y la devoción, o ninguna de ellas. Sí, señores, seguimos con la misma bizantina discusión de hace al menos los casi cincuenta años que puedo recordar.

La Cuaresma de hoy, repleta de actos, besamanos, exposiciones pictóricas y fotográficas, charlas coloquio, conciertos, nada tiene que ver con la de mi infancia y juventud, pero sin embargo veo que las discusiones y polémicas siguen siendo las mismas.

Mi padre regentaba un castizo comercio en Carretería y todos los años, a partir del Miércoles de Ceniza, colocaba en los escaparates unos cuadros del cartel sobre Semana Santa de Alfonso Cabañas, que su nieta Rosa gentilmente nos cedía, y en los altavoces exteriores del local sonaban las marchas procesionales que el bueno de Julián Aguirre nos grababa para tal efecto: Cristo de la Sangre, el Héroe Muerto, Mektub, Marcha fúnebre de Chopin. Marchas fúnebres que a fuerza de escucharlas me aprendí de memoria y que a día de hoy apenas se interpretan… Será cuestión de modas. Con ese ambientillo y la excusa de ojear el desaparecido Diario de Cuenca acudían a la tienda, siempre a la misma hora, Virgilio el hojalatero, Miguel Arcas, el Sr. Benita, Félix Torrecilla, Lorenzo Carretero,… y siempre en tono jocoso y amigable surgía el debate sobre si la Verónica copiaba o no la forma de desfilar del Evangelista, o que para cuándo conseguirían terminar la túnica del Jesús del Puente, o si el Jesús de las Seis se quitaría o no el albornoz para desfilar ese año,... Con el paso de los años, nuestra Semana Santa sigue viva con sus sanos piques y con una solidaridad digna de admiración. Pero lo que sí que ha cambiado y mucho es la sociedad. Una sociedad en la que poco a poco se va instalando un espíritu de intolerancia cuyo objeto es desterrar a Dios de la vida pública. Los nazarenos debemos dar, más que nunca, testimonio de nuestra fe, incluso alzando nuestra voz exigiendo el respeto a la libertad religiosa.

La vida es un compromiso. No se trata de caminar y poner un pie delante del otro, sino que la huella que vallas dejando merezca la pena. Quizás es por eso por lo que me afano en intentar transmitir a los jóvenes que tenemos una gran Semana Santa, una estupenda celebración que se reconstruyó a base de esfuerzo después de la contienda civil. Por eso nuestras tallas no tienen aún el reconocimiento exterior, pero estoy seguro que con el paso del tiempo las tallas de Collaut Valera o Marco Pérez serán objeto de estudio en las universidades.

Tenemos que aprender a conservar nuestra propia idiosincrasia y estar orgullosos de ella. Para ello hay que creérnoslo sin vacilaciones, no intentando incorporar a capón las influencias sureñas, sino defendiendo a ultranza lo nuestro. Creo conocer bien las “Semanas Santas” de Interés Turístico Internacional y en ajuar y valor económico puesto en la calle no podemos competir.

Pero nosotros somos únicos en otras muchísimas elementos que los demás ni sueñan con poder tener: el escenario por donde discurren nuestros desfiles procesionales que tantas veces han evocado a nuestros pregoneros; la manera de portar los pasos; la figura del bancero y el batear de las horquillas en el pavimento; y como no, viniendo de mí, la procesión Camino del Calvario. Es en esto, en protegerlo y mejorarlo en lo posible, en lo que hay que volcar todos

nuestros futuros esfuerzos. Empezando por cuidar el casco antiguo, no llenándolo de reposteros de plástico que sinceramente deterioran la enorme plasticidad del colorido de nuestras fachadas.

Conforme estoy escribiendo me llega la confirmación oficial de la suspensión de los desfiles procesionales para la Semana Santa de 2021. Todos lo podíamos intuir. El mundo está en estado de alerta máxima frente a un virus que nos está echando un pulso tremendo con casi 80.000 muertos. Por eso, casi me avergüenza sentirme como me siento de frustrado y dolorido a la vez, pero no dejo de pensar que finalmente, con la ayudad de todos, seremos capaces de vencerlo.

Y volverán los niños y sus cruces… Y volverá la luz en la Merced… Y volverá la primavera y el sol del Jueves Santo… Y todo volverá a ser normal como antes. Y volverán las ganas. Y volverá el ayer.

Pero hoy estoy roto. Desperté así. Sé que no es justo y que soy egoísta con lo que está pasando en el mundo… Pero hoy estoy roto. Me querría ir. Supongo que se me pasará… Pero hoy no se vivir.

Y volverán las turbas y los abrazos al amanecer… Y será diferente, al menos así lo creo yo… Y volverán las noches de capuces blancos… y la vejez… Y luego, los recuerdos y algún final después… Pero hoy estoy roto.

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Fotografía: Julio Palencia

Media tarde de intenso Viernes Santo. La Procesión de los Cristos dibuja un bosque de cruces en Carretería. Llegamos al Jardinillo triangular, oasis presidido por la albura del imponente Monumento que dialoga con los Pasos. Quietud y movimiento. Y entonces una Banda nos sorprende.

Hace sonar y resonar una marcha antigua, rara y diferente, que nos transporta a las felices brumas de la infancia. Desde la acera, algún nazareno de la orilla aguza la vista hacia las partituras hasta hallar el título igual de extraño: “¡El héroe muerto!”. Así, con los signos de admiración; persignando.

Y en ese trance crucial, de cruz y encrucijada, de Cuenca en carne viva, se unen y abrazan lo casual y lo causal. Porque estamos escuchando, sintiendo, la pieza exacta en el lugar preciso. Aplicada aquí al Dios que agoniza y muere, y con Él, a su lado, de su lado, a otros héroes anónimos y a sus vidas perdidas acaso para nada, siempre por lo peor de que es capaz el hombre: una guerra.

Vamos a intentar contarlo. Y a procurar hacerlo guardando el canon de la diacronía y la cronología, con tres actores principales: uno músico (Mariano San Miguel Urcelay) y dos escultores (Julio Antonio Rodríguez Hernández y Luis Marco Pérez). Sobrevolándolos, las musas; guiando a los dos del cincel y la gubia, el más grande de los suyos: Miguel Ángel Buonarroti.

Por José Miguel Carretero Escribano
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Cuenca Nazarena Fotografía: Antonio Abarca

JULIO ANTONIO Y SU MONUMENTO A LOS HÉROES DE 1811

Abrimos con Julio Antonio, que su solo nombre basta y con él fue y es conocido quien también llamasen, por derecho, “el amado de la crítica”. Como en el título de aquella genialidad de Falla que a mí mucho me emociona (“La vida breve”, oh esa danza española n.º

1), así fue también la existencia terrena de nuestro hombre (18891919); nunca suficiente; jamás en vano, pues feraz fue su cosecha para el Arte.

Hijo de un leonés militar, por ello itinerante, había nacido siete años antes que Luis Marco, en Mora de Ebro, donde su río ensanchado busca el delta. Pasaría pronto, juvenil, a Madrid, cuajando su talante y su talento, siempre deprisa, en un derroche vital y vitalista de poderío y asombro.

Siendo imposible resumir, cito dos claves luminosas. La primera es su serie de “bustos de la raza”, fiel reflejo de una España profunda, a veces enlutada y triste, otras vigorosa por resiliente. Así hasta en los títulos de sus retratos: “María la gitana”, “Minera de Puertollano”, “El ventero de Peñalsordo”. Marcando caracteres y modelos.

Y la segunda nos guía hacia nuestro objetivo de hoy. Es, con seguridad, el mayor y más espléndido de sus grupos monumentales. El mejor. Tiene azarosa historia, a tono con la intrahistoria que, al fin, permanece. Se lo encargó el Ayuntamiento de Tarragona en decisión memorable para memorar a los héroes muertos en el asedio y asalto a la ciudad por los franceses en 1811. Porque se iba a cumplir un siglo. Era 1910. Y el artista, recién viajado por Italia, se puso manos a la obra.

Ajustado a boceto, fiel a sí mismo, compuso tres bellas figuras: un mujer erguida que simboliza a la ciudad, sujeta en sus brazos a un héroe muerto con su cabeza inclinada y yerta; a los pies de ambos, recostado y doliente, otro héroe, herido.

Con la tarea casi acabada, incordiaron, como suelen, las miserias mezquinas. El contrato no se firmó hasta 1916 y además hubo presiones para que aquellas desnudeces nada sicalípticas y todo es-

culturales, no fuesen expuestas. Ganaron los disgustos y las penas. Mientras tanto, al autor le arreció la enfermedad imparable. Lo delata la mirada mustia de sus últimas fotografías, que no es fácil admitir el marcharse a los 30. Y a esa edad muere Julio Antonio. Es 1919. Es el año en que Marco Pérez ha llegado a Madrid. No es por ello seguro que ambos se conociesen en persona. Y sí lo es, patente, que el Luis conquense, con los cinco sentidos bien despiertos, tomaría la antorcha aún humeante, prendiéndola de nuevo. Será su momento.

Pero antes de pasar a nuestro Marco incomparable, añadiremos algunas cosas más de su precursor. No llegó a ver puesto y estrenado su Monumento tarraconense. Lo remató y supervisó la fundición su estrecho colaborador el zamorano Enrique Lorenzo Salazar. Y se acabó inaugurando, entre clamores y con la madre de Julio Antonio presente, en 1931, en mitad de la Rambla Nova que lleva hacia la playa del Miracle.

Constato que allí sigue, supérstite, con su matrona Tarraco y los dos caídos. Y que a los pies puede leerse lo escrito en catalán: “Tarragona als Herois de 1811”. Milagro será que aguante así con la que está cayendo. Porque, claro, tales héroes, hispanos, lo fueron y son por defenderse del invasor … francés.

Hago fervientes votos por que no se les aplique, a ellos y al Monumento, una “damnatio memoriae” (condena de la memoria) a la usanza romana, aunque la locución sea más moderna. Mejor no dar ideas. Pero, puestos en el brete y con lo que pirra el reescribir la historia, con histeria y bula, por lo menos que lo dejen en paz y, si acaso, se apañen con cambiar, falsamente, el 1811 por el 1714. Total, sólo son dos números. Y lo demás, por demás, ya se lo inventarán. Prefiero quedarme con las justas palabras de Pérez de Ayala para una placa en la casa natal de Julio Antonio: “Último de los escultores clásicos y primero de los modernos… Sus amigos escriben en estos muros una fecha que las futuras generaciones hispanas querrán saber”.

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LUIS MARCO PÉREZ. EL ALMA DE CUENCA

Vámonos, vengamos, con Luis Marco. Y nos situamos junto a él volviendo a 1919, recién becado por el Círculo de Bellas Artes y librado de la mili; ligero de equipaje y cargado de ilusiones en la capital de España. A sus veintitrés cumplidos.

La guía de sus mentores en Madrid es clara: seguir la mejor estela empezando con una versión propia de aquellos bustos raciales julioantonianos.

Y aquí Marco escoge bien, lo que hacer, cómo y dónde. Él mismo lo declara: “Yo elegí Cuenca. Tenía interés en que fuera asociado el nombre de mi pueblo a mi trabajo”. Es su palabra. Y la cumple del todo.

Su pueblo es una entera provincia que abraza tres comarcas, tan juntas y distintas; cinco puntas de estrella, como una mano abierta. Y su trabajo va a ser el recorrerla, de arriba abajo, de pie y a pie juntillas; peregrino en su tierra fragosa y preterida. Y preferida.

Y comienza a emular, en el fondo y las formas, al recién Julio Antonio. Se fija en una niña, delicada y preciosa, tersa la piel, liso el pelo, la frente limpia, sencillo su vestir; cándida el alma. Y así nos la presenta y representa. Y la llama, con el diminutivo tierno: “La Princesilla de La Hinojosa”.

Pero el presente lo conmociona, atroz. Retrata en bronce las arrugas de una anciana con un pañuelico aseado cubriendo su cabeza. La vida, que de seguro le fue dura, no la humilló. Y así, conserva erguida la cabeza. Alta. No altiva. Digna y ajada. Pobre y honorable. Una abuela, la nuestra. Una vieja, que es Cuenca.

Y Marco reflexiona, pesimista y orgulloso a la vez. Alguien le ha presentado en Madrid a Eduardo Zamacois, un hispano cubano de escritura brillante. Se queda Luis con una de sus frases sentenciosas: “El alma de Castilla es el silencio”. Al vuelo, a vuela pluma, la coge y la hace suya. Y le añade tres puntos suspensivos y una palabra en grande: “…Cuenca”. Y así titula su pequeña obra maestra.

Saltamos a 1926. Entre medias, ha completado formación con varios viajes europeos. Y en ese punto, son éstos los ingredientes para su arte: juventud levantina (la mediterraneidad); realismo castellano (los mejores de su tiempo: Barral, Victorio Macho); los clásicos grecorromanos; el Renacimiento italiano; los maestros europeos del XIX y comienzos del XX (Meunier, Mestrovic, Rodin); Julio Antonio. Todo suma y nada resta. Y él ya está, llegando a su treintena, en sazón.

Será un gran año. Porque con “El Hachero”, “El Hombre de la Sierra”, “El leñador”, tres nombres para una sola estatua, tres leyendas de lo que leyenda es, Marco acude a la Nacional de Bellas Artes. Y arrasa ganando la Primera Medalla. La máxima.

Miramos y admiramos. La cabeza, enjuta y pequeña, está tomada de un hombrecillo de Las Majadas. Pero el cuerpo, los brazos y las manos, son de Elías De la Fuente, el boleador de Valdecolmenas; el abuelo de mi suegro. Me consta por testimonio familiar directo que Marco reclamó a Elías para posar de modelo y lo tuvo una semana hospedado en el “Hotel Iberia”.

Hasta el detalle del pañuelo colgando por el hombro es suyo, como la arquitectura muscular de la espalda. Hombre de campo y de honor.

Lo tenemos, siquiera en réplica, en el Museo de Semana Santa; antes, en el Parque de San Julián que lo añora y aguarda. Dialoga con nosotros. Y nos cuenta la clave profunda del artista, la lección, el mensaje. Porque Luis Marco retrata la victoria de un campeón, no sólo por el hercúleo poderío del cuerpo. Este hombre, de su tierra de Cuenca, es un héroe.

Y en él, por él, con él, expresa la nobleza no heredada, ganada a base de sudores y labores, en comunión con la Naturaleza arisca y cariñosa. Agua, piedra, madera, ánima y Vida.

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EL MONUMENTO A LOS HÉROES CONQUENSES DE LA GUERRA DE ÁFRICA

Seguimos entre héroes. Porque Cuenca, previsora, ya le había encargado a Marco Pérez un Monumento a los Soldados de la Provincia muertos en África. Él no decepciona y demuestra con hechos, y a lo grande, que ha sabido aprender y es momento de pasar a enseñar.

Contemplando la obra, cierto es que nos evoca la de Julio Antonio para Tarragona. Nuestro paisano debió ver el esbozo y lo hecho por aquél, expuesto en 1922 en Madrid, en el Museo de Arte Moderno del Paseo de Recoletos, con el autor ya muerto y nueve años antes del estreno en su ubicación urbana. En cambio, la conquense fue inaugurada casi recién hecha y, por ende, en esto Marco se le adelantó un lustro.

Tienen ambas en común ese paso de lo divino a lo humano. Porque nos recuerdan, de entrada y sin dificultad, la escena del Descendimiento de Cristo, Dios y hombre. No hay cruz, aunque Luis Marco nos presenta un efecto visual llamativo en el brazo extendido, horizontal, de la figura femenina, acaso sugiriendo el travesaño del “patibulum” y más con el manto piadoso que del mismo pende cual sudario y resguardo.

No ofrece duda la paradoja de ese movimiento del cuerpo inerte: el héroe muerto no es mostrado alzado y levantado por los fuertes brazos del otro varón que lo sostiene, sino que retrata el momento en que es bajado desde un punto más alto, sea vida, sea cruz, hacia la tierra que nos une y acoge. Quien lo sujeta es un San Juan laico, seglar, grecorromano, y a los pies no aguarda el regazo materno de María.

Merece la pena detenernos un instante y comparar ahora dos escenas magistrales: este Monumento a los soldados caídos de Cuenca y el magno Paso procesional que Marco nos tallase dos décadas después, ese Descendimiento extraordinario que supera en vigor y tamaño hasta las creaciones antológicas de Gregorio Fernández.

Yendo al clamoroso grupo nuestro de seis figuras, mostrado a hombros de enlutados banceros, negra túnica, negro capuz, oscuridad y luz, repasamos la lección de geometría: el triángulo, la pirámide; la Trinidad andante.

Tres. De tres en tres. La cruz y las dos escaleras. Nicodemo, Arimatea y Jesús. Cristo, Magdalena y la Virgen. Los dos “Santos varones” y el abatido Juan que ya no es el guapo de la madrugada. Están descendiendo la evidencia que nos desafía, en carne mortal; en carne viva el alma. Se cruzan y entrecruzan. Y nos salen al paso.

Tiene tal poderío el conjunto que se llevó la palma, de calle y en la calle, en aquella Procesión irrepetible de la JMJ que sorprendió a Madrid en 2011. Y expuesto dejó empequeñecida, con perdón pero es verdad, uno al lado de la otra, a la espléndida y primorosa Sagrada Cena de Salzillo. Aunque la grandeza artística de las dos obras sea descomunal, tamaña y pareja. Regresamos al Monumento civil que hermosea ese pequeño jardín (de ahí “Jardinillo”, como el del Salvador) al que los ya casi viejos del lugar le seguimos llamando “de los taxis”, igual que los supérstites ancianos le dicen a San Esteban “San Francisco”. Lo que fue.

Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 82 83 Opinión Fotografía: Antonio Abarca

Buscamos más antecedentes. Más Descendimientos. Los hay a manojos en el mundo del Arte, desde los “manuscritos iluminados” hasta los siglos más recientes. Es imposible, sin ser injusto, escoger entre creaciones de pintores extraordinarios, así es que, buscando el máximo consenso y la cercanía, bastará citar al insuperable Rogier Van der Weyden que tenemos en el Prado, flamencos él y su tabla.

Seguro que Marco Pérez se empapó de todos ellos. Pero aquí estamos entre escultores. Palabras aún mayores. Y en este quehacer suyo dificilísimo, por tridimensional, por volumétrico, hasta por el reto de la carnalidad y el tacto, que le añade otro sentido y se lo da más, nuestro conquense lo tenía muy claro y así se lo decía, con vehemencia, a sus alumnos: “De Miguel Ángel para abajo”. Marcando jerarquías. El caporal era aquel Buonarroti de Caprese y los demás, bocabajo. Por eso el joven Marco le siguió los pasos y luego persistió en la madurez. Traigo en este punto el ejemplo evidente de lo último: nuestra Virgen de las Angustias, tan venerada, sigue el modelo de la “Pietà” del Vaticano, aquella que firmara, irascible, el florentino para zanjar toda perversa duda sobre su autoría. Hay una diferencia conceptual: la miguelangelesca tiene una faz juvenil, como, salvando centurias, la de no pocas Vírgenes casi aniñadas andaluzas, tronos de belleza y primavera, Hijas del Padre; la conquense, porque así la quiso Marco, concebida por él y sin pecado, está en su justa edad para ser y parecer Madre del Hijo.

Hay otra Piedad del mismo maestro óptimo que inspiró a nuestro Luis; antes y para el grupo de los soldados caídos de Cuenca. La vio en Florencia, en Santa Maria del Fiore, la Catedral. Ahora, desde hace unas décadas, por esas cosas que también, y no tan bien, copiamos de los parientes latinos, cambiar y seguir igual como en la frase de Lampedusa, se halla en el llamado “Museo dell´Opera del Duomo”. Lo mejor es contemplarla. Ver para creer y comprender. Son cuatro

figuras, siendo la de Cristo muerto la central y principal. Es otro Descendimiento; sin cruz; con un Nicodemo muy aviejado y pensativo, medio tapada y recubierta su cabeza y con el rostro bien reconocible: es el del propio Miguel Ángel, autorretratado hasta en el detalle de la nariz rota desde la infancia. El escultor ya estaba pisando el arrabal de senectud que dijese Manrique, e ideó la obra para su propia tumba. Pero los avatares lo torcieron, igual que se retuerce yerto el Dios heroico y sin vida. Cuéntase que el autor, en uno de sus arrebatos, locura entre corduras, quiso destruir su creación a martillazos: se quedó, menos mal, en frustrada tentativa, con eximente incompleta, aunque con huellas de fracturas, medio restañadas, en el mármol inocente.

Al final se la vendió a un afortunado en todos los sentidos, llamado Francesco Bandini, inicialmente para su villa romana. El comprador ha pasado a la historia, quedándose, porque su apellido le da nombre a la fúnebre lindura que adquiriese y así es llamada “Piedad Bandini”, aunque algunos se afanen por quitarlo de en medio dejándola en florentina.

Insisten los expertos en aplicar a esta Piedad la teoría y categoría del inacabado, del “non finito”; son los que saben y ellos sabrán. Pero a mí me pasa como con la Imagen del Jesús del Puente nuestro de José Capuz: esa túnica suya tallada a golpetazos y, al fin, el resultado de una acabada expresión de lo infinito. Cuestión de gustos y de amores.

Y para inacabadas, otras Piedades postreras del mismo Miguel Ángel, como la Rondanini milanesa, aunque la idea, la manera, la figura “serpentinata” del Cristo que desciende de la cruz, persiste bien tenaz.

Al fin, sea como fuere, y visto lo que a la vista está, no sería razonable negar el influjo de Miguel Ángel en Luis Marco; de la “Piedad Bandini” en el grupo conquense a los soldados muertos en África. Es que no le quita mérito al genio de Fuentelespino de Moya. Se lo añade, más y con largueza.

MIGUEL ÁNGEL Y LA PIEDAD DE BANDINI
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DE VUELTA A MARCO. LA TUMBA DE CABALLER

Agrego dos cosas. Una es mentar y comentar que este Monumento nuestro del Jardinillo no se acaba en el trío de figuras principales, ni es una estampa sola, frontal. Hay que observarlo por los cuatro costados, como a los buenos Pasos de Semana Santa.

Invito a ello, pues por detrás presenta un relieve broncíneo extraordinario. Es de una joven madre, sutilmente velado su cuerpo, que alza en ofrenda a un niño. Porque la vida vuelve. Y a los pies del pedestal, bajo el escudo del cáliz que fue cuenco y la estrella, talladas están y apiñadas las piñas del inmenso pinar de nuestra tierra. Que esto es Cuenca. Y la segunda y última. Hay más Monumentos funerarios de Marco Pérez entre nosotros. Civiles con sentido religioso. Piadosos en una mixtura exquisita y delicadísima de lo humano y lo divino. Están en el Cementerio Municipal de Cuenca que lleva el nombre de otro de sus Pasos: “Santísimo Cristo del Perdón”.

Ciñéndonos a estos (porque hay otros suyos, en Valencia o Valladolid), es muy conocido, nunca de sobra, el del Panteón de la familia Serrano Andrés que nos recibe casi en la misma entrada del recinto, con ese Yacente en decúbito supino, sin apoyo en la cabeza salvo el santo suelo y con la cabellera extendida como una aureola, como los rayos de un sol que se apaga.

Pero es que muy cerca, en la misma zona añeja, apenas a unos pocos pasos, nos llama, desde su clamor silente, el de la tumba de los Caballer. Es imposible no advertirlo y pasar impasibles de largo; un error, un horror.

Salta a la vista, inmaculado, níveo. Y ya sé que no es fácil deleitarse con el arte entre penas y tristuras, aunque debería serlo pisando la tierra santa de nuestros muertos, con naturalidad, con gratitud y, sí, con esperanza.

Para su amigo y admirador conquense (Manuel Caballer pidió para Luis Marco la declaración de Hijo Predilecto de Cuenca), el artista dio lo mejor, lo sublime. Recreó, recreándose.

En mármol impecable, nos muestra lo implacable y lo suaviza y dulcifica. Hay un yacente que no es Cristo y sí, como Él, un hombre, un héroe muerto. La lección de anatomía es, otra vez, insuperable: ahí está patente el fruto de aquellas clases del Marco joven, aprendiendo Osteología y Miología en las aulas de la Universidad Central.

Al fenecido yerto le apoya la cabeza sobre una mullida corona floral y tras de él le coloca dos figuras aladas angelicales. Y en ellas, doblemente, nos presenta, evidente, al magistral Ángel para el Paso de la Oración del Huerto de San Esteban, el de la noche blanca, el de la oliva del Quinto, el que inspirase a Federico en tromba, en vena: “Sois vosotros, hortelanos, orfebres de la ribera … cada hoja un peldaño leve para que el ángel descienda”.

Aquí son dos, parejos, compañeros, amparando sus alas al que cae de la vida, igual que la joven mujer lo hace con el manto guareciendo al soldado en el grupo del Jardinillo.

Y ante lo más terrible, sus bellas faces ayudan en el tránsito. Con ellas Marco se ajusta a su propio canon; lo defiende y proclama. Porque son las caras de sus “Pomonas”.

Brevemente refiero, con incursión en la Mitología, que Pomona es la divinidad romana de los frutos; de ahí su nombre: poma es plural neutro de pomum, fruta (latín, segunda declinación). Robusta la había representado Aristide Maillol, escultor muy citado por los estudiosos de José Capuz como influyente en la obra de este último. También Luis Marco, igual de muy viajado, se detuvo observando a Maillol y le llamó la atención este motivo. Modestia aparte, lo mejoró. Rematando el conjunto de Caballer, el artista, escultor que imagina, imaginero, desliza otro elemento cristiano sobre el yacente sin llaga en el costado: un rosario grande, como los que llevamos en las Procesiones sujetos del cordón ciñendo la cintura. Rezan con él los dos ángeles. Nos alejamos meditando. Y a la mente nos viene, claro está, ese otro Ángel, uno, único, sin par, impar, que abre sus alas en nuestro Paso y suyo tan querido del Huerto.

Opinión
Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 86 87 Fotografía: David Granero / Esteban Moya

MARIANO SAN MIGUEL Y SU MARCHA “¡EL HÉROE MUERTO!”

Llegamos a la música tras largo recorrido. Y presentamos al autor, retomando motivos. Es Mariano San Miguel Urcelay, nacido en Oñate en 1879, músico militar de carrera, clarinetista en diferentes destinos (incluido el del Regimiento de Infantería Cuenca n.º 27, que sólo tiene nuestro el nombre: es el histórico Flandes); solista en la Orquesta del Teatro Real de Madrid. Por amor al arte, arriesgando, fundó y editó la Revista “Harmonía” (así, con hache recuperada del latín), en la que divulgó las partituras de muy numerosas obras musicales, dícese que más de un millar, haciéndolas llegar a toda España, impresas y libres. Eso lo define y sublima.

Nos centramos aquí en su propia labor creativa y más todavía en su música procesional: sobremanera todo el mundo destaca, con razón, la marcha “Mektub” (1925), emblemática y avanzadísima, acerca de la cual publiqué un texto, para mí predilecto, al que me remito. Pero tiene una decena más, aparte de instrumentar para Banda tanto la “Marcha Fúnebre de Sigfrido”, del wagneriano “El Ocaso de los Dioses”, como una marcha de gloria titulada, curiosamente, “Virgen de la Luz”, de la que es autor Jacinto Guerrero, quien la incluyó en una de sus zarzuelas; todo ello amén de componer dos centenares más de piezas musicales de distintos géneros.

Seis años antes de dar la campanada con “Mektub” (esa teatral introducción de los metales, sonando de cine en todos los sentidos; la emoción constante; la dulzura del trío; el so -

lemne final), es que ya la había dado con “¡El Héroe Muerto!” (1919). Y cierto es que solemos abusar proclamando de una marcha que es “diferente”, pues en realidad casi todas lo son, por principio, aunque no faltan los plagios más o menos evidentes, algunos parecidos sospechosos y las variaciones sobre un mismo tema; pero a veces esa distinción especialísima que nos enamora fulminante es una real verdad como un templo. Y aquí, sucede.

Lo mejor, seguro, es escuchar para sentir; aprender y así quedar prendados. A ello animo e invito, al alcance de todos. Y, como modesto complemento, resumo la historia teniéndolo muy fácil, pues la relata el propio autor en uno de los números de su citada Revista, empezando por lo más principal: la marcha fúnebre “¡El Héroe Muerto!” está dedicada por Mariano San Miguel “A la memoria de Julio Antonio”. Tal cual y de su puño y letra. Y aquí enlazamos todo.

El músico no conocíó en persona al escultor: la inspiración le llegó ojeando y hojeando otra Revista de prestigio, “La Esfera”, en su número de 15 de febrero de 1919, y lo que allí vio y lo subyugó fue una reproducción en fotograbado de una escultura julioantoniana, con un nombre rotulado debajo, “El héroe muerto”. Era parte de su boceto para el Monumento de Tarragona, ese soldado caído que la matrona sostiene: es que se ven los dedos de ésta en el costado del hombre, sujeción amorosa, no lanzada que hiere.

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Y el que se lanzó, con todo, fue San Miguel, quien llevaba varias Cuaresmas con el reto pendiente de hacer una marcha fúnebre. Ésta iba a ser la primera, a punto de cumplir él los cuarenta, porque tiene una marcha anterior casi juvenil, “La Virgen Blanca” (1902), para la Patrona de su Vitoria querida, que es de gloria.

Transcribo, extractando, lo que por escrito nos cuenta: “Apenas comenzado mi trabajo supe que Julio Antonio estaba gravemente enfermo. El día en que murió escasamente tenía yo hecha la mitad de la marcha. No soy supersticioso; sin embargo interrumpí mi labor … y pensando para mi capote: ¡para una vez que encontré título!. Pero por fin me decidí a terminarla, animado sólo por una idea: dedicar(le) mi obra…”.

Y añade: “Pero como los maliciosos abundan tanto como la mala hierba, no faltará alguno que vea en mí el afán de exhibición y el egoísmo de unir mi nombre al del malogrado artista… Pueden ver y decir lo que quieran… Sólo diré que la casualidad puso en mis manos el ejemplar de La Esfera del día 15 de febrero y esto es todo”.

A lo grande, concluye: “Mi marcha fúnebre El Héroe Muerto no es más que una siempreviva que de todo corazón ofrendo sobre la tumba del llorado Julio Antonio”.

Impresiona ahora, todavía más, volver a escucharla atentísimos. Y pensar que acaba de cumplir un siglo, lozana y fresca. Hace cien años apenas alboreaba el cine sonoro (el primer largometraje comercial con sonido sincronizado fue “The Jazz Singer”, estrenado en Hollywood en 1927) y, quizá sin pretenderlo, Mariano San Miguel se adelantó.

NO ES EL FINAL

Me viene a la memoria, para ir concluyendo, “La muerte no es el final”, esa dulce composición del talentoso sacerdote Gabaráin Azurmendi, luego adoptada y adaptada por nuestros militares para homenaje a los Caídos y también, últimamente, interpretada en los desfiles nazarenos conquenses en varios momentos y lugares, incluido, por supuesto, el del Monumento de Marco del Jardinillo de Carretería en el cual empezamos.

Sólo Dios sabe cuando podremos volver y de qué manera, con nuestras Procesiones de Semana Santa; será un alivio, incompleto, tener que preocuparnos en exclusiva de la lluvia, como en 2019, cuando nos aguó el centenario de la marcha de Mariano San Miguel, y el Jueves, y el Viernes, y el Sábado, y mejor no seguir. Aquí hemos podido,

Desde luego, lo hizo con “Mektub”, que es, en sí, una banda sonora apoteósica, transportándonos a la Roma imperial, o a los faraones egipcios (aprovecho para recordar, ratificándome con otros, que las once primeras notas del tema de Elmer Bernstein con el que empieza la película “Los Diez Mandamientos”, año 1956, son idénticas a las de “Mektub”, compuesta treinta y un años antes por nuestro españolito de pro).

Pero es que por delante, precursora, como una oriflama al viento, ya estaba, entre admiraciones como las de su título, “¡El Héroe Muerto!”; desde 1919.

Abre la marcha, atrayéndonos, una llamada potente de trompetas, sobre la que el compositor volverá varias veces, seguida de un primer tema con rasgos de patetismo fúnebre; pronto nos va envolviendo, solemnísima siempre y cambiando ritmos, más despacio, más aprisa, dando tregua para una claridad en mitad de la tormenta. Casi sin darte cuenta, no estás viviendo la derrota de una muerte que te abate sino sintiendo una fuerza y un espíritu que te vivifican y alzan: ahí está, creo, una clave esencial.

Y aflora, suavísima, la melodía del trío, la absoluta armonía: es que cierras los ojos y estás llevando a su compás el paso de tu Paso, tú bancero perenne, perpetuo, y el autor tu capataz musical. Es que es una preciosidad.

Avanzas con la marcha, embelesado, camino del final y de la Gloria. Y termina en belleza, como esos atardeceres de sol rojizo acariciando la fachada de nuestra Catedral cuando va a comenzar el Santo Entierro.

por lo menos, recordar al inspirado músico, con Marco Pérez y con Julio Antonio, hasta con Miguel Ángel. Arte y Pasión. Belleza, verdad y vida. Es un consuelo y una esperanza. Nos siguen pesando como cruces de dolor las penas y lacerando las abiertas heridas. Demasiadas, tan injustas y terribles. Cada cual lleva y conlleva las suyas, pero además, unidas, las de todos. Algunos, muchos, tenemos el asidero de la Fe en Cristo: es la gracia y herencia de nuestros padres, los mismos que nos enseñaron a ser nazarenos, con la humildad de su sabiduría.

Hay, desde luego, entre nosotros, muchos héroes vivos. Y los héroes muertos, Dios mediante, resucitarán.

Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 90 91 Opinión Fotografía: Antonio Abarca

TIEMPO PRIMAVERAL “Resurrección de los campos”

“… ha despertado la rama y el almendro ha florecido”.

(Antonio Machado)

Día a día se produce la resurrección de los tallos que rompen, ¡qué fuerza, aún tan débiles! la costra de la tierra, imantados por la luz del sol. De esta forma pastan los ganados las nacidas hierbas, y todas las tierras aradas van levantando resplandores de verdor de las distintas siembras dando color y vida a los campos. Por todos los lados se presienten nacimientos, brillos, tonalidades. Los árboles van vistiéndose de hojas, dando sobre la tierra sombras muy claras y rotas entreveradas de sol. El río baja crecido, limpio, todavía frío de antiguas nieves derretidas, con aguas pigmentadas de colores primaverales

Con la primavera se exilian los días gélidos; llegan otros con más sol y dilatados en largura. Van abriendo su coloración las flores y las mariposas sus alas con vuelos de aventura sin rumbo por los campos. Despertarán los huertos aletargados donde sonará el azadón que saja el surco duro, apelmazado, ocioso de invierno, depositando en su regazo las primeras semillas. Aparecerá la flor posada, cual mariposa, en un aleteo de pétalos en las ramas de los árboles frutales. Se escuchará la noria y el agua brillará en la acequia irisada. Se oirá el dulce canto de nuevas aves que vienen, que nacen, para poner músicas frescas a la naciente primavera. Y la lluvia, muchos días, besará al sol tallando un arco iris.

Con la primavera avanzando y con el sol con más calor y tiempo en los campos, rompen al cielo sus puertas los hormigueros. Lagartos y culebras ya se calientan en los carasoles, dejando éstas, abandonadas, las mudas de sus camisas de su sueño invernal, embutidas y zarandeadas por la suave brisa primaveral.

Todo es un resucitar de vida, de sonidos, de alegría, de fiesta…

TIEMPO CUARESMAL Tiempo de conversión

“La Cuaresma es la sagrada primavera de la Iglesia”. (Como enseñan los santos padres)

Paseo por una alameda junto al Júcar en soleadas horas de la mañana. Los álamos, en estos iniciales días de aliento cálido de la primavera apuntan yemas, y otras se abren en pequeñas y relucientes hojas de verde plata, asperjadas de rocío. Me recreo entre sus escuálidas y esqueléticas sombras e imagino que toda la alameda forma “un convento arbóreo”. Los álamos, cual frailes, van vestidos con el mismo hábito-talar de color ceniciento, como viviendo las palabras con las que se inició este tiempo cuaresmal: “Memento, homo, quia pulvis es, etin pulverem reverteris”. Que traducido: “Recuerda, hombre, que polvo eres y al polvo volverás”.

Al pasear entre sus esbeltos troncos se hacen notar, como reptiles subterráneos, las raíces que sujetan la planta y la enraízan para nutrirse y peregrinar su savia por sus laberínticas sendas hasta las últimas nerviaciones de las hojas. Fuerza de vida, de ascensión paciente, ingrávida. Tal pensamiento invita a mirarme por dentro y revisar mis raíces, “cimientos de mis creencias”. Porque al igual que de la raíz depende todo el desarrollo del vegetal, por analogía, de mis raíces de fe pende mi florecimiento espiritual. Ya lo dijo el poeta:

“Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado”. Camino, y los oteo. Anclados a la tierra, sus troncos se elevan, se ahílan buscando la luz orientados hacia el cielo, lo que me incita a mirar a lo alto, y recuerdo al rapsoda: “Alto soy de mirar a las palmeras, de tanto mirarlas me he vuelto como ellas…”. (Miguel Hernández). Lo mismo sucede cuando el término de la mirada es Jesús de Nazaret: mi meta, mi razón de ser, mi cielo. Busco, como los álamos, la luz. Verticalidad, flechas que marcan la ruta de la trascendencia a través de sus ramas, “sus raíces aéreas”, inducen a captar la belleza del cielo. Su ejemplo conmueve mi espíritu: “Los árboles son los esfuerzos de la tierra para hablar con el cielo que escucha” (Rabindranath Tagore).

Bajo las sombras descarnadas de este claustro monacal arbóreo, anegado en silencio y roto por algún gorjeo, voy como un novicio rumiando la bella lección de espiritualidad que me da la alameda al ver “cómo cada árbol da gloria a Dios siendo sencillamente el árbol que es” . (Merton), y la enriquezco contemplando cómo van abriendo los abanicos de sus hojas con estos suaves aires de primavera, trayendo a mi memoria lo que ya Lutero, en bella frase, poetizó:

“Nuestro Señor ha escrito la promesa de la resurrección, no en los libros, sino en todas las hojas de la primavera”

Opinión
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Fotografía: Elena Valero
Por Félix Herráiz García

TIEMPO PASCUAL ¡Resucitó! ¡Aleluya!

“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”. (Juan 11: 25-26)

Junto con la primavera llega la Pascua con el recuerdo y celebración de la Resurrección de nuestro Señor. En cada iglesia, envuelta en las tinieblas de la noche, se enciende el cirio pascual cuya luz representa a Cristo Resucitado: “Toda la oscuridad en el mundo no puede apagar la luz de una sola vela”. (San Francisco de Asís)

Nos dice san Pablo en: 1Cor. 15,14: “Vana sería nuestra fe, si Cristo no hubiera resucitado”.

Creamos en la Resurrección del Señor, que es el fundamento de nuestra fe. Tengamos la certeza de aquel acontecimiento. Me apoyo, por convicción, en dos razones fundamentales:

• Por el tiempo, número de apariciones y los lugares donde se dieron: “Las apariciones de Jesús tuvieron lugar sobre un periodo tan extenso y en tantos lugares diferentes y ante tantas personas que la evidencia positiva es abrumadora”.

(R. C. Foster)

• Y por el cambio radical de actitud que los apóstoles y seguidores evidenciaron:

“Algo debió pasar”, para que los apóstoles, que habían huido cobardemente de Jerusalén durante la pasión de Jesús, volvieran a los pocos días llenos de ardor a predicar que Cristo había resucitado; lo que pasó fue que el que había muerto en la cruz, resucitó. El testimonio de los apóstoles y de las mujeres que permanecieron fieles durante la pasión es coherente con el sepulcro vacío, sin el cual la resurrección carecería de objeto”.

(Benedicto XVI)

Chesterton, reforzando lo anterior nos dice:

“El primer argumento a favor de la Resurrección de Cristo es de lo más simple: cualquiera habría tenido motivos para denunciar la desaparición del cadáver de Jesús. Cualquiera salvo los apóstoles, en el caso de que ellos lo hubieran escondido para anunciar un falso milagro. Además, se hace muy difícil imaginar a nadie dejándose torturar y matar por defender una mentira”.

Con estos razonamientos tan concluyentes a favor de la Resurrección de Jesús, y por ende la nuestra, podemos decir que la vida no termina con la muerte, sino que se produce una transformación, un cambio, el paso de la vida terrena a la vida con Dios. Helder Cámara, arzobis-

po brasileño, nos dejó escrito de una forma muy didáctica cómo entender la resurrección:

“¡Me parece tan evidente que hemos sido hechos para la eternidad! Hay personas que se preguntan: “Pero, bueno, ¿cómo será posible la resurrección?”. Para mí la resurrección nunca ha sido un problema. Yo suelo decir: “Amigos, ese cuerpo, ese tu cuerpo que está ahí y que yo puedo ver ahora mismo, no es el cuerpo que tenías cuando estabas en la cuna, ni el que conocieron tus compañeros de la escuela, ni el que asistió a la universidad. ¿Cuántas veces ha cambiado tu cuerpo y cuántas aún habrá de cambiar? Y, sin embargo, tú sigues siendo tú mismo, porque dentro de tus diferentes cuerpos existe una fuerza de unidad absolutamente personal”.

Más allá de nuestro cuerpo y de nuestra historia somos vida eterna que no muere, sólo se transforma:

“Pasamos para existir mejor, para entrar en nuestra verdadera vida cuya puerta es la muerte, como el gusano de seda que abandona su envoltorio para abrir las alas y convertirse en mariposa… Nuestra alma sin alas sube más alto de lo que puede volar pájaro alguno. (…) Para encontrarnos… en la luz plena y el Amor sin mezcla de la Belleza infinita”.

Seamos cada uno de nosotros, a través de este tiempo primaveral, de purificación y pascual, inicio de una vida florecida en el Señor. Desvistámonos, como las culebras, de nuestras camisas interiores, del “hombre viejo”, y resucitemos al “hombre nuevo”, a la “mujer nueva”, a imagen de Cristo. La luz joven de la primavera y la luz del cirio pascual son los signos alegres del hombre nuevo, liberado en Cristo, resucitando como Jesús ya en esta vida terrena…

“Si tus entrañas se compadecen, si tus manos se abren, si en tu desaliento te levantas, si vuelves a confiar en el otro, si tu mirada se amplia, entonces resucitas como Jesús, como toda vida buena, como la semilla y la hoja en primavera”.

(José

“Tú te has ido. Con la primavera. Pero aún nos guía tu Presencia ausente, Cristo, por el camino de la esperanza, verde. Hacia el maduro otoño y la vendimia…

Tú te has ido, pero refloreces en nosotros, ¡oh Vid cosechada y perenne! En nosotros que vamos -y Tú vienesbajo el estío del Amor por el camino luminoso y verde…”.

(Pedro

Opinión
Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 94 95 Fotografía: Julio Palencia

En el año 1966 la Junta de Cofradías de Cuenca puso en marcha una iniciativa para recaudar fondos que consistía en la edición de una serie de colecciones de sellos, sin valor facial, con fotos de nuestros pasos de Semana Santa. Cada colección, titulada “Sellos de propaganda con motivos alegóricos y artísticos de la Semana Santa” venía dentro de un pequeño cuadernillo de veinticinco hojitas, con diez sellos que se repetían en cada hoja. Los sellos no fueron autorizados para ser de curso legal con lo cual solamente se podían pegar en el reverso del sobre1

No hay muchos datos sobre esta iniciativa. El primer artículo que investiga más a fondo este proyecto lo hizo José Vicente Ávila en el Extra de Semana Santa de “El Día de Cuenca” de fecha 26 de marzo de 20102 . La idea de investigar y recopilar todas las ediciones de estos sellos ha sido a iniciativa de Enrique Valero que me animó a que buscásemos la mayor parte de estas colecciones. Así comenzamos a llamar a amigos y aportar lo que cada uno tuviese. Lo primordial era recabar la mayor cantidad de estas láminas para, al menos, dejar constancia y reunirlos todos en una publicación. Muchos conquenses guardamos alguna de estas colecciones y recordamos como siendo niños hemos pegado estos sellos en nuestros cuadernos a modo de juego.

Partiendo de la publicación de nuestro amigo José Vicente comenzamos una intensa búsqueda. Unos aportaban alguna lámina suelta y, otros, colecciones más completas.

1. Un empleado de la banca conquense, semanasantero de nacimiento, recibió una gran bronca de sus superiores porque descubrieron que había pegado cientos de sellos en el anverso, junto a un sello con la cara de Franco, en todos los sobres para enviar a los clientes, durante varias semanas. La dirección de Correos se

El paso de los meses nos llevó a averiguar que fueron diez carpetillas las que se llegaron a editar con lo cual serían 100 los sellos distintos publicados. Se realizaron en la imprenta Antona de Tarancón.

Ese año de 1966 había sido nombrado presidente de la Junta de Cofradías el sacerdote D. Martín Garcés Masegoso, con el cargo de asesor-presidente marcándose su Comisión Ejecutiva el ambicioso proyecto de tener, por fin, una sede propia de la institución. Se encargaría de ello el vicepresidente D. Manuel Saiz Abad. Para recaudar los fondos necesarios se pusieron en marcha múltiples iniciativas y una de ellas fue la edición de nuestros sellos.

Diez carpetillas con sellos Podemos asegurar que se editaron finalmente diez colecciones. Ocho de ellas recogían los sellos en color sepia, mientras que en otras dos serían fotografías repetidas de colecciones anteriores con sellos de un tamaño más grande y en color azul. Los autores de las fotografías varían y es difícil otorgar la autoría de cada una de las fotografías, aunque de algunas si están comprobadas. Las fotografías serían del archivo de la Junta de Cofradías y de varios autores, M. López, Machetti, y muchas del fotógrafo conquense Julián Martínez Pérez; otras muy reconocibles son obra del fotógrafo Nicolás Muller (1913-2000), fotógrafo húngaro nacionalizado español.

molestó bastante. Y a partir de entonces en las colecciones la Junta de Cofradías puso: “diez sellos para pegar en el reverso”, con el fin de que estos sellos, sin valor, no se pegasen al lado de los de valor facial.

2. https://issuu.com/eldiadigital/docs/semana_santa_cuenca_2010.

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Por Enrique Valero Moscardó y Rafael Pérez Caballero

HOJA Nº 1

En los diez sellos que se reproducen de color sepia se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo, fotografías de los pasos del Ecce Homo de San Miguel, Jesús Nazareno de El Salvador, Cristo de la Agonía, Jesús Resucitado, Virgen de la Esperanza, Virgen de las Angustias, Cristo de la Luz, Jesús Caído y la Verónica, Jesús entrando en Jerusalén y Amarrado a la Columna. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos”.

HOJA Nº 3

En los diez sellos que se reproducen de color sepia se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo, fotografías de los pasos de San Juan Bautista, Nuestra Señora del Amparo, Jesús Nazareno del Puente, San Pedro Apóstol, Cristo de la Agonía, Cristo de la Salud (Descendimiento), Cristo de la Luz, Jesús Orando en el Huerto de San Antón, Jesús entrando en Jerusalén y Cristo de la Luz. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos”.

HOJA Nº 2

En los diez sellos que se reproducen de color sepia se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo, fotografías de los pasos de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban, Cristo de la Salud (Descendimiento), Ecce Homo de San Miguel, Jesús Nazareno de El Salvador, Soledad de San Agustín, Jesús Amarrado a la Columna, Soledad del Puente, El Prendimiento (Beso de Judas), Jesús Caído y la Verónica y Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos”.

En los diez sellos que se reproducen de color sepia se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo, fotografías de una vista de Cuenca con el Júcar y al fondo el puente de San Antón, dos nazarenos con capa y cetro, San Juan Evangelista, Jesús con la Caña, San Juan Bautista, Ecce Homo de San Gil, San Juan Apóstol Evangelista, Soledad de San Agustín. El siguiente sello es una composición con una samaritana y las Casas Colgadas de fondo y por último la Cruz de los Descalzos. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos”.

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HOJA Nº 4

HOJA Nº 5

En los diez sellos que se reproducen de color sepia se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo fotografías de los pasos de la Lanzada, Cristo de la Agonía, Cristo de la Salud (Descendimiento), una fotografía que muestra a Antonio Aguilar Galdrán “Pataco” portando el guion de la Soledad de San Agustín, Cristo de la Agonía, Cristo de la Luz, Cristo de la Agonía, Cristo de la Luz, Cristo de la Agonía y Jesús Nazareno del Puente. Todas las fotos son de Julián Martínez Pérez. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos para pegar en el reverso”.

HOJA Nº 7

En los diez sellos que se reproducen de color sepia se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo fotografías de los pasos de Jesús Orando en el Huerto de San Antón, Virgen de las Angustias, Ecce Homo de San Gil, San Juan Apóstol Evangelista, Virgen de las Angustias, Jesús Nazareno de El Salvador, Jesús Nazareno del Puente, Jesús Amarrado a la Columna, Ecce Homo de San Miguel y Jesús Orando en el Huerto de San Esteban. Todas las fotos son de Julián Martínez Pérez. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos para pegar en el reverso”.

HOJA

Esta colección está formada por las mismas fotografías de la Hoja nº 5, en color azul. Todas son fotografías de Julián Martínez Pérez. En los diez sellos que se reproducen se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo fotografías de los pasos de la Lanzada, Cristo de la Agonía, Cristo de la Salud (El Descendimiento), una fotografía que muestra a Antonio Aguilar Galdrán “Pataco” portando el guion de la Soledad de San Agustín, Cristo de la Agonía, Cristo de la Luz, Cristo de la Agonía, Cristo de la Luz, Cristo de la Agonía y Jesús Nazareno del Puente. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos para pegar en el reverso”.

HOJA Nº 8

Esta colección está formada por las mismas fotografías de la Hoja nº 7 en color azul. Todas son fotografías de Julián Martínez Pérez. En los diez sellos que se reproducen se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo fotografías de los pasos de Jesús Orando en el Huerto de San Antón, Virgen de las Angustias, Ecce Homo de San Gil, San Juan Apóstol Evangelista, Virgen de las Angustias, Jesús Nazareno de El Salvador, Jesús Nazareno del Puente, Jesús Amarrado a la Columna, Ecce Homo de San Miguel y Jesús Orando en el Huerto de San Esteban. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos para pegar en el reverso”.

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Nº 6

En los diez sellos que se reproducen de color sepia se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo fotografías de los pasos del Cristo de Paz y Caridad, San Juan Apóstol Evangelista, Virgen de las Angustias, un nazareno del Prendimiento, Virgen de la Esperanza, Ecce Homo de San Gil, Cristo Yacente, Jesús con la Caña, Cristo del Perdón (La Exaltación) y Jesús Nazareno de Medinaceli. En la parte superior se indica “diez sellos”. La fotografía del nazareno del Prendimiento de Jesús fue el Cartel de la Semana Santa del año 1954 obra de Pérez y Villar.

En los diez sellos que se reproducen de color sepia se muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo fotografías de los pasos del Cristo del Perdón (La Exaltación), Virgen de las Angustias, Soledad del Puente, Jesús Nazareno del Puente, un nazareno con el barrio de San Martín al fondo, Cristo de la Salud (Descendimiento), Jesús Nazareno del Puente, Virgen de las Angustias, Jesús Nazareno de Medinaceli y el ángel del paso de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban. En la parte superior de cada hoja se indica “diez sellos”. La fotografía del nazareno con el barrio de San Martín fue el Cartel de la Semana Santa del año 1951 obra de Nicolás Muller.

Colecciones de sellos similares a estos se hicieron para la Semana Santa de Murcia, Málaga, Sevilla y Valladolid, aunque en cada hoja no figuraban diez fotografías como en Cuenca sino muchas más. La Semana Santa de Cuenca también ha sido representada en un sello, esta vez de curso legal en el año 2016 con una fotografía del paso de Jesús Nazareno de El Salvador con motivo del IV Centenario de la procesión “Camino del Calvario” (1616-2016).

Toda esta recopilación no se habría podido llevar a cabo sin muchas personas a las que hemos solicitado sellos de sus colecciones, y especialmente a Antonio Abarca Contreras que ha colaborado también con su propia colección y ha realizado la labor de escaneo y fotografía de todos los sellos.

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HOJA Nº 9 HOJA Nº 10

La Semana Santa de Cuenca está plagada de recuerdos y experiencias que ni siquiera ese enemigo impasible e implacable llamado “tiempo” puede borrar ni deteriorar. Existe una conexión tan firme y directa entre nuestra memoria y el corazón, que los hacen prácticamente inalterables. Gracias a Dios, y cruzo los dedos para que siga siendo así, nada puede hacerme olvidar ni uno solo de los instantes vividos durante tantas y tantas procesiones en las que, afortunadamente, he participado a lo largo de mi vida. Entre ellos, aunque pudiera parecer extraño por mis veintiocho años que llevo como “nazareno de música”, también los hay con túnica o vestido de calle, cuando era un niño.

Me emociona recordar cuando mi madre nos llevaba a mis hermanos y a mí, vestidos para la ocasión, a ver las Procesiones: Ese largo esperar a que llegara la banda que abría el cortejo sentados en el bordillo de la acera…; el ambiente…, el olor…, la alegría inmensa que irradiaba nuestro rostro cuando veías la cabecera de la Procesión asomar por Carretería…; Recuerdos de los Domingos de Ramos con las calles repletas de palmas y ramos de olivo…; de ver las caras de la gente llenas de ilusión;… De esa emoción que te recorría todo el cuerpo y te ponía los pelos de punta por estar viviendo todos y cada uno de los momentos que se suceden en nuestra Semana Santa y que no dejan impasibles a ninguno de nuestros cinco sentidos.

Creo hablar en nombre de la mayoría los conquenses cuando digo que todos nosotros tenemos reservado, en lo más profundo y protegido de nuestra alma, ese pequeño rincón donde se almacenan todas esas vivencias que, año tras año, nos brinda nuestra Semana Grande: la presentación del cartel anunciador; el Vía Crucis del “Amarrao” en el primer viernes de Cuaresma ; el Concierto de Inicio de Cuaresma; la colocación de las “tres cruces” en nuestro particular Gólgota; el pregón; el olor a incienso en las iglesias; las puestas en andas; la colocación de las ramas de olivo, en mi caso particular las del “Huerto de San Antón”, que a mí tanto me gusta y tanta emoción me transmite; las conversaciones entre amigos; los nervios, si los nervios, porque también se pasan nervios en todos y cada uno de los preparativos que esta celebración conlleva. En definitiva, toda una colección de instantes, sentimientos y sensaciones infinitos que, Dios mediante, espero seguir guardando en mi particular álbum de mi memoria más exquisita.

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Fotografía: Antonio Abarca
Por Javier Poyatos Alarcón

A todo lo comentado anteriormente, tengo que añadir, por si no tuviera ya momentos suficientes, todos los que comparto con los componentes de la Banda de la Junta de Cofradías: mi gente; mi verdadera familia nazarena; las personas con las que convivo de manera muy especial todos esos días que son para mí tan importantes. Esta es mi gente. La gente que empatiza conmigo en esta peculiar locura y que a la vez profesa, sin lugar a dudas, una pasión y un respeto por nuestra Semana Santa realmente dignos de admiración.

Una agrupación llena de personas excelentes, de unos inmejorables nazarenos que tenemos como afición llenar las calles de Cuenca de música procesional, y que damos gracias a Dios porque nos deja ser partícipes de algo tan bonito e inigualable como es la Semana Santa de Cuenca.

De gente que porta y exhibe con orgullo el escudo de la Junta de Cofradías, en nuestro guión, en nuestro uniforme y en nuestra alma, sabiendo que nos debemos a todos los nazarenos de Cuenca y a sus hermandades. Y que para ello, dedicamos seis meses al año de preparación y planificación, de manera que para cuando llegue el momento de salir a escena, lo hagamos con el entusiasmo, la responsabilidad y el respeto que el acontecimiento merece. Jamás se podrá poner en duda ese aspecto. Ha sido, es y será nuestra principal seña de identidad en nuestra particular forma de contribuir a dar un mayor esplendor a nuestra Semana de Pasión.

Esta es la banda que me ha visto crecer y que me ha marcado como persona. Este es el grupo de personas, humildes, al que considero mi familia,… Y tantos y tantos calificativos que me sería imposible terminar de definir porque esta banda ha sido, es y será mi orgullo y mi vida.

Quiero aprovechar esta intervención para expresar y compartir mis sentimientos por la horrible situación que vivimos en la Semana Santa del año 2020, no solo por la suspensión de

la misma, que fue un mazazo tremendo -ni siquiera hoy en día termino de creérmelo-, sino por la cantidad de personas que desgraciadamente han dejado de estar entre nosotros y que se han ido sin apenas darnos cuenta.

Todos los que pertenecemos a esta banda, sin excepciones, y aquí ya hablo en plural, lloramos ante la situación tan inesperada que se produjo el 14 de marzo cuando tuvimos que dejar de ensayar sin tan siquiera saber bien lo que estaba sucediendo. Estábamos al final de nuestra preparación. Prácticamente llegamos a completar casi todos los ensayos. Circunstancia que hizo que todo fuera mucho más doloroso, porque si esto hubiese ocurrido en octubre o noviembre, estoy seguro que lo hubiéramos asimilado de una manera muy diferente, pero a mediados de marzo, a las puertas de salir a las calles de Cuenca… Nos dejó con la miel en los labios. Esa sensación de impotencia que se adueñó de todos nosotros era lo que más rabia y dolor nos producía.

Es muy duro ver a hombres y mujeres, maduros y adultos en su mayoría, como se vienen abajo sin consuelo y sin entender nada de lo que estaba pasando. Después de tantos meses de duro trabajo, todo se venía abajo y no íbamos a poder plasmar en la calle todo lo ensayado. Te preguntas mil veces por qué: ¿Por qué ahora? ¿Por qué no podía haber esperado al mes siguiente? ¿Por qué sucede esto y nadie puede hacer nada? En aquel momento no éramos conscientes de la que se nos venía encima, del verdadero peligro de este virus que estaba paralizando al mundo entero. Es ahora, con el paso del tiempo, cuando comprendemos de forma más responsable que la solución adoptada no solo había sido la mejor sino la única para contribuir a frenar la pandemia.

En mis oídos tengo todavía las palabras de mi compañero David -Vicillo-, cuando por teléfono y con la voz rasgada por el llanto me decía: “-Javi, ¿qué vamos a hacer ahora? Esto es

insoportable. La pena no me deja ni dormir”; o a mi hermano Juan Carlos sugiriendo ideas para hacer alguna cosa que contrarrestara esa angustia; o ver a mis chicas llorando día tras día, mandando vídeos interpretando marchas desde las ventanas.

Todos pensábamos en la forma de cómo poder reaccionar ante este tipo de sufrimiento colectivo, a esta agonía que nos machacaba sin piedad. Porque para nosotros estas fechas son las mejores del año. Esos días son los que nos dan la vida. Vivimos por y para ese Bendito Evento al que tantas horas dedicamos y que tanto arraigo tiene en esta banda.

Yo no paraba de pensar qué hacer. Y fue entonces, después de ver a Saúl que había subido un vídeo a las redes sociales, y siguiendo los consejos del “Malaguita”, cuando se me ocurrió que podíamos grabar trozos de marchas cada uno en su casa para, posteriormente, unirlos y ver cómo quedaba. Se requería mucha pericia y mucho trabajo, pero la ocasión merecía la pena. Poco a poco se fueron uniendo vídeos y se fueron mezclando pistas de sonidos, y el resultado final fue sorprendente: Teníamos una marcha entera para el deleite de nuestros seguidores y el nuestro propio que rápidamente pusimos a compartir en las redes sociales. Consuelo mínimo, pero que nos ayudaba a sobrellevar el amargo momento que desgraciadamente nos estaba tocando vivir.

Y así lo fuimos haciendo durante toda la Semana Santa. Incluso llegamos a dedicar varias entradas a nuestros sanitarios, como reconocimiento a la ardua y magnífica labor que estaban desarrollando. También quisimos interpretar la marcha “La muerte no es el Final”, que normalmente tocamos durante el Jueves y Viernes Santo, y que desgraciadamente este año cobraba un especial significado.

No paro de pensar en todas las personas que han luchado para que estas tradiciones se mantengan como desde hace siglos. Personas que han vivido guerras; personas que han pelea-

do sin descanso por conseguir que tengamos una Semana Santa sencillamente espectacular, reconocida y valorada en toda España; personas que han puesto todo el trabajo y el empeño del que eran capaces por preservar, mantener y transmitir sus costumbres;... Y muchas de estas personas se nos están yendo antes de tiempo por culpa de este maldito virus. Se nos están marchando por la puerta de atrás, sin que nos enteremos y podamos mostrarles todo nuestro cariño y agradecimiento por la importante y trascendente labor desarrollada. Son personas a las que no debemos ni podemos olvidar y tenemos que hacer lo imposible, sin discusión, para que, en forma de homenajes, sean recordados para siempre.

Me despido dando gracias a todas las personas que nos han animado en tan desagradables circunstancias: a la Junta de Cofradías, Jorge, Antonio, Rodrigo, a todos, gracias por su preocupación hacia nosotros, por esos ánimos transmitidos, siendo ellos los que más han sufrido en este inevitable caos; a nuestras familias y amigos; a nuestros seguidores incondicionales que tarde tras tarde nos acompañan durante los ensayos;… Y a todos los nazarenos de Cuenca, ciudad que pronto esperemos que vea la luz. Luz necesaria e incuestionable…, la misma que porta en su advocación nuestra patrona: La Virgen de la Luz.

Unas últimas palabras para mis compañeros, a esta gran familia que conformamos la Banda de la Junta de Cofradías de Cuenca, a este grupo de personas que volverá algún día, y lo hará a lo grande, llenando de música y felicidad las calles de Cuenca. Estamos deseando que el semáforo se nos ponga en verde para reemprender el camino hacia delante con más ilusión y entusiasmo si cabe, esperando a que, finalmente, llegue ese momento tan deseado por todos.

Mucha salud y suerte a todos. Cuidaros. No puede faltar nadie. “VOLVEREMOS”.

Opinión Cuenca
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Fotografía: Antonio Abarca

Desde la creación de la Banda de la Junta de Cofradías en el año 2005 para desfilar en el año 2006, no fue hasta el 2012 cuando las primeras mujeres dan el paso para incorporarse como componentes pertenecientes a esta agrupación.

Desde ese momento, la presencia femenina no ha parado de crecer hasta alcanzar el número de ocho que somos actualmente. A pesar de que los componentes masculinos siguen superando por mucho al de mujeres, es sorprendente como llama la atención ver desfilar por las calles de Cuenca cada Semana Santa más mujeres, sobre todo para el público más mayor.

Numerosos son los comentarios que escuchamos entre susurros realizados, siempre desde el cariño, como la gente va contando el número de las “trenzas” que adornan el uniforme en las filas de las trompetas. Y digo trompetas, porque de las ocho componentes, siete de ellas pertenecen al grupo que toca este instrumento, tan solo una de ellas va con los tambores. Ambos instrumentos atractivos, pero en estas últimas incorporaciones es evidente que la trompeta ha sido la elegida por la mayoría de las mujeres.

Hemos conseguido adaptarnos totalmente a la disciplina y seriedad que caracteriza a nuestra banda y hemos trabajado junto a todos nuestros compañeros, día a día, con pasión y dedicación, para hacer, si cabe, más grande aún nuestro acompañamiento en cada una de las procesiones que componen nuestra querida Semana Santa. Hemos cuidado hasta el más mínimo detalle de la vestimenta llegando a aportar ese toque femenino, como por ejemplo añadir el Escudo de la Banda en

el coletero con el que se anuda la trenza en la que recogemos el cabello durante el desfile y que portamos todas.

Para todas nosotras es indescriptible el sentimiento que nos provoca la interpretación de cada pieza, sobre todo en el instante de inspirar esa bocanada de aire tras la cual va a comenzar la marcha, o lanzar la mano para comenzar el primer redoble del tambor.

Este último año, una gran pena nos inunda a todos. No ha sido año de innumerables ensayos cargados de dedicación, disciplina, constancia, compañerismo, como venía siendo habitual. No sentiremos el calor de los nazarenos conquenses que vienen a ver como su querida banda ultima los preparativos las semanas previas al Domingo de Ramos. No oiremos los “tres golpes en la puerta de en San Andrés” a los que seguiría el toque de nuestro director para hacer sonar el primer redoble y la primera marcha perfectamente formados y uniformados en las calles del Peso y de Solera. No tendremos una emotiva entrada por los arcos; ni un cruce perfecto, calculado al milímetro, en las curvas de la audiencia a altas horas de la noche… Nos faltarán tantas cosas…

Sólo nos queda mantener viva la ilusión, la disciplina y la fe que nos caracteriza para volver a ponernos manos a la obra. Superarnos a nosotros mismos como lo hacemos año tras año y seguir formando parte de nuestra Semana Santa.

Volveremos para seguir siendo la gran familia nazarena que cada año desfila por las calles de nuestra ciudad, en la más grande de las pasiones que todos compartimos.

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Fotografía: Antonio Abarca Miota

“La Junta de Cofradías, institución organizadora de la Semana Santa de Cuenca, el Sr. Obispo de la diócesis y el Sr. Alcalde de Cuenca, tras los contactos telefónicos mantenidos en este sábado 14 de marzo de 2020, han decidido de manera unánime suspender todos los desfiles procesionales de la Semana Santa de Cuenca y los actos públicos, como el Pregón, relacionados con los mismos”.

Son las palabras que encabezan el comunicado con el que la Junta de Cofradías hacía pública la suspensión de las procesiones de la Semana Santa de Cuenca de 2020, a causa de la pandemia de COVID-19 que tantas vidas ha costado en nuestro país y en todo el mundo. Sin procesiones, con la ciudadanía confinada, las iglesias cerradas y todos los actos de cualquier índole suspendidos hasta nueva orden, la comunidad nazarena conquense vivió en 2020 una de sus Semanas de Pasión más amargas, tanto por la ausencia de desfiles como por la dureza de la situación sanitaria y social por la que atravesaba el país. Ésta es la crónica de un antes y un después, de una suspensión, sí, del primer año sin procesiones desde la Guerra Civil. Pero también los es de la solidaridad, de la unión en la distancia, del redescubrimiento de las redes sociales como vehículo de comunión y de la actitud ejemplar de una comunidad nazarena que hizo gala de los valores que la mueven cuando más se necesitaba.

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Fotografía: Antonio Abarca

UN ANTES Y UN DESPUÉS

Aunque el año nazareno no sigue el Cuenca el curso natural, sino que empieza en el mismo momento en que se cierran las puertas de San Andrés el Domingo de Resurrección, para empezar esta crónica tomaremos como punto de partida la presentación del Cartel de Semana Santa y nos remontaremos, para ello, al 24 de enero de 2020. Antonio Díaz Arnido revelaba ante la comunidad nazarena, reunida en un salón de actos de Liberbank a rebosar, el Cartel que habría de anunciar la Pasión de Cuenca, semanas antes de sospechar siquiera que las procesiones de las que hablaba nunca saldrían a la calle. Le acompañó en aquel acto Antonio Pelayo, Pregonero sin Pregón de la Semana Santa de Cuenca en 2020 y a quien, con suerte, los nazarenos escucharemos en 2022.

Una semana más tarde, el 1 de febrero, Cuenca promocionaba su Semana Santa en Cartagena, en el concierto de presentación del CD que recoge el Concierto de inicio de Cuaresma de 2020, interpretado por la U.M. Cartagonova. El 26 de febrero, Miércoles de Ceniza, el obispo de la Diócesis, monseñor José M.ª Yanguas, ofició la misa de imposición de ceniza de la JdC en la iglesia conventual de las RRMM Concepcionistas de la Puerta de Valencia. Por entonces ya se conocían las primeras noticias de una nueva y grave enfermedad respiratoria que asolaba la provincia china de Wuhan. Dos días más tarde, la I. V. H. de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna celebraba su Vía Crucis de primer viernes de Cuaresma, sin saber que sería la única talla que

los conquenses verían desfilar en 2020. El 29 de febrero, la Unidad de Música de la Guardia Civil interpretó el Concierto de inicio de Cuaresma, uno de los últimos actos culturales presenciales de la JdC hasta la fecha.

Mientras iban llegando noticias cada vez más preocupantes de Italia, China y de nuestro propio país, las hermandades celebraron los actos y cultos programados para el mes de febrero y principios del mes de marzo, aunque ya con precauciones y medidas especiales: el virus había llegado a España y esto provocó, por ejemplo, que el gesto del besapié al Medinaceli – celebrado el 6 de marzo – se sustituyera por una inclinación de cabeza por primera vez desde que se organiza. El debate sobre qué pasaría con las procesiones de Semana Santa ya se extendía por Cuenca y por toda España.

El 8 de marzo y continuando con la labor de difusión de la Semana Santa de Cuenca fuera de la ciudad, una delegación de la Comisión Ejecutiva de la JdC viajó hasta Huesca para presentar la Semana de Pasión, dentro del programa ‘Semblanzas de la Semana Santa’ que cada año desarrolla la Archicofradía de la Stma. Vera Cruz de la ciudad. El Tanto Monta del Museo Diocesano de Huesca acogió el acto del que el obispo de la diócesis y el prior de la Archicofradía de la Stma. Vera Cruz de Huesca ejercieron como anfitriones.

El 10 de marzo se presentaron en la Abadía de Jábaga las publicaciones oficiales de la JdC para 2020 y del CD “Miserere”, interpretado por el Coro de la Capilla de Música de la Catedral, coro que ofreció un pequeño recital durante la

presentación. En el mismo acto se lanzó la primera edición del concurso “¿Conoces tu Semana Santa?”, así como la convocatoria del XIII Premio de Fotografía Semana Santa de Cuenca.

Y entonces, llegó el 12 de marzo.

CRONOLOGÍA DE UNA SUSPENSIÓN

La presentación de las publicaciones oficiales de la JdC para 2020 fue el último acto programado por la institución nazarena que se pudo celebrar. Entre el 12 y el 14 de marzo, tanto la Junta de Cofradías como prácticamente todas las hermandades hicieron públicos comunicados de suspensión de todos los actos, juntas y cultos previstos para el mes de marzo y meses posteriores.

El 12 de marzo se suspendieron por parte de la JdC, reunida de urgencia en Comisión Ejecutiva, la clausura de la Escuela Nazarena y la Procesión Infantil, que debería haberse celebrado el 21 de marzo; también se aplazó la edición de 2020 del Rastrillo Nazareno organizado en colaboración con Manos Unidas. Seis hermandades: Exaltación, EcceHomo de San Miguel, Jesús con la Caña, San Juan Bautista, Jesús del Puente, Jesús del Salvador, Agonía; la Asociación Cultura de la Soledad del Puente y la Cantera Nazarena por parte del Huerto de San Antón, suspendían también en este día algunos de sus actos y cultos.

El 13 de marzo se decidía la suspensión de la actividad y cierre del Museo de Semana Santa. Desde el Obispado,

monseñor Yanguas promulgaba dispensa del precepto dominicial a los fieles de la Diócesis de Cuenca. Las hermandades del Resucitado, Amargura, Vera Cruz, Negación de San Pedro, Huerto de San Antón, Jesús caído y la Verónica, Bautismo de Jesús, Cristo de la Luz y Soledad de San Agustín, suspendían toda su actividad, mientras que varias hermandades que ya anunciaron suspensiones el día anterior, la extendían a todos sus actos.

El 14 de marzo a las 14:39, la Junta de Cofradías hacía público el comunicado de suspensión de procesiones y acto del Pregón, a causa del COVID-19. “La decisión, dolorosa pero responsable, se toma ante las extraordinarias circunstancias que vive nuestro país a causa de la pandemia del COVID-19, con el fin de minimizar los riesgos de contagio de la enfermedad y en beneficio de los ciudadanos” , decía aquel comunicado. “Quiero transmitiros que vuestro dolor es el nuestro. Y que, en estos momentos tan difíciles para todos, los NAZARENOS DE CUENCA debemos ser una vez más ejemplo de unidad, de civismo y de fe” , dijo el presidente de la JdC, Jorge Sánchez Albendea, en su mensaje a los nazarenos. Las hermandades de San Juan Evangelista, Amarrado a la Columna, Descendimiento, Ntra. Sra. de las Angustias, María Stma de la Esperanza, Prendimiento de Jesús y Jesús entrando en Jerusalén publicaban en este día comunicados de suspensión de sus actos y cultos. Las redes sociales, reflejo de lo que pasaba en cada corazón, en cada casa, se llenaban de tristeza. A ellas se fueron sumando, en los días posteriores hasta Semana Santa, todas las demás.

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Fotografía: Antonio Abarca

VIVIR LA SEMANA SANTA EN COMUNIÓN VIRTUAL

Crespones en los escudos de las hermandades en redes sociales, luto en las cabeceras de los perfiles y en las webs, comunicados de suspensión… En los primeros compases del Estado de Alarma (decretado el 14 de marzo) y el confinamiento, ésta fue la tónica general. Sin embargo, pronto tanto la Junta de Cofradías como las hermandades, las parroquias de la ciudad y los propios nazarenos, pusieron en marcha iniciativas para vivir la Semana Santa en comunión virtual. Así, la JdC ofreció una programación especial de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección, a través de los canales de comunicación habituales de la JdC: Facebook, YouTube y la Web. La iniciativa, coordinada por la Comisión Ejecutiva en colaboración con Netvoluciona en la parte técnica, consistió en la retransmisión de las procesiones de años anteriores a su paso por el Museo de la Semana Santa.

La Borriquilla, a través de su consiliario, dirigió una oración diaria dedicada a Ntra. Sra. de la Esperanza; la Vera Cruz convocó a hermanos y fieles a encender una vela por su Titular el Lunes Santo a las 21:30 horas; la Asociación Cultural Descendimiento Cuenca convocó la I Semana Santa dibujada y el Concurso de Escritura “Semana Santa desde Casa”; la V. H. de Ntra. Sra. de los Dolores y las Santas Marías se sumaron a las actividades con un Concurso de Dibujo digital para los más pequeños; por su parte, el Resucitado convocó el Certamen de Relatos Cortos “2020, una Semana Santa diferente”, así como la Procesión de El Encuentro Virtual 2020; la Soledad del Puente organizó el “Pregón desde mi hogar”; la de San Agustín reunió virtualmente a sus hermanos con el rezo de un rosario por el fin de la pandemia a las 5:30 de la madrugada de Viernes Santo, hora en que deberían haberse abierto las puertas del Salvador; los tambores de turbas sonaron en los balcones de la ciudad.

No hubo besamanto a la Virgen de las Angustias del Santuario ni pésame en la madrugada del Sábado de Gloria, pero sí se pudieron seguir las celebración litúrgicas de la Semana Santa en directo a través de los canales de youtube de la Catedral y de las parroquias de San Román Mártir y San Julián. Las redes sociales se llenaron de recuerdos de otros años. Memorias en forma de álbumes fotográficos y vídeos conmemorativos, como los que publicaron la Amargura, el Amarrado a la Columna, el Descendimiento por su III Centenario, San Juan Evangelista, Ntro. Padre Jesús con la Caña, Ntra. Sra. de las Angustias, el Stmo. Ecce-Homo de San Miguel, María Stma. de la Esperanza, el Stmo. Cristo de la Luz con María Magdalena, el Bautismo o el Medinaceli. La Banda de la JdC grabó El Sacramento de nuestra Fe desde casa. Las hermandades del Perdón, al no poder celebrar su Misa de Acción de Gracias, dirigieron una oración online por los nazarenos enfermos y difuntos de su procesión. Y en el reloj de Mangana sonó el Miserere de Cuenca para calentar el alma de la ciudad.

SOLIDARIDAD EN MEDIO DE LA PANDEMIA

Si la solidaridad es uno de los valores capitales de la Semana Santa de Cuenca, como se demuestra cada año a través de multitud de iniciativas pensadas para hacer más llevadera la situación de los más desfavorecidos, tanto de la ciudad de Cuenca como de fuera de ella, durante la pandemia se volvió a demostrar.

Así, la Junta de Cofradías reunió un fondo conjunto con varias hermandades, por valor de 14.000 euros, que sirvió para adquirir mascarillas y material sanitario para ayudar al abastecimiento del hospital de la capital conquense en momentos de máxima escasez. La JdC dotó también al Virgen de la luz de una sala de desinfección de ozono para el personal sanitario de UCI y aportó 3.000 euros a Cáritas Diocesana de Cuenca, a fin de contribuir a su labor con los colectivos más vulnerables en la crisis sanitaria.

Entre las hermandades, todas llevan un año contribuyendo a la situación de emergencia social generada en Cuenca por la pandemia y sería imposible enumerar todas sus acciones, pues muchas se están llevando además a cabo de forma anónima. Es por eso que, junto con contribuciones de material sanitario al hospital y campañas de recogida de alimentos y fondos organizadas a beneficio de las parroquias en las que las hermandades de Semana Santa tienen su sede canónica, mencionamos una iniciativa diferente, que permitió a los enfermos de covid aislados conectar con sus familiares: la entrega de tablets a la Dirección de Enfermería del hospital por parte del Resucitado.

Cada gesto, cada contribución – que se ha mantenido en el tiempo desde marzo de 2020 – son una muestra más de que los valores que mueven a la Semana Santa de Cuenca en su conjunto forman parte del ADN nazareno y se manifiestan siempre que hay necesidad.

UNA SEMANA SANTA PARA RECORDAR

Dicen que la de 2020 es una Semana Santa para olvidar. Que se quedaron en el armario las túnicas y los capuces, los guantes y las borlas. Sin montar las andas, sin poner los banzos, sin abrir las puertas, sin encender las tulipas. Que nadie escuchó una sola horquilla. Que no hubo golpes en San Andrés ni redoblar de la Banda de la JdC, que no hubo miserere en los Oblatos ni cera volviendo escurridiza la subida por Alfonso VIII. Que ni un solo olivo bailó por las curvas de la Audiencia, ni sonó la campanilla de Reo de Muerte, ni fueron a vestir al Hermano Mayor del Jesús de las Seis los turbos más antiguos. Que no se rompió ni una tulipa. Sin embargo, si algo nos enseñó la Semana Santa que vivimos desde casa es que un sentimiento tan grande como el nuestro no entiende de confinamientos: solo entiende de amor. Por eso, esa Semana Santa “para olvidar” será una de las que recordemos para siempre. Y con el tiempo, cuando lo hagamos, sonreiremos al pensar que incluso confinados, incluso virtualmente, incluso en la distancia, incluso llorando a nuestros seres queridos… volvió a ser ese sentimiento que define a la ciudad.

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Fotografía: Antonio Abarca

Querido Goyo, amigo, hermano:

Qué difícil me resulta escribir ahora que ya te has ido, cuántas veces he empezado esta carta, que es para ti y para todos los nazarenos que leen esta revista Cuenca Nazarena, en cuya edición trabajaste tanto, publicando magníficos artículos sobre asuntos de fe un año tras otro, en aquel tiempo de ilusiones y desvelos compartidos, que hoy vienen a mi memoria con una mezcla agridulce de añoranza, pena por lo que no volverá y gratitud por todo lo que nos diste, orgullo porque puedo contar a Cuenca quién eres.

En pocas ocasiones he dudado tanto al condensar ideas y redactarlas, te reconozco que medroso por no ser capaz de publicar algo que no esté a la altura que mereces, por no llegar a conseguir que sepan quien fuiste aquellos que no te conocieron, e incluso los que sí lo hicieron, pero de manera ocasional, sin profundizar más allá de lo puntual, que tantas veces es fugaz apariencia.

Y es que detrás había un hombre afectuoso, trabajador, de enorme valía y generosidad, sin más límite que su ocupación laboral y el amor por su familia cuando se trataba de dedicar tiempo a su Parroquia, a la Hermandad o a la Junta de Cofradías, o, lo que es lo mismo, a predicar y extender el Evangelio, que en todo ello anda Dios, tu único y gran motivo.

Entre mi adolescencia y juventud, recuerdo con admiración la primera etapa en la que formaste parte de aquella Junta de Diputación que ya es parte de la mejor Historia de nuestra querida Hermandad de Jesús del Puente, a la que condujisteis en una evolución estética hacia la contención y la austeridad, que se entendió más acorde a la sencillez formal de nuestro Nazareno y a la espiritualidad que inspira, construyendo andas y retablo, sabiendo generar ilusión y canalizando devoción con inigualable acierto, marcando un camino de superación que tuvo continuación en los siguientes años.

Luego, en 2006, pronunciaste de forma inolvidable la Exaltación de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y cuando se te pidió regresar para asumir directamente nuestra representación ante la Junta de Cofradías, no dudaste ni un instante en tomar el cetro que dirige nuestro secular desfile de Jueves Santo y en participar en todas y cada una de las reuniones de las dos juntas de diputación, la de la Hermandad y la de la Junta de Cofradías, sin fallar nunca, trabajando sin medir esfuerzos en una institución y en otra, lo que hiciste incluso después de abandonar el cargo.

Con una sonrisa recuerdo anécdotas y momentos vividos contigo, tantos que no cabrían en esta carta, como cuando te acercabas hasta el banzo de Nuestro Padre Jesús Nazareno aprovechando

una parada del Paso, y me contabas en voz baja cómo iba la Hermandad, que muchos hermanos se habían incorporado en la Plaza de Cánovas para teñir de morado Carretería, que en la calle de Aguirre se empezaba a doblar filas,… Quiero contar también aquella ocasión en la que tú eras uno de los candidatos a pregonero en el atril de San Miguel, y reunidos en nuestra sede de la plaza de los Yesares para decidir cuál sería el voto de la Hermandad en aquella elección, nos expusiste las alternativas como si tú no fueras uno de los que optaban al honor que se decidiría, señalándonos con ello que nuestro apoyo debía ir para cualquiera de los demás, dando ejemplo sin pretenderlo de humildad, de servicio incondicional a la Semana Santa de Cuenca. Poco hablabas de tu enfermedad, con la que llevabas conviviendo tantos años, que sabíamos que cada vez te ponía más difícil afrontar las obligaciones del cargo, mas seguiste cumpliéndolas sin tan siquiera insinuar que ello fuera motivo de reconocimiento, sin pedir relevo, asistiendo a reuniones, realizando ese trabajo callado que sólo conocen los que lo comparten contigo, completando el recorrido el Domingo de Ramos, en la noche del Viernes Santo y en las ocasiones en las que te correspondió presidir otros desfiles. Y, por supuesto, en la de Jueves Santo, en la que sobre ti recaía la dirección de la Hermandad en la calle, lo que conlleva un esfuerzo físico y emocional que siempre asumiste con naturalidad. Además, nunca faltaste a la cita anual del boletín de nuestra Hermandad, desde el que tanto nos has enseñado, como también lo has hecho aquí, en Cuenca Nazarena, gracias a lo cual todos hemos podido sacar provecho de los frutos de tu sólida formación cristiana, asentada en una fe fuerte y firme, y desarrollada en tu larguísima trayectoria como catequista de tu Parroquia de Nuestra Señora de la Paz.

De tu devoción por Nuestro Padre Jesús Nazareno, en esa estremecedora Imagen que José Capuz talló, nos hablaste muchas veces, de palabra y de obra, como en aquel último Jueves Santo. El Paso avanzaba calle arriba, apurando los últimos metros de Alfonso VIII, donde la calzada se estrecha antes de la anteplaza, y allí estabais Rosa y tú; Rosa, tu amor, tu compañera inseparable, tu esposa.

Poco a poco, con su pausado caminar, el Nazareno se fue acercando a vosotros, y tus ojos comenzaron a elevarse buscando Su rostro, la dulce mirada mil veces soñada; y al bajar la vista a tus hermanos, en ella había incontenible emoción, el resumen de toda una vida, que una noche de otoño, con el alma tranquila y preparada, emprendió el camino hasta el cielo, donde ya es eterna junto a Él.

Hablan las Hermandades Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 116 117 Fotografía:
Por José Manuel Alarcón Sepúlveda
José Andrés Jiménez

HASTA SIEMPRE SECRETARIO, NAZARENO, HERMANO, AMIGO

Por Javier Millas Romero. Vicesecretario de la Ilustre y Vble. Hermandad de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna

Amanecía el 5 de Mayo de 2020, uno de esos días de pandemia en que muchos, por una u otra razón, dormíamos regular, y nos levantábamos preocupados por lo que estaba pasando en nuestro país y por la cantidad de gente conocida que, día tras día, o bien conocíamos que se encontraba ingresada en el hospital o bien, por desgracia, sabíamos de su fallecimiento. Otro día en el que desayunábamos, cual rutina, con una mirada al móvil y esperando no leer malas noticias, deseando que poco a poco se fueran solucionando las cosas y fuera una jornada tranquila, sin sobresaltos.

Pero no. El destino quiso que ese martes 5 de Mayo fuese un día fatídico, triste, doloroso. A eso de las 9:30 de la mañana, recibo una llamada inesperada de esas que uno nunca quiere recibir, dándome una noticia que me dejó completamente helado, sin palabras. Al otro lado del teléfono Laura, la hermana de Manuel Ruiz de Lara, que me comunicaba con la voz entrecortada que Manu, nuestro Secretario, nuestro amigo, había fallecido en su domicilio de forma repentina. Se fue como era él, con discreción y sin hacer ruido.

Fue un día difícil, muy difícil, en el que, aún sin poderlo creer, tuve que comunicar a mucha gente la mala noticia, entre otros al resto de miembros de la Junta de Diputación que quedaban en “shock” al recibir la noticia. Jamás podré olvidar ese martes primaveral en el que un gran nazareno, una gran persona y un gran amigo nos dejaba para siempre asestándonos un mazazo descomunal. Se fue además en unas circunstancias muy particulares, con muchas restricciones y prohibiciones debido a la maldita pandemia que cambió nuestras vidas y que imposibilitaron despedir a Manu como merecía, acompañado de amigos, familiares y hermanos. Fue muy duro no poder estar con él en ese último día, ni poder dar un beso y un abrazo a su madre y hermanas. Tampoco podremos olvidar nunca eso.

Se suele decir de quien ya no está, de quien nos deja abruptamente, que era una bella persona y deja un enorme vacío, pero en el caso de Manu quizá es quedarnos incluso cortos. Manu era una persona que llenaba mucho con su presencia, y lo hacía por su gran calidad humana, su sencillez, su honradez y su carácter siempre amigable y jovial. Quienes hemos tenido la suerte de conocerle y compartir con él muchos momentos, así lo podemos corroborar.

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Hablan las Hermandades Fotografía: Roberto Nieva

La trayectoria nazarena de Manu habla por sí sola. Su apellido, Ruiz de Lara, nos retrotrae al pasado nazareno de la familia, con presencia en los primeros momentos de la Junta de Cofradías y con arraigo sobre todo en dos Hermandades: San Juan Evangelista y Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna. En ellas, Manu creció y aprendió a ser nazareno, a respetar la tradición, a entender el significado de la palabra hermano. Ahora está ya al lado de su padre Florencio - o “Chencho” como todos le conocíamos - con quien iba a las Juntas Generales y a las puestas en andas. De él aprendió muchas cosas, entre ellas el oficio de Capataz de Banceros, pues lo fue muchos años. De hecho pienso que, de haber seguido entre nosotros, en algún momento le hubiera gustado probar su valía en ese puesto, y seguro que hubiera sido un gran Capataz. Medio en broma, medio en serio, en alguna de las largas charlas nazarenas que teníamos se le escapaba ese anhelo. Recuerdo, mientras escribo estas líneas, la ilusión que le hacía dirigir estos últimos años el “pasete” infantil del “Amarrao”, y a sus pequeños banceros. Disfrutaba mucho de esa procesión de los más pequeños.

Así era Manu, una persona que se volcaba en cada actividad y que aportaba ideas e ilusión. Era un hermano de los que nunca sobran en una Hermandad, porque la hacen más grande. Tras haber sido nazareno de fila y bancero, en el año 2015 aprovechando que había renovación de cargos le propuse entrar en la Junta de Diputación de la Hermandad, ocupando un puesto de vocal, lo que aceptó de inmediato. Su primer acto como directivo de la Hermandad fue la Misa de Acción de Gracias celebrada para conmemorar el 75º Aniversario de la talla del “Amarrao”. Manu colaboró activamente en el montaje del Altar que se dispuso en la Catedral para aquella ocasión histórica.

Apenas dos años más tarde, en 2017, pasó a ocupar el cargo de Vicesecretario de la Hermandad, que compaginó con el de representante en la Comisión Ejecutiva de la Archicofradía de Paz y Caridad. Ese mismo año, además, tuvo el honor de ser Hermano Mayor junto a su hermana Laura. A pesar de que su trabajo le absorbía mucho tiempo, el poco del que disponía no dudaba en dedicarlo a la Hermandad cuando era requerido para ello. A veces, desde el trabajo, sin descansar, acudía a una Junta de Diputación, a ayudar con alguna tarea en nuestra Sede o a una reunión de la Archicofradía, viviéndolo todo intensamente y siempre con una sonrisa que contagiaba optimismo.

El 12 de Mayo de 2019, Manu daba un paso más y era elegido nuevo Secretario de la Hermandad, cargo al que se presentó con mucha ilusión y con muchos proyectos. Durante los meses previos a su nombramiento, eran frecuentes las llamadas, los “whatsapps” o quedar para un café para comentar cualquier duda o alguna nueva idea para llevar a cabo en la Hermandad. Muchas preguntas y dudas que se planteaba para cumplir lo mejor posible con su función. Siempre me acordaré de su primera Junta de Diputación como Secretario. Ya por la noche, al volver a casa me llamó para preguntarme qué tal había estado, y si se le había notado que estaba nervioso. En el lado opuesto, por desgracia, otro momento que siempre tendré en mi memoria será la primera reunión que tuvimos tras su fallecimiento. Fue en el mes de Junio de este pasado 2020 y su silla, donde habitualmente se sienta el Secretario, permaneció vacía, tal cual la dejó.

Son muchas las anécdotas con Manu, sobre todo en los últimos años en que nuestra comunicación era más constante. No puedo evitar acordarme de muchos momentos vividos y de muchas conversaciones en torno a la Hermandad, y a las propuestas que tenía pensadas y de las que le gustaba tener otra opinión para poder valorar pros y contras. Él me decía que le venía bien tener otro punto de vista para poder ver cómo mejorar esas ideas. Y es que así era Manu, una persona que le ponía ilusión a la vida y que aportaba siempre cosas positivas desde la humildad, con la mejor intención posible, de los que no iba “con segundas”, que tenía ganas de aprender y de hacer cosas. Le gustaba involucrarse en lo que hacía y son muchas las actividades de la Hermandad en las quería ser parte importante, como por ejemplo la ya mencionada Procesión Infantil, el Torneo Solidario de Fútbol-7 – en el que llegó a vestirse de corto- o el Belén de la Hermandad, que se instaló en nuestra sede dos años seguidos y en el que se implicó desde el principio. Precisamente, su última propuesta fue que la Hermandad celebrase una Misa en fechas navideñas, para poderse reunir en unos días tan señalados, como él decía… “para rezar al Amarrao, y echarnos unas sidras junto a los hermanos”. Como bancero, también son numerosos los recuerdos. Afortunadamente he tenido la suerte de compartir banzo con él muchos años, y digo la suerte porque se notaba que Manu iba “cargando”, pues era generoso en el esfuerzo. Ni una mala palabra bajo el banzo, ni un solo gesto de enfado. Al contrario, sus palabras siempre eran de ánimo para el compañero. Lástima que sus maltrechas rodillas no le dejaran arrimar el hombro más años, porque era lo que más le gustaba. De hecho, el 28 de Febrero de 2020, en el último Vía Crucis celebrado por la Hermandad en el Barrio de San Antón, dejó por un momento su Cetro de Secretario para hacer “una tirada” bajo el “Amarrao”. Se le veía alegre y orgulloso de sentirse bancero de nuevo por un momento que, como confesó después, le supo a gloria.

Nadie en aquel momento podía ni tan siquiera imaginar que esa sería la última vez que veríamos a Manu bajo el banzo, o portando su Cetro. Aún hoy, casi un año después, nos cuesta asimilarlo, porque todo es y será muy distinto sin él.

Este año, amigo Manu, tampoco tendremos procesión el Jueves Santo. Esta maldita pandemia nos sigue cortando las alas… pero no te preocupes, porque volveremos a recorrer Alfonso VIII y nos sobrecogerán los acordes de “Caridad del Guadalquivir”, como pediste en tu año de Hermano Mayor. Y en ese momento volverás a estar presente en todos nosotros, como de hecho lo estás desde que te fuiste.

Hasta siempre Manu, hasta siempre Secretario, nazareno, hermano, amigo… Siempre en nuestro recuerdo.

No puedo cerrar estas líneas sin acordarme también de otros hermanos que en el fatídico año 2020 nos dejaron para ir junto al Padre, hermanos que ocuparon cargos en la Junta de Diputación de la Hermandad a lo largo de la historia, como Paco Alarcón, Luis Benítez o Fulgencio Page, entre otros. Todos ellos, junto a nuestro querido hermano Manu, están ya desfilando en la procesión celestial y desde allí seguro que nos están enviando toda su luz y su fuerza para poder seguir adelante. Que Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna interceda por ellos. Descansen en paz.

Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 120 121 Hablan las Hermandades Fotografía: Archivo Familiar

Este sería un año de conmemoraciones por la celebración del XXV Aniversario del primer desfile de nuestra querida Hermandad en la Semana Santa de Cuenca y el CXV Aniversario del primer desfile del antiguo paso en la Semana Santa anterior a la contienda civil. Pero vivimos momentos muy duros que nos obligan, tristemente y un año más, a la suspensión de los desfiles procesionales debido a la situación provocada por la COVID-19: pérdidas humanas y graves secuelas en muchos de los afectados; las relaciones interpersonales cambiando drásticamente por el confinamiento; consecuencias sociales demoledores;…

Las graves consecuencias emocionales de las personas mayores al no poder tener contacto con sus familiares nos ponen en alerta ante posibles situaciones de edadismo. Se ha vuelto harto difícil poder estar junto a los seres queridos en los momentos de ingreso en los hospitales o en los instantes finales de la vida. En definitiva, la salud psicológica y emocional de muchas personas se está viendo seriamente afectada y sus efectos es posible que perduren en el tiempo a causa del estrés postraumático. A todos ellos vayan, desde esta Hermandad, nuestro calor, nuestro cariño y el ánimo necesario para afrontar esta situación, y particularmente a nuestros hermanos y hermanas afectadas por la pandemia.

“En aquel lugar donde habita la memoria” era el nombre de una exposición fotográfica, llevada a cabo durante el mes de junio del año 1992, en un espacio conquense de bella factura, el Antiguo Convento de las Carmelitas. Como crónica “semanasantera”, decir que tres meses antes, un 7 de marzo, se había constituido una nueva Hermandad que recuperaba un paso perdido para la Semana Santa de Cuenca y que había desfilado por primera vez en 1906: La Negación de San Pedro. Paso que desfiló hasta 1936, bajo la tutela de la V.H. del Prendimiento de Jesús, junto con los pasos de El Beso de Judas y Jesús en el Pretorio.

El contenido de la exposición, a mi modo de ver, no era sino una invitación a la reflexión sobre la locución latina “Sed fugit interea, fugit irreparabile tempu” , -Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo- a través de imágenes centenarias del arte funerario: lápidas, esculturas melancólicas, rincones olvidados de algún camposanto…. Una profunda reflexión que, como en los momentos actuales que estamos padeciendo, invita a acercarse a la Fe para buscar el sentido de la vida.

Dicen los expertos que la añoranza por los tiempos pasados ayuda a mantener el equilibrio emocional, pero en exceso te puede condenar a vivir del recuerdo. Evoquemos pues los recuerdos en su justa medida y traigamos hoy a nuestra memoria a todos aquellos hermanos y hermanas que iniciaron su andadura con esta Hermandad desde hace treinta años hasta hoy y se fueron ya hacia el Padre; no desde la nostalgia, sino desde sentimientos que van más allá, acordándonos de tiempos pretéritos como momentos maravillosos vividos con amor, que no nos pese más la sensación de pérdida por encima de las experiencias de lo vivido.

Hace unos meses, el 19 de noviembre del año pasado, nos dejó, y no por fue por la Covid-19, nuestro hermano Francisco Fernández, cariñosamente conocido por su noble oficio como “Paco el herrero”. Se encargaba con cariño y ahínco de mantener la luz de los pebeteros del conjunto procesional que dan calor al arrepentido Pedro en las noches de Miércoles Santo, mientras anda escondiéndose por los callejones después de haber negado a su querido Maestro.

Paco era de los hermanos nacidos en la década de los años 30 que, junto a Pedro Muñoz Arroyo y Miguel Gallarte, se han ido dejándonos lo mejor de sus oficios y de su arte, así como su ilusión y su cariño por esta hermandad.

las
Por Juan Carlos Muñoz del Olmo Secretario y Hermano Honorífico de la I.V.H de La Negación de San Pedro
Hablan
Hermandades
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Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena Fotografía: Enrique Martínez Gil

La disposición de Paco con la hermandad era durante todo el año excepcional. Siempre atento para ayudar en todo lo que estaba en sus manos. Con una destreza especial para la forja, fruto de su trabajo son: el armazón de hierro que soporta el conjunto escultórico dispuesto para su veneración en la capilla de la Iglesia de San Pedro; los pies de forja para el guión, los dos estandartes y faroles; los soportes también de forja de los pebeteros frontales y el brasero del paso, así como sus correspondientes cisternas de parafina; las borriquetas para el descanso procesional y un sinfín de arreglos no menos importantes.

De carácter campechano y bonachón, su alegría se acentuaba cuando llegaba la Cuaresma y participaba en todas las actividades de la Hermandad, desde los Solemnes Cultos a la íntima actividad de la recogida de hiedra los Martes Santos para la puesta en andas del día siguiente. Siempre andaba contándonos sus vivencias en su amada Cuenca, sus trabajos de forja como herrero del Ayuntamiento. Contaba lo orgulloso que se sentía de las rejas de la Catedral en la capilla de San Mateo, o de sus aportaciones de restauración en la forja de siglos pasados. Recordaba, sencillamente, los buenos momentos vividos.

Momentos como el que le tocó vivir al recibir, en el transcurso de una las comidas de la Cofradía, una pieza única donada por el hermano y reconocido Maestro Artesano, Tomas Bux, bajo el nombre “Hermandad”. Lo dice todo.

Así te recordamos nosotros querido hermano Paco, sirvan estas líneas como un “In Memoriam” a lo que fuiste y lo que eres habitando entre nosotros, al igual que los hermanos y hermanas que te precedieron.

Decía al inicio, que este año de 2021 se cumple el XXV Aniversario del desfile por las calles del conjunto procesional que da nombre a nuestra Hermandad, la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro.

Nuestro primer desfile por la calles de Cuenca, se desarrolló un 26 de marzo de 1997, Miércoles Santo, partiendo del interior de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Santa María y San Julián y bajo la estela que iba dejando el cometa HaleBopp.

Los primeros escalones los habíamos superado con éxito, los nervios de la emoción flotaban en el ambiente mezclándose con el olor a cera de la tulipas ya encendidas… Todos los hermanos, juntos e impacientes, esperamos, ante el renacentista arco plurilobulado de la Capilla de los Muñoz del templo Catedralicio, el instante de iniciar el desfile. Fuera, en la Plaza Mayor, la expectación ante la novedad estaba servida. Cinco lustros ya… Cada año con nuevas ilusiones, nuevos retos, nuevos proyectos, nuevos quehaceres, igual que los anteriores... ¡pero tan distintos! Y siempre con el afán de trabajar por engrandecer con nuestro esfuerzo y humildes aportaciones en el ámbito religioso, artístico y musical, la Semana Grande de Cuenca.

Nos toca esperar a la Semana Santa del año 2022 para poder acompañar a nuestra imagen titular en su desfile por las calles de Cuenca. Hasta entonces…, sea pues esta Semana Santa un año diferente de conmemorar la Pascua de Resurrección de Cristo; sea pues, este Miércoles Santo, el año de conmemoración de nuestro XXV Aniversario del desfile, sintiendo tan solo en nuestro interior cómo se encienden los pebeteros para dar calor a Pedro en la fría noche, y como nos iluminan con su luz aquéllos que nos acompañan desde la Semana Santa Celestial. Tengámoslos siempre presentes en aquel lugar donde habita lo más íntimo de la memoria: en lo más profundo de nuestro corazón.

Hasta siempre, hermano. Hasta siempre, Paco.

«Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra» Libro de Job del Antiguo Testamento 7,9; 9,26; 14,2.

Hablan las Hermandades
Cuenca Nazarena 124 125 Fotografía: José
Cuenca Nazarena
Andrés Jiménez

Con estos versos iniciaba una de sus más famosas obras el poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer, y con ellas me permito empezar este recuerdo a lo que ha sido una triste y atípica Semana Santa, inexistente en las calles pero vivida con fe en mentes y corazones, en terrazas y ventanas, en salones y cocinas, en móviles y portátiles,… desde casa, en familia, con las túnicas en los armarios, pero con las emociones a flor de piel. Una Semana Santa que se recordará por siempre y que perdurará en nuestra memoria nazarena. Esa Semana Santa que, parafraseando de nuevo al poeta,… no volverá. Eso esperamos y deseamos. Que nunca vuelva.

Y es que la Semana Santa de 2020 se recordará por muchas cosas, demasiadas, pero sobre todo por la fe de los nazarenos de Cuenca, inquebrantable, imperturbable, eterna. No olvidaremos una Cuaresma con marchas en los balcones, con velas en las ventanas, con palmas de papel y celo, con comunicados oficiales llenos de dolor, resignación y pena, con procesiones tristes de ambulancias y sirenas, con hermanos, amigos y nazarenos que se fueron... No olvidaremos tantas y tantas cosas imposibles de olvidar, y a la vez tan duras y difíciles de recordar.

Pero así, entre olvidos y recuerdos, cuando menos lo esperemos, llegará la primavera de 2021 y volverá el silencio en las aceras, las velas en las tulipas y el Miserere en San Felipe. Volverán las procesiones de Ramos a Pascua, las frenéticas jornadas de puestas en andas, las cenas en Hermandad, los conciertos y conferencias. Volverá nuestro Pregón y la visita a la Madre, en la tarde de Dolores. Volverá el ir y venir de nazarenos en busca del inicio del desfile, unos con capuz al hombro, otros con sus hijos de la mano. Volverán las palmas al paso de la Borriquilla y volverán a oírse tambores y trompetas, que nos romperán el alma. Volverá el golpear de horquillas y el olor a cera e incienso. Volverán los más pequeños a llenar la fila del medio, y con ellos el futuro, las generaciones venideras, los grandes héroes de la Semana Santa 2020…, esa Semana Santa, para ellos, nunca existió ni existirá. Volverán, en fin, emociones y sentimientos que el conquense lleva tan dentro que ni una ni mil pandemias podrán jamás condenar al olvido.

Y es que nos sentiremos de nuevo nazarenos de Cuenca cuando, impresionados, sobrecogidos, asistamos a la salida del Cristo de la Vera Cruz, o cuando los banceros de San Juan asciendan a ritmo de marcha por la Puerta de Valencia. Volverán los abrazos del Silencio en San Esteban, y las miradas cómplices en San Antón, al dar comienzo a una nueva tarde de Paz y Caridad. Volveremos a vivir un largo Viernes Santo, en el

Primer premio del Concurso de escritura de la Asociación Cultural Descendimiento. Categoría Senior

que tambores y clarines volverán a generar escalofríos en la madrugada más intensa de Cuenca sonando donde deben, en la turba, frente al Nazareno. Tendremos tarde de Cristos, Cruces, Exaltación, Descendimiento, Luz y Agonía… y devotos de las Angustias llorarán de emoción cuando la Madre cruce el dintel de las Concepcionistas con el himno nacional. El día acabará cuando Cuenca entera, ya en noche fría, contenga la respiración y encoja el alma al acompañar a Cristo Yacente por los Tintes, dejando a su paso una estela de recogimiento y dolor. Volverá, por fin, la procesión del Duelo. Arropadas por Cuenca, compartiendo luto, las Santas Marías cruzarán en silencio la Catedral y allí, en torno al fuego, volveremos a celebrar la Vigilia Pascual, donde se unen cielo y tierra, vida y muerte... Y vencerá la vid, porque volveremos a disfrutar de ese domingo multicolor en el que los capuces dejan paso a los bonetes y la tristeza a la alegría. En la Plaza del Nazareno se encontrarán Hijo y Madre y recordaremos entonces que todo tiene sentido, y que Cuenca ha vuelto a ser escenario de la historia más grande jamás contada. Pasión, muerte y resurrección en la calle para rememorar una tradición que un miserable virus, de nombre Covid-19 y de infausto recuerdo, se atrevió a perturbar vilmente.

Y es que así, desfile a desfile, paso a paso, hombro a hombro, todos juntos, pasaremos por Solera, Peso y Audiencia y cruzaremos los Arcos de la Plaza Mayor. Abrazaremos, saludaremos, sentiremos, viviremos… y volverán a lucir faroles y estandartes, gualdrapas y cetros. Cuenca, con la primera luna llena de la próxima primavera, verá como sus calles se vuelven a llenar de gente y vuelve el ambiente nazareno a casas y Parroquias. Bares y restaurantes volverán a ser lugar de tertulia y chascarrillo. Volverán pasiones y emociones que nos enseñaron y ahora enseñamos. Volverá nuestra Semana Santa, la que todos recordamos, la que todos queremos, la que Cuenca se merece.

Este mal que nos asola habrá pasado, y será un mal recuerdo. Muy malo. El peor. Todos nos acordaremos de aquellos a los que esta catástrofe sanitaria ha puesto en la presencia del Padre. Nazarenos de Cuenca que lo fueron y serán por siempre jamás. Y es que no podemos ni podremos olvidar que volverán muchas cosas, volveremos a tener procesiones en la calle pero, regresando al poema de Bécquer, las personas que se han ido, aquellas que ya no están, “esas…no volverán”, aunque formarán parte para siempre de la memoria nazarena de nuestra ciudad. Así sea.

“Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán…”.
Hablan las Hermandades
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Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena Fotografía: Ignacio Blanco

Por la Javier Viñuelas Torres. Representante de las Turbas en la JdC

El año 2020 será recordado en nuestra Semana Santa como uno de los más tristes vividos desde su reconstrucción tras el término de la Guerra Civil.

Empezábamos el año con noticias sobre un extraño virus que afectaba principalmente a China. No le dábamos demasiada importancia y pensábamos que aquí no nos llegaría, y que como mucho sería como una mala gripe, poco más. Error fatal. El tiempo se ha encargado de conducirnos hasta la dura realidad. Actualmente sabemos que nos enfrentamos a una terrible pandemia que está afectando a todo el mundo y que no sabemos cuándo va a parar.

En marzo la pandemia estaba disparada y en España se decretó el estado de alarma para proteger la salud y seguridad de los ciudadanos. Esta normativa suponía, entre otras medidas, el confinamiento domiciliario de toda la población salvo las personas consideradas “esenciales” para el funcionamiento del país. Esta situación provocó que a partir del 14 de marzo se tuvieran que suspender todos los actos programados alrededor de la celebración de nuestra Semana Santa: Juntas Generales, conciertos, puesta de andas, funciones, cenas de banceros,….

El ánimo de los nazarenos estaba por los suelos…

Al mismo tiempo, la lucha heroica de los sanitarios contra la enfermedad, sin los medios y recursos adecuados y jugándose su propia vida, hicieron que apareciera un movimiento popular de reconocimiento. Y cada tarde, cuando el reloj marcaba las 20:00 horas, la gente se asomaba a sus ventanas y terrazas para prorrumpir en un sentido y cariñoso aplauso hacia estos profesionales.

Conforme se acercaban las fechas de celebración de la Semana de Pasión, surgieron muchas iniciativas que querían incorporar algún gesto nazareno para realizar a continuación de los aplausos. Y de esta forma, en muchos lugares, cuando cesaban los aplausos o al final del “Resistiré” se escuchaba una marcha de Semana Santa. En este sentido, hubo quien por las redes incitaba a que fueran los tambores de los turbos los que se oyeran tras los aplausos. Iniciativa que nunca contó con el beneplácito ni con el respaldo de la Junta Regidora de Las Tur-

bas de Cuenca, ya que no nos parecía lo más apropiado dada la situación sanitaria y social por la que estábamos atravesando.

Pero sí que pensábamos que el Viernes Santo, en un determinado momento preciso y escogido, sí que se podría hacer sonar clarines y tambores para realizar un sentido acto de respeto y de agradecimiento hacia todos los que estaban luchando en primera línea contra esta pandemia, y de reconocimiento y recuerdo para todas las personas que nos estaban dejando.

Así surgió la idea. Tan solo había que encontrar cuál era ese momento idóneo para llevar a cabo nuestra intención.

Sabíamos que de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección, el ayuntamiento tenía previsto que el sonido para dar las señales horarias del reloj de la Torre de Mangana, lo hiciera con la melodía del canto nazareno conquense por excelencia: El Miserere. Y se nos ocurrió que ese momento ideal buscado para que la turba de Cuenca manifestara su sentir, tocando clarines y tambores, bien podía ser haciéndolo coincidir con el final del toque del Miserere de las doce horas del mediodía del Viernes Santo, y que éste se mantuviera durante diez minutos.

Para informar de nuestro objetivo a los turbos, nazarenos y a la ciudad en general, emitimos un comunicado oficial solicitando la colaboración de todo el que se quisiera sumar al evento. En él se pedía especialmente que se respetara escrupulosamente las normas del confinamiento y que se tocara desde las ventanas, balcones o terrazas de nuestras casas:

“Queremos expresar que este acto especial lo hacemos en memoria de todos los fallecidos de esta pandemia y con un mensaje de ánimo y esperanza para todos los que están sufriendo esta terrible enfermedad…

En señal de apoyo y gratitud a los que están trabajando sin descanso para que todos podamos sobrellevar el aislamiento...

Por nuestros trabajadores de la sanidad que se están dejando literalmente su vida para salvar la nuestra…

Por esos tres años que llevamos ya sin poder tener una procesión completa, y como homenaje a nuestra Semana Santa que por primera vez, desde la Guerra Civil, ha sido suspendida.”

Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 128 129 Hablan las Hermandades Fotografía:Enrique Martínez Gil

El acto fue bien recibido por el mundo nazareno conquense. ¡Y los turbos no fallaron!

Llegó el Viernes Santo… Y Cuenca se despertó llorando bajo una persistente y copiosa lluvia. Y cuando el reloj de la Torre de Mangana marcaba las doce del mediodía y la campana dejó escapar la última nota del Miserere, toda la ciudad estalló en un colosal estruendo de redobles y clarinás: Desde El Castillo a Las Quinientas; de San Antón a Los Tiradores; desde la Fuente del Oro a Villarromán... Cuenca entera era un lamento de turba por la situación que estábamos padeciendo.

El Rito de las Turbas de Cuenca se hizo presente en este Viernes Santo de 2020 para que turbos, nazarenos y conquenses dejáramos que afloraran los sentimientos y las emociones provocados por la Semana Santa ausente y por una maldita pandemia que nos está matando.

Y pasaron los diez minutos convenidos... Y el silencio volvió a invadir las calles de nuestra querida ciudad.

Había sido nuestro humilde homenaje; nuestra forma de dar las gracias a todos los que estaban luchando contra esta enfermedad; de elevar a Dios una oración por los que habían fallecido; de apoyar a todos los que están sufriendo en sus cuerpos las dolencias de esta pandemia y hacerles llegar que no estaban solos; de rezar para que esto termine pronto y que no vuelva a ocurrir jamás;… De gritar que nuestra Semana Santa está y estará siempre viva.

Esta vez los sones del tambor y del clarín, como señal de lamento y oración, cobraron más sentido que nunca antes.

Fue un momento único, auténtico, diferente… y que quedara esculpido, para siempre, en nuestra memoria.

Instantes después de que tambores y clarines callaran, fue el sonido agudo y estridente de las sirenas el que se dejó sentir por toda la ciudad. Sirenas que procedían de los vehículos de emergencias, bomberos, ambulancias y cuerpos de seguridad que en un gran número se habían concentrado a la altura de la Iglesia de San Felipe Neri y en la Plaza Mayor, ambos, lugares emblemáticos en el desarrollo de la Procesión de Camino del Calvario. Con ello manifestaban su reconocimiento y agradecimiento por nuestro gesto, a la vez que se unían a la particular conmemoración de este Viernes Santo tan inusual.

Pronto las redes sociales se llenaron de vídeos y fotos donde se podían ver a turbos mayores, jóvenes y niños, chicos y chicas, familias enteras tocando sus tambores destemplados y sus desafinados clarines, desde sus balcones, ventanas o terrazas. Se podía apreciar la satisfacción y la alegría en el rostro de los más pequeños, que claramente contrastaba con el semblante serio y afligido de los mayores. A los que, sin ninguna duda, al que más y al que menos, en algún momento del acto, una lagrima traidora acabó resbalando por sus mejillas. Podría asegurar sin temor a equivocarme, que muchos turbos que llevaban años sin participar en el desfile de la proce-

sión, este año desempolvaron su tambor o limpiaron su clarín para unirse en esta oración de la gente de Cuenca por la gente de Cuenca.

Mucho peor nos fue a los que no podíamos estar en Cuenca -y pongo podíamos con toda la intención, porque yo me encontraba entre ellos-. Todos esos nazarenos y turbos a los que el confinamiento nos obligaba a estar fuera de la ciudad y que nos impedía viajar para poder haber vivido esos momentos junto a nuestros hermanos. Muchos de ellos se pusieron en contacto con nosotros a través de Facebook para que subiéramos a internet vídeos que recogieran el acontecimiento vivido. Y así lo hicimos. Uno a uno fuimos colgando en nuestro Facebook todos y cada uno de los vídeos que nos fueron llegando.

También fueron muchas las televisiones que se hicieron eco de la noticia en sus informativos. De las nacionales, prácticamente todas. Pero también extranjeras como la BBC británica y la televisión portuguesa.

La ciudad de Cuenca, que siente Las Turbas como algo propio, lo acogió muy bien.

Todos los comentarios que hemos ido recogiendo han sido de felicitación y aceptación del acto. Dándonos las gracias, muchos de ellos, por el bien que les hizo especialmente a los más pequeños, que tan mal lo estaban pasando durante el confinamiento.

En nombre de la Junta Regidora de Las Turbas, queremos agradecer a todos los turbos su ejemplar comportamiento, cumpliendo en todo momento con las normas del confinamiento: muchas gracias a todos.

Y para este año se volverá a repetir la historia... Volveremos a vivir una Semana Santa sin procesiones. La pandemia lejos de estar controlada sigue poniendo en jaque a todo el sistema sanitario provocando que el estado de alarma se tenga que prolongar, condicionando con ello nuestras vidas.

Yo pediría a los turbos y nazarenos que tengamos paciencia, aunque ésta ya la tengamos al límite. Debemos mantener la esperanza y la ilusión en que la pandemia pasará y todo volverá a ser como siempre. Y sobre todo, fe. Fe en que nuestra Semana Santa saldrá de esta situación mucho más reforzada y fortalecida. Tan solo nos cabe esperar que la Semana Santa de 2022 todos podamos volver a participar para celebrar un desfile único.

Son ya cuatro los años que la Procesión Camino del Calvario no puede vivir una procesión completa; éste será el cuarto año en el que Cuenca se queda sin escuchar el impresionante Miserere que protagoniza el silencio de la turba en San Felipe. Espero y deseo de todo corazón que el año que viene podamos vivirlo y que no falte nadie.

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Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena

Por Pablo Moya Fuero. Presidente de la Congregación de Ntra. Sra. de la Soledad y de la Cruz.

Comenzamos la Cuaresma con las mismas incertidumbres del año pasado, o incluso algunas mayores del año que terminó. Aunque alguna incógnita ya la tenemos resuelta, al haberse acordado la suspensión por parte de la Junta de Cofradías de Cuenca y el obispo de la diócesis, de todos los desfiles procesionales de 2021, decisión dolorosa al ser el segundo año en el que no podremos celebrar la Semana de Pasión como nos gustaría, pero que con el escenario de pandemia que padecemos, no deja lugar a dudas que es la correcta.

Este año la situación va a ser diferente a la del año pasado, en la que sufrimos un confinamiento domiciliario duro y ni siquiera podíamos salir a la calle en esas fechas. Todo parece apuntar que este año va a ser diferente. Aunque sin procesiones en la calle, una de las claves de este 2021 será qué Cuaresma y Semana Santa vivirá la ciudad, ya que a priori la gente podrá estar en la calle y las Iglesias podrán estar abiertas, con las limitaciones de aforos y horarios que se apliquen en marzo y abril.

Pero no me quiero fijar en las diferentes opciones que barajen las Hermandades junto con las Parroquias para hacer algo durante estas fechas tan significadas, sino cómo se ha vivido el año tan complejo que hemos tenido desde el punto de vista de las Hermandades.

La Congregación tuvo suerte el año pasado y pudo celebrar su Junta General Ordinaria el pasado 7 marzo de 2020, aunque ya sabemos todos lo que pasó después, ya que a los pocos días se decretó el confinamiento domiciliario de toda España. Fue una Cuaresma dura, llena de sentimientos profundos y muy tristes, no sólo por no poder vivir nuestra Semana Santa como anhe-

lábamos, sino porque la enfermedad empezaba a cobrarse las primeras víctimas y nos trastocó la forma de vida por completo. Ante todo esto, no nos resignamos a quedarnos de brazos cruzados y que la Congregación no tuviera actividad alguna, y buscamos hacer cosas aunque fuera de forma diferente. Durante la Semana Santa, publicamos en nuestros perfiles de redes sociales dos documentos audiovisuales, uno rememorando lo que debería haber sido la puesta en andas, y otro con imágenes y fragmentos de video de la Procesión del Santo Entierro de 1991, en el que también ha colaborado la Hermandad de la Cruz Desnuda de Jerusalén, para vivirla y sentirla de forma diferente dadas las circunstancias, y hacerla presente en todos los hogares nazarenos de dentro y fuera de Cuenca. El video se publicó el Viernes Santo a las 21:00 horas, en el instante en que debería haber comenzado la nuestra Procesión.

Además, durante todo el año 2020, con fondos propios y con las donaciones generosas y desinteresadas de los congregantes, hemos hecho gran cantidad de obras de caridad, colaborando con Cáritas Parroquial de la Parroquia de El Salvador, con Cáritas y el Comedor de la Parroquia del Stmo. Cristo del Amparo, con la acción conjunta desde la Junta de Cofradías y hasta con el colectivo sanitario conquense. Así, hemos realizado numerosas entregas de comida, productos de higiene personal, mascarillas y equipos de protección individual para sanitarios, material escolar, etc… Se recibió también una aportación de la Hermandad del Prendimiento de Jesús, que también hizo campaña solidaria. Junto con otras Hermandades, se hizo una donación para sufragar el monumento a las víctimas del Covid-19.

Nos ha llenado de gozo poder colaborar con los que peor lo han pasado durante la pandemia, haciendo visible la labor de la Congregación para aportar nuestro granito de arena en paliar las devastadoras consecuencias que está sufriendo nuestra ciudad, y no ciñéndonos sólo a la participación de la misma en los desfiles procesionales. Como asociación pública de fieles de la Iglesia que somos, consideramos muy necesario ahora más que nunca, tener esta interlocución con las Parroquias y los más necesitados. Esperemos poder contar con la financiación suficiente para poder seguir ayudando a nuestros hermanos, aunque esta cuestión no sólo depende de nosotros.

Desde el punto de vista de los actos de culto de la Hermandad, junto con el M.I. Cabildo de Caballeros de Cuenca tuvimos que suspender la Función Religiosa y la eucaristía por el sufragio del alma de los Hermanos Difuntos que tradicionalmente se celebra el primer fin de semana del mes de mayo, trasladándolo a una única celebración el pasado 5 de septiembre. Fue la única ocasión en la que pudimos juntarnos en la Iglesia y con todas las precauciones exigidas tanto de aforo como higiénico-sanitarias.

Este año se platea igualmente complicado, ya que mientras no cambie la situación no podremos retomar las actividades con el Grupo Joven, que se iniciaron a finales del 2019 y que tuvimos que parar obligados por el panorama actual. Es previsible que este año no se pueda celebrar tampoco la Junta General Ordinaria ni los demás actos. También se ha seguido trabajando por parte de la Junta de Diputación en adecuar y mejorar el marco estatutario del que está dotada la Congregación. Se han realizado numerosas reuniones de trabajo para elaborar un nuevo reglamento de régimen interno que desarrolle en su día, el nuevo Estatuto presentado ante el Obispado de la Diócesis de Cuenca, que fue consensuado con el M.I. Cabildo de Caballeros de Cuenca y ratificado en Junta General Extraordinaria de la Congregación. Está sólo pendiente de sanción por el Sr. Obispo, condicionada a que se llegue a un Acuerdo -Avenencia con el M.I. Cabildo en lo referente a la Procesión del Santo Entierro, y a los gastos

que deben sufragar cada corporación, y todo ello teniendo en cuenta la forma en que la Congregación se ha de financiar. Esta es una cuestión delicada que nos está generando mucho trabajo y problemas a ambas partes, aunque confiamos en que teniendo las mismas firme voluntad en alcanzarlo, podamos tenerlo ultimado cuanto antes.

Aunque no hubo Semana Santa, nuestro Representante ha seguido trabajando en el seno de la Junta de Cofradías como ordinariamente se ha venido haciendo durante estos años. Se ha revisado de común acuerdo con la Hdad. De la Cruz Desnuda de Jerusalén, el Protocolo de Suspensión en caso de lluvia de la Procesión del Santo Entierro, para hacerlo más ágil y tener todas las eventualidades previstas, incluyendo en el mismo cómo proteger mejor a los guiones del resto de Hermandades que nos acompañan.

Por parte del Secretario de la Hermandad se ha finalizado el proceso de digitalización de actas, documentos, correspondencia, así como su clasificación y archivo. Labor que le agradecemos los presentes y, seguramente, los que en el futuro lleven las riendas de la Congregación.

Ha sido pues, un año intenso de trabajo. Confiemos en que pronto pueda revertir la situación y volvamos a la ansiada normalidad, por eso queremos expresar que en el ánimo y en el espíritu de los Congregantes, existe el deseo de trascender a la sociedad en general y a los nazarenos en particular con un sentimiento positivo, optimista y esperanzador, pero a la vez realista y responsable, con el fin de estar preparados de cara a prever los posibles escenarios en los que se pueda ver afectada la próxima Cuaresma y Semana Santa.

Finalizo estas breves líneas, mostrando el sentir de la Congregación de máxima condolencia y pesar hacia los familiares de los miles de víctimas mortales que la pandemia viene ocasionando, elevando nuestras oraciones para que, por la intercesión del Cristo Yacente y de la Virgen de la Soledad y de la Cruz, sus almas gocen de descanso y paz eternos, nos den consuelo y nos ayuden a superar esta difícil prueba.

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Cuenca Nazarena
Fotografía: Ignacio Blanco

Ilusión…, la misma que sienten los niños en la noche de los Reyes Magos, es la que sentimos los nazarenos cada Semana Santa. Por muchos años que tengamos, cada primavera, con la llegada de la Cuaresma seguimos sintiendo ese nerviosismo que va acrecentándose hasta el momento de ver en la calle a nuestra hermandad.

El año 2020 para mí era muy especial. En el año 2019 hubo reestructuración en la Junta de Diputación en mi hermandad -El Huerto de San Antón-, y mis hermanos me eligieron como su Representante en la máxima institución nazarena conquense: La Junta de Cofradías. Todo un honor para un nazareno de Cuenca y toda una responsabilidad por la gestión que recaía sobre mi persona a partir de ese momento.

Me estrené en mis nuevas funciones con la asistencia a la primera junta de diputación del “curso nazareno” allá por el mes de septiembre de 2019. En esa junta sentía nervios… pero también mucha ilusión. Ilusión por encontrarme entre las personas encargadas de organizar la Semana Santa de Cuenca. Y allí estaba yo representando a mi hermandad, la Vble. Hdad. de Nuestro Padre Jesús Orando en Huerto -de San Antón-. Muy emocionante fue el momento en el que, al comienzo de la reunión, el presidente de la Junta de Cofradías se dirigió a mí para hacerme entrega del pin de la institución nazarena como acreditación de pertenecer a esta institución que tanto significado tiene para mí.

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Hablan las Hermandades
Por Javier Benayas Alarcón
Fotografía: Ignacio Blanco

Fueron pasando los meses y se fueron sucediendo las reuniones. Para mí todo era nuevo pero nada me resultaba extraño. Mi trabajo en el seno de mi hermandad daba sus frutos en mi preparación para afrontar esta nueva etapa.

Y con el paso del tiempo, iba aumentando en mí la ilusión y, a la vez, también iba aumentando el nerviosismo: Misa de Miércoles de Ceniza, primer acto al que acudí como miembro de pleno derecho de la institución nazarena. Y tres días más tarde el Concierto de Inicio de Cuaresma, este año a cargo de la Unidad de Música de la Guardia Civil.

En casa ya se vivían los preparativos para el desfile, había que cambiar las vueltas de la capa, rojas las de la hermandad y azul celeste las de la Junta de Cofradías; en mis manos tenía ya la medalla de la Junta de Cofradías que tendría que llevar en todos los actos oficiales. Recuerdo como cada vez que iba a la sede de la hermandad no podía pasar sin mirar el cetro de Representante, lo tocaba y me imaginaba unos días después trabajando por el buen discurrir del desfile procesional del Jueves Santo.

Y llegó el 14 de marzo de 2020…, Y con él la fatídica noticia: ¡La Semana Santa de Cuenca ha sido suspendida! Escalofrío que recorre y paraliza el cuerpo y la tristeza que invade todo mi ser… Cabizbajo, tras unos momentos de intensa reflexión interna, renace en mí de nuevo la ilusión y la fuerza de mirar hacia adelante: se han suspendido los desfiles procesionales por responsabilidad ante la pandemia que azota el mundo, pero la Semana Santa sigue. A pesar de todo, el 9 de abril seguirá siendo Jueves Santo. Y este año se viviría de una forma diferente, pero seguro con más fe, pidiendo a cada uno de nuestros Titulares que nos ayuden a ganar la batalla y a no perder la vida ante la virulencia de la pandemia.

Y así fue. Fueron muchos los hermanos que aportaron su momento nazareno: videos, fotografías, poemas, dibujos, recuerdos.... Las redes sociales no pararon ni un instante… Surgió, sin darnos cuenta, la mayor de las manifestaciones nazarenas que podríamos imaginar. Y todo, de una forma espontánea, sin un orden preestablecido, sin pensar cada uno en su hermandad, sino que todos apoyábamos y consolábamos a todos, poniendo en valor el conjunto que forma la Semana Santa de Cuenca en su totalidad, donde cada nazareno es un eslabón de esa gran cadena, y si uno falla ya no será lo mismo.

El 2020 fue pasando hasta llegar de nuevo a septiembre, dónde lejos de estar abatidos, nos pusimos de nuevo a trabajar con la misma ilusión en un nuevo curso nazareno, a pesar de las circunstancias…

Y así será, pase el tiempo que pase, porque nuestra ilusión se va a mantener intacta… Y volveremos con las mismas ganas e incluso reforzados… Estoy seguro que así será, porque aún a día de hoy no podemos de dejar de imaginar a nuestras procesiones desfilando por las calle de nuestra ciudad…

Entre todos tenemos que superar esta pandemia para que las puertas de los templos nazarenos se vuelvan a abrir y la Semana Santa vuelva a estar en las calles de Cuenca.

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Por la Junta de Diputación de la Vble. Hermandad de La Santa Cena

La Hermandad de la Santa Cena siempre ha estado muy implicada en la ayuda humanitaria a distintas entidades. Esta vez, desgraciadamente estamos sufriendo la terrible pandemia de la Covid-19, que está afectando enormemente a muchas personas de nuestra ciudad, tanto económicamente como a nivel de salud, y lo está haciendo especialmente entre los más necesitados.

En el inicio de la pandemia, los servicios sanitarios y residencias de mayores, tuvieron gran escasez de material sanitario, por lo que esta Hermandad, se volcó nuevamente en la ayuda a todos estos colectivos. Concretamente se compró una partida de 500 mascarillas FFP2 que se entregaron al Hospital Virgen de la Luz de Cuenca. Posteriormente se hicieron gestiones con empresas de dentro y fuera de la geografía conquense, que quisieran ayudar también con material sanitario a las residencias de mayores, consiguiendo que una empresa madrileña donara 200 litros en garrafas de hidrogel y mascarillas FFP2 que se entregaron a la Residencia La Luz y al Hospital de Santiago, que en esos momentos estaban escasos de ese material.

También en estas últimas fechas a requerimiento de Caritas Parroquial Cristo del Amparo, y debido a la necesidad urgente de los más pequeños, se entregaron 1.800 pañales y toallitas de aseo para niños.

Desde esta Hermandad seguimos ayudando en la medida de nuestras posibilidades a todas las personas y entidades que necesitan de nuestra ayuda.

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Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena Fotografía: José Andrés Jiménez

Comenzamos el año pasado como otro cualquiera, con las mismas ganas y la misma ilusión de vivir otra semana de pasión en nuestra ciudad ajenos a lo que realmente íbamos a vivir.

Avanzaban los días de la cuaresma, funciones, juntas… todo un sinfín de actos que poco a poco iba metiéndonos de lleno en la Semana Santa. Pero todos nuestros sueños y ganas se truncaron por la aparición de un nuevo virus que atacaría al mundo entero. En España se decretó el confinamiento de la población y con él la suspensión de la Semana Santa de Cuenca.

Inmersos en un confinamiento absoluto y sin cesar de escuchar malas noticias, sumergidos en un tiempo de miedo, tristeza, soledad, nuestra hermandad no podía quedarse al margen de lo que estaba sucediendo. Somos, y así debía de notarse, la hermandad que anuncia la victoria de la vida sobre la muerte: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí no morirá”. Debíamos mantener viva la llama de la vida, esa que siempre hemos encendido las noches del Sábado Santo.

Junto con las demás hermandes que empezaban a actuar proveyendo de equipos de protección individual, mascarillas y un largo etcétera, nuestra hermandad empezó a pensar qué necesitaba la gente en este tiempo. Nos dimos cuenta de que el virus tam-

bién atacaba aislando a las personas, sin que tuvieran un contacto con sus familiares, amigos… estaban solos en las habitaciones de los hospitales.

Para solucionar ese problema, nuestra hermandad donó al hospital Virgen de la luz unas tablets para que los enfermos pudieran contactar con sus familiares a los que no podían ver. Lanzamos la propuesta por redes sociales para todo aquel que quisiera participar en este bonito proyecto y fue mucha gente la que en estos tiempos tan difíciles aportó su granito de arena para que las tablets pudieran llegar al hospital. Desde aquí, la hermandad quiere agradecer a todas las personas que, de una u otra manera, participaron en este proyecto y en especial a la Asociación de Parkinson que no dudó en donar las suyas para esta buena causa. De igual manera, Globalcaja participó también en este proyecto que permitía mitigar la soledad que esta pandemia nos ha traído desde el principio. Nuestra hermandad, a la vez que ayudaba, lanzó también una nueva página web www. resucitadocuenca.com, para que, igual que con las tablets, los hermanos y las personas que quisieran estuvieran conectados de manera más directa con la hermandad y pudieran conocer de primera mano la labor, social, humana y religiosa que nuestra hermandad hace a lo largo del año, pues son muchas las actividades que realiza.

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Cuenca Nazarena Por Juan Alberto Caballero García Representante de la Vble. Hdad. de Jesús entrando en Jerusalén y Ntra. Sra. de la Esperanza

Por la Junta de Diputación de la Vble. Hermandad del Prendimiento

Desde la Junta de Diputación de la Hermandad del Prendimiento comenzamos el año 2020 con ilusión, ya habíamos elaborado nuestro segundo boletín para comunicar a nuestros Hermanos los actos y actividades en los que había participado nuestra hermandad durante el año 2019, así como la citación a la Junta General y actos propios del año 2020. A mediados de enero, comenzaron a llegar noticias de la aparición del virus “COVID-19” en la ciudad China de Wuhan. En ese momento el virus no desvió nuestra atención pues nadie podía imaginar lo que el destino nos deparaba. Así el 25 de febrero realizamos el traslado de Nuestras Sagradas Imágenes al altar mayor, -único acto de Hermandad que pudimos realizar en 2020-, al tiempo que preparábamos nuestra Junta General y la Solemne Función Religiosa e íbamos dándole forma a la que debería haber sido nuestra estación de penitencia de 2020.

Febrero acabó con malos pronósticos sobre la celebración de nuestra Semana de Pasión y peor comenzó Marzo: el virus ya convivía con nosotros y la sensación de desamparo e impotencia nos invadió al ver como arrasaba con la vida de familiares y amigos.

El 14 marzo el gobierno declaró el estado de alarma, y ese mismo día la Junta de Cofradías, junto al Ayuntamiento de Cuenca y el Obispado, hicieron un comunicado suspendiendo todos los desfiles procesionales y los actos públicos relacionados con ésta.

No es grato recordar lo que se vivió en aquellos días. El virus atacó con tanta agresividad que dejó a nuestros sanitarios desprotegidos, los hospitales carecían de elementos de protección para sus trabajadores. Con el estado de alarma y el país paralizado comenzaron los problemas de abastecimiento, tanto de los artículos esenciales para nuestra vida cotidiana, como para estos elementos de protección tan necesarios en los Hospitales.

La situación pasó a ser dramática. En televisión podíamos ver como los trabajadores de la sanidad tenían que recurrir a elementos como las bolsas de basura para poder protegerse. Imágenes difíciles de olvidar y que bien podrían representar la situación de angustia y miedo que todos vivimos: el índice de mortalidad en nuestra ciudad ese mes de marzo triplicó el de años anteriores.

Ante esta situación, la Junta Directiva de la Hermandad se reunió el día 27 de marzo de forma telemática, con carácter de urgencia, y valorando lo que la ciudad estaba viviendo, acordamos por unanimidad llevar a cabo una acción solidaria para recaudar fondos y poder ayudar, en la medida de lo posible, a nuestros sanitarios suministrándoles material. La primera aportación la hizo la Hermandad por un importe de 1.000 euros. Se trataba de ayudar a nuestra ciudad, a su personal sanitario, a sus vecinos y a todos aquellos que precisasen atención hospitalaria en una situación extremadamente desesperada.

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Hermandades
Fotografía: Ignacio Blanco

Tras esta reunión, comenzó una gestión “a contra reloj”, puesto que no se podía perder ni un minuto. Esa misma mañana se contactó con del departamento de coordinación del Hospital Virgen de la Luz, quienes nos trasladaron las necesidades de material y equipos de protección que precisaban, e iniciamos una campaña para recaudar fondos a través de las redes sociales, con el fin de darle la mayor difusión posible a la acción de la hermandad.

Los artículos que más se necesitaban eran tensiómetros, pulsioxímetros y equipos de protección individual. Ese mismo día al ver la buena acogida que estaba teniendo la campaña, a última hora del día se rozaban los 3.000 euros de recaudación, se gestionaron la compra de 300 trajes de protección individual y se adquirieron todos los tensiómetros y trajes de protección que encontramos en la ciudad. Entregando al día siguiente, 28 de marzo -día que debería haberse celebrado nuestra Junta General- 11 tensiómetros y 23 trajes de protección individual. El silencio del domingo día 29de marzo, debería haberlo roto la Agrupación Musical “La Concepción” de Horcajo de Santiago en la Plaza de la Constitución de nuestra ciudad, llevando por Carretería, al son de un pasacalles, a todos los hermanos del Prendimiento a nuestra Parroquia para rendir culto a nuestro titular, a nuestro “Beso”. Pues ese día se debería haber celebrado la función religiosa de nuestra Hermandad. Pero este año todo era distinto… El silencio lo rompió una llamada de teléfono alertándonos de la situación de varias residencias de ancianos y colegios de personas discapacitadas, pi-

diéndonos ayuda, ya que teniendo positivos en sus residencias no encontraban la manera de adquirir material de protección. El transporte estaba prácticamente colapsado, y los almacenes se encontraban sin stock de todos aquellos productos que se podían utilizar para protegerse contra el virus debido a la gran demanda de estos. Estaba en riesgo la vida de sus internos, de sus trabajadores y, en consecuencia, de sus familias. Esa misma mañana en una rápida reunión, y viendo la buena aceptación que estaba teniendo el proyecto, acordamos hacer extensible nuestra obra repartiendo los materiales, que se fueran adquiriendo, de forma proporcionada a todos los centros y residencias que pudieran necesitarlo.

El día 31 de marzo llevábamos recaudado 6.750 euros. Y ese mismo día se hizo entrega, en el hospital de la ciudad, de los 30 tensiómetros que se acababan de recibir. El material se entregaba tan pronto se recibía, porque la gravedad de la situación no hacía posible el acopio de material para una sola entrega.

El día 2 de abril, no sin pocas dificultades, se recibió el grueso del material adquirido, (450 trajes de protección individual ,4.000 manguitos, 4.600 gorros, 2.000 protectores de plástico, 41 aparatos de la tensión y 3 pulsing), haciendo entrega ese mismos día de 400 trajes de agua, 3.600 manguitos, 2.000 protectores de plástico, 4100 gorros y 21 aparatos de la tensión al hospital de nuestra capital, y repartiendo el resto, equitativamente, entre las siguientes residencias: Crisol, Residencia San José, Apromips, Residencia Villa Luz, Residencia Virgen de

la Luz, “Bene”, Hospital de Santiago, Tanatorio La Paz, Ama del pinar, Residencia Las Hoces, Residencia de Carboneras y Residencia de Arcas del Villar.

La carga emocional de este día es difícil de describir con palabras: los sanitarios y trabajadores salían a recibirnos con lágrimas en los ojos, se podía ver en ellos el miedo, la desesperación y la sensación de abandono que tenían, sus miradas, sus gestos y sus palabras de agradecimiento, hicieron mella en cada uno de los miembros de la Junta Directiva. Nos sentimos orgullosos de pertenecer a esta Hermandad y a la solidaridad que desprende, que no es sino el reflejo de la de sus hermanos.

El día 2 de abril por la tarde cerramos cuentas dando la campaña por finalizada, habiendo recaudado un total de 7.695 euros, de los cuales habíamos gastado 7.230,81. Y valorando que la Hermandad había cumplido su objetivo en un tiempo record, pues como se puede comprobar a lo largo de estas líneas, desde que se inició de la campaña hasta que se entregó todo el material tan solo pasaron 6 días.

Al quedar un remanente de dinero, concretamente 464,19 euros, la Junta de Diputación acordó por unanimidad donar el dinero sobrante a las dos hermandades que en ese momento estaban haciendo campañas solidarias relacionadas con la COVID-19: la Congregación de Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz y la Venerable Hermandad de nuestro Señor Resucitado y María Santísima del Amparo, para lo que nos pusimos en contacto con sus directivas, y les hicimos entrega de la donación.

Todo esto no hubiera sido posible sin las numerosas donaciones que recibimos, por lo que queremos aprovechar estas líneas para dar las gracias a todos los particulares que contribuyeron económicamente, pero también debemos de destacar todas las empresas que colaboraron en esta acción. Sin su implicación, totalmente desinteresada, habría sido imposible conseguir nuestros objetivos, por lo que queremos plasmar nuestro agradecimiento a Promofactory de León, Farmacia Margarita García Martínez de Villarejo de Fuentes, Farmacia José Antonio García Quilez de Chillarón y Ferretería San José de Cuenca.

Desde el inicio de la pandemia para la Junta de Diputación de esta hermandad siempre ha primado la seguridad de hermanos, familiares, amigos, etc. por ello hemos suspendido el cobro presencial de cuotas, los actos y cultos de hermandad e incluso la venta de participaciones de lotería de Navidad. La pandemia pasará y será entonces cuando la hermandad vuelva a la actividad habitual y a participar y organizar en cuantos cultos, actos, homenajes, etc. sean necesarios. Por ello, pedimos a nuestros hermanos y al resto de nazarenos de Cuenca que se cuiden y cuiden a los demás, porque solo así, en muy poco tiempo, estaremos de nuevo todos juntos en torno a nuestras Sagradas Imágenes y a nuestra Semana Santa. De momento preparémonos para vivir otra Semana Santa “diferente”.

Un abrazo fuerte a todos.

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Cuenca

Nadie llamará hoy a las puertas de San Andrés.

Nadie esperará impaciente, nervioso, estremecido, conmovido, orgulloso, desde dentro, a que el río de luz se vaya desbordando, al abrirse sus hojas, y vaya inundando el interior, cegando a la oscuridad, dando paso a un torrente de emociones contenidas, indescriptible con palabras.

Nadie permanecerá expectante, ilusionado, perfectamente uniformado, sonriente, jubiloso, en la calle, a que desde su cancela de comienzo la celebración y manifestación religiosa más entrañable, festiva y alegre que Cuenca vive en todo el año.

Pero ya incluso antes, nadie madrugará sobreexcitado para vestirse su túnica blanca, inmaculada, y su fajín granate, arreglado, quizás de su padre o de su abuelo. Nadie

cogerá su capuz, sus guantes, su palma. Nadie estrenará, no sólo esa prenda nueva, sino toda una Semana que llenaría de sentimientos y emociones parte de su historia.

Nadie se reunirá con su gente para compartir ese café, bocata, resoli y desvelos de una noche de insomnio y, a la vez, sueños, deseos, de un día glorioso.

Nadie, ni madres y padres de la mano de sus hijos, ni abuelas y abuelos del brazo de sus nietos, nadie saldrá a la calle. Nadie, junto a la familia y amigos, se encaminará cuesta arriba, hasta la iglesia, donde esperan el Hijo y la Madre.

Nadie en la ciudad aguardará hoy impaciente el paso de la procesión. Porque no habrá...

¿Quién iba a atreverse siquiera a imaginar que hoy sólo el silencio habitaría este lugar?

Pedro José Ruiz Soria
Hablan las Hermandades
Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 146 147 Fotografía: Pedro José Ruiz
Consiliario de la Vble. Hdad. de Jesús entrando en Jerusalén y Ntra. Sra. de la Esperanza

Pero, aunque Cuenca parezca dormida, ajena al despertar del Sol, que como Rey de reyes comienza su camino de Pasión, Muerte y Resurrección, desde la humildad y el servicio, a lomos de una borriquillo, vivirá este hecho con más profundidad que nunca. Aunque todo parezca sobrecogedoramente callado, no daremos oportunidad a que griten las piedras (d. Lc 18,40), porque seremos, todos, nosotros, los que, desde el corazón nazareno, proclamaremos a grandes voces y actualizaremos, de nuevo, su entrega por amor.

Todos, unidos, gritaremos hoy bien fuerte: “iHosanna al Hijo de David! iBendito el que viene en nombre del Señor! iHosanna en las alturas!” (Mt 21,9). Porque, aunque nuestras imágenes permanezcan, como nosotros, recluidas en su casa, todos rescataremos hoy en nuestra memoria, sin duda, los felices días de Ramos, y, así, de esta manera, saborearemos la grandeza de esta celebración y la haremos, de algún modo, muy presente.

Todos, porque lo necesitamos, acompañaremos a Cristo en su entrada en Jerusalén. Y a su Madre, nuestra Madre, nuestra Señora de la Esperanza, nuestra esperanza.

Todos, unidos, porque aunque hoy no suenen las trompetas y tambores de la Banda de la Junta de Cofradías dando inicio a la Semana Santa, ni acompañen con sus notas y acordes la Banda de Música de Cuenca, ni carguen con devoción sobre sus hombros los banceros las imágenes, ni suenen acompasadas las horquillas en el Peso, ni descendamos Solera, ni repiquen las campanas de El Salvador a nuestro paso, ni nos deslumbre el sol al encarar Alonso de Ojeda, ni nos abramos a todos en el Huécar... Aunque no entone el coro infantil de la Escolanía

Ciudad de Cuenca, ni nuestras monjillas recen alegres por todos nosotros en la Puerta Valencia, ni recorramos juntos las Torres, Aguirre,... Ni se unan a nuestro cortejo felices las familias, los niños, jóvenes y ancianos, ni atravesemos Carretería,...

Y aunque queden hoy en silencio los homenajes por nuestros hermanos muertos... Y no avancemos por Calderón de la Barca, ni crucemos Trinidad, ni subamos Palafox, ni nos emocionemos en las curvas de la Audiencia, tomándolas perfectas bajo la atenta mirada del árbol en flor, en la puerta San Juan, en Andrés de Cabrera,... Aunque hoy no se bendigan nuestros ramos y palmas, ni rían y jueguen con ellos nuestros más pequeños, ni cante la Escolanía de la Soledad de San Agustín, ni en procesión multitudinaria ascendamos Alfonso VIII, ni lloremos dando gracias al atravesar nuestras imágenes los Arcos, bajo una colorida lluvia de pétalos, y aunque la Plaza Mayor no se convierta en un vibrante espectáculo de alegría y luz, ni nuestros corazones se agiten junto a la algarabía, como se agitan las palmas y ramos, aunque no suene nuestro himno mientras las imágenes se introducen en la Catedral... Ni aunque al final de la nave, ya todos, nos fundamos en sinceros abrazos...

...Cristo está hoy presente con nosotros. Y con Él en nuestras casas, iniciamos esta Semana Santa. Que será siempre recordada. Que lo sea también por la intensidad en la vivencia de nuestra fe. Sí, desde nuestro hogar, convertido en otro Jerusalén, hacia donde Él sube, donde Él quiere quedarse y está. Quizás, con el pasar de los días, convertido también en otro templo, en otro cenáculo, en otro Huerto de los Olivos, en otro palacio de Anás y Caifás, en otro pretorio, otro Camino de la Cruz, en otro Calvario...

Todos, unidos hoy en la oración, con nuestras vidas reales y entregadas, aclamaremos a Jesús como único Rey y Salvador. Y aunque el Domingo de Ramos sea diferente, será auténtico.

Todos haremos que nuestro hogar se convierta, sobre todo, en el lugar de la Resurrección de Cristo, para que todos, unidos, vivamos en la verdadera alegría y la esperanza. Con cariño, vuestro Consiliario.

las Hermandades Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 148 149 Fotografía: Pedro José Ruiz
Hablan

JESÚS ENTRANDO EN JERUSALÉN Y NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA

Hola hermanos y hermanas de esta venerable hermandad: Me pide la junta directiva que, como capataz de banceros de la Borriquilla y ante la situación que estamos viviendo, os dirija unas breves palabras.

Pues claro que sí. Allá van.

Y lo quiero hacer desde mi casa, como es preceptivo, y con el hábito de nuestra hermandad. Porque este año sí va a haber Semana Santa. Es cierto que las procesiones no van a poder estar por nuestras calles por la maldita covid-19. Pero, ¿quién nos puede impedir ahondar en nuestros recuerdos?

Vamos a vivir una Semana Santa diferente: la Semana Santa de nuestro interior; la Semana Santa de nuestras emociones y nuestros sentimientos. Esa que todos llevamos grabada en nuestra alma nazarena, y que vendrá con nosotros hasta el último de nuestros alientos.

Os invito a que el Domingo de Ramos, en algún momento del día, cerremos los ojos y acompañemos a nuestras imágenes, a la Borriquilla y a la Virgen de la Esperanza, por un recorrido especial… Un recorrido por nuestra memoria, evocando los recuerdos de los desfiles que durante tantos años hemos vivido. ¿Hacemos un ensayo? Venga. Vamos intentarlo.

Cerrad los ojos: Es Domingo de Ramos... Estamos en la Iglesia de San Andrés... Un intenso olor a flores y a palmas nos invade. Todo son risas, felicitaciones y abrazos… Tres golpes secos captan nuestra atención. Se hace el silencio... Todo está listo. Vamos a empezar. Chirria la gran puerta al abrirse y… Primer redoble de tambor de nuestra banda… Primer escalofrío... Abrid los ojos. ¿A que sí? ¿A qué se puede? ¡Claro que sí! ¡Nadie nos puede quitar eso!

Superemos este tiempo de dificultad y decepción con ilusión y con esperanza. La misma esperanza que la advocación de nuestra Virgen. La esperanza de que Jesús, montado en su borriquilla, no nos va a dejar solos. La misma que nos transmiten las oraciones diarias de nuestro consiliario. -Gracias, Pedro José por tu apoyo-.

Esperanza de que todos juntos y unidos volveremos con ganas y energías renovadas para hacer de la Semana Santa de 2021 la más grande jamás vivida en nuestra ciudad.

La de 2020 va a ser una Semana Santa diferente, pero también va a ser nuestra: será la Semana Santa de Cuenca.

Mucho ánimo y mucha fuerza para todos. Y CUIDAROS mucho, el año que viene no puede faltar nadie.

A LOS HERMANOS Y HERMANAS DE LA VENERABLE HERMANDAD DE
Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 150 151 Hablan las Hermandades
Por Antonio Abarca Contreras. Capataz de Banceros de la Borriquilla
Fotografía: Ignacio Blanco

Por segunda vez la pandemia mundial dejará las calles vacías durante la Semana Santa. ¿Quién nos lo iba a decir? Un virus capaz de enclaustrar poblaciones, asolar vidas, paralizar trabajos, impedir tradiciones y suprimir las procesiones. Antes del Parasceve del 2022, confiemos haber regresado ya a la normalidad. Este artículo, sobre la Semana Santa de Cuenca de 1926 está dedicado a todas las personas que han sido o son víctimas la cruel plaga que nos invade.

La Semana Santa de Cuenca en 1926

Por Enrique Valero Moscardó Lic. Humanidades e Historia

Textos: El Día de Cuenca, El Centro, Julio Ballesteros, La Voz de Cuenca, Programa de Semana Santa de Cuenca. 1926 (Cámara de Comercio de Cuenca) y E. Valero. Colaboración: José Vicente Ávila, Hemeroteca Nacional de España, ABC, Biblioteca Fermín Caballero de Cuenca, Cuenca Nazarena, Ramón Carlos Rodríguez, Junta de Cofradías de Cuenca. En 1926 los conquenses se hallaban sumidos en el descontento general; tras el auge económico del principio de aquella década, la escasez era plena. Principalmente, se había producido debido a las fuertes competencias madereras y agrarias; Europa, tras la Primera Guerra, había conseguido reactivarse. Cuenca, con 13.000 almas, tenía a casi la mitad en el paro, y las expectativas, aun contando con un elevado número de comercios y despachos, eran poco halagüeñas. El fin del conflicto africano estaba próximo, pero aquel año la tensión parecía importante por la indecisión del gobierno para aprobar el nuevo trazado del ferrocarril hacia Valencia. Así estaban las cosas en la antigua ciudad al mediar los “felices veinte”, con su moderno desarrollo en la parte baja: edificios, parques, monumentos, teatros, cinematógrafos y salas culturales. La Cámara de Comercio vino a romper un silencio perpetuo, al publicar un fantástico programa de Semana Santa, el mejor y más carismático de aquellas épocas; significó la mejor publicidad tanto de nuestra Semana Mayor como de la ciudad y los lugares importantes de la provincia. Aquel año germinó y tuvo buena acogida un programa de ¡Música Religiosa! quizá el cimiento de lo que vendría muchos años después, pero también hubo estrenos de películas importantes, una excelente crónica de la Procesión del Santo Entierro,etc.

Investigación
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Impresionante y detallada imagen del antiguo Jesús con la Caña de San Roque Fotografía: R. Carlos Rodríguez / Cuenca Nazarena 2019 Cuenca Nazarena
Cuenca Nazarena

Ayuntamiento.

Comisión Permanente, 22 de marzo de 1926.

“El Ayuntamiento ha contratado para las procesiones de Semana Santa la música de guardias jóvenes de Valdemoro, con banda de trompetas y tambores, para mayor solemnidad de aquellas. Nuestra banda municipal está ensayando para las festividades religiosas marchas de reputados autores clásicos.1 A los ensayos acuden multitud de personas ávidas de admirar la ímproba labor que vienen desarrollando los músicos, más entusiastas que nadie del divino arte, los que sin cansancio, después de una y otra noche, nos ofrecerán durante las procesiones, las más escogidas marchas fúnebres, que llevan los siguientes títulos: “A la memoria del maestro Bretón”, “Marcha fúnebre de Beethoven”, “¡Dolor!”, “Stabat Mater Dolorosa”, “A la muerte del Presidente Carnol”, “La Mártir”, “Al Calvario” y “Paz y Caridad” esta del maestro Cabañas. Se acordó pagar mil pesetas y gastos que se produzcan por la estancia de la Banda de Música de Wad-Ras del capítulo de imprevistos.

El Gran Programa de 1926

“La Cámara oficial de Comercio e Industria de la provincia ha tenido la feliz idea de publicar un excelente libro de más de 190 páginas, donde aparece un detallado trabajo de todas las procesiones y otros actos que se celebrarán en nuestra ciudad, desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección, cuenta con los fotograbados de todas las imágenes que figuran en las procesiones. Además de este trabajo, hay otros artículos de notables firmas que tratan: sobre los “Cristos Humildes”, en el cual se suman las imágenes de los Cristos de más fama

de la capital y principalmente de la diócesis. Se describe y hace resaltar la que fue Cuenca en la industria y el arte del hierro como puede verse en las primorosas verjas y rejas de nuestro templo Catedral y se hace una excursión artística por los principales monasterios de nuestra diócesis, monumentos de gran valor histórico-artístico de nuestra provincia, que son las admiración y el encanto de cuantos turistas los visitan. La publicación, elegantemente presentada en papel cuche satinado, está hecha en los talleres tipográficos Ruiz de Lara. Es un trabajo que honra a todos los conquenses y que llegará hasta el último rincón de España y no pocos del extranjero, felicitamos con toda sinceridad al presidente de la Cámara señor Guaita y al secretario señor Benítez. 2

Información Religiosa

Domingo de Ramos: En la S.I. Catedral, a las ocho y media, Bendición de palmas, procesión y misa solemne. En las parroquias de San Esteban y el Salvador Misa Mayor a las nueve y nueve y media respectivamente. En San Felipe, a las cinco y media, función, predicando el R. P. Vázquez, en la capilla de las Hermanitas de los Ancianos, ejercicio dominical. Miércoles Santo: Ayuno. En San Felipe, a las seis y media Vía-Crucis. Jueves Santo: En la S.I. Catedral, a las ocho y media, Misa y Consagración de los Santos Óleos. Por la tarde, a las tres, el Lavatorio, predicando el M. I. Sr. Doctoral. En la iglesia de San Felipe, a las siete de la tarde, Hora Santa, predicará el R.P. Tolosa. En la Ermita de Ntra. Sra. de la Esperanza, la Adoración Nocturna, celebrará Vigilia especial a las nueve y media de la noche.

Viernes Santo: Ayuno y Abstinencia de carne. En San Felipe, a las tres y media de la tarde Vía Crucis. En la parroquia de el Salvador, a las cuatro, Sermón de Soledad. En la ermita de N. Sra. de las Angustias, a las tres y media, Vía Crucis, y a las diez de la noche Sermón de Soledad, predicando D. Julio Navarro profesor del Seminario. Sábado Santo: Ayuno hasta medio día. En San Felipe, a las cuatro y media, función sabática predicando el R. P. Lucio. Todos los días en San Felipe Vela al Altísimo, de cuatro y media a seis y media.” 3

AVISO. Alojamientos y Balcones

Todas las noticias hacen suponer que si el tiempo es bueno, habrá una gran afluencia de forasteros esta Semana Santa. Para prevenir las dificultades que esta posible afluencia pudiera crear, la Cámara de Comercio invita y ruega a todas las personas que tengan habitaciones para alquilar, con asistencia o sin ella, a que envíen una nota a la Secretaría de la Cámara, Calderón de la Barca, 34. pral. manifestando el número de habitaciones y de camas que les convenga ofrecer, los precios, las condiciones y la calle y número de la casa. La invitación no se limita a los hoteles, fondas, casas de viajeros, casas de huéspedes, posadas, etc., sino que se hace también a los particulares que quieran alquilar vivienda, camas o simplemente balcones de las calles por donde pasan las procesiones. En especial que en cada nota se exprese el precio y las condiciones del servicio. 4

Banda Wad-Rás

El día 30 por la noche llegará de Madrid para actuar en las procesiones la Banda del regimiento Wad-Rás.

El Ferrocarril hacia Utiel

Tened presente que atravesamos momentos de vida o muerte para nuestra querida provincia, estemos todos dispuestos a defenderla y de esta forma esperaremos tranquilos el dictamen de los técnicos que dirán su última palabra al hacerse el estudio de nuestro suspirado ferrocarril. 5

Teatro Cervantes

El sábado de Gloria, en el Teatro Cervantes, tendrá lugar la inauguración de la temporada de varietés, en cuyo programa figura la aplaudida cancionista Salud Ruiz, tan querida de nuestro público en anteriores actuaciones, y otras artistas.

El lunes de Pascua tendrá lugar la monumental producción “Boy” del P. Coloma y que verá todo Cuenca.

Ideal Artístico

Digna de Aplauso es por cierto la labor de este Coliseo, que sin reparar en gastos y guiados por la buena fe de servir al público lo más moderno y más bonito de la cinematografía, acaba de contratar a un fabuloso precio la gran película “La Sobrina del Cura” , impresionada en Cuenca y en la cual se observan preciosas fotografías de nuestras hoces, Ciudad Encantada, Fuensanta, Casa Blanca, etc. En este mes entrante todo el mundo al Ideal para admirar en “La Sobrina del Cura” las bellezas de nuestro suelo.6

Investigación Cuenca Nazarena Cuenca Nazarena 154 155
1.- El Día de Cuenca. 2/3/1926. 2.- El Centro. 27 de Marzo, 1926. 3.- El Centro. 27 de Marzo, 1926. 4.- Día de Cuenca. 26/03/1926 5.- Julio Ballesteros. El Centro. 31/3/1926 6.- La Voz de Cuenca. 31/3/1926 La antigua ciudad de Cuenca hacia 1926, con el reloj de Mangana en obras Fotografía del Ideal Artístico en el corazón de la ciudad moderna, teatro que funcionó también como cinematógrafo hasta 1931. (Foto: P. Alfaro, Cines de Cuenca. 2013) Propaganda de las funciones que se realizaron durante la Semana Santa de 1926

Programa

La Schola Cantorum de los Padres Paúles y los niños cantores de la Catedral de Cuenca actuarán en los sitios indicados durante los días de la Semana Santa.

Catedral: Tres de la tarde: C. Greg.- ex Códice Silense.Nocturno fab. (4V N.Otaño).- Cant. “Benedictus” fab. (4 V. Cabezón).- “Christus” 4 V. P. Palestina.- Miserere (4 y 6 V.V. Goicoechea).

Miércoles Santo

Conventos de Carmelitas, Benedictinas y Concepcionistas:

Cuatro de la tarde: “Las Tinieblas”.

Viernes Santo Catedral. A las nueve, en los Divinos Oficios: C. greg. “Passio” (Vitoria).- “Improperios”, “ Cruz Fidelis” y “Vexilla regis”

A las tres de la tarde: “Lamentaciones ex Cod. Silen.” .- “Noct.

1º y 3” (Otaño)- “Noct 2º”( Alcocer), “Benedictus” (Cabezón), “Christus” (Goicoechea) y “Miserere” (Perosi)

Salvador (al terminar la Procesión del Santo Entierro): Canto del solemne Miserere.

Catedral: Ocho de la mañana, oficios divinos: “Gradual” (Goicoechea).- “Missa in hon. S. Thomae” (Villalba).- “Maisa Quarti” (Vitoria). Motetes de Vitoria, Haller y Casciolini, Procesión con “Pange Lingua”, c. greg. Tatum Ergo (Vitoria).

Jueves Santo

A las tres de la tarde, durante el Lavatorio, C.gr.- ex cod.

Sil.- Noct. 1º (Palestrina) .- Noct. 2º “Tanquam” fab. (Otaño).“Tenebrae y Animam Meam” (Vitoria).- Noct.3º fab.(Otaño) -”Benedictus”(Cabezón), “Christus” (Palestrina).- “Miserere” (Goicoechea).

Conventos de Benedictinas, Descalzas e iglesia de la Merced. Cuatro de la tarde: “Tinieblas”.

Sábado Santo Catedral, durante los oficios: “Missa, Kyrie, gloria, etc.”fons bonitalis”c. gr., “Magnificat” c.gr.

Domingo de Resurrección

Catedral; a las cinco de la mañana: se cantarán los solemnes Maitines y Laudes y al terminar la misa se interpretará el “Regina Coeli”. A las nueve y media de la mañana: “Maitines y Responsorios” (J.M. Alcocer), “Tantum Ergo”(Haller), ”ReginaCoeli” (Lotti),”Missa” (Perosi),”Credo-M. Solemnis”(Revanello) y “Sanctus” (Villalba).

Miércoles Santo. Procesión del Silencio Parte esta procesión de la Iglesia de San Francisco a las ocho de la noche para terminar bastante después de la media noche en la misma iglesia citada. Está formada por los pasos siguientes: .- La Oración del Huerto. Esta imagen fue construida en Madrid por D. Manuel Moreno y regalada en 1906 D. Mariano Catalina. Formó su Hermandad en 1923, que la instituyeron 92 cofrades y visten túnica morada y capuz blanco, cordones y rosario, y el escudo es una cruz en el pecho. El Beso de Judas o Prendimiento. Es obra de D. Enrique Arévalo, costeada por el Sr. Catalina, Hermandad que se organizó en 1905, y en la actualidad cuenta con 38 hermanos, que visten túnica y capuz blanco, cinturón negro, y el escudo es una cruz del mismo color en el pecho. Jesús en el Pretorio o Las Injurias.- imagen regalada por el expresado Sr. Catalina en el año 1909, no tiene Hermandad. Jesús ante Anas (Ecce-Homo).-Antigua imagen de la suprimida parroquia de San Miguel, digna de verse por el prestigio de su antigüedad, hoy se le da culto en la iglesia de San Pedro. Tiene Hermandad desde el año 1860, compuesta en la actualidad de 49 hermanos, que van vestidos con túnica escarlata y capuz blanco, cinturón y guantes blancos, con una cruz roja en el pecho; llevan una tulipa con vela. Negación de San Pedro.- Esta imagen carece de cofradía y fue donada por el Sr. Catalina en 1910. San Juan y la Santísima Virgen.- Forman un solo grupo, que fue donado y restaurado por los Excelentísimos señores Catalina y Cobo.

Jueves Santo. Procesión de Paz y Caridad Sale a las cuatro y media de la tarde de la ermita de San Antonio Abad, terminando a las diez de la noche en la misma ermita. La archicofradía de Paz y Caridad dirige y ordena el acto en el que toman parte numerosos hermanos para recorrer las principales calles de la ciudad, forman las siguientes hermandades: Jesús en el Huerto.- cofradía fundada en el siglo XVIII y compuesta de 60 cofrades, en su mayoría hortelanos, que visten túnica morada y capuz granate, el escudo es un cáliz y la Sagrada forma, símbolo de la Santa Eucaristía. Esta imagen procede la antigua ermita de San Roque, incendiada en la guerra de la Independencia, pasando dicha escultura a la de San Antón, y donada por los herederos de Mariana. La Flagelación (Jesús en la Columna).- Esta imagen ha sido recientemente regalada por el Excmo. Sr. D. José Cobo, es una talla magnífica. La antigua cofradía está compues -

ta de 31 hermanos que van cubiertos con túnica azul, capuz y cíngulo blanco y rosario. Jesús con la Caña.- La cofradía es antigua, compuesta de 40 hermanos, vestidos con elegante túnica y capuz granate, cinturón amarillo y sobre el pecho escudo con la corona bordada en oro. Esta imagen, de gran valor artístico, también procede de la antigua Ermita de San Roque. El Ecce-Homo.-Su Hermandad tiene en la actualidad 46 hermanos, que llevan túnica morada, capuz color corinto, cinturón amarillo, y sobre el pecho un escudo con la corona bordada en oro. Su escultura es de extraordinario mérito en su género, la mejor, sin disputa, de toda Cuenca; obra de un imaginero de buena época española y digna de la estimación en que se la tiene. Estuvo mucho años en San Andrés, pero procedía de las derruidas parroquias de San Gil y San Juan. Ntro. Padre Jesús Nazareno con la Cruz.- Cuenta con la Hermandad más numerosa de la capital, con 237 cofrades, que visten túnica y capuz morados, cíngulo amarillo, rosario, y sobre el pecho escudo de raso bordado en oro. La imagen, de un gran valor artístico, procedía de la destruida ermita de San Roque. La túnica que lleva Jesús está confeccionada en Pamplona, en los talleres Santisteban y es de gran valor. Cristo de las Misericordias.- Esta imagen forma la archicofradía de Paz y Caridad, en la cual se hallan representadas todas las imágenes que integran la procesión. Esta archicofradía fue fundada en el siglo XVI, y tiene por fin prestar asistencia a los sentenciados a muerte. Este paso fue el que dio origen a la procesión del Jueves Santo. Ntra. Sra. de la Soledad.-Antigua imagen de San Roque, con 42 hermanos, revestidos de túnica y cíngulo morados, rosario, capuz negro y escudo con el Corazón de María y corona de espinas bordados en oro.

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Portada del Programa Oficial de 1926 Los niños del Coro Catedralicio y su profesor posando. (Foto: Archivo J.V. Ávila)

Viernes Santo. Procesión Camino del Calvario

A las seis de la mañana parte esta procesión de la parroquia del Salvador, entrando en la misma iglesia sobre las nueve y media. En ella forman las siguientes imágenes: Jesús Nazareno.- Hermosa y antiquísima imagen con rica túnica y artísticas andas. Tiene su cofradía 76 hermanos, que llevan túnica y capuz de terciopelo morado, cordón amarillo, rosario y un escudo de metal plateado en el brazo izquierdo. La Verónica.- Imagen hermosa regalada por D. Mariano Catalina, no tiene cofradía. San Juan Evangelista.- Artística y antigua imagen con rica túnica de color granate y banda de terciopelo bordados en oro por las M. Concepcionistas de esta capital y hermosísimas andas, todo costeado por D.ª Anselma Lledó. Son 102 sus hermanos, que van cubiertos de túnica morada y capuz y cinturón verdes. Ntra. Sra. de la Soledad.- Esta antigua imagen lleva manto de terciopelo negro bordado en rico oro por la casa de Santisteban de Pamplona. La hermandad cuenta con 207 socios que visten túnica morada, capuz negro, cíngulo blanco y escudo con los emblemas de la Soledad bordados en oro sobre raso blanco. Las imágenes de Jesús Nazareno, San Juan y la Soledad proceden del Convento de San Agustín pero fueron trasladadas al Salvador en la época de la exclaustración (1834). Es típico de esta Procesión la banda de destemplados tambores y estridentes clarines que en son de mofa precede al Jesús Nazareno.

Viernes Santo. Procesión En el Calvario

De la iglesia del Salvador, y hora de las diez de la mañana, sale esta procesión con algunas imágenes, y luego se completa con las de San Francisco para recorrer las calles de la ciudad, terminando en la iglesia de San Esteban a las dos y media. En ella figuran: Jesús Despojado de sus Vestiduras.- La Crucifixión.- Imagen moderna, sin cofradía, regalada por D. Mariano Catalina. La Exaltación.Este paso, conocido con el nombre de Stmo. Cristo del Perdón, es de colosales proporciones y fue construido por las casas Reixach, de Barcelona, y Tena, de Valencia. Tiene Hermandad compuesta de 67 hermanos, que llevan túnica cenicienta con capuz y cinturón de color carmín oscuro. Agonía.- Imagen de marfil, muy antigua, donada por don Juan Cerdán y Landa, con una cofradía de 61 hermanos, que van con túnica amarilla, capuz y cinturón de color granate y escudo con tres cruces en fondo blanco. Tiene algunos privilegios concedidos por varios Pontífices según consta en sus bulas respectivas. Santísimo Cristo de la Luz.- Esta antiquísima imagen, de notable talla, conocida como “el Cristo de los Espejos”, ya en el siglo XVIII tenía una cofradía muy numerosa, procedía del Convento de San Agustín; cuenta en la actualidad con 69 hermanos, los cuales llevan túnica morada, capuz anaranjado con el signo de la muerte, y un escudo sobre el pecho con cruz y corona de espinas. Está regida por dos hermanos mayores, y la Junta Directiva dispone todo lo concerniente a esta procesión. Descendimiento.Con el Santísimo Cristo de la Salud, vulgo “de las Tres Manos” y conocido también como “el Cristo de los Carniceros” por ser estos los que le tributaron culto hasta el siglo XVIII, se ha construido recientemente este paso por el escultor barcelonés D. José Queral.

Tiene cofradía de 64 hermanos, que visten túnica y capuz negros con cíngulo blanco. Su escudo es una cruz negra y dos escaleras del mismo color sobre fondo blanco. Ntra. Sra. de las Angustias.- Esta imagen, que cierra la procesión, fue regalada por los señores de Rozas. Los nazarenos llevan túnica morada, capuz y cinturón azules y ha sido formada una numerosa hermandad, compuesta de 140 hermanos en el año 1925.

Viernes Santo. Procesión del Santo Entierro Después de rezado el Vía Crucis y predicado el Sermón del Santo Entierro y Soledad de María, parte la procesión cerca de las cinco de la tarde de la iglesia del Salvador, recorriendo las calles de la parte alta y baja de la ciudad para terminar en la mencionada iglesia con el canto del solemne Miserere. Se compone de dos pasos: un lujoso Santo Sepulcro, donde yace una imagen de Jesús difunto, y el otro una Cruz con el Sudario, y puestos en ella sus ojos llorosos y como si estuviera en éxtasis una Virgen de la Soledad arrodillada.

En la noche del Viernes Santo estará abierta la ermita de las Angustias hasta el toque de Gloria. A las diez de la noche tendrá lugar el sermón de la Soledad que predicará D. Julio Navarro Briones, capellán de las M. Benedictinas.

La Semana Santa de Cuenca de 1926

Aunque parecía que el tiempo iba a impedir el lucimiento de nuestra fiestas, no fue así; pues, gracias a Dios, hemos tenido un tiempo hermosísimo. Las procesiones de la Semana Santa han resultado lucidísimas y su paso por las calles ha sido presenciado por una muchedumbre de espectadores que ha superado en número a la de otros años.

En la procesión del Santo Entierro participaron: primeramente la Guardia civil de gala a caballo, seguían los Heraldos de la

Fama, llevando el del centro, montado en un caballo blanco, una cruz sobre un mundo, los de los extremos, montados en caballos negros, iban tañendo clarines, con toques lentos y prolongados. A continuación los de Armas, llevando en medio la enseña del Cabildo, que es una bandera de damasco de seda, de color negro, y en su centro bordado y sobrepuesto un escudo grana con una cruz fileteada de oro, con el sudario de plata, tres clavos de oro al pie y puesta la cruz sobre una montaña bordada en sedas de color tierra.

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Paso de La Verónica, durante los preparativos para la procesión del Camino del Calvario

Los asilados de la Casa de Beneficencia formaban después dos filas por las aceras, junto a las hermanas de San Vicente y el señor capellán, en recuerdo de los pobres a quienes tanto amó Ntro. Señor Jesucristo. Siguieron en las dos filas las representaciones de todas las Hermandades, con sus correspondientes túnicas y distintivos, cubiertos con su capuz y con tulipas encendidas y en medio de estos todos los hermanos mayores con sus cetros. Marchaban a continuación, con velas encendidas, los seminaristas con sus profesores y superiores. Después el ilustre Cabildo de sacerdotes de Santa Catalina y terminaba con los beneficiados y canónigos de la S.I. Catedral. Entre las dos largas filas iban doce niños, luciendo hermosas cabelleras y ricas túnicas moradas, ciñendo a sus sienes corona de espinas, cubiertos los pies con sandalias y llevando en sus manos todos los atributos de la Pasión.

Dentro también de las dos mencionadas filas, formaban otras dos, a los lados de los niños, los caballeros capitulares con el Prioste del M. Ilustre Cabildo de Caballeros de Ntra. Sra. del Santo Sepulcro. En la actualidad los caballeros son 19. Ellos sufragan todos los gastos de esta procesión, que son de importancia, y así vienen haciéndolo desde tiempo inmemorable, pues ya en el siglo XVI compraron la capilla que hay en el Salvador, y siempre fueron los más distinguidos de la población, pues se cree que este Cabildo se formó de aquellos bravos caballeros que acompañaron a Alfonso VIII en sus conquistas. Constituye el traje capitular: ropa negra con frac o levita, y encima un manto blanco de gran vuelo con vueltas o embozados grana, sujeto al cuello con un fiador o cordón de seda roja, terminado en dos borlas de oro; en la izquierda del manto, a la altura del brazo, una cruz grana de cuatro brazos iguales flordelisados y cortados en su mitad

por un círculo; un escudo bordado en oro como el de la Enseña, que llevan sobre el pecho; guantes negros y un birrete blanco, de forma romana, terminado por una borla y sobre esta otra más pequeña de color negro. EL Prioste lleva además un cetro, representando una imagen de Ntra. Sra. de la Soledad arrodillada ante un sepulcro y una cruz. También llevan cetro los caballeros comisarios. Detrás de éstos era conducido por los congregantes, que visten túnica negra y capuz y cíngulo blancos, el Santo Sepulcro, rodeado de la Guardia Pretoriana y de la Guardia civil a pie. Luego los evangelistas con los correspondientes distintivos de los escritores sagrados. Después avanzaban las niñas María, Samaritana, Verónica y las Tres Marías, que lucían los trajes apropiados de la época del drama del Calvario, conduciendo, respectivamente, el Santo Sudario, el Cántaro, el Santo Rostro y los frascos de los ungüentos, el jarro, jofaina, los dados, clavos y la corona de espinas. A continuación de estas era conducida la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad por sus correspondientes congregantes, llamados banceros. Seguía el clero parroquial, y terminaba con la representación de las autoridades, compuestas de los excelentísimos señores Obispo, Gobernador civil y militar y Ayuntamiento, banda de música y pueblo. Esta procesión es la más solemne de todas las procesiones de Cuenca, porque el M. Iltre. Cabildo de Caballeros ha puesto siempre mucho cuidado en el orden y silencio.

No podemos menos de hacer notar en estas ligeras impresiones que las Hermandades todas se han propuesto corregir los abusos que venían cometiendo y lo han conseguido; así, pues, hemos visto como se ha observado mayor orden en la formación, y los Pasos no se dejaban abandonados, como otros años, al llegar a la plaza mayor.

Vaya, pues, nuestro aplauso, pero no podemos menos de decir que en algunas procesiones la marcha de los Pasos era demasiado lenta y con ello la duración en recorrer la misma carrera ha sido mayor que otros años. ¡Cuando llegaremos al convencimiento de que la solemnidad de un acto cualquiera, de una procesión, no consiste en la mayor duración, antes por el contrario, muchas veces la duración excesiva es causa del desorden y del fastidio que se siente.

Tomen buena nota de ello algunas Hermandades para el año próximo, y vean la manera de corregir este abuso. Pero, dejando a un lado estos pequeños defectos, las procesiones de Cuenca van siendo cada año mejores y más concurridas estas fiestas de Semana Santa.

Las funciones religiosas y musicales en nuestro templo Catedral han revestido una solemnidad extraordinaria, debido a la Schola Cantorum de los PP Paules y los niños del Coro catedralicio, que cantaron con gran afinación y ejecución esmerada el canto gregoriano y las obras de Palestina, Goicoechea, Otaño y otros grandes compositores sagrados. Vaya nuestro aplauso al Ilmo. Cabildo Catedral por este feliz acierto.

La tradicional visita a Nuestra Señora de las Angustias en la noche del Viernes Santo no resultó tan devota como otros años, entre otras razones por haber tenido lugar a esa misma hora y en dicha ermita el sermón de Soledad, que fue predicado por D. Julio Navarro, profesor del Seminario, y que, a pesar de los esfuerzos que hizo, no logró dejarse oír más que de las personas que estaban cerca del púlpito, porque la confusión de las voces y barullo de los de afuera ahogaban la potente voz del orador. Creemos que la Hermandad debe recordar que las cosas sigan como antes, y el sermón se predique en tiempo más oportuno.

Nuestro Prelado presencia la película “Boy”

La empresa del Teatro Cervantes obsequió ayer, lunes de Pascua, a las once, con una representación reservada de la película “Boy” al bondadoso Prelado doctor La Plana, sus familiares, clero diocesano, seminaristas y novicios de los Paúles, que terminó cerca de las dos. La empresa, agradeció cordialmente la asistencia del laborioso Prelado y sus acompañantes, y este encomió el alarde que la magnificencia de la película, verdadero acierto moralizador y culto, es muy necesario en esta clase de espectáculos.

Antes de terminar 1926 fue inaugurado el monumento en honor a todos los soldados de la provincia de Cuenca que habían caído en África. Una de las pocas estatuas que han perdurado y adornan nuestra ciudad.

Y, para alegría de todos los conquenses, el gobierno de la nación aprobó el trazado del ferrocarril a Valencia por la ciudad y las tierras de Cuenca.

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Magnífica visión del Paso del Huerto del Jueves Santo, subiendo con su hermandad a la Plaza Mayor en 1926. Foto: Col. E. Valero
Fotografía: Ignacio Blanco

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