Horizontes Sensibles - Juanita Fajardo

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HORIZONTE SENSIBLE Juanita Fajardo Ardila



HORIZONTE SENSIBLE



HORIZONTE SENSIBLE Tutora: Ana Adarve

Trabajo de grado Escuela de Artes Plรกsticas Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotรก 2016

Juanita Fajardo Ardila


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Horizonte sensible

“Quizás todo consista en saber qué palabras pronunciar, qué gestos hacer, y en qué orden y con qué ritmo, o bien baste la mirada la repuesta el ademán de alguien, baste que alguien haga algo por el solo placer de hacerlo y para que su placer se convierta en placer de los demás: en ese momento todos los espacios cambian, las alturas, las distancias, la ciudad se transfigura, se vuelve cristalina, transparente como una libélula. Pero es preciso que todo ocurra como por casualidad, sin darle demasiada importancia, sin la pretensión de estar realizando una operación decisiva” 1

1 Calvino, Ítalo. Las ciudades escondidas 3 en “Las ciudades invisibles”, pág, 163.


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Sobre cómo descubrí el horizonte Aunque he vivido en Bogotá toda mi vida y he habitado en distintos puntos de esta ciudad no puedo afirmar que la conozco en su totalidad ya que, por el crecimiento acelerado que ha tenido a lo largo de los años, su extensión es prácticamente inabarcable. Mientras ocupo y recorro día a día tan sólo una mínima fracción de su territorio, encuentro que las edificaciones, además de ser una evidencia de su aumento poblacional, son elementos que determinan un paisaje que no sólo se expande horizontalmente, sino que crece con alturas irregulares generando así una relación de verticalidad entre el espacio urba-

no y sus habitantes. Esto nos obliga, por la indiscutible diferencia de tamaño que hay entre nuestro cuerpo y las construcciones, a dirigir la mirada hacia arriba en busca de espacios abiertos que nos permitan ubicarnos en ella. Debido a esta situación, empiezo a interesarme por la unión que existe entre el cielo y los puntos más altos de los edificios, por lo que hago fotografías en contrapicado de las construcciones cercanas a mi lugar de residencia (img. 1, 2, 3), donde me es preciso tomar la mayor distancia posible para abarcar una extensión mayor del espacio que estas ocupan.

En las imágenes capturadas me encuentro con un perfil arquitectónico irregular conformado por la superposición de las distintas alturas y distancias de las edificaciones que lo componen. Esto me lleva a explorar la construcción del paisaje urbano fragmentando sus partes, descomponiendo sus capas y configurando la forma como si se tratase de estructuras geométricas que crean una ciudad abstracta. Empiezo entonces a componer paisajes urbanos que, a mi parecer, podrían repetirse en un recorrido infinito (img. 4), o construirse a partir de la acumulación de sus partes. (img. 5, 6 y 7).


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Img. 1

Img. 2

Img. 3

Img. 1, 2 y 3 De la serie Contrafachadas. 2013


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A partir de esta experiencia, busco otras perspectivas que me permitan expandir el campo de observación para poder abarcar un espacio más extenso de la ciudad. De esta manera, me subo al techo de mi casa donde ya no dirijo mi mirada hacia arriba, sino hacia el frente y a la distancia. Desde la elevación que esta construcción me permite hago rotar mi dispositivo fotográfico unos 360° sobre su eje, capturando imágenes casi a cada milímetro mientras giro para captar el entorno en su totalidad. Así construyo un panorama de una fracción completa del paisaje urbano que me rodea (img.8) entendiendo cómo gracias a la

altura, la percepción del espacio habitado cotidianamente cambia por completo. Por otra parte, vale la pena anotar que existen otros elementos que se suman a las edificaciones tales como árboles, postes, cables, y en el caso de Bogotá, montañas, que además de convertir el horizonte en una línea discontinua, lo elevan muy por encima de los otros elementos que componen el paisaje. Cuando se habla de horizonte, se piensa en una línea recta donde el cielo se reúne con la tierra. En una ciudad como Bogotá, la verticalidad y acumulación de sus construcciones, además de los

otros elementos urbanos que conforman el entorno, median con la manera como experimentamos el eje horizontal. Así como en la mayoría de las ciudades, el horizonte se ve afectado no solo por la densidad urbana sino por la topografía, convirtiéndose en una línea sinuosa en constante cambio. Me hallo entonces frente a un paisaje urbano mutable, un ente vivo; descubro el “Horizonte Sensible”.

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Img. 4 Sin t铆tulo exploraci贸n sobre ciudad. 2014


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Img. 5 De la serie Perfiles urbanos. 2014


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Img. 6 De la serie Perfiles urbanos. 2014


Img. 7 De la serie Perfiles urbanos 2014

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Img. 8 Panorama 1. 2015


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“A veces me basta un retazo que se abre justo en medio de un paisaje incongruente, unas luces que afloran en la niebla, (…), para pensar que a partir de ahí juntaré pedazo por pedazo la ciudad perfecta, hecha de fragmentos mezclados con el resto, de instantes separados por intervalos, de señales que uno envía y no sabe quién las recibe”. 2

2 Calvino, Ítalo. “Las ciudades invisibles”, pág, 170


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El Horizonte Sensible El proyecto “Horizonte Sensible” nace a partir de una exploración plástica a través del medio fotográfico acerca de los elementos que componen el paisaje urbano de Bogotá, del análisis de sus cualidades y de la relación sensorial y perceptiva que como observadores entablamos con este. La muestra está constituida por cuatro piezas interrelacionadas. La primera de ellas se titula Contínuum (img. 13) y consiste en 80 fotografías desde mi ventana tomadas durante un amanecer, en las que se evidencian cambios sutiles del horizonte gracias al paso del tiempo. La segunda pieza la llamé Ascendente (img. 12), se

trata de una serie de 15 fotografías capturadas desde el interior de una edificación piso por piso de un paisaje al norte de Bogotá, que con sus ventanas enmarca el cambio de un mismo entorno en distintas alturas. La tercera, Topotesia (img. 10), es un mapa elaborado a partir de la fragmentación de 5 fotografías tomadas desde la Torre Colpatria el cual se despliega para ofrecer una mirada que se extiende hacia los límites de Bogotá. Y finalmente, Volátil (img. 14 y 15), la última de las piezas, está compuesta por dos videos que en la compresión del tiempo dejan ver las alteraciones que sufre el horizonte visto desde mi ventana hacia la montaña del Tequendama.

En la elaboración de cada una de las piezas, el fragmento como parte de un todo es una constante. Cada una de las imágenes que conforman las obras funciona en su individualidad, a la vez que dialogan con las otras en el conjunto de la instalación. La necesidad de componer las piezas valiéndome de la lógica del fragmento responde a la intención de hablar por una parte, de la incidencia del tiempo y el movimiento en el horizonte, y por otra, de la manera como en nuestra posición de observadores nos relacionamos físicamente con este.

Al abordar el tema del horizonte bogotano, lo hago a partir de mi propia experiencia, de la forma como lo percibo y lo habito por medio de la observación. De esta manera, a lo largo del proyecto fui tomando decisiones que guiaron los resultados finales. Estas tenían que ver primero con mi relación con el entorno urbano, y segundo con los distintos conceptos que de horizonte iba encontrando en mi investigación. La primera decisión tuvo que ver con mi posición geográfica dentro de Bogotá. Seleccioné tres puntos específicos de la ciudad por su familiaridad o relevancia: el primero fue mi casa ubicada en las


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montañas de Suba, desde donde puedo ver hacia el límite occidental de Bogotá, donde se encuentra la montaña del Tequendama. El segundo fue la Calle 185 con 19 en un edificio que tiene vista cercana, en todos los pisos de su escalera, hacia los cerros orientales del norte de la ciudad, cada vez más habitados. Y el tercero, la Torre Colpatria que hasta hace muy poco fue la edificación de mayor altura de Bogotá3 y tiene vista de la ciudad hacia todos sus puntos cardinales. Estos tres puntos específicos me permitieron por una parte abarcar el territorio de la ciudad desde diferentes alturas, y por otra, al estar

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apartados en la ciudad, encontrar paisajes muy diversos y así poder tener múltiples perspectivas del horizonte bogotano. La segunda decisión consistió en mi postura como observadora del paisaje en busca del horizonte sensible. Los puntos de vista escogidos fueron determinados por la configuración misma de las edificaciones, en algunos casos capturando imágenes desde el exterior ubicándome en balcones o azoteas, o desde el mismo interior valiéndome del marco de las ventanas. Tuve en cuenta la ventana como metáfora del encuadre fotográfico, referida al visor de la cámara que sirve como puente entre el ojo y la

realidad observada, y que permite enfocarnos en un fragmento específico de ésta dejando por fuera otros elementos del paisaje que de otro modo serían accesibles a la vista periférica. Durante el proceso creativo la noción de horizonte se fue ampliando al incorporar otros conceptos que me permitieron profundizar en su significado y en la conformación de las obras. En los capítulos siguientes abordo el concepto de horizonte relacionándolo por una parte con distintas perspectivas plásticas que sirvieron como referentes para mi proceso, y por otra con conceptos

como la ciudad, la percepción y el tiempo que me permitieron entender sobre la incidencia de estos en la manera como se construye el paisaje. Cada una de estas nociones se corresponde de una u otra manera con las piezas elaboradas para la muestra, por lo que a lo largo de los capítulos, las retomo en su relación específica con el concepto o referente tratados. Todo esto a fin de desarrollar una definición plástica del “Horizonte Sensible” en Bogotá.


La Torre Colpatria se terminó de construir en el año 1979 y hasta la edificación en 2015 de la torre BD Bacatá que tendrá 240 mts de altura (aún se encuentra en construcción), fue el edificio de mayor altura en Bogotá con 192 mts, por 35 años. También fue considerada la edificación más alta de América Latina hasta el año 1982 que fue sucedida por la Torre Ejecutiva Pemex en Ciudad de México. Consultado el 25 de enero de 2016. http://bit.ly/Bacat4 y http://bit.ly/TechoD 3

Img. 9 New York de la serie “Diorama Map” de Sohei Nishino 2006. Tomado de la página web del artista.


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“Aquello que traba los elementos físicos de un lugar hasta hacerlo paisaje es lo misterioso, es decir, lo revelado a través de la poética, lo reservado, lo subjetivo, lo interpretativo. Efectivamente solo hay paisaje cuando hay interpretación y ésta es siempre subjetiva, reservada y poética o, si se quiere, estética” 4

4 Maderuelo, Javier (2007) La definición de paisaje en “El paisaje, génesis de un concepto”. p. 35 5 Maderuelo, Javier (2007) La definición de paisaje en “El paisaje, génesis de un concepto”. p. 32


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Otros horizontes Gracias a la tradición pictórica del paisaje, de su intención de representar y definir los elementos que lo componen y dan forma, tenemos en nuestro imaginario una conciencia paisajística5 que se nutre de los cuadros, mapas, fotografías, construcciones y abstracciones que a lo largo de la historia, y empleando distintos medios plásticos, los artistas han creado desde su mirada subjetiva. La noción paisajística está estrechamente ligada a la del horizonte como elemento principal de la composición del mismo: sin horizonte no hay paisaje. El eje horizontal cobra una importancia considerable en la composición de la imagen y muchas veces sería

considerado como el tema de análisis principal de una obra. Al estar relacionados ambos términos, las representaciones de un paisaje, en este caso urbano, podrían tener implícito el tema del horizonte. Durante mi investigación encontré algunos artistas que han trabajado el tema del paisaje urbano y/o el horizonte desde sus propias perspectivas, y que a través de la indagación de sus experiencias tanto plásticas como conceptuales me han servido como referente para mi proceso. A continuación relaciono específicamente sus obras con mi trabajo. La obra del artista japonés Sohei Nishino Diorama Map (2006) (img. 9)

consiste en una serie de fotografías en blanco y negro en gran formato construidas a partir de fragmentos de imágenes capturadas en distintos recorridos que durante meses Nishino hace de una ciudad determinada. A manera de collage, el artista compone un mapa subjetivo donde las distancias y proporciones reales no se respetan, sino que la jerarquía entre los elementos obedece a la lógica de lo vivencial. La precisión y el aspecto informativo del mapa pasan totalmente a un segundo plano. De su trabajo tomo como referente la manera de construir una imagen a partir de fragmentos, o de otras imágenes que se superponen entre sí, además de la elaboración

de un mapa de ciudad, Topotesia (img.10), que responde a mi propia experiencia al verla desde las alturas y hacia todos sus límites. Al ser una imagen que está conformada por secciones que se pliegan y despliegan genera distintas posibilidades de combinarse y sugerir otros posibles crecimientos y conformaciones de ciudad. De igual manera, tanto la obra de Nishino como la mía utilizan el blanco y negro en la imagen, en mi trabajo para sugerir una atemporalidad en el espacio construido, además de permitir la apreciación en mayor medida de los contrastes generados por las formas propias de una ciudad.


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Helena Fernández Prada en su serie Rural (2006) (img. 11) aborda, a través del dibujo, la construcción vertical de un paisaje conformado por casas que no se superponen sino que se sobreponen sugiriendo una conformación distinta del crecimiento arquitectónico que habla de equilibrio, peso y densidad; de su trabajo me interesa la idea de pensar la verticalidad en la conformación del paisaje, en mi caso de ciudad. Mientras que la obra de Fernández se centra en las fachadas exteriores de las casas, yo planteo el eje vertical en Ascendente (img.12) desde el interior de la edificación al tomar imágenes piso por piso de un paisaje del horizonte bogotano

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que cambia con respecto a nuestra posición de observación desde cada una de sus ventanas. Aunque no exista una superposición de distintas construcciones, lo que en mi obra sugiero es la variabilidad del entorno puesto en evidencia gracias a la correspondencia vertical de unas imágenes con otras. Penélope Umbrico en su obra Suns (2006) (from Sunsets) emplea series de fotografías tomadas de Internet instalándolas como un gran panorama que en conjunto y a la distancia crean una imagen abstracta, cuya gama tonal adquiere todo el protagonismo, pero que en la cercanía permite apreciar cada imagen en su individualidad. A través de la apropiación, la artista

plantea la idea de una conciencia paisajística colectiva que surge de los imaginarios culturales reflejados en la similitud de las imágenes capturadas por distintas personas. Así, tomando como referente su obra, construyo la pieza principal de mi muestra Contínuum (img.13), una panorámica del horizonte de Bogotá que está compuesta por una serie de imágenes capturadas desde el mismo encuadre y que se afectan entre sí por una relación temporal entre ellas. Se trata de una secuencia continua donde la variación entre las fotografías más cercanas es casi imperceptible, sin embargo la diferencia entre sus extremos se puede advertir a simple vista.

Al igual que en la obra de Umbrico, la distancia del observador juega un papel determinante en la manera cómo éste ve la imagen. Por una parte, si mira de lejos puede encontrar una composición abstracta del horizonte, pero por otra, al acercarse, cada una de las fotografías le ofrece un paisaje rico en elementos urbanos que cambian sutilmente de una imagen a otra. Aunque el proceso de mi proyecto se nutrió de otras miradas plásticas, mi propia concepción del horizonte urbano se fue haciendo más visible a través de la relación entre el paisaje y mi forma de representarlo.


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Img. 10 Topotesia 2016


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Detalle 1

Detalle 2

Img. 10 Detalles de Topotesia 2016


Tomado de la página web de la artista.

Img. 11 Vivienda Rural 1 de la serie “Vivienda Rural” Elena Fernández de Prada, 2006.

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Detalle

Img. 12 Ascendente 2016


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Img. 13 Suns (from sunsets) PenĂŠlope Umbrico 2006

Detalle: montaje en Brisbane, Australia Suns (from sunsets) PenĂŠlope Umbrico 2006

Tomadas de la pĂĄgina web de la artista.


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“Parece que la ciudad continúa de un lado al otro en perspectiva multiplicando su repertorio de imágenes: en realidad no tiene espesor, consiste sólo en un anverso y un reverso, como una hoja de papel con una figura de un lado y otra del otro, que no pueden despegarse ni mirarse” 6

6 (CALVINO, 1994-1998) pág 117 La ciudad y los ojos en “Las ciudades invisibles” p. 117.


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El horizonte y la ciudad La manera como percibimos el horizonte en la ciudad está mediada por la relación que establecemos con los elementos que la componen. Cuando observamos desde la calle, la perspectiva frontal se encuentra restringida por las estructuras de alturas desiguales que se agolpan a nuestro alrededor. Esta situación nos obliga a dirigir nuestra mirada hacia los puntos elevados de las edificaciones para encontrar el lugar donde se juntan con el cielo y así poder ubicarnos en el espacio. En esta acción encontramos un primer horizonte urbano constituido por el dibujo del perfil arquitectónico que se genera como

consecuencia de la acumulación de las diferentes elevaciones que nos rodean. Por la proximidad que existe entre las edificaciones, sólo alcanzamos a divisar un fragmento de la ciudad, tan sólo la fracción de un contorno determinado por nuestra ubicación en ella. Para poder abarcar una porción de territorio más extensa nos podemos valer de las edificaciones y su altura. Esto nos permite mirar hacia la profundidad y expandir el territorio que alcanzamos a ver en dirección a los límites de la ciudad. Así aparece un segundo horizonte urbano a la distancia que, en el caso de Bogotá, por su ubicación geográfica, se erige en forma

de montañas, que son los lindes naturales de nuestra ciudad y nos permiten orientarnos en ella. Desde arriba, la percepción del territorio cambia y el espacio visible de la ciudad aumenta. Aunque no podamos divisar desde un solo punto la extensión completa de Bogotá, la perspectiva desde la altura nos permite conocer una superficie ampliada de nuestra posición geográfica en el espacio. En Topotesia (img. 10) la vista mapa se hace presente para hablar tanto de la expansión como de la experiencia visual de una ciudad que en principio crece ordenada pero que a la distancia se vuelve

homogénea como una masa que se aglomera y expande desde el centro hasta sus límites. Así mismo como la ciudad crece tanto vertical como horizontalmente, el mapa conformado a partir de fotografías desde la Torre Colpatria, se expande o se contrae en la medida en que sus partes se despliegan para mostrar la posibilidad de distintas ordenaciones de ciudad. La lectura de esta imagen nos ofrece la opción de recorrer un territorio en expansión hasta los límites que el mismo encuadre permite.


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Img. 14 Contínuum 2016


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Img. 14 Detalle 1 de ContĂ­nuum 2016


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Img. 14 Detalle 2 de ContĂ­nuum 2016


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El horizonte y la percepción

“La ciudad es, de hecho, la representación del alma colectiva, la encarnación de nuestros miedos y deseos, y no tan sólo el marco o decorado en el que se desenvuelven nuestras vidas. Su compleja y variada topografía es, en realidad, un reflejo de nuestro agitado y confuso mundo interior, con todas sus grandezas, miserias y contradicciones”. 7

Jambrina García, Luis (2006) “Literatura y ciudad” consultado el 25 de enero de 2016. http://bit.ly/LiTyCiuD 7

Nuestra relación con el mundo, con lo que conocemos de este, es en la cotidianeidad algo inherente, aprendido y concebido como una realidad. Al estar tan acostumbrados a ciertos espacios, dejamos de percibirlos en su individualidad y empezamos a entenderlos como un todo que nos rodea y nos es familiar. El espacio urbano, ya sea que estemos inmersos en él o que lo miremos desde nuestras casas, podría ser percibido como un escenario, un telón de fondo en donde se desarrollan nuestras vidas. Pero en realidad se trata del piso que nos sostiene y nos ubica en el espacio.


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Si no existieran los elementos que componen el paisaje de la ciudad, si no hubiese forma ni fondo, nos adentraríamos en un vacío donde el equilibrio se pondría a prueba. Nuestra fisicidad y propiocepción nos dan las coordenadas para ubicarnos en el espacio aprendiendo del entorno gracias a nuestros sentidos. El eje vertical que forma nuestro cuerpo erguido se relaciona con una suerte de línea horizontal8 que existe en nuestros ojos y nos permite ver una imagen equilibrada del mundo. Gracias a ella distinguimos formas, colores y texturas, su tamaño y la distancia entre estos.

De esta forma nos relacionamos con un paisaje de ciudad que gracias al eje horizontal nos brinda el sentido de la orientación en esta. Pero la perspectiva de un lugar y la forma como lo observamos y habitamos varía dependiendo de nuestra posición en el espacio y de nuestro punto de vista. Para la creación de mi obra Ascendente (img. 12) capturo imágenes de un paisaje del exterior enmarcado por las ventanas de una edificación en cada uno de sus 15 pisos. Aunque en apariencia es el mismo paisaje, por el punto de vista9 que tenemos desde las distintas alturas al ascender, es

posible percibir un cambio leve en la composición de cada una de las imágenes. Al conectar todas las imágenes capturadas, la percepción de los cambios en este paisaje se hace más evidente. La instalación vertical de las fotografías, unas sobre otras en el orden piso por piso, establece una relación con el observador de distancia en la imagen, donde no es preciso observar cada una en detalle para comprender los cambios que acurren en la ascensión, sino que al dirigir nuestra mirada hacia arriba, se presupone lo que allí ocurre con relación a la altura.

La fóvea, (…), está situada en cada ojo en una posición simétrica cerca del nervio óptico, de forma que marca el eje horizontal que nos proporciona el sentido del equilibrio y la percepción de la profundidad, y por lo tanto en la imagen retínica la posición del horizonte con respecto al suelo no varía de un ojo a otro. (Marcos, 2014,p.16) 8

La vista se refiere a la mirada desde entornos urbanos o edificios (MADERUELO, 2007) lo que alude a una posición específica en el espacio, una altura determinada desde la cual se mira. 9


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El horizonte el tiempo “Para Heráclito la única realidad es la del fluir. Nada queda, nada permanece, todo cambia constantemente. Desarrollar una conciencia de la impermanencia es quizá la tarea básica a la que nos somete el eje horizontal. En cada instante se repite el misterio y el símbolo del nacimiento” 10

Nuestra vida cotidiana está marcada por un ciclo temporal que se repite todos los días y todas las noches. Gracias a nuestra percepción sabemos que el día comienza cuando aparece el sol y que termina cuando este se esconde tras el horizonte, dándole paso al anochecer. Durante el día sentimos el paso del tiempo que transcurre y lo medimos a través de las fracciones horarias que determinan nuestras actividades. Pero es justamente cuando amanece y anochece cuando se siente más marcada la división entre el día y la noche.

Moreno, Josep María (1987) El horizonte en “Simbolismo de las casas, astrología para un tiempo descorazonado” p. 61 10

Si permanecemos observantes ante estos fenómenos de tiempo que


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ocurren en el horizonte, podremos percibir en apariencia los cambios que acontecen más no aprehenderlos del todo. Nuestra vista, en el lapso real del acontecimiento, no nos permite apreciar en detalle la manera como el tiempo afecta el paisaje que observamos. En las obras Volátil (img. 15 y 16) y Contínuum (img. 14) me dediqué durante todo un mes a la observación y captura de este escenario fijo y a la vez cambiante que me presentaba la ventana de mi casa. Al acelerar el tiempo en los videos captados (img. 15 y 16) este se contrae, se hace más corto, mientras que la experiencia de lo observado

se expande permitiendo contemplar de una manera detallada las variaciones que acontecen en el horizonte. Cada uno de los videos muestra un lapso de tiempo que se repite y afecta el paisaje y sus formas. Aunque se trate del mismo encuadre, la esencia en cada uno de ellos es única, lo que evidencia que no siempre estamos ante el mismo horizonte. Este se convierte en uno totalmente diferente a cada segundo. En Contínuum (img. 14) es posible evidenciar este fenómeno gracias a la captura de fotografías en un intervalo constante de 10 segundos por cada toma durante una hora en

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el amanecer. Cada una de las imágenes contiene un paisaje particular donde los elementos que hacen parte de la composición se ven afectados entre sí y por el paso del tiempo.

ciones y los árboles vayan tomando forma. En el último plano de la composición, la montaña se alza tras la arquitectura, haciéndose más pronunciada gracias al sol que muestra su naturaleza.

En el cielo aparecen aviones que con su tránsito dejan una estela de luz, dibujando una línea de recorrido que se alza sobre el perfil arquitectónico. A medida que pasan los segundos, las luminarias de los postes se van apagando poco a poco mientras amanece y los colores que absorben las estructuras, gracias a la luz del día que va apareciendo lentamente, van variando en una gama tonal desde los cálidos hacia los fríos haciendo que las edifica-

Debido a la mediación de la cámara fotográfica como extensión de nuestra mirada, la compresión del tiempo se hace presente, permitiéndonos percibir minuciosamente la afectación que éste ejerce sobre el horizonte.


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Img. 15 Captura de video Volรกtil 2016


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Img. 16 Captura de video Volรกtil 2016


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Conclusiones Tanto los conceptos en torno al horizonte, como los elementos físicos que constituyen la imagen del paisaje urbano y su división horizontal (montañas, edificaciones, calles, cables, postes), junto con los factores climáticos y temporales que lo transforman a diario, y la experiencia subjetiva que lleva a la interpretación y construcción plástica, definen el “horizonte sensible” de una ciudad. A través de la permanencia relacionada tanto con el tiempo como con la posición física de quien mira, se entabla un diálogo entre el observador y lo observado. La contemplación del paisaje tiene lugar a partir de la creación de una

o varias imágenes que parten de la experiencia subjetiva del artista y que a través de la fotografía física expuesta surge un encuentro con la experiencia y mirada de otros observadores a quienes el artista cede su posición de observación. De esta manera, en la conformación de la muestra que reúne mi proceso de exploración, logro transmitir mi propia experiencia frente al horizonte sensible de Bogotá. En cada una de las obras hay un acercamiento plástico a la indagación de un entorno que cambia constantemente. En la disposición de las imágenes hay una invitación a observar

tanto a la distancia como en detalle las particularidades del horizonte. En cada una de ellas el observador se podrá encontrar con distintos paisajes que en principio hacen parte de mi interpretación del mismo, pero que finalmente percibirá desde su propia experiencia y sensibilidad.



Bibliografía Maderuelo, Javier (2007) La definición de paisaje en “El paisaje, génesis de un concepto” Madrid: Abada editores. Calvino, Ítalo (1994,1998) “Las ciudades invisibles” Madrid: Ediciones Siruela, S.A. Jambrina García, Luis (2006) “Literatura y ciudad” consultado el 25 de enero de 2016 http://bit.ly/LiTyCiuD Moreno, Josep María (1987) El horizonte en “Simbolismo de las casas, astrología para un tiempo descorazonado” Barcelona: Arbor editorial. Olivares, Rosa (2007) “A través de la ventana” Consultado el 25 de enero de 2016, Exit, imagen y cultura n° 26 mayo/julio 2007, http://bit.ly/1SjbtpT

Marcos Guardiola, Rosa (2014) “El horizonte como forma simbólica en las artes” consultado el 25 de enero de 2016, tesis doctoral, Universitat de Barcelona. Facultat de Belles Arts dirigida por Cabezas Gelabert, Lino. http://bit.ly/1SjbEl0 Nishino, Sohei. Página web del artista, consultado el 25 de enero de 2016 http://bit.ly/1SjbHNN Fernández de Prada, Elena. Página web de la artista, consultado el 25 de enero de 2016 http://bit.ly/1PB4tQ2 Umbrico, Penélope. Página web de la artista, consultado el 25 de enero de 2016 http://bit.ly/1JEL84t





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