Paco Pomet - Contra la inercia

Page 12

I. Las gafas de Giotto

(1) Giorgio Vasari. Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos. Madrid: Cátedra, 2002, p. 105. (2) Op. cit., p. 116. (3) Dani Marco. «Entrevista a Paco Pomet», en La palanca de cambio nº 18, diciembre de 2009, fanzine digital accesible en: www.palancadecambio.org/2009.htm. Última consulta: 19-09-2011.

8

Entre los lugares comunes de la vieja historiografía artística estuvo el de colocar al artista bajo el signo del talento precoz ya desde la infancia. De Cimabue cuenta Vasari que «conforme iba creciendo, no solo su padre, sino todos los demás, reconocían la agudeza de su ingenio», de modo que «el padre decidió encaminarlo al estudio de las letras, (…) pero Cimabue (…) se pasaba el día pintando hombres, caballos, edificios y otras figuras de su fantasía en los libros o en hojas sueltas, impulsado por su propia naturaleza que parecía dolerse si no se ejercitaba».1 De Giotto, discípulo de Cimabue, nos dice que «mostraba en todos sus actos aún infantiles una inteligencia extraordinariamente viva y despierta para su juventud» y que «tenía una inclinación innata para el dibujo, lo que a menudo le llevaba a representar por placer figuras del natural o de su imaginación sobre piedras, tierra o arena».2 Interrogado acerca de sus inicios en la pintura, Paco Pomet respondió a su entrevistador con un relato que es a la vez una relectura y una curiosa desviación del topos vasariano: Aunque suene a tópico de pintor o dibujante, empecé a dibujar como un poseso desde que era muy chico. Era un niño tímido, casero y un poquito ensimismado y me pasaba las horas mirándolo

todo. A mis padres les gusta decir que siempre he sido muy observador y que desde pequeñín lo miraba todo con mucha atención, pero la verdad es que lo que realmente me ocurría es que no veía bien y me tuvieron que poner gafas a los cinco años, cuando se dieron cuenta de que leer me costaba muchísimo. Así que no es que fuese muy observador, sino que tendía a fijarme mucho y a abrir los ojos como platos para distinguir las cosas. Cuando por fin me pusieron gafas descubrí de golpe que el mundo estaba hecho en alta resolución, que antes lo veía todo «en baja», y descubrí las texturas, los bordes nítidos, el polvo, los pequeños reflejos, me quedé fascinado con el acto de mirar, de poder distinguir infinidad de detalles que antes no podía ver, y quedé atrapado indefinidamente por la impresionante variedad de lo visible. Ese redescubrir las cosas me llevó a su vez a disfrutar recreándolas sobre folios en blanco, fascinado también con los detalles que podían salir de la punta de un lápiz o un bolígrafo.3 Vasari no se limitó a acuñar un lugar común en la literatura artística, buscaba una refundación del mito de la pintura, esa rara disciplina que, tras innumerables y torpes extremaunciones, resiste también en la obra del pintor que aquí nos ocupa. El ribete cómico del relato de Pomet es ya el correcto anticipo de lo que


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.