Mujeres guanajuatenses durante el Porfiriato y la Revolución Mexicana

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INTRODUCCIÓN

Al hablar de la vida y la participación que hombres y mujeres tuvieron en el Porfiriato y la Revolución Mexicana, se nos viene a la mente personajes que no siempre proyectaron una imagen por méritos propios, sino por la difusión política y comercial que sólo tienen la finalidad de desacreditar o ensalzar actores, de estereotipar el nacionalismo mexicano o de buscar el sensacionalismo y no la realidad de una población. Es el caso de Porfirio Díaz, presidente de México durante el último tercio del siglo XIX y la primera década del XX, quien ha sido acusado de dictador, amigo de los inversionistas extranjeros y no de la población nacional, de ser el promotor del estancamiento social del país, de ser el represor irracional que impuso la frase de “Mátalos en caliente”, entre otros calificativos que de igual forma generaron la maquinaria que ayudó a Díaz a sostenerse. También está el tema de Pancho Villa, considerado bandido, prepotente, valentón, macho y poco amoroso con las mujeres. Citando a Friedrich Katz, podemos decir lo siguiente: hay leyendas de Villa el Robin Hood, Villa el Napoleón mexicano, Villa el asesino, Villa el mujeriego y Villa como el único extranjero que atacó el territorio continental de Estados Unidos desde la guerra de 1812 y salió indemne. Sean correctas o incorrectas, exageradas o verídicas, uno de los resultados de esta leyenda es que el dirigente ha opacado al movimiento y los mitos han opacado al dirigente.1

[Dicho de otra manera,] no existe uno solo, sino toda una serie de mitos en torno a Villa y su movimiento: los que expresan en las canciones populares,

1 Friedrich Katz. Pancho Villa. México, Era, tomo I, p. 11.

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el que urdieron los vencedores, que durante muchos años presentaron una historiografía oficial hostil sobre él, y el de Hollywood [el cine], a su vez muy contradictorio, para nombrar sólo unos cuantos2 .

Aunado a estos estereotipos, mencionemos de igual forma a las Adelitas, las Valentinas, las Rieleras y demás mujeres que se involucraron en la lucha armada, compañeras de sus esposos, sus hermanos, sus padres y sus concubinos, a quienes atendían en el momento en que requerían ayuda médica, alimenticia y moral. También están las mujeres con grados revolucionarios o con participación política durante la contienda, a las cuales se les ha considerado en nuestro días como heroínas de la identidad femenina, no obstante que hubo quienes pretendieron ser identificadas como hombres: la coronela zapatista Amelia Robles se asumió varón durante 70 años de su vida a partir de la Revolución Mexicana, aunque en nuestros días se le considera “símbolo de la mujer revolucionaria”, motivo por el cual se estableció un museo en su honor en el poblado de Xochipala, Morelos3 .

A estos estereotipos cabe agregar la idea que desde décadas atrás se creó del mexicano: macho y amante del tequila, mientras que a las mujeres se les ha pretendido ver como las complacientes de los caprichos masculinos, sin ninguna válvula de escape ni equivocación alguna.

Pero no todo fue blanco o negro. Hubo hombres que odiaron y amaron a sus

2 Ibidem, p. 12.

Gabriela Cano. “La intima felicidad del coronel Robles” en Equis. Cultura y sociedad. México, Núm. 14, junio de 1999, p. 34. Para conocer la vida de Amelia/Amelio Robles, véase, de esta misma fuente, pp. 25-34; y sobre otros ejemplos más con respecto al “culto a los héroes” de la Revolución Mexicana, en particular de la década de 1930, además del mito y la realidad de las mujeres en este periodo, véase Martha Eva Rocha Islas. Los rostros de la rebeldía. Veteranas de la Revolución Mexicana, 1910-1939. México, Secretaría de Cultura, INEHRM, INAH, 2016, pp. 58-61, 274-275, 279.

hijos y a sus esposas; mujeres que prefirieron la masculinidad y no la feminidad (Amelia/Amelio Robles, por ejemplo); las prostitutas, las madres cariñosas, las subversivas, las cantantes, las que sufrieron los maltratos físicos por parte de los soldados federales y revolucionarios; además de las comerciantes, las propietarias, las profesionistas y las delincuentes. La multitud de facetas se presentaron tanto en hombres como en mujeres, las cuales no podemos clasificar en términos generales de conservadoras y liberales, sino de gente que participó antes y durante el proceso revolucionario, ya fuera por voluntad o por la fuerza (con uno o con otro bando), en actitud activa o pasiva, dañando o recibiendo daños.

Sobre esto debe recordarse, siguiendo los planteamientos de Luis González y González, que fue una mínima parte de la población del país la que se levantó en armas y dañó a la gran mayoría de la sociedad mexicana; de esa mayoría de personas que no tomó las armas para derrocar gobiernos y cambiar sistemas, una parte mostró una simpatía por determinado contingente armado, pese a los estragos sociales y económicos que la lucha provocó en la región y en la nación4 .

La búsqueda de información obliga a plantearnos si las mujeres del estado de Guanajuato propusieron una igualdad social, económica, política y jurídica con respecto a los hombres; y si lo hicieron, cuáles fueron los planteamientos que definieron su postura y qué espacios políticos y sociales crearon para manifestar sus ideales. Asimismo, es pertinente preguntarse si las mujeres del estado de Guanajuato tuvieron un comportamiento intachable o también fueron amonestadas por la población civil por los delitos y las faltas que pudieron cometer (embriaguez, adulterio, heridas, robos, etcétera) en el siglo XIX y principios del XX. Estas son algunas de las interrogantes abordadas en el presente trabajo. No

4 Luis González y González. La ronda de las generaciones. México. Clío, El Colegio Nacional, 1997, p. 254.

sólo interesa saber la participación que estas mujeres tuvieron al interior de la entidad, sino también en el país, pues en la búsqueda de información se detectaron mujeres guanajuatenses que se dedicaron a la lucha armada y a la propaganda política con las facciones de repercusión nacional, además de que emigraron a otras partes de México para encontrar una mejor vida económica.

Si se llegara a comprobar que las mujeres subversivas de Guanajuato (y de México) plantearon y buscaron una igualdad social, política, económica y jurídica entre los hombres y las mujeres, incluso al interior mismo de la familia (el divorcio, por ejemplo), se tendría que hablar de una revolución no sólo en términos políticos y económicos, sino en todos los ámbitos sociales. Y a esta postura se le define como feminismo, palabra y concepto ya manejados desde el siglo XIX por Jules Michelet y Léopold Lacour, autores franceses, además de otros escritores mexicanos leídos en el estado de Guanajuato, según lo veremos en su momento.

Otra de las hipótesis es que las mujeres, al igual que los hombres, cometieron una serie de delitos y faltas administrativas que las hicieron merecedoras de un castigo social y judicial, contrastante con los sufrimientos que ellas recibieron durante la contienda (rapto y violaciones principalmente). Ni las mismas revolucionarias fueron bien vistas por la población civil, por verse esta última despojada de sus bienes por la gente armada.

Hasta aquí las hipótesis. Ahora cabe señalar que el presente trabajo tiene por objetivo mostrar un estudio sobre lo femenino, visto desde la perspectiva masculina, aunque no exclusivamente desde las fuentes originadas por los varones, tan necesarias para la investigación como lo son el de las mujeres, sino por quien escribió este trabajo.

La historia que se pueda construir sobre ellas no va a elaborarse sin la de

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ellos, pues ambos géneros conformaron una relación social que implicaba a ambos, ya en la familia, ya en la conformación de las filas armadas y en los delitos, por lo que es necesario construir una historia de los dos géneros y no de uno, aunque el principal enfoque, no el determinante, será el de las mujeres.

Aunado a lo anterior y ya poniendo en contexto el tema, el estado de Guanajuato fue una de las entidades con mayor número de habitantes en vísperas de la Revolución, ligeramente arriba del millón, cuya población, por sexo, se contabilizó casi por mitad: 52% mujeres y 48% hombres, siendo el trabajo doméstico la actividad económica más desarrollada por ellas, aunque se desconoce todavía qué tanta influencia social y revolucionaria tuvieron como para cambiar el curso de las relaciones sociales y de la contienda armada.

Asimismo, para abordar este tema, es pertinente señalar que dicha entidad federativa ha sido poco estudiada para el periodo que nos incumbe, principalmente en lo concerniente a historia de mujeres. El primer trabajo a mencionar es el que realicé con anterioridad al que aquí les presento: Impacto social de la Revolución Mexicana en el Bajío guanajuatense, 1914-1918. En esta investigación señalé que hubo personas del sexo femenino que participaron como espías y abastecedoras del material de guerra requerido por los grupos revolucionarios locales, mientras que ellos se encargaban de combatir a las fuerzas gubernamentales5. En el tomo III del Diccionario histórico y biográfico de la Revolución mexicana, en la parte de Guanajuato, se localizan breves biografías de 22 mujeres que participaron en el movimiento armado regional y nacional, ya fuera como soldaderas, enfermeras, políticas o patrocinadoras de la lucha. De los personajes reseñados, María Grever (1884-1951), de León, fue la única de estas mujeres que

José Andrés Márquez Frías. Impacto social de la Revolución Mexicana en el Bajío guanajuatense, 1914-1918. Tesis de Licenciatura de la Universidad de Guanajuato, Programas de Becas 19992000 del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 2000, pp. 205-206.

actuó en un ámbito diferente, cantante y compositora de fama internacional6 .

Por su parte, María García Acosta, en su libro Las fabriqueñas, nos presenta la vida familiar y laboral de la silaoense radicada en Irapuato María Ramírez. El estudio aborda el quehacer industrial que las mujeres de esta última ciudad tuvieron durante la Revolución Mexicana (en particular las del cigarro), trabajo que desempeñaron a consecuencia de las circunstancias económicas que les eran duramente adversas en este periodo (carencia y acaparamiento de alimentos, robos, etcétera). García Acosta explica que el mote de “fabriqueñas” era en realidad una palabra peyorativo que la sociedad utilizaba para decir que tales mujeres, por trabajar fuera de la casa, desconocían las ocupaciones del hogar. También he seguido los trabajos de Rocío del Carmen Corona Azanza y de Luz María del Carmen Rodríguez Alvarado, “La educación femenina en Guanajuato en el Siglo XIX” y “La mujer en la economía del Guanajuato de la segunda mitad del siglo XVIII”, respectivamente, publicados bajo el título La historia de las mujeres y las mujeres en la historia. En tales estudios nos presentan dichas autoras dos panoramas femeninos en periodos diferentes. En el primero, Corona Azanza se pregunta “cuáles eran los objetivos que se perseguían al educar a las mujeres y por qué es en este contexto de la historia [del siglo XIX] que la mirada masculina vuelve sus ojos hacia el “sexo débil”7. Por su parte, Rodríguez Alvarado señala que las mujeres de todas las épocas han sido consideradas en las leyes gubernamentales como menores de edad para el desarrollo económico, no obstante que una parte de ellas logró participar en las actividades que les eran

6 Diccionario histórico y biográfico de la Revolución Mexicana. México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, tomo III, 1991, pp. 295-373.

7 Rocío del Carmen Corona Azanza. “La educación femenina en Guanajuato en el siglo XIX” en La historia de las mujeres y las mujeres en la historia. México, Universidad de Guanajuato, COESPO, Instituto Estatal de la Mujer Guanajuatense, Gobierno del Estado de Guanajuato, Instituto Estatal de la Mujer, 2000.

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negadas a su sexo. Sin embargo, continúa Rodríguez Alvarado, por los documentos de archivo por ella consultados y localizados para la ciudad de Guanajuato del siglo XVIII, se ha detectado un considerable número de mujeres que “ocupaban muchos espacios extradomésticos[,] en los que demostraron su capacidad de acción”8 .

Por último, quiero citar una ponencia de Graciela Velázquez Delgado, “Violencia y discurso sobre la mujer en el siglo XIX”, en la cual la autora demuestra que la elite porfiriana no se encontraba exenta de cometer crímenes que generalmente eran adjudicados a la clase baja: el asesinato por pasiones amorosas9 Habida cuenta de las pocas referencias bibliográficas sobre las mujeres en el estado de Guanajuato para el siglo XIX y principios del XX, fue necesario recurrir a los trabajos realizados por otras y otros estudiosos que, dentro del contexto de la época, han procurado definir el papel que jugó la mujer en México. Entre tales autores y autoras podemos mencionar a Gabriela Cano, Leticia Gamboa Ojeda, María del Pilar Iracheta Cenecorta, Ana Lau, Carmen Ramos, Guadalupe Ríos de la Torre, Martha Eva Rocha Islas y a Friedrich Katz; y del contexto estatal, incluyendo a cronistas y memorias de quienes vivieron la época, a Mónica Blanco, Crispín Espinosa, Alfredo Guerrero Tarquín, J. Jesús Guzmán Cíntora, Manuel M. Moreno, Juan Diego Razo Oliva y Luis Velasco y Mendoza.

Dos autores decimonónicos de origen francés, leídos en el estado de Guanajuato, permitieron, junto con los demás autores citados, lanzarnos la interrogante de si se promovió y se practicó el feminismo en el estado de

Luz María Rodríguez Alvarado. “La mujer en la economía del Guanajuato de la segunda mitad del siglo XVIII” en La Historia de las mujeres y las mujeres en la Historia. México, Universidad de Guanajuato, COESPO, Instituto de la Mujer Guanajuatense, Gobierno del Estado de Guanajuato, Instituto de la Cultura de Guanajuato, 2000, p 45.

9 Graciela Velázquez Delgado. “Violencia y discurso sobre la mujer en el siglo XIX” Mecanografiado, 1998.

Guanajuato. Tales autores son Jules Michelet, con su libro Les femmes de la Révolution (Las mujeres de la Revolución), de 1863; y Léopold Lacour, Les origines du féminisme Contemporain. Trois femmes de la Révolution (Los orígenes del feminismo. Tres mujeres de la Revolución), editado en 1900. Tales libros fueron adquiridos por el guanajuatense Ramón Alcázar (1843-1914)10, cuya biblioteca es albergada hoy en día por la Universidad de Guanajuato. Estos dos libros plantean el papel que las mujeres francesas desempeñaron en la Revolución de ese país (1789-1815), consideradas ejemplos para promover la igualdad entre los hombres y las mujeres.

Con respecto a los archivos, se consultaron aquellos de nivel nacional, estatal y municipal, indispensables para rastrear las particularidades del movimiento armado y social que ellas realizaron durante el periodo mencionado. Estos archivos son el Histórico de Guanajuato, en sus ramos Delegaciones Municipales, Salubridad y Asistencia y Judicial/cárceles; el Histórico de Celaya (sin clasificación alguna); el Histórico de Irapuato, ramo Documentos Seleccionados; el Histórico Municipal de León (AHML), fondo Hemeroteca; el Histórico del Poder Ejecutivo del Estado de Guanajuato (AHPEEG), fondo Secretaría y hemeroteca; y el General de la Nación (AGN), en su grupo documental Revolución.

De las hemerografías locales y estatales, se consultaron siete diarios, periódicos y semanarios albergados en el AHPEEG y en el AHML, los cuales proporcionaron noticias y novedades ideológicas, científicas y de moda del país y del mundo, leídas por la sociedad guanajuatense letrada. De allí también se obtuvo

10 Ramón Alcázar nació y murió en Guanajuato capital. Fue minero, hacendado, banquero, político (diputado y senador) y anticuario, además de que coleccionó un número importante de libros, de los cuales sólo se conservan aproximadamente 4 000 volúmenes en la Biblioteca Armando Olivares, de la Universidad de Guanajuato (sobre la biografía de Ramón Alcázar, véase César Federico Macías Cervantes. Ramón Alcázar. Una aproximación a las élites del porfiriato México, La Rana, 1999).

información sobre el papel de la mujer guanajuatense en la familia y la sociedad, además de los delitos y faltas que ellas cometieron en contra de otras personas.

Para finalizar, el contenido de cada uno de los capítulos del presente trabajo es el siguiente: en el primero se señalan los lineamientos sociales requeridos para el comportamiento de las mujeres, así como sus difíciles relaciones matrimoniales, además de los delitos y las faltas administrativas que de ellas se registraron en las estadísticas gubernamentales. En el segundo se aborda la adopción y difusión que en el siglo XIX y a principios del XX se hizo, por parte de mujeres y hombres, tanto nacionales como extranjeros, del feminismo en el estado de Guanajuato. Asimismo se apunta la participación política que en la entidad tuvieron algunas mujeres de esta demarcación. En el tercer capítulo se señala la acción armada que diversas mujeres guanajuatenses tuvieron en el estado y en el país, sin olvidar la posible razón de su involucramiento, la facción a la que se unieron y la función que cumplieron dentro de los grupos armados. En el cuarto y último apartado se plantea el rapto y la violación de que fueron víctimas las mujeres civiles por parte de los soldados y civiles, situación dominante en el país que nos permite observar otra faceta de lo vivido por ellas en la Revolución.

Así, pues, demos paso al contenido de cada uno de los capítulos del trabajo, esperando haber llegado a la objetividad que nos demanda la profesión.

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