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LA GUERRILLERA “Un amor hecho a plomo” Esta novela fue terminada de editar en Funza, C/marca, En los talleres de SENTIDO GRAFICO, en abril de 2.014. Corrección de Estilo: Abraham Caicedo. Diagramación: Nixon Alexander Aguilera. Fotografía: D.R.A. Editor: Duban Ricardo Macías Q. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la portada e interiores, puede ser reproducida sin previa autorización del autor .


“Dedicado a todos los niños y niñas victimas de la violencia en Colombia, América y el mundo”. 4


Mas de 130 mil niños y niñas fueron reclutados en contra de su voluntad en los últimos 30 años en el conflicto armado en Colombia. Aunque no existe una cifra aproximada, ya que muchos de los casos de reclutamiento forzado nunca fueron denunciados por sus padres o familiares. Se estima que mas de la mitad de los niños que ingresan a las fuerzas irregulares del conflicto jamás regresan a sus hogares.

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“Cuando sean arrancados mis ojos, Perderé la magia de la luz, pero no moriré; Cuando sean mutiladas mis piernas y mis brazos, Perderé el deseo de volar pero no moriré; Cuando sea arrancada mi lengua, Perderé la inspiración pero no moriré; Pero cuando sean arrancados mis recuerdos, Juro que moriré en el exilio del olvido”.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

INTRODUCCION Se estima que en Colombia, son reclutados un promedio de 10 niños por día, la mayoría de ellos en contra de su voluntad; de acuerdo a los defensores de derechos humanos, muchos de estos niños hacen parte de estructuras de grupos armados ilegales y bandas delincuenciales, quienes son obligados a realizar actividades criminales. Lastimosamente muchos de estos niños reclutados no regresan a sus casas, es sin duda la otra cara de la guerra que aun no coteja datos exactos de las victimas del conflicto armado. Cabe anotar que una minoría de estos niños ingresan a estos grupos ilegales bajo su propia voluntad, tal vez porque huyen de la descomposición de sus hogares o la extrema pobreza en la que viven. La presente novela es basada en el relato real de una mujer y su familia, que siendo apenas una niña de once años, fue reclutada en contra de su voluntad por las guerrillas de las Farc y llevada a la selva colombiana, donde tuvo que soportar las mas terribles situaciones de supervivencia, abusos y humillaciones que tal vez un adulto no pueda resistir. Aunque son muchos los niños que jamás regresan a sus hogares por motivos de una guerra absurda de mas de 60 años, la pequeña protagonista de esta novela, enfrentara con valor su reclusión pese a diversas adversidades que se presentan en su cautiverio y que la llevaran a tomar la férrea decisión de escapar de allí, aunque se le presenten situaciones únicas que la obligan a tomar un rumbo diferente. El lector encontrara una serie de emociones y acciones que solo la novela puede brindar, drama, acción y especialmente momentos de romanticismo que solo el amor juvenil puede otorgar.

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LA GUERRILLERA

Es una recopilación de historias que se presentan a diario en la vida de un niño o una niña que debe asumir los roles de la guerra, dejando a un lado los juegos y las travesuras propias de su edad y es obligado a crecer junto al fusil y a cantar varias rondas que expresan muerte. Aunque el desenlace de esta obra es aparentemente feliz, ya que logra escapar de su comandante y el campamento que la retuvo, muchos de los niños no logran salir de la guerra y la selva que los devora vivos, y si lograran hacerlo, es seguro que quedaran marcados para siempre, con profundas cicatrices en su cuerpo y su alma, que serán difíciles de olvidar.

-”!Dios permita y el gobierno y los actores del conflicto, surja la paz que tanto anhelan los colombianos y que nuestros niños no teman nunca salir a jugar o estudiar en los campos o ciudades; que corran felices y tranquilos, sin tener que mirar desconfiados al horizonte, por el arribo de alguien que viene por ellos, para llevarlos en contra de su voluntad a disparar un fusil y que tal vez sea el único juguete que llevara siendo un adulto!”.

EL AUTOR.

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CAPITULO I

LA LLEGADA Serían las once de la mañana, cuando doña Susana, una mujer morena, de mediana estatura y delgada apariencia, curtida por el trabajo y el sufrimiento por ser madre y padre a la vez, ordena a su pequeña hija de once años, buscar unas matas de yuca para el fiambre de los obreros; la niña corre apresurada antes de que su madre la regañe severamente, arranca con dificultad una mata pero no logra sacar una yuca, su madre desesperada por la demora le reclama desde la cocina, la niña arranca otra mata y no logra sacar nada, siente miedo de que su madre la regañe y corre a buscar otra planta, pero su madre llega, -¡ni para arrancar unas yucas sirve! Exclama la airada mujer, quien envía de un empellón a la niña hacia la cocina -¡vaya ayudarle a su abuela a traer agua del rio! La pequeña niña corre hacia al rancho, siente angustia por no poder hacer la tarea bien, toma el balde y camina hacia el rio que está a más de quince minutos de camino, apura su paso, no quiere llegar tarde y que su madre la regañe nuevamente.

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Doña Susana al igual que la mayoría de las mujeres llaneras son recias y fuertes, y solo trabaja para que sus cuatro hijos no aguanten hambre, tal vez porque su madre la educo de esa manera, ya que no tuvo un marido a su lado que la ayudara, solo quería educar de la misma forma a sus hijos, para que fuesen fuertes y muy trabajadores, y tal vez para que nadie en el día de mañana, los humillara por ser pobres.

Ella jamás conoció la felicidad y el amor, maduro a las malas con el rejo y el insulto y creció en medio del trabajo fuerte y las humillaciones, dicha mujer con más de cuarenta años de lidiar con peones y trabajadores en su pequeña finca, parecía más bien una “tigra” que al carecer de esposo, porque lo asesinaron por ser liberal, defendía el nido con alma y revolver.

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Es sin duda doña Susana, una mujer fría y sin sentimientos que poco o nada expresa lo que siente hacia sus retoños, entre sus hijos aparece María, una linda niña, quien es la mayor de la camada y la cual recibe de su madre toda la responsabilidad de cuidar a sus demás hermanos; en ocasiones debe realizar labores exageradas para su edad, ya que su madre le dice bajo el pretexto que: -¡el que no trabaja no traga! para que le ayude con todos los quehaceres de la finca.

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Pese a tanta necesidad, su familia gracias a la voluntad de hierro de su madre y a los cultivos de plátano y maracuyá que le compra un señor de Bogotá, sobreviven dignamente. -¡Pero la verdadera protagonista de esta novela

es la pequeña María, que tendrá como cualquier aventura, un matiz de drama y sufrimiento, pero con una pizca de amor y acción, muy típicas en las historias que ocurren en América! Como es costumbre en esta parte de Colombia, los llanos Orientales, la educación es privilegiada de acuerdo al nivel económico de los padres, donde la educación es para los acomodados y en el caso de doña Susana, esa comodidad no existía y en su casa se debía de trabajar muy duro para poder comer y pagar la cuota en el banco ¡no

había más remedio que trabajar como negros día y noche, para poder salir adelante! Pero las cosas no andaban bien y las cosechas últimamente las pagaban muy mal, en pocas palabras !si se comía tres veces carne al mes, ahora solo se comía una vez y de a bocadito para cada uno! por lo anterior, la pequeña María era quien pagaba los platos rotos de los fracasos que se presentaban en su casa, pues la madre no sabía qué hacer y vivía malhumorada todo el tiempo, vivía prácticamente más tiempo en los cultivos que en su propio rancho y era María en definitiva quien cocinaba, lavaba y veía todo el tiempo por sus hermanitos y su anciana abuela, una responsabilidad delegada a la fuerza donde la objeción no existe y donde el cinturón del finado impone su voluntad. Doña Susana llama a María para que aliste el almuerzo de los obreros, ya que se acerca el medio día y debe llevarlos a una hora de camino, donde la recia llanera tiene su finca -¡apúrele con el almuerzo! Grita enojada la patrona, la pequeña niña apenas puede cargar el pesado paquete, -¡no se demore

que la necesito urgente aquí, para que vaya al pueblo y le traiga el remedio a su abuela! Será otro largo viaje, si se tiene en cuenta que el caserío se encuentra a más de dos horas de camino, donde la pequeña tendrá que correr peligros y cumplir con la encomienda para evitar que su madre la castigue.

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La pequeña María en sus travesías diarias pasaba junto a la escuela, allí se quedaba un buen rato, para ver como los niños de la vereda jugaban y estudiaban, sentía ganas de estar allí, de estudiar y jugar, de olvidar por un buen rato los castigos y los deberes, quería ser una niña normal, pero recordaba que debía de apurarse con el mandado o de lo contrario su madre la castigaría.

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La diminuta escuela que tanto ilusionaba a María se encontraba a un poco más de dos horas de camino, ¡en pocas palabras educar no es cuestión de

método, es cuestión de resistencia en las patas! La pequeña María sale con la mochila del almuerzo y el guarapo para los obreros, aunque se esfuerza por llevarlo, está acostumbrada a esta labor -¡no

se le olvide pasar por donde don Olivo y recoger la plata de la venta del sábado! Dice la preocupada señora, ya que debe pagar la cuota del banco, los obreros y si queda algo, hacer una gota de mercado para la casa. La madre aunque es una mujer fuerte y de pocos sentimientos, posee un alto sentido de responsabilidad con su casa y los suyos, pese a su limitación económica, cumple aparentemente con el sagrado deber de mantener a sus hijos.

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No lejos de allí, por la servidumbre de la vereda, se observa a un grupo de hombres uniformados, que en perfecta hilera militar se dirigen hacia el rancho de doña Susana. -¡Buenas! Dice uno de ellos, tal vez el comandante del pelotón, -¡buenas! Contesta la dueña del lugar, -¡patrona será que nos

puede regalar un poco de agua, para calmar la sed, es que venimos de muy lejos! exclama el hombre, -¡sigan señores para adentro! Dice doña Susana, demostrando una vez más, porque el campesino es amable con los extraños, aunque en este caso, quien no es amable, cuando al patio de su casa llegan un poco de hombres extraños y armados hasta los dientes.

Pronto la señora cambia su apariencia recia por una fingida pero amable sonrisa, saca de la cocina un balde con el guarapo de los obreros -

¡Perdonen ustedes lo poquito, la verdad es lo único que tengo para ofrecer!, -¡no se preocupe mi señora, con este fresco es más que suficiente! Mientras tanto la pequeña María observa con detalle a los hombres.

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El hombre que funge de comandante mira detenidamente a la pequeña María y algo les susurra a sus hombres, todos la miran y sueltan una carcajada, ella se incomoda y toma su maleta para llevar el encargo de su madre.

-¿Quién es esa niña, patrona? Pregunta el hombre, -¡ella es mi hija y es la que me ayuda aquí en la casa! El hombre la mira de nuevo, ¿no la tiene estudiando señora?, -¡No señor, el próximo año si mi dios me da licencia la pongo a estudiar en la escuela de la vereda!, !la verdad es que soy muy pobre y no tengo formas de meterla a estudiar este año! Tal vez en el fondo la señora quiera que su hija estudie y no sea igual a ella, o tal vez lo haga solo por evitar el cuestionario del comandante.

-¿Cómo te llamas? Pregunta a la niña, pero ella esquiva la conversación y toma su camino, ¡pendeja conteste! Exclama airada doña Susana, quien le abre al máximo los ojos, en señal de enojo, la niña no tiene más remedio que contestar ¡María!, -¡qué bonito nombre tienes María!, la niña se incomoda mientras que los hombres y algunas mujeres del grupo militar la observan. -¡Señora será que nos puede vender algunas gallinas para el almuerzo,

yo se las pago bien, lo que pasa es que vamos para el Guaviare y hace días que no comemos bien!, -¡claro que sí señor! “Quien por plata no vende hasta su propia alma” ¡patroncita será que nos puede hacer otro favor, nos presta el fogón de su cocina y algunos tomates, cebolla y sal para preparar el almuerzo!, -¡No se preocupe señor, que yo les preparo el almuerzo!, -¡María deje la maleta sobre la mesa y ahora más tarde lleva el fiambre para los obreros y venga me ayuda a pelar unas yucas! Pronto la escuadra militar rodea todos los lugares cercanos a la casa, para prestar seguridad, mientras que en la cocina la mujer vuela con las ollas sobre el fogón, María pela cada una de las doce gallinas que agasajaran a los invitados, y obviamente aliviara el bolsillo de la dueña de casa que disfrutara de unos cuantos pesos de mas, venidos del monte.

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Luego de un par de horas, el sancocho de gallina ya está listo, en una mesa precaria sirven el gran manjar sobre hojas de plátano, luego la voz militar ordena a los comensales, tomar parte del jugoso alimento, el alboroto por el festín es enorme, pese a ello los invitados no pierden de cerca su pesada arma de dotación y la maleta que llevan a cuestas por si les toca salir volados ante cualquier incursión del enemigo.

Pronto el ágape termina, las barrigas llenas piden un momento de tranquilidad, pero el jefe del comando solo piensa en marchar, no quiere sorpresas en su camino, solicita a su segundo, una mujer que lleva a su espalda a un pequeño bebe no mayor de dos años, traer a los nuevos reclutas y formarlos para darles sus primeras instrucciones, son cerca de una docena de niños y niñas demacrados por el largo viaje, el hambre y la tristeza, miran atónitos, tal vez asustados a las personas adultas y al comandante, quien les habla en tono amenazante, obligándolos a colaborar en la causa de la revolución.

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Los sollozos infantiles se pierden entre las voces graves de los mayores, quienes ordenan a los más pequeños seguirlos a la inmensidad de un lugar prohibido; los niños y niñas dejan atrás el rancho de doña Susana y siguen temerosos a los adultos, quienes los llevaran selva adentro, lejos de sus casas, y lejos de los juegos y las travesuras propias de la edad.

¡Atrás quedaron en la lejanía, las madres y los abuelos que lamentan la desgracia de su partida, lloran desconsolados, saben que jamás los volverán a ver, y si logran hacerlo, será en las pantallas de los televisores que presentaran la noticia de un pueblo destruido o de un secuestro masivo, tal vez ejecutado por su pequeño hijo!

!Muchos hombres y mujeres custodian como un gran tesoro a los nuevos reclutas de la guerra, caminan apresurados, dejando muy atrás el rancho de doña Susana y la pequeña María y mucho más atrás de ellas, quedan decenas de padres que lloran la partida de sus hijos!

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-¡Rápido! grita un hombre -¡obliguen a esos niños a caminar más á prisa! Repite una y otra vez, son las mismas palabras que escuchan los niños desde que partieron, las mismas palabras que cada vez que son pronunciadas, son más soeces y abusivas, las mismas palabras que no parecen tener misericordia de los pequeños reclutas, dichas palabras cuyo mentor, no se compadece de las lágrimas de los niños que se resisten a continuar. Sera cuestión de algunas horas, para que los niños dejen el mundo que conocen y entren en el infierno del monte y la maldad de unos hombres que dirán ser sus propietarios absolutos, quienes los obligaran a dejar su infancia y seguir como borregos a un grupo de rebeldes cuya filosofía es la guerra.

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El grupo de militares marcha en fila india por el camino de la vereda, mientras las mujeres y algunos hombres se despiden de los anfitriones que les brindaron la cortesía de su hogar, pronto el comandante hace lo mismo, levanta su mano para decir adiós pero este se detiene, algo o alguien llama su atención, mira fijamente al rancho de doña Susana, su mirada parece esculcar en la distancia. El hombre da media vuelta y regresa al lugar, la abuela presiente que algo malo ocurrirá, entonces toma entre su regazo a los niños más pequeños para protegerlos, mientras doña Susana trata de deducir que es lo que va a necesitar el hombre -¿Necesita que le ayude en algo, patroncito? Pregunta la mujer -¡sabe que si mi señora, necesito a su hija mayor! Pronto la mujer siente un frio helado que corre cada milímetro de su curtida piel ¿y eso para que patrón? La mujer siente el corazón danzar en mil revoluciones por minuto, es como si el instinto de madre presintiera que algo grave fuese a suceder -¡señora tengo ordenes de mis superiores de

reclutar nuevos soldados para apoyar nuestra causa, es obligatorio y debe cumplirse las ordenes o de lo contrario debo imponer los castigos que el secretariado a impuesto!

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La señora que jamás mostro una pizca de sentimiento por su hija, ahora lo demostraba, un amor de madre que guardo como un secreto en el fondo de su alma y que ahora salía de su prisión para proteger a su hija -¡pero es apenas una niña de once años, que está aprendiendo a vivir! La mujer toma entre sus brazos a la pequeña María y no renunciara a soltarla, así le cueste la vida -¡por eso mismo mi señora, su hija con nosotros aprenderá todo lo

necesario para vivir la vida, será una mujer fuerte que no le temerá a nada, que luchara con arrojo por la causa y que será una gran heroína al final de la jornada! La mujer abraza cada vez más fuerte a su hija, está preparada para lo que suceda -¡no nos haga esto patrón, los hemos atendido bien a ustedes, les hemos demostrado que somos gente buena y que mi hija es mi mano derecha! el hombre no renunciara a llevar la niña y no importa lo que haga para hacerlo ¡señora le prometo que su hija vendrá cada mes a visitarla y lo mejor de todo, que traerá dinero como pago por su servicio a la revolución, dinero que le ayudara en sus necesidades y a criar a los demás niños! Doña Susana se encuentra asustada, solo quiere que el hombre se vaya y que termine ese horrible episodio de sus vidas -¡mi señora no haga más difícil esta situación, entrégueme a la niña, le garantizo que con la organización ella estará muy bien y no sufrirá necesidades, ella estudiara y se convertirá en el día de mañana en una gran mujer! Pero la mujer se resiste a soltar a su niña -¡mi señora le juro que no le faltara nada, ella estará bien, yo le dejare algo de dinero para que pueda sobrevivir junto con sus hijos! El hombre ordena a dos de sus hombres rodear a la mujer, mientras que el aprieta el cabo de su pistola que guarda entre la caperuza; la mujer nota que está en desventaja y retrocede hacia la cocina -¡váyanse de mi casa y no vuelvan mas! Los dos hombres toman a la mujer por los brazos y forcejean con ella, tratan de arrebatarle a su hija, pero ella no cede, pronto los gritos de ella, de los pequeños, de la abuela y en especial de la pequeña María, estremecen toda la vereda en una sinfonía de horror, -¡no por favor, no se la lleven, se los suplico! Grita la mujer.

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Los hombres continúan forcejeando con la mujer, pero no logran aun quitarle a la niña, se hace necesario que una tercera persona actué para lograr vencer a la mujer.

-¡Lo siento mi señora, pero son mis órdenes! Dice una combatiente, mientras suelta una de las manos de la madre, -¡le prometo que yo cuidare de ella! Logran quitarle a la niña, los gritos son más agudos -¡no por favor, no me la quiten, les juro que cambiare con ella! El comandante hala a la niña por un brazo, y la lleva con él -¡no por favor, no se la lleven, por caridad no se la lleven! El hombre se detiene, busca algo entre su mochila, saca de allí, un fardo de billetes de diez mil pesos y se los arroja a los pies -¡espero que en algo compense la situación en la que vive! El hombre se retira, mientras que uno de los hermanos de María, levanta del piso el curioso paquete, la madre llora desconsolada, un pedazo de su alma le fue arrebatado y tal vez jamás la recupere.

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La pequeña María es arrastrada en contra de su voluntad, sus lamentos son fuertes, sus lágrimas humedecen el camino hacia su casa -¡mama, mama no me deje ir con estas personas! Su madre corre a liberarla pero es detenida por varios hombres, quienes la amenazan con sus armas -¡mama, mama! Se escucha de nuevo y tal vez por última vez, la madre no puede hacer nada, nadie en absoluto puede hacer algo para liberar a la niña de las garras de sus reclutadores.

En la lejanía se ven las figuras borrosas de María y un centenar de personas más, que están a punto de ingresar a la manigua devoradora, la pequeña se esfuerza por mirar atrás y no perder de vista a su familia, pero le es difícil, no tiene más remedio que llorar, llora tanto que casi no puede respirar, sus lamentos entristecen a varios de sus captores, pero ellos no pueden hacer mucho, saben que cualquier muestra de fragilidad será castigada severamente por su comandante.

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Lejos de allí su madre llora desgarradoramente, tal vez sean las primeras lagrimas que el destino logra arrancarle luego de tanto tiempo de frialdad. La madre lamenta la suerte que correrá su hija, la mujer no sabe qué hacer, está a punto de perder la cordura y correr tras los bandidos para recuperar a su hija, pero algo la detiene, sus demás hijos que lloran tristemente, ella los abraza, consolándolos por un instante y luego frente al último lastro de luz que le permite ver a su hija, se resigna a perderla, tal vez con la confianza de que algún día regrese a su casa, junto a su familia y porque no, recuperar con ella, el tiempo perdido.

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CAPITULO II

UN NUEVO JUEGO

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-!En medio de la selva, a la suerte del destino y de un Dios, camina la niña María, con tan solo once años y quien dejo bajo la cómoda de su humilde estera, la vieja muñeca de trapo que le recuerda que aún es una niña, lleva con ella miles de recuerdos nítidos como una fotografía a color, momentos únicos y alegres junto a sus hermanitos, su abuela y su madre!. No existe la menor duda que este trágico episodio, es un nuevo juego que deberá aprender muy bien María y los demás niños si quieren sobrevivir. ¡Será sin duda el viaje más especial y más recordado por los niños y María, quienes aprenderán que la vida es más dura y más cruel cuando no hay amor, y será más peligrosa cuando mama no este con ellos! Aprenderán que la vida es más dura y cruel, por ser ellos niños, pronto las armas y un juego obligado que no les gusta, los educara gratuitamente para participar en una guerra que no es la suya, sus nuevos amigos les enseñaran las trampas y artimañas que solo los mayores saben. Durante horas serán llevados por caminos extraños, donde solo “el coco” y las brujas asustan, solo reina la oscuridad y un perverso silencio que oculta a unos infames captores. Los pequeños están aterrorizados, no saben qué hacer, se abrazan entre sí para protegerse, no tienen mas remedio que fusionarse en un gran abrazo para escapar de los duendes y los malvados. De aquellos pequeños ángeles que fueron hurtados por la guerra, jamás se volvió a saber nada, solo se escucha de vez en cuando en la vereda, simples conjeturas, hipótesis amañadas a una falsa realidad, que solo lastiman a una pobre madre que lamenta día y noche la partida de su hija, -¡nadie sabe lo

que ella sufre, pero nadie sabe ni siquiera ella, lo que sufren los niños en la guerra!

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Las voces inocentes y sus juegos infantiles, las miradas tiernas y las travesuras angelicales serán desalojadas por las largas rutinas del entrenamiento, hambre, maltrato y abusos; sus años de límpido amor serán cambiados por la venganza ajena y el olvido repentino del buen pasado, pronto sus rostros infantiles serán embargados por ojos fríos, herméticos y calculadores, sus años infantiles serán absorbidos por la selva y la guerra, convirtiendo a estos niños de vereda, en los soldados no voluntarios de la guerra.

En las noches húmedas de una selva secreta, se escuchan los débiles susurros de María, que más bien parece el lamento de un alma en pena, que exclama la más profunda tristeza al extrañar a su familia, su casa, la vereda y sus amigos. Sus manos que cosecharon en algún momento la yuca y el maíz, jugaran con el fusil; -!como si fuera algo irónico, ahora la pequeña deberá jugar a

las escondidas, evitando que el avión fantasma la encuentre y termine para siempre con su vida, aunque en ocasiones ella desea que eso suceda!. Son muchas noches en las que la dulce niña se tragó las palabras y también las letras que jamás aprendió a escribir, todo por la resolución que le prohibió hacerlo, esas mismas letras que fueron también negadas en su hogar,

¡porque primero era el trabajo que la escuela!

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

En las primeras semanas, María recibió un entrenamiento fuerte e inhumano, ella poco descanso, poco durmió y casi no comía, ¡su rostro refleja

las ojeras de un cadáver y su cuerpecito no es más que un delgado hilo que es arrastrado fácilmente por el viento! Recibió como nunca, las mórbidas humillaciones de todos los mayores, hasta prefirió recibir los azotes que de pequeña la abuela le daba por no obedecer, no había duda que después de dos meses, la pequeña María se había convertido en una “mujer a las malas”, pronto las rondas del ayer se convertirían en gemidos de dolor y terror que solo complacían a los hombres salvajes que violan la virginidad de su santuario.

Era cuestión de días para que la inocente niña se convirtiera en una herramienta perfecta para la guerra y el sexo, la primera busca satisfacer la sed de venganza de otros hombres que ella jamás conocería y la segunda busca saciar el delirio carnal por todo lo divino. María y sus pequeños amigos soportaron las largas caminatas nocturnas, huyendo de las tropas, seria cuestión de acostumbrarse, de aprender de sus maestros los trucos y trampas propias de la guerra para escapar fácilmente de la acción de los enemigos y las tropas.

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LA GUERRILLERA

La pequeña María aprendería sin cátedra, toda clase de instrucción sobre cómo debía de camuflarse y sobrevivir en el monte con lo poco que tenía; se graduó en curso de invisibilidad, de faquir, de cuerpo glorioso entre otras maestrías mas, fue especialista en el arte de permanecer inmóvil por varios días en medio de la selva a la espera de su víctima, soportando el hambre y el calor, aguardando pacientemente el paso del ejército o la policía para detonar suicida la dinamita. Aprendió a comer todo lo que se movía, insectos, serpientes, alimañas, monos y todo aquello que le pudiera calmar el hambre; extraño cada vez más a su madre y la comida que ella le daba, aunque no fuera un gran banquete, era mejor que lo que comía, incluso se arrepentía de las pataletas que hacía, porque la hacían comer caldo todos los días. A tan corta edad y en poco tiempo, aprendió todo lo suficiente que enseña la escuela y la universidad juntos, pero fueron los abusos, los golpes y las humillaciones sus mejores maestros, quienes la transformaron en un ser duro forjado del acero y el plomo, jamás necesito de los consejos, los abrazos, los besos y los buenos amigos, nunca diferencio lo bueno de lo malo, ya que todo lo que hacían con ella era malo y lo que ella hacia era similar, así fuera obligada por la ley marcial de la organización. Quiso protestar pero la mano cruel del hombre, trunco sus palabras y también hirió sus labios, quiso huir pero el fusil y la cacha de un revolver manchado con sangre la derribaron, luego la castigaron, la amarraron con cadenas oxidadas al tronco de la humillación, !quiso llorar pero lagrimas no tenía! ¡Quiso soñar pero sus sueños se marcharon junto con sus lágrimas!

Tuvo que guardar silencio y soportar con coraje, los golpes y los atropellos, como también soportar la violación diaria del comandante y sus secuaces, allí aprendió que es mejor cerrar sus ojos e imaginar pese al dolor, los pocos juegos de antaño.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

María vivió muchos combates que le causaron heridas tanto en el alma como en su frágil cuerpecillo, y fueron muchos los días, en las que su fusil fue disparado y fueron muchas las noches en las que la niña tuvo que buscar refugio para que las balas enemigas no la mataran; jamás conoció la tranquilidad y mucho menos la felicidad, su alma sufrió el tormento de la angustia, el miedo y la soledad, pese a convivir con muchas personas, jamás compartió la amistad y el cariño y por el contrario, sufrió el acoso y la desigualdad de su género.

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LA GUERRILLERA

Solo fue a los catorce años, luego de soportar como suya, la guerra y el abuso continúo de sus compañeros, que conoció de cerca la muerte, al ver caer a dos de los diez niños que fueron reclutados con ella, sintió miedo y presentía que en cualquier momento seria ella la próxima victima en el combate. Los enfrentamientos constantes con las tropas y el hambre fueron odiados a diario por ella, pero más detesto, la forma como la usaron como escudo, para proteger a sus jefes, para que ellos escaparan libremente por la selva, mientras ella combatía algo a ciegas; lo anterior hicieron que ella tomara la decisión de escapar de su reclusión.

María como en otras ocasiones más, trata de llorar, pero ello le causa mucho daño, debe sopórtalo y tragar por completo el llanto, disimulando su dolor, antes de que los comandantes se den cuenta y la castiguen, entonces la pequeña María debe continuar con su vida y su rutina, como si no hubiera pasado nada, olvidando para siempre a sus compañeros fallecidos.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Días después de aparentemente acostumbrarse a la vida militar, María duerme, tratando de recuperar algo de energías, cuando cerca de la media noche, se escucha una ráfaga de disparos, pronto el sueño desaparece, surge la incertidumbre en el campamento, la pequeña no sabe qué hacer, solo espera la orden de sus superiores pero ello no sucede, alcanza a escuchar al comandante maldecir, luego el corrillo entre los compañeros advierte sobre el intento de escape de otro de los niños reclutados, quien en un descuido de los centinelas, “se vuela por entre el monte”, pero su fuga dura poco, ya que fue derribado por el comandante quien vacío su arma en la humanidad del pequeño.

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LA GUERRILLERA

Minutos después del intento de escape, el comandante reúne a los pequeños reclutas, en torno del cadáver de su amigo, para enseñarles una nueva lección en su aprendizaje.

“-!el que falla muere, el que traiciona muere y el que se escapa, yo lo mato!” dice el comandante -!Es sin duda el discurso mas abominable de la guerra y que aterrorizara por siempre a los pequeños reclutas! -¡que no les quepa la menor duda, que aquel que incurra en lo mismo, correrá con la misma suerte! Exclama el comandante -¡rápido caven un hueco y métanlo ahí! Ordena el comandante a los niños, luego se acomoda en un tronco, y observa el negro episodio mientras que fuma un cigarrillo, que le sirve además de repelente contra los mosquitos.

Pronto María siente la fragilidad de su ser, dejando escapar una leve lagrima, la cual es condenada por el malvado hombre, quien advierte de nuevo a los niños -¡solo existe la muerte para aquel que me traicione o escape de aquí, y muerte le dará mi verdugo! reclama el hombre mientras acaricia su pistola.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Durante semanas la pequeña María recorrió los más increíbles parajes que otras personas desearan conocer, sus pies recorrieron más de cien mil kilómetros equivalentes a todo el esfuerzo de un batallón de hombres por décadas. Pese a ser muy niña, es muy valiente, soporta con fortaleza las agudas ampollas que tiene en los pies, producto de unas botas de caucho cuyo dueño era mucho más alto, pronto dichas ampollas le cicatrizaran en acero como también lo hará su corazón. Fue en una de esas largas jornadas de caminar, donde la pequeña María y su grupo son llevados lejos a un campamento, al parecer recibirán una ultima instrucción y lograran graduarse con título profesional en el arte de la guerra.

En dicho lugar conviven cientos de hombres y mujeres quienes se encargaran de su seguridad, María solo los observa, puede detallar que al igual que ella, hay muchos niños y niñas, los observa de arriba a abajo, haciendo caso omiso a las miradas perturbadoras de los mayores. María permanece por varios minutos en medio del tumulto, esperando la orden de algún superior para que sean ubicados en su nuevo hogar.

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LA GUERRILLERA

Ella trata de ubicarse en el nuevo campamento, pero se siente incómoda, observa que en dicho lugar hay varios secuestrados, los cuales están encadenados a los troncos de los árboles, sus rostros reflejan una tristeza infinita por lo perdido, comprende que también se encuentra en la misma situación que esos hombres, que está secuestrada bajo un reclutamiento forzado que le impedirá crecer y aprender, jugar y amar y al igual que esos prisioneros de guerra, ella lleva en su pecho, el himno macabro de su propio funeral.

Son muchas las noches en las que la pequeña recuerda con nostalgia su único pasado y aunque son pocas las imágenes que posee, trata de vivir con ellas, combinándolas con las tareas de la guerra como el de cocinar para pelotones completos de hambrientos guerreros, tarea asignada por ser la más pequeña.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Tal vez halla sido poco lo que aprendió en su casa, pero en el monte deberá aprender a regañadientes a combinar extraños ingredientes para completar la escasa comida de sus compañeros, -¡tal vez su cocina no sea la mejor y a

su sazón le falte algo de amor o gusto, pero es mejor algo de sal que no comer nada y aunque en su casa la alacena era demasiado pobre, es mucho mejor que la del campamento! Tal vez la vida en su casa no era la mejor, pero sin duda no se puede comparar con la de la selva, donde ella aprenderá a sobrevivir comiendo todo lo que encuentre sin importar su aspecto o sabor.

Cada día de su estadía en la selva, añoro el día de sus cumpleaños, y aunque su madre no tuviera dinero, al menos le preparaba un sancocho de gallina, pero en la selva las celebraciones no eran permitidas, por tal motivo olvido la fecha de sus cumpleaños. Nadie la recuerda, tal vez en el exterior la olvidaron, al parecer su existencia dejo de ser importante para los que más amaba, ahora solo entiende que su mente y alma deben estar despiertas las 24 horas del día, los treinta días de los doce meses del año, para no perder la vida en un segundo por un descuido suyo.

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LA GUERRILLERA

CAPITULO III

UNA NUEVA ILUSION

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Los días pasan fugaces, los sueños desertan en secreto como la vida de los guerreros en medio de la selva, la vida pierde todo sentido cuando se desvanece la esperanza, pero ante tanta injusticia, siempre existe una ilusión donde los sueños tienen oportunidad de volar alto, y solo surgen cuando en las noches calladas, alguien recuerda con nostalgia su único pasado y aunque son pocas las imágenes que poseen, trataran de vivir con ellas, combinándolas con las tareas de la guerra. María no podía ser ajena a la magia del amor, ya que hallara una ilusión, la misma que le fue arrebatada, un extraño sentimiento que la hace sonrojar a menudo, un sentimiento que la hace soñar, olvidando por un instante las necesidades y los maltratos que a diario vive, un sentimiento asombroso y hermoso que la hace sentir viva y especial. Dicho sentimiento surge con la llegada de un grupo de combatientes, pero solo uno de ellos, un joven de contextura delgada, de tez morena, con apenas 17 años, es el que cautiva por completo su corazón.

Con el tiempo, ambos muchachos empezaron a entrelazar una bonita amistad que luego tomo un giro inesperado, donde el enamoramiento fue el culpable del más hermoso sentimiento que todo ser humano quisiera tener.

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LA GUERRILLERA

Pronto sus ojos y las palabras cambiaron todo su mundo, olvidaron el monte y el hambre por la magia del amor, repentinamente todo su cuerpo danzaba al vaivén de un corazón ilusionado, nacieron entonces las palabras bonitas y los coqueteos prohibidos que desplazaron las groserías y las humillaciones, no había duda que el par de jóvenes estaban locamente enamorados. Aunque en un comienzo el idilio amoroso no pasaba de algunas miradas inocentes y coqueteos furtivos de parte y parte, ya que temían ser sorprendidos por el guardia del turno, aprovecharon la ingenuidad de la selva y la distracción del comandante, para compartir los besos y las caricias que encendían a manojos todo la espesa manigua.

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La magia que provocaba la unión de dos corazones espantaba las peores alimañas y animales ponzoñosos, era el nacimiento de un amor prohibido en la mitad de la selva y que invitaba a sus habitantes a vivir la más hermosa aventura. Con el paso del tiempo, el amor creció como las sospechas de los superiores también, ya que ellos implantaron una norma que les prohibía como una maldita directiva entre sus subordinados, mantener algún tipo de relación sentimental, una ley que debía ser acatada por todos sin excepción pero que en la práctica solo los comandantes y algunos guerrilleros de confianza podían sin temor a represalias, disfrutar de las mieles del amor.

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La pequeña María que ya no es tan pequeña, porque ya completa 16 años, cinco de ellos en un cautiverio maldito, es más hermosa y pasa los días enamorada y porque no esperanzada de que algún día salga de su sometimiento y recupere el tiempo perdido al lado de su amado. Entonces imagina en el silencio inocente de su corazón, realizar un hermoso hogar al lado de su adorado y de sus futuros hijos y piensa desde ya, en un serio compromiso como el matrimonio, pero luego se da cuenta que ello es imposible, porque para lograr realidad ese sueño, debe escapar de la selva y de sus comandantes. Esa idea la llena de valor y sabe perfectamente que junto a su amado, podrán hacer más fácil la peligrosa misión de huir algún día del campamento, ella sabe que dicho plan es peligroso y mortal, ya que muchos de sus compañeros intentaron fugarse, pero fueron atrapados rápidamente, pero ello no la asusta y piensa que todo es posible y que ese momento que ella siempre ha deseado, llegara y huira para siempre de ese lugar, María no piensa en las consecuencias y correrá los riesgos sin importar que le cueste la vida en el intento, solo quiere ser feliz, lejos de ese lugar y junto a la persona que ella quiere.

Pasan los días sin mayor novedad, el movimiento de las tropas y el paso efímero de los aviones ha cesado, solo los jóvenes enamorados se arriesgan a amar, llegando a los extremos ilimitados que solo la pasión puede causar; cada intento por estar cerca es cada vez más peligroso, pero eso no los asusta, ya que solo quieren estar juntos. No había duda que vivían ambos una sensación fantástica que remueve los sentimientos y que los lleva a cometer muchas locuras infinitas; su ímpetu y el deseo por lo prohibido y lo amado, los lleva a explorar un mundo celestial de deseo y placer.

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No hubo rincón en la selva que no guardara la fragancia excitante del amor y sus fugaces amantes, pero no todo es eterno y menos el amor, pronto los murmullos eróticos alertarían a los guardias, quienes darán la alarma a su superior, todos sin excepción en el campamento se enterarían del idilio, entonces para evitar una tragedia aun no anunciada, los jóvenes tomaran una decisión mutua muy dolorosa, la cual fijara leyes mutuas para proteger su amor.

Entonces los encuentros secretos del amor fueron cada vez menos, los besos y los abrazos disminuyeron pero cuando tenían la oportunidad, en un solo beso y en un solo abrazo lo entregaban todo, solo querían cuidar hasta el final su gran amor, solo hasta que ese infierno en la guerrilla se acabara y los dejara libres y como un par de corceles desbocados viajarían eróticamente a un mundo de deseo y amor. Fue para una semana santa, cuando la aparente calma de la noche, abre paso a tres figuras fantasmagóricas, casi invisibles, las cuales se deslizan furtivamente entre el monte, ni siquiera el oído más fino o el ojo más certero, detecta la presencia de las extrañas figuras.

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Muy lentamente las figuras avanzan dejando atrás a los centinelas somnolientos, coronan cada centímetro del campamento, están tan cerca de llegar a la meta y de vencer la delgada línea que divide la prisión de la libertad. Están a pocos pasos para salir de allí, pero la mala fortuna del destino enreda a uno de los furtivos seres en algo parecido a un arbusto, este lucha por liberarse pero en su intento cae al suelo y provoca un inesperado alboroto, de inmediato el guardia alerta con varios disparos al aire -¿Quién anda ahí? Exclama el asustado guardia.

En cuestión de milésimas de segundos las tres figuras humanas corren veloces por medio de la selva, se escucha la detonación del fusil, una ráfaga completa de plomo corre tras los prófugos, la selva entera se despierta y todas sus criaturas desde sus escondites observan la cacería ¡algo irónico, cierto! más de veinte hombres corren detrás de los fugitivos, disparan toda la descarga de sus armas pero sin la puntería venenosa a la que están acostumbrados en el día, empieza entonces una larga cacería para traer vivos o muertos a los fugados.

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Una hora después la tropa trae consigo a las tres personas, que no son más que tres muchachos no mayores de veinte años, quienes decidieron huir, obligados por el maltrato que reciben a diario, estuvieron tan cerca de llegar a la libertad pero no contaron que el destino jugara en su contra favoreciendo a un malvado comandante. La conmoción en el campamento es general, todos salen a mirar el espectáculo, nadie puede dar crédito a lo que sus ojos están viendo, mas sin embargo todos saben cuál será el destino de los muchachos a manos de un comandante que no permitirá otro episodio igual.

Luego del discurso temible, el cual condena a los jóvenes, algunos amigos y compañeros de los muchachos tratan de intervenir para que sean perdonados o reciban una condena no tan severa, pero el comandante no acepta, solo admite la intervención de su viejo y oxidado fusil.

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El hombre proclama orgulloso cual será la pena máxima para los desertores, luego toma su pistola, la cual enseña como un trofeo a todos los espectadores, la acerca a la cabeza de uno de los jóvenes y sin importar las suplicas de los muchachos, la detona furiosamente.

Todos quedan conmocionados al ver caer el cuerpo sin vida del muchacho, María esta impactada por la escena, sufre mucho por la suerte de los demás muchachos, y aflora en ella, muchos sentimientos de dolor y rabia, luego una lánguida y rebelde lagrima escapa de sus ojos pese a la resistencia de su corazón, la pequeña gota surca sus mejillas para morir fugazmente en sus labios mudos incapaces de gritar, pero antes de que la gota se extinga, el comandante percibe el dolor de María, se acerca a ella, la observa fijamente y luego le habla, enviando un mensaje general a todos, -¡solo conocerá la muerte, todo aquel que huya como un cobarde de esta guerra! la muchacha baja su mirada ante los incisivos ojos del cruel dictador, ella siente mucho temor, pero también percibe en el aire, el temor de todos los hombres y mujeres del lugar, quienes por ese día y por algunos más, no se atreverán a escapar, mas sin embargo y pese al diabólico ejemplo del comandante, María no descarta la posibilidad de escapar de ese horrible encierro que la guerra le ha ocasionado.

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Durante las siguientes semanas, María fue asediada por los hombres del campamento, especialmente por el comandante, quien fijo en su cabeza, la frágil inocencia de la niña y no descansara hasta que ella sea suya, pero hábilmente la pequeña lo rechaza una y mil veces más, esto inquieta al hombre pero una visita de última hora de uno de sus superiores, aplaza sus macabras intenciones, mientras que Pablo, el amado de María se traga en silencio el ultraje, pero no se atreve a hacer algo para defender el honor de su amor, ya que no quiere arruinar los planes que ambos tienen para escapar de allí, solo aguardara el momento para vengar el sufrimiento de su amada y huir juntos del maldito lugar.

Mas sin embargo el muchacho no soportara por mucho tiempo, las humillaciones del hombre y terminara arruinando los planes de la muchacha, ideara muchas maneras de asesinar a su enemigo, su ira es enorme y es seguro que no soportara otra acción del hombre en contra de su amada y tal vez olvide su pacto con María y haga algo para detener los abusos del comandante.

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LA GUERRILLERA

María descubre las intenciones de Pablo para atacar a su superior, y antes de que este cometa una locura, María le exige por el amor que le tiene, dejar así las cosas y evitar hacer algo para remediar su situación. Pero lo inevitable está por llegar y María es ultrajada por el hombre, este la amenaza con acabar a Pablo, si continua frecuentándolo, entonces María en una decisión de ultima hora y bastante dolorosa, renuncia al amor de Pablo, ella sabe que el comandante no vacilara en hacerle daño a Pablo. Es sin duda una inmolación más, en la larga cadena de sacrificios hechos por la muchacha, pero tal acto, no es entendido por Pablo y este acusa a la mujer de traicionar su amor, aunque el pobre Pablo, hará lo imposible por recuperar a su amada.

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Tal vez los momentos más terribles que vivió María, fue ver como una de sus compañeras quedaba embarazada, y el mismo hombre (el comandante) que engendro la criatura, ordenaba sin reparos el aborto, usando todo tipo de medicinas que incluso le podían costar la vida a la joven madre. Durante mucho tiempo, ella vio como muchas mujeres sin importar la edad, eran obligadas a abortar con la premisa resolutoria de que dicho bebé era una pesada carga para la guerra, pero fue uno de aquellos momentos definitivos que la obligaron a tomar una decisión, cuando una de sus grandes amigas y la cual estaba también embarazada, guardo el secreto por largo tiempo, disimulando su estado con mil trucos para evitar que su criatura le fuera arrebatada, entonces se revelo en contra del comandante para impedir que asesinaran a su bebe, pero fue sorprendida y recibió el más salvaje de los castigos.

Los gritos de la joven madre despertaron la selva entera, la habían obligado a abortar, la pobre mujer había perdido su único consuelo con el mundo y veía hacerse trizas el futuro de su familia y su sangre, horas después la pequeña madre muere, producto del sufrimiento y de una cirugía casera mal realizada.

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Por segunda ocasión María llora, pero a diferencia de la primera, esta vez siente ira, la cual y como siempre, tuvo que tragar en silencio. La anterior escena quedo grabada en la estima y razón de todas las mujeres del grupo, creo una incertidumbre general, una especie de tristeza colectiva por lo que pudiera suceder con cada una de ellas, al ser tomadas a la fuerza o por placer y quedar en cinta y sufrir la misma historia de su amiga y su hijo abortado, pero dicha tragedia contrasta con la de otra mujer, la cual tenía todos los beneficios y garantías que las demás no tenían, una especie de salvoconducto especial que la exoneraban de los castigos por ser comandante, ya que había tenido su hijo en la selva y por su condición de líder, podía tenerlo junto a ella.

Por la anterior razón, la pequeña María entendió que ella y sus compañeras no eran más que piezas frágiles fáciles de reemplazar en el gran ajedrez de la organización.

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CAPITULO IV

EL JURAMENTO

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Fueron muchas noches difíciles para María quien deseaba a toda costa que su vida cambiara pero era imposible, como imposible su amor por Pablo y como imposible huir de ese horrible lugar, como imposible recuperar el tiempo perdido.

Cierta mañana Pablo no aguanto el deseo de amar a su prometida y corrió a verla, en su afán de delirio juvenil, la abraza en mil ocasiones y la besa otras mil veces más, pero los ojos siniestros del comandante que se escabulleron por el monte, reprocharon el acto, y este haciendo uso de su voz y mando, arremete en contra del muchacho, propinándole un cruel castigo que lo deja inconsciente en el suelo, María se echa encima de Pablo para protegerlo, pero es separada de él, con una fuerte palmada en la cara, -¡detente, no lo hagas daño! Gritaba la pobre María mientras el hombre seguía castigando al joven, -¡no más por favor, hare lo que tu quieras! Termina diciendo la pequeña María, quien cae al piso, desconsolada y sin fuerzas para proteger a su amado, -¡lleven a este inútil y métanlo en el hueco, para que aprenda de una vez por todas, quien es el que manda en esta selva! Exclama el comandante, finalmente lleva a rastras a María para su carpa.

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Durante los siguientes días, Pablo sufrió del encierro agónico de la humedad, la oscuridad y las alimañas que no tuvieron compasión de su cuerpo, deliro a causa de los golpes y no probó el agua y alimento alguno, sin duda era dos veces prisionero en una cárcel que lo había condenado sin juez y abogado. María fue obligada a complacer todo tipo de vejámenes que el malvado hombre se imaginaba, ella soporto en silencio cada uno de los abusos y juro vengarse del hombre y salir de allí junto con su amado, pero la historia de amor daría un giro inesperado que cambiaría para siempre el plan maquinado por la mujer.

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LA GUERRILLERA

Pablo sale de su prisión bajo la causal de que la próxima vez que fuera sorprendido, pagaría con su vida, no tuvo más remedio que aceptar, agachar su orgullo y doblegarse ante el cruel hombre, entregando a este su gran amor que le cambio su vida y su tragedia. Pablo debía renunciar a ella antes de que el comandante la asesinara y aunque dicha decisión era como cercenar las venas que alimentan su corazón, tendría que desistir de ella para siempre. El cruel hombre hizo jurar a Pablo por todo lo sagrado, que dejaría en paz a María y seria fiel a la causa de la revolución a cambio de que sus superiores les respetaran sus vidas.

Luego el pobre Pablo presionado por el comandante, termina lo que el amor creo, promete delante de su amada, la bella María, la doncella campesina hecha reina en las armas, delante de su dios y de varios compañeros alejarse de María para siempre, y cesar todo intento de buscarla en el futuro, tal juramento fue aceptado por el hombre.

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Ambos jóvenes se miran de frente, sus ojos parecían tener alas; en una fracción de segundo, todos sus sueños recorrieron cada centímetro de su cuerpo, pronto sus ojos húmedos darán su última despedida, un débil pestañeo anunciara el rompimiento definitivo del amor, pero en el fondo de cada corazón, ninguno de los dos, renunciara a amar y ser amado, fingiendo en secreto un teatro para calmar al comandante, tal vez es cuestión de mentir y de tener la oportunidad de escapar a un mundo mejor.

En ese cruce de miradas, donde la telepatía del amor lo puede todo, tal vez juraran en el silencio juvenil de sus almas, jamás renunciar a su amor y luchar hasta con su propia vida, por lograr realidad su sueño de escapar juntos hasta el mundo infinito del amor y la libertad, donde el sexo y la fidelidad visten finas prendas de seda y pasión.

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LA GUERRILLERA

María escucha en la inmensidad de los recuerdos todas las voces infantiles, un millón de imágenes llegan con cada palabra, una imagen es un recuerdo y un recuerdo para ella es la confirmación de que aun en su alma, y pese a todas las cosas que ella ha hecho, continua siendo la dulce y gentil niña que solo conoce el camino a su casa y cuyos únicos juegos que ella aprendió, fue el de cuidar a sus hermanos pequeños mientras su mama trabajaba.

Miles y miles de recuerdos llegan a su cabecita, mientras su delgado cuerpecito se balancea en la bruma húmeda de la selva, miles de recuerdos y mil más que le dicen que es mejor tener paciencia y esperar la hora de escapar, que la supuesta renuncia absoluta de su amado.

La libertad solo se consigue con sacrificio y que todo sacrificio tiene sus consecuencias, María sabe que para salir de allí, debe sacrificar su vida si es preciso, que escapar de allí, significa llevar a la espalda la bala homicida de alguno de sus compañeros.

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Tal vez sea este el momento más romántico y especial que el amor pueda otorgar, una aparente ruptura que no cambiara en nada el propósito de María, de cumplir su sueño y ser feliz al lado del hombre que ama. Esta esperanza de soñar de nuevo, mientras Pablo se aleja a una garita a prestar guardia, le abre una ventana a la felicidad, pese a que muy seguramente esa mentira sea una verdad absoluta que entrega el amor para que sea respetada la vida del otro, y tal vez ese hermoso sueño sea tragado por la selva, mas sin embargo y por primera vez en su pensamiento, se consolida un ideal que quiere materializar en realidad, desafiando a su comandante, mirándolo a los ojos y descargar sobre él, toda la rabia que un alma envenenada puede dar.

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LA GUERRILLERA

Dos días después, y aprovechando su turno de guardia, retando las órdenes del comandante, María abandona su puesto para buscar a Pablo, ansiosa por ver a su amado, olvida todos los peligros, solo quiere ser feliz por algunos instantes. Al igual que ella, Pablo abandona su puesto pese a las advertencias del comandante, ambos seres se encuentran en la mitad de un camino fangoso pero fantástico, olvidan por un segundo las serpientes, el ejército, los compañeros y el comandante y en un abrazo celestial se sumergen en un fantástico mundo que los transporta a otro universo, solo quieren ser felices y nada más, olvidar la milicia y el rigor y amar verdaderamente.

El encuentro amoroso ocurre en la mayor clandestinidad que solo la selva otorga, la misma clandestinidad que cubre sus cuerpos cuando las tropas del estado o el avión bombardero esculcan la manigua, una clandestinidad que es la perfecta alcahueta para brindar seguridad a un par de locos enamorados.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Besos y caricias, un desnudo especial que es soportado por el musgo y las plantas suaves, un desnudo erótico que puede ser fatal a la hora de correr o especial en el momento de volar sumergidos en el elixir de la pasión. Surgen muchas palabras en medio del romance celestial, todas ellas de amor y otras más de reflexión, pero todas en absoluto tienen el mismo significado ¡escapar!, -¡escapemos amor mío! Es la consigna mutua del uno para el otro, cuatro palabras que solo desean volar libres así sea al más allá. !Solo

quieren ser felices y morirán en el intento!

Dicho encuentro furtivo se desarrolla en el mayor secreto durante varias semanas, al parecer la selva y sus ojos aceptan por fin la unión de los muchachos, serán varias semanas de encuentros y romances a escondidas, cada uno diferente al otro pero más candente que el anterior ¡sin duda que

este amor, es la mayor fantasía que la selva puede ocultar!

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LA GUERRILLERA

La fantasía de una niña nace entre la selva malsana, un sentimiento que solo puede ser descrito hábilmente, por alguien que conoce con perfecto detalle toda la extensión de la palabra amor, un sentimiento extraño en una niña extraña, pero que gracias a ello y a los maltratos, humillaciones y abusos, siente como las mariposas de Gabo le hacen cosquillas en su corazón.

No bastaron las hurtadillas nocturnas, los encuentros furtivos y los besos secretos, ello no fue suficiente y sintieron la necesidad de llegar cada vez más lejos, como si lo prohibido fuese el fruto más delicioso, olvidaron las reglas y pusieron en evidencia su amor, se tragaron por completo cada palabra de amenaza de su comandante y solo pronunciaron las palabras que solo el amor y la pasión enseñan; cuando estuvieron juntos, jamás sintieron miedo al fusil, porque el suyo lo dejaron escondido en un matorral y el uniforme camuflado que les sirvió para ocultarse de su enemigo, ahora los cubría sutilmente como finas sábanas de algodón.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Cuando estaban juntos, jamás temieron morir, solo querían morir cada uno en el regazo del otro, solo querían amar y para ellos esa era la mejor prueba de vida. Nunca sufrieron de hambre o sed, de calor o frio, siempre y cuando estuvieran juntos, no les importaba los golpes o las malas palabras, o correr unidos de la mano, huyendo de la tropa que ya les soplaba las orejas, solo querían vivir, pero vivir el uno para el otro y no importaba en ese momento, religión, política o ideal, solo querían amar y vivir para siempre, unidos uno del otro hasta el fin del mundo.

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LA GUERRILLERA

Semanas después de los encuentros pasionales que el amor obliga, se da uno más, el ultimo y el definitivo que marcaría para siempre la vida de los protagonistas de esta novela; en esta loca aventura, los dos jóvenes olvidando las medidas de seguridad, se citan muy cerca del campamento junto a un puesto de vigilancia, no importo la lluvia o el pudor, rápidamente y como ganadores del record de los cien metros planos, se despojaron de toda su ropa, incluso del miedo, ambos jóvenes se entregan en un erótico frenesí, juntaron sus cuerpos en uno solo, no existe nada que los detenga e incluso están dispuestos a asumir las consecuencias, solo quieren amar y olvidar.

Pronto el clímax despejara el cielo, la tierra y la selva, pronto la verde vegetación florecerá en perfumadas flores rosas y naranjas y los murmullos eróticos del amor silenciaran los gruñidos de los animales salvajes.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Un último abrazo aviva el fuego erógeno, ambos se estremecen en una larga felicidad que los transporta por varios segundos a la libertad, vuelan felices en un mundo etéreo donde solo reina el amor, luego de arrojar la ultima gota de placer, ambos, uno sobre otro, descansan plácidamente sobre la grama húmeda. Solo se escucha la sensual música de las palabras dulces, la cálida caricia cubre cada centímetro de sus cuerpos, sus corazones regresan a la calma luego del agitado danzar de sus cuerpos, ambos muchachos se entregan frágilmente a un sueño necesario donde por algunos minutos recobraran las fuerzas y retornaran a la cotidianidad absurda de sus vidas, descuidando en común acuerdo su seguridad, entregándose profundamente en un sueño que los transporta por mundos fantásticos. Pero tanta dicha es interrumpida por el grito salvaje del fusil que solo recita versos de muerte, y como un símil burdo de un cuento de terror, aparece de la nada, el comandante, quien los descubre -¡que sucede aquí! Los desnudos jóvenes tratan de cubrir sus mojados cuerpos, ambos saben que es tarde para hacer algo que los libre de su destino, los gritos del hombre, atraen a muchos de sus compañeros, que son halados por la curiosidad por lo que pueda ocurrir con ellos.,

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LA GUERRILLERA

Miles de groserías y maldiciones empañan de nuevo el cielo -¡arriba gran hijueputas! Ordena el comandante, un segundo grito de injurias recae sobre los jóvenes -¡se los advertí! Exclama el enfurecido hombre. Los muchachos están horrorizados pero pese a ello, no se sueltan de su suicida abrazo.

El malvado hombre empuja al muchacho, luego levanta su brazo y envía toda su fuerza hacia el rostro de María, pero otro brazo se interpone y detiene su trayectoria, es Pablo quien impide que su amada sea golpeada, luego ambos hombres se enfrascan en una lucha, se revuelcan en el suelo, agarrados como dementes que no dan un centímetro de ventaja a su rival, ambos hombres en un fuerte abrazo ruedan varios metros sobre un leve abismo, el muchacho logra disminuir a su rival y está a punto de vencerlo pero el comandante en uso de sus atribuciones de cobarde, saca su pistola y la apunta sobre la humanidad de Pablo, pero el muchacho por segunda ocasión impide que el cañón busque su blanco seleccionado, entonces la pistola cae al suelo y ahora en un nuevo round y definitivo, ambos hombres luchan por ganar la posesión del arma, luego de varios segundos que más bien parecen horas, un fuerte estruendo anuncia la victoria de uno de los hombres, el disparo letal obtiene de una vez por todas a su presa y corona al vencedor de una justa desigual.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Todos en el campamento suponen que Pablo venció a su adversario, pero la verdad es otra, el muchacho se encuentra encima de su enemigo, todo es confuso, todos corren al lugar para ver con sus propios ojos lo que sucedió allí, María corre a levantar a su amado, pero una mujer la toma del brazo y con un gesto de su cabeza le indica que no lo haga, el comándate lucha por respirar, pronto las apuestas cambian de beneficiario, el comandante forcejea y quita de encima a Pablo, este rueda a un lado y deja claro el panorama de la pelea, el comandante se levanta con dificultad mientras que el muchacho queda inmóvil en medio de un charco de sangre que solo comprueba definitivamente que el comandante es el vencedor. El joven esta muy mal herido, respira con dolor su última inhalación, la cual escapa débilmente hacia su amada, un último rayo de luz en forma de beso, logra estremecer cada musculo de María, esta corre a auxiliarlo, pide ayuda a sus compañeros pero por enésima vez se quedan congelados mirando siempre a su comandante, este a su vez limpia sus prendas, mira fijamente a la muchacha y luego lo que inicio el, lo termina el mismo con un fuerte golpe que derriba a María, la toma por el cabello y la arrastra por todo el campamento hasta su carpa -¡ahora sabrás quien es el que manda aquí!

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LA GUERRILLERA

Se escuchan cientos de gritos de horror de ella y de placer del otro, gritos de dolor que lamentan la pérdida del ser amado y otros gritos de gozo que disfrutan el dolor de la muchacha; todos en el campamento guardan silencio, nadie se atreve a pronunciar una palabra, temen correr la misma suerte de Pablo.

La pobre María sale de allí, lleva sus ropas manchadas de sangre, semidesnuda, camina lento sin rumbo, parece demente, lamentando con sus profusas lagrimas el dolor que le produjeron dos hombres, uno que se marcho con todo su corazón y otro que mancillo con sevicia lo que quedaba de pureza en su alma., ¡entierren a ese perro bien lejos de aquí! Grita el comandante, mientras termina de abotonar su pantalón.

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CAPITULO V

LA SEMILLA

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LA GUERRILLERA

Pasaron los meses y con ellos, cada segundo eterno y mórbido, que sacudía las entrañas de la pobre María, disimulo con loable gallardía el dolor que produjo la partida inesperada de su amado, mordió sus labios al tratar de llamar por su nombre a su novio, castigo cada musculo de su corazón para que no evidenciara frente a sus compañeros y su comandante, el dolor sangrante de una llaga que nunca cicatrizara. Prometió con cada lagrima solitaria, vengar la muerte de su ser amado, pero por ahora regresara forzosamente a una aparente normalidad, esperando el momento oportuno para escapar de allí, por ahora asumirá sus funciones dentro de la organización, disimulando su rencor, el cual la alienta a seguir luchando, y tal vez disimulando otra cosa más importante, una pequeña semilla que crece fuerte y vigorosamente dentro de su ser. Es sin duda la mejor esperanza en su vida para seguir adelante, un gran obsequio, muy maravilloso, más universal que personal, y que ahora con su propia vida, deberá de proteger celosamente.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Bajo la cautela más grande que el mayor secreto puede guardar, oculta en su ser, crece un retoño hermoso que solo el amor puede fecundar, deberá entonces cambiar vertiginosamente sus planes, obligándola a tomar otras decisiones con el fin de proteger lo más amado por ella; hasta olvidó totalmente toda venganza en contra del malvado hombre, surgió entonces un extraño sentimiento de piedad y pesar por los demás y solo quería disimular su diario trajinar en la absoluta normalidad.

No había duda que el amor había logrado lo más supremo en el planeta, concebir una nueva vida, un pequeño ser que nació de las células del amor y la pasión, un pequeño ser que crecerá aun libre dentro del vientre de la pequeña María, una libertad que deberá guardar en secreto y que tal vez jamás conocerá, o tal vez será el motivo para que su madre, lleve a su hijo y a ella misma a conocer la libertad.

Oculto ante el mundo, la selva, de sus compañeros, incluso a sus ojos, el pequeño hijo de María, crecerá rápido y fornido, pese a que su madre no come y no duerme bien, pero el instinto maternal de la pequeña, lo nutrirá de amor y esperanza, para que su criatura y ella vivan, disfrutando de la libertad y la vida.

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LA GUERRILLERA

Pasan veloces los meses y cada hora parece un minuto, como también aumenta la angustia en María que nota como su vientre crece de tamaño, no bastara los trucos ideados por ella, para ocultar su retoño al mundo, ya que muy adentro de su ser, crece una hermosa criatura producto del verdadero y sacrificado amor, un fuerte bebe cuyo corazón pronunciara a grandes voces el nombre de su madre, pronto la barriguita juvenil de María cambiara de forma y tamaño, entonces la criatura que esta oculta en su ser, querrá salir de su guarida y jugar con las montañas del regazo de su madre y tomar de ellas cada estrella que produce la vía láctea.

Su madre evitara a toda costa que su pequeño sea descubierto, por eso forzara a su pequeño hijo, a vivir estrecho en un minúsculo mundo que no lo deja respirar, aunque esto no es muy buena idea, pues sabe que el obligar a su vientre a permanecer invisible, le estará haciendo daño al bebe, por ello, opta por dejar por fuera del pantalón, la camisa del camuflado y participa en actividades peligrosas que obligan a su cuerpo a realizar esfuerzos extremos, pero dicho sacrificio que ella entrega, será recompensado con su nacimiento, lejos del cautiverio.

-!Falta muy poco para que sus compañeros y las demás mujeres del campamento noten su estado y pongan al descubierto su estado prohibido.!

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Lo inevitable está por llegar, no importa su estado o él bebe que está a punto de llegar al mundo, a ellos, sus comandantes solo les importa la disciplina y las prioridades de la guerra, lo demás es secundario; María en su instinto que solo una madre posee, presiente que algo malo va a ocurrir, un sexto sentido la alerta, anunciándole por anticipado que el desenlace de una tragedia está por terminar, ella se anticipa a la noticia de última hora, adelantándose a los planes de sus superiores, María entiende que solo tiene una sola oportunidad, y debe ser rápida, ya que solo tiene un camino para salir de allí, escapar así pierda la vida, pero no permitirá que otros le arrebaten a su bebe, tal como le sucedió a otras mujeres que fueron obligadas a recibir un tiquete directo al cielo para sus pequeños hijos.

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LA GUERRILLERA

La mala fortuna de María continua, ya que la comandante, que en el pasado estuvo embarazada pero por su condición de rango, dio a luz y permaneció con su bebe pese a las supuestas imposiciones de sus superiores, descubre la gravidez de la pequeña e informa a su jefe.

-¡Carajo! Dice el malvado hombre -¡tráiganla! Replica de nuevo el comandante, pero María se resiste al arresto y es arrastrada por todo el campamento, ante la mirada de algunos de sus compañeros que están cansados de tanto atropello, pero poco pueden hacer.

Es puesta dentro de la carpa del jefe, donde será condenada por los malvados emisarios del mal que la reclutaron violando todos sus derechos, por infinita ocasión la humillan salvajemente, entonces el comandante ordena a sus lugartenientes llevarla a otra carpa y dejarla allí, mientras uno de sus hombres, traerá del pueblo más cercano, una droga maldita que la hará abortar.

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JAIRO VELOIZA GONZALEZ

El jefe sale de la carpa y ordena a toda su tropa, reunirse allí, y en un discurso que poco ha cambiado en su prosa, recuerda bajo la amenaza de su pistola sobre la prohibición de mantener relaciones sentimentales en el campamento y que allí la premisa es la guerra y que todo aquel que viole la norma, será considerado enemigo de la causa y la revolución, advierte a cada mujer que la desobediencia será castigada ejemplarmente: -¡no soportare que otra guerrillera quede embarazada! Replica enojado -¡eso no es bueno y

nos perjudica en la lucha, nos retrasa y nos coloca fácilmente en la boca del cañón de nuestro enemigo, y así como a María, ustedes serán castigadas y obligadas a perder a sus criaturas! Todos escuchan atónitos cada palabra del comandante: -¡hoy ustedes presenciaran como la ley de la selva es única! ¡”el que la hace la paga”, lamento mucho lo que le sucederá a nuestra camarada, pero guerra es guerra y en la guerra se vale todo! Mientras el hombre habla, se escuchan los agudos lamentos de una pobre madre que clama por la vida de su hijo no nacido, y que solo desea la libertad de su pequeño bebe pero que irónicamente, él está atado a la suerte de ella.

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LA GUERRILLERA

Pronto el mensajero parte por el cruel encargo, su paso es veloz, María sabe que cada paso del guerrillero, es un paso menos hacia la libertad, no tiene más remedio que liberarse antes de que el hombre regrese al campamento.

Fueron los instantes más extensos y angustiosos en la vida de la pobre muchacha, quien lucha con todas sus fuerzas para deshacer los nudos; sus muñecas emanan sangre, el dolor es cada vez más exigente, pero ella no hace caso del padecimiento y continua peleando contra el tiempo. Por su cabeza solo pasan rápidas imágenes de Pablo, tal vez para distraer su ansiedad al fracaso, recuerda también a su madre, sus hermanos, la casa donde creció pero sobre todo imagina desde ya, como será su hijo cuando nazca y esto le da un impulso sobre natural para seguir luchando.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

¡Siente como en su pecho, un cronometro maldito le anuncia que el tiempo está por terminar pero irónicamente más abajo en su vientre, otro reloj, le anuncia que falta muy poco tiempo para que dé a luz!. Ella continúa luchando pero todo esfuerzo es imposible, mientras que afuera, en el campamento todo es silencio y consternación absoluta, muchos de los hombres y mujeres del lugar sienten indignación, pero como en los anteriores casos, poco pueden hacer al respecto, ya que si son sorprendidos ayudando a la muchacha, serán condenados por traición.

Pero como el avatar de la justicia, una especie de milagro divino aparece en lo más alto de la manigua, un avión fantasma y sus aliados aéreos, quienes activan una brutal descarga de bombas y balas En cuestión de segundos el campamento es incendiado, la confusión en el lugar es general pero el terror es individual, todos allí corren como locos para salvar sus vidas; unos cuantos disparan desde sus puestos a las aeronaves, el cruce de disparos es eterno y sin tino, se escuchan muchos gritos de terror, pidiendo auxilio, la mayoría de ellos heridos de muerte, otros más agazapados en el monte, esperando a una oportunidad para escapar sanos y salvos de allí.

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LA GUERRILLERA

El fuego consume todo el lugar, nadie en tierra sabe lo que está sucediendo y menos los que están en el aire, todos quieren huir pero la presión de las tropas en tierra es fuerte. El comandante se resiste a dejar el campamento y obliga a sus guerreros a continuar disparando pese a que ya son muy pocos los que están en pie de guerra.

Muchos son los guerrilleros que abandonan el lugar sin importar que la ley marcial implementada por su comandante los mate por la espalda.

-¡Derriben al fantasma, denle con todo! Grita el comandante, los pocos que quedan allí, en perfecta sincronía, descargan toda la potencia de sus armas pero ninguna de ellas logra atinar al menos un solo disparo que logre hacer daño a la aeronave. El comandante siente el horror de la derrota y dispara como loco a cualquier lugar del cielo, pero al igual que sus hombres no logra hacer mayor cosa, y confirma que realmente lo que está en el cielo es un fantasma y es irónico disparar a algo que aparentemente no está allí. María en un último esfuerzo, lucha por librarse de las cuerdas, esta vez no teme que el hombre de la encomienda llegue, solo teme que una bomba o una bala le arrebate la vida de su bebe.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Decenas de bombas caen precisas sobre el lugar, es como si la noche buena hubiera adelantado su celebración. Sobre el suelo de la selva yacen inertes hombres y mujeres, otros más, caen aturdidos, ciegos o mutilados; la infernal descarga abre el camino a las tropas, quienes bajan raudos de las sogas que sujetan los helicópteros, entonces se produce otro combate, el de tierra, más terrible que el primero y más peligroso todavía.

El comandante grita como loco pero su posición numérica no es la mejor, divisa que no tiene muchos aliados para combatir, pronto uno de ellos cae en el cruce, los demás huyen despavoridos, solo queda allí, la mujer comandante y El, ambos luchan con todo, saben perfectamente que deben destruir todo indicio de su existencia, el hombre corre a lo que queda de su campamento, directamente a su carpa, para destruir todos los documento y materiales que informen a la autoridad sobre los planes de la guerrilla. Repentinamente la mujer deja de disparar y regresa hacia su campamento, su agitado corazón le advierte sobre el peligro que corre su hijo, salta de su posición hacia él, para rescatarlo, pero el comandante le grita que regrese a su puesto, ella no hace caso a su orden y corre evadiendo el fuego. El comandante recarga su arma y trata de cubrir su humanidad al refugiarse en el tronco de un árbol, mira hacia su carpa donde están los documentos secretos y mira hacia el otro lado, donde la mujer se arrastra como reptil para llegar a su tienda.

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LA GUERRILLERA

Entonces el hombre escucha la voz disfonía de María, quien lamenta su suerte. María lucha por liberarse de las sogas pero cada intento es infructuoso, no siente sus manos, la lucha la ha dejado bastante débil, el malvado hombre escucha los lamentos de la mujer y decide primero terminar lo que inicio y luego recoger el material de guerra. El comandante se tira al piso para arrastrarse hasta donde esta María, pero el cruce de disparos es más intenso y debe regresar a su clandestino refugio. Por su parte la comandante recibe un mortal impacto, que la deja mal herida, pero con sus últimos impulsos de vida, idea un plan para salvar a su hijo, se arrastra con dificultad hacia donde esta María, el comandante no puede creer lo que está viendo -¡maldita sea! Dispara en varias ocasiones contra la mujer, pero no es efectivo.

El comandante cegado por la ira, corre hacia donde esta María, pero esta vez, su carrera es interrumpida, gracias al disparo furtivo de la tropa que impacta en su cuerpo, este cae pero no es vencido aun, toma su arma y vuelve a disparar, para evitar que la mujer llegue a donde esta María. La mujer comandante que en el pasado gozo de las preferencias y ventajas que obtuvo por su dignidad, la misma que le valió para condenar a la chiquilla por estar embarazada, logra entrar con seria dificultad a la carpa, la pequeña teme lo peor, su corazón va a estallar como su vientre también.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

La mujer herida se arrodilla saca de su pantalón un cuchillo brillante, sin mediar palabra alguna, dirige la letal hoja hacia la niña, esta cierra sus ojitos y ora en diez mil formas diferentes, de pronto las sogas caen, liberando definitivamente a María, la pequeña siente un alivio y piensa en el fondo de su alma: -¿estaré muerta acaso? Sus ojitos se abren, la luz de un nuevo día está por empezar, pronto las lágrimas se confunden con las de la mujer herida -¡corre María, salva a tu bebe! La mujer cae, María trata de levantarla, pero la mujer la toma de la mano: -¡No María, es demasiado tarde, déjame

aquí, debo pagar con mi vida, todos mis pecados, vete y comienza tu vida al lado de tu hijo! La mujer le entrega con dificultad un arma y cierra sus ojos, María se levanta rápido, toma el arma, santiguándose varias veces con ella.

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LA GUERRILLERA

Aunque el cruce de disparos ha disminuido, María sabe perfectamente que la resistencia de sus compañeros ha sido vencida. ¡Quiere salir rápido de

allí, antes de que la tropa llegue y la capture, pero lo que no sabe María, es que aún falta algo por superar! No será fácil salir de allí, pero algo la detiene, es la mujer moribunda, quien le atrapa un pie, María aprieta el arma fuertemente, temiendo que la mujer haya cambiado de decisión: -¡por fa-

vor, lleva a mi hijo contigo lejos de aquí, no lo dejes en este infierno, no permitas que muera aquí, prométeme que lo cuidaras como una madre! La pequeña María se compadece de su sufrimiento -¡está bien, te lo prometo! María observa como la mujer se acomoda en el mismo tronco que privo su libertad -¡vete María, yo me encargare de los soldados, te daré el tiempo su-

ficiente para que huyas, no mires hacia atrás, la libertad está muy lejos de aquí, debes ser veloz para que no seas alcanzada o todo esfuerzo será en vano! María agradece a la mujer y corre veloz hacia la carpa de la mujer, donde se encuentra el niño.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

María escucha con detalle los gritos del pequeño quien esta horrorizado por las explosiones, grita por su mama, la reclama a cada grito, suplica por ella. El pequeño que no es más que una débil criatura aun no entiende lo que sucede y solo llama a su mama. María logra escabullirse sin problema pero antes de llegar a la carpa, nota que su comandante corre hacia ella apuntándole con su arma, ella trata de reaccionar pero cae, lanzando el arma lejos, el hombre se abalanza sobre su humanidad, quiere asesinarla: -¡a dónde vas perra, creías que te desharías tan fácil de mí! María lucha por zafarse del hombre pero es más fuerte y logra dominarla por instantes, logra divisar con dificultad el arma que esta tirada a pocos centímetros de su cabeza, trata de soltar las manos del hombre que aprisionan las suyas, solo piensa en su vientre, teme que el hombre cumpla con su orden.

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LA GUERRILLERA

María logra soltar una de sus manos, tomando la pistola, luego una ráfaga silencia el lugar, el brillo de la pólvora anuncia que una vida ha caído y que otra se ha levantado. El hombre cae muerto por la misma arma que el disparo, María escucha los lejanos murmullos de la tropa que se acerca en busca de sobrevivientes, no tiene tiempo, debe salir rápido de allí, se levanta con dificultad corre hacia la carpa donde se encuentra el niño, el panorama es conmovedor, cae de rodillas al ver al niño sufrir terriblemente, pero rápidamente se levanta, toma el niño entre sus brazos y sale de la tienda tan rápido como puede, esta vez no temerá a las balas traidoras que le susurran al oído “!muerte!”, esta vez sus pies parecen tener alas y correrá tan veloz como nunca -¡no temas mi amor, yo te protegeré! Dice María al consolar al niño que llora al reclamar por su mama.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

María corre por entre el monte esquivando toda clase de peligros que se cruzan por su camino, las balas pasan ruidosamente por encima de su cabeza, ella solo piensa en cubrir con su humanidad la vida de los dos pequeños que lleva. Corre tan rápido como puede, hasta olvida en ocasiones, el preciado tesoro que lleva. Antes de que lleguen los militares, la frágil niña ha logrado sacar un leve margen hacia la libertad; las tropas ingresan al campamento donde son repelidos por la moribunda mujer, ella arroja sus últimos esfuerzos por dar tiempo a María de que huya tan lejos como pueda, entonces un nuevo pero corto enfrentamiento se produce, los disparos musicalizan la jungla, la pequeña sabe que tal vez sean los últimos y que luego el ejército enviara a sus rastreadores a buscarla, corre más aprisa y para lograr la meta, entregara su último aliento para salvar la vida de los pequeños, María corre veloz, pronto los disparos cesan, ella entiende que todo ha terminado y que la mujer que ayer fue su peor enemiga, entrego su vida para salvar la de ella.

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LA GUERRILLERA

Los soldados llegan a la carpa donde está la guerrillera, ella yace muerta empuñando la ley que ella profeso en el pasado, sosteniendo aun su arma caliente.

Ella se inmolo para darles la vida a otros y murió enfrentando a su peor enemigo y aunque murió por la mano de la justicia, su mayor premio en el más allá, es haber muerto luchando. Su condena será terrible, pues todas sus faltas serán castigadas, aunque para ella eso no será problema, pues su condena será compensada con la libertad de su hijo; la mujer yace inerte en el tronco homicida que cerceno la libertad de hombres y mujeres, sus ojos aun abiertos, indican fijamente el camino que tomo la pequeña con su hijo. Los soldados desisten de buscar a los guerrilleros sobrevivientes al ataque, están seguros que la gran recompensa que ellos buscan está en la carpa del comandante.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

María corrió y corrió sin descanso, jamás se detuvo, enfrento con valor cada uno de los obstáculos que se le cruzaron; la jungla entera retrocedió ante su indomable paso, su furia solo se puede comparar con la leona que defiende a muerte a sus crías. No importo el dolor, el riesgo o el miedo, jamás miro hacia atrás, solo sigue el impulso agitado de su corazón. Su coraje abrazo celoso al pequeño y al ser que lleva en su vientre, alzo vuelo por la espesa manigua siguiendo la estela de la estrella de la libertad y así como en la guerrilla, ahora la pequeña tenía una nueva consigna, salir con vida de ese lugar y comenzar una nueva existencia.

En su alocada carrera cruzo varios ríos, muchos de ellos peligrosos y caudalosos y pese a su estado y de llevar además a otro niño en sus brazos, salió avante sin un solo rasguño; se enfrentó a toda la selva en su extensión y permaneció durante 3 o 4 días, oculta ante los ojos de la justicia, y por primera vez allí en la selva, daba gracias de ser guerrillera y de haber recibido un riguroso entrenamiento, ya que sin él, hubieran muerto ella y los pequeños. Renovada su fuerza corrió sin parar, sin caer vencida y cuando sintió el terror de no encontrar una salida, un nuevo milagro aparece en su camino, esta vez una serpiente que dormita en la mitad de la senda no la deja pasar, la pequeña siente pánico y toma otro camino, el cual la llevara a la salida mágica de aquel oscuro lugar.

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LA GUERRILLERA

Después de tanto sufrir en la selva, había logrado llegar a un pequeño caserío, donde a primera vista todo es nuevo para ella, muy diferente a lo que había conocido hacía 6 años !quien no se sorprende al ver de nuevo la civilización, gente nueva y diferente! pero es que tanto tiempo en el monte, producen graves secuelas.

Observa con detalle cada lugar, cada casa, cada persona que sale curiosa a observar la nueva visitante, está feliz pero a la vez atemorizada por este nuevo reto que debe asumir en un pueblo que no es el suyo y con gente que no es su familia. De inmediato los recuerdos llegan a su mente como si la amnesia que sufrió se alejara para siempre, aunque son pocos recuerdos son los suficientes para entender que aunque ese no es su pueblo y la gente que está en él, no es su familia, son la imagen perfecta de la libertad.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

Son pocos recuerdos con forma, detalle y aroma, recuerdos someros que huelen a su madre, que juegan como sus hermanos y que protegen como el rancho en el que naci贸. En la distancia observa la figura del hombre de la encomienda, todo su ser se detiene, su coraz贸n se paraliza del terror al verlo, su piel es impregnada por el sudor frio del miedo. El hombre avanza hacia ella, este logra reconocerla, ya que ella aun trae puestas las ropas camufladas, el hombre la mira fijamente, entiende que algo no anda bien, que algo malo ha ocurrido en el campamento.

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LA GUERRILLERA

El hombre se detiene y luego cruza por el lado de María sin perderla de vista, camina unos metros más, lleva varias maletas consigo, las cuales están cargadas con encargos para el campamento, se detiene de nuevo y observa a la mujer, María también lo mira y con un solo gesto de su cabeza, le advierte sobre el peligro que correrá si regresa al campamento, el hombre mira hacia su espalda el camino hacia la selva, y entiende que ya no hay motivo para regresar allí, entonces abandona las maletas y con la mano en alto se despide de la muchacha y luego se pierde en la inmensidad de una pobre callecita.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

La pequeña María ha logrado salir avante de su reclusión, ahora debe buscar ayuda urgente, pero no sabe a quién acudir, mira a su alrededor y siente la incertidumbre por lo desconocido, la misma que sintió cuando siendo una niña la llevaron por primera vez a la selva. Pero la fortuna les sonríe a los fugitivos, una anciana se conmueve de ellos, llama a María a la puerta de su casa para que entre rápidamente -¡entra niña, no te quedes ahí! Exclama la anciana. María entra al humilde rancho, desconfiando de la pobre viejecita, que es normal en una situación de estas, donde la pobre María tiene vivo el drama de la guerra en su pobre cabecita.

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LA GUERRILLERA

María cae desgonzada en una silla, por fin María descansara después de muchos años, su alma y su cuerpo sienten el fresco suave que brinda la esperanza de una vida nueva; la anciana recibe al pequeño de brazos y lo deja en la cama, luego toma de la mano a María y la lleva también a su cama -

¡hace cuanto muchacha que no duermes en una cama de verdad, aunque esta es humilde y desvencijada, es mejor que la hamaca que cuelga a la intemperie en la selva! Luego la cubre con una frazada -¡descansa, aquí estarás segura!

La anciana saca de un armario, unas ropas limpias para dárselas a María, le ayuda a quitarse el vestido camuflado roído por la infelicidad y las humillaciones del pasado.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

María se mira en el pequeño espejo que cuelga sublime al pie de un cuadro de la virgen María, observa que sus nuevas ropas le han regresado su espíritu juvenil, se desprende de ella una sonrisa que le fue robada ayer, una delicada sonrisa que la regresa al pasado, una sonrisa que le recuerda que aunque el tiempo ha cicatrizado su alma juvenil, aún puede recuperar su pasado.

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LA GUERRILLERA

-¡Gracias dios mío! Exclama María, -¡lo logramos! Al decirle a su bebe que se mueve inquieto en su barriga, la anciana lleva una manila de leche -¡debe tener hambre tu hijo, es leche fresca y calientica! la pequeña María reflexiona sobre lo que le dijo la anciana al referirse del otro niño como su hijo, ella asiente con su cabeza y entiende que de ahora en adelante será su responsabilidad proteger y amar al niño -¡si debe de tener mucha hambre mi hijo! Refiere aceptando su nueva condición de madre.

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JAIRO VELOZA GONZALEZ

María recibe el tetero, inmediatamente recuerda como su madre la alimentaba, ella siente gran nostalgia al observar como la anciana se preocupa por ella y por el pequeño, se desvive en atenciones y ve en ella a su madre y tal vez la viejecita es lo más cercano que María tiene a una familia -¡gracias! Dice María, pronto las miradas se cruzan creando un vínculo especial que fue borrado en el pasado -¡tú me recuerdas a mi hija, eres idéntica a ella! Dice la mujer -¿qué le sucedió a ella? Pregunta María -¡alguien vino a mi casa un

día, y me la arranco de mis brazos, llevándosela para siempre de mi lado! Dice apesadumbrada la mujer -¡hasta el día de hoy, la sigo esperando en el mismo lugar que se la llevaron, con la esperanza de que algún día regrese por el mismo camino que se marchó! María se compadece y abraza a la mujer ¡algún día regresara abuela!

FIN

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