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HABITACIÓN DEL VIEJO MARINERO

Entre los siglos XVI y XVIII, las clases pudientes agrupaban sus colecciones hasta formar variopintos gabinetes de curiosidades. Eso era, pero a lo grande y repartido en muchas estancias, el primer museo que hubo en A Coruña, el Romero Ortiz, situado en el edificio hoy conocido como La Unión y el Fénix. Es probable que Lugrís lo visitase de niño (la colección abandonó la ciudad en 1919), al igual que había hecho Picasso muchos años antes. Explicamos esto porque hay una serie de óleos representativos de Lugrís, probablemente los más conocidos, que nos remiten a gabinetes de curiosidades.

Es el caso de Habitación del viejo marinero, que pertenece a la colección del Museo Municipal de Vigo Quiñones de León, que se la compró al autor en 1946 por 5.000 pesetas. En la entrevista que Lugrís concede al periódico La noche en 1960, lo cataloga como su mejor cuadro.

Antón Patiño le dedica en el catálogo de la exposición Viaje alrededor de mi mundo –de la que fue comisario junto a Rosario Sarmiento– esta precisa y preciosa reflexión: «El entorno saturado de Habitación del viejo marinero es la imagen-espejo de su habitante. Un mundo de objetos inertes como memoria sedentaria de la aventura. La vuelta a la casa del explorador que como el antropólogo colecciona fetiches, recuerdos diversos de sus tiempos nómadas. En los objetos hay neutralidad, llevan grabados las claves de su existencia, el devenir del objeto en su tránsito, en la historia de sus desplazamientos».

Como escribió Juan M. Monterroso Montero en el catálogo de la exposición Lugrís. Viaxe ao mundo de Ulyses Fingal, Habitación del viejo marinero «es un retrato sin retratado», porque, en efecto, el retrato del protagonista, ese viejo marinero, se compone a través de los diferentes elementos de la estancia. Entre ellos no podía faltar un reloj de pie, que, como ocurría en su predecesor temático La casa del marino (1940), está apoyado sobre una pared adornada también con la maqueta de un barco y un dibujo marino enmarcado.

Habitación del viejo marinero (1946). Museo Municipal de Vigo Quiñones de León, Vigo

Anticuario Del Puerto

De ese mismo año 1946 es otra obra maestra que remite a los gabinetes de curiosidades: Anticuario del puerto, un óleo sobre tablero de 80 x 100 cm que pertenece a la colección de ABANCA. La panorámica marina que vemos a través del gran ventanal del fondo es casi el único punto de descanso visual en esta composición de nuevo abigarrada hasta límites extremos. En la estancia secundaria emerge algo más de la mitad de un reloj de pie, adornado en su parte superior con una pintura que representa un velero.

Tributo A Aurelio Aguirre

En 1954, Urbano Lugrís, Mariano Tudela y José María Labra crean en A Coruña, bajo un paraguas oficial (Delegación Provincial del Ministerio de Educación), la revista Atlántida, que se convertirá en sus pocos números (finaliza su andadura en 1956) en una referencia cultural fundamental.

Una de las secciones de la publicación es Ventana al pasado, a cargo de Lugrís. En el tercer número (el de mayo-junio de 1954) se la dedica al poeta santiagués Aurelio Aguirre, fallecido en la coruñesa playa de San Amaro en 1858. La ilustración, tipo collage, incluye en su esquina superior izquierda un reloj de mano que en vez de números tiene letras, todas las del abecedario excepto la jota y la zeta.

Reloj De Cuco

El escritor Francisco Tettamancy fue el padrino de Lugrís y una de las personas que más influyó en su formación. Las leyendas gallegas que tantas veces dibujó, pinto y escribió nuestro artista las escuchó por primera vez en la boca de este polígrafo.

En una breve autobiografía que Lugrís publicó en 1953 en Faro de Vigo rememora el siguiente recuerdo infantil en casa de Tettamancy:

Recuerdo un viejo reloj de cuco en su fabuloso despacho de la rúa da Barrera de La Coruña; y me dicen que sigue cantando las horas como en felices antaños. Muchas veces me alzó don Fuco entre sus brazos para que asistiera, atónito en mi corazón de niño, al milagro hoffmaniano del gracioso mecanismo musical. Un vigoroso tufo a tabaco –de su mostacho de cosaco o zaporogo– me envolvía tierna, densamente cálida atmósfera patriarcal. Era el mundo entonces un lugar encantado. Y desde entonces también, y para siempre, los cucos de todas las primaveras reverdecen en mi alma el recuerdo amado de don Francisco Tettamancy y Gastón.

Es evidente que ese reloj de cuco vuelve a su memoria cuando ilustra O padriño, un texto de Manuel Roel Longueira, aunque el padrino de este cuento esté lejos de ser el buen mentor que resultó ser Fuco para el joven Urbano. Este artículo se incluye en el número de octubre de 1955 de Vida Gallega, revista que se realizaba en A Coruña –aunque en su mancheta figure que se editaba en Lugo– en la que Lugrís empieza a colaborar en junio de ese año. Además del reloj de cuco, nuestro artista dibuja uno de mano.

Collage Surrealista

Hacia finales de 1956, la colaboración de Lugrís con Vida Gallega se empieza a espaciar mucho. No obstante, en el número 732, de marzo de 1958, reaparece a lo grande: lo hace con una magnífica ilustración de portada, de un estilo similar a Tributo a Aurelio Aguirre. En el extremo superior izquierdo de esta composición surrealista vemos un curioso reloj de mano, en cuyo interior se repite la secuencia de números romanos que van del I al XII. Números romanos alrededor de la esfera tiene también el reloj que aparece en Musical, una serigrafía que realiza en su última etapa en Vigo –así lo deducimos porque fue cuando trabajó esta técnica de impresión– y que se reproduce en el catálogo de la exposición Viaxe ó redor do meu mundo, 1998.